30.
Kasia ocupó su asiento en el patio de butacas. Pensó en la forma que podría eliminar a Manu sin dejar pruebas. Estaba realmente cerca del escenario y a poco que iluminaran la platea, Lucy podría verla. Maldijo el día que decidió teñirse de rubio platino y se acomodó en su asiento refunfuñando para sí misma. A su derecha había una señora muy atractiva. Algo más joven que su madre, parecía que también había ido sola al estreno y a Kasia le llamó la atención.
- Buenas noches – la saludó.
- Buenas noches – respondió cordialmente la señora. Había algo en sus ojos que le resultaba terriblemente familiar, pero no acertaba a adivinar de qué se trataba – ¿usted también viene sola al estreno? - le preguntó a Kasia.
- Sí, bueno, mi mejor amigo trabaja en el espectáculo, así que oficialmente mi pareja está detrás de ese telón – Kasia sonrió.
- Ah, entonces estamos en la misma situación – la señora resultaba encantadora y sin esperarlo Kasia se relajó.
- Espero que salga bien, la verdad es que estoy nerviosa – le susurró la amable señora a Kasia.
- Bueno, puede estar tranquila, el espectáculo es maravilloso, el montaje espectacular y los protagonistas son increíbles, lo mejor que he visto en muchísimo tiempo – dijo Kasia entusiasmada.
- Ah, ¿usted ya lo ha visto? - le asaltó la curiosidad a la mujer.
- Digamos que he tenido algunos privilegios – le guiñó un ojo y la mujer sonrió cómplice.
La orquesta comenzó y la música se adueñó del espacio con una fuerza que hizo que el vello se erizara. Se abrió el telón y Kasia instintivamente se sujetó con fuerza a la butaca como si esperara el despegue de un avión.
- Me acaba de decir que todo saldrá bien, no se arrepienta ahora – le dijo la mujer tratando de calmarla.
- Lo sé, lo sé – Kasia se sonrojó – vaya, me ha pillado. Por cierto, me llamo Kasia y extendió su mano para saludarla.
- Y yo Martha – la señora devolvió el saludo.
El escenario se llenó de artistas y el espectáculo comenzó con el coro de secundarios, que formaban un equipo fantástico. Kasia no pudo ocultar lo orgullosa que estaba de ellos. Thomas salió a escena acompañado de Pia y ambos demostraron porqué eran tan respetados en el mundo teatral. Eran como dos iconos atemporales que brillaban con luz propia a pesar de los años pasados.
De repente, allí estaba ella... salió como intentando pasar desapercibida, hasta que abrió la boca para su primer solo... entonces el teatro se rindió ante ella, y con él, todos los presentes. Kasia no pudo reprimir una lágrima de satisfacción al verla tan grande, tan perfecta, y supo en ese preciso instante que jamás dejaría de ser tan increíblemente maravillosa para ese trabajo. Tuvo la sensación de que Lucy la buscaba con la mirada sin lograr hallarla, y Kasia se hizo pequeña en aquella butaca, esperando que no pudiera reconocerla entre aquella maraña de smokings y brillantes.
- ¿Es realmente buena, verdad? - susurró Martha cuando Lucy terminó su canción.
- Es mejor que buena – sus palabras sonaban con un cariz de devoción que no pasaron desapercibidas para la señora – es brillante, trabajadora, fiel a su trabajo y con un don maravilloso para este oficio. Es lo mejor que he visto en mi vida, y a partir de hoy todos sabrán lo mismo que sé yo y estarán de acuerdo conmigo.
La historia avanzó y llegó el drama. El personaje de Lucy vivía atormentado por el pasado de la primera esposa de su marido. Lucy debía conseguir transmitir la tristeza y el abandono producido por la obsesión de su esposo por su mujer fallecida y Kasia sabía que era la parte que más le costaba a la joven de los ojos azules.
En esta ocasión Lucy parecía derrumbada, con el corazón roto en tantos pedazos que era imposible volverlos a unir. Kasia abrió los ojos sorprendida por la escena. El gesto abatido de Lucy era tan triste que quiso subir y abrazarla para jurarle que jamás la dejaría. Algo de lo que había pasado entre ellas esa semana estaba pasando por su cabeza en ese preciso instante, la joven de ojos miel sabía que Lucy pensaba en ella en esos momentos, porque su mirada hablaba para ella, sólo para ella, desde lo alto del escenario.
El público estaba fascinado, Kasia miraba a su alrededor y sólo veía rostros expectantes y ensimismados, envueltos en un ambiente mágico. El dúo con Pia fue soberbio, sin duda lo mejor de la noche, y Thomas se había convertido poco a poco en poca cosa al lado de dos mujeres tan brillantes como ellas. El espectáculo llegó a su fin sin apenas darse cuenta del tiempo y el público aplaudió en pie demostrando el éxito total del evento. Kasia no dudó y se puso en pie para aplaudir a la mujer de sus sueños, que sonreía radiante y feliz agradeciendo el aplauso. La luz descubrió a los actores al público y Lucy miró sin disimulo buscando a alguien entre el público.
Tras un momento de búsqueda, encontró su tesoro y sus ojos se encontraron al fin. Kasia sintió que aquellos ojos abrían su corazón en canal y se instalaban cerquita de su alma. Lucy lanzó una sonrisa tímida y la joven rubia sintió que si no huía de allí pronto, perdería irremediablemente el sentido.
- Disculpa, ¿te importaría acompañarme? - Martha reclamó su atención.
- Sí, claro, ¿necesita que le indique dónde están los servicios? - contestó Kasia.
- No, tengo un pase para ir detrás, y la verdad es que temo perderme. Como antes dijiste que conocías el teatro, pensé que podrías indicarme cómo llegar a los camerinos – la señora se veía infinitamente feliz.
- Bue... bueno, no sé si será buena idea – pensó en buscar una excusa, pero no estuvo rápida. – Le seré sincera, hasta hace una semana trabajé en el montaje y me despedí, digamos que no demasiado bien, así que no sé si es muy conveniente que vaya – necesitaba huir de allí.
- ¿Así que trabajaste aquí?, entonces tienes parte de mérito por este trabajo tan maravilloso. Además, tal y cómo describes este espectáculo, con la pasión que lo haces... está claro que es muy especial para ti. Por favor, acompáñame.
- Está bien, la llevo a la parte de camerinos y me despido allí, ¿de acuerdo?, así aprovecho y le comento algo a mi amigo – Kasia se rindió.
Lucy luchaba por salir de allí y buscar a Kasia, pero los abrazos y las felicitaciones le impedían avanzar. Necesitaba abrazarla y respirar su aroma o volvería a caer. Se empezaba a impacientar entre tanto extraño que la felicitaba y le pedía autógrafos sin sentido. Se excusó y salió como pudo deseando que no fuera demasiado tarde para ellas.
- Mi vida, aquí estás. Has estado maravillosa Lucy, sublime – Martha se acercó a Lucy y Kasia se detuvo en seco sin poderse creer nada de lo que veía.
- Mamá, me alegro de que te haya gustado. ¡Qué pena que papá no pudo venir! - se abrazó a su madre sin apartar sus ojos de Kasia. En su corazón y su mente la besaba apasionadamente y le decía cuánto la amaba.
- Bueno, sí que ha sido una pena, pero por suerte he tenido la mejor de las compañías – sonrió mirando a Kasia, paralizada por el pánico.
- ¿Kasia?, ¿has conocido a Kasia? - Lucy entendió entonces que llegaran juntas.
- Sí, ha sido un placer ver el musical con ella. Ha vivido y sufrido intensamente con vosotros, debo decirte – sonrió a Kasia agradecida.
- Es que ella es muy culpable de que haya salido así de bien. Ha trabajado muchísimo por nosotros. Espera que voy a saludarla – Lucy dejó sola a su madre y se dirigió a la dueña de aquellos ojos por los que suspiraba cada día y que tanto añoraba ver – Kas, no sabes lo que significa para mí que hayas venido – se abrazó a ella con todas sus fuerzas.
Algo se detuvo, Kasia no podía asegurar que fuera el tiempo o los latidos de su corazón. Quizás con el abrazo una burbuja las atrapó dentro y se perdieron en ella. No supo qué hacer hasta que sintió sus brazos rodeándola. Lo deseaba tanto como ella así que se aferró a ella y se sumergió una vez más en aquel aroma que la enloquecía.
- Mi amor, te quiero tanto. Yo... yo, lo siento... no sabes cómo te echo de menos – Lucy le susurraba a Kasia entre lágrimas.
- Shhhh, cálmate. No podemos hacer una escena aquí delante de todas esas cámaras y de tu madre – Kasia habría querido secar sus lágrimas con besos y caricias pero se resistió como pudo – Todo está bien Lu, simplemente no es nuestro momento – se acercó a su oído inspirando su olor – pero esperaré por ti, nada ni nadie evitará que espere por ti hasta que estés lista. Porque yo también te quiero – y la besó tímidamente, casi sin rozarla.
Lucy trató de calmarse y recuperar la compostura.
- Necesito que seas fiel a tus sueños Lucy, no puedes abandonarlos ahora. Te he visto al finalizar el espectáculo... estabas tan feliz... y ya los escuchaste, te adoran. Este es tu principio, no puedo ponerme en medio – se separó de sus brazos y la miró a los ojos. – Encontré a la mujer de mis sueños, soñaré con ella hasta que vuelva a ser una realidad – limpió una lágrima con uno de sus dedos. – Y ahora, vuelve ahí y sonríe. Te amo.
- Y yo a ti, no lo olvides – Lucy le dedicó una sonrisa más.
Manu las vio y se acercó a ellas.
- Bueno, bueno, bueno... creo que es hora de que te saque de aquí – sujetó a Kasia por la espalda – antes de que hagáis algo de lo que luego os arrepintáis.
- Has llegado en el momento perfecto. Necesito salir de aquí y tú vas a ser mi excusa – miró a Manu mientras acariciaba una de las manos de Lucy. – Vuelve con ellos Lu, pronto nos veremos – y la besó en la mejilla a modo de despedida, un beso dulce y pequeño, pero que contenía dentro todo su amor.
Kasia se acercó a Martha antes de marcharse.
- No sabía que usted era la madre de Lucy. Ha sido un placer conocerla. Ahora debo marcharme, que disfruten de la velada.
- El placer ha sido mío, ha sido muy agradable. Gracias. Además, se nota el aprecio que mi hija te tiene, así que todo queda en familia – sonrió y Kasia pudo reconocer en esa sonrisa la de Lucy.
- Hasta pronto. Felicidades otra vez Lucy, has estado maravillosa. Nos veremos pronto – se despidió y se dirigió a la salida agarrada de su amigo.
- ¿No me digas que te he sentado al lado de su madre?. No me odies vale, te juro que en esto no tengo la culpa.
- Tranquilo, en realidad no ha estado mal. Ah, y no creas que no me di cuenta para qué me hiciste posar delante de los fotógrafos – siguieron andando – menos mal que a estas alturas no puedo dejar de quererte, que si no.
- Pues sí, menos mal, no dudaba que lo supieras, tú eres muy lista y yo muy evidente... pero vamos, que a bambalinas has ido tú solita – le dio una palmadita en el culo y los dos amigos se marcharon riendo.
31.
Kasia y Manu fueron a cenar a su restaurante de siempre para celebrar el éxito del musical. Se sentaron en una mesa junto al enorme ventanal que daba a la calle, alumbrados con una romántica vela en el centro, detalle que no pasó desapercibido para el español.
- Lo sé, no pegamos en un sitio tan romántico, al menos juntos – soltó una risita maléfica– aunque hoy diría que parecemos heterosexuales con pedigrí – la carcajada de Kasia inundó el restaurante y algunas miradas se clavaron en ella, contagiadas por la risa.
- Gracias por hacerme venir Manu, realmente necesitaba algo así – se limpió las lágrimas que le provocó la risa.
- ¿Y qué me dices de haber conocido a la suegra? - aún no podía creer la coincidencia de que se sentaran juntas.
- No bromees con eso – se ruborizó – menos mal que me enteré cuando ya me iba que si no habría estado todo el espectáculo pendiente de decir o hacer nada que me delatara.
- Seguro que se enamoró de ti, bueno, no como su hija... espero, vaya... vamos, que seguro que le resultaste encantadora – Kasia se adelantó un poco en su silla para golpearle en un brazo.
- ¡Calla!, no digas disparates. La verdad es que es una mujer muy dulce, se ve que Lucy lo ha heredado de ella. Además es inteligente, me preguntó por Lucy como alguien ajeno para ver cuál era mi opinión real de ella.
- Y claro, le dijiste que estabas enamorada de ella y que por eso no podías ser imparcial, ¿verdad? - las bromas del español no tenían fin.
- ¿Tú quieres que uno de los dos termine con un ojo morado esta noche, no?.
- Vale, vale, he pillado la indirecta... - desistió de sus bromas.
- ¿Indirecta? - un ataque de risa casi le provoca la muerte por ahogamiento – ¡qué tío!.
- Y hablando ahora en serio... estuvo maravillosa, ¿verdad?. Algunos chicos de prensa me estaban comentando que había nacido una nueva diva del teatro. A la pobre la van a coser a entrevistas estas semanas próximas.
- Sí, ha estado perfecta, increíble. Jamás pensé que pudiera a llegar al nivel que estuvo esta noche, es una delicia verla actuar – su rostro reflejaba algo de amargura – ya sé lo que le viene encima, es lo normal en estos casos.
- ¿Qué te ha dicho cuando se abrazó a ti de esa forma? - Manu dio un trago a su copa de vino.
- Pues... que me amaba, y que lo sentía muchísimo... que me echaba de menos – la tristeza borró cualquier sonrisa.
- Y... dime algo, si tú estás igual, ¿qué sentido tiene todo esto?.
- Aunque no lo creas, antes lo dijiste: el sentido es el mundo en el que se va a ver envuelta Lucy. Podemos fingir que todos somos iguales, incluso que somos progres, pero a la hora de la verdad, una actriz no puede ser lesbiana, sobre todo una primera actriz como Lucy, que siempre tendrá un galán que la enamore. Esa es la realidad Manu. Su carrera se vería resentida y se sentiría completamente infeliz.
- Vamos... como ahora, sólo que por otro motivo – clavó sus enormes ojos negros en ella.
- Eres injusto.
- Tú también, se ve que esta es la mesa de los injustos. Yo ya sé qué pediré, ¿y tú?.
Kasia se había quedado pensativa un segundo, repasando las últimas palabras de su amigo. En el fondo tenía razón, por algún estúpido motivo había pensado que su carrera era más importante que ella, cuando ella hizo todo lo contrario en su vida para ser feliz.
- La tierra... la tierra más sexy que has visto en tu vida, llamando a Kasia – dijo Manu chasqueando los dedos para traerla de vuelta.
- ¡Señor, qué petulante eres!, cuidado, no pases muy seguido delante de un espejo, no te vayas a enamorar de ti mismo. Anda, vamos a pedir.
La pequeña campanilla de la puerta sonó y Kasia, instintivamente, dirigió su mirada hacia allí. Martha entraba en el restaurante y detrás Lucy le decía algo sonriente. La cara de la rubia era un poema, y al verla, Manu se giró sobre la marcha para ver qué provocaba ese gesto.
- Te juro Kas que no tengo nada que ver, por favor, créeme, estoy tan sorprendido como tú – a Kasia eso le daba igual, el problema radicaba en no saber qué hacer. Su razonamiento le decía que hiciera como si no las viera, mientras su corazón ya estaba lanzando bengalas de salvamento y fuegos artificiales para hacerse notar.
Lucy hablaba con el encargado, seguramente pidiendo mesa, pero el restaurante estaba lleno.
- Kas, no has dicho nada, ¿me crees, verdad? - preguntó preocupado su amigo.
- Sí, sí, te creo, no te preocupes – sus ojos no podían separarse de ella.
- Vale, pues ahora sí que va a ser mi culpa, perdóname – se levantó de la mesa y fue hacia Lucy con una sonrisa más o menos de un metro.
La joven de ojos azules lo vio acercarse y buscó a Kasia con la mirada con una cara de asombro que la absolvía de cualquier artimaña planificada anteriormente. Se encontró con sus ojos clavados en ella y un gesto de pánico que debía ser parecido al suyo en ese momento. Kasia vio cómo Lucy negaba con la cabeza y cómo Manu movía incansablemente las manos intentando convencerla de algo. De repente los tres se dirigieron a la mesa, con el español apretando los dientes a la cabeza, esperando que su amiga no lo liquidara allí mismo.
- Nos volvemos a ver – dijo a modo de saludo Martha.
- Eso parece – Kasia no sabía qué decir.
- Ya le dije a Manu que podíamos esperar por una mesa, que seguro que vosotros tenéis cosas de las que hablar – Lucy se sentía avergonzada.
- De eso nada – interrumpió Manu - ¿verdad, Kas? - no dejó que contestara – estamos encantados de que estén aquí. Sra. Scherer, siéntese aquí – la colocó deliberadamente a su lado en la mesa, dejando a las dos mujeres en el lado contrario.
- Claro, nos encantará compartir velada con ustedes – lanzó una tímida mirada a aquellos ojos que volvían a tener el azul del cielo encerrado en ellos – pero pensé que estarían en la fiesta de celebración.
- No me apetece más multitudes, preferí cenar algo con mi madre y descansar para mañana – sólo quería decirle que la amaba – esto es incluso mejor.
Se acomodó en el asiento al lado de Kasia y la rubia sintió que necesitaba controlar los nervios o sufriría un paro en cualquier momento. Sintió su calor próximo a ella y una mano que acarició tímida su pierna proporcionándole la calma necesaria. Lucy la miraba rendida, en busca de aquellos dos faros que siempre la habían salvado del acantilado, suplicando por su ayuda una vez más.
- Íbamos a pedir ahora mismo, así que perfecto – dijo Manu sonriendo descaradamente – dígame Sra. Scherer, ¿qué le ha parecido el trabajo de su hija? - apoyó su barbilla en una de sus manos atrayendo toda la atención de la señora.
32.
Kasia quiso apartar la mano de Lucy de su pierna, pero no podía engañarse, en ese mismo momento habría dado la vida por estar a solas con ella, desnudarla y hacerla suya, para que aquella mujer supiera que ningún aplauso le iba a compensar la entrega y el amor que ella le ofrecía. Lucy acarició su piel después de comprobar que aquellos ojos de miel no reprochaban sus actos. Se humedeció los labios en un acto reflejo, consumida por el deseo y calor que se multiplicaba y atacaba sus sentidos. Kasia vio cómo su lengua acariciaba aquellos labios que tanto anhelaba y sintió que sus mejillas se encendían mientras era incapaz de controlar la humedad que comenzaba a surgir sin control.
Soltó un ligero resoplido y Lucy retiró la mano sonriendo, el efecto causado era el de siempre.
- Hace un poco de calor aquí, ¿verdad? - dijo abanicándose con la carta de vinos mientras Manu aguantaba la risa como podía.
- Sí, se ve que se les ha ido la “mano” con la calefacción – contestó su amigo haciendo una mueca divertida a escondidas.
- Bueno, dime Lu, ¿cómo te has sentido en el escenario? - quiso cambiar de tema lo antes posible.
- La verdad es que ha sido algo increíble. ¿Recuerdas cuando nos colaste en la ópera?, ¿la sensación de estar en el lugar más perfecto de la tierra? - Kasia recordó aquel susurro y aquel abrazo, la confirmación de que el paraíso existe y asintió con la cabeza, – pues fue algo parecido, era como estar en otro mundo, no sé, fue genial.
- Si hay algo claro es que naciste para esto, tienes todo lo necesario y algo más para triunfar. Me alegro muchísimo por ti – la miró con algo de nostalgia.
- ¿Y tú, Kasia?, ¿por qué dejaste el montaje si tanto te apasionaba? - preguntó intrigada la madre de Lucy buscando algo más de información de aquella mujer tan diferente.
- Bueno, como ya le dije no fue algo demasiado agradable – su mirada se apagó un poco – digamos que por “diferencias irreconciliables”, como se suele decir en un divorcio, con la dirección del espectáculo. No teníamos la misma visión en algunos temas muy importantes para mí.
- ¿En relación a la estructura del espectáculo?, porque debo decir que mí me ha maravillado – la amable señora no terminaba de entender.
- No, no, en absoluto – empezaba a ponerse nerviosa y Lucy estaba a punto del colapso.
- Mamá, no creo que sea de nuestra incumbencia el motivo por el que se fue – trató de ayudar intentando que el día de su triunfo no coincidiera con una salida del armario inesperada.
- Oh, lo siento si he tocado un tema delicado. Pensé por lo que me dijo Lucy de ti que debía ser algo muy injusto, porque da la sensación de que eras una parte muy valiosa.
- No se preocupe – la tranquilizó – si le soy sincera fue sólo por un tema personal de percepción con el director y los patrocinadores. Digamos que no me gustó que quisieran dar una imagen tan... clasista. Creo que un espectáculo tan brillante como este debería llegar a todos los públicos, no sólo a los que llevan pajarita. No sé, creo que es una idea un tanto ingenua – mintió en parte, pero en parte creía lo que decía.
- Pues siendo así, creo que la injusticia es doble, porque no puedo estar más de acuerdo contigo – Lucy respiró viendo cómo su madre veía su curiosidad saciada, mientras Manu se debatía entre aplaudir su interpretación o no.
Manu salió al rescate una vez más con una conversación divertida y ajena a temas espinosos, mientras Lucy acariciaba a escondidas a Kasia reclamando su mirada. Sus hermosos ojos azules agradecieron la infinita prudencia en sus palabras, sabía que Kasia odiaba mentir, y más si se trataba de asuntos del corazón, y eso la hizo sentirse un poco más lejos de ella. Lucy sintió que las diferencias entre las dos se agrandaban, no podía permitir que la persona que amaba dejara de ser ella misma para protegerla, no era justo.
- Discúlpenme – dijo Kasia colocando su servilleta sobre la mesa – voy un segundo al baño – se sentía algo agobiada. Algo le presionaba el pecho que no la dejaba apenas respirar y necesitaba tomar distancia.
Lucy la vio alejarse y sintió que una vez más le había hecho daño. Apretó los puños controlando la tristeza y miró a Manu, que con la cabeza le hizo un gesto para que la siguiera.
- Yo también voy. Vuelvo enseguida – se levantó sin pensar y fue detrás de ella.
Kasia se apoyó sobre el mármol del lavabo mirándose en el espejo, intentando descubrir qué debía hacer con su vida, cómo trazar un nuevo rumbo sin Lucy a su lado. Mojó una de sus manos y la pasó por su nuca intentando relajar la tensión acumulada. La puerta se abrió y Kasia se irguió buscando recuperar la compostura y la firmeza en sus pies cuando la vio. Lucy abrió despacio la puerta y la vio separarse del lavabo y ponerse recta.
- Lu... Lucy, no... por favor, no me hagas esto – se apoyó contra la pared intentando alejarse.
- Lo siento, no podía soportar la idea de que estuvieras aquí sola, sintiéndote mal... cuando me muero por abrazarte y sentir tus labios, cuando lo único que quiero es perderme en tus ojos y no salir de ti jamás – se acercó lentamente a ella.
- ¿No lo ves, Lu?, ¿no ves que tu vida y la mía no pueden ir de la mano ahora mismo? - aquella mujer tan hermosa se acercaba a ella mirándola fijamente a los ojos y no sabía cómo huir – Alguna mala jugada del destino hizo que nos enamoráramos, pero es eso, un mala jugada y una mala idea.
- Yo diría que fue una jugada perfecta – se colocó junto a ella, muy cerca.
- Sabes a lo que me refiero – sus ojos se posaron en aquellos labios y no pudo decir nada más.
- No sé nada, salvo que me muero por ti, que esta noche he cantado para ti porque sabía que estabas mirándome, que no puedo soportar la idea de que no me quieras, que me alejes de tu vida y no vuelva a sentir tus manos por mi cuerpo. Eso es lo único que sé ahora mismo.
Se acercó tanto que pudo escuchar los latidos del corazón de Kasia acelerados y vibrantes.
- Tu corazón no me engaña – acarició su pelo y bajó por su mejilla mientras cerraba todas sus vías de escape – dime que no me quieres, que no deseas esto tanto como yo y me apartaré, te lo prometo – buscó su mirada para derretir su alma.
- Yo... no... - el calor de los dedos de Lucy callaba su razón y no podía hacer nada por evitarlo. Ese calor la traspasaba y encendía el deseo irracional e incontrolable.
- Dilo... - puso sus labios a un milímetro de su boca – dilo... - insistió susurrando.
- Bésame – fue todo lo que Kasia pudo decir.
Lucy la sujetó por la cintura y en un movimiento seco y coordinado como un paso de tango, la introdujo dentro de uno de los reservados del baño cerrando la puerta tras ella. La colocó contra la puerta y su boca la calló con un beso largo y húmedo. Kasia la provocaba con el juego de su lengua, rozando sin rozar, y la excitación de Lucy se disparó entre ligeros gemidos mudos. Sus manos subieron desde sus muslos buscando su sexo ardiente bajo el vestido. Lucy lo acarició mientras Kasia se aferraba a su cuello abrazada y hundiendo su boca contra su pecho pecho para callar los gemidos.
- Vamos a casa – Lucy le susurró a la oreja mientras jugaba con ella con su lengua – déjame amarte como te mereces, vuelve a mis brazos – separó su mano y la abrazó buscando sus labios una vez más.
Kasia estaba a punto de perder todo rastro de su voluntad y ceder al chantaje del amor por encima de cualquier cosa.
La puerta se abrió.
- Lucy, ¿estás aquí? - la voz de su madre la trajo de nuevo al mundo de una bofetada.
33.
Lucy se retiró completamente bloqueada por el pánico, incapaz de hacer un solo movimiento y al borde del llanto. Kasia la miró asustada al verla así, tan frágil y débil.
- Sí, señora Sherer, aquí estamos – dijo Kasia sentando a Lucy sobre la tapa del water. La joven de ojos azules sólo era capaz de pensar que su vida se había venido abajo, cediendo los cimientos y aplastándola en medio.
- ¿Va todo bien? - preguntó Martha mientras Kasia abría la puerta.
- Creo que sí. Lucy ha sufrido algún tipo de desvanecimiento, igual los nervios por todo el día de hoy y el calor le han jugado una mala pasada. La he refrescado un poco y la he sentado para que se recuperara. Parece un poco pálida todavía – acertó a decir la joven de ojos miel alejándose de Lucy y dejando paso a su madre.
- Cariño, ¿te encuentras bien? - Martha se acercó a su hija y sujetó su cara con infinito amor. Lucy se veía realmente pálida y su preocupación fue en aumento.
- No se preocupe, en serio, creo que ha sido sólo un bajón de toda la adrenalina que la llevado en volandas todo este tiempo, se pondrá bien – Kasia intentaba tranquilizarla al ver que Lucy no decía nada – Voy a hacer una cosa, voy a buscar mi coche y a avisar a Manu que venga a ayudarla y las llevo a casa a que descanse, ¿de acuerdo? - ofreció Kasia ante la mirada triste y hundida de Lucy.
- Eso sería fantástico, te lo agradecería – dijo su madre volviéndose a mirar a la joven rubia.
- No, estoy bien, no ha... sido nada – acertó Lucy a decir.
- Sí que lo ha sido Lucy, es mejor que vayamos a casa – contestó su madre.
- Ok, tengo el coche muy cerca, vuelvo enseguida – Kasia derramó todo su amor en una lágrima ingrata y que se apresuró en ocultar, aunque demasiado tarde para los ojos de Lucy, clavados aún en ella.
Salió de allí un poco más rota, un poco más pequeña, un poco más débil, y Manu pudo ver en su cara que algo iba realmente mal.
- Kas, lo siento, intenté distraerla todo lo que pude – dijo el español asustado de ver a su amiga en ese estado de nuevo.
- No, tranquilo, no ha pasado nada – dijo Kasia muy seria – necesito que pagues, por favor, y que vayas al baño y ayudes a la madre de Lucy a sacarla de allí, ¿vale?. Lucy se ha quedado completamente paralizada cuando oyó a su madre entrar y no es capaz de reaccionar. Yo voy a buscar el coche y os espero en la puerta – cogió su abrigo y su bolso y si dirigió a la puerta.
- Pero... ¿y tú?, ¿tú cómo estás?, eso es lo que a mí me interesa.
- Estoy bien, no te preocupes – otra lágrima traidora – ve, por favor. Ah, y Manu, por favor, que no se note nada, no queremos que el primer día después del estreno la vayan a pillar en mal estado, ya sabes como es la prensa amarilla.
- Ok, pero tú y yo tenemos que hablar.
- No hay nada de qué hablar Manu... ya no – cerró la puerta y salió al mundo sola. Debía aprender que esa era la mejor forma de enfrentarse a él, aunque doliera.
Kasia la vio salir del restaurante sujeta de la cintura por Manu y la joven de ojos color avellana agradeció la fuerza de su amigo para que sujetando casi todo el peso de ella, apenas se notara. Manu la colocó en el lado del copiloto y esperó a que Lucy se abrochara el cinturón.
- Kas, lleva tú a Lucy y yo llevo a Martha en mi coche, ¿vale?, así no vamos tan incómodos. Te he dicho que el coche es muy bonito, pero si no fuera de juguete sería más interesante – intentó sacar una sonrisa a las tres mujeres – Sra. Scherer, acompáñeme, que mi coche está aquí mismo.
- Muy bien, nos vemos en su casa – dijo Kasia intentando resultar serena.
- Te sigo.
Kasia arrancó y salió de aquel lugar sin atreverse a mirar a su lado.
- Lo siento – dijo Lucy buscando las palabras.
- No Lucy, ya no más disculpas. Ha sido una prueba más de que esto que soñábamos con que podía ser real no es más que una invención estúpida de tu corazón y, lo que es peor, del mío, que a estas alturas ya debería haber plantado batalla y hacerme entrar en razón – hablaba el desconsuelo por ella, la desolación que queda después del abandono, porque Lucy no la había abandonado una vez, sino dos.
- No sé qué me pasó... - Lucy lloraba intentando dar con una explicación a su estupidez.
- Te pasó lo que pasa siempre, Lu, no es algo que sea exclusivo de tu carácter. Se llama miedo, y hay que vivir con él hasta que un día descubres que ha desaparecido – más lágrimas delatadoras asaltaron sus mejillas – te lo dije, sólo quiero que seas feliz, pero no puede ser conmigo, acabas de demostrármelo una vez más.
- No es cierto, quiero luchar por ti Kas, te quiero – el llanto se unía a la impotencia de saberse débil.
- Me quieres, sí, pero no lo suficiente para superar el pánico. Te dije que no podía vivir a oscuras, y tú aún no soportas la luz. Supongo que es cuestión de tiempo, salvo que encuentres otra salida. Yo no puedo más que desear que tu salida sea yo – la miró un instante para acariciarla una vez más y Lucy cerró los ojos para tratar de memorizar cada sensación de esa caricia.
- Me gustaría ser tan fuerte como tú, ser capaz de salir al mundo como dices, de tu mano. Me odio a mí misma por ser tan cobarde.
- Tú eres la princesa del cuento, y yo no soy más que una doncella, estoy muy lejos de ser tu príncipe, y tampoco quiero serlo. No quiero librar batallas contra caballeros por tu amor, quiero que la princesa se enamore de la doncella y mande al cuerno a príncipes y palacios. Eso es muy difícil Lucy, no eres tan cobarde – la amargura de Kasia ensombrecía su mirada.
- ¿Nos volveremos a ver? - preguntó buscando una esperanza a la que agarrarse.
- Supongo que sí, tarde o temprano volveremos a encontrarnos. Volveré a verte actuar, aunque espero que no lo sepas la próxima vez que lo haga – intentó que sonriera sin éxito – y sabes que estás invitada al estreno de mi obra, si tu agenda te lo permite.
- No me lo perdería por nada – dijo. Ahí tenía su esperanza.
- Pues entonces, allí nos veremos – dijo mientras aparcaba frente a su puerta.
Su madre abrió la puerta inquieta.
- ¿Te encuentras mejor? - preguntó preocupada.
- Sí mamá, mucho mejor. El aire de la carretera me ha sentado muy bien. Ahora sólo quiero darme una ducha caliente y dormir – miró a Kasia regalándole el mar de sus ojos – nos veremos en el estreno. Gracias – sonrió.
- Allí nos veremos. Señora Scherer, ha sido un placer conocerla, de verdad. Me encantaría que viniera al estreno de la obra de teatro en la que trabajo si está en la ciudad para entonces – le dijo estirando su mano para saludarla.
- Me encantaría Kasia, de verdad.
- Perfecto. Que descansen. Buenas noches – dijo arrancando de nuevo su motor – Manu, hablamos mañana, ¿te parece?. Te quiero – dijo al aire, intentando que llegara a Lucy con la excusa del español por delante.
- Muy bien, mañana hablamos. Un día de estos me volveré loco y te pediré que te cases conmigo – el español miró a Lucy guiñando un ojo. – Hasta mañana hermosuras. Feliz noche – se subió a su coche y ambos se marcharon.
- ¿Están juntos? - preguntó Martha abriendo la puerta – yo habría jurado que Manu era gay.
- Mejor vamos a dormir – fue lo que obtuvo la buena señora por respuesta.
34.
Aquella noche, las dos mujeres consiguieron conciliar el sueño a duras penas. Lucy planeaba la forma de conseguir ese extra de valor necesario para pelear por Kasia, para convertirse en una princesa guerrera y no en la princesa florero que sentía que era en aquel momento. Kasia se sentía culpable y lamentaba haber sido excesivamente dura con ella. Probablemente Manu (Pucci, va por ti) de haber hablado con ella, le habría dicho que debía ser un poco más paciente, que afrontar una situación tan nueva y tan difícil como la que Lucy había vivido, debía dar puntos extra para canjear por un poco de comprensión y ayuda por parte de la joven rubia. Pero no podía arrepentirse ahora de las decisiones tomadas, aunque el dolor se hiciera insoportable, porque ambas sabían que era lo mejor para ellas.
Kasia buceaba en sus recuerdos para lograr dormir cada noche que no estaba a su lado. Su memoria y sus sentimientos se aliaron en un plan para vencer al olvido y que el recuerdo permaneciera intacto. Nada fue sencillo para ellas las semanas que siguieron a su último encuentro: Kasia trabajaba todas las horas del día y algunas más para sacar su proyecto adelante, invadida cada minuto por el nombre y la imagen de Lucy revoloteando en su alma, y Lucy no dejaba de cantar cada noche para ella, soñando con que estaba entre las butacas del teatro, echándola tanto de menos como Lucy la echaba a ella. Había pedido no librar ninguna noche para asegurarse de estar el día que ella decidiera ir, soñaba con distinguirla entre la nube de cabezas que veía cada noche al encender las luces del teatro, pero nunca lo conseguía. Lucy no sabía que muchas de aquellas noches que la buscó, Kasia se escondió tras alguna columna para librarse de sus ojos, para evitar caer en la tentación que suponía esa mirada de azul del cielo atravesándola.
La semana del estreno de la obra de Kasia llegó al fin. La joven directora trazaba con el otro productor todo lo relacionado con la prensa y la invitación a personajes populares que hicieran el estreno más atractivo y sirviera de plataforma de lanzamiento.
- Ay, Leo, de eso no tengo ni idea, hacemos lo que quieras – Kasia no tenía ganas de enfrascarse en algo que no le llamaba nada la atención.
- Pero Kas, si conseguimos famosos, conseguiremos prensa, y con la prensa la difusión – decía Leo entre una maraña de fotos.
- Ya sabes que siempre te he dicho que tengo la sensación de que esta obra funcionará gracias al boca a boca. El público vendrá porque sus amigos o familiares les dirán que han disfrutado con la obra, no nos hace falta más – insistía la joven.
- Eso está muy bien, pero un empujoncito vendría mucho mejor, no lo niegues.
- Está bien, haz lo que quieras.
- Es que necesito tu ayuda – Leo dedicó la mejor de sus sonrisas – como trabajaste en Rebecca, sería genial que invitaras a los protagonistas al estreno.
- Leo, sabes cómo fue mi salida del musical, no me hagas decir una burrada – Kasia empezaba a estar molesta.
- ¡Venga!, con los actores te llevas bien.
- Mira, sólo tengo la obligación, y porque lo prometí, de invitar a Lucy Scherer, y no creas que no me cuesta muchísimo hacerlo – otra vez su nombre trajo un recuerdo zumbando hasta su corazón y no pudo seguir hablando.
- ¡Ahh, genial!, ella es la mejor, está en toda la prensa del país, será el reclamo perfecto – Leo estaba entusiasmado con la idea.
- ¡No!, no pienso pedirle a Lucy que haga absolutamente nada, olvídalo. Es más, no quiero enterarme que le has propuesto que pose con el cartel o alguna tontería similar, ¿está claro?. Llama a quien quieras, pero deja a Lucy tranquila – Kasia no pudo evitar alterarse.
- Está bien, está bien, nada de pedir favores. Pero te toca hacer unas cuantas invitaciones a cambio, ¿hay trato?.
- Ok.
Kasia cogió un programa de la obra, una tarjeta y un bolígrafo y se plantó con aquel trozo de papel en blanco pensando en qué decir después de las semanas que llevaban sin verse. La joven directora habría escrito sin dudar “Te quiero, te echo tanto de menos que el dolor apenas me deja respirar. Te necesito”, porque era cierto, la necesitaba y la añoraba tanto que su alegría se había ido para no volver si no volvía ella. Pero no era capaz de hacerlo. “¿Quién es la cobarde ahora?” se preguntó sin atreverse a escribir.
“Querida Lucy…”, ¿querida?, ¿pero es qué acaso trataba de escribirle una invitación a su doctora?... arrugó el papel y cogió otra tarjeta. “Vamos Kas, no puede ser tan difícil”, pensó algo impaciente, “arriésgate a escribir la verdad”.
“Mi amor,
Siento mucho lo injusta que he sido contigo. Te he echado y te echo muchísimo de menos; a pesar de esconderme para verte algunas noches, el vacío de no tenerte se hace cada vez más fuerte e insoportable. Sigues estando espléndida sobre el escenario, como la musa de un pintor francés loco de amor por ti. Así me siento yo cuando te veo.
He sido injusta porque me he escondido y te he impedido verme, lo siento muchísimo. Esta tarjeta debería contener una sencilla invitación al estreno de la obra, pero soy incapaz de olvidar lo que siento por ti un solo minuto de mi vida, no puedo hacer como si no me importara no verte, cuando creo que algo dentro de mí se muere cada día que no estás.
El sábado estrenamos y me encantaría que estuvieras allí, me encantaría abrazarte y sentir tu calor una vez más, pero entenderé que no quieras hacerlo.
Te quiero, no puedo dejar de hacerlo, cada día este sentimiento se hace más y más grande.
K.”
No lo pensó, metió la tarjeta en el sobre y lo cerró. Puso la dirección de su casa para evitar que llegara al correo de fans y que lo abriera algún secretario cotilla, y lo dejó junto al resto de invitaciones antes de que pudiera arrepentirse.
Lucy preguntaba incasablemente a Manu por Kasia cada día, con la necesidad dolorosa de saber de ella. Su amigo le había dicho que pronto estrenarían y que Kasia estaba enfrascada con el trabajo y las invitaciones. Desde que lo supo, Lucy preguntaba cada día a su secretario si había llegado alguna invitación para una obra de teatro con Kasia como directora. Nada hasta el momento.
Cada vez que sentía que no podía más, allí estaba ella, hermosa con su sonrisa de ensueño, en las fotos que guardaba del estreno en su teléfono. Eran su salvavidas frente a la soledad y la desesperación por no verla. Aún no había sido capaz de enfrentarse al mundo con sus sentimientos. Sara le había dicho que empezara con su madre, que era una mujer sensata y de buen corazón, ella la entendería. Necesitaba dar pequeños pasos que la hicieran sentirse segura de aquel amor que la abrasaba viva, pero hasta el momento, sus intentos por pronunciar las palabras mágicas habían fallado estrepitosamente.
Llegó de pasear por el parque y abrió su buzón sin demasiadas esperanzas, Manu le había dicho que el estreno era ese sábado y aún no había recibido nada. Lucy pensaba que Kasia no quería verla y había decidido no ir si ella no se lo pedía para no incomodarla. De repente vio un sobre diferente. En la parte delantera, al lado de su nombre y su dirección, aparecía escrito: “Soy lo prohibido. Invitación.”
La abrió expectante y reconoció al instante la letra de Kasia. Nerviosa echó un vistazo al original programa antes de leer lo que aquella mujer que tanto extrañaba tenía que decirle.
Había pasado casi un mes y por fin le llegaban noticias suyas de primera mano. Lucy sonreía feliz de saber que Kasia no la sacaba de su vida, que la echaba de menos tanto como ella y que su amor seguía intacto a pesar de todo.
- ¿Sí?
- Manu, necesito un vestido espectacular para el sábado, ya sabes, de esos que enamoren – dijo feliz por teléfono.
- No me lo digas… por fin se decidió a escribirte la terca de mi amiga – rió feliz – te buscaré algo muy especial, déjalo de mi cuenta. Pero… Lucy, ¿y la función? – Manu cayó en la cuenta y preguntó preocupado.
- La de las seis podré hacerla sin problemas, pero la de las ocho necesitará a la sustituta. No pienso fallar a ese estreno por nada – su seguridad resultaba aplastante.
- Perfecto. Nos vemos esta noche en la función. Me alegro de que vuelvas a sonreír.
- Hasta esta noche. Y gracias.
Lucy pasó el resto de la semana pensando qué le diría cuando por fin la tuviera delante, y en la forma de adquirir el valor necesario para hacerle caso a su amiga y enfrentarse por fin al mundo.
35.
Lucy tuvo algunos problemas con Markus para que cediera a darle libre la noche del sábado. El férreo director alemán sabía que Lucy se había convertido en la estrella del musical y prefería tenerla cada día sobre las tablas del teatro, pero aún así accedió después de que Lucy le recordara las semanas seguidas sin descanso que llevaba desde que estrenaron.
Manu se encargó de conseguirle el vestuario perfecto para la ocasión. Eligió un traje de noche entallado de pantalón y chaqueta negro, camisa blanca y chaleco que rompía con la imagen dulce de Lucy y resaltaba su parte sexy y seductora. La joven de ojos azules terminaba de vestirse cuando Manu tocó la puerta de su camerino.
- ¿Estás?, es hora de que nos vayamos – su voz sonaba nerviosa detrás de la puerta – Markus promete matarme en cuanto vuelva mañana, pero ya le dije que podía despedirme antes de faltar al estreno de Kas – dijo entrando sin esperar la respuesta de Lucy.
El joven español se quedó inmóvil en medio del camerino viendo el resultado final de su elección.
- Madre mía Lu, cuando Kasia te vea se va a morir. Prepárate para ser viuda porque esto mi pobre rubia no lo supera – sus ojos abiertos de par en par eran la prueba de que sus palabras eran sinceras.
- ¿Tú crees?, la verdad es que es bonito... - Lucy se miró una vez más al espejo intentando darse un último visto bueno.
- ¿Bonito?, no le digas bonito a semejante obra de arte. Kasia se va quedar de piedra cuando te vea. Es lo mejor de YSL para este año, aproveché que va a haber prensa en el evento para sacarles el vestido a cuenta del patrocinio... lo sé, soy un genio.
- Bueno, digo yo que algo tendré que ver en que se vea tan bien, ¿no? - Lucy intentó estar a la altura de su amigo.
- Ahí me has pillado. Tienes razón, estás como un queso, y eso siempre ayuda – le dio un muerdo fingido en el cuello – ¡Vámonos!, que vamos fatal de tiempo.
Los dos amigos salieron corriendo por la puerta de atrás mientras entraba el público de la siguiente sesión para el musical. Kasia por su parte era un nudo de nervios andante. Todo estaba preparado para empezar y allí seguían aquellas dos butacas vacías. Empezaba a pensar que Lucy no iría, pero que Manu tampoco lo hiciese le parecía más extraño. Podía ver a sus amigas un par de filas más atrás, sacando fotos para inmortalizar cualquier momento del éxito arrollador de su amiga directora.
Llegó el aviso de los cinco minutos y las butacas seguían vacías. Las luces comenzaron a apagarse y Kasia entendió que no podía dejar de hacer su trabajo como directora por la obsesión de que llegara o no Lucy. El silencio de apoderó del teatro y todo quedó listo para el comienzo.
Kasia se abrazó a sus actores, aquellos seis jóvenes que habían empezado con ella en la escuela y que habían hecho un trabajo formidable a ojos de la directora. De repente el ruido brusco de una puerta que se abre torpemente hizo a Kasia soñar con que Lucy había llegado al fin.
- ¡Perdón! – dijo Manu alto y claro para que su voz llegara a su amiga detrás del telón y supiera que había llegado. Una carcajada colectiva hizo sonrojar a Lucy mientras intentaba alcanzar su butaca intentando molestar lo menos posible. Kasia sonrió al escuchar a su amigo, ahora todo era perfecto.
Lucy estaba muerta de miedo y con los nervios haciendo de las suyas. Ni siquiera en su estreno había estado tan nerviosa. Quería que Kasia triunfara en lo que más amaba, que era la dirección y no poder ayudarla la ponía aún más tensa.
- Relájate, que ya sabes cómo es la rubia de perfeccionista, seguro que sale bien – dijo Manu al notarla tensa en su asiento.
- Es que me encantaría haber llegado para darle un abrazo antes de que empezara.
- Ya, claro... un abrazo.
- Shhhhh, que ya empieza.
La obra resultó ser todo un descubrimiento. Kasia había decidido volver al Cabaret para presentar y descubrir una serie de personajes que bailaban desde la sátira y el humor al drama. La mujer distinta, la severa, la tierna, la viciosa, la tajante... hasta llegar a la prohibida: Prohibida de amores, prohibido amar y ser amada. Tan perfecta y deseada que causaba estragos en los corazones ajenos que osaban enamorarse, esa era la mujer prohibida para Kasia.
Con este último retrato de mujer cayó el telón anunciando el fin de la obra y el aplauso fue unánime. El trabajo de los actores habría sido brillante y habían conseguido pasar de la carcajada a la lágrima en la hora y media que duraba el espectáculo. Se abrió de nuevo el espectáculo y los actores saludaron, dejaron el centro vacío y llamaron a Kasia para que saliera a saludar. Por un segundo indecisa, la joven directora salió buscando a Lucy con la mirada. La joven de ojos azules saltó como un resorte de su butaca y aplaudió de pie a la mujer de sus sueños.
Kasia la vio y su cara reflejó la sensación de deseo que le provocó verla tan sexy envuelta en su traje de sastre. No quitó sus ojos de ella que la aplaudía sonriendo y feliz de comprobar que el talento se multiplicaba por dos en cada centímetro de su cuerpo.
- ¿Qué te dije?, la pobre ha sufrido un pasmo de verte. Mírala, es incapaz de apartar la mirada de ti – dijo Manu divertido al oído de su compañera.
Alguien le pasó un micro a Kasia para que dijera unas palabras y no pudo evitar sonrojarse.
- Gracias – el aplauso no cesaba – gracias, muchísimas gracias por venir. Soy lo Prohibido es un sueño hecho realidad al fin y veros aquí me hace infinitamente feliz – sus ojos se clavaron en Lucy. – Quiero agradecer a este equipo maravilloso de actores que me han soportado, y a todas las personas que han hecho posible que este proyecto salga adelante. Gracias, de verdad.
Un nuevo aplauso abrió las puertas del teatro para que saliera el público, mientras Manu y Lucy se mantenían en sus asientos esperando poder encontrarse con la protagonista. Lucy no podía evitar estar nerviosa ante la reacción de Kasia, pero sólo deseaba estar cerca y sentirla. Al fin salió y bajó las escaleras para reunirse con ellos. Abrazó a Manu sin contemplaciones y se detuvo frente a Lucy un instante. La recorrió entera con la mirada imaginando el tacto de la suave tela recorriendo su piel.
- Estás... estás preciosa, en realidad más que eso, estás... irresistible – se acercó a ella – déjame que te abrace o perderé la razón – se acercó un poco más y se abrazó a aquella mujer perdida en sus ojos.
Se abrazaron como si la vida las hubiera separado algo más de una eternidad y de repente todo cobró sentido. La tierra dejó de girar y retomó su sentido normal, en el que dos personas enamoradas se dirigen en una misma dirección.
- Muchísimas gracias por venir – le dijo aferrada a su abrazo – no habría podido hacerlo sin ti. Te echo tanto de menos.
- Y yo a ti mi vida – sujetó su cara entre sus manos – no dejes que nada nos separe, quédate conmigo – se acercó a sus labios para besarla pero Kasia detuvo el beso.
- No Lucy, aquí no – miró asustada a su alrededor esperando que nadie las hubiera visto – tenemos que hablar, pero no aquí – Lucy la miró sin entender muy bien.
Las interrumpió un ruido alborotado que venía del fondo del teatro como una carrera de san fermines. Sus amigas venían en manada a felicitarlas con Mel a la cabeza. La joven camarera pelirroja apartó a Lucy y se abrazó a Kasia con fuerza.
- ¡Kas, ha sido increíble! - se soltó del abrazo dejando su mano alrededor de su cintura – esto tenemos que celebrarlo – mantuvo el gesto lanzando una mirada desafiante a Lucy.
Los celos nunca habían tocado a la puerta de la joven de ojos azules, pero ver aquella mano rodeando el cuerpo que ella tanto deseaba y anhelaba hizo que sintiera que los celos aporreaban el corazón sin piedad. Una punzada recorrió su cuerpo y sintió las ganas de sujetar a Kasia de la mano y robarla para sí. Quería que Kasia la mirara pero la joven, algo avergonzada, miraba sin entender a la pelirroja.
- Cariño, has hecho un trabajo maravilloso – su madre apareció detrás de Sam.
Kasia se soltó del brazo de Mel y fue a abrazar a su madre mientras Lucy trataba de estudiar a la pelirroja. Era realmente atractiva, pero demasiado joven para Kasia, pensaba que la mujer que tanto amaba no podía fijarse en alguien tan joven.
- Mamá, ¡ha sido genial! - se abrazó a ella feliz.
- ¡Sí!, papá estaría muy orgulloso de ti – correspondió a su abrazo – bueno, en realidad siempre lo estuvo.
Lucy las miraba con cariño, aquella mujer le había robado el corazón y sentía un profundo afecto por ella.
- ¡Lucy!, me alegro muchísimo de verte – le dio un cálido abrazo – estás preciosa.
- Muchas gracias, yo también me alegro mucho de volver a verla – le dio dos besos – Bueno, creo que es mejor que me vaya, es momento para que celebréis el éxito.
- Pero... - Kasia no quería perderla tan pronto.
- Eso, celebremos – Mel estaba eufórica. Pensaba atacar a Kasia y robar sus besos.
- No te preocupes. Nos veremos pronto – Lucy se acercó y le dio dos besos.
- Está bien. Gracias otra vez por venir Lu – sujetó un segundo una de sus manos.
- A ti por invitarme. De verdad que es genial – la miró con mil cosas aún por decir – Manu, nos vemos mañana, no te preocupes, cojo un taxi en la salida. Hasta pronto – salió de allí sin mirar atrás, ver otra vez la imagen de Kasia rodeada por aquella pelirroja provocaba su enfado y su malestar, no podía verlo.
Kasia la siguió con la mirada mientras la veía ir a la salida y sintió que la perdía una vez más. Se olvidó de todo y salió tras ella. Un par de reporteros la detuvieron y la vio subirse en un taxi y perderse calle abajo.
Lucy llegó a su casa con un sentimiento de derrota. Aquella mujer joven que la abrazaba sin miedo a que las vieran le causaba envidia. Estaba segura y orgullosa de estar al lado de Kasia y quería que todos la vieran con ella, y Lucy no había hecho otra cosa que esconderse y negar cualquier relación con ella. Era normal que Kasia se alejara. Soltó las llaves sobre la mesa, abatida y alguien llamó a la puerta. Lucy no estaba de humor para autógrafos y desistió de abrir, pero insistieron en tocar. De mala gana abrió la puerta y vio a Kasia frente a ella.
- No quiero celebrar con nadie que no seas tú. ¿Puedo pasar?.
36.
La visión de aquella mujer que amaba junto a la puerta la pilló desprevenida y no supo cómo reaccionar. Sólo era capaz de mirarla una y otra vez con el terror de que si se movía la despertara una sacudida del sueño que estaba viviendo.
- Me alegra haber llegado rápido. Te ves increíble y no hago más que pensar en ti – dijo Kasia sin rodeos.
- Esto... yo... vaya sorpresa – se atrevió a decir Lucy a su sueño.
- Ya, y va a ser una sorpresa mayor cuando me quede congelada en la puerta de tu casa si no me dejas pasar pronto – Kasia comenzaba a tiritar de frío.
- Oh, vaya – Lucy reaccionó sonrojándose hasta un nivel nunca visto – claro, pasa, pasa – la hizo entrar – voy a encender la chimenea.
Kasia la observó callada mientras la veía intentando encender la chimenea sin demasiado éxito. En ese momento, cuando miraba a esa mujer que amaba intentando hacer algo de lo que no tenía ni idea para que ella estuviera cómoda, supo que había tomado la mejor decisión cuando salió corriendo en su busca.
- ¿Necesitas que te ayude? - preguntó recorriéndola con la mirada.
- Ahora mismo odio ser tan torpe – Lucy se rindió y Kasia fue en su auxilio.
Colocó algo de madera seca y un par de hojas de papel de un periódico viejo y las puso en medio. Quemó el papel y esperó a que la madera empezara a arder. Recolocó la madera para que ardiera por igual y cerró el portón de la chimenea. Poco a poco un agradable calor invadió el lugar. Kasia se quitó el abrigo mientras Lucy llegaba con dos cervezas.
- He pedido comida, no te puedo dejar sin cenar, si no sería una celebración injusta – le acercó una cerveza.
- Bueno, creo que injusta he sido yo contigo, así que puede que me lo merezca – una sombra de tristeza alcanzó su mirada.
- ¿Qué dices?, nada de eso. No quiero oír cómo dices eso Kas, tú me has dado los mejores momentos de mi vida, he sido feliz gracias a ti. Lo único que mereces es que mi amor por ti siga intacto – la miró a los ojos para descubrir que su ternura seguía allí.
Sus ojos se encontraron y se reconocieron una vez más en ellos. Todo lo que sentían no había hecho más que crecer en las semanas que estuvieron separadas y las dos lo sabían.
- Es muy guapa la pelirroja – dijo Lucy sin pensar. Quería marcar su terreno poniendo a prueba a Kasia.
- ¿Quién, Mel? - Kasia rió al ver la táctica de la morena – sí que es guapa, sí – no quiso darle las palabras que esperaba oír.
- Ya veo – Lucy volvió a sentir celos. No tenía ningún sentido, Kasia estaba allí por ella, dejando atrás a todos en el teatro, había ido tras ella.
- ¿Qué ves? - preguntó la joven de ojos avellana divertida.
- Que a ti también te parece atractiva. Pude ver que la tienes a tu disposición para cuando quieras – empezaba a no gustarle el juego.
- No me interesa – Kasia quiso que se relajara – no me interesa en absoluto. Todo lo que deseo y amo está frente a mí en estos momentos.
Una sonrisa amplia se mostró en la cara de Lucy sin aviso y Kasia sonrió de verla. Lucy había sentido celos sin sentido, pero esa última frase los había borrado de un plumazo.
- Sabes que es una tortura tenerte tan cerca y no poder besarte, ¿verdad? - dijo Lucy mirando sus ojos mientras se mordía el labio para contenerse.
- ¿Quién te ha dicho que no puedes hacerlo? - fue todo lo que obtuvo por respuesta.
Kasia fue hasta ella, la sujetó por la cintura y acercó sin perder un segundo sus labios a los de Lucy. Sus labios se encontraron y ambas sintieron un torrente de fuegos artificiales atravesando sus cuerpos. Lucy se aferró a ella y la atrapó en un beso sediento, casi doloroso, por la posibilidad de una nueva pérdida.
- No te vayas Kas, tenemos derecho a intentarlo – sus labios recorrían despacio los de la mujer que amaba creyendo morir de amor de nuevo.
- No pienso ir a ningún lugar. Ya he descubierto que no es posible vivir sin ti.
Sus besos aumentaron en intensidad. Sus lenguas comenzaron un juego de seducción que encendió el deseo y multiplicó las ganas. Kasia introdujo sus manos por sus hombros y bajo la chaqueta para hacerla caer al suelo mientras Lucy abandonaba un segundo sus labios para dedicarse a su cuello.
- No hago más que soñar que vuelvo a estar entre tus brazos – la besó junto al lóbulo de la oreja – Kasia... hazme el amor – le susurró.
Kasia sintió una descarga en su entrepierna y la besó con pasión, la sujetó por sus muslos y la elevó para apoyarla junto a la pared. Colocó su pierna derecha entre sus piernas y Lucy rodeó su cintura con ellas. La joven de ojos azules de abrazó a su nuca y la besó con una pasión que quemaba. Podían sentir el calor de sus sexos muy cerca y las dos mujeres perdieron la razón.
De pronto, el sonido del timbre hizo que las dos mujeres miraran a la vez a la puerta.
- La cena – dijo riendo Lucy aún subida sobre Kasia – ehmm, será mejor que abra o no se irá.
- Está bien – se separó de la pared y la bajó al suelo colocándose el pelo y tratando de tomar aire – pero no sé si se merece una propina por esto.
Lucy se dirigió a la puerta dedicándole la mejor de sus sonrisas mientras intentaba recuperar una sensación de cierta normalidad. Cogió su cartera en la mesita de la entrada y abrió.
- Oh, usted... es la actriz – dijo el chico tímidamente.
- Mmm, creo que te equivocas – le sonrió – gracias por traerlo tan rápido – le dio una propina y cerró la puerta.
- Pobre, ahora pensará toda la noche si eras o no era tú – Kasia comenzó a desabrochar su camisa ante la sugerente mirada de su chica, aún con las bolsas de la cena en las manos – ¡y le has dado propina! - fingió sorpresa y dejó que la prenda que la cubría cayera al suelo.
Lucy dejó las bolsas sobre la encimera sin perder un segundo de vista aquel inesperado y deseado cuerpo semi desnudo.
- ¿Por dónde íbamos? - Lucy se acercó y acarició su cintura desnuda.
Kasia pasó su lengua por los labios de Lucy a modo de respuesta en un gesto desprevenido que hizo que regresara la descarga de excitación que había sentido minutos antes. Lucy atrapó su lengua con su boca y el beso se hizo más profundo y húmedo. La joven rubia acertó a desabotonar el chaleco mientras las caricias ardientes iban en aumento.
Lanzó el chaleco sobre el sofá mientras bajaba una capa desabotonando la camisa.
- Hay que tratarlo con cuidado – su voy sonaba increíblemente sexy – si no tendrás un problema en la tienda – un botón menos y sus pechos aparecieron frente a sus ojos miel – y no queremos, eso, ¿verdad? - uno más y la piel del ombligo se erizó al sentir el roce lascivo de sus dedos – me muero de las ganas de ti – el último botón y un ligero movimiento y la camisa cayó – así está mejor.
Lucy desabrochó el sujetador de su amante y dos hermosos pechos de pezones endurecidos la llamaron, solícitos de sus caricias. Kasia lamía su hombro y chupaba su cuello mientras conseguía quitar la hebilla que sujetaba el pantalón hasta hacer que cayera. Tomó a Lucy de la mano y la llevó frente a la chimenea, que trabajaba a pleno rendimiento y hacía que el calor de sus cuerpos se multiplicara. Lucy, en ropa interior, observaba cada movimiento de Kasia, que se alejó un instante para desnudarse lentamente delante de ella. Primero abrió su pantalón y metiendo las manos por sus muslos e inclinándose hacia adelante hizo que se deslizaran por su piel, blanca y suave como ninguna. La visión de sus pechos al inclinarse hizo que Lucy se humedeciera y sintiera que sus piernas empezaban a flaquear, así que se sentó sobre la alfombra del salón sin perderla de vista. Kasia acarició la cinta que sujetaba su pequeña braguita brasileña a su cuerpo provocando el deseo de Lucy que se arrodilló frente a ella y subiendo sus manos por sus piernas llegó hasta sus caderas para bajar la última prenda.
La atrajo hacia ella y quedaron tumbadas una encima de la otra, con los cuerpos ardiendo por el calor de la chimenea y por el que emanaba de lo más profundo. Lucy la besó de nuevo con pasión desbordada y deslizó su mano hasta el sexo empapado de Kasia, que se estremeció al sentirla. La giró sobre la alfombra y se colocó sobre ella. Se sentó un segundo sobre sus caderas para desabrochar su sujetador y dejar sus pechos libres para las caricias.
Lucy se apoyó en sus manos a los lados de la cabeza de Kasia y los flexionó para acercarse muy despacio a su boca, provocando deliberadamente el roce de sus pezones en un juego erótico que enloqueció a la joven rubia. Sus pupilas de miel se dilataron y soltó un gemido con la voz grave mientras movía sus caderas sujetas por las de Lucy. La hermosa castaña bajó con su boca a sus pechos y lamiendo en círculos desde uno de sus pezones subió por su cuello y su barbilla hasta parar en aquellos labios que tanto deseaba. Colocó uno de sus mulsos entre los muslos de Kasia y pudo sentir lo mojada que estaba.
- Te amo – le dijo susurrando mientras la luz de las llamas y el ligero sudor de su cuerpo, le daban un aspecto verdaderamente hermoso a la piel de Kasia.
Bajó una vez más por su cuerpo con sus manos y su boca hasta llegar a la fuente de placer inagotable que era el sexo de su amante. Separó ligeramente sus piernas y lamió cada milímetro de su monte de venus bajando cada vez un poco más. Atrapó su sexo con su boca y su lengua de dedicó a sortear los valles que trazaba en cada pasada, provocando fuertes sacudidas de placer. Se impregnó de su sabor hasta que Kasia no pudo más y gimió suplicando que parara. Lucy besó una vez más su sexo mientras observaba como pequeñas sacudidas acompasadas se iban relajando a la vez que su respiración.
Subió hasta su boca para recibir los besos de quien ocupaba su corazón y los recibió unidos a un abrazo eterno.
- Siento haber tardado tanto en venir. Te quiero tanto... - la besó una vez más de las miles que haría esa noche – eres mi amor, nada podrá cambiarlo.
Se giró en su abrazo y se quedó sobre Lucy. La observó detenidamente y apartó un mechón de pelo de su cara perdiéndose en sus ojos una vez más.
- ¿Qué ves cuando me miras? - le preguntó Lucy mientras veía como la miraba pensativa.
- Que eres todo cuanto quiero y deseo. Todo lo que necesito. Que eres mi presente y serás mi futuro – la besó y una mano traviesa recorrió la cara interna de sus muslos – y que ahora me toca a mí.
37.
Las brasas se apagaban lentamente mientras las dos mujeres descansaban abrazadas y regalándose tiernas caricias.
- Espera un segundo – Lucy se incorporó un poco y estiró su brazo para agarrar la manta que tenía doblada sobre el sofá y con la que se tapaba cuando veía alguna película. La abrió y cubrió con ella el cuerpo desnudo de Kasia, escondiéndose ella después tras la agradable tela.
- Mmmm – Kasia ronroneaba somnolienta apoyada en su hombro.
- Ahora mejor, ¿verdad? - acarició su espalda y comprobó que seguía a buena temperatura.
- Mucho mejor – sonrió – no dejes que me duerma, por favor.
- ¿Por qué? - se abrazó un poco más ajustando su cuerpo al de ella.
- Porque debo marcharme – dijo acariciando su pelo.
El gesto de Lucy se entristeció al escucharla.
- Tranquila, no desapareceré, sólo me iré antes de que los paparazzi se agolpen frente a tu puerta.
- Pero no me importa – protestó la joven.
- Mi amor, ya cometí el error de separarme de ti una vez... no volveré a hacerlo. No me importa el tiempo que te lleve, yo siempre estaré a tu lado. No me importa que no puedas hacerlo, porque lo que me importa es que me amas tal y como lo haces ahora.
- Cada vez tengo más ganas de salir de tu mano al mundo, quiero abrazarte y que todos sepan lo orgullosa que estoy de estar enamorada de ti.
Kasia la besó para tranquilizarla.
- Está bien, me quedo, ya me has convencido – dijo riendo la rubia.
- ¡Pero si no he dicho nada! - dijo extrañada Lucy.
- ¿Te parece poco motivo de convicción todo esto? - la recorrió con sus manos buscando hacerle cosquillas con bastante éxito – no, es que he pensado que no tengo porqué salir hoy, mañana es domingo, me puedo quedar hasta mañana por la noche, ¿te parece?.
- ¡Me encanta la idea! - contestó sin dudar Lucy.
- No te preocupes – volvió a la conversación anterior – sé que estás orgullosa de estar conmigo, sé que tu amor por mí es sincero, no necesito más, de verdad. Siento haberte dicho tantas tonterías.
- En el fondo, no son tonterías Kas, las dos lo sabemos. Te prometo que voy a intentar superarlo – dibujó una cruz con su índice derecho sobre su espalda a modo de promesa.
- ¿Sabes qué? - Kasia la miró como un niño travieso.
- ¿Qué?
- ¡Tengo hambre! - la besó y se puso en pie. Volvió a tapar a Lucy con la manta y se dirigió desnuda hacia la cocina.
- Mmm – fue lo único que dijo.
- Mmm, ¿qué? - dijo coqueta Kasia volviendo la cabeza para mirarla.
- Nada, me gusta esta perspectiva de ti. Me enloquecen esas redondeces tan sexys – dijo recorriéndola sin disimulo.
- Vaya – Kasia soltó una carcajada mientras sacaba los platos y los cubiertos – pues míralo un segundo más, que me voy a poner alguna de tus batas para comer abrigadita – sacó la lengua y subió al dormitorio - ¿te bajo una? - gritó desde el piso de arriba.
- Si no hay más remedio – contestó remolona.
Kasia bajó con una bata para Lucy y una sonrisa en su cara.
- Tranquila, no pienso dejártela puesta mucho rato – mordió uno de sus hombros mientras la ayudaba a ponérsela.
- Ahora sí estamos de acuerdo – le dio un beso rápido – vamos a cenar.
Cenaron después de que Kasia echara un par de troncos más a la chimenea.
- Me encanta la chimenea, desde hoy va a ser uno de mis rincones favoritos – dijo Lucy riendo.
- Pobre Papá Noel, va a salir de aquí hecho un cuadro – Kasia se entretenía removiendo las cenizas con los troncos para avivar el fuego. – Por cierto, se acerca la Navidad, ¿qué vas a hacer esos días? - preguntó tomando dando un trago a su cerveza.
- Pues no lo he pensado. Supongo que vendrán mis padres en Nochebuena porque habrá sesión especial, así que yo no podré ir a Berlín. La verdad es que no he pensado mucho en eso estos días, mi cabeza andaba siempre detrás de una rubia sexy – se acercó para que Kasia la besara.
- Bueno, hacemos una cosa: si vienen tus padres y cenas con ellos pues nada, si no es así, te vienes a casa con toda mi familia, ¿vale?. Somos un montón y todos están peor que yo, así que te divertirás seguro. Y si no, siempre os podéis venir los tres, seguro que la mitad ni se da cuenta de que hay nuevos miembros en la familia – cabeceó negando ante el panorama familiar – y si quieres podría cuadrar los días libres en la obra con los del musical y nos podríamos escapar un par de días, ¿te parece?.
- Me parece que sería increíble – se levantó de un salto y la abrazó - ¿a dónde quieres ir?.
- Mmm... ¿París? - la miró buscando su reacción al destino propuesto.
- Vaya, París en Navidad... creo que me acabo de enamorar – dijo pensativa.
- ¡Oye!, qué rápido cambias de amores, ¿no? - fingió estar enfadada.
- Que no, que me acabo de enamorar otra vez de ti, porque me encanta la idea. Después fijamos las fechas libres del musical para que las pases a tu obra y buscamos los billetes, ¿te parece? - Lucy parecía más que dispuesta.
- Bueno... yo había pensado en otra cosa – tiró de la tira del batín de Lucy deshaciendo el nudo e incitando al deseo.
Lucy se puso en pie delante de ella para que pudiera recorrer cómodamente sus curvas. Kasia introdujo sus manos por los costados dibujando la silueta hasta sus caderas para volver a subir y detenerse en sus pechos.
- Creo que no tengo más hambre – notó cómo los pezones de Lucy respondían a las caricias.
- Yo tampoco – la obligó a mirarla para besarla apasionadamente – vamos arriba.
38.
Las semanas que siguieron a aquel encuentro fueron las mejores de sus vidas. La sensación de estar en el lugar adecuado con la persona perfecta siempre las invadía cuando se reencontraban.
Habían creado una especie de búnker emocional alrededor de ellas para evitar salir lastimadas por un exterior hostil. La vida sentimental de Lucy empezaba a interesar mucho a la prensa, y hasta el momento, lo único que habían conseguido eran fotos de Lucy bajándose de una moto, de cuyo conductor desconocían la identidad y que parecía ser una mujer por sus curvas marcadas, con lo que no le dieron demasiada importancia a la información.
Lucy seguía asistiendo a los actos sociales sola y, de vez en cuando, se la podía ver cenando en algún restaurante con un par de amigos. En algún programa de la telebasura habían reconocido a uno de esos amigos como Kasia Borek, actriz, ahora directora teatral, salida del armario hacía ya varios años. Disculpaban este hecho con la explicación de que en el mundo de las tablas y el espectáculo había un alto porcentaje de homosexuales. Junto a ellas solía aparecer un atractivo latino, con el que Lucy hacía una “maravillosa pareja”, según palabras de los contertulios. Nadie sabía de la identidad de ese joven, sólo que estaba muy presente en la vida de Lucy.
Al principio, este tipo de comentarios resultaba un chascarrillo gracioso cuando los tres amigos se reunían. No dejaba de tener gracia que emparejaran a Lucy con Manu y dejaran fuera de las quinielas a Kasia.
- Es que, cariño, te he dicho muchas veces que tienes demasiada cara de buena. Con ese aire angelical, nadie se piensa que puedas pervertir a la nueva estrella del musical – decía Manu entre bromas para enfado de Kasia.
- No te preocupes mi vida, ambas sabemos que tú no me has pervertido, si acaso, yo me he dejado – contestaba Lucy acariciándola bajo la mesa.
- No es por nada, pero doy muy bien en las fotos, ¿verdad? – Manu ojeaba las revistas en las que los sacaban – he sido incapaz de decirle a mi madre que las noticias no son ciertas… pobre mujer, todavía se cree que lo mío se quita con una buena mujer y una boda. Una boda sí… pero en Ibiza, con algún italiano guapísimo – parecía salivar con la idea mientras las dos chicas reían.
- Lo siento Kas. Sé que esta situación no te gusta nada – a Lucy le preocupaba que algún día Kasia se rindiera.
- No te preocupes, nunca ha sido mi sueño salir en la prensa rosa de este país – Kasia mentía.
No mentía en cuanto a salir en la prensa, mentía cuando restaba importancia a su doble vida con Lucy. Empezaba a sentir la presión de esconderse y buscar vías de escape demasiado cerca. Que siguieran a Lucy a todas partes no ayudaba a sus planes, y básicamente tenían que ir ella escondida tras el casco o Lucy escondida en su coche. Era una situación estresante, pero no quería que Lucy se sintiera mal y ponía la mejor de sus sonrisas.
- Debemos pensar en cómo haremos el viaje a París – comentó Kasia en una ocasión mientras miraban los sitios que podrían visitar – lo normal es que yo salga antes y tú viajes en el siguiente vuelo, así no habrán sospechas.
- Normal no es, cariño – Lucy se sentía agobiada con la idea – no es normal que no podamos hacer un simple viaje de un par de horas juntas.
- No es que no podamos – replicó Kasia – es que no debemos. Ya sabes cómo va esto: hasta el momento nos han dejado tranquilas porque Manu se ha convertido en el escudero perfecto, pero si te pillan en París, la ciudad del amor, conmigo, todo explotará. Así que me vas a hacer caso y vas a volar en el siguiente vuelo, yo te esperaré con fresas y champagne en un hotel a los pies de la Torre Eiffel , haremos el amor entré sábanas de algodón egipcio y recorreremos la ciudad juntas – la besó con fe en su plan – eso sí, debidamente camufladas para pasar desapercibidas entre turistas y algún posible fotógrafo.
- Me encanta tu plan – pasó sus brazos sobre los hombros de Kasia y dejó caer el peso algo cansada – podría quedarme encerrada en esa habitación si tiene vistas a la torre – pegó su frente a la de la mujer que amaba.
- Tendrá vistas a la torre, de eso me he encargado ya, mírala – abrió una página en internet y le enseñó el hotel y la habitación que había reservado – y en cuanto a estar encerradas, nada de eso, al menos, no más de lo necesario – la besó de nuevo – quiero sentir la sensación de salir al mundo contigo.
- Es una idea perfecta – le devolvió los besos recibidos con intereses.
Todo parecía ir sobre ruedas, salvo por Markus, que había atado cabos entre las fotos y el repentino cambio de fechas de días libres de la obra de Kasia. Sabía que no podía reclamarle a Lucy su comportamiento, no era nadie para hacerlo y podía provocar su huida del musical, y era lo que menos necesitaba en este momento, cuando todos estaban enamorados de ella. Necesitaba trazar algún plan que impidiera cualquier plan que hubieran trazado las dos chicas para estar juntas y dio con la solución.
Dos días antes de viajar, Markus llamó a Lucy y a Pia a su despacho.
- Veréis, ya sé que estos días que vienen son para estar con la familia y la gente que queremos, pero me han insistido y estoy atado de pies y manos con la productora, no puedo decirles que no – Markus había sacrificado a la propia Pia para llevar a cabo su plan.
- ¿De qué estás hablando? – preguntó Lucy preocupada.
- Es que me han llamado de Sat, ya sabéis que es uno de nuestros patrocinadores, y me ha pedido que vayáis como jurado a un concurso musical que harán por Navidad – Markus miraba a Pia incapaz de clavar su mirada en los ojos desafiantes de Lucy.
- Ni hablar, son los únicos días libres que tengo y ya tengo planes – Lucy no lo dejó hablar – sabes que lo hemos dado todo por este musical Markus y que agradecemos la posibilidad de estar en él, pero no puedes secuestrar nuestro tiempo libre a tu antojo – apretaba los puños intentando no perder las formas.
- Lucy, de verdad que lo siento, pero se trata del prime time y han pedido explícitamente que seáis vosotras. No puedo hacer nada para liberaros. – Markus tembló pensando en la posibilidad de que toda esta idea le estallara en la cara – tranquila, librarás después de Año Nuevo y podrás descansar.
A Lucy esas últimas palabras la hicieron reflexionar en el auténtico motivo de tan repentino interés por parte del canal.
- Markus, si me entero que detrás de todo esto hay algo más que no me estás diciendo, me olvidaré de lo feliz que me ha hecho este espectáculo – y salió del despacho sin darle tiempo a decir nada más.
Lucy pensaba la forma en que le diría a Kasia que sus planes se habían estropeado mientras iba de regreso a casa. Cuando llegó a casa vio su coche aparcado un par de manzanas antes de su puerta y supo que estaba en casa. Habían descubierto que se libraban de los fotógrafos si Kasia llegaba antes del horario normal de llegada de la actriz. La joven directora había conseguido un camino por patios traseros para entrar en la casa sin que la vieran y la esperaba entre guías de París y maletas a medio hacer.
- ¡Has llegado al fin! - salió de su escondite desde que Lucy cerró la puerta para recibirla como se merecía.
- Kas, tenemos que hablar – su cara era un reflejo claro de tristeza y Kasia supo que no le iba a gustar lo que Lucy le iba a decir.
- ¿Qué ha pasado?
- No puedo ir a París – la frase, aunque esperada por Kasia después de ver el gesto de derrota de Lucy, cayó como si la torre de un castillo se derrumbara sobre sus hombros.
Kasia se apoyó en el brazo del sofá e intentó no resultar demasiado triste y decepcionada.
- Markus. Nos ha dicho esta tarde a Pia y a mí que tenemos que ir como jurado a un concurso navideño para Sat – una lágrima asomó a sus ojos – no sabes cuánto lo siento Kas. Habría dado cualquier cosa por cambiar esta situación.
- Mmm – Kasia pensaba en Markus y en cuántas trampas más tendría que sufrir para lograr ser feliz – creo que si lo hago ya podré cancelar la reserva – se levantó sin ganas camino al ordenador.
- Pero... Kas, deberías ir con alguien – sugirió Lucy intentando minimizar el daño.
- No – no se giró a mirarla – no quiero la ciudad del amor y las luces sin ti.
Kasia subió los escalones aturdida. De repente sentía que su energía se había evaporado por arte de magia. “Habría dado cualquier cosa por cambiar esta situación”, había dicho Lucy y, sin embargo, Kasia no podía sentirlo así.
- No, no lo habrías hecho – murmuró mientras tomaba asiento frente al ordenador.
39.
El frío entró en Sttutgart ese invierno como una manada de elefantes que arrasan todo a su paso. Habían disfrutado de un otoño cálido y lo pagaban con los estragos de un gélido invierno. La sensación de oscuridad que traían las densas nieblas había contagiado al espíritu alegre y amable que siempre había tenido Kasia.
Al perder la oportunidad de disfrutar de una escapada romántica con Lucy se le unió el poco tiempo que pudo verla y estar con ella esos días. Su tiempo juntas había perdido la calidad de antaño y se había convertido en unas cuantas horas de compañía al lado de una persona agotada, física y mentalmente.
El trabajo en la televisión se le unió al de las funciones navideñas. Multiplicaron horarios de funciones para cubrir la demanda de entradas y para desgracia de Kasia, Lucy se convirtió en imagen de numerosas campañas publicitarias. Los pocos días libres de los que dispuso, allá por febrero, Lucy decidió viajar a Berlín y ver a sus padres. Su padre había hecho un hueco en su agenda para estar con ellas y no podía negarse. A Kasia este viaje le dejó un sabor amargo, una mezcla de abandono y desidia que apagó aún más sus esperanzas en que la relación tuviera algún futuro.
A su vuelta del viaje, Kasia la esperaba en su casa, para evitar a los muy insistentes fotógrafos y que pudiera descansar a su llegada. Trabajaba en un nuevo guión mientras la esperaba, una vía de escape que hacía que no desesperara en esa extraña espiral en la que se había convertido su relación.
- ¿Cariño?, ¿estás aquí? - dijo Lucy después de atravesar la puerta cargada de maletas.
- Sí, bajo enseguida – cerró el guión y bajó a recibirla.
La impaciencia inicial por verse y sentirse se había convertido en algo más sereno y pausado, casi apagado, contagiado por los problemas que las rodeaban.
- Esto es horroroso – Lucy lanzó su abrigo sobre el sofá – dos horas de retraso en el aeropuerto para que encima ahora estén todos esos dichosos flashes dispuestos a dejarme ciega – se sentía agotada.
- Pensé que ibas a descansar en Berlín – le dio un suave beso – pareces más cansada que cuando te fuiste.
- No quieras saber los días que he tenido – se tumbó y estiró su brazo buscando su mano para sentirla cerca.
- Bueno, me hago una idea bastante extensa de tus días en Berlín – soltó una revista sobre la mesa del sofá y se sentó por debajo de los pies de Lucy para dejarle espacio.
- ¿Qué es lo nuevo que inventan? - no le apetecía leer.
- Bueno, hay unas hermosas fotos con Mark Björn – dijo con cierta apatía. No era nada nuevo – lo curioso es la entrevista que se supone que das.
- Kas, ya sabes cómo va esto... decimos lo que quieren oír – sabía que había hecho una muesca más en la paciencia de Kasia y quiso repararla a ciegas.
- No Lucy, no hace falta decir que es un hombre muy atractivo, que cualquier mujer estaría encantada con estar con alguien como él – no quería enfadarse – lo normal es que digas que es muy buen actor y que estarías feliz de trabajar con él. Punto. Sabes que así lo único que consigues es que aumente el interés.
- Sabes que compartimos agente – temía su reacción y suavizó instintivamente el tono de sus palabras – Marie, la representante, nos ha pedido que hagamos una especie de paripé y finjamos que tenemos una relación unos meses. Él viene a trabajar a Sttutgart y le vendría muy bien la promoción, y de paso a mí me dejarían en paz con el tema de que por qué no tengo novio.
- No puedes estar hablándome en serio – Kasia se levantó del sofá y buscó su abrigo – no puedes decirme que vas a enclaustrar más nuestra vida así de tranquila. ¿Has visto en qué nos hemos convertido?, trabajas catorce horas al día, vives con una agenda que no te deja apenas respirar y decides que lo mejor es asfixiar aún más nuestra maltrecha relación – su pena se hacía visible en sus ojos.
- Cariño, no digas eso – se incorporó buscando un contacto que la llevara a sus brazos – tú misma dijiste que esto era lo que me esperaba después de estrenar. Sabías lo que nos venía encima – la abrazó y hundió su cabeza inspirando todo el aroma contenido en aquel rincón – vamos, ya sé que es difícil, muy difícil... pero esto pasará.
- ¿Cuándo crees que pasará, Lu?, ¿cuando no quede nada de lo que nos unió? - se arrepintió de decir esas palabras al ver el gesto triste de Lucy, pero no pudo parar – llevamos seis meses juntas y estamos tan agotadas con esto que parecen que nos unen siglos. Deberíamos lanzarnos a los brazos de la otra nada más atravesar la puerta, deberíamos desear hacer el amor cada noche cuando vamos a la cama, deberíamos soñar con estar juntas cuando no lo estamos, Lucy – se soltó de su abrazo – no dar entrevistas sobre lo maravilloso que es el nuevo aspirante a actor de turno.
- No, por favor, no me digas esto – dijo Lucy al borde del llanto.
- Tengo algo que decirte – la miró fijamente a los ojos – el día que te fuiste apareció por el teatro un grupo productor de teatro londinense muy interesado en el estreno de Soy lo Prohibido en Londres.
- ¡Eso es maravilloso! - Lucy la abrazó feliz.
- Quieren que vaya con ellos, Lu. Dicen que ahora que la obra va tan bien aquí, que el subdirector se podría hacer cargo y yo iría a supervisar todo el montaje de la obra allí, desde los castings hasta los decorados. Todo.
- Pero... - Lucy no sabía qué decir. Tenía la sensación de que no podía decirle que no lo hiciera, cuando ella misma había hecho todo lo que le habían propuesto en esos meses. Se sintió profundamente egoísta por desear que no se fuera, pero no lo dijo y se mantuvo en silencio.
- ¿No dices nada? - preguntó Kasia, esperando un ataque de amor por parte de aquella mujer agotada que tenía delante. Algo que la hiciera luchar y por lo que sintiera que merecía la pena librar cualquier batalla por ella.
- Creo que es una oportunidad maravillosa – dijo tragando saliva – es la posibilidad de que tus textos vean el mundo que hay en ellos. Deberías ir – apretó los puños controlando las lágrimas.
- Vaya – Kasia se colocó el abrigo con la sensación de la más dura de las derrotas – no esperaba esa respuesta – una lágrima en su ojo izquierdo daban la confirmación a esa frase – pensé que la posibilidad de perderme medio año te haría ver las cosas desde otra perspectiva, pero está claro que ahora mismo no hay nada que la cambie.
- Kasia... yo – entendió que Kasia lo habría dejado todo por ella y la tristeza se apoderó de su alma como una negra sombra.
- No te preocupes Lu, quizás tengas razón. Debo aceptar la propuesta y dentro de seis meses veremos qué pasa – sujetó su bolso y se volvió a mirarla – cuídate mucho, ¿sí?, intenta rebajar un poco el nivel de trabajo o el agotamiento te pasará factura – se acercó con la necesidad imperiosa de sentir sus labios una vez más.
Fue un beso tierno y lleno de amor. Las lágrimas le dieron un sabor salado y las dos mujeres sintieron que algo dentro se moriría al separar sus labios. Kasia se abrazó a su cuerpo y Lucy respondió aferrándose más, con la esperanza de fundirse con ella.
- Esperaré por ti, la vida entera si hace falta... esperaré por ti – dijo Lucy al separarse.
Kasia le respondió con un nuevo beso.
- Volveré, y cuando lo haga, quizás todo esté mejor. Te quiero, no he dejado de hacerlo y no voy a dejar de hacerlo – la acarició y giró el pomo de la puerta de atrás.
Se perdió entre los callejones ante la mirada húmeda de Lucy. Comprendió que Kasia no merecía seguir saliendo por la puerta de atrás como una fugitiva. No lograba entender cómo había antepuesto una vez más todo su trabajo a lo que realmente la hacía feliz. Se hundió en el sofá somo si su cuerpo fuera de plomo. Tenía que aprender a vivir siendo responsable de sus decisiones.
40.
Kasia subió al avión al borde del cierre de puertas. Esperó hasta el último segundo con la única esperanza de que Lucy apareciera corriendo por la terminal en su propia película romántica con final feliz, y lo habría dejado todo por ella. No apareció. Abandonó sus esperanzas y un peso de tristeza la acompañó en su nueva aventura.
Lucy la vio subir al avión desde un rincón escondido de la terminal de salidas, rota y destruida por dentro y por fuera. Escondida tras unas enormes gafas de sol, dio rienda suelta a sus lágrimas con infinito dolor. La vio buscarla con la mirada y eso le rompió aún más su maltrecho corazón. No se atrevió a salir de su escondite porque sabía que Kasia se echaría atrás en sus planes, y sin embargo ella no estaba preparada para responder a ese gesto como se merecía. Se odiaba a sí misma por dejarse involucrar en una serie de mentiras que lo único que provocaban era dolor e infelicidad y, aún así, seguía aceptando su papel de mujer perfecta... y heterosexual.
Kasia llegó a Londres sin ánimo para nada. Sólo le apetecía perderse por algunas de sus calles y no encontrarse jamás. Cogió con desgana su equipaje e intentó que su tristeza no se notara delante de la persona que iba a recogerla. Al atravesar la puerta de salida se puso de puntillas buscando un cartel con su nombre y estiró el cuello lo que pudo intentando superar la maraña de espaldas que tenía delante. Manu siempre le gastaba bromas con la clase de alemana que era, bajita y rubia gracias al tinte. De repente lo echó terriblemente de menos.
A través de un par de cuerpos creyó ver una K en un cartel no muy lejos de ella y se lanzó a la aventura de cruzar y evitar salir magullada entre empujones y carritos de equipaje. Una mujer sostenía un cartel con su nombre. Era alta y morena, de enormes ojos negros almendrados y larguísimas pestañas. Sus labios carnosos dibujaban una sonrisa preciosa y Kasia no pudo evitar detenerse a observar a aquella mujer tan increíble. Sus piernas, producto del trabajo delicado de algún escultor, parecían no tener fin. Su cintura estrecha indicaban el camino a seguir hacia unos pechos que formaban el escote más sensual que había visto en su vida. Kasia suspiró un segundo antes de presentarse. “No puedes estar pensando en esto, cuando hace dos horas llorabas por su ausencia”, pensó dando los últimos pasos.
- ¿Kasia? - preguntó aquella preciosidad con un acento familiar.
- Sí, y ¿tú eres? - preguntó buscando un nombre.
- Soy Vicky, la...
- directora – Kasia no la dejó terminar – perdona, te he interrumpido – se sonrojó.
- Veo que ya nos conoces – soltó una carcajada divertida – no te preocupes. Estoy deseando hablar algunas cosas contigo de la obra, pero hoy no, hoy te dejo que descanses – le dedicó una mirada directa y Kasia se sintió algo intimidada.
- No hacía falta que vinieras a buscarme, podría haber ido en taxi.
- Lo sé, y sé que estás deseando coger uno de nuestros míticos taxis, pero hoy no va a ser el día – guiñó un ojo – y es más, pienso darte un largo recorrido turístico por la ciudad, da igual que ya la conozcas.
- Está bien – se rindió – empiezo a pensar que no hacía falta que viniese, tienes muy claro lo que quieres hacer.
- De eso nada, soy una fanfarrona, nada más – cogió su equipaje - ¿nos vamos?.
- Tu forma de hablar me resulta familiar, me recuerdas a un buen amigo mío – un cierto aire de nostalgia la recorrió.
- Si se trata de un atractivo español, no irás desencaminada – otra risa coqueta salió dispuesta a desarmarla.
- Ya decía yo que había muchas coincidencias – Kasia rió al descubrir la versión femenina de Manu – le tendré que decir que ya no lo echaré tanto de menos porque te tengo a ti.
- Me gusta esa idea – ataque directo de la española que Kasia no pasó desapercibido.
- A él no le gustará tanto, ya te lo digo yo.
Llegaron al coche y Kasia, por costumbre, quiso subir por el lado derecho.
- ¿Me vas a llevar tú? - Vicky hizo el gesto y ir a la otra puerta.
- Ayy!, es la costumbre – Kasia rió sin poder evitar el sonrojo – te acabo de conocer y me he puesto en evidencia un par de veces. Vaya...
- Me encanta cuando te sonrojas – se acercó a la puerta del conductor – lo acabo de descubrir ahora mismo – para sujetar la puerta se acercó a Kasia, bloqueada por la sinceridad de su nueva acompañante y su aroma la hizo reaccionar – será mejor que yo conduzca.
Kasia se separó rápidamente y fue por la otra puerta algo confundida. De repente lo tuvo claro: “sabe perfectamente quién eres idiota, así que sabe perfectamente que eres lesbiana” pensó mientras se abrochaba el cinturón sin mirarla.
- ¿Todo bien? - esa mujer era incansable en su interés.
- Sí, sí – Kasia dudó – podemos irnos.
- Perfecto – arrancó – verás que para ser una española emigrante soy de lo más resuelta como guía. Bueno, el GPS también tendrá algo de culpa – dijo mientras lo encendía.
Kasia rió despreocupada. Hacía varias semanas que no había escuchado el sonido de su risa y se sorprendió de hacerlo. Poco a poco se relajó en aquel cómodo sillón mientras aquella inesperada mujer buscaba algo de música y hablaba de las maravillas que podría ver. No había pensado en Lucy en esos diez últimos minutos y se sintió culpable por ello. “No podría olvidarte”, pensó algo triste.
- Tienes una sonrisa increíble – dijo Vicky sin más.
- No pretendas sonrojarme a propósito – Kasia se defendió.
- En serio, pero vamos, seguro que ya te lo han dicho antes – la joven española volvió a fijar sus ojos en la carretera.
- Sí, alguna vez me han dicho algo parecido – otra vez Lucy atacó su pensamiento y su gesto se apagó.
- Ehhh!!, sea quien sea, no merece que escondas esa sonrisa – Vicky parecía convencida de lo que decía – así que hazme el favor y regálame otra, ¿sí? … ¡mira qué día tan feo hace hoy!. En días como estos echo de menos mi pequeño pueblo, siempre soleado, siempre luminoso.
- Bueno, pues viviendo aquí lo echarás de menos cada día – Kasia estaba curtida en batallas gracias a Manu.
- Huy!, ahí me has dado – su risa contagiosa se instaló en el escarabajo azul.
- Te he dicho que me recuerdas a un amigo. Estoy acostumbrada a su verborrea disparatada.
- Vaya... menos mal que me cuesta ofenderme.
- ¡Ohhh... lo siento!, no quería decir que dijeras disparates – Kasia se tapó la cara con las manos.
- ¡He vuelto a ganar! - una carcajada impedía que pudiese seguir hablando.
¿Cómo era posible encerrar tanta alegría?. Kasia sintió que volvía a respirar, que su organismo recuperaba su ritmo normal y su corazón hasta se atrevía a latir a buen paso. Una hora con aquella mujer la habían hecho sentirse mejor.
- Gracias – se atrevió a decir. Kasia
- ¿Por qué?, ya te dije que estaba deseando conocerte. Me han hablado maravillas de ti y de tu trabajo.
- No, gracias por conseguir sacarme una sonrisa. Ya pensé que la había perdido.
La española no dijo nada, simplemente cambió de tema y se limitó a hacer su excursión lo más amena posible. No quería preguntar quién le había borrado la sonrisa, le parecía que era una mujer preciosa y estaba dispuesta a borrar cualquier resquicio de dolor y del pasado.
41.
El teléfono de Lucy comenzó a sonar mientras salía de la terminal de salidas. Marie la llamaba entusiasmada porque había conseguido la portada de Vanity para ella y Mark y debían apresurarse a aceptar la oferta o cambiarían rápido de parecer. Lucy apenas la escuchaba, mitad por el bullicio incesante del aeropuerto y mitad por el dolor constante que se había apoderado de su cabeza desde que vio aquella puerta cerrarse. Aceptó sólo porque ese sí le daba la posibilidad de dejar de escuchar a aquella mujer que no dejaba de dar gritos estridentes cuando los nervios y la tensión se apoderaban de ella. Cerró la sesión de fotos para la mañana siguiente y pidió que no la molestara el resto del día.
La joven actriz había decidido comprarse un coche para tener independencia de movimientos. Lo había comprado estando con Kasia, y le servía para pasar desapercibida y acceder directamente a la casa por el garaje, lo que evitaba tener que aguantar preguntas y fotos en los momentos que menos apetecía. Pasó parte de la mañana conduciendo sin rumbo, sin pensarlo se detenía en lugares especiales que la unían inexorablemente a la historia vivida con Kasia, como las montañas con vistas al lago a las que Kasia la llevó en aquellos primeros días. Lucy se sentó observando el infinito y reflexionando en qué momento había decidido que su futuro con la mujer que amaba se deshiciera y formara parte del viento que ahora atacaba con crueldad su rostro lastimado.
Después de horas de conducir terminó delante de la casa de Alicia, la madre de Kasia, en un intento desesperado de tener algo de ella consigo. Se detuvo frente a la puerta y no pudo avanzar, buscando una excusa creíble para tocar aquella puerta. Alicia abrió la puerta con la comida de Baloo en la mano y la vio sin poder mover su cuerpo un sólo centímetro.
- Lucy, ¿qué haces ahí parada?. ¡Ven, vamos a tomar un té! - salió a su encuentro.
- Siento mucho molestarla pero... - no pudo hablar y se derrumbó en los brazos de aquella mujer tan amable y cariñosa, sintiendo que sus lágrimas se descontrolaban para salir en estampida.
- ¿Pero qué tienes chiquilla?. Vamos dentro, anda – la sostuvo en un abrazo y la introdujo en la casa.
La ayudó a sentarse en una de las sillas de la cocina mientras ella calentaba agua para tratar de que ese cuerpo sintiera de nuevo el calor corriendo por sus venas.
- ¿Qué he hecho Alicia?, ¿por qué dejé que se fuera? - apoyó sus codos sobre la mesa y se tapó la cara intentando controlar su llanto y sus nervios.
- Tranquila, Lucy, lo que está hecho, hecho está, no puedes sino intentar remediarlo... todo se puede intentar menos volver atrás el tiempo mi niña.
- Debería haberle dicho que me llevara con ella, que empezáramos de nuevo en otro lugar. ¿De qué me sirve esta vida si no la tengo a ella? - Alicia acariciaba su espalda intentando calmarla – he sido una idiota y he enterrado la historia más hermosa que he tenido.
- Lucy, piensa que son seis meses, después volverá – el silbido de la tetera le indicó que estaba a punto – deberías pensar qué es lo que quieres en tu vida, y si lo que quieres es a Kasia, tienes seis meses para intentar solucionar aquello que te impide estar con ella ahora mismo, ¿no te parece? - sirvió dos tazas y se sentó junto a ella.
- ¿Y de dónde sacaré el valor para hacerlo? - la desesperación que sentía no la calmaba un té caliente – no he podido hacerlo estando con ella, ¿cómo lo voy a hacer sin Kasia a mi lado? - suspiró.
- Pues de la ausencia, querida. La ausencia y la nostalgia por no tenerla te darán el valor necesario si realmente es lo que quieres – le brindó una sonrisa amable – y más te vale hacerme caso, porque jamás he visto a mi hija más feliz que cuando ha estado contigo.
El teléfono de Alicia comenzó a sonar.
- Debe ser ella para contarme que ha llegado y está todo bien, espera... - Lucy no pudo evitar sentirse terriblemente nerviosa.
- Por favor, no le diga que estoy aquí – suplicó la joven de ojos azules.
La señora asintió con la cabeza mientras rebuscaba en el bolso. Con el índice le hizo un gesto para que guardara silencio y contestó.
- Mi vida, ¿qué tal has llegado?, ¿estás bien? - se colocó al lado de Lucy para que pudiera escuchar su voz.
- Mamá, sí, estoy muy bien, no te preocupes – escuchar su voz hizo que Lucy descubriera que el valor a veces aparece sin más – Vicky, la directora de la obra ha venido a buscarme y me está llevando de ruta turística por la ciudad.
Sin poder controlarlo, Lucy sintió una punzada por escuchar el nombre de una mujer que estaba junto a ella en ese momento. Odiaba no poder controlar la situación, no saber si era joven o algo más madura, si estaba casada... la falta de información de aquella mujer la puso nerviosa.
- Tendrías que conocerla mamá, es otra española alocada – soltó una risa alegre al contárselo a su madre y Lucy sintió que los celos llamaban de nuevo a su puerta.
- Sí, dile que soy como ese famoso Manu pero en versión femenina... y mejorada, espero – gritó una mujer al otro lado – señora Borek, lo primero que ha hecho su hija ha sido compararme con un hombre – soltó una carcajada.
- Vale, es un hombre, pero es gay, así que eso habla del buen gusto que debes tener – Kasia le contestó divertida.
- Ah, bueno, es gay... entonces ya me cae bien – otra risa despreocupada que atacó de lleno el corazón lastimado de Lucy.
Aquella voz alegre y vital dibujaba una mujer joven. Si la comparaba con Manu era porque era una belleza latina de carácter abierto y risueño. Lucy no quiso escuchar más y fue hasta el salón mientras Alicia hablaba. El primer día sin ella y ya Kasia tenía a una mujer dispuesta a cuidar de ella y hacerla reír. Se lamentó por no estar allí, a su lado, y las lágrimas que había sido capaz de controlar minutos antes volvieron a salir a la luz.
- Me alegro de hablar contigo Vicky. Cuida de mi hija por favor – oyó a Alicia decir.
- Mamá... - Kasia dudó si decirlo, pero no podía evitar la necesidad de saber - ¿has sabido algo de Lucy?.
- Bueno – la madre pensó un segundo qué decir – estoy tomando té ahora mismo... y sabes que odio las infusiones – esto último lo susurró y entonces Kasia supo que estaba con ella. Pensó en lo mal que se habría sentido al oír a Vicky despertando su risa y no supo qué hacer.
- Cuídate mamá... y a ella, por favor – fue lo único que pudo decir – hablamos en otro momento.
- Claro que sí, hija, no te preocupes.
Se acercó al sofá donde reposaba lo poco que quedaba de Lucy y se quedó junto a ella.
- Me ha preguntado si sabía algo de ti – le dijo suavemente – yo diría que nada ha cambiado. La conozco bien Lucy, Kasia no es de las que se enamora a primera vista, salvo contigo, creo sinceramente que eso es una señal.
- O la prueba definitiva de que ha sido un error – suspiró Lucy.
- ¿En serio crees eso?, mira en el cajón de tus recuerdos y dime que realmente piensas que lo que os unió fue un error.
Lucy repasó los momentos vividos con Kasia. Aquella primera vez en que se encontró son sus preciosos ojos mirándola fijamente, el primer roce de su piel, el primer beso... el primer “te quiero”, y sonrió.
- Tiene razón – la miró sonriendo – nuestra historia es todo menos un error. Gracias por todo Alicia, me ha ayudado muchísimo hablar con usted – otra vez el valor se hizo presente, y esta vez parece que para quedarse.
- Cuando quieras, estoy aquí para ti, no lo olvides – la abrazó.
- Volveré con frecuencia, si no le importa.
- ¡Todo lo contrario!, estaría encantada si lo hicieras – sus palabras eran sinceras y Lucy lo notó.
- Es hora de que me vaya. Gracias de nuevo – se levantó decidida a trazar un plan para recuperar su vida – Hasta pronto.
42.
Habían pasado tres meses desde su llegada a Londres. Kasia había descubierto esa ciudad como un lugar sanador para su alma y se sentía tranquila consigo misma. No había dejado de pensar un sólo día en Lucy desde que había llegado, pero su recuerdo se había convertido en su refugio personal. Soñaba con ella y con su sonrisa y entonces conseguía ser por un momento feliz. No sabía nada de Lucy salvo por los comentarios de Manu y de su madre cuando hablaban con ella por teléfono, y aunque soñaba con escuchar su voz, se resistía a llamarla y se conformaba con su recuerdo como bálsamo para su espíritu.
Vicky se había convertido en alguien muy especial para ella. Era alegría y sol en días nublados. Era diversión y cosas sencillas, y Kasia agradecía tenerla cerca. Notaba que la española sentía algo más que amistad por ella, pero la joven de ojos miel fingía no enterarse de nada relativo al amor. No es que no la atrajera, de hecho, cada día que pasaba, resultaba un poco más difícil hacer oídos sordos a sus insinuaciones. No cabía duda de que era una mujer preciosa y libre de temores y dudas... resultaba demasiado tentador para ese corazón magullado de silencio, pero su corazón seguía latiendo al ritmo de un deletreo mental del nombre de Lucy y era imposible cambiar su ritmo.
Había visto la portada de Vanity de Lucy con Mark. Manu intentó restarle importancia al valor de aquellas palabras.
- No te preocupes Manu, no he leído nada que no haya leído antes – le dijo en esa ocasión que hablaron.
- Pero Kas, ya sabes cómo es este mundo, a veces es imposible escapar a él – intentó minimizar la situación como pudo su joven amigo.
- Manu, a estas altura de la vida, a veces es cuestión de dar normalidad a lo que sientes, y en el caso de Lucy, entiendo que es un mundo complicado, pero ella ha demostrado con creces lo que vale, igual tendría algunos problemas al principio, pero estoy convencida de que no tardarían en llamarla, porque si algo necesita el teatro son artistas como ella – soltó la revista sobre la mesa – pero bueno, da igual, no es algo que piense que pueda cambiar, al menos a corto plazo – su voz tenía un aroma de resignación y derrota asumida que a Manu no le gustó nada.
- Mira, no sé si cambiará o no, pero ya te digo que Lucy está empezando a cansarse seriamente de toda esta pantomima. Creo que está a punto de estallar si no la dejan tranquila pronto – Manu parecía preocupado.
- Ayúdala, por favor Manu... no la dejes sola – Kasia sintió el deseo de estar cerca y abrazarla en esos días malos – no permitas que le hagan daño.
- Ya veo que no la quieres nada – rió el español al otro lado del teléfono.
- No te pases, listo.
- ¿Qué vas a hacerme?, ¿colgarme el teléfono?, ¡uyyyy, qué miedo! - Manu tenía ganas de hacerla rabiar – bueno, y cuéntame, ¿cómo está mi versión femenina?, ¿sigue igual de irresistible?.
- La verdad es que cada vez es un poco más irresistible, lo confieso – tenía remordimientos por algo que aún no había hecho aún estando separada de Lucy. Sentía que la traicionaba sólo con pensar en la posibilidad de tener algo con ella.
- Kasia, no seas idiota. Yo quiero y adoro a Lucy, pero es que resulta que os habéis separado, no puedes hacer vida monacal sólo porque la echas de menos.
- No es eso. Es que no sé si estoy preparada para sentir unos labios que no sean los de Lucy – su recuerdo aún quemaba demasiado.
- ¡Dios!, mira que eres complicada, mujer!. ¿Se supone que vas a estar indefinidamente en ese estado virginal? - Manu no se podía creer lo que escuchaba de su amiga – hazme el favor y acepta una cita con ella, si es como yo, te llevará al cielo. Igual Lucy lo que necesita es una bofetada de celos que le abra los ojos.
- No lo entenderías. Siento mi cuerpo como un camino en el que permanecen sus huellas, no quiero que se borren. Sigo enamorada de ella, ¿qué quieres que haga?.
- Amiga, estás perdiendo el juicio, pero tú sabrás lo que haces – Manu lo dio por imposible – pero si te vuelves loca, no dejes de contármelo e iré a buscarte.
- Esta bien, te avisaré con tiempo para que cojas un buen vuelo – Kasia le dedicó una risa que indicara que todo estaba bien – Tranquilo, lo mejor que pude hacer fue tomar esta distancia o todo habría sido mucho más difícil. Dale un abrazo, pero no le digas que es de mi parte, sólo dale el calor que necesita. Te quiero.
- Eso está hecho. Pero creo que empieza a sospechar que esos abrazos no son míos. Yo también te quiero rubia. Hasta pronto.
Echó un último vistazo a la revista intentando ver algo que la hiciera mantener la esperanza en aquellos ojos azules. Estaba bellísima y parecía feliz al lado de aquel tipo que Kasia evitaba mirar. Preciosa enfundada en los últimos diseños de la temporada, resultaba completamente irresistible.
Vicky entró en ese momento en la sala de ensayos en la que se había refugiado Kasia y la vio mirando aquella revista con un gesto que no había visto hasta ahora en aquella mujer que tanto la atraía. A pesar de su carácter abierto y directo, no había conseguido una señal por parte de Kasia que la hiciera atreverse a algo más y quizás esa dificultad para llegar a ella era lo que hacía que cada vez la deseara más. Se acercó silenciosa hasta ella.
- ¿Algo interesante que leer? - se puso a su lado y observó a la mujer de la portada. Era la protagonista del musical en el que había trabajado Kasia. Era preciosa y la mirada de la joven rubia delató algo más que una amistad.
- Nada que no haya leído antes – dijo Kasia muy seria.
- Es muy guapa.
- Sí – no dijo más.
- Y parece feliz con ese novio suyo.
- Eso parece – le dolía ese título pero intentó que no se notara.
- ¿Es tu amiga, no? - odiaba que fuera tan parca en palabras.
- Sí.
- ¿La quieres?.
Kasia se volvió a mirarla directamente a los ojos.
- Sí – dijo confesando sus pecados.
- ¿Y ella a ti? - ese “sí” le había hecho daño y lo disimuló como pudo.
- ¿Qué importa eso? - volvió a mirar la foto de Lucy en la portada.
- A mí me importa – se acercó a ella y la obligó a mirarla a los ojos – dime... ¿ella también te quiere? - volvió a preguntar esperando una respuesta convincente.
- No lo sé – una lágrima apareció en su ojo derecho – tal vez aún me quiera, pero ese no es el problema.
Vicky recogió esa lágrima con uno de sus dedos y secó su mejilla.
- Nadie merece hacerte sufrir – pasó sus dedos por los labios de Kasia sintiendo su suavidad – ella parece feliz, déjame llenar ese espacio que dejó vacío.
La joven española se rindió a esos ojos miel y acercó sus labios a los de aquella atractiva alemana que había desarmado todo sus esquemas. Kasia tenía una revolución de pensamientos mezclados que hacían imposible el razonamiento. No sabía qué pensar de Lucy y aquella sonrisa, no sabía si era sensato tener algún tipo de esperanza con ella... no sabía nada, salvo que aquella preciosa mujer que tenía delante suspiraba por sus besos. Se dejó llevar y sintió unos labios ajenos rozando los suyos. Era agradable volver a sentirse deseada y aceptó el beso aferrándose aún más a ese nuevo cuerpo.
43.
Lucy sintió una punzada en el pecho y no supo entender porqué sentía aquel dolor agudo atravesándola. Estaba en medio de una entrevista estúpida que no la llevaba a ninguna parte y a su recuerdo vino Kasia como un torbellino. La joven actriz intentó relajarse y sonrió al pensar en ella una vez más.
- Se te ve feliz Lucy… - dijo una periodistas con aires de víbora más que de ser humano.
- Bueno, me alegra comprobar cada noche que seguimos teniendo el cariño del público de esta ciudad – respuesta adecuada y pensamiento fuera de allí, en los besos de Kasia, en las hojas del parque cayendo delante de ellas mientras de abrazaban en uno de los bancos lejos de cualquier sospecha.
- Yo diría que esa sonrisa no es por el musical – la periodista se estaba ganando un pase a su rincón de los olvidados particular.
- Soy feliz con mi trabajo, que en los tiempos que corren, es toda una satisfacción – el gesto de su representante detrás de la periodista indicaba un claro “nada de menciones o comentarios políticos”. Lucy la obvió – todos deberíamos tener la posibilidad de trabajar en aquello que nos hace felices.
- ¿No será por Mark?, se dice que ustedes dos son más que amigos – a estas alturas de la entrevista, Lucy ya había calculado tres o cuatro formas de eliminarla, seguro que más de uno se lo agradecía.
- ¿He dicho yo alguna vez que seamos pareja? – estaba harta de toda aquella estupidez adornada de focos y corrector de ojeras – empiezo a pensar que da igual lo que diga, porque los periodistas dirán siempre lo que les apetezca – Marie se echó las manos a la cabeza y Lucy descubrió que empezaba a disfrutar.
- Bueno, siempre vais juntos a los eventos y parece que os une algo especial – la periodista empezaba a notar que se metía en un jardín con aquella actriz. Le habían dicho que era dulce y educada, pero tenía la sensación de que empezaba a ser algo hostil.
- ¿Y por qué siempre intentan vender el sueño y la imagen de pareja ideal? – paró un segundo intentando descubrir quién era la propietaria de aquella verborrea que estaba soltando. Kasia… Kasia y las noches de amor asaltaron sus sueños. – Tengo la suerte de contar con Mark como uno de mis mejores amigos. Me ha escuchado en estos meses en los que no me he sentido bien, es alguien en quien confío, ¿tiene usted a alguien en quien confiar? – la entrevistada preguntando, Marie la mataría a la salida, pero daba igual.
- Esto… yo, supongo que sí.
- ¿Y le gustaría que cada vez que saliera a tomarse un café les hicieran fotografías y las vendieran como dos amantes que se encuentran en una cafetería? – Lucy pensó si era espuma lo que salía de la boca de Marie y le divirtió la idea.
- La verdad es que no, empiezo a entender su posición… – la inexperta periodista se rindió ante aquella mujer fuerte y decidida.
- Me alegro de que lo entienda – Lucy se relajó ante la bandera blanca de su oponente – le agradezco que me haya dado la oportunidad de explicar que alguien, porque esté contigo en un momento determinado, no tiene que ser obligatoriamente tu pareja. Estaría bien que cierta prensa de este país hiciera caso a lo que digo, igual así, otras personas como yo, dejaríamos de tener este miedo a lo que veremos escrito.
- ¿Ha sentido miedo de la prensa? – preguntó consternada la joven.
- Quizás sí. Es más… – dudó si lanzarse a la piscina. Otra vez el recuerdo de Kasia la hizo desear saber lo que hacía en ese momento. La punzada volvió a clavarse dañina, – te diré que una vez descubrí lo que era el amor, no el amor de novelas románticas que nos pintan en los cuentos… descubrí lo que es amar en mayúsculas a una persona, rozar la felicidad y sentir que estaba por fin en el lugar adecuado – su mirada se entristeció – y este mundo me arrebató la oportunidad de estar con la persona que nació para mí. Sí, a lo que me preguntas, sí, el miedo me ha atenazado los músculos y mi capacidad de reacción, y por eso perdí la oportunidad de ser feliz.
La periodista se sintió increíblemente identificada con aquella mujer que sufría y la miró con una complicidad de alguien que sabe lo que es el abandono.
- Discúlpeme, pero… ¿no pensó que igual merecía la pena el esfuerzo y el riesgo por esa persona?.
- Yo también me lo he preguntado, y ahora sé que sí, que cualquier cosa que hubiera hecho para cambiar la situación habría valido la pena. Pero bueno – intentó tomar perspectiva o acabaría llorando – es algo que ahora no puedo hacer. Las oportunidades realmente importantes en la vida pasan una vez, hay que saber verlas y aferrarte a ellas – le dedicó una sonrisa sincera.
- Tiene razón. Muchas gracias por su tiempo. Ha sido un verdadero placer hablar con usted – la mujer se levantó y le ofreció su mano para darle un saludo afectuoso.
- Gracias a ti. Me has hecho sentir mejor – le dio la mano y dos besos agradeciendo que se sintiera mejor en ese momento.
Las cámaras de apagaron y desaparecieron los micros.
- ¡¿Pero qué demonios has hecho?! – Marie llegaba como una enfurecida a reclamar la falta de cordura que había tenido Lucy.
- Marie – su tono no podía ser más calmado, para crispación de su representante – si dices una sola palabra más, nuestro contrato acabará conforme termines de hablar.
La mujer, visiblemente alterada, apretó los dientes y se dio media vuelta en medio de lo que parecía un halo de fuego.
- Sienta bien tomar las riendas de tu vida, para variar – dijo Lucy a la periodista sonriendo.
- Pues sí, definitivamente debe sentar bien. Me alegro, y espero que esa “oportunidad” se piense lo de pasar otra vez frente a su ventana. Sujétela bien si eso sucede – se despidió con la mano y se dirigió a la salida.
- Eso espero, y no dudes que lo haré – Kasia otra vez en su mente. Sus labios recorriéndola y el susurro de un “te quiero”.
Manu, que había oído la segunda parte de la conversación permanecía con un gesto de asombro detrás de ella.
- Manu, cierra la boca, que parece que te ha dado un aire – dijo Lucy divertida.
- ¿Tú sabes lo que has hecho? – le preguntó acercándose a ella.
- Otro… ¿no hay otra pregunta? – la falta de reacción de su amigo le resultaba muy graciosa y no podía parar de reír.
- No te van a dejar en paz, Lu – van a repasar cada minuto de tu vida pasada hasta dar con esa persona especial - ¿cuánto crees que tardarán en especular con que se trata de Kasia? – Manu empezaba a asustarse.
- No me importa en absoluto, es más, espero que por una vez hagan bien su trabajo – seguía igual de calmada – Manu, ya no puedo seguir así. Si no consigo recuperar a Kasia, nada tendrá sentido.
- Pero, cariño… sabes que eso es muy difícil – dijo acercando la realidad a los oídos de su amiga.
- ¿Sabes algo que yo no sepa? – preguntó preocupada.
- No. Si te soy sincero, sé que hay una chica empeñada en tener algo con ella. Hasta ahora no lo ha conseguido, pero no sé si lo hará – quería ser sincero con su amiga.
- Bueno, debo arriesgarme – recordó la voz de aquella mujer al otro lado del teléfono estando en casa de Alicia – sólo espero que no sea demasiado tarde. Sea como sea, no tengo derecho a reclamarle nada, le he hecho tanto daño que entiendo que jamás quiera volver.
- Me alegro de que te sientas mejor – la abrazó y Lucy se dejó sostener por aquellos brazos – estoy deseando que vuelva.
- Y yo Manu, sólo quiero que vuelva y poder verla. Necesito abrazarla, aunque no quiera nada, necesito sentir su abrazo y saber que me perdona – de repente la fragilidad de sus palabras se metieron en su cuerpo.
- ¿Sabes que siempre me pide que te abrace?.
- ¿En serio? – Lucy sonrió mirando los ojos negros de su amigo.
- Sí… se ve que ella también necesita tu abrazo… y algo más carnal, seguro – le dio una palmada en las nalgas y le guiñó un ojo – vámonos antes de que Marie la palme por combustión espontánea, que esto es todo madera y vamos a salir mal parados.
Lucy soltó una carcajada liberadora. Se empezaba a sentir bien consigo misma y debía seguir en la misma línea. Al llegar a casa llamaría a sus padres y le diría la verdad aún a riesgo de causar un daño irreparable. Se negaba a mentir un solo minuto más.
- ¿Vamos a casa de Alicia? – le preguntó a su amigo – quedé en que pasaría esta tarde a tomar té.
- Tú sabes que Alicia odia las infusiones como Kasia, ¿verdad? – dijo Manu riendo.
- Vaya, ahora entiendo que siempre me ceda el último sobre – dijo riendo como hacía meses no hacía.
A la salida del teatro se tropezó con Markus, que atendía a una desesperada Marie.
- Bueno, así me ahorraré decirte nada. Nos vemos esta noche en la función – dijo tranquila – tengo cosas que hacer.
Los dos amigos salieron rumbo a casa de la madre de Kasia. Lucy algo más liviana, algo más libre, algo menos infeliz.
44.
“Lucy se dibuja borrosa en aquel parque de sueños imposibles. Las hojas caen tímidas evitando rozar su delicada piel de seda... debe ser otoño. Se acerca buscando que sus manos le indiquen el camino, pero ella no la ve. Lucy, tan perfecta y divina, no alcanza a escuchar su voz que la llama. Lucy, lejana... se pierde entre las hojas de otoño”.
Kasia recuperó la conciencia entre los besos sensuales de Vicky. “Lucy”, pensó, e instintivamente se separó de aquel cuerpo que la buscaba.
- Ohh, yo... lo siento – dijo bajando la mirada – no puedo hacerlo. Pensé que podría, pero no puedo.
- Kas, ¿realmente esa mujer vale tanto la pena? - quiso acercarse y Kasia dio un paso atrás.
- Me temo que sí – aún era incapaz de mirarla – me enamoré de ella desde que la vi por primera vez. Jamás me había pasado algo parecido y creo que jamás me volverá a ocurrir. No sé si podré vivir sin ella, pero ahora mismo sigue demasiado presente en mi alma como para poder arrancarla.
- Sabes que me gustas... cada vez que conozco algo nuevo de ti me gustas más y más Kasia. Nunca había sentido tanto interés en conocer a alguien. Normalmente, si no recibo señales que me den esperanzas, desisto y me olvido, no soy de obsesionarme con nadie. Pero contigo es distinto, desde el principio he tenido la sensación de que eres alguien que merece tanto la pena que sería una estupidez dejarte escapar. Eres tan especial que no puedo apartarme de ti – Vicky nunca había sido tan franca con nadie en relación a sentimientos y afectos. Era una mujer preciosa que no tenía que buscar muy lejos para tener lo que quisiera, pero esta alemana le había cambiado todos los esquemas y ya no sabía qué hacer.
- De verdad Vicky, siento muchísimo no darte lo que te mereces. Me encantaría enamorarme de ti, eres preciosa, inteligente y divertida, pero no puedo hacer nada en este corazón loco.
- Bueno, sólo espero que esa mujer sepa valorar lo que tiene contigo y actúe en consecuencia – era sincera en sus palabras.
- No lo sé, por lo pronto me quedan otros tres meses aquí. Y ella parece que está demasiado cómoda en su vida como para cambiarla, así que no hay muchas posibilidades, la verdad. Y aún así, como soy tan terca y me gusta tanto sufrir, sigo amándola – Kasia esbozó una sonrisa amarga – y lo único que hago es desear verla.
- ¿Por qué no le pides que venga a verte? - preguntó la española.
- Porque sé que no lo haría, y no quiero crearme una ilusión que se evapore sin remedio más adelante, ya sé lo que es eso demasiado bien.
- De verdad que no te entiendo Kas, pero aquí me tienes de todas formas – la abrazó y Kasia le devolvió todo el cariño en ese abrazo – anda, vamos a trabajar un rato.
Lucy y Manu llegaron a casa de Alicia aún con la mente puesta en lo sucedido en la entrevista.
- ¡¡Ali!! - gritó Manu sin pudor entrando a la casa – si vieras lo que acaba de hacer tu nuera, o tu casi nuera, no habrías podido cerrar la boca como yo.
- ¿Ah, sí?, ¿qué ha sido? - preguntó intrigada la señora.
- Pues no ha salido del armario en la televisión nacional por los pelos, vamos, porque la periodista se quedó atontada con las respuestas de aquí mi amiga, y no supo preguntar lo que todos querían saber – Lucy reía con la versión hilarante de su amigo – pero ha dicho lo suficiente como para que de aquí a un par de días se den cuenta de que aquellas fotos con Kasia que eliminaban porque eran dos chicas, tenían más miga de lo que creían. Ya me veo a un par tirándose de los pelos en las redacciones de las revistas.
- Pero... Lucy, ¿por qué lo has hecho? - preguntó esta vez preocupada Alicia.
- Porque de alguna forma tengo que salir de la espiral en la que estoy y que me aleja cada vez más de Kasia. No sé si tendré oportunidad de recuperarla, pero al menos no quiero que el problema que nos separó siga existiendo cuando ella regrese... porque regresará, ¿verdad? - Lucy empezó a temer lo peor.
- Bueno, a mí no me ha dicho lo contrario. Además, tiene la obra aquí y creo que tiene un guión nuevo que le han pedido que prepare a su vuelta, así que tiene proyectos muy interesantes – contestó Alicia.
- Por no hablar de su madre y de la mujer de su vida, claro – apostilló Manu.
- Eso espero – fue todo lo que pudo decir Lucy pensativa.
- ¿En qué piensas? - preguntó Alicia mientras servía el té.
- No sé, un poco en todo. En Kasia, en las ganas que tengo de verla y en el tiempo que falta para que vuelva. En mis padres, en la conversación pendiente que tengo con ellos y que debería tener antes de que empiecen a soltar conjeturas en televisión y se arme un revuelo mayor. En el musical, espero que no se vea afectado el trabajo de tanta gente por algo como eso... son muchas cosas – se dejó abrazar cálidamente por Alicia que seguía a su lado.
- Bueno mi niña. Podrías salvar la distancia que te separa de Kasia e ir a verla. En cuanto a tus padres, es cierto que debes hablar con ellos... por experiencia te diré que preferimos la franqueza y el mensaje directo, aunque después nos cueste digerirlo. Ellos te aman y te seguirán amando, no debes preocuparte. Y en cuanto al musical, pasa algo parecido... el público te quiere, y te seguirá queriendo, estoy segura de que esto lo único que hará es aumentar el número de días con el cartel de “no hay entradas”.
- No puedo ir a verla Alicia. No puedo trastornar su vida de esa forma, además, ella me dijo que me vería a la vuelta, que necesitaba este tiempo, así que lo único que puedo hacer es esperar y soñar con que ella también me extraña.
El teléfono de Manu comenzó a sonar.
- Vengo enseguida – dijo saliendo al porche – por cierto, Alicia, Lucy ya sabe que odias el té – cerró la puerta dejando atrás las carcajadas de las dos mujeres - ¿Diga?.
- Hola, mi escultura de chocolate deliciosa – dijo Kasia al otro lado.
- ¡Hola, eres tú! - contestó Manu feliz.
- ¿Estás ocupado?, ¿puedes hablar?. Es que me ha pasado algo y tenía que contártelo – dijo Kasia algo nerviosa.
- ¿Qué ha pasado mi niña?.
- Vicky... que me ha besado. Al principio respondí a sus besos, pero luego me vino la imagen de Lucy a la cabeza y no pude seguir. Le he dicho que no puedo hacerlo – esperaba alguna reprimenda de su amigo – Manu, ¿estás ahí?.
- Esto, Kas, ¿tú tenías televisión por cable, verdad?.
- Sí, ¿por?, ¿qué tiene que ver eso con lo que te estoy contando? - Kasia se sintió algo molesta por la indiferencia de su amigo.
- Es que resulta que tu queridísima Lucy casi hace un “outing” en el programa de más audiencia de la televisión pública hace un rato, así que, sin que sirva de precedente, creo que has hecho bien en no liarte con la española sexy.
- ¡¿Qué?! - Kasia no podía creerlo – no bromees con eso, por favor.
- En serio Kas, de hecho estamos en casa de tu madre ahora mismo tomando el té, cosa bastante estúpida cuando a Alicia no le gusta, pero bueno... para contarle lo que ha pasado.
- ¿Y qué demonios ha pasado? - Kasia estaba ansiosa por saber lo que había ocurrido y cómo se sentía Lucy.
- Pues que le han vuelto a preguntar por enésima vez por Mark y Lucy no ha podido más. Le dijo a la periodista que Mark era sólo un amigo, que ella había estado enamorada sólo una vez y que por culpa de sus miedos y la presión de la prensa, la historia más bonita que había vivido en su vida se había estropeado. Que había dejado escapar la posibilidad de ser feliz en su vida... y yo qué sé, será mejor que lo veas – terminó por decir Manu.
- Pero ella no dijo de quién se trataba, ¿no?.
- No Kas, pero no tardarán en averiguarlo. Desde que repasen la hemeroteca, saldrá tu nombre a la luz. De hecho ahora tu madre está dándole algún que otro consejo a Lucy para hablar con sus padres y contarles la verdad – Manu estaba entusiasmado – tendrías que haberla visto Kas, se quitó de un plumazo la presión de Marie de encima, creo que la ha dejado medio tocada, pero bueno, esa arpía se lo merecía.
- Pero, ¿qué dices Manu?, te lías a contarme y así no hay quien te entienda.
- ¿Quieres hablar con Lucy y así seguro que lo entiendes? - preguntó el asistente sin más.
(Silencio)
- Kas, que no te he preguntado la tabla periódica – dijo con sorna.
- No sé si es buena idea – contestó Kasia sintiéndose débil – no sabría qué decirle.
- ¿Qué tal un “hola, cómo estás”?, vamos, lo normal. Venga Kas, tienes que darle tu apoyo o la pobre pasará un infierno sin saber lo que piensas, y lo que es mucho peor, lo que sientes. Espera, voy a llamarla, no cuelgues o te mato cuando te vea – amenazó entrando de nuevo en la casa – Lu, es para ti.
- ¿Quién es? - preguntó la joven desconcertada.
- No sé, alguien de la agencia de Marie, que se ve que tienes el móvil sin cobertura y me han llamado a mí. Sal al portal, que ahí no se oye nada – le pasó el teléfono y la hizo salir mientras le guiñaba un ojo a Alicia.
- ¿Sí, quién es? - preguntó, dispuesta a no permitir una sola crítica a su actitud.
(Silencio). Kasia sintió que la voz de Lucy resonaba en su corazón como una suave y delicada armonía y supo que estaba en casa de nuevo, de vuelta al hogar.
- ¡Diga! - insistió, empezando a perder la paciencia.
- Hola – fue todo lo que pudo decir.
- Kas... Kasia – un nudo se atravesó en la garganta y comenzó a temblar.
- Sí, soy yo – respondió – quería saber cómo estabas y escuchar tu voz.
- Estoy bien – pudo decir al fin – por una vez me siento realmente bien Kas.
- Ya me ha contado Manu lo de la entrevista.
- Oh, Kas, lo siento mucho. No quiero que te molesten por esta historia, lo siento. Es que ya no puedo callarlo más, ya no aguanto más este silencio.
- Está bien ca... - paró antes de decirlo pero no quiso evitarlo – cariño, no pasa nada. Ya estoy acostumbrada a estas batallas, además, estoy lo suficientemente lejos como para estar a salvo. La que me preocupas eres tú – dijo casi susurrando – me encantaría estar ahí, darte un abrazo y decirte que todo va a salir bien.
- Siento haber tardado tanto, de verdad, no sabes cuánto lo siento – la voz sonaba realmente triste – ahora me doy cuenta de que no hay nada en este mundo que merezca perder a quien quieres. Supongo que es tarde para arreglarlo.
- Bueno, por eso no te preocupes ahora – no podía decirle que la amaba y que no había dejado de pensar en ella un sólo día, no podía rendirse a la evidencia porque no terminaba de creerse que Lucy fuera a hacerlo realmente y no la negara una vez más – lo importante es que tú estés bien.
- ¿Cómo te va todo? - fingió normalidad mientras las lágrimas aparecían.
- Bien, realmente bien. La verdad es que es un grupo fantástico y estoy aprendiendo muchísimo de ellos – dijo tratando de callar sus ganas de rendirse a ese amor que la consumía.
- ¿Volverás, verdad? - preguntó Lucy casi suplicando.
- Sí, claro que volveré. De hecho voy a intentar agilizar todo el trabajo para volver antes – dijo confesando una mínima parte de sus sentimientos – tengo muchas ganas de estar ahí.
- Y yo de que vuelvas. Tengo ganas de abrazarte, te echo muchísimo de menos.
- Y yo a ti preciosa. Ahora debes seguir tu camino. Si piensas que ha llegado el momento de ser franca con tus sentimientos, hazlo. Yo siempre estaré para ti, no lo olvides. Te... - se obligó a callar una vez más – Te apoyaré siempre – salió como pudo del atolladero.
- Gracias por esta llamada. Tu voz es todo lo que necesitaba para tomar el coraje necesario. Te quiero – ella no fingió frases de dobles sentidos.
- Y yo a ti. Adiós.
Esa última frase, tan pequeña y sencilla, llevó la sonrisa a la boca de Lucy y sintió que flotaba. Kasia había intentado mantener las distancias con ella evitando sufrir, pero su parte enamorada, que era toda ella, la delató en esa corta frase. Una esperanza dibujó corazones en el aire, feliz por la llamada y por el nuevo rumbo que comenzaba a tomar su vida.
45.
Kasia logró lo imposible: recortó un mes a la condena y el exilio voluntario que había decidido cumplir meses atrás. Cada día que pasaba sin ver a Lucy aumentaba su ansiedad y su necesidad de verla. Kasia vio las entrevistas que dio después de aquella primera en la que insinuaba algo de un gran amor. Al final se destapó la verdad y su nombre salió a la luz. Lucy, en lugar de negarlo, dijo orgullosa que jamás había amado a nadie como a ella y Kasia pudo ver sus ojos brillantes al reconocerlo, aquellos ojos maravillosos que tanta falta le hacían.
Nadie sabía dónde estaba la directora. Era como si la tierra se la hubiera tragado y Lucy apenas daba explicaciones al respecto de su relación con ella desde que se supo. Lo había dejado todo en un escueto comunicado: “es una persona absolutamente maravillosa y sólo pido respeto para ella, que jamás ha querido formar parte de este mundo. No diré nada más sobre este tema, es mi vida privada y no va a dejar de serlo. Sólo lo he dicho porque necesito ser franca con la gente que me quiere, no porque quiera formar un circo, así que estas son mis primeras y últimas palabras sobre esto”.
La reacción de sus padres había sido dispar. Su padre era un hombre extremadamente ocupado, pero empático hasta la última molécula de su cuerpo con su hija, así que se limitó a desearle la felicidad más absoluta en brazos de quien ella quisiera. Amaba a su hija, era su mejor obra y siempre estaba disponible tuviera la agenda que tuviera, aunque no pudiera estar físicamente con ella salvo en contadas ocasiones.
Su madre fue un trabajo un poco más laborioso y complicado. Lloró un mar cuando Lucy la llamó para contarle que se había enamorado. Ella preguntó emocionada que cuándo lo conocería y ella se limitó a decirle que ya “la” había conocido y que encima le había caído muy bien. Le contó que conoció a Kasia el primer día que llegó a la ciudad, de un modo casual, y que sintió que aquellos ojos le guiarían en el camino de la vida sin remedio desde ese momento. Que el amor llegó arrasando toda la pena alojada en ella a su paso y que había descubierto lo que era ser feliz a su lado. Le costó hacerse a la idea, pero Lucy tuvo la paciencia necesaria para hablar con ella todo lo que necesitó. Cuando aceptó la idea de que su única hija estuviera enamorada de una mujer, Lucy le dijo que ya no estaban juntas y la buena señora ya no entendió nada. No podía comprender cómo no estaba al lado de ella cuando la describía como la felicidad más absoluta y Lucy le contó las causas de su separación.
- Pero hija, ¿cómo dejaste que se fuera? - preguntó su madre en aquella ocasión que hablaron.
- No lo sé, no supe reaccionar. Me sentí tan presionada por todo alrededor que olvidé lo realmente importante. Cuando la vi salir por la puerta de atrás supe que había cometido la mayor estupidez de mi vida. Ahora sólo espero que vuelva y que quede una oportunidad para nosotras – contestó una pensativa Lucy.
- ¿Por qué no vas a verla?, hay algo muy especial en ella, lo vi el día que la conocí. Y ahora entiendo que te ama como nadie, lo vi en su forma de sujetarse a la butaca con el miedo atenazándola el día de tu estreno. Habría dado cualquier cosa en ese momento para que todo te fuera bien. Creo que, aunque me cueste entenderlo del todo, puedo comprender que te hayas enamorado de una mujer como ella – terminó su madre por decir.
- Gracias mamá, por tratar de entenderlo, y perdona por no habértelo dicho antes – había terminado Lucy aquella conversación.
Habían pasado dos meses desde la salida del armario de Lucy, y este tiempo le había servido para conocerse un poco más. Había descubierto lo que era que mujeres de todo tipo quisieran tener un día de amor con ella y Lucy comprendió que Kasia tendría algo similar donde estuviese. A Lucy no le interesaba ninguna mujer que no fuera su preciosa directora, pero sintió la preocupación de que, con el paso de los meses, ella la hubiese olvidado y sí estuviera interesada en otra persona. Esa idea taladró su corazón las semanas antes de su regreso.
Kasia no quería recibimientos ni situaciones disparatadas y, aunque amenazó seriamente con la pérdida de su amistad a Manu, sus amenazas cayeron en un saco roto y destrozado. La joven rubia había llamado a su amigo porque llevaba mucho equipaje y no quería ir en metro, pero no pensó que su amigo llevaría a su madre y a una asustada Lucy que no sabía muy bien si debía estar allí o no.
- Manu, no entiendo qué hago aquí. Voy a poner a Kasia en una situación incómoda y es lo último que quiero en estos momentos – dijo Lucy muy nerviosa.
- Anda, cállate, si llevo oyendo a las dos por separado que estáis deseando veros desde hace cinco meses. Además, aunque no haya nada entre vosotras, como poco eres una muy buena amiga, tu sitio es estar aquí.
- Bueno, por lo menos desististe en la idea loca de la pancarta – contestó algo más tranquila la actriz.
- Calla, que todavía me arrepiento de haberme dejado convencer – Manu negó con la cabeza contrariado.
Lucy se sentía incómoda pero deseaba verla atravesar aquella puerta sobre todas las cosas. Por fin compartirían un espacio común, podría verla y, con suerte, sentir otra vez ese aroma rellenando todos los huecos de su alma. Se había arreglado para ella... lucía hermosa y cálida, como un hogar acogedor en invierno, al que regresar tras las nevadas. Sólo esperaba que Kasia sintiera que ella seguía siendo su refugio, no como en los últimos meses de su relación, sino como en ese comienzo mágico y dulce que habían vivido un año atrás. El avión traía algo de retraso y la espera fue aumentando los nervios de la actriz. No sabía qué diría ni qué sería capaz de hacer, pero la necesidad de ella era más fuerte que todo lo demás.
Al fin salió cargada de maletas y pudo divisar enseguida la altura de su amigo detrás de la nube de pasajeros y familiares. Se acercó a él abriéndose paso con cuidado y sonrió al verlo con los brazos abiertos, dispuesto al mayor de los abrazos.
- Por fin estoy en casa – dijo lanzándose a sus brazos – estaba deseando llegar.
- Me alegro de que hayas llegado, te hemos echado muchísimo de menos – dijo Manu levantando los pies de Kasia del suelo en el abrazo – te he traído a alguien más – le susurró al oído.
Kasia sintió como su corazón daba un vuelco al escuchar aquellas palabras y supo que ella estaba allí. Manu la dejó de nuevo en el suelo y se apartó para que pudiera verla detrás de él, escondida en unas gafas de sol que proporcionaban el anonimato necesario para aquel momento. Lucy se quitó las gafas para que pudiera ver sus ojos azules envueltos de magia buscando su sonrisa. Kasia sintió que estaba por fin en casa... y allí estaba ella, como la primera vez que la vio, agitada y nerviosa, esperando su reacción. La joven rubia no dijo nada, simplemente dejó su equipaje y avanzó hasta ella siguiendo el sendero que trazaban sus ojos. Se detuvo delante y una sonrisa le abrió la puerta de su corazón pidiendo permiso para habitar en él. Se abrazó a aquella mujer con la intención de que el tiempo tuviera a bien detenerse algo más de un siglo, para así lograr la calma necesaria.
- Estoy feliz de que estés aquí – le dijo Lucy sintiendo cómo Kasia se aferraba a su cuerpo y sumergía su nariz en su nunca.
Hacía mucho tiempo que no sentía el calor de su nariz recorriendo el hueco entre su pelo y su nuca. Kasia era lo primero que hacía cuando llegaba a casa cada vez que se veían; aspiraba su aroma y reposaba unos segundos abrazada a aquel cuerpo. Lucy sintió que todo estaba bien, el universo comenzaba a girar otra vez en sentido correcto y subió sus brazos para abrazarse y pegar aquel cuerpo al suyo.
- Gracias por venir. Necesitaba verte, escuchar tu voz y respirar tu aroma. Te necesitaba entera – se habría quedado así para siempre, y Lucy la habría dejado.
- ¡Hola! - se escuchó una voz y Lucy abrió los ojos sin entender. Kasia fue consciente entonces y se separó de aquel abrazo buscando la mirada de Lucy.
- Perdona Vicky – Kasia se giró hacia ella – familia, esta es Vicky, se queda este mes con nosotros mientras terminamos el guión nuevo que estamos haciendo entre las dos – no podía identificar la mirada de Lucy y Kasia se preocupó.
- ¡Me alegro de conocerte al fin! - dijo Manu en español dándole dos besos.
- Y yo de conocerte a ti – correspondió a su afectuoso saludo y se acercó a Alicia – encantada de conocerla Sra. Borek.
Vicky miró a Lucy y clavó sus ojos negros en aquella mujer tan espectacular. Pudo ver el abrazo de las dos mujeres y entendió que lo que las unía era más fuerte que cualquier otra cosa en el mundo, supo entonces que jamás tendría una oportunidad con Kasia. Ya lo había asumido en aquellos últimos meses, cuando vio que Kasia trabajaba sin descanso sólo con la esperanza de volver a casa y verla. Se habían convertido en grandes amigas, y trabajaban juntas en una nueva historia que llevarían al teatro a la vez; Kasia en Sttutgart y Vicky en Londres.
- Encantada de conocerte, me han hablado mucho de ti – dijo Vicky acercándose a Lucy mientras miraba de reojo a Kasia.
- Espero que bien – Lucy aceptó su saludo sin saber muy bien qué pensar. Era innegable el atractivo de aquella mujer española. Pudo comprobar esa energía que emanaba a través de su alegría y Lucy se sintió pequeña, inferior. No pudo evitar sentir celos de aquella mujer que habitaría en la casa de Kasia las próximas semanas.
- Muy bien, te lo puedo asegurar. Me han dicho que tu trabajo en Rebecca es espectacular – dijo intentando relajar la expresión de preocupación de Lucy.
- Bueno, te doy la oportunidad de valorarlo tú misma cuando quieras – dijo Lucy invitando a la española al musical. Si era una persona importante para Kasia ella debía valorarlo y respetarlo.
- Me encantaría, de verdad – contestó Vicky.
- Veo que Markus no cumplió sus amenazas de retirarte del espectáculo – dijo Kasia satisfecha – me alegro muchísimo.
- No, al final no fue tan terrible como pensaba e incluso está feliz al comprobar que Alicia tenía razón y ahora tenemos incluso más público. Es una locura – Lucy sonrió feliz.
- Entonces todo está bien – Kasia buscó una vez más aquellos ojos de ensueño – es hora de salir de aquí.
- Yo me despido aquí – dijo Lucy – tengo algunas cosas que hacer y además no queremos que a tu llegada ya tengas que lidiar con la prensa – se acercó y la abrazó una vez más – lo siento si tu vida se hace más complicada a tu vuelta – acarició su cara y se separó.
- No te preocupes, todo estará bien – le dedicó una sonrisa llena de amor – nos veremos pronto.
- Sí, nos veremos – contestó Lucy – encantada de conocerte Vicky, te espero en el teatro. Hasta después Manu. Alicia, nos vemos mañana – lanzó un beso al aire y salió por una puerta auxiliar directa al aparcamiento.
- Adiós – contestó el resto mientras salían por otra de las salidas.
Sttutgart vivía un verano agradable. Kasia disfrutó de la luz de la ciudad y supo que aquel era su sitio. La sensación de ver a Lucy de nuevo le dio la confirmación de que su amor seguía intacto. Ahora sólo tenía que buscar la manera de recuperarlo.
46.
Apenas coincidieron las semanas que estuvo Vicky en la ciudad. No ayudaba la persecución continua a la que estaban sometidas por parte de la prensa desde que Kasia había regresado y una extraña apatía se apoderó de las dos mujeres a la hora de afrontar sus sentimientos. Ambas se amaban, las dos lo sabían, pero eran incapaces de dar ese paso más allá que suponía confesar abiertamente sus sentimientos y luchar por una oportunidad para ese amor.
Una noche Kasia fue a verla acompañada de Vicky y luego fueron a cenar con Manu y su nuevo novio. La prensa rosa asumió que la imponente española era la nueva pareja de Kasia, quien a su vez guardaba una buena relación con su ex-pareja y por eso se las podía ver juntas de vez en cuando. Leer aquello provocaba los celos de Lucy, aún a sabiendas que no tenía motivos para tenerlos. Esa noche había sentido la necesidad de estar a solas con Kasia, de pedirle que se fuera de aquel restaurante con ella y dejar el mundo para otros, pero sintió una vez más que no era el momento para hablar.
- Me ha dicho Kas que te vas en un par de días – le dijo Manu a Vicky.
- Sí, el guión está terminado y tengo que ponerme con los preparativos del estreno de la obra desde que llegue – contestó la española – la verdad es que me da pereza irme. He descubierto que me encanta esta ciudad, podría ser feliz aquí – un retazo de nostalgia se dibujó en su mirada.
Vicky había hecho un último intento con Kasia y no había conseguido su propósito. Desde su regreso, la joven rubia no había hecho otra cosa que esperar el momento adecuado para estar junto a la mujer que amaba, y esa no era ella. De alguna forma se había enamorado de aquella mujer y le había tocado perder. Lucy era una maravillosa persona con lo que no podía reclamarle nada, salvo que perdieran el tiempo buscando momentos perfectos, cuando el simple hecho de encontrarse haría el milagro.
- Voy a echarte mucho de menos – dijo Kasia algo triste – me he acostumbrado a tenerte cerca.
- Pero no tan cerca como yo quisiera – lo dijo en alto y sin pensar – lo siento, pero es que siento no haber tenido una oportunidad contigo – la miró a los ojos mientras Lucy sentía cómo los celos campaban a sus anchas.
- Ya lo hablamos en su momento Vic, no es algo que yo pueda evitar, las cosas son como son – Kasia dirigió una mirada infinita a Lucy y le sonrió.
- Lo sé, pero sigo sin entender a qué esperas... o a qué esperan – miró a Lucy desde la perspectiva de un rival que se rinde – en fin, sabes que siempre estaré pendiente de ti – le dio un abrazo cálido.
Kasia no dejaba de mirar aquellos ojos azules pensando que su amiga tenía razón. Era estúpido perder el tiempo buscando un día perfecto para hablar. Tenían que ser sinceras de una vez y aclarar si por fin se daban la oportunidad que se merecían o no.
- Bueno, yo también me voy – acertó Lucy a decir mirando la reacción de Kasia. La hermosa directora no cambió el gesto, sólo cerró los ojos lentamente intentando borrar esas palabras que acababa de escuchar. Con un poco de suerte, si mantenía los ojos cerrados el suficiente tiempo, esas palabras cambiarían de dueño.
- Que te vas... - fue lo único que dijo Kasia.
- Sí, quería habértelo dicho antes. Tenemos una mini gira en Berlín el próximo mes. Es lo último Kas, te lo prometo – Lucy quería que sus promesas volvieran a tener valor para aquella mujer pero no parecía suficiente en ese momento.
- Es cierto – trató de ayudar Manu – son tres semanas en Berlín y regresamos.
- Ya – Kasia sentía su cuerpo pesado y agotado – así es la vida del artista, ¿no?. No puedo decir nada, acabo de llegar de estar casi medio año fuera, así que no soy nadie para pedir que no lo hagas – dijo apagada mientras Vicky la abrazaba con cariño.
- Kas... yo... sí que eres alguien – Lucy no quería volver al principio de su ruptura con ella, quería que se apoyara en ella, no en aquella española que le brindaba su abrazo.
- Tranquila – la miró intentando recomponer su rostro en un gesto más amable – yo también sé esperar.
Vicky regresó a Londres con un nuevo trabajo de Kasia bajo el brazo. Eso y su amistad era lo único que aquella hermosa e increíble mujer le había podido ofrecer y ella lo había tomado encantada. La abrazó antes de subir al avión sintiendo que pasaría una larga temporada sin verla.
- Ven aquí – Vicky la tomó entre sus brazos – voy a echarte muchísimo de menos. Te quiero mucho.
- Y yo a ti, preciosa, no de la manera que te mereces, pero aún así, te quiero mucho – contestó Kasia.
- Hazme un favor y no pierdas más el tiempo. Coge a esa mujer de la mano y sal al mundo con ella. Bésala y prométele que jamás te separarás de ella, no seas idiota – le acarició el pelo con cariño.
- Lo sé Vic, desde que regrese de Berlín pienso plantarme en su casa y no me iré hasta que hablemos y lloremos hasta quedar secas. Quiero que vuelva a mi lado y sentir de nuevo que estoy en el mundo. Te contaré que tal ha ido – le dio dos besos de despedida.
- Eso espero, seguimos en contacto, y ya sabes que mi casa siempre estará abierta para ti.
Las dos amigas se separaron con una sonrisa en los labios y la certeza de que volverían a verse.
Lucy hacía el equipaje sin demasiadas ganas. No le gustaba nada la idea de irse a las primeras de cambio, ahora que Vicky se había marchado y podía acercarse a Kasia como quería. Empezaba a pensar que Rebecca la alejaba de lo que más quería y que su personaje acababa poco a poco con lo que quedaba de ella. Sin embargo, por otra parte, sentía que hacía bien yendo a Berlín esos días; podría ver así a su madre, abrazarla y sentir que todo estaba bien con ella a pesar de los últimos acontecimientos.
Esperaba junto al resto de los actores del musical a la llegada del transporte que los llevara al aeropuerto. Sabía que Kasia no iría al aeropuerto a despedirse, de la misma forma que ella no había salido de su escondite cuando ella partió a Londres, pero soñaba con que apareciera y le diera algo a lo que agarrarse para poder subir a ese avión algo más tranquila. Mientras hablaba como Thomas vio como una moto se acercaba a ellos y Lucy supo enseguida que se trataba de ella.
- Kasia – dijo en un murmullo sordo al verla.
- Hola a todos – dijo Kasia amable – ¡cuánto tiempo sin veros!. Espero que la gira sea un éxito, aunque después de la carrera que lleva el musical, lo doy por sentado.
Lucy era incapaz de moverse. Sólo podía mirarla enfundada en aquellos vaqueros y aquella chaqueta. Kasia sabía lo que provocaba en ella y sonrió satisfecha.
- Hola – buscó encontrarse con sus ojos – ¿no pensarías que iba a dejar que te fueras así sin más?.
- Bueno, yo... - apartó la mirada – yo lo hice cuando te fuiste a Londres.
- El pasado pierde su importancia cuando el futuro es más brillante y feliz – dijo regalándole una caricia – ve y disfruta. Abraza a tu madre y confirma que todo está bien, yo estaré aquí esperando que vuelvas.
- ¿En serio?.
- No he hablado más en serio en mi vida. No voy a perder ni un sólo minuto más de mi vida sin ti a mi lado – se acercó a ella y miró un instante aquellos labios que tanto deseaba – si no quieres que lo haga, haz que me detenga – sus labios rozaron suavemente los de Lucy creando un estallido de sensaciones. Todo a su alrededor dejó de tener importancia y aquellos labios se reconocieron como los únicos sabedores de la fórmula secreta de su amor.
Lucy enredó sus manos en su pelo y la atrajo en un beso más profundo y húmedo. Sintió que volvía a respirar, a sentir... a vivir, y sólo se separó de aquellos labios cuando los aplausos del resto de los actores y Manu tocando la bocina del autobús, la trajeron de vuelta a la realidad.
- Vaya – Kasia trataba de recuperar la compostura y el aire que le faltaba – para ser nuestro primer beso en público hemos tenido más espectadores de los que habría pensado.
La joven de ojos azules sonrió y se abrazó fuertemente a ella.
- Desde que termine la última función volveré a tus brazos, y no me separaré de ti jamás.
- Me parece muy buena idea, ahora es hora de que te vayas o no llegaréis al aeropuerto – hizo un gesto a modo de despedida del resto y robó un último beso a Lucy.
Las semanas pasaron demasiado lentas para ambas. Cada día que pasaba era una pequeña victoria, aunque parecía que nunca acabaría la dichosa guerra. Kasia pensaba en su futuro juntas, no quería perder un minuto más separada de ella y se proponía pedirle que vivieran juntas a su regreso. Quería que Lucy entendiera que su compromiso con ella era firme y duradero, sin fisuras.
El otoño había regresado a la ciudad. Los árboles volvían a teñir de tonos cálidos las calles y caminos, dibujando alfombras de hojas que daban a la ciudad un aspecto mágico. Kasia paseaba por el parque donde había conocido a Lucy tiempo atrás, con su madre y con su perro. Las dos caminaban divertidas por la torpezas del animal hasta que Baloo se alejó de ellas deteniéndose delante de un señor mayor que leía tranquilamente la prensa. Kasia corrió hasta su lado para evitar que el pobre señor se asustara.
- Perdone, mi perro no sabe lo que son los modales – dijo intentando alejar al perro que buscaba insistentemente las caricias del hombre.
- No se preocupe, yo diría que tiene mejores modales que algunos humanos – sonrió.
Dejó el periódico doblado sobre el banco y Kasia leyó una de las noticias mientras dejaba caer la correa al suelo: “El Musical Rebecca amplía su gira debido al enorme éxito cosechado en Berlín y estarán seis meses recorriendo Alemania”.
- ¿Malas noticias? - preguntó el señor al observar el gesto apagado de Kasia.
- Las peores – sujetó al perro y tiró de él – que tenga un buen día.
- Igualmente.
Kasia volvió donde estaba su madre y ésta descubrió que algo iba mal.
- ¿Ha pasado algo? - preguntó.
- Déjame tu teléfono – tomó prestado el teléfono de su madre y marcó nerviosa. Teléfono apagado – acabo de leer que Rebecca sigue seis meses de gira. Está claro que nada ha cambiado.
- Cariño, espera a que Lucy te llame y te explique – Alicia intentaba que su hija no cometiera ninguna estupidez.
- No quiero más explicaciones mamá, no hay nada que pueda decirme que me sirva – Kasia notó que lloraba – necesito irme de aquí, necesito sentir que puedo vivir sin ella. Te llamaré.
Le dio un beso y la abrazó con fuerza y huyó. No podía soportar la idea de perder de nuevo a la mujer de su vida. Una hoja cayó golpeando su hombro, intentando hacerla recapacitar, pero nada la haría cambiar. Llegó a su casa agitada y llorosa. Sacó una maleta y dejó arrimadas sus esperanzas.
47.
“Deja que mi amor te rodee como la luz del sol y que, aún así, te dé libertad iluminada”. (Rabindranath Tagore)
Una suave llovizna comenzó a golpear tímidamente el cristal de la ventana como si la ciudad quisiera compartir su tristeza y llorar con ella. Kasia reposaba en un pequeño sofá colocado junto a la ventana mientras observaba la caída lenta de las gotas dibujando pequeños caminos por el cristal. La visión que tenía de la ciudad era hermosa, las luces se mezclaban entre los árboles y los adoquines mojados, y por detrás se levantaba majestuosa aquella joya, indicando el camino directo al cielo.
Kasia repasaba mentalmente cada uno de los minutos de su vida vividos con ella: Aquella primera mirada que la hizo creer que había llegado al cielo sin necesidad de pasar primero por las puertas de San Pedro, aquella caricia tempranera en la mañana para despertarla entre besos y sonrisas… Había sido completamente feliz a su lado y maldecía la suerte de no poder amarrar esa felicidad junto a ella. Las lágrimas adornaban su recuerdo y la hacían más consciente del dolor, al borde de la desesperación por la pérdida.
Había llegado a la ciudad hacía un par de horas y se había encerrado en aquella habitación. El teléfono aún apagado era la prueba al resto del mundo de que quería estar sola y no escuchar teorías o disculpas de nadie. No podía soportar otro “lo siento”, otro “esta vez será la última” y pasados unos días, cuando pudiera respirar sin ese nudo ahogándola, trazaría un plan que la llevara directa al olvido. Nadie murió nunca de amor, Kasia lo sabía, pero tenía la sensación de que esta vez sí habría una víctima si ese corazón no se atrevía a latir de nuevo a un ritmo suficientemente estable para sobrevivir.
Ajustó la calefacción y se descalzó para sentir el mundo girar bajo sus pies y el contacto con la naturaleza, aunque estuviera en el piso veintiséis y el suelo que pisaba fuese una carísima moqueta azul. “Estoy deprimida, nadie dijo que tuviera que ser racional”, pensó mientras elegía la música más triste que encontró en el catálogo de aquel lugar. “Ventajas de estar en una suite, sin duda”, pensó al escuchar una suave melodía salir por miles de rincones de aquella enorme habitación. Subió el volumen y se tumbó de nuevo en aquel sofá.
Un suave golpeo en la puerta reclamaba su atención.
- ¿Sí? - preguntó tímidamente pensando en una reprimenda por el volumen de su música y lo bajó mientras se acercaba a la puerta.
- Servicio de habitaciones – contestó una agradable voz al otro lado.
- Yo no he pedido... - abrió la puerta y allí estaba ella de pie, hermosa y sonriente como nunca la había visto.
- ¿Había pedido champagne y fresas, señorita? - preguntó empujando un pequeño carrito – se ve que está de celebración – una sonrisa iluminó la suite desde el pasillo.
- ¿Qué haces aquí? - preguntó aún sin salir de su asombro.
- ¿No crees que debería preguntarte eso yo a ti? - contestó Lucy feliz – me has hecho buscarte por un par de sitios, ¿sabes?.
- Yo... - Kasia no sabía que decir.
- ¿Piensas dejarme toda la noche en el pasillo?, tengo entendido que ahí dentro hay espacio para una persona más – sus ojos brillaron como la luna pidiendo paso.
- Claro, claro, pasa – Kasia se apartó de la puerta – espera, que te ayudo – sujetó de un extremo el carrito y lo llevó hasta el pequeño salón mientras Lucy entraba su equipaje. Lucy guiñó un ojo al botones y le dio una suculenta propina por haberle esperado a una considerable distancia. El joven sonrió y desapareció con el carrito por el pasillo lateral.
- ¿Por qué no me dijiste que vendrías aquí? - Lucy se acercó directamente y se colocó muy cerca de ella. Se descalzó para estar a su altura – suerte que ya tenía hecha la maleta y ahorré mucho tiempo – volvió a sonreír.
- Yo... yo leí en el periódico lo de la gira de Rebecca y sentí que no podía más – Kasia notó cómo la tristeza de apoderaba de ella.
- Y yo te dije que volvería después de terminar la última función, que por nada del mundo volvería a dejarte – la acarició suavemente secando sus lágrimas – no llores, no ha cambiado nada, te dije que no te dejaría y no pienso hacerlo.
- Pero, ¿entonces, la noticia?... - dijo Kasia mirándola a escasos centímetros.
- La noticia es cierta, con el único detalle de que yo no estaré en esa gira. Me despedí del musical Kas, creo que esa historia nos encontró pero ha ido separándonos después poco a poco – rozó los labios de Kasia con los suyos mientras hablaba – y yo no puedo estar sin ti ni un minuto más de mi vida. No ves que te amo, que te necesito como el respirar... - la besó profundamente y Kasia soltó un ligero gemido de placer – no pienso separarme de ti.
Un beso largo y profundo hizo de aquella habitación un mundo. Kasia sintió que ese nudo de la garganta desaparecía y volvía a respirar con normalidad y Lucy pudo descansar tras unas horas terribles de búsqueda por la ciudad.
Había cogido el primer avión a casa dispuesta a darle una sorpresa a Kasia. Deseaba verla y sentir su abrazo, perderse en aquellos labios una y otra vez hasta caer vencidas por el deseo y el amor. Al llegar fue directa a su casa y tocó insistentemente esperando una respuesta. Nada. Llamó a Alicia feliz de estar de vuelta para preguntarle si sabía de su paradero y ella se lo contó todo: cómo Kasia había leído la noticia y cómo había huido de allí sin decir dónde iba. Lucy llamó asustada a su teléfono y no dio señal, así que decidió ir al bosque, junto al lago, a aquel lugar maravilloso donde Kasia siempre se perdía para pensar y soñar despierta. Nada.
Trató de respirar y pensar en aquel lugar, ahogada por las lágrimas y pensando que no podía perderla una vez más, no sería capaz de soportarlo. De repente, estando allí sola, algo la hizo pensar y decidió arriesgarse: “París, la ciudad del amor”. Buscó el hotel que Kasia le había enseñado y llamó.
- Sí, hay una reserva a nombre de Kasia Borek – le confirmó el recepcionista del hotel – ha llegado hace una hora.
- Gracias – Lucy corrió al aeropuerto y cogió el primer avión hasta sus brazos.
Sus labios se sentían de nuevo en casa rozando los de su amante. Cada cálida caricia era como beber de la fuente de la vida y todo volvió a estar en el lugar correcto.
Kasia abrazó aquel cuerpo y acarició su espalda bajo la blusa, lentamente, aprendiendo cada milímetro de aquella silueta.
- Eres preciosa – le susurró mientras desabotonaba su camisa – te quiero. Siento haberte asustado como lo he hecho – dijo avergonzada.
- Nada de pedir perdón – acarició con su nariz la de Kasia – sólo quiéreme, abrázame, bésame… deséame – la besó con pasión acumulada por la espera.
Su lengua pidió paso dentro de aquella boca sedienta de besos y Kasia no pudo evitar un gemido de deseo y una punzada de placer en su entrepierna. Cayeron las primeras prendas y la piel apareció: tibia y tersa, deseosas de manos que las recorrieran sin descanso.
Kasia llevó a Lucy hasta el borde de la cama. Introdujo sus manos por su cintura y se quedaron en la curva de sus nalgas. Pegó su cuerpo al de Lucy y la besó de nuevo lamiendo desde su hombro hasta llegar de nuevo a su boca. Con un movimiento simple hizo que cayeran los pantalones y su mano derecha fue directa a acariciar su sexo sobre su ropa interior. Lucy sintió que las ganas de sentirla aumentaban sin límite y arañó la espalda de Kasia como respuesta.
La joven de ojos miel la tumbó en la cama y se detuvo frente a ella. Parecía imposible que aquella mujer estuviera por fin en sus brazos para no desaparecer jamás. Aún de pie acarició sus piernas y subió hasta la línea que trazaba las braguitas, ya húmedas de placer. Recorrió con sus manos la cintura y las deslizó suavemente hasta quitarlas del todo.
Kasia se desnudó completamente delante de aquellos ojos azules como el mar. La luz de París entraba por la ventana tiñendo su cuerpo de negro y oro y Lucy la recorrió entera con su mirada. Deseaba a aquella mujer más que nada en el mundo. Kasia comenzó a besar sus pies y a subir por su cuerpo desnudo, colocándose encima conforme subía hasta su boca.
- Te amo – besó sus labios lentamente – y te deseo hasta perder la razón – susurró junto a su oído mientras sujetaba una de sus manos y la llevaba a su sexo mojado - ¿ves cómo me tienes? – mordió su cuello y Lucy soltó un largo gemido abrazándose a ella y haciéndola girar hasta dejarla debajo.
Los ojos azules más hermosos que Kasia había visto jamás se clavaron en ella desde esa posición. Lucy movió sus caderas hasta acoplarse al cuerpo de Kasia y comenzó un baile lento y armonioso. Podía sentir cómo se mezclaba la humedad de sus sexos y vio cómo Kasia cerraba los ojos y suspiraba.
- Haces bien en amarme – besó uno de sus hombros y la miró mientras acariciaba su rostro sin dejar de moverse lentamente – porque yo no puedo vivir sin ti.
La besó una vez más y Kasia colocó sus manos sujetando su cintura buscando aumentar el roce. Lucy bajó con sus labios y se detuvo en sus pezones erguidos para recorrerlos a conciencia, lamiendo y mordiendo suavemente. Kasia gemía al borde del orgasmo y Lucy aumentó su ritmo y su contacto. Subió de nuevo a su boca y la besó con pasión mientras su mano bajaba hasta su sexo hinchado y húmedo. Introdujo dos dedos y calló los gemidos con sus labios. La penetró despacio para ir aumentando el ritmo hasta que Kasia explotó en un orgasmo increíble.
Se quedaron así un buen rato, hasta que Kasia recuperó su ritmo normal de respiración. Lucy colocó la cabeza sobre y pecho y escuchó como poco a poco el corazón de Kasia volvía a su ritmo normal.
- Te quiero, ya no hay nada que impida que estemos juntas – dijo Lucy prestando atención al sonido de sus latidos – ya nada me impide que salga contigo de la mano al mundo. Eres mi vida y estoy feliz de que así sea – una lágrima rozó la piel de Kasia y supo que lloraba.
- Ey, tranquila – sujetó su barbilla para mirarla – nada de lágrimas. Te llevaré al fin del mundo de la mano si quieres – la besó y giró colocándose encima – ahora ya es tarde y te toca aguantarme – sonrió y sus ojos de miel bañaron su cuerpo de amor y deseo.
Esa noche se amarían hasta llegar el día.
Reposaban abrazadas y envueltas en una sábana en el pequeño sofá colocado frente al enorme ventanal de la habitación, mientras la ciudad se desperezaba para ellas. Amanecía en París un día hermoso y lleno de luz para celebrar su amor. Al lado de ellas, dos copas de champagne y la botella vacía. Lucy descansaba sobre Kasia, abrazada y sintiendo la caricia de su piel junto a la de la mujer que amaba.
- Me gusta el otoño en esta ciudad – dijo Kasia mirando el movimiento que provocaba el aire en las hojas.
Lucy levantó la cabeza y miró al mundo.
- Sí, es precioso. Hace un día maravilloso para salir y descubrir rincones perdidos, ¿no te parece? – sonrió mientras el sol terminaba de encontrar su lugar en lo alto. Se giró y se encontró con esos ojos miel brillantes, aquellos dos faros que la guiaban – me encanta el color de tus ojos, dan la misma luz que el amanecer en París – la besó una vez más – te quiero.
- Bienvenida a nuestra nueva vida... me encanta la idea de pasarla a tu lado – respondió feliz al beso – salgamos al mundo y disfrutemos de las hojas de otoño.
FIN
waaaaaaaaaaaa esta super interesanteeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee!! GENIAL
ResponderEliminarhaaaaaaaaaaaaa me kede en suspeno no tarden en subir mas capitulos ok esta genial la historia....
ResponderEliminarMEXICO.. ♥ TE AMO MONSERRATH ♥
o.o me quede impactada, y ansiosa por el proximo capitulo :)
ResponderEliminarMEXICO, ♥ TE AMO MONSERRATH♥
¡dios!... ¡que mama mas inoportuna!...
ResponderEliminarvero0278
xD como nos dejas con la ansiedad!!! por favor no se demoren mucho en subir otro capitulo!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
ResponderEliminarjajajajajajaja, perdón!!!, las escritoras de JemmaEsparta me han pegado la costumbre de terminar los capítulos interesantes dejando el final de tirarse de los pelos XDDD. Viene bien para el corazón, o eso me dicen, jajajaja.
ResponderEliminarjajaja xD LAS AMO!! de verdad!!!
ResponderEliminaresto esta mas que interesanteeeeeee!!!!!!!!!!!!!!
siento que me va a dar pero me va dar cada vez que que se queda tan emocionate los capitulos ajajja
ResponderEliminarMEXICO, ♥TE AMO MONSERRATH♥
es una pasada de historia!!!!!
ResponderEliminarya pues, hasta cuándo nos tendran esperando....es muy buena la historia
ResponderEliminar¿para cuando el nuevo capitulo?
ResponderEliminarestoy impaciente
Siento el retraso... el blog me ha boicoteado hoy y no me ha dejado subir los capítulos en condiciones hasta ahora. Aquí los tenéis ;)
ResponderEliminarmenos mal!!!!!!!!!! muchas graciassss
ResponderEliminar¿para cuando mas?
Estoy deseando ver los proximos capitulos, aver que pasa con la española.;)
ResponderEliminarPero bueno!!!, así que queréis que la española cause estragos???, con lo bonito que es el amor XDDD.
ResponderEliminarPobre Lucy, la pobre busca la manera de arreglar su vida, sólo que le lleva un tiempo hacerlo.
Aveeeer, el amor es muy bonito si, tiene que acabar juntas tambien, pero para mi donde se ponga una española que se quitan todas las demas,XD.(la del mensaje anterior soy yo)
ResponderEliminarUna pizca de sufrimiento no cae mal........ Felicidades por la historia muy buena.
ResponderEliminarola ccuando van a subir mas capitulos
ResponderEliminarHola!!
ResponderEliminarSubidos los tres últimos capítulos de esta historia.
Gracias a todas las que habéis dedicado un ratito de vuestro tiempo a leernos ;)). Gracias a mi Saggi maravillosa que me ha ayudado con las correcciones y por supuesto, a esas espartanas absolutamente geniales que forman este grupo disparatado.
Para las que querais la historia completa, la he subido a Mega en pdf(http://www.megaupload.com/?d=CUDPBBPT).
bravo bravo!!!
ResponderEliminarOTRAAAAA
OTRAAAAAAAAA
OTRAAAAAAAAAAAA
una segunda parte! con boda, familia, casa....
lo que tu quieras pero escribe!!!!!!!
WOOOOW MARAVILLOSA !!!! yo tambien kiero otra !!! me encanto amo estas historias .... gracias a la escritora lo haces excelente nena :) sigue asi bueno me despido un gran saludo desde Mexico besos y no nos dejen sin historias plissss ;)
ResponderEliminar<3 alpha <3
IMPRESIONANTE historia con un final encantador y fantástico.Espero que sigas escribiendo mas historias porque lo haces genial.
ResponderEliminarMil besos y un saludo desde Barcelona(Spain)
Carmenci.
QUE LES PUEDO DECIR MAS QUE MUCHISIMAS GRACIAS POR HABER COMPARTIDO ESTA MARAVILLOSA HISTORIA CON NOSOTROS, ESTUVO IMPRESIONATEMENTE HERMOSA, REI LLORE, ME LLENO DE INTRIGAS, SUFRI.
ResponderEliminarMUCHAS MUCHAS FELICITASIONES HAN ECHO UN GRAN TRABAJO Y MUCHISIMAS GRACIAS POR TODO EL TIEMPO INVERTIDO Y POR LLENARNOS DE ALEGRIA DURANTE TODOS LOS DIAS QUE DURO LA HISTORIA. ME SUPER ENCANTO ESTOY MUY AGRADESIDA, QUE PUEDO DECIRLES PUDEN HACER UN LIBRO CON ESTE BLOG PORQUE TODAS LAS HISTORIAS SON INTERESANTE Y SEGURO TENDRAN MUCHOS SEGUIDORES
F: JESICA ALEJANDRA PEREIRA
Chicas, sois las mejores!! ;))
ResponderEliminarIntentaré un extra navideño para esta historia. Necesito unos días para hacerlo, pero en cuanto pueda lo hago, que se ve que el espíritu navideño está haciendo de las suyas XDDD.
Para una historia nueva aún me falta desintoxicarme un poco de esta :))
Ooooohhhh!! Zuki no sabes lo que me alegra leer eso, tómate todo el tiempo que necesites porque otra historia tuya sería absolutamente genial !!
ResponderEliminarPelota ;-p
ResponderEliminarhuiiiiiis , ¡lo que me ha dicho! jejejejejej
ResponderEliminarZukiiiiii, por fin me puse al día, Felicitaciones, muy bueno y me alegro mucho leer que posiblemente nos des un regalito de navidad.... anda, tranqui tu tomate tu tiempo (no vaya a hacer que con tanta presión la niña se nos acobarde) eeehhh nada, nada, tu a tu ritmo jeeejeje
ResponderEliminarUy Saggi, que aquí no puedo darle al "me Gusta" como en facebook ;)))
ResponderEliminarERES GENIAL!!
ResponderEliminarSin palabras para tan sabrosa historia, increíble...
Mis felicitaciones por tan magnífica habilidad de escribir!
Saludos y besos!
Tania, Barcelona. =D
Con perdon de las otras autoras de fics de jemma, para mi creo q es el mejor, el mas preciso en datos y tiempos y en general la historia menos ficticcia,como si realmente fuese la vida q podrian teer las dos. Definitivamente, me encanto. Un abrazo y mi animo a q sigas escribiendo. Carolina, Francia
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