domingo, 13 de noviembre de 2011

Física, Química y Piel.


Escrito por: Memo.

DERECHOS RESERVADOS®Memo.
El sonido de su teléfono celular la dejó con su frase a medias y con su dedo apuntando hacia alguna dirección en la pizarra… miró su bolsillo e hizo una mueca de disculpas a todos los presentes. Se alejó unos cuantos pasos para obtener mayor privacidad…
Emma Müller – contestó con formalidad como era de costumbre. Al escuchar la voz de su interlocutor una media sonrisa se implantó en su rostro…
Hey!!! ¿Á que se debe este milagro? – preguntó feliz de escuchar a su amigo de tantos años… a medida que la conversación transcurría, aquella cara de felicidad se transformó en una de incredulidad. – Yo no sé si puedo ayudarte! – Dijo apenada – Esa es una etapa que ya ha quedado atrás en mi vida… Es que no me siento capaz de hacerlo!!! – Gritó casi histérica mientras pasaba un bolígrafo entre sus dedos.
Notó que su tono había sido algo más fuerte de lo normal debido a que todas las personas en la sala se quedaron en silencio. Un poco avergonzada se apresuró a decir:
En este momento no puedo hablar tranquilamente – estaba volviendo sobre sus pasos para retomar su posición inicial – Mejor lo hablamos personalmente. Allí estaré, a esa hora y en ese café. Besos! – Guardó el móvil en el bolsillo y se tomó un instante para pensar en lo sucedido. Después de sacudir su cabeza, regresó a la realidad para finalizar su exposición.

Parecía que por fin todo había acabado, sólo quedaban unas cuantas personas pero la mayoría ya se había retirado… estaba realmente cansada, la mañana había sido de lo más caótica y problemática. Se sentó en el escritorio y frotó su nuca repetidas veces, su mirada se posó en un punto fijo y dejó a su mente trabajar.
Este era su momento para pensar… cuando los espacios estaban casi vacíos se sentía relajada, no existía la presión ni el nerviosismo. Ahora sólo quedaba pensar en los resultados y en los beneficios que estos traerían. Pensar en todo y en nada… Y a pesar de que las mayorías de las veces le gustaría silenciar a su conciencia, siempre disfruta los viajes por paisajes imaginarios.
Unos pestañeos más y de vuelta a la realidad, aún faltaba mucho por hacer y todavía tenía una cita a la cual acudir.
En un bar a media tarde…
Después de mirar la fachada, tomó una bocada de aire y entró. Sus ojos hicieron un paneo del lugar en busca de algún rostro familiar. Desde un rincón, una figura masculina levantaba su brazo solicitando que se acerque hasta él. De manera automática, ella desplegó su mejor sonrisa… Habían pasado 6 años desde la última vez que le vio
Se acercó lo más rápido posible y él la estrechó en un abrazo algo torpe. No pudo evitar que sus ojos se llenaran de lágrimas, aquellos días que parecían tan lejanos estaban más cerca que nunca, los recuerdos se agolparon uno a uno en su mente.
Mírate… Estás preciosa!!! – afirmó mientras la invitaba a tomar asiento.
Y tú estas igual a la última vez que te vi – dijo a la vez que lo señalaba con sus brazos dando a entender de lo que hablaba – Por lo visto el tiempo no ha pasado para algunos…
Ni para otros tampoco – sentenció con un guiño de ojo.
Las horas volaban entre anécdotas graciosas, recuerdos de infancia y nuevas experiencias…
Era casi la hora de la cena cuando Emma tomó noción del tiempo.
- Uy!!! Se a hecho tardísimo – consultó la hora en el reloj y comenzó a recoger sus pertenencias de la mesa
- Espera!!! No has respondido a mi propuesta – ella dejó rápidamente el bolso apoyado en su regazo y se quedó mirándolo fijamente mientras sopesaba los pros y contras.
- Mmm… Lo lamento pero no puedo aceptar. Hace mucho que lo he dejado, no sé si funcionaría.
- Pero si te lo ofrezco a ti es porque estoy seguro de que podrás hacerlo, además no teng… – ella levantó su mano pidiendo silencio
- Escucha – pidió casi implorando – Una cosa es hacerlo como hobbie y otra, muy distinta, es trabajar a nivel profesional, lo que me estás pidiendo es una locura y una falta de respeto para todos aquellos que sí se ganan la vida haciendo esto – miró a su amigo que había quedado con la boca abierta – deberías encontrar a alguien con más experiencia. Lo siento.
Emma se colgó el bolso al hombro mientras veía la expresión de derrota de su amigo…
Espera!!! – la tomó de la mano e hizo que se sentara nuevamente – Yo sé que esto parece una locura y es lógico que no lo entiendas pero es que no confió en nadie más – la miró con ojos llenos de suplica – Además podrías ocupar el cargo solo hasta que encuentre a otra persona – apretó su mano pero ella movió la cabeza levemente negando – Y cobrarías una suma importante…
Él se reclinó sobre la silla esperando su reacción, sabía que no tardaría en llegar… esta era la última ficha que le quedaba por mover. No estaba seguro de que con Emma funcionara pero por lo que había averiguado sabía que el dinero le vendría bien para sus proyectos, pero ella no era de esas personas a comprar. Por eso la cuestión monetaria la había dejado como última opción, pensó que era mejor ofrecer un trabajo bien pago que hacer una compra casi directa.
- Qué te hace suponer que necesito dinero? – preguntó algo molesta…
- Todo el mundo lo necesita – dijo como si tal la cosa – Y no esta mal sacar algún dinerillo extra de un trabajo simple
- Trabajo simple??? – preguntó no entendiendo bien
- Si de lo más simple… con horarios flexibles, con autonomía y lo más importante, con mi apoyo incondicional – dijo con una sonrisa cómplice.
- Es que no sé!!! – mirando hacia todos lados en una clara expresión de duda mezclada con nerviosismo.
- Por qué no hacemos lo siguiente… te vienes conmigo algunos de estos días a la academia y ves como funcionan las cosas. Y después tomas tu decisión!!!
- Esta bien pero si no me gusta, me voy – le advirtió con el dedo.
Los dos soltaron una carcajada, definitivamente parecía que el tiempo no había pasado, no al menos para ellos dos ni para su amistad. Después de acordar la hora y la fecha para su próximo encuentro cada uno dejó el bar con rumbo a sus hogares.
Miró nuevamente la tarjeta que tenía en la mano y el edificio que estaba en frente tratando de corroborar la numeración… Sí definitivamente ese era el lugar. Lo miró una vez más y pensó que el lugar parecía de todo menos una academia de baile y canto. No había ni un solo cartel que lo confirmara, era más bien una casona de fachada antigua. Caminó hacia la entrada y se preguntó si había hecho bien en presentarse ese día, todo estaba tan sereno. Lo que más llamaba su atención era la desolación de lugar, no había coches aparcados, no se escuchaba música y lo más importante: no había indicio alguno de alumnos. ¿Qué clase de lugar era este?
Un gran portón de hierro la separaba del lugar, lo miró en toda su magnitud en busca de un timbre o algo que la comunicara con el interior de la academia pero no lo encontró. ¡¿Cómo se suponía que entraría?! Se alejó unos pasos hacia atrás para obtener una vista panorámica… murallas de cemento y un enorme portón, parecía la fortaleza de un castillo. Pensó que quizás se había equivocado, cuando estaba a punto de irse alguien abrió el portón desde adentro.
- Entras? – preguntó una joven de unos 17 años de edad mientras sostenía el picaporte
Eh… Si… Si… gracias – responde abrumada, pues la aparición la había tomado por sorpresa.
Intercambió una sonrisa tímida con la chica y entró por fin.
Pudo ver a unos 10 metros de distancia, en frente de la puerta de entrada, un grupo de chicos discutiendo o al menos eso deducía por el tono elevado de su voz. Otra cosas más por la que no estaba segura para aceptar, hacia años que no trataba con jóvenes no estaba confiada de que ella tuviera el poder suficiente para dominarlos. De aceptar la propuesta ese sería su mayor reto, negó con la cabeza y comenzó a avanzar.
Llegó hasta el pequeño tumulto que en este momento en vez de discutir estaba planeando una salida para el fin de semana. ¡Adolescentes! Tan cambiantes como el viento – pensó para si misma.
- Buenas tardes – el grupo de inmediato giró a verla – Estoy buscando a Bodo Wilhelmsen, podrían decirme si se encuentra dentro…
- Está dentro pero hoy no tiene ánimos para hablar con nadie o al menos esa fue la excusa que nos puso a nosotros – dijo un chico con algo de desagrado que inmediatamente fue amonestado por un codazo en el pecho de unas de sus compañeras – Auuu pero qué haces???
- Esta dentro, en su oficina… si quiere hablar con él ahí lo puede encontrar – respondió amable
Los miró unos segundos a todos, no parecían malos chicos, sólo eran adolescentes no hijos del demonio. Sus caras llenas de acné, se sonreían por cualquier cosa… muy típico de su edad – Gracias – contestó mientras hacia un gesto con la cabeza como dando a entender que iba a entrar.
- De nada – otra vez, la niña amable.
Lo que encontró al cruzar la última puerta si era la contraposición de lo que había visto anteriormente. Música, gente y… café. Apreció que las personas eran de edad variada y que los grupos no estaban divididos por edades – Qué clase de lugar era este??? – se preguntó como por enésima vez – Esto parecía más una cafetería que cualquier otra cosa. Sillones y butacas para sentarse, mesas y la decoración era tan psicodélica que casi no le dejaba abrir los ojos. ¿Qué hace Bodo en un lugar así? – sin darse cuenta se quedó parada en el medio del pasillo mirando la alta gama de colores que el lugar tenía.
- Me permites pasar – alguien tocó su hombro haciéndola mover de su lugar
- Ha sido mi culpa – se corrió todavía más hacia el costado dejando por fin libre la entrada.
Suspiró y apoyo la espalda levemente en la pared, la situación la estaba cansando. Encontrar a Bodo en este lugar se podía comparar con buscar a una aguja en un pajar. Y como ella era una persona resolutiva no lo pensó más, sacó el celular y lo llamó.
- Si?
- Estoy aquí ven a buscarme…
- Aquí, en donde?
- En la cafetería más colorida de toda Alemania, creo que de todo Europa. – Mostró toda la ironía que pudo.
- Creo que ya sé donde estás!!! – Respondió alegremente omitiendo el comentario de su amiga – No te muevas de ahí, bajo a buscarte.
Apenas colgó el teléfono, miró la hora instintivamente y cruzó los brazos sobre su pecho en una clara muestra de resignación e incomodidad. Miró hacia arriba y vio el techo blanco inmaculado, sonrió, le parecía una broma que el único color que fuera aceptable a sus ojos se encontrará dos metros por encima de su cabeza. Definitivamente el lugar no había sido pintado por Miguel Ángel!!!
Escucho que alguien pronunciaba su nombre a lo lejos, se escuchaba como un eco… miró alrededor buscando el rostro de aquella voz, pero no lo encontraba. ¿Si no conocía a nadie en el lugar cómo era posible que alguien supiera su nombre? De seguro llamaban a alguien más. Se tranquilizó con esos pensamientos lógicos y tomó su antigua posición.
- Emma!!!!!!!!! Emma!!!!!!!!! – De un salto se puso firme, rápido movió la cabeza hacia todos lados – Emma!!!!!!!! Emma!!!!!!!! – Escucho por segunda vez más fuerte aun que la primera.
Pero que demonios?!?! Pensó y la respuesta llegó inmediata: Bodo estaba en la otra punta del salón a los pies de una escalera gritando a toda voz su nombre. Sintió como todos los pares de ojos que estaban en el lugar voltearon a verla y como desde los pies comenzaba a avanzar una oleada de calor que recorrió todo su cuerpo hasta instalarse en sus mejillas. Vergüenza.
El silencio que se produjo la aturdía, odiaba llamar la atención y sabía que en este preciso momento todos estaban observándola. Tomo aire, se agarró fuerte a la tira de su bolso e inventando su mejor sonrisa camino al encuentro con su amigo. Mientras caminaba apresurada entre las mesas y algunos sillones podía escuchar a las personas murmurar y eso no hacia más que aumentar el color rojo que llevaba en el rostro.
- Hey!!! – Bodo la recibió con un gran abrazo elevándola algunos centímetros del suelo. La sostuvo entre sus brazos por un tiempo prolongado.
- No te parece suficiente??? Todo el mundo nos esta mirando!!! – Emma ya había excedido la cuota de ridiculez por el día.
- Y qué importa si no estamos haciendo nada malo!!! – La bajó al suelo nuevamente – Si no te conociera lo que te conozco podría asegurar que te mueres de la vergüenza!!! – rió al ver la cara de su amiga.
- Deja de torturarme de una vez y sácame de aquí!!! – chilló mientras clavaba la vista en el suelo
- Lo que la reina diga – estiró el brazo y se lo ofreció para escoltarla por las escaleras – Me permite señorita??? – Emma miró el brazo y después la enorme sonrisa de su amigo, estaba convencida que todo esto lo estaba haciendo a propósito, de esta manera era él y a veces llevarle la contraria traería peores consecuencias.
- Eres un payaso!!! – dijo sonriendo y tomando el brazo mientras subían escaleras arriba.
El primer piso se adaptaba más a la concepción que Emma tenía de una institución educativa, un largo pasillo lleno de puertas. Aulas que seguramente tendrían alumnos y profesores. Mientras Bodo hablaba algo con respecto a la cafetería y de lo ricos que estaban los pastelillos que allí vendían, los ojos de ella se dedicaban a recaudar la mayor información posible capturando cada imagen que veía a través de una puerta abierta.
- Esta es mi oficina, dudo que te pierdas la próxima vez. Primer piso, por el pasillo hasta el fondo – con el dedo índice señaló la placa de la puerta que decía: “dirección”. Abrió y le permitió el paso. – Siéntate – ella agradeció con un gesto de cabeza mientras tomaba asiento.
- Bueno… Ehhh – no sabía muy bien lo que tenía que decir, quizás dar su opinión con respecto a la cafetería no fuera la conversación más adecuada para el momento, por no hablar de las dos personas que se cruzaron en el pasillo y la miraron de manera despectiva. Bodo era su amigo de infancia, merecía más que un voto de confianza – ¿Cómo llegaste a ser director de este lugar? – preguntó para entablar una conversación.
- Bueno… A decir verdad esa fue la parte más fácil – dijo mirando la oficina, como admirando cada una de las cosas que en el habitáculo se encontraban – La directora anterior tuvo que renunciar, en realidad más que renunciar, tuvo que dimitir – afirmó con una leve sonrisa casi nostálgica – el puesto quedó vacante y ya sabes como son estas cosas…
- Claro – dijo ella asumiendo el comentario – ¿Qué sería de un barco sin capitán?
- Exacto – reafirmó con la cabeza – y lo demás es historia: nadie quiso el puesto por la responsabilidad que el mismo conlleva y bla, bla, bla… Y aquí estoy, el director más joven que esta academia ha tenido…
- Entiendo
- Pero estoy seguro que no has venido a escuchar esta historia – abrió un cajón y sacó unos papeles que luego puso sobre la mesa para que Emma los leyera. – Esto es lo que te puede interesar – Emma tomó el papel entre sus manos – Es un…
- Contrato de trabajo – pasó página hasta la última – firmado por el director, o sea, tú… – Emma pronunció la última palabra como un suspiro, estaba demasiado concentrada en lo que tenía entre manos.
- Antes de que decidas nada… Quiero que veas algo – Bodo sabía que debía ser rápido, eran años de conocerla, Emma ante la duda siempre tenía un no por respuesta. – Ven – Ella levantó la vista del contrato para ver como su amigo le tendía la mano. – Debo trabajar y tú podrás mirar todo lo que quieras, así puedes tomar una decisión sin arrepentirte.
El viaje no duró mucho, entraron en la puerta contigua a la oficina de la cual venían. Sólo 10 alumnos sentados en círculo tocando la guitarra, la mayoría de ellos muchachos. Se quedaron al lado de la puerta para no molestar, la melodía atravesaba los oídos de Emma, para ella era innegable que la música estaba en su sangre, que corría por sus venas y moría en su corazón. Se sintió más adolescente que nunca, la misma sensación que a los 18 años cuando la música lo era todo.
- Esta clase no es muy popular – Bodo comentó a su oído – No es porque el profesor sea malo – Señaló al hombre que estaba en frente de ellos – sino porque varios lugares ofrecen clases de guitarra y a precio más bajo que esta academia. Ella asintió con la cabeza. – Continuemos – saludó al profesor que respondió con su cabeza y una gran sonrisa, dado a que sus dedos estaban en el instrumento.
- Todo este piso, esta dedicado a los instrumentos musicales – comentó mientras caminaban – todos los instrumentos que puedas imaginar: Piano, violín, violonchelo, flauta traversa, clarinete, etc.
- Todos instrumentos de cámara??? – Ella preguntó
- Nop – Respondió abriendo otra puerta. Emma saltó cuando escuchó los estallidos de los platillos de las baterías y Bodo no pudo evitar reírse – Potenciales a rockero.
- Ah… – Tenía la mano apoyada sobre su oído izquierdo.
- Mejor vamos al próximo piso, quizás sea más compatible contigo.
- ¿Con cuantos profesores cuentas? Por todo lo que aquí se enseña deben ser bastantes – preguntó mientras subían escaleras arriba
- Con unos 40, más o menos. En la plantilla permanente tengo sólo 30 – contestó pensando si los cálculos estaban bien hechos.
- Son pocos – Afirmó ella sin dejar lugar a la duda
- Eso tiene explicación – le sonrió y dio un pequeño toque en su nariz – Muchos de los profesores no sólo enseñan una cosa, es más a veces tienen mas de 4 clases distintas. – Vio que Emma le miraba sin comprender – Verás es requisito indispensable en esta academia que los profesores sepan al menos 2 actividades de las que la currícula del establecimiento ofrece – Emma le miraba atenta – Eso permite hacer una suplencia. Como por ejemplo yo – se señala con la mano – doy clases de guitarra y de canto.
- Ah, es un buen sistema para cubrir faltas de los profesores
- Si que lo es – abrió otra puerta – Ballet
Toda la habitación estaba espejada, una barra a un costado y como 15 alumnas mujeres y un solo varón. No es que el ballet fuera de mucha aceptación masculina, ella lo sabía. Así que le asombró ver a un solo valiente en esa sala. Eso provocan las pasiones, nos hacen olvidar de lo malo de la vida a cambio de unos cuantos minutos de satisfacción. Se preguntó cuantos comentarios agraviantes debía recibir aquel muchacho sólo por sentir la liberación máxima al interpretar una pieza de baile.
- No es gay – le comentó Bodo a su oído
- Qué? – Estaba en sus propias cavilaciones
- No es gay… sólo es un gran bailarín – cerró la puerta.
Ella le sonrió y continuó caminando.
- Este es el piso de…
- Baile – dijo sacando la palabra de la boca de su amigo – No hace falta ser Einstein para notarlo – sonrió – y puedo apostar mi vida a que el piso de arriba es el de canto – sonrió más abierto aún – lo que más me interesa.
- Sabes??? – Bodo se acercó a ella – A veces eres de lo más irritante – Estaban bastante cerca.
- Y tú de lo más predecible – Ella se abrazó a él riendo, así solían hablarse cuando eran niños.
- Rgrgrrrg – Alguien aclaró la garganta – Lamento interrumpir pero necesito que firmes estos papeles – dijo un chico de unos 30 años que no despegaba sus ojos de Emma. Emma ya tenía su característico rubor en las mejillas y había bajado la vista al suelo mientras colocaba su flequillo tras la oreja. Bodo lo noto así que decidió resolver rápido el asunto.
- Aquí tienes, Ben – Firmó sin mirar.
- Ok – Pero Ben se quedó como esperando una presentación
- Algo más??? – Preguntó Bodo con desagrado al notar que Ben sólo miraba a Emma
- No!!! Nada más… eso era todo. Adiós – Ben se alejó.
- Ese es el profesor de piano y de teclado – dijo mientras apoyaba la mano en la espalda de su amiga para continuar con su Tour.
- Parece que no te llevas bien con él – Su voz sonó bastante baja
- No es personal… es que diferimos en algunos aspectos de la dirección de la academia, nada más – sonrió
- Eso a mi me parece personal – detuvo su andar para mirar a su amigo directo a los ojos – pero son tus asuntos y no voy a entrometerme… es sólo que no entiendo como a alguien le puedes caer mal – tocó la nariz de Bodo y continuó caminando.
- Aquí estamos… el piso de canto – pudo notar como a Emma le brillaban los ojos, quizás no aceptara el trabajo pero eso realmente ya no importaba. Ahora estaba concentrado en el sentimiento que escapaba por los ojos de Emma.
- Continuamos??? – Ella le preguntó a Bodo que había quedado anclado al suelo
- Creo que lo mejor va a ser que yo te espere aquí – Emma estaba a punto de hablar – Shhh… No quiero influenciarte de ninguna manera – tomó las manos de ellas entre las suyas – Esta es tu decisión no la mía… Quiero que estés aquí pero también quiero que sea por decisión propia… así que adelante.
Se soltó de las manos de su amigo con un último apretón, caminó hacía delante y entró en la primera puerta que vio. Bodo seguía uno a uno sus pasos, quizás él algún día encontraría el valor para decirle que la dirección del lugar no es tan fácil como parecía, que el trabajo se hace mucho más complicado si no cuentas con el apoyo de tus colegas, quizás algún día podría decirle su verdad.
La puerta se abrió nuevamente dando paso a Emma, que se quedó apoyada en la pared. Estaba con cara de terror…
- Qué paso??? Alguien??? – se calló al ver que Emma negaba con la mano pero no emitía palabra – Emma???!!!
- Es que en esa aula no hay nadie!!! – Y sin poder evitarlo los dos rompieron a reír.
Se aproximó hacia otra puerta, esta vez abrió un poco para asegurarse de que su esfuerzo no es en vano, la cerró, se giró y levantó el dedo pulgar hacia arriba para indicarle a Bodo que esta vez si vería algo. Una vez adentro sus ojos se debatían sobre lo que debían mirar, todo lo que estaba pasando la maravillaba, parecía tan ajeno y cotidiano a la vez. La escala que estaban interpretando los alumnos junto al piano era un ejercicio que ella había realizado ciento de veces.
Podía reconocer una a una las notas, tiempos y compases con los ojos cerrados… recordó en aquel momento cuando su padre le decía que hay cosas que son para toda la vida, que son constantes y por más que uno se esfuerce por cambiarlas jamás lo logrará… Se preguntó si todos estos años lejos de la música había dejado de ser música o si solamente se estaba escondiendo. Miró uno a uno a los alumnos y en ellos encontraba retazos de lo que un día había sido su vida.
Escuchó las voces de los alumnos, algunas eran realmente buenas y a otras faltaba pulirlas un poco pero con esfuerzo serán iguales o mejores que las voces más trabajadas. Sonrió irónica, era obvio que este sitio no recibía a cualquier tipo de personas, cada uno de ellos tenía un color de voz distinto, algo en la tonalidad que los hacía interesante y destacados. Agachó la cabeza y se dispuso a salir.
- Y qué piensas? – le preguntó apenas llegó a su lado.
- Eh… Creo que tienes unos alumnos excepcionales – miró al pasillo en todo su esplendor y acotó – Todos ellos ya son cantantes…
- Esos… sí porque son los del último año, este año se gradúan – miró a ningún lugar – Han hecho un gran trabajo con ellos – otra vez la nostalgia invadía a Bodo.
- Quien? – Preguntó con curiosidad
- La señorita Vogel
- La señorita Vogel???
- Si – dijo perdido en sus propios pensamientos
- Y quien es la señora Vogel??? – la falta de información la estaba desesperando
- Señorita Vogel – la corrigió rápidamente
- Bodo!!! – dijo perdiendo la poca paciencia que le quedaba
- Emma!!! – responde haciéndole burla
- Está bien – se cruzó de brazos y comenzó a caminar dando a entender que no iba a preguntar más
- Era la directora anterior – llegó a su lado – Todos aquí la querían mucho, sobre todos los profesores más antiguos….
- No lo entiendo – dijo sin más y a la espera de más aclaraciones
- Que no entiendes??? – preguntó cuando comenzaron a subir otra escalera
- Si ella era tannn querida… Cómo es que tuvo que dimitir a su puesto???
- Eso es una larga historia… que por lo menos amerita como una hora de charla
- Vaya!!! –contestó irónica – Entonces ha de ser bastante interesante lo que fuera que hizo la señora Vogel. No puedo esperar a que me lo cuentes – se llevó una mano a la boca fingiendo estar ansiosa
- Primero, muy graciosa… ja-ja-ja – su amigo se burló – y segundo es SE-ÑO-RI-TA VO-GEL – marcando una a una cada sílaba.
- Lo que me faltaba – se quejó y paró en seco cuando oyó la música que salía de una habitación – Eso es Madonna??? – preguntó mientras clavaba los ojos sobre la puerta de la cual provenía el sonido.
- No!!! Eso – apuntó a la puerta que Emma miraba – es una puerta y lo que hay detrás de ella no es Madonna sino una alumna que esta interpretando un tema de Madonna – rió mientras veía como la rubia comenzaba a hervir de la ira
- Eres muy listo – le regaló su sonrisa más falsa
- No más que tú, mi querida amiga – abrió la puerta
Ese lugar era distinto a todos los que había visto hasta el momento, en el había por lo menos 50 personas y todavía quedaba mucho lugar para ocupar. De frente a ellos un gran escenario y en el medio del escenario una adolescente que estaba cantando un clásico de Madonna mientras hacía una coreografía acompañada de unos doces bailarines más. No era un play back, esa era la voz de la niña y lo que más llamó su atención era la similitud que tenía con la de la reina del pop.
- Es una de nuestras mejores alumnas, baila y canta como los dioses – dijo Bodo a su oído – Acerquémonos más para verla mejor
- Ok – dijo ella sin sacar los ojos del escenario y comenzando a caminar guiada por la mano de Bodo apoyada en su espalda.
Mientras caminaban Emma podía escuchar a Bodo saludar a algunas personas que estaban alredor, también escuchó murmullos pero esta vez poco le importaban, aquella jovencita que tenía en frente había ganado toda su atención. Pararon al frente del escenario para tener las mejores de las vistas. Emma llevó los brazos atrás de su espalda y tomó la posición más firme que encontró. Bodo se colocó a su lado y como ya era costumbre por el día apoyó su mano en la espalda de su amiga.
- Es uno de los mejores trabajos que has hecho… Debes sentirte muy orgu… – se vio interrumpido
- Quien es esa??? – los venía siguiendo con la mirada desde que cruzaron la puerta
- Quien??? – tan solo extrapoló la dirección de la vista de su acompañante para comprender de que hablaba – No tengo idea pero los he visto hace unos momentos abrazados en un pasillo – dijo mientras bebía de su copa.
- Quien crees que sea??? – preguntó insistiendo otra vez
- No sé – Ben fijó la vista nuevamente en ellos – A lo mejor es su novia – bebió un sorbo más – o alguien que tiene problemas de equilibrio… Yo que sé!!! – terminó la copa de un sorbo.
- Problemas de equilibrio??? – Preguntó con incredulidad
- Si!!! O es que a caso no observas como la sostiene por la espalda – abrió la boca y los ojos para indicar la obviedad
- Jajajajaja… Tienes cada cosa – agarró su vientre que dolía de tanto reír.
La canción terminó y todos aplaudían, todos menos Emma.
- Qué pasa, no te gustó??? – Bodo observaba que estaba a la expectativa
- No!!! – se despertó de su sueño – si!!!, quiero decir que si me ha gustado – todavía tenía los ojos sobre el escenario y sobre aquella chica que ahora estaba siendo saludada por los bailarines
- Pero??? – él también miró a la cantante
- No sé – ella miró a los ojos azules que tenía al lado – No sé… es como si estuviera sobre-exigida… su voz tembló más de una vez… ella tiene dificultadas para respirar – asintió con la cabeza, pues ese era su diagnóstico.
- Dificultades para respirar??? – él, obviamente no había notado lo que Emma – Crees que tiene algún problema físico? – el miedo se apoderó de él por un momento
- No… creo que algunos pasos de la coreografía aprietan demasiado su diafragma…
- Qué??? – preguntó Bodo
- Lo que he dicho – bajó el tono de voz
- Y que se puede hacer con eso, Profesora Muller??? – Preguntó a su oído para que nadie los escuchara
- No me llames así – dijo entre dientes – Sólo alcanza con bajar un tono o cambiar la coreografía – estaban casi susurrando.
De pronto Bodo comenzó a caminar hacia el escenario. Emma le seguía con la mirada y rápido cayó en la cuenta de lo que su amigo se proponía: iba a realizar los cambios que ella había sugerido. Le vio darle las indicaciones a la cantante y a la misma aceptar sin reproches. Esa sería la parte buena de ser director pensó, todos obedecen sin rechistar. Unos minutos más y su amigo estaba de vuelta a su lado.
- Ahora la interpretaran con tus indicaciones – otra vez al oído dado a que no quería incomodarla. Ella sólo asintió con la cabeza
- Por qué están preparándose de nuevo??? – vio como se bajó el telón y las luces se apagaron
- Parece que el “director” le ha encontrado un pequeño detalle a la presentación… como a todas las cosas – acotó para que nadie se alarmara. Las luces se encendieron y el espectáculo comenzó otra vez.
- Le ha bajado un tono o me parece??? – no podía dejar de escuchar a la cantante para corroborar si estaba en lo cierto
- Sip… Lo ha hecho – respondió a las dudas de su acompañante – y lo peor de todo es que esta vez no se ha equivocado… suena mejor que antes – sonrió con pena pues no había mucho más para hacer, hasta la propia cantante se veía más reconfortada – lo lamento…
- No ha sido él – dijo con la rabia escapando por sus ojos – ha sido ella – la señala con la barbilla.
- No lo creo – ahora los dos miraron hacia Emma que se mantenía en su posición inicial – No crees que estaría algo contenta por el logro, en vez, de estar parada como un soldado???
- No lo sé – sus ojos se clavaron en la rubia de nuevo mientras soltaba un largo suspiro. Estaba segura de que ella era quien había recalcado y enmendado su error, una completa desconocida había superado su trabajo de meses en solo cinco minutos. ¿Qué se suponía que debía pensar al respecto? – Quiero hablar con él – dijo mientras camina hacia su encuentro
- Espera – le agarró los hombros, los dos frenaron – Ten cuidado con lo que vas a decir – advirtió Ben – Todavía no sabemos como han sido las cosas – se escapó de sus manos.
- Sé lo que hago – dijo con superioridad.
Avanzaba a paso decidido sin quitarle la vista de encima, sonríe, jamás había visto a su jefe tan protector con alguien. ¿Qué tenía ella de especial? Cuestionó mientras veía a los labios de Bodo acercarse lo más posible al oído de ella.
- Bodo… – sonrió de una manera agradable y a la espera de su atención
- Hey – tanto él como Emma habían sido tomados por sorpresa y rápidamente levantaron la vista. Emma apagó la sonrisa poco a poco mientras se movía unos centímetros hacia atrás para dejar más espacio entre ellos – Has hecho un trabajo estupendo – dijo con sinceridad
- No creo que haya sido de esa manera – clavó los ojos en Emma por primera vez y no pudo evitar apretar un poco la mandíbula en la última frase, de a ratos la bronca se apoderaba de su cuerpo. Emma miraba hacía el escenario con una media sonrisa en la cara, estaba aparte de todos. Se notaba que la conversación no le interesaba.
- Por qué dices eso??? – Bodo levantó un poco la voz para asegurarse que su receptor la estaba escuchando, pues la miraba a Emma no a él.
- Bajaste un tono – y esta vez sus palabras llamaron la atención. Ahora todos la miraban, incluso la rubia que tuvo el atrevimiento de dejar escapar una sonrisa fugaz y espontánea.
- Eso es cierto… yo… – bodo miró a Emma por un segundo y continuó – eh… ella tenía problemas para respirar – era lo que se acordaba que Emma le había dicho anteriormente – y no eran problemas del tipo físico… no, no – Emma rodó sus ojos, pues lo que estaba escuchando era una de las mayores estupideces – Así… que decidí bajarle un tono – miró a Emma abriendo mucho los ojos como pidiendo auxilio pero ella contestó afirmando con su cabeza.
Todos se quedaron callados, cada uno en sus propios pensamientos.
- Perdona – Todos lo miraron hacia Ben – Soy Ben – estiró su mano a modo de saludo y para romper un poco el hielo – ¿Cómo te va?
- Emma Müller – contestó haciendo una leve presión en la mano de Ben – Encantada – con la mano en la misma posición giró un poco su cuerpo para saludar al acompañante de Ben.
- Jennifer Hartmann – estiró la mano algo torpe pero pudo llegar al fin. El tacto de Emma era glacial y lastimaba a su piel que de alguna manera extraña estaba ardiendo, quizás de impotencia. Jenny la miró a los ojos sin soltarse del saludo. Una mirada de lo más ambigua, una mezcla perfecta entre timidez e inocencia que iba a juego con el color marrón verdoso de los ojos. Rápido se desprendió del saludo – Encantada
- Igualmente – hizo un intento de sonrisa mientras acomodaba su pelo detrás de su oreja.
- Podríamos ir a la cafetería a celebrar este triunfo – ofreció Bodo
- No puedo – se apresuró a decir Jenny. Para ella esto no calificaba como un triunfo si no más bien como todo lo contrario – Tengo cosas que hacer… Quizás en otra ocasión – se disculpó.
- Qué dices Emma… Te vienes a tomar algo con nosotros??? – Jenny la miraba con expectativa.
- No… gracias, en realidad ya es tarde y debería volver a casa – señaló su reloj pulsera. – Tengo trabajo atrasado
- Oh, eso es una pena!!! Cosas como estas no ocurren todos los días… – Observó que Jenny estaba totalmente fuera de la conversación – No es así Jenny???
- Qué??? – cerró fuertemente sus ojos, para volver a enfocar – Claro – Dijo sin pensar.
- Bueno… – Bodo notó como el ambiente estaba cada vez más cargado, todavía no entendía que era lo que ocurría pero conocía a Jenny, lo bastante bien, como para presuponer que algo la enfada. El brillo acumulado en sus ojos azules no era un buen presagio, como así tampoco lo era la leve presión en la mandíbula y las manos semi-apretadas. – Otra vez será!!!
- Si!!! Definitivamente – Jenny clavó sus ojos en Emma
- Vamos – Dijo Bodo a Emma – Te acompaño a la salida.
- Ok – Respondió ella con una sonrisa que no pasó desapercibida para nadie. – Adiós – Se despidió y se alejó junto a Bodo.
- OH, OH… Eso ha sido de lo más raro y formal – Dijo Ben.
- Si… – Respondió mientras los miraba alejarse – Pensaba que la gente había dejado de saludarse de esa manera el siglo pasado…
- Perdón???!!! – Ben la miraba anonadado
- Qué??? – Preguntó mientras levantaba los hombros, como si no entendiera de lo que le hablaba su amigo.
- Jennifer Hartmann??? Encantada??? – Ben hizo una representación irónica del saludo mientras Jenny rodaba sus ojos al verlo – Tú – la señaló – Te has puesto a su nivel, te has mostrado más británica que nunca!!! Sólo te ha faltado una reverencia!!! Y por no comentar tu comportamiento…
- De qué hablas??? – Preguntó entrando en la discusión
- Hablo… de que a pesar de que fuiste muy cordial no pudiste controlar la bronca – la miró a los ojos – le has demostrado que estabas desconforme con la situación
- Es no es cierto!!! – Dijo otra vez con rabia
- Ahí vamos otra vez – La señaló con el dedo – Se ha notado… por más que tú no lo quieras ver – Jenny pensó las palabras de su amigo por unos instantes, la verdad es que no había sido para nada disimulada, esta vez había ganado el recelo. Odiaba admitirlo pero había sido de esa manera – Te jodió que haya superado tu trabajo y tanto te jodió, que te pasaste las felicitaciones del director por donde ya sabes. No deberías tomarte tan personal – la agarró de brazo para poder lograr que ella lo mirara a la cara
- No deberías meterte en mis asuntos – se miraron a los ojos por un instantes como desafiándose –No voy a hablar más del tema – con algo de fuerza, quitó su brazo de las manos de Ben y comenzó a caminar.
- No es conmigo con quien estás enojada – Ben le gritó, pero ella continuó su camino obviando todas las palabras.
En el despacho de Bodo…
- Creo que no les caigo bien a tus amigos – dijo sonriendo – lo lamento…
- No te disculpes… con que me caigas bien a mí, basta y sobra… Aquí lo tienes – le entregó el contrato.
- Gracias – lo abrió nuevamente y comenzó a leerlo.
- Desde cuando te importa lo que piense la gente??? – La vio sonreírse con malicia
- No me importa – levantó la vista – es sólo que… – lo pensó algunos segundos – nada… No es nada – y bajó la vista nuevamente.
- Vamos, dímelo
- No tiene importancia – negó con la cabeza.
- Es por Ben??? Por lo que pasó en el pasillo???– preguntó para ver si acertaba – Yo puedo decirle que no saqué conclusiones apresuradas, que entre tú y yo sólo hay una amis…
- No!!! No… Eso me tiene sin cuidado… es sólo que…– Pensó bien sus palabras – no sé… La chica… – buscaba en su memoria el nombre.
- Jenny – ayudó su amigo
- Jennifer… parecía… algo molesta. – Concluyó – Creo que no ha sido buena idea realizar los cambios…
- No te preocupes por ella – dijo para quitar importancia al asunto – la mayoría del tiempo es inofensiva.
- Si tú lo dices – Rápidamente bajó la cabeza al contrato.
- ¿Qué dices? ¿Lo tomas o lo dejas? – le alcanzó un bolígrafo.
El despertador sonó pero ella ya estaba despierta, nunca fue de mucho dormir y menos cuando tenía tantas cosas por hacer. ¡Ansiedad!. Salió de la cama y se dirigió hasta el cuarto de baño, al mirarse al espejo se dio cuenta de que su cuerpo estaba exhausto. Palpó su pómulo, ahora era más prominente y eso era debido a la pérdida de peso, peso perdido por la mala alimentación… a veces era demasiado el trabajo que apenas quedaba tiempo para comer. Estaba más delgada, no había duda, lo que para los ojos ajenos era embellecimiento para ella era una falta proteica y vitamínica que debía ser solucionada inmediatamente.
En menos de media hora estaba lista para salir al exterior… estaba en la cocina cargando los últimos papeles que necesitaba para el día laboral – Mierda!!! Casi lo olvido – y salió corriendo hasta la biblioteca. Buscó en la parte más abandonada del mueble un libro. Cuando lo tuvo en las manos lo sacudió un poco para quitarle el polvo – Debería limpiar aquí – lo guardó en su bolso y salió por fin de su casa.
Casi entrada la tarde, estaba de nuevo parada frente al portón con el mismo problema de antes… ¡no tenía idea de cómo era que se abría! Llevaba 15 minutos de retrazo y eso no era nada bueno, menos si empiezas a trabajar ese mismo día. – Lo que faltaba – dijo jadeando y toda colorada por la carrera que traía. Se agarró la cabeza con las manos sin dejar de mirar hacia la puerta - ¿Cómo es posible que no haya un timbre o algo? Mierda…
- Está abierta – escuchó que alguien decía a sus espaldas – Siempre está abierta por esa razón no tiene timbre.
Se giró – Gracias – y vio a unos ojos grandes y azules mirarla sin recato. El movimiento ocular la llevaba a deducir que la estaba observando de arriba abajo, era algo comprensible, debía estar hecha un desastre, uno no suele verse bastante bien después de correr 10 cuadras – Gracias – dijo nuevamente y exhaló el último gran suspiro antes de lograr controlar la respiración.
- ¿Un día agitado? – preguntó con doble sentido mientras abría la puerta, dado a que Emma parecía no tener la menor intención de hacerlo.
- Algo – contestó mientras la seguía. A Jenny le sonó tan simple que se giró a mirarla, se le estaba quitando lo rozado de las mejillas y ahora caminaba distraídamente mirando hacia arriba mientras una mano sujetaba su bolso y la otra se resguardaba en el bolsillo de su pantalón. Jenny giró nuevamente y sonrió, si hubiera sido un chico él que estuviera caminando tras ella, lo más posible y casi de seguro, estaría mirando su trasero y si hubiera sido una chica estaría mirando su bolso, así eran la mayoría de las personas en este lugar y pocos admiraban la belleza arquitectónica del edificio.
- Vienes a visitar a Bodo??? – se paró antes de girar el picaporte de la puerta de entrada a la cafetería y volteo a mirarla una vez más.
- Si – dio el último paso y se detuvo para no provocar una colisión entre sus cuerpos – Tengo que hablar algunas cosas con él – entrecerró los ojos porque la luz del sol la lastimaba. Jenny esta vez los percibió transparentes, un verde marrón claro llegando a dorado y no pudo evitar que una sonrisa se le escapara.
- Te lo recuerdo por si lo has olvidado… Primer piso, pasillo hasta el final – y entraron a la cafetería.
- Gracias – e hizo un gesto con la cabeza – que tengas una buena tarde.
Jenny no respondió sólo se dedicó a mirarla mientras pasaba entre la gente… Quizás si era la nueva novia de Bodo, es la segunda vez que viene a visitarlo, pensó. Esta vez si se había comportado respetuosamente, había actuado relajada y no había mostrado ningún indicio de estupidez… Es una pena que Ben no lo haya visto – pensó.
- Quiero que hablemos de trabajo – dijo mientras apoyaba su taza de café en una bandeja que se encontraba sobre el escritorio.
- Es lo más lógico, teniendo en cuenta de que tenemos un contrato firmado de por medio – estaba siendo lejana con su amigo pero no le importaba, esto era trabajo y para ella las cosas se llamaban por su nombre. – Tienes que decirme cual es el programa a seguir…
- No es mejor hablar antes de los alumnos???
- Por qué??? – la pregunta de Bodo había sonado de la más extraña en su cabeza – ¿Qué pasa con ellos? – Preguntó aterrorizada
- NADA!!! – dijo mientras se descosía de la risa.
- Dime la verdad!!!
- Nada… es sólo que estos alumnos son algo peculiares, nada más
- Peculiares??? ¿Qué tienen de especial? – su voz estaba tintada de enojo. Miraba con Bodo se agarraba la panza de tanto reír – ¿No tienen ni idea de canto, es eso?
- No… ellos son alumnos de primer grado, saben lo que deben saber… Es sólo que los primeros años son un poco complicados en cuando a la unión grupal – vio que Emma lo miraba sin entender – Verás, aquí vienen personas de diferentes edades – Emma asiente con la cabeza – Esta institución brinda clases por la mañana a los niños y por la tarde a los adolescentes casi adultos y los adultos.
- Desde que edad es uno considerado adolescente casi adulto en esta institución???
- 17 años
- Eso quiere decir que en mi clase puedo tener un alumno de 17 y otro de 60???
-Exacto
- Y que mientras uno de mis alumnos piensa en lo buena que esta Christina Aguilera, otro puede pensar en como pedirle el divorcio a su esposa???
- Exacto
- Así que mi desafío no es académico sino, más bien, pedagógico???
- Puedes verlo como quieras – rodeo el escritorio y se sentó en un vértice para quedar más cerca de ella – Pero tus alumnos a fin del ciclo deben saber leer, escribir e interpretar cualquier cosa que le pongan en frente de sus ojos…
- Y quien los califica???
- En primer lugar tú – volvió a su silla – a fin de año un tribunal conformado por las personas que tienen más experiencia en el tema…
- Entiendo – se acomodó en la silla – así que mi tarea será preparar a mis alumnos para tirarlos a la jaula de los leones, perfecto!!! – dijo llena de ironía
- Dicho de esa manera suena horrible – Bodo rió – No es algo imposible… cada uno de los egresados a pasado por eso todos los años… Usted, profesora Müller, tiene una misión realmente especial.
- Especial???
- Si, el primer año es lo mejor, es un año de definiciones y es en el único año que a los profesores se los deja interactuar personalmente con los alumnos. El profesor sirve como guía para el desarrollo de sus habilidades, es por esa razón que el programa educativo no es exigente. A lo que se trata de llegar es a que la decisión tomada por cada unos de los chicos sea verdadera, que ellos la sientan verdadera…
- Demasiado sentimental para mi… En la primera clase podría decirte cual de ellos puede cantar o no.
- No puedes echarlos a gusto personal – sonrió
- No es gusto personal… será una decisión fundada en años de experiencia, como ya sabes, no es la primera vez que escucho a personas cantar.
- Si hubiera sabido que era tan complicado trabajar contigo…
- Si por una vez en tu vida hubieras escuchado – respondió con una sonrisa
- Serás una buena profesora, las mejor de todas – sabía que este interrogatorio de Emma era provocado por la duda – sólo debes darte algo de crédito
- Es que estoy algo nerviosa – admitió al fin – Esto de dar clases es nuevo… Yo, yo… A mi me encanta la música – sus manos se movían para todos lados – pero no sé si tengo el poder para hacer que a los demás les guste tanto como a mí. Ni siquiera me dedico a esto profesionalmente!!!
- Tu vida personal no le compete a nadie de esta escuela – dijo rotundo – sólo eres la profesora y nada más.
- Espero que así sea.
Estaba parada en frente de una puerta que tenía una placa de bronce: 3°B decía, su salón. Habían tratado de preservar toda la estructura de la casona y eso se notaba hasta en las puertas. Quizás no había sido una casa sino un hotel, quién sabe? – pensó – Tomó un largo suspiro y se armó de valentía, ya no había vuelta atrás una vez que cruzara la puerta dejaría de ser Emma para ser la profesora Müller. Sonrió llena de amargura, parecía un adolescente, allí parada y toda indecisa, debía dejar de comportarse de esta manera.
La puerta se cerró y todos los alumnos giraron a verla, era lo que esperaba. Con una leve sonrisa en sus labios se dirigió hacia su escritorio. Era raro, por primera vez no se encontraba con gente murmurando sino con un silencio sepulcral y toda la atención de los alumnos centrada en ella.
- Y Usted quién es??? – preguntó unos de los presentes.
- Y Usted que cree? – dijo con arrogancia y casi burlándose de la falta de lucidez que contenía la pregunta.
Todos los alumnos comenzaron a reírse, el joven que se había aventurado a preguntar con cierta falta de respeto se resbalaba en su silla haciéndose cada vez más pequeño. – Una a mi favor – pensó Emma y a pesar de no reír algo en la situación le hace gracia. Se acercó a la pizarra y escribió su nombre
- Este es mi nombre – Lo señaló – Profesora Emma Müller. Y para los que no lo deducen soy su nueva profesora. – Se acercó hasta su alumno y le apoyó la mano en el hombro – lo lamento, pero me lo has puesto en la punta de la lengua. – Se situó nuevamente al frente de todos. – Sé que el director estuvo reemplazando a su antigua profesora, lo que quisiera saber es lo último que vieron.
Miró uno a uno sus rostros a la espera de la respuesta, que estaba tardando más de lo necesario en llegar.
- Nadie puede responder? – Los alumnos se miraban unos a los otros
- Eh… Estábamos hablando sobre el falsete – respondió tímidamente una chica. Emma la reconoció al instante.
- ¿Cómo te llamas?
- Luzi Beschenko – respondió toda sonriente
- Gracias Srta. Beschenko – Corrió hasta su portafolios a buscar unos papeles
- Prefiero Luzi – dijo la joven
- Qué??? – seguía hurgando su bolso, hasta que los encontró
- Prefiero que me llamen Luzi – dijo en un susurro dado a que su profesora ya estaba a su lado, mirándola fijamente a la espera de la respuesta.
- Eso esta muy bien Srta. Beschenko – le sonrió y comenzó a caminar hacia la pizarra
- Prefiero que me llamen Luzi… bla, bla, bla – Emma paró sus pies al escuchar la burla – Nunca puedes dejar de ser patética –Escucho como los comentarios ofensivos continuaban. Sé quedó estancada en el lugar y sin saber que hacer
- No voy a tolerar en mi clase faltas de respeto – lo dijo alto, claro y lo más grave que pudo, a pesar de que eso le cueste una ínfima molestia en la garganta mañana. Pudo ver la sorpresa en la cara de algunos, el disgusto en otros y una pequeña sonrisa de satisfacción en el rostro de Luzi – Que no vuelva a suceder. – moduló de forma pausada y cálida, tratando de quitarle asperaza a su comentario. – Continuemos, por favor.
Después del pequeño incidente la clase comenzó a tomar su curso. En una revisión rápida de lo estudiado, Emma notó que sus alumnos estaban más que interesados en la música y por sobre todo en el canto. Lo que comenzó como una exposición, por su parte, acerca del tercer arte se había transformado en una charla amena con intercambio de conocimientos y gustos musicales. Era claro que su clase estaba dividida en dos, lo que no notaba era en que consistía la clasificación, a lo mejor se agrupaban según la cantidad de dinero, la afinidad, la belleza, la popularidad… cuestiones que para ella no tenían importancia, ella no haría diferencia con ninguno de sus alumnos.
Totalmente relajada, estaba apoyada en su escritorio hablando de las clasificaciones de las voces y de un tipo de voz que había parecido captar la atención de todos…
- Voces eunucoides o voz de castrado fueron muy utilizadas en el barroco… a algunos niños cantores de esa época se le extirpaban las glándulas sexuales con el propósito de evitar el proceso hormonal que provoca el cambio de la voz en la adolescencia, teniendo como resultado cuerpos adultos con voces de niños. – la cara de desagrado de la audiencia masculina era notoria – Estas personas fueron destacados en la opera barroca…
- Y por qué lo practicaban sólo con hombres??? – un alumno de anteojos le preguntó
- Bueno eso es muy simple, si nos situamos en el contexto histórico notaríamos que en el campo medicinal todavía faltaban muchas cosas por descubrir, los conocimientos y el instrumental sólo alcanzan para realizar este tipo de intervenciones quirúrgicas. Intervenciones que no son para nada buenas, teniendo el en cuenta el terrible desarreglo hormonal que sufre el hombre, por no mencionar la mala praxis y todo lo demás. En el siglo XVI, como la radio no se había inventado aún, era muy importante la opera sobre todo para la gente de la alta aristocracia… – vio como unas de sus alumnas levantaba su bolso del piso y comenzaba a dirigirse hacia la salida – Disculpa… – la chica paró al instante – Por qué abandonas la clase??? Te sientes descompuesta??? – se alarmó
- Oh… No, no, no… Yo ahora tengo otras cosas para hacer, siempre me retiro a la misma hora – agarró el picaporte dispuesta a irse
- Espera – levantó la voz y se puso rígida al instante. La rubia esperaba con desgana en la puerta mientras masticaba exageradamente su goma de mascar – Cuál es tu nombre?
- Caro Eichkamp
- Escuche Srta. Eichkamp – Emma miró su reloj de pulsera – Usted no puede retirarse, para que mi clase acabe falta una hora, así que por favor tome asiento – La incitó con un movimiento de mano a regresar. Algunos silbidos, risas y burlas por parte de los alumnos hicieron enfadar a Caro, que mirando con mala cara al resto de la clase se sentó nuevamente. Emma estaba apuntando algunos temas en la pizarra.
- Escuche profesora Müller!!! Quizás usted no lo sabe porque es nueva aquí pero yo siempre he tenido permiso para retirarme temprano de esta clase – Emma la observaba fijamente.
- Y quién le ha concedido ese permiso??? – preguntó tranquila
- Cómo, quién??? – preguntó escandalizada – Primero Srta. Vogel y después el director, jamás me he retirado por mi cuenta.
- Entiendo y esta bien que no se haya retirado por su cuenta… pero debo informarle que a partir de hoy no tiene más el permiso – miró a los ojos brillantes de caro un instante y continuó con su tarea.
- Cómo… Cómo que no tengo permiso??? – las miradas de satisfacción en los rostros de los demás y la impotencia propia apretaban un nudo en su garganta – Esto no puede ser!!!
- Es una decisión inamovible Srta. Eichkamp, por favor no incordie la clase… Bien! Ahora quiero que todo el mundo escriba una redacción sobre la música
- Sobre la música??? – preguntó Luzi.
- Si, eso dije – contestó mientras repartía hojas a cada uno de los alumnos – Quiero que hagan hincapié en lo que la música significa para ustedes y lo que ustedes quieren transmitir cada vez que hacen música. Esto nos ayudará con el examen final
- Pero… pero… pero… Estos son pentagramas – Luzi, otra vez
- Sip, lo son… También me gustaría un fragmento de su pieza favorita o cualquier melodía que se les ocurra y la razón por la cual la han elegido, eso es todo. 30 minutos a partir de ahora.
Todos comenzaron a escribir y Emma aprovechó para apuntar algunas cosas que serían necesarias para la clase próxima. Era divertido escuchar a algunos de sus alumnos tararear, marcar el ritmo a golpe de mano o simplemente suspirar en busca de intervención divina. – Esto de enseñar no estaba tan mal después de todo –se dijo a si misma – Logró conectar bien con ellos, todos en su mayoría eran agradables. Levantó la vista y lo primero que se encontró fue con los ojos verdes de Caro que la miraban con rabia. – Conmigo los berrinches no funcionan – deseaba tener el poder de hablar con la mirada para responder exactamente eso. Y no pasó ni un segundo hasta que la puerta se abrió.
- Permiso – Jenny habló lo más bajo posible y con medio cuerpo dentro de la sala, los alumnos la miraron un segundo y todos volvieron a sus hojas.
- Adelante – Emma se puso de pie mientras le sonreía – En que puedo ayudarte? – Apoyó los dos brazos sobre el escritorio a la espera.
- Eh… Vengo, vengo… a retirar a Caro, si… – lo que menos esperaba encontrar dentro del aula era a la novia de Bodo. ¡Maldito cobarde! No había tenido ni la decencia de avisar que su chica trabajaría aquí, encima, de “acomodo” – Tenemos ensayo en este preciso momento y la estamos esperando – sonrió disculpándose y correspondiendo a la sonrisa de Emma. Emma encontró el triunfo escrito en el rostro de Caro, no le fue difícil deducir qué tipo de persona era, de esas que hacen hasta lo imposible para conseguir lo que quieren sin importar nada ni nadie.
- Lo siento pero la clase termina dentro de 45 minutos y hasta entonces… todos mis alumnos se quedan – había tomado la postura más seria que encontró.
- Mira… – hizo un intento de utilizar la complicidad, no seria bueno discutir en frente de todos – Es totalmente entendible lo que dices… es más yo también doy clase aquí – apoyó la mano en su pecho – y entiendo lo que dices pero esto es necesario, lo venimos ensayando durante meses – trató de poner cara de súplica pero ver que Emma no se inmutaba la acarreaba demasiado cerca de la desesperación.
- Lo siento pero mis alumnos llevan meses sin tener clases normalmente y considero que lo mejor es que se pongan al día inmediatamente… Sobre todo la Srta. Eichkamp… – Emma se quedó esperando la reacción de Jenny. Sabía que nada bueno vendría de esto, no al menos de esos ojos azules que comenzaban a inundarse de ira.
- Los profesores anteriores no tuvieron ningún problema para conceder el permiso y le recuerdo que uno de ellos es el “director” de la institución… aparte a Caro se le ha otorgado un permiso extraordinario por sus notas – mientras exponía las razones se había acercado hasta donde estaba Caro – Es una alumna ejemplar – y apoyó su mano en el hombro de la rubia que sonreía satisfecha. Emma miró con desaprobación el trato tan personal que Jenny tenía con la alumna.
- A mí nadie me ha hablado de un permiso extraordinario y hasta no tener conocimiento de él, cumplirá el horario de clases como los demás – dijo rotundamente – Y si no están de acuerdo con mi decisión, están en total libertad de abandonar el salón – vio como a Jenny se le dibujaba una sonrisa – pero la Srta. Eichkamp recibirá la sanción correspondiente – sonrisa que desapareció en un instante.
- Eso no es justo!!! – chilló Caro con mucha irritación – Me quitarían el permiso!!!
- Ese es el reglamento de esta academia – contra-atacó Emma – Qué más justo que eso, Srta. Eichkamp??? – las dos, Jenny y Caro, se quedaron en silencio. Los demás alumnos se habían mantenido estáticos durante toda la discusión pero en este momento, cuando su profesora había antepuesto sus razones logrando una victoria indiscutible, volvieron a silbar y a exclamar asombro. – Silencio, por favor – todos obedecieron. Emma miró a los ojos de Jenny una última vez – Estaría muy agradecida Srta. Eichkamp si decide rápidamente… estamos interrumpiendo la actividad – Le sonrió y se sentó nuevamente en su escritorio a leer unos papeles.
Jenny miró a Caro preguntándole sin palabras que es lo que iba a hacer.
- Voy a quedarme, lo siento – dijo mientras miraba como Emma escribía algunas cosas, la morena la miró también.
- No te preocupes… ya encontraré la manera de solucionar esto – le dio un pequeño golpe en el hombro – Gracias por su colaboración profesora – Todo lo que sentía en ese momento estalló en esa frase irónica, que dijo de espaldas mientras caminaba hacia salida. Emma al escucharla levantó la mirada con la intención de responder pero ya era demasiado tarde y sólo es escucho el golpe de la puerta. Estaba con el bolígrafo en la mano y los ojos excesivamente abiertos, todavía el ruido retumbaba en sus oídos y todos miraban hacia la puerta.
- Ja, ja… parece que esta enojada – comentó un muchacho a su compañero de blanco
- Enojada o no, esta buena lo mismo – un suspiro lo acompañó.
- Tú siempre estás babeando por ella y sabes que no tienes posibilidad porque ella es…
- Por favor, continúen con sus tareas – los dos se percataron de ella y con un asentamiento de cabeza obedecieron.
¡Pum, pum, pum! Tres golpes en seco lo hicieron saltar de su sillón.
- Qué demon…???
¡Pum, Pum, Pum! Más fuerte que la primera vez. Bodo se levantó volando y abrió la puerta
- Qué pasa???
- Qué pasa??? Eso es lo mismo que quiero saber yo – pasó al despacho como un huracán
- Adelante ponte cómoda – Bodo la observaba desde la distancia con algo de desconfianza
- No quiero sentarme ni calmarme… quiero una explicación ¡AHORA! – no pudo reprimir gritar, llevó aguantando todo el camino desde el 3B hasta la dirección.
- Qué es lo que tengo que explicar??? – preguntó calmado mientras se metía las manos en los bolsillos.
- Tienes que explicarme… – se acercó pausadamente y apuntando con el índice – porque Caro, que tiene un contrato con una discográfica, todavía se encuentra en una estúpida clase de canto y no ensayando como corresponde – los ojos le brillaban, las palabras apenas escapan por la poca modulación y la manera irregular de respirar abría exageradamente sus orificios nasales. – Emma – pensó Bodo, que después que escuchar el reclamo de Jenny lo único que hizo fue sentarse a mirar unas planillas de cálculo que tenía sobre el escritorio. – No piensas decir nada – Apuró una vez más.
Bodo levantó la vista, lo que iba a hacer no era para nada propio de él pero lo había prometido, le había prometido a su mejor amiga respaldo. – No hay nada que decir – y bajo nuevamente la cabeza.
- Ahhh!!! – golpeó la parte delantera de sus piernas con las manos abiertas – Esto es el colmo!!! – se apoyó en el escritorio para encarar al director – Primero contratas a tu noviecita sin concursar el puesto y no dices nada …
- No…
- Y ahora permites que haga lo que se plazca… Eres un déspota – sentenció
- Muy elegante el insulto – seguía tranquilo – Pero yo soy el director y ahora nada tengo que ver con la clase de canto de primer año, para eso contraté a la profesora Müller… para que ella coordinara los horarios con sus alumnos – se puso de pie – y si a ti el horario no te queda bien para beber champaña con tus amigos no es mi problema…
Las palabras le habían dolido por eso estaba con la boca abierta como cuando uno recibe una realidad que no acepta, alguna que otra palabra hiriente se le cruzaba por la cabeza pero por su garganta sólo pasaba el aire raspando cada unas de las paredes. ¿Cómo la discusión había girado hasta sus gastos en exceso? No lo entendía, a lo mejor, esto no se trataba de derroches sino de caprichos y de la facilidad de conseguirlos con ayuda de dinero pero… ¿Qué tenía que ver una cosa con la otra?
- Esto no es profesional… tienes algo con ella por eso no entiendes razones – hablaba lento tratando de darse a entender mejor, quizás entrar gritando con una poseída no era la mejor manera para comunicarse.
- Esto es lo más profesional que encuentro – le sonrió un segundo – ¿Qué hubiera pasado si hubiera intervenido para que pudieses retirar a la alumna Eichkamp? ¿Eso es profesional? – el juego de preguntas retóricas debía terminar – Por favor, no hablemos de cosas que tú y yo tampoco conocemos…
- Ella las conoce a la perfección??? – levantó una ceja mostrando advertencia – Pondrías las manos en el fuego por ella?
- Si… – dijo Bodo sin pensar un solo instante y Jenny al escucharlo bajó la cabeza.
- Qué romántico… – y así dio por terminada la conversación.
La clase había llegado a su fin sin pena ni gloria, mejor de esta manera, el numerito que había montado Jennifer en su clase era suficiente para completar el día. Emma caminaba escaleras abajo, con el peso de su cartera y de su maletín en el brazo derecho mientras pensaba una vez más si las palabras dichas fueron las correctas, negarse no había sido muy prudente de su parte quizás le traería problemas, no sólo a ella sino tanbien a Bodo. No! No debía pensar lo peor a cerca de las personas, a lo mejor, Jennifer es lo suficiente adulta como para hablar con ella y llegar a un acuerdo con el horario.
Cruzó la cafetería rápidamente y sin mirar a nadie, lo que menos quería en este momento era meterse en otro lío. Sólo necesitaba aire, oxigenar su cabeza un segundo para después llegar a casa y planear el próximo día. Tener dos trabajos era más cansador de lo que imaginaba pero sabía que esta era la única forma de conseguir el dinero. Se colocó los auriculares de su reproductor y cambió todos los ruidos ambientales por su música preferida.
- Es linda – apoyó su taza en la pequeña mesa.
- Quien???
- La novia de Bodo – señaló con la cabeza hacia la puerta por la cual justo salía Emma. Los dos la miraron largo tiempo hasta que salió de su campo de visión.
El martes por la tarde y se encontraba en la cafetería de la academia junto a Bodo haciendo un almuerzo algo tardío. Quedaban algunas cuestiones por ajustar sobre su ingreso como profesora, Bodo le había comentado por teléfono, a la mañana, algo sobre una ficha personal y suplencias. No estaba acostumbrada a realizar tramites en el último momento pero por como las cosas se habían dado, aquí estaba ella rellenando su ficha personal.
- Debes hacerte los estudios médicos mañana – Le recordó a Emma
- Mañana??? Por la mañana??? – lo miró suplicando porque ese no fuera el horario.
- No… – Dijo con una sonrisa – Es por la noche…
- Por la noche??? ¿Qué médico querría realizarme un chequeo por la noche? - Preguntó entre incrédula y sorprendida
- ¿Lo prefieres por la mañana? Yo lo pedí por la noche para que no pierdas tiempo pero si lo quieres por la mañana ahora mismo lo cambio – agarró su teléfono móvil
- No!!! – levantó sus brazos indicando a Bodo que se detuviera – Por la noche esta bien… – Cada uno siguió a suyo y no pasó un minuto hasta que Emma volvió a hablar – No has respondido mi pregunta…
- ¿Cuál? – Estaba totalmente desorientado
- El médico…
- Ah… es el médico de aquí. Le pedí el favor y me dijo que si. Te espera en su consultorio mañana por la noche – Emma lo miraba con cierta desconfianza – Es una persona agradable…
- Ok – pasaba las hojas de la interminable ficha – Creo que ya está completa – se la entregó
- Parece… que sí… No, has olvidado colocar que suplencias estas dispuesta a hacer – le devolvió el papel
- Y que suplencias se supone que debo hacer???
- No sé, las que más te gusten y que puedas hacer
- Entonces – agarró el bolígrafo y tildó – violín y viola… listo – devolvió otra vez el papel.
- Violín y Viola??? – Hizo gesto de sorpresa – Como se nota que estas influenciada por tu nuevo ambiente…
- Qué te hace pensar eso??? – preguntó riéndose
- Violín y Viola son instrumentos fundamentales en piezas clásicas… sólo me pregunté a que grupos sociales les gusta la música clásica???
- Lo que dices no tiene fundamento – negó mientras se reía
- Oooh… – Se hizo el emocionado colocándose una mano en el pecho – Es entrañable ver como te debates entre el cielo y el infierno.
- Y en este caso cuál sería el cielo según tú???
- Para mí es muy claro… La música y… para ti??? – apoyó sus codos sobre la mesa y se estiró hasta quedar lo más cerca posible a la espera de la respuesta. Emma tardaba en responder, no era muy común en ella, la pregunta tenía un trasfondo más profundo de lo que nadie podía imaginar. Bodo lo notaba, porque Emma lo demostraba: Agachar la cabeza y mirarse las manos sólo revelaba la pelea interna que padecía al pensar sobre el tema. Su amigo había preguntado algo que ni ella misma se atrevía a preguntarse, algo para lo cual no tenía respuesta. Emma sintió como una mano fuerte y cálida cubría las suyas, lo miró a los ojos y fue sincera.
- No lo sé… – era un susurro apagado que no decía nada nuevo.
- Disculpa… no debí meterme en donde no me llaman – sonrió afable tratando de transmitir tranquilidad
- Perdón por la interrupción pero necesito que firmes estos papeles – los dos escucharon de pronto
- Jenny… Eh… – soltó de a poco la mano de Emma y rápido buscó, en el bolsillo de su saco, un bolígrafo – Qué es???
- Ni idea… Estaba ocupado y me pidió el favor – sus ojos estaban totalmente puestos en Bodo, no es que la presencia de Emma hubiera pasado desapercibida pero no podía mirarla… se sentía rara en frente de ella, inmadura. El desinterés que había prometido tener, como por arte de magia, se esfumó. Todavía estaba enojada y con hambre de venganza por lo que Emma había hecho y aún más la molestaba el no saber por que una discusión de poca transcendencia causaba esos efectos en ella.
- Esto esta como la mierda!!! – El grito la hizo abandonar su pensamiento y a Emma apartar los ojos de ese libro que tenía en frente. Las dos lo miraron – Perdón por la palabra pero es que ya no sé como decirle a Ben que deje de pedir estos equipos!!! ¡Que son una mierda! – Tiró el presupuesto sobre la mesa con rabia y se apretó la parte alta de la nariz mientras cerraba los ojos.
- Tranquilo seguro tiene solución – Alentó y miró a Jenny en busca de apoyo.
- Seguro que ha sido un error – y en vez de mirar a Bodo miraba a Emma como preguntando si sus palabras eran acertadas – Es posible que lo haya confundido con el del mes pasa… – y no termino la frase que Bodo ya estaba alejándose de ellas.
- Voy a hablar con él. Espérame – y allí las dejó a las dos.
La situación, de pronto, era incómoda. Jenny estaba parada al lado de la mesa debatiéndose entre sentarse o irse. Ese “espérame” no tenía nombre; quizás se lo decía a la novia, quizás a ella sólo Bodo podía contestar pero la había dejado en vilo por correr como un desaforado en busca de Ben.
- Puedes tomar asiento si lo prefieres – y ahí estaba otra vez, la rubia hablando tan educadamente que le resultaba irreal lo que escuchaba.
- Gracias pero… – No quería estar sentada allí, lo había determinado en el último segundo. Pensó la frase y la miró… y otra vez: esa mirada pura, sin maldad y rebosante en ingenuidad. Sirvió para acrecentar toda su curiosidad, a lo mejor una pequeña charla pseudo-amistosa la dejaría conocer el rival – Es una buena táctica, pensó. – Está bien. – tomó asiento y apoyó los codos sobre la mesa mientras entrelazaba sus manos.
Emma la miraba con media sonrisa y a la espera. Ella no era muy eficaz comenzando conversaciones pero los años de instrucción la habían dotado para poder hablar de casi cualquier cosa… pocas cosas eran las cuales desconocía completamente pero no pensaba que Jennifer hiciera un comentario sobre metafísica, gastronomía molecular o cuidado de la plantas… Es más, por su aspecto físico aventuraba que los temas de importancia podían ser las actividades físicas, moda y piedras preciosas, no estaba nada mal el colgante de zafiro que llevaba en el cuello.
El tiempo pasaba y ninguna de los dos hablaba, estaban a punto de alcanzar la máxima estupidez…
- Crees que todavía haya alemanes nazis??? – preguntó de lo más seria
- Qué??? – a Emma se cayó el libro de la mano, estaba totalmente sorprendida – Eh… Eh…
- Jajaja… Perdona, sólo pregunté para distendernos… Toma – se había agachado a buscar el libro de Emma.
- Así se distienden en Inglaterra??? Incomodando a las personas??? – Reprochó la actitud mientras quitaba de las manos de Jenny su libro…
- Tampoco es para tanto… es que me causa gracia la cara que ponen al escuchar la pregunta – Se encogió de hombro
- Entiendo – asintió con la cabeza – Entonces, no te molesta que pregunte si tú crees realmente que las islas Malvinas son inglesas??? – la sonrisa de Jenny se apagó. Nadie desde que había llegado a Alemania había superado o igualado a su pregunta difícil.
- Mmm… – Jenny levantó su ceja derecha y la inspeccionó detenidamente – Creo que es un empate – le sonrió. – Eres la primera…
- La primera??? – no entendía a que se refería
- Si, la primera – La primera en cerrarme la boca, pensó. Esta vez no le molestó perder, saltaba a la vista que la profesora Müller era rápida, ágil e inteligente una conjugación por demás peligrosa. Por primera vez la observó objetivamente y no encontró nada fuera de lo común pero sus palabras, unas veces, eran caricias y, otras, dardos venenosos. No se propasaba con sus comentarios sino que siempre jugaba en el límite que uno trazaba – De donde conoces Bodo??? – preguntar por la persona en común fue lo primero que se le vino a la cabeza para salir del terreno pantanoso…
- Estudiamos música desde pequeños, juntos – no era demasiado explicita – nos separamos como a los 20 años y ahora nos encontramos nuevamente – dijo sonriendo.
- Que bueno!!! Es una bella historia – creía que el comentario hacía alusión a su relación amorosa con él.
- A mi me parece de lo más normal – Emma la miró extrañada
- Ya… pero no por eso es menos romántico, no crees? - con complicidad le guiñó un ojo
- Creo que no entiendo bien lo que dices – Jenny se preguntó si algo andaba mal con su receptora o todo le daba igual o no quería responder o simplemente era tonta. – Podrías explicarte mejor??? – ese había sido un dardo bañado en inocencia…
- Déjalo – le resto importancia con un movimiento de mano. Emma notó lo expresiva que Jennifer era, ademanes y gesticulaciones la habían acompañado en las 10 frases que habían cruzado.
- Eres profesora de baile… – a la morena no le sonó como pregunta sino como una afirmación, lo más posible es que Bodo la haya puesto al corriente.
- Si…
- Se nota – Eso que significaba??? Se preguntó Jenny a ella misma
- Por qué??? – preguntó mientras se sonreía – No es que lo lleve escrito en la frente “soy bailarina”.
- No sé… Sólo adiviné – evadió la pregunta pues exponer sus razones le daba algo de vergüenza y un carmesí pálido arribaba en sus mejillas.
- Vamos, dímelo… hay algo en mi que te lo hace notar… estaría bien si me lo dices – era conciente de que estaba avergonzando a Emma. Poco quedaba de la persona fuerte, ahora estaba retraída y casi sin poder para levantar la mirada. La dualidad y el paso tan repentino de un estado a otro eran un gran acertijo para Jenny.
- Tu anatomía… – se acercó y lo susurró como si fuera un secreto. Jenny al escuchar abrió la boca por la sorpresa para terminar en una sonrisa brillante – y tus pies están en “sur le pointes” – señaló a través de la mesa de vidrio para Jenny lo viera con sus propios ojos.
- OH… – cayó en la cuenta – Es cierto – sonrió nerviosamente. Su cabeza se había quedado pensando sobre las posibilidades que tenía el comentario de la anatomía. Bajó sus pies al instante – Es la costumbre
- Está bien… Eres bailarina – no entendía muy bien por que se disculpaba. La vio pasarse el pelo detrás de la oreja y rápidamente agarrar el platillo de la taza de café que estaba en frente de ella. Tac, tac, tac, la inestabilidad en la mano de Jenny provocaba un repiqueteo molesto entre la taza y la cucharilla.
Los ojos azules se clavaron en su mano dejando a medio camino la taza. ¿Qué es lo que me pasa?, se preguntó mientras miraba más fijamente la inestabilidad de su miembro superior.
- Tu codo – señaló Emma al instante. – Está mal posicionado - Jenny levantó su codo y todo volvió a la normalidad. ¿Quién es esta mujer? ¿Cómo sabía lo de su codo? Ni siquiera ella lo había notado todavía…
- ¿Cómo lo has…
- Chicas – Bodo entró otra vez en escena y apoyó su mano en el hombro de Emma, tal cual macho alfa orina sobre su hembra – todo solucionado.
- Me alegro mucho!!! – similar a la mujer desvalida de los 60´ que vive de los logros del marido en vez de los propios. La estampa a Jenny le daba nauseas. ¿Cómo era que todavía hubiera parejas así? Tan retrogradas y posesivas…
- Me voy – dijo rápido. – tengo cosas para hacer… nos vemos
- Adiós – contestaron los dos al mismo tiempo.
- Te ha mordido??? – preguntó mientras se sentaba
- Nop… Sólo charlamos un poco – abrió el libro que había dejado abandonado
- De qué??? Si se puede saber…
- Cosas de chicas – comenzó a leer
- Cosas de chicas??? – insistió
- Si – cerró el libro – Ya sabes, el cabello, las uñas y hombres – fue tajante
- No te creo…
- Qué es lo que quieres preguntar??? – fue el grano, este interrogatorio no tenía demasiado fundamento para ella.
- Quiero saber si se ha ofendido… – levantó la voz – Jenny puede ser difícil de manejar, nada más – después de la discusión en su despacho y el enojo que ella había mostrado se esperaba lo peor.
- No me ha ofendido – habló pausado – ha sido inofensiva la mayoría del tiempo… pero tendré en cuenta tu comentario
- No te enojes… sabes porque lo hago…
- Lo sé pero deberías darme algo de crédito – vio sus ojos llenos de preocupación – no soy tan estúpida como parezco
- Yo no creo eso – se defendió – es sólo, es sólo…
- Lo sé… pero deberías tener en cuenta que el tiempo también ha pasado para mí
- Tienes razón – agarró sus manos – me estas diciendo que no te proteja y si así lo quieres así lo haré…
- Gracias… Voy a dar mi clase.
Una vez en el 3B todo era distinto los supuestos hijos del demonio lograban abstraerla de la realidad… hablar de música y sus derivados se le daba bastante bien, sus alumnos funcionaban como incentivador.
- Ustedes piensan que la globalización influencia a la música??? – dejó caer la pregunta y miró a sus alumnos.
- Puede ser – dijo algo dubitativo Timo
- Puede ser o es ??? Sr. Özgül
- Pues… uno puede asociar a los artistas norteamericanos como el producto del consumismo y como los demás países absorbemos a estos cantantes
- Y qué significa eso??? – presionó buscando el pensamiento crítico.
- Que si, que la globalización afecta a la música – finalizó
- Cómo a todo lo demás, y no es por defender ninguna postura política y/o ideología, pero lo más importante es que la globalización influencia, sobretodo, nuestros gustos propios rompiendo las concepciones antiguas y generando nuevas. – acotó – Podríamos pensar también en la modernización como una pérdida paulatina de identidad en vez de verla como un movimiento de la masa en busca de algo mejor que se ajuste a sus necesidades actuales – los alumnos miraban algo perdidos.
- No entiendo bien – Dijo Caro
- Por ejemplo, si tómanos como referencia a la belleza. – La puerta se abrió dando pasó a Jenny. Emma la miró y estaba a punto de interrumpir su clase…
- Continúa, puedo esperar – se quedó apoyada en la pared al lado de la puerta.
- Todos, aquí, tienen una idea de lo que es la belleza – continuó la profesora. Vio como algunos se sonrojaban y Jenny no fue la excepción, una leve sonrisa pasó por sus labios. - ¿Qué creen que nos hace ser bellos? – Como siempre este tipo de pregunta dejaba sin habla a más de uno – Cómo sería para usted Srta. Eichkamp una persona bonita??? – se paró a su lado
- Ehh…!!! Yo que sé… una persona común… – Emma se sonrío –… Alguien normal
- ¿Y qué sería ser común o normal?
- Y no sé… – Algunos de los alumnos se rieron
- Entonces Ud. cuando le gusta alguien no sabe por qué… – más risas por parte de los alumnos – Silencio por favor
- No!!! Si sé por que me gusta!!! – dijo furiosa
- ¿Por qué?
- Pues… como a todo el mundo por que me gusta su cuerpo, su rostro, los ojos… Yo que sé – hablar del tema la ponía ridículo en frente de todos sus compañeros, que continuaban haciéndole caras de burlas a pesar de la advertencia de Emma
- Entonces Ud. asocia a la belleza con el aspecto físico – Jenny se sonrío pues el comentario de Emma le había parecido una verdad irrefutable
- Me esta diciendo que soy superficial??? – estaba más enojada que antes
- No – levantó el índice a modo de advertencia – sólo estoy decodificando lo que Ud. ha dicho… Es totalmente válido que la apariencia física sea muy importante, como también es válido que para otras personas no tenga ninguna importancia. Lo que quiero decir es que la concepción de la belleza esta afectada por la política, economía, geografía de una sociedad así como por la edad, género y sexo en las personas. La profesora Hartmann – la señaló – por el simple echo de tener una edad más avanzada seguramente tiene otra percepción de lo que es la belleza, no es así? – toda la clase estaba a la espera.
- Si, claro. El aspecto físico es importante pero no es lo fundamental – Mentirosa!!! Desde cuando no te importa el aspecto físico, le grito su conciencia. Sonrió con falsedad
- Gracias. Eso nos lleva a deducir que hay distintos tipos de bellezas. Y que podemos ver a la belleza coma la suma de los distintos tipos de la misma en combinación armónica. Nos tiene que gustar tanto el físico como lo intelectual, el estilo de moda como la personalidad, y otros aspectos más, para que una persona nos parezca bella…
- Si – respondió su clase
- Con la música pasa lo mismo. Si la definimos como el arte de combinar sonidos… una banda o artista tendrá mayor aceptación sólo si logra balance perfecto de lo que su público demanda y una constante renovación para no quedar atrás en el avance social. Para los que algunos es vocación para otros es un mero negocio con millones de euros como ganancia y para la sociedad es de 3 a 5 minutos de una perfecta combinación entre melodía, armonía y ritmo.
Todos se quedaron callados pensando en lo dicho. Cada uno de ellos aspira a ser músicos, no era la intención de Emma romper sus ilusiones pero el éxito no los acompañaría siempre.
- Quiero que mañana hablemos sobre el estilo de música que más les gusta y la razón por la cual es su preferida… piensen un poco esta noche así mañana lo debatimos. Hasta mañana – dio por terminada la clase.
Jenny le sonreía a cada unos de los alumnos que pasaba en frente de ella o le regalaba algunos guiños de ojos. El salón estaba casi vacío a excepción de Luzi que hablaba con Emma y de Caro la cual todavía seguía sentada en su butaca. Se acercó sigilosamente y se colocó al lado de Luzi esperando su turno para hablar.
- La clase ha estado fantástica – dijo saltando de la emoción
- Gracias Srta. Beschenko – respondió mientras metía su carpeta de apuntes en su portafolios – si quiere puedo prestarle un libro para que se interiorice más con el tema – Emma la miró – Si está interesada y tiene tiempo…
- Claro eso estaría estupendo – Jenny rodó los ojos no había cosa que odiara más que los lamebotas
- Mañana lo traeré
- Gracias y hasta mañana
- Hasta mañana – ahora sólo estaban las tres. – Profesora Hartmann… En que puedo ayudarla? – Jenny se había quedado pensando en Luzi
- Yo venía a… – apoyó un papel sobre el escritorio de Emma para que lo leyera – sería bueno llegar a un acuerdo – a la rubia no le pasó desapercibida la presencia de Caro en el aula y antes de leer buscó la privacidad.
- Srta. Eichkamp le ha quedado alguna duda sobre la clase???
- No… Yo sólo quiero saber que es lo que va a pasar con mi permiso – Emma levantó la ceja al escucharla. ¿Desde cuando los alumnos formaban parte en la decisión de los profesores?
- A mi no me molesta – Jenny restó importancia a la intromisión de Caro y con un movimiento de cabeza le indicó a Emma que mirara el papel.
- A mi sí – una vez más le ganó la rigidez – Por favor Srta. Eichkamp podría dejarnos a solas??? – preguntó con amabilidad pero echando definitivamente a la alumna. Jenny al escucharla cerró los ojos, este era un gran paso hacia atrás… jamás conseguiría ese permiso si la seguía estropeándolo de esta manera.
Una vez que las dos quedaron solas Emma como una autómata se sentó a leer el dichoso papel. Jenny estaba en un silencio absoluto, no se atrevía a hacer un solo ruido por no cambiar su suerte, no se imaginaba lo que estaba pensando Emma pero lo que si sabía perfectamente era que cualquier cosa mal dicha tiraría sus planes al garete.
- Por qué esto esta dirigido hacia mí? … pensé que tenía un trato con el director – habló sin despegar la mirada del papel.
- Así era… pero él dice que los alumnos de esta clase son tu responsabilidad en este horario – dejaba en evidencia que lo había intentado por otro medio y la peor parte es que no lo consiguió.
- Entiendo – para la sorpresa de Jenny no había burlas ni comentarios irónicos y se preguntaba: ¿Por Qué? Cualquiera en su lugar aprovecharía para echarle en cara uno a uno sus fallos – Pero no puedo firmar esto – Si no la humillaba de una manera lo hacía de otra.
- Deberías… – sujetó un grito de impotencia –… reconsiderarlo tiene un contrato con una discográfica – se posicionó en frente de su escritorio.
- Ya… pero este permiso – lo levantó – se le otorga supuestamente por su desempeño académico casi excelente
- Sí... la Srta. Vogel y Bodo lo consideraban de esa manera – sus manos se fijaron al fijo del escritorio con fuerzas
- Yo no – Emma se puso de pie – No voy a firmar nada… no, sin estar segura de que la Srta. Eichkamp lo vale – tomó su portafolios, su bolso y se dispuso a salir.
- Y ya está… – le gritó – Te vas como si nada… ¿sabes cuántos de ellos tendrán este tipo de posibilidades? – se acercó más hasta ella para quedar frente a frente – Tú no tienes idea… Llegas y piensas que todo ha comenzado contigo y no es así – las venas en el cuello de Jenny se dilataron, un constante balanceo sobre sus pies la mostraba insegura. Sus ojos se inyectaron de lo que Emma conocía a la perfección, era enojo.
La profesora Müller se preguntó como unos ojos tan bonitos podían llegar a ser tan intimidantes, era consciente de que estaba haciendo su mayor esfuerzo para contenerse, estaba mostrando el poder del océano tras dejar desaparecer toda la transparencia. Mientras más profundo más apretaba la presión.
- Es una pena que creas eso – avanzó sobre la debilidad del oponente. – Este viernes evaluaré a todos los alumnos si la Srta. Eichkamp saca más de 8 – la miró a los ojos para sellar definitivamente el pacto – Firmaré, en caso contrario las cosas seguirán como ahora – Emma se dirigió a la salida sin mirar atrás – Le recomiendo que no sea tan pasional con sus propósitos… se le puede romper el corazón, profesora Hartmann – cerró la puerta.
Jenny quedó con la boca abierta, totalmente tenso el mentón y concentrando la frustración en un puño cerrado que temblaba ante las oleadas de fuerza que sacudían su cuerpo. ¿Por qué se comportaba de esta manera en frente de ella? Sentirse amenazada no justificaba los arrebatos que interpretaba cada vez que tocaba discutir con Emma. ¿En donde quedaban todos los modales que tenía?. ¿Qué estaba mal con ella? ¿Por qué no podía controlar su cuerpo?. Se sacudió entera quitándose cualquier vestigio de lo que fuera que su pelea con Emma había dejado sobre su piel.
- A la mierda – salió del aula, con su característico portazo, dispuesta a verter la bronca en lo que sea.
Una hora de baile la había dejado totalmente fuera de juego, con el cuerpo adormecido y la cabeza vacía, se subió a su coche buscando refugiarse en casa. Al llegar seguramente tomaría un largo baño de espuma acompañado de una copa de su vino francés favorito y mañana sería una persona completamente nueva. No había ni encendido la música, no estaba de ánimos para cantar ni para planear nuevas coreografías, sólo deseaba llegar de una vez por todas pero parecía que justamente hoy no sería tan fácil.
El semáforo se pintó de rojo – Mierda!!! – era como el décimo que le tocaba. Frenó su carro a la espera y cuando por fin la luz verde la dejó avanzar un sonido extraño desde el motor se escuchó. Trató de no peder la calma al instante e intentó darle arranque… una, dos, tres veces y nada. Ya escuchaba los bocinazos y algunos insultos de los menos impacientes.
- Mujer tenías que ser!!! – Gritó por la ventanilla baja un hombre de unos 50 años
- Vete a la mierda!!! – le respondió totalmente colerizada, el día había sido una puta mierda y la noche le estaba ganando por goleada.
- Mejor será que lo movamos del medio del paso – Al escuchar la voz de Emma pensó que estaba teniendo alucinaciones pero no… allí estaba la rubia apoyada sobre la ventanilla de conductor. Sus mejillas estaban rozadas y las gotas de sudor caían sobre su cara, era obvio que venía de correr – Baja, será más fácil si empujas conmigo – Jenny tardó en reaccionar pero en cuanto pudo hizo lo que se le mandaba.
Entre las dos corrieron el Volkswagen escarabajo de Jenny hacía el cordón cuneta.
- Eso está mejor – dijo mientras sacudía sus manos, era un acto reflejo por que el coche de Jenny poco tenía de polvo.
- Gracias – se acercó hasta ella. – Te debo una grande, sola no lo hubiera estacionado nunca – apenas la miraba.
- No pasa nada – Emma notó como Jenny le esquivaba la mirada – Estas bien??? – se acercó un poco con los brazos a medio abrir indicado que no le haría nada
- Sí!!! Es sólo que no entiendo que le pasa al coche si hace una semana lo llevé al mecánico – sus ojos inspeccionaban todo el exterior del coche repetidas veces.
- Los problemas importantes suelen estar debajo de la capota - dijo riéndose al ver a Jenny tan empecinada en su acción. Esa risa era nueva para Jenny, jamás la había escuchado y sin pedir permiso sus ojos se dirigieron a ella. – Tiene gasolina??? - Debía descartar lo más simple para comenzar a plantearse otros tipos de problemas.
- Tanque lleno – esta vez contestó con normalidad sabía que Emma sólo quería ayudar
- Está bien – Emma se acercó a la parte trasera del modelo 80´ con la intención de ver el motor…
- Qué haces??? – Jenny llegó corriendo a su lado
- Qué te parece??? – tiró de la manivela sin esperar la aprobación de la dueña –Woooa – se quedó parada algunos segundos. Comenzó mirando las bujías, moviendo los cables de aquí para allá, desconectado y conectando, cosa que a Jenny no le gustaba. Primero porque no sabía que era lo que estaba haciendo y segundo por el pavor de que estropeara su coche para siempre, era un regalo de sus padres.
- Seguro que sabes hacer esto??? – tenía las manos en la boca y observaba desde la distancia. No obtuvo respuesta – Oh Dios!!! – se giró para mirar hacia otro lado. Emma dejó el motor unos segundos y trató de tranquilizarla pero no dejando el coche tal cual sino recitando sus conocimientos – Puede ser la batería, que no es porque ya lo verifiqué, puede ser el alternador, la bomba de gasolina, el arranque…
- Déjalo… sabes llamo a la grúa y que lo lleve al mecánico – agarró su teléfono móvil
- Ya sé lo que es!!! – salió toda contenta del coche – son los platinos los tienes muy juntos, con 5mm basta – Jenny la miró desconcertada. Tenía reparos de a montones para dejar salir a una alumna de su clase pero para ensuciar su camiseta blanca con grasa de coche y para perder tiempo no tenía ninguno. – pero… no puedo arreglarlo – dijo con pena – no tengo herramientas aquí – miró hacia la calle y después a su manos pintadas de negro. – Lo lamento
Dios!!! ¿Quién era esta mujer?. Hace unas horas atrás le hubiera vendido su alma al diablo sólo por poder quebrarle el cuello con las manos y en este momento lo haría por borrar la tristeza de sus ojos…
- Hey… No te preocupes, llamo al auxilio y todo solucionado, toma – le pasó un pañuelo banco impoluto.
- Para qué??? – la miró como si estuviera cometiendo la mayor de las locuras
- Tus manos – se acercó una vez más – Es lo menos que puedo hacer… Toma
- No!!! – acompañó a la negación un movimiento de cabeza – nunca volverá a ser blanco si pasa por estas manos.
- No me importa, úsalo
- No… yo no puedo hacer esto – se rehusó una vez más
- Tómalo por favor – la paciencia le pendía de hilo, se acercó aproximando más el dichoso pedazo de tela – tengo 4 docenas de ellos y mucho mejores, no te preocupes.
- Está bien – Emma se hizo del pañuelo con cautela, limpió sus manos meticulosamente y lo guardó en el bolsillo de su pantalón.
Lo próximo en hacer era llamar al auxilio. Emma la escucha gritar y pelear por teléfono… parece que las cosas se complican cada vez más – Idiota – dijo mientras cortaba. – Tardará en llegar… Puedes creerlo??? Como si uno no pagara el seguro
- Quizás más coches necesitan auxilio esta noche – y era ese optimismo lo que a Jenny más le molestaba
- Quizás… – se apoyó sobre su coche, la espera sería larga.
- ¿Quieres que me quede a esperar contigo? – preguntó bajito mientras pateaba unas pequeñas piedras con sus pies. No había ni una sola razón lógica en su mente para quedarse pero algo la obligaba… y dos son compañía.
- ¿Quieres quedarte? – eso había sonado de los más sexy y provocador. La cara de asombro de Emma lo demostraba – Digo… no es un problema para ti… quedarte, verdad? – trató de parchar la situación.
- Mmm… No, no lo es, puedo esperar… aquí – señaló el piso – contigo – la señaló
- Ok – se pasó las manos por el rostro, por el cuello hasta llegar a su nuca y presionó para notar el grado de dureza. Estaba agobiada y tan fuera de su eje que su cabeza le jugaba malas pasadas.
Emma se sentó en la cuneta, apoyó los codos en las rodillas y su mentón en las palmas de las manos. Tenía la vista clavada en la dirección opuesta observando las luces de los coches acercarse hasta encandilarla, cada vez que eso ocurría cerraba sus ojos instintivamente. Era un juego de pequeños pero Jennifer parecía no querer hablar y antes de escucharla gritar, como por vigésima vez en el día, prefería arrogarse al instante en frente de esos autos. Desechando la idea trágica palpó el bolsillo de su pantalón y se hizo de su teléfono móvil.
¿Para esto quería quedarse? ¿Para revisar su buzón de correo? Podría hacerlo cuando llegue a su casa. Primero me pide quedarse conmigo y después me ignora… ¡¿Quién demonios se cree que es?! Su cabeza tenia toda la actividad que al motor de su coche le faltaba. Por inercia comenzó un movimiento nervioso con su pie derecho que finalizó en una caminata neurótica delante de Emma, la cual parecía solo tener ojos para su móvil
- Deberías dejar de moverte tan frenéticamente… Lograrás ponerme nerviosa a mí – dijo sin quitar la mirada de la pantalla de su móvil
- Ah… – El comentario le había sonado como una ofensa, para ella la situación era crítica y no era su culpa que Emma no lo comprendiera. ¿Qué era lo que una persona como Emma podía entender de su vida? Habían intercambiado opiniones, más bien discutido, un par de veces teniendo como resultado el fracaso total en lo que a ella respectaba. Acabar una discusión apretando las muelas y temblando el cuerpo entero no era algo a lo que estuviera acostumbrada, por lo general bastaba una sonrisa y el mundo estaba a su merced. ¿Por qué con Emma no era así? – Perdona, no quería incomodarte!!! – la acidez que la carcomía por dentro se le escapaba por la boca disfrazada de palabras hirientes.
- No lo haces… sólo lo digo por tu salud, no es bueno alterarse – esquivó como una maestra el comentario inapropiado y habló sin mirarla todavía.
- Malo para la salud???!!! – dijo agitada, había aumentado el ritmo de la carrera – soy joven, fuerte y rica… no creo que nada malo pueda ocurrirme – dijo con desdén
- Esa no es razón para no cuidarse – todavía seguía a lo suyo mientras hablaba
- Tampoco es razón para que me digas que es lo que tengo que hacer – el reproché a Jenny la liberó pero a la rubia le sentó como un bloque de cemento sobre el pecho, la había dejado sin pestañar y con el dedo pulgar elevado sin tocar el teclado del móvil. Estaba congelada. De a poco giró la cabeza para enfocarla y los ojos azules brillantes ya la esperaban
- Tienes razón… – bajó la mirada al instante – No debería meterme en donde no me llaman – se revolvió un poco el cabello – lo siento – susurró.
- No… No… No!!! – el aumento gradual de la voz se debía a la velocidad con la cual los pensamientos chocaban en su cabeza – No te disculpes!!! – gritó – Deja de disculparte… por favor – terminó por susurrar.
Esta histeria no normal en ella, sólo le ocurría en dos ocasiones: una era cuando alguna situación problemática la sobrepasaba y la otra cuando alguien le gustaba. Sin duda era la primera, el coche averiado, los fracasos labores del día y las peleas constantes con Emma. Emma… tomó noción de que estaba con ella y como no podía ser de otra manera seguía sentada en el mismo lugar.
- Puedes marcharte si quieres… – mejor de esta manera, si seguían así la cosa no terminaría bien, pensó.
- Quieres que me marche? – y la pregunta hacía aparecer esa parte de Emma que a Jenny la trastornaba. No había insinuaciones sólo la correspondencia de los términos que ella misma había marcado con anterioridad – Pues… No lo haré… – Disposición y lealtad a la palabra propia a pesar de lo que eso pudiera significar: “un momento totalmente desagradable”. ¿Cuánta simplicidad puede albergar una persona? Jenny la miraba turbada, tan determinante había sido en su frase, la rubia, que no tenía palabras para refutar. – Pero… por favor no hablemos. No quiero que tus manos – le señaló los puños – terminen apretando mi tráquea.
- Esto no tiene sentido!!! No podemos actuar como si tuviéramos cinco años… ¿Se supone que mañana nos olvidamos de todo y somos mejores amigas??? – le parecía totalmente inmaduro estar a menos de un metro de una persona a la cual conocía y no socializar. No estaba en su naturaleza la timidez pero su excesiva expresividad a veces había causado problemas…
- Propón algo tú – dijo mientras se encogía de hombros – lo he dicho porque me pareció lo más factible pero estoy abierta a distintas opiniones
- Es qué no lo ves??? – miró al cielo rogando porque lo próximo a decir saliera de su boca de manera correcta.
- El qué? – Emma poco entendía esos ataques de palabrerías
- Que no somos compatibles – acompañó toda la frase con movimientos de sus manos para puntualizar. El silenció de Emma la hizo pensar que no la entendía así que continuó – Que somos opuestas al igual que el agua y el aceite – Emma asentía con la cabeza y Jenny hacía lo mismo pero con una sonrisa por fin se había dado a entender – blanco y negro, positivo y negativo y todas las cosas opuestas que tú puedas imaginar…
- Entiendo, lo que quieres decir es que nuestras personalidades antagónicas no nos permiten mantener una conversación como personas civilizadas – seguía asintiendo con la cabeza
- Claro… dicho más bonito, es eso
- Ya… – Emma se quedó cavilando todas las variantes
- ¿Qué? – preguntó con curiosidad
- Nada… – la miró con algo de pena – es sólo que tu premisa no es verdadera – se puso el pelo detrás de la oreja – bueno… – infló sus cachetes y exhaló todo el aire, era algo difícil de explicar – será verdadera cuando lo demuestres… una recolección de datos hecha en dos días no es muy fiable que digamos…
- Espera, espera… No entiendo ni una sola palabra de lo que has dicho.
Emma se paró en frente de ella – Hablas de la incompatibilidad de caracteres como si fuera una ley y eso no es así – Jenny no creía lo que escuchaba, parecía que Emma hablara en chino de repente – Tú – la señaló – afirmas que debido a nuestra forma de ser jamás podremos llevarnos bien y quizás estés en lo cierto – le dio la espalda – pero yo no puedo afirmarlo, entiendes. No saco conclusiones de manera anticipada…
La luz de un coche que pasaba dibujó el contorno de la figura de Emma en la retina azul. ¿Se podía encontrar lo extraordinario en lo común? Jamás se había doblegado ante nada y ésta no sería la primera vez por más que hallara toda la razón en las palabras de Emma. De pronto se vio enredada en la situación más paradójica de su vida queriendo decir cosas que jamás le hubiera dicho a nadie… de todos modos, ella no se disculparía ni aceptaría su equivocación o “conclusión anticipada”, según Emma. El orgullo había tirado de sus cuerdas vocales dejándola muda…
- Entiendo que tú sí las saques – la mirada de Emma la traspasó como un rayo. La miel tan dulce como dorada residía en sus ojos – me mantendré al margen… – las palabras retumbaban en su cabeza mientras con un leve pestañeo asentía. – Adiós – Se marchaba calle abajo.
- Aaag… - si era un gruñido o un saludo no le importaba, lo importante era la necesitad de gritar y la imposibilidad para hacerlo, otra vez, ese maldito nudo se instaló en su garganta. Tocó su cuello y encontró su pulso en la garganta
- Srta. Hartmann – Se giró rápido. El auxilio había llegado.
- Bueno… Recuerden que mañana vamos a clasificar nuestras voces – los alumnos mostraron descontento – Silencio. Vamos a empezar a hacerlo desde ahora… tener un buen oído es requisito fundamental – los alumnos estaban a punto de irse – Esperen – levantó el brazo llamando la atención – Les recuerdo que el viernes es el examen así que a estudiar…
- OOOOHHHH!!! – se quejó la clase entera
- Es lo que toca – sonrió, la rebeldía era tan marcada en ellos… protestar y rezongar ante todo era su consigna. Adolescentes – Lo lamento…
- Profesora Müller. ¿Cuáles eran los temas? – Preguntó Luzi por tercera vez
- Todo lo visto en el año, que es lo que hemos repasado en estos días… Hasta mañana chicos
- Hasta mañana – respondió su clase
Una vez vacío su salón se sentó en su sillón mirando fijo hacía la pared… aprovechaba estos momentos de paz para pensar, era una costumbre que tenía desde niña quizás por eso no tenía demasiado amigos, la mayoría de las personas veían a estas conductas como extrañas. Pero haciendo esto había conseguido sus mayores logros: sus carreras, su casa, sus viajes y todo lo demás, jamás había tomado una decisión sin meditarla minuciosamente… Abrió un cuaderno en donde tomaba notas y un libro por el otro lado. La tarea era la más rutinaria que conocía: recopilación de datos.
- Aquí es donde te recluyes??? – preguntó apoyado en el marco de la puerta - ¿Qué es tan confidencial que no puedes hacerlo en la cafetería? ¿Me matarás si se lo cuento a alguien?
- Es demasiado ruidosa – sonrió – Y no te mataré si lees el libro – Bodo se acercaba hacia ella – lo haré si lees este cuaderno. – Soltó el bolígrafo y cruzó sus brazos sobre sus apuntes
- No sé como haces para leer esto – dijo mientras leía el título del libro – Es una mierda!!! Jajajaja!!!!
- Mejor esto – señaló su libro - antes que usar esa corbata horrible que traes. El verde y el naranja no combinan – Bodo observó la combinación de su camisa con la corbata.
- Es la última moda – trató de defenderse
- Pobre iluso – puso cara lastimera
- Hey!!! No te burles de mí… – le pegó cariñosamente en el hombro mientras reían. – Por favor seriedad – pidió rompiendo nuevamente en una carajada. – Hoy tienes la cita con el médico – le recordó.
- Sí – miró su reloj pulsera – debería irme ya sino llegaré tarde – se levantó rápidamente y comenzó a juntar sus cosas…
- Jenny preguntó por ti – vio como Emma frenaba sus movimientos – dos veces…
- Te dijo que quería? – preguntó simple tratando de no sonar tan interesada
- Nop… Sólo dijo que quería hablar contigo – Bodo percibía a su amiga pensativa
- Ok, después hablo con la profesora Hartmann… me voy – se despidió con un beso de su amigo y salió del salón.
Bodo se la quedó mirando le hubiera gustado preguntar qué asunto tenía pendiente con Jenny pero ahí estaba la promesa de no entrometerse, él mismo se la había hecho, así que las palabras de advertencias tendrían que permanecer guardadas… Sólo hablaría en caso de fuerza mayor pero Emma estaba en este lugar porque él la buscó, Emma había conocido a Jenny gracias a él…
- Bueno, la inspección es bastante sencilla, esto lo hacemos por pura burocracia – Dijo el médico
- Lo entiendo – sonrió
- Desabrocha un poco tu camisa para que pueda auscultarte – Emma estaba sentada sobre la camilla con sus piernas colgando como péndulos. Hizo lo que el profesional le pedía y a continuación sintió el frío metal sobre su piel – Respira hondo y contén el aire – en la sala de consulta reinaba el silencio, sólo eran ella y él – exhala – sintió el aire escapar de a poco de sus pulmones. Respiró profundo una vez, sabía que el médico se lo pediría y por un segundo más de tranquilidad que sentía en el momento se adelantó a los hechos. El ejercicio la relajaba… tanto que se animó a cerrar los ojos…Un ruido fuerte le hizo abrirlos al instante.
- Quien podrá ser a estas horas??? – se sacó el estetoscopio de los oídos – Espera un segundo, voy a ver.
- De acuerdo. – escuchó como unos pasos fuertes se acercaban y vio como la puerta nuevamente se abría.
Jenny con lágrimas en los ojos camina apoyada de él. Emma rápido saltó de la camilla, una causa era la impresión de la estampa y la otra por no obstaculizar, la cosa no pintaba nada bien.
- Aquí, acuéstate aquí – el médico la ayudó a subir a la camilla. Emma se ancló al suelo tratando de aplacar el impulso de acercarse también – Eso es… – el médico dijo una vez que la posicionó. – Voy a buscar el equipo de rayo portátil, quiero ver si te haz desplazado el hueso…
La rubia dejó de escuchar, la observaba desde un segundo plano, era obvio que se había torcido el pie mientras estaba bailando, llevaba calzas negras y aún traía puestas las zapatillas de ballet. Una tras una, veía las lágrimas caer desde la línea externa del párpado hasta perderse detrás de la oreja siguiendo el camino de sus predecesoras. Los ojos estaban bien abiertos, de perfil se podía ver el azul asomando a pesar de que apuntaran hacia arriba.
-Disculpa la interrupción – la voz le salía quebrada – mi tobillo me esta matando – se apoyó el antebrazo sobre la vista
- No pasa nada – contestó bajito
-Tú??? – intentó rápido incorporase
- No… no te levantes – le indicó que parase
- Es un acto reflejo…Qué haces aquí??? – preguntó mientras dejaba caer el peso nuevamente a la camilla.
- Mi revisión médica
- A estas horas de la noche???
- Bodo
- Ah – como siempre, el novio
- Aquí estamos – las dos vieron como el médico acarreaba un el aparato hasta colocarlo cerca de Jenny – No te puedes quejar – se acercó a ella – Te he dejado en buena compañía – las dos se miraron – ahora vamos a hacerte una radiografía para ver que es lo que tiene ese tobillo.
- Yo podría… – Emma iba a preguntar si se podía marcharse.
- Tú podrías sacarle la zapatilla de baile mientras yo conecto esto. – estiraba unos cables detrás del máquina.
- No sería mejor si me la quita Ud. Doctor –el comentario hizo que Emma se detuviera antes de llegar hasta su altura – Es que duele horrores – miró a Emma disculpándose.
- Jenny… Son dos cintas… no creo que empeore las cosas… quítasela Emma – y desapareció de la sala
Emma despacio caminó hacia los pies de la camilla, la morena se apoyó sobre sus codos para supervisarla en todo momento. Se quedó observando el pie lastimado desde una distancia aproximada a unos 20 cm, pensando en la forma adecuada para deshacer el nudo sin provocarle más dolor. – Trataré de no lastimarte, no te muevas por favor.
Jenny estaba muda, el dolor cada vez era más fuerte y sabía la razón, su cuerpo se estaba enfriando – Está bien.
Divisó un bulto en cara interna de la parte baja de la canilla, allí se encontraba el nudo pero como toda bailarina, Jennifer, lo escondía celosamente debajo de la última vuelta de la cinta. Acercó lentamente sus manos pero algo no estaba como debía: las manos le temblaban. Bastó un rápido movimiento para calibrar la precisión y una última mirada hacia Jenny para corroborar la aprobación… y comenzó.
Frío… al igual que la vez que había estrechado su mano… casi helada era la piel de Emma sólo que esta vez estaba de lo mas agradecía, la baja temperatura funcionaba como bálsamo. Sintió aflojar la tensión de la tira y el alivio inmediato de la normal fluidez de la sangre, le había dolido pero no se comparaba con la recompensa. Lo próximo fue el dedo índice de Emma abriéndose paso entre la tira y su piel, escarbó y lo fue moviendo hasta llevarlo hacia atrás, un pequeño tirón y las cintas estaban totalmente sueltas.
- Ahora la peor parte… – Emma sonrió tratando de tranquilizarla. Jenny se enganchó a sus ojos, eran cálidos y en ella surtían un efecto que no comprendía del todo, esta vez no lucho por imponerse sólo dejo que pasara. Y cada vez más abajo, el mentón, el pálido cuello, los lunares como huellas en su clavícula y los dos botones desabrochados de su camisa que dejaban entrever las copas del sostén negro…
- Dios!!! – En qué estas pensando Jenny? Se preguntó a si misma. Te has golpeado el pie no la cabeza, se respondió
- Te he hecho daño? – la miraba preocupada y la morena comenzó a sentir vergüenza, estaba punto de encontrar placer en el dolor ¿qué mente retorcida era capaz de hacer eso? ¿Encima con la novia de Bodo?.
- No… no, no… sólo estaba pensando en otra cosa – sonrió nerviosamente – para olvidarme del dolor.
- Ah… Eso está muy bien, continúo – miró fijo el techo, tratando de esconderse lo más lejos posible de todos los impulsos eléctricos que le llegaban a la cabeza. Seguramente sus neuronas no estaba haciendo bien la sinapsis o el dolor traía efectos colaterales para la salud mental porque podía asegurar que en este momento sus pensamientos carecían de coherencia alguna.
Una mano se aferró en la parte baja de su pantorrilla con fuerza, lo que pretendía era la inmovilidad total del piel y la otra suavemente tiró desde la suela de la zapatilla hasta conseguir quitarla definitivamente.
- Ya está – le mostraba a Jenny la zapatilla – Tienes el pie hinchado por eso a costado…
- Sino hubiera salido sola, son de tela – Terminó la frase
- Exacto – asintió con la cabeza
- Gracias
- Ha sido un placer – le sonrió
- Lo tengo chicas… vamos a ver – El médico traía bajo el brazo un ordenador portátil, que conectó al aparato de rayos – Veamos esa articulación tibio-tarsiana y después los días que estarás sin bailar…
- Espero no sean muchos… trabajo de esto – dijo algo enojada
- Serán los que deban ser, Srta.
Emma se alejó dejando espacio al profesional para que trabajara y tratando de evitar la radiación, pero el equipo parecía de alta tecnología. Su examen estaba a medio hacer, no sabía si quedarse o marcharse y el Dr. tenía toda su atención puesta en la lesión de Jenny.
- Ninguna de las dos esta embarazada, no? – preguntó sonriendo
- No… – constataron al unísono.
- Bueno… No hay desplazamiento del hueso, eso es bueno – miraba la pantalla de su portátil
- Qué tiene de bueno? El dolor es insoportable – chilló
- Sabes? – se dirigió a Emma – Hace años que la conozco…
- Oh… – se quejó Jenny – No empieces, por favor
- Cuando llegó por primera vez aquí le pregunté si había tenido este tipo de lesiones anteriormente y sabes que contestó: No y jamás las tendré… – la imitación del médico era bastante similar a la realidad y logró arrancharle Emma una sonrisa – Con toda esa arrogancia y superioridad tan de ella. Quién te ha visto y quien te ve… no? Tú no serás de esas personas que nunca se quedan afónicas?
- No lo soy… he estado afónica más de lo que he querido en mi vida – el médico la miró por encima de los lentes
- Me gustaría escucharte cantar – sentenció mientras colocaba una venda elástica en el pie de Jenny
- Puedo preguntar… Por qué???
- No lo sé a ciencia cierta pero por como hablas me da la sensación de que debes cantar muy bien – la miró una vez más – Además tienes unos pulmones en perfecto estado, eso más el buen dominio de las cuerdas vocales resulta un buen cantante.
- Gracias por la subjetividad…
- De nada, querida, de nada. Bueno Jenny… esguince de primer grado… has tenido suerte esta vez. Voy a recetarte unos antiinflamatorios, mucho hielo y reposo
- Qué??? – el médico se había tapado los oídos con anterioridad pero Emma estaba con la guardia baja y dio un brinco al escuchar el grito. – No voy a estar sin caminar… no puedo estar sin caminar
- Sabes que si apoyas el pie va ir a peor – advirtió el médico – y puedes caminar sin apoyar el pie… gracias a dios se inventaron las muletas, con una sola de ellas estas cubierta…
- Muletas??? – preguntó como si no supiera de que estaban hablando
- Siiiiii… Muletas ¿Es que a caso no hay muletas en Inglaterra?
Emma se estaba atragantando con la risa, este hombre trataba a Jennifer con tanta confiabilidad y familiaridad que cada unos de sus retos se convertían en bromas.
- Tú no te rías – Emma se puso seria al instante pero no se le pasó por desapercibido el guiño de ojo del Dr. – A ver dime cómo has llegado hasta aquí
- Cómo voy a llegar… conduciendo
- Y cómo vas a irte
- Cómo vine me voy. Por qué me preguntas estas idioteces???
- Por que dudo que puedas manejar con el pie así
Eso era algo en lo que Jenny no había pensado. Cuando sintió el dolor agudo en el tobillo lo primero que hizo fue subirse a su coche y conducir hasta aquí aún sin saber, si quiera, si encontraría a alguien. El pie en ese momento dolía poco pero a medida que pasaban los minutos en su coche se había hecho cada vez más punzante pero ahora con la venda apenas podía moverlo. Miró para abajo e intentó moverlo pero el dolor todavía era demasiado fuerte…
- Puedo llevarte… si quieres por supuesto – Emma se compadeció a pesar de no conocer demasiado a Jenny, entendía que para un bailarín perder movilidad se asemejaba como a dejar sin alas a un pájaro.
- Problema resuelto voy por la muleta – salió otra vez del salón.
- No tienes que hacer esto, puedo tomar un taxi – dijo recortando las palabras que se habían dedicado la noche anterior.
- Lo sé, pero si lo hago no tendrás la necesidad de dejar tu coche en la acera y que algo pueda ocurrirle… ese escarabajo es un sueño – se quedó pensando un segundo al terminar la frase – Eso es, no pienses que lo hago por ti, lo hago por tu coche – sonrío
- Gracias… digo, que si mi coche hablara te daría las gracias seguramente – correspondió la sonrisa
- Vamos – Se acercó hasta la camilla y se posicionó del lado del pie malo – tú rodea mis hombros con tu brazo y yo te sostendré por la cadera – hizo una señal preguntando si estaría bien
- De acuerdo – su brazo estaba no estaba bien agarrado y no por falta de fuerzas sino porque no sabía hasta donde llegaban los límites de contacto físico que tendría Emma y vibró entera cuando el brazo imponente de Emma rodeó su cintura.
- Deberías agarrarte con más fuerza, la cuestión es que no apoyes el pie – se pegó más al cuerpo de la rubia y por primera vez sintió su olor. Era un aroma suave, elegante y fresco… Aprovechó que Emma miraba hacia abajo para enmarcar su perfil y una vez más llegó a la misma conclusión: no tenía nada de extraordinario, no al menos, que se pudiera ver desde esa perspectiva.
- Cuando tú quieras… – los ojos de Emma estaban tan cerca y Jenny no pudo resistir perderse en ellos. Le hubiera gustado tener el valor para sostener más el contacto pero como buen cobarde, agachó la mirada.
- Si… ahora – Abrazadas caminaron hacia la salida de la sala.
Se preguntó si se podía vivir dentro de un cuadro de Dalí, si era posible que la vida algunas veces fuera tan surrealista… Todo estaba desordenado, su coche lo conducía Emma, su pie inmóvil y las fuerzas parecían abandonarla. Los ojos luchaban por mantenerse abiertos aunque el suave balanceo y la desolación de la calle la incitaban a dormir. Giró la cabeza para la izquierda y ahí estaba, totalmente concentrada en el camino, era una rareza para ella la dinámica de los movimientos siempre la veía rígida y estática. Ahora, por fin, se cercioraba de que tenía huesos y músculos en la espalda en vez de hierro.
Emma le sonrió y ella contestó por inercia, esbozando algo que intentaba ser una sonrisa. Todo se puso negro y luchó una vez más por abrir sus ojos, se aferró con fuerza a la muleta que llevaba entre las piernas e intentó no pestañar, sabía que si lo hacía, a lo mejor, sus ojos no se abrirían más. Necesitaba mirarla, necesitaba mantenerla vigilada… necesitaba entender que o quien realmente era Emma y porque su llegada significaba para ella desgracia.
- Duerme tranquila – Por qué Emma tenía esa capacidad de percepción, parecía que podía leerla entera. Ella, en cambio, jamás intuía nada, la rubia era tan etérea y sutil tanto en sus palabras como en los movimientos que se le hacía imposible adelantarse. Capturó por última vez el perfil y todo se volvió negro para Jenny.
Manejar con Jennifer dormida era un alivio, no habría peleas esta vez… Aprovechó un semáforo en rojo para observarla dormir, era extraño verla tan tranquila y no gritando a todo pulmón o envuelta en ira. Sonrió, algo de todo lo que había ocurrido desde que ingresó como profesora a la academia le daba gracia; eran opuestas y lo sabía pero la metodología residía en su vida, nunca haría una afirmación sin estar complemente segura de ella.
Conducía mientras tarareaba una canción, no tenía ninguna intención en despertar a la bestia, cuando cayó en la cuenta de que no tenía dirección. A dónde se suponía que debía llevarla?. La observó hecha un ovillo, toda enredada con la muleta pero su pie golpeado estaba apoyado suavemente en un vértice del asiento. Era entendible que necesitara descansar, en el consultorio había comprimido todo el dolor en lágrimas, el gasto energético debía ser importante. Así descartó rápidamente la idea de despertarla y sin más se dirigió hasta la esquina en donde se habían encontrado la noche anterior. No estaba segura de que la casa de Jennifer quedara cerca de allí pero necesitaba un lugar en el cual aparcar para poder llamar por teléfono.
- Soy yo… – hablaba bajito – Me puedes dar la dirección de la Profesora Hartmann – verificó que la morena seguía durmiendo plácidamente. – Bodo… sin preguntas – fue tajante – sólo dame la dirección – apuntó en su cabeza la calle y se dio cuenta de que estaba a tres cuadras y que estaba a sólo dos cuadras de su casa. Eran vecinas – Gracias – y colgó sin despedirse. La miró nuevamente tratando de buscar la familiaridad en su rostro, era poco probable que viviendo tan cerca jamás se hubieran visto… Sonrió una vez más al encontrar el lado positivo de la situación: no debería tomar un taxi para volver a casa.
Frenó en frente de la casa. La vivienda era bastante simple, el lugar chocaba con las joyas que Jenny llevaba en la mano, demasiado modesta. Pintada de banco, una sola planta y con un cerco bajo. No lo cuestionó demasiado, ser adinerado no te obliga a vivir en un palacio, quizás la chica no era tan ostentosa como aparentaba… Suspiró, debía despertarla y a pesar de que le daba pena tenía que hacerlo, las horas como por arte de magia habían volado. Estudió cual sería la manera apropiada para llevarlo a cabo, si tenía mal carácter habitualmente, el mal despertar de seguro se lo potenciaba.
Salió el coche y al instante sintió el cambio térmico, el aire frió chocó fuertemente en su garganta al respirar, la temperatura había descendido considerablemente. Llegó a la puerta del acompañante y la abrió… le estaba dando la espalda, notó la saliente de los omóplatos y de cada una de sus vértebras cervicales a través de su blusa, la disciplina física la había esculpido de una manera única además de dotarla de una flexibilidad que no todo el mundo poseía o al menos eso arriesgaba por su estructura.
- Jennifer… Jennifer, despierta – le movía en hombro suavemente – estamos en tu casa – Se removió toda y Emma estaba a la espera para ayudarla a bajar pero sólo buscó una mejor posición para seguir durmiendo – Jennifer – insistió aumentando la vigorosidad de la sacudida para obtener como respuesta un…
- Déjame dormir Ben – balbuceó.
- No soy Ben… Por favor despierta así puedes acostarte en un lugar más cómodo – agarró su mentón para hacer que la mirara, de seguro, una imagen de ella evacuaría todas las dudas.
- Oh!!! – sus ojos azules se mostraban bañados de brillo pero todavía cansados - ¿Qué pasa? – hizo un paneo rápido y al no reconocer el lugar, debido a la oscuridad, sus párpados los cubrieron de nuevo
- Ya hemos llegado a tu casa… ahora debes bajarte – le quitó la muleta de sus brazos y la dejó apoyada contra del coche. Llevarla cargando no le pareció lo más apropiado, metió medio cuerpo dentro para agarrarla por el torso – mantén el pie sin tocar el piso.
Jenny de repente estaba despierta, el aliento de Emma había rozado su cuello como brisa de otoño, ni cálido ni frío y ella se sentía como una hoja que era elevada. Las manos blancas obligaron a sus brazos a cerrarse en círculo sobre el cuello para después, una de ellas, apoyarse en la parte alta de su espalda. Cerró los ojos absorbiendo un poco más del perfume y rezando porque el alto vuelo no terminara en el peor de los aterrizajes. No era correcto actuar así, ni ella misma entendía el sometimiento y adormecimiento corporal.
- Eso es – ya estaban fuera. Lo que parecía no importar a Emma, a Jenny la aterraba, sus cuerpos estaban demasiado cerca sólo separados por una fina cortina de aire. De nuevo el tacto gélido en sus brazos, eso sólo significaba la inaplazable separación… pensó que sólo bastaría rodearla con sus brazos para sujetarla, para dominarla, y para que la serenidad que la inundaba fuera constante – Toma – guió su mano hasta colocarla en la muleta y luego le devolvió sus llaves, poco a poco fue retrocediendo con cautela, Jennifer estaba algo dormida todavía
- ¿Puedes sola? – Emma que miraba el pie al no escucharla contestar buscó el contacto visual. - ¿Estas bien?
¿Qué si puedo sola? ¿Qué si estoy bien? Eso la llevaba a la conclusión de que Emma podía notar muchas cosas en ella pero la conjugación entre miedo, vergüenza y tormento le era invisible. – Sí – se aferró a la muleta y comenzó a caminar hacia la entrada de su casa. Pasado el cerco, se detuvo, algo en su conciencia llenaba de plomo sus pies – Oye!!! – No volteó a mirarla sabía que estaba allí, de pie, todavía le llegaban oleadas del aquel perfume. Lo bueno era que esta vez no era tan intenso, estaba mezclado con el aire, y no le enturbiaba tanto el pensamiento – Gracias…
- De nada – Susurró
- Mañana… – se quedó callada, nada de lo que dijera ahora cambiaría las cosas, la tormenta ya estaba desatada. Cerró los ojos fuertemente – Mañana los lobos te comerán… lo siento – abrió la puerta y entró.
Emma es quedó anclada en el lugar no encontraba lógica al comentario ¿Por qué razón la advertencia? Su mente trabajó a rápida velocidad, lo calculó todo en un instante y lo encontró – Yo también lo siento – miró una vez más hacía la pequeña casa y con algo de desánimo comenzó la caminata hacía la suya. Era realmente una lástima que algunas actitudes se perdieran entre la estupidez e ignorancia.
El teléfono móvil lo había tenido apagado toda la mañana, de ninguna manera iba a permitir que su nuevo trabajillo le requiriera más tiempo del debido, tenía asuntos más importantes que atender. Estaba algo molesta, detestaba los contratiempos, y según Jennifer hoy sería una tarde llena de ellos, la incertidumbre carecía de importancia… ¿Qué reto podría presentar una academia dirigida por y para personas adineradas? … Prendió el aparato y constató que tenía cuatro mensajes en el buzón de voz, todos de Bodo. Ahora los problemas llamaban por teléfono…
Caminaba tranquila hacía la academia mientras los escuchaba, sonrió, a medida que aumentaba el número de mensajes revisados Bodo se escuchaba cada vez un poco más histérico. Quizás no era lo adecuado tomar el asunto con tanta ligereza pero debía mantener la cabeza fría y despejada, no como un tambor. La compostura era un punto ganado y no lo perdería por nada en el mundo. Dobló la esquina y sintió como alguien la tomaba con fuerza del antebrazo…
- Aquí estas!!! – Bodo estaba sudado y con cara de perturbado – ¿Sabes cuántas veces he tratado de localizarte? Te he llamado al móvil no sé cuantas veces y al trabajo, tres, sólo para que un imbécil me diga que no estás disponible… Tú tienes idea…
- Tranquilízate… Por favor – lo tomó por el cuello para estabilizarlo – Tranquilo – La fuerza que apretaba su antebrazo menguaba
- Disculpa – dijo después de un largo suspiro – Estoy algo nervioso – secó las gotas de su frente con el dorso de su mano
- Algo? – preguntó mientras se sonreía
- Tenemos problemas – dijo serio
- Lo sé
- ¿Cómo lo sabes? – preguntó curioso
- Basta con verte para saberlo – con un comentario humorístico cubrió la verdad. Hablar sobre la advertencia de Jenny sólo haría que Bodo comenzase a cuestionarle otras cosas.
La tomó de la mano y se la llevó hasta la academia. Fue cruzar la puerta y todos los miraban, de seguro sabían lo que ocurría o estaban a la espera de que algo ocurriera. Los murmullos se hacían gritos en la cafetería a medida que se adentraban en ella, la traspasaron lo más rápido posible y se internaron en la seguridad del despacho de Bodo.
- Tienes idea de lo que ocurre aquí? Todo está como revuelto – preguntó mientras se sentaba en una mesa
- Algo he oído por ahí pero no sé mucho – Todos los que estaban en la mesa se quedaron a la espera de más información pero Timo no dijo nada más…
- Cuenta!!! – Luzi lo apuró con un grito
- Hey! No te pases – les pidió que se acercaran con un movimiento de mano para contar en voz baja – Parece que van a despedir a la profesora Müller
- Qué??? – El grupo de primer año no creía lo que escuchaba y a Luzi la noticia le había caído como un balde de agua fría.
- Eso es lo que escuché esta mañana – se encogió de hombros.
- A quién escuchaste decirlo? – un cambio de profesor no sería para nada favorable
- Al Sr. Bergmann – Bebió de su café, daba la información a cuenta gota a causa de la falta de interés sobre el asunto.
- Y qué más???
- Nada más sólo escuché que hoy arreglarían el asunto en junta extraordinaria
- En junta extraordinaria??? – repitió pensando en lo que las palabras significaban
- Sólo sé eso y lo que hemos visto recién. Parece que la co… He, he… Dónde vas?
-. Tengo cosas que hacer – se alejó de sus amigos con pasos apurados.
- Es qué no lo entiendes??? – Bodo le preguntó por tercera vez a Emma – No quieres entenderlo – golpeó el puño contra la mesa
- No es eso… Yo sólo quiero ser justa y me parece que su reclamo es justo
- ¿Cuántas veces te tengo que explicar que esto no es un reclamo? Es… es una puñalada por la espalda – la sangre parecía bullir en las venas de su frente.
- Están en todo su derecho de presentar quejas. Para mi es verdadero
- Verdadero… Verdadero??? Por dios!!! Deja de ser tan ingenua… Esto no es un reclamo ni nada por el estilo… Esto son malas intenciones teledirigidas
- JaJaJa
- Encima te ríes… – Estaba indignado con el comportamiento de su amiga, para él el mundo estaba a punto de estallar y no lograba entender como Emma se mantenía tan serena en su sillón y con las piernas cruzadas. De a ratos pensaba que se estaba burlando de él.
- Es que me hizo gracia… – trató de explicar – …lo de teledirigido. Igual que los misiles – sentenció – ¿Crees que tengan el mismo impacto? – se quedó pensando, el desafío la tentaba…
- No sé ni me interesa… Debemos hacer algo
- Qué quieres hacer??? – se mostró interesada
Bodo se acercó hasta un estante en su biblioteca, buscó una carpeta y se la entregó a Emma. Observaba todos sus movimientos, si querían ganar esta partida tendrían que llevar la artillería pesada, el único inconveniente era que a Emma la dejaba demasiado expuesta. El trabajo lo había aceptado con una sola condición y esta movida implicaría romperla, estaba seguro que obtendría un no rotundo.
- No – lo miró con dureza – No es el acuerdo que teníamos
- No puedo ofrecer más… no estoy en condiciones – se disculpó
- Entonces renuncio – Estaba totalmente convencida
- No es necesario – se acercó hasta ella y la tomó de las manos – Mira, estas quejas formales tienen nombre y apellidos… los dos sabemos que no se trata de tu trabajo con los alumnos de primer año sino de cuestiones personales. Mientras en la junta podamos demostrarlo estamos seguros…
- No quiero que sea de esa manera – se soltó del agarre – no voy a quedarme aquí gracias a batallar con otras personas, si me quedo será porque lo merezco
- No malgastes tu moral con estas ratas – suplicó
Emma se levantó para tomar una mejor perspectiva de su amigo – No se trata de ellos, se trata de mí… de cómo doy mis clases y lo que puedo aportar con mi trabajo a esta institución.
- El Jurado no lo verá así - se sirvió una copa de whiskey y volvió a sentarse – Ellos sólo te sacaran los ojos…
- Bodo… – le sacó el vaso que sostenía entre sus manos – Sé que tu intención es cambiar las cosas aquí – Él la miró sorprendido jamás había hablado de las verdaderas razones de la contratación – Yo no suelo entrometerme en los asuntos de los demás, voy a ayudarte en lo que pueda pero será a mi manera… No voy arrojar a la basura mi ética profesional
- Para eso tienes que quedarte en tu puesto – agachó la cabeza
- Lo sé y por esa misma razón tú me ayudaras – sonrió
Caminaban por el pasillo, el silencio era interrumpido por ruido estridente de sus pasos seguros. Tenían como acuerdo no mostrar debilidad en ningún momento. El cuarto piso no era del todo conocido para ella, sólo lo había visitado una vez… se dirigían en línea recta hasta el final del pasillo, hacía una puerta que era distinta a las demás, era el único lugar que no seguía el patrón estructural. Un nudo apretaba su estómago, cada vez estaban más cerca y el nerviosismo, de manera inevitable, se apoderaba de ella. Frenó sus pasos.
-Espera – lo tomó por el brazo y le obligó a que la mirara – No quiero que digas nada sobre ellos
- Emma… – suplicó – No los cubras… por favor – pasó su mano por la cara, Emma podía ser de lo más obstinada a veces
- Es una decisión tomada y no es encubrimiento… sólo vamos a demostrar que podemos hacer esto sin pisotear a los demás pero si no estás de acuerdo puedo entrar sola – vio como Bodo sin pensarlo un segundo siguió avanzando hasta la puerta del infierno.
- Tienes razón, no son lo importante en este momento pero me ocuparé de él más tarde – la miró – Que no te queda duda.
- No tengo nada que decir al respecto – Bodo bajó el picaporte y entraron
Allí estaban todos ellos tal cual Bodo los había descripto, en el podio de la mesa los más veteranos precedido de otros profesores, la imagen le hacía recordar a la Antigua Esparta y a su enorme Consejo de Ancianos. Estos sistemas eran de una falsa democracia: los verdaderos gobernantes eran ellos, la edad y, por ende, su experiencia les daba el poder absoluto, dejar conforme a todos no sería nada fácil. A pesar de estar cuatro presentes Emma notó que un sillón estaba vacío. Eran cinco, el número impar no dejaba lugar a un empate, era al todo o nada. Uno a uno recorrió cada unos de sus rostros, estás personas calificarían cualitativa y cuantitativamente su trabajo ¡Qué absurdo! Ni uno sólo de ellos había presenciado unas de sus clases ¿En que se basarían para tomar su decisión?
- Buenas tardes Profesora Müller la estábamos esperando… Tome asiento por favor… Bodo – Indicó con la mano el extremo opuesto de la mesa empresarial. Unos diez profesores los separaban, cinco de cada lado, cada uno de ellos eran representantes las distintas asignaturas y estaban en la Junta para velar por los intereses de sus departamentos. ¡Perfecto! Encima tendré que hablar a los gritos para que me escuchen, pensó. Agarró con fuerza la manija del estuche del violín que traía y caminó el trayecto acompañada por Bodo y por las miradas escrutiñadoras de todos los que se encontraban en el lugar, se sentó, colocó el instrumento en el piso y su portafolio sobre la mesa.
- Buenas tardes – trató de sonar lo más relajada posible conciente de que se puede perder más por debilidad propia que por la fortaleza de los demás.
- Soy Stefan Bergmann, como puedes notar, presido la Junta, me acompañan Helena Schmidt-Heisig – como buena esposa se encontraba sentada a su izquierda, Bodo la había definido como calculadora y manipuladora. Sus decisiones también serían las de su marido, podía distinguirse a kilómetros que llevaba escrito autoritarismo en su cara. La saludó con un simple movimiento de cabeza, una persona despreciable. – La Sra. Ingrid Jäger – la más antigua de todos como así también la más enfática no había parado de sonreírle desde que había cruzado la puerta.
- Encantada de conocerte – Saludó alegre
- Igualmente – y le correspondió en la sonrisa
- Gabrielle Krawczyk – la mujer castaña la saludó con un gesto de mano para no hacer más larga la presentación – Y falta el Sr. Piet Vogel que ha tenido un contratiempo pero llegará en cual quier momento – El desempate, Bodo no había hablado mucho de él, sólo se había limitado a decir que era un hombre de principios y que jamás se dejaría comprar. No se dejaba influenciar por las posturas ajenas, solía abandonar la sala en el momento de tomar su decisión, un hábito extraño. – Comencemos.
El Sr. Bergmann se sentó y abrió una carpeta, todos los que estaban allí hicieron lo mismo. Emma pensó que faltaba un oficial uniformado para que fuera un juicio de verdad. No entendía toda la parafernalia de la presentación ¿por qué las personas hacían este tipo de cosas? Se trataba de un procedimiento sistemático, de un ritual o simplemente era una forma de hacerse notar… No lo comprendía.
- Supongo que estará enterada de la situación – preguntó mientras pasaba páginas
- Si – Todos la miraron… Ante ese tipo de pregunta cualquiera en su lugar estaría atajándose de antemano, pidiendo disculpas o lloriqueando porque no le quitasen su puesto de trabajo. Ingrid y Gabrielle se miraron y se sonrieron, fueron las primeras en notar que la profesora no se dejaría avasallar tan fácilmente.
- Y qué opina al respecto Srta.? – apretó la soga, la cara de disgusto de su mujer se lo indicaba.
- Creo que es lo correcto – sentenció – no he concursado y es lógico que algunas personas se sientan estafadas, sobretodos aquellas que aspiran al puesto.
- Yo también creo lo mismo – se acercó hasta Emma con una carpeta en sus manos y la dejó sobre la mesa en frente de para después volver a su lugar – Pero no es la única irregularidad en su contratación – le sonrió – Puede empezar explicando su relación con el director y después Bodo nos explicara por que razón sus haberes mensuales son tan altos.
Bodo rápidamente quitó los papeles de las manos de su amiga, al leerlos palideció. Eran una copia del el contrato de trabajo que él había redactado ¿Cómo habían conseguido la información? Solamente la pudieron obtener hurgando en su despacho. La tranquilidad lo había abandonado y sus manos comenzaron a vibrar de manera descontrolada, esto no estaba en sus planes.
- No encuentro conexión entre mi relación personal con Bodo Wilhelmsen – lo señaló – y el asunto que estamos tratando – dado el estado en el cual había entrado su amigo no encontraba otra salida que hacerse cargo de la situación. Stefan la miró con desconfianza, estaba fingiendo estar desinformada o realmente no tenía noción de lo que estaba insinuando. Miró a su mujer y entendió que no tenía que tener compasión, estaba a punto de hablar cuando la puerta se abrió.
- Disculpen la interrupción – rápido Ben ocupó unos de los lugares que estaban cerca del podio. Su padre lo miraba con desaprobación.
Jennifer… se dijo, Emma, mentalmente al escuchar el sonido descompasado de la muleta golpeando el suelo. Casi la podía verla aparatosamente caminando a pesar de no haberse volteado, sus oídos eran sus ojos en aquel instante. De manera automática quiso levantarse pero la mano fuerte de Bodo dejaba, con disimulo, su brazo pegado al asiento. Lo miró queriendo preguntar qué es lo que hacía y Bodo sólo respondió negando con su cabeza. Sintió un sonido extraño ¡Oh, mi violín!
- Perdona – Jennifer se agachó con algo de dificultad a recogerlo y a colocarlo en su posición original. Cuando estaba a punto de levantarse sintió el tacto de Emma sobre su codo ayudando y dando estabilidad – gracias… – No espero la contestación, no la merecía. Estos días le habían enseñado que Emma era pura amabilidad pero no estúpida. No la ayudaba porque fuera ella, la ayudaba porque la veía como a una persona más… esa era la verdad. Terminó por sentarse al lado de Ben.
Dejó de mirarla, una vez asegurada en su silla no tenía por qué preocuparse… Centró la mirada nuevamente al presidente de la Junta.
- Conti… – No alcanzó a terminar la frase cuando la puerta fue golpeada otra vez – Adelante – dijo enojado, tantas interrupciones le quitaba seriedad al problema.
- Permiso – la puerta se abrió dando a paso a Luzi y a un hombre de unos 40 años.
- ¿Ha pasado algo con tu madre Luzi? – preguntó la Sra. Ingrid
- No!!! Todo esta bien… yo sólo quiero estar presente – Emma abrió sus ojos sorprendida por lo que escuchaba… Jenny, por el contrario, agachó la vista
- Lo lamento pero los estudiantes no forman parte de la Junta Extraordinaria – dijo con desprecio Helena, las otras dos mujeres del jurado miraron con desaprobación el comentario.
- Con todo respeto – Comenzó a hablar el hombre que acompañaba a Luzi – como representante de los alumnos es nuestro derecho y deber estar presente, dado a que el tema que se trata es la contratación de la profesora Müller, Luzi Beschenko es delegada del curso que se verá principalmente afectado por las determinaciones que se tomen aquí – Hizo una pausa – tratamos de pensar que esta reunión se hace atendiendo las necesidades de los alumnos y, por esa misma razón, nos parece fundamental contar con el testimonio de una persona que realmente conozca el trabajo de la profesora.
Todos los presentes estaba atónitos jamás se había armado tal revuelta por una simple profesora. Los alumnos acostumbraban a intervenir ante problemas edilicios, en la incorporación de distintas materias y talleres o en la realización de eventos. Pero allí estaban, parados, en la puerta reclamando su lugar.
El Presidente de la Junta notó el descontento en el rostro de su mujer, poco y casi nada podía hacer al respecto, los alumnos tenía demasiado peso en la institución era una de las tantas cosas maravillosas que había dejado la dirección de la Srta. Vogel.
- Tomen asiento – los dos ocuparon lugares contiguos a los de Emma y Bodo dejando en claro, con anticipación, a quién apoyaban. Emma le sonrió a Luzi mostrando el agradecimiento que sentía en el momento – Continuemos… ¿Sabe lo que dice el apartado 148 del reglamento de esta institución?
- Sí…– hizo memoria – Habla sobre las relaciones amorosas entre las personas que trabajan aquí… Están prohibidas
- Entonces seré directo – la miró a los ojos – ¿Qué tipo de relación tiene con el Sr. Bodo Wilhelmsen?
- Una de amistad – pensó nuevamente la pregunta –… o al menos eso es lo que entiendo – se rascó la cabeza – Estás enamorado de mí?
- Qué??? – Bodo pego un salto haciendo que su silla cayera. Los presentes rieron al unísono. La jugada había sido totalmente premeditada, algo de humor haría las cosas más llevaderas. – No!!! No!!! No… perdón.
- Es una de amistad – miró a Bodo – y creo que el director está de acuerdo. – Sonrió mientras Bodo lograba tomar asiento y calmar su ritmo cardíaco. Algunos todavía no podían contener las risas, sólo Jennifer se había agarrado de sus sienes y no mostró afición alguna. – Entiendo que lo pregunte – se puso sería.
- ¿Él la llamó ofreciéndole el trabajo?
- Sí, hace 10 días exactos… – abrió su portafolio y sacó unos papeles. No tenía intención de fanfarronear, eran los certificados de sus títulos. Esta mañana los cargó porque intuía que serían de utilidad – Bodo y yo nos hemos egresado de la misma escuela, es muy posible que haya pensado en mí para el puesto dado a que conoce mi desarrollo académico – se levantó para dejar la constancia de sus palabras en frente del Sr. Bergmann y al pasar por detrás de Jenny, la morena recibió una punzada directa en la boca del estómago al sentir el oleaje de aire caliente mezclado de su aroma que Emma esparcía en el medio. – Los documentos que tiene en su mano – le habló a Helena, quién era, la que se había hecho de la carpeta – validan cada una de mis carreras de grado y de postgrado, cursos, talleres y seminarios que he tomado en el país o en el extranjero.
La rubia leía veloz pero cuidadosamente cada uno de los certificados que tenía en frente, miró a su marido contrariada, algo no le cuadraba - ¿Cuántos años tiene Srta. Müller? – dijo sin levantar la vista.
- Veintisiete – se animó a cruzarse de piernas
- Son demasiados títulos para tan corta edad – sentenció. Jenny sonrió al escucharla ¿Demasiado títulos para tan corta edad? De que manera eso tenía importancia si los estaba haciendo polvo.
- Fui iniciada en el método Suzuki a los tres años – claro que había aprendido primero sobre música y después a hablar… Ella si había estado en sus clases para escuchar como cada palabra era empuñada con una devoción desmesurada. – desde esa edad he estado en contacto constante con la música…
- Ah… – pasó los papeles a su esposo para que los revisara – Déjeme preguntar una cosa, Srta. ¿Por qué razón ha elegido trabajar en esta academia? Con lo que sabe podría estar en escuelas muchos más prestigiosas y con reconocimiento internacional… No termino de entender…
- Bueno, esas son cuestiones personales pero contestaré – agachó la cabeza para pensar con cuidado las palabras y volvió a la carga – No estoy interesada en el prestigio ni en el reconocimiento…
- Amén – dijo un hombre que entraba por la puerta – Esas son palabras sabias – apuntó con su dedo índice. Piet Vogel había entrado como un huracán – Cómo estas Bodo???
- Bien – estrecharon sus manos – Es una alegría verte…
- Casi no ocurre quedé atrapado en un atasco enorme – Stefan rodó los ojos
- Jajaja – la presencia del hermano de la Srta. Vogel lo relajaba – Tú y tus problemas…
- No me presentas a la reencarnación de la diosa Atenea – lo codeó
- OH – Bodo se levantó y Emma hizo lo mismo. – Esta es la Profesora Emma Müller… seguro has escuchado su nombre
- Encantado – estrechó su mano con fuerza – y si he escuchado tu nombre… Ayer alguien dejó un mensaje en mi contestador que decía: Témenos que sacar del camino a Emma Müller – bromeó sin soltarse aún del agarre. Era pedante y ofensivo en sus comentarios pero aparentaba ser sincero – ¡Qué malas personas! – fue a ocupar su lugar al lado del presidente.
- Disculpe nuevamente la interrupción profesora Müller
- Eh… si – Le costó ubicarse – Lo que quería decir en pocas palabras, es que lo importante es la experiencia de enseñar y todo lo que pueda aprehender del intercambio con mis alumnos – miró a Luzi – Considero que el prestigio toma valor según la perspectiva de quien lo mire. – El silencio se hizo dueño del lugar y Emma al no comprender que pasaba se encogió de hombros – Es mi opinión
- Has dicho una verdad más grande que un templo – Piet volvió a hablar –… Creo que estoy enamorado de ti – rieron su gracia, la rubia incluida
- Silencio, por favor – pidió el padre de Ben levantando la voz – Piet podrías dejar de hacer comentarios, tenemos planeado terminar con esto hoy
- Lo siento pero cuando el amor te llega, te llega – hizo como si se cerrara con un cierre la boca pero aún la cara de pícaro no se quitaba, aprovechó que Emma lo miraba para regalarle un guiño.
- Sólo faltaría para que concluyamos que nos expliques, Bodo, el arreglo de pago mensual – constató unos datos en su carpeta – ¿Cómo es que la profesora Müller gana el doble trabajando la mitad del tiempo que un empleado normal?
Hasta el momento todo había sido relativamente fácil, velar la verdad sobre una relación inexistente lo comparaba con sumar uno más uno. Estaba segura de que Jennifer no había calculado la onda expansiva de sus acciones, seguramente creía que bastaría con la irregularidad de su supuesta relación con Bodo para finiquitar su contrato. La morena solo había tenido la mala suerte de mover una pieza que funcionaba como viga para las demás. No la creía inocente solo ignorante.
- La paga la he fijado yo – la primera mentira salió de su boca. Mentir no estaba dentro de sus costumbres, era defensora de la verdad y el saber, pero teniendo en cuenta de que estaban en juego sus trabajos, no le quedó otra opción.
- Explique como ha sido eso… porque a mi entender el sueldo lo fija el contratante
- Por lo general suele ser así. Esta no es una situación normal, no soy una profesora estándar y puedo darle a este lugar mucho más de lo que Ud. podría – La arrogancia se había antepuesto al miedo no permitiría por nada del mundo que los sueños de su mejor amigo acabaran a causa de las creencias de cinco personas. Bodo estaba con la boca abierta al igual que todos los presentes, esta Emma no existía en su universo
- Cómo cree eso posible? – el enojo ante el menosprecio se mostraba inflamando cada una de las venas de su frente y de su cuello. Ninguna desconocida vendría a poner en duda sus habilidades ni hacer que su pulso lo sienta en su garganta.
- Puedo conseguir entrevistas para los estudiantes en las tres mejores orquestas que tiene Berlín – La primera granada – medias becas y becas completas en la Escuela Superior de Música y Teatro "Felix Mendelssohn Bartholdy", para quienes quieran los doctorados que esta institución no es capaz de brindar – todos la miraron estupefactos – y algún que otro arreglo con discográficas americanas para los que sueñan cada noche con la popularidad – la retina se tornaba cada vez más oscura cegada por la petulancia – Yo creo que les hice precio… – levantó la ceja a la espera de la rebatida si es que alguien osaba hacerla.
- Muy bonito el discurso… casi político – el Sr. Bergmann se levantó para quedar más cerca de ella, desde lejos se le hacia casi imposible intimidarla con la mirada – ¿qué garantía puede ofrecer para demostrarlo?
- Las primeras las tiene en la página final de la carpeta… son todos los números telefónico de mis recomendaciones, obviamente, gente con mucha influencia en el medio que no dudaran si les presento a alguien para puestos de trabajo – lo miró desafiante – Por si esto no le parece suficiente puedo citar a mi padre y mi madre: Georg Müller y Anne Sklodowska. – Esos dos nombres le habían dado el toque final a todo el mundo.
- Quiénes son sus padres??? – susurró Jenny. Los nombres que había escuchado ella no los conocía.
- Él fue el director de la Orquesta Filarmónica de Berlín y ella su violinista estrella. – Ben la puso al tanto – Han sido una leyenda en la música y lo siguen siendo… – susurró.
- No trabajaré por menos dinero – Atacó nuevamente Emma, si dejaba correr el tiempo permitiría la claridad en la mente del Sr. Bergmann – Y si no está de acuerdo puede rescindir contrato pagando la correspondiente multa por hacerlo. Por mi parte no es ningún problema – Bodo se aterrorizó al escuchar la frase – yo tengo seguridad de poder conseguir otras propuestas…
- Ah… si?… no me diga – la arrogancia de la mocosa lo estaba llevando al extremo
- Sí, debería saberlo como así también saber respetar que su Director ha hecho un pacto, a mi parecer beneficioso para ustedes, en vez de indagar tanto sólo para chocarse la cabeza contra la pared…
- No voy a tolerar que me falte el respeto – apretó su puño y lo chocó contra la mesa. El estruendo no hizo ni que se moviera un solo cabello rubio de su cabeza.
- Y yo no voy a tolerar – habló calmada – que mi trabajo sea puesto en duda, menos, por alguien que no ha tenido ni la mínima intención de cerciorarse si la información que tiene en sus manos es verdadera.
- Pero… – Estaba a punto de gritarle alguna barbaridad
- Creo que con esto es suficiente – La voz de Jenny aplastó a la voz del padre de Ben consiguiendo que Emma la mirara – No lo crees Piet? – Delegó la responsabilidad de lidiar con el asunto sin mirarle a la cara, estaba enganchada en esos ojos opacos como el bronce. No era la primera vez que sucedía. Aspiró un poco de aire por sus labios entreabiertos, quedándose erguida y con el pecho hacía afuera, como queriendo mostrar de que ésta vez si era fuerte y que estaba preparada para todo lo que viniera.
- Claro que es suficiente… – Piet intentó calmar los aires – Ha sido tanto… que creo que todos estamos un poco tensos – Helena obligó a su marido a que retomara su lugar.
- Profesora Müller no tenemos intención… Profesora Müller – insistió al ver que Emma no le prestaba atención. Emma estaba totalmente prendada a la mirada de Jenny y Bodo fue el encargado de hacerla volver a la realidad con un pequeño toque en su pierna. Un pestañeo y…
- ¿Qué? – preguntó totalmente fuera de juego – Perdona no te he escuchado – movió la cabeza y apretó sus manos
- Decía… que no tenemos ninguna intención de ofender su trabajo – las palabras retumbaban en su cabeza pero su cerebro no lograba encontrar significado ¿Qué pasa? Se preguntó
- Lo entiendo – fue lo primero que salió de su boca, era crucial no quedar como un estúpido después de mover semejante basa, algo no estaba bien con ella. Buscó en donde todo había comenzado, en los ojos azules pero para su desgracia o fortuna estaban ocupados leyendo un simple papel.
- Lamento si te hemos dado esa impresión – sonrió mientras se acercaba a ella – OH!!! Tienes un violín!!! – lo vio apoyado en el suelo
- Así es – Emma seguía seria y pensativa
- Sabes? a mi me gustaría escuchar algo de música – le dio un toque en las manos confianzudo y llamando su atención – Dicen que la música calma las fieras…
- Eso dicen… – contestó ignorando todas las indirectas que Piet le enviaba
- Sí – Al hermano de la Srta. Vogel le estaba gustando el juego – Y sabes, allí – Emma siguió con la mirada su dedo – hay un piano y tú – la señaló – tienes un violín – ¿Para qué crees que sirvan?
Jenny no creía lo que veía, la Emma que hace dos minutos atrás le había pateado el culo a la persona más influyente en la academia a base de palabras inteligentes ahora parecía estar perdida en un lugar muy lejano, sin importarle que un imbécil como Piet la tratase de tonta.
- Oh… – cerró los ojos para traer de nuevo la conexión entre su mente y su cuerpo - ¿Quieres que interprete una pieza? – Estaba de vuelta
- Me encantaría – y no perdió la oportunidad para guiñarle nuevamente el ojo. Jenny repudió el gesto, era tan típico en él, en especial con las chicas nuevas
- Será un placer… – Vio como Luzi se revolvía en su asiento ansiosa de ver a su profesora en acción.
Se levantó con el estuche en mano y se colocó cerca del piano que se encontraba en un rincón de la enorme sala. Los que quedaban de espalda a ella también buscaron una nueva posición para poder observar y Piet se sentó en el lugar libre que Emma había dejado. Se quitó la chaqueta, que estaba demasiado pegada a su cuerpo y no la dejaría moverse con facilidad, mostrando un suéter de hilo color azul cobalto con capucha. El cierre del estuche sonó y la rubia, ya lo sostenía por el mango. El instrumento estaba reluciente, brillaba con imperiosidad debido al cuidado.
- Vaya!!! – exclamó sorprendido – Tienes una reliquia en tus manos – apuntó Piet
- Es algo viejo… – lo miró un instante –…pero es de sonido potente, amable y circular. Es un Hopf…
Tomó el arco y aprisionó el violín entre la parte interna de su hombro izquierdo y su quijada. Estaba en posición. Cerró los ojos para poder concentrase y cuando estaba a punto de hacer vibrar las cuerdas con el arco…
- Espera!!! – Abrió los ojos al instante – Ben te acompañará con el piano… Ben – El susodicho se levantó algo descontento debido a la mueca burlesca que le había regalado su amiga.
- No estaba por comenzar – Ben pasó por su lado sin mirarla – sólo iba a verificar si estaba afinado – con algunas notas que sonaban raras y unos ajustes de la clavillas dio por concluida la acción – Listo – se acercó hasta el piano y buscó entre las partituras alguna que le gustara – Ésta… ¿Puedes tocarla? – Había tanta amabilidad en la entonación así como en su mirada que terminó por conquistarlo.
- Seguro!!! – sonrió como tonto – Es una buena pieza
- Gracias – Se corrió hacia un costado para dejar sus zapatos y volvió al estuche para sacar un paño blanco que funcionaría como almohadilla.
Quedó parada dos pasos detrás del piano, necesitaba comunicarse con Ben sino irían a destiempo – Emmm… Interpretaremos: Verano, de las cuatros estaciones, movimiento 3°, Presto
Tiró hacía bajo el cierre de su suéter dejándolo justo por encima de su diafragma, levantó su manga izquierda hasta dejar descubierto todo su antebrazo, miró hasta sus blancos pies que estaban en contacto con la alfombra y tomó un largo suspiró. Dos segundos le fueron suficientes para mentalizarse que no había nadie en la sala, el silencio expectante la ayudaba, una última mirada y un moviendo de cabeza hacía el pianista para confirmar que estaba preparada.
Se colocó el violín, separó sus piernas y relajó sus brazos… cerró los ojos. El espectáculo comenzaba…
La fuerza de la música la atrapó al instante, en la escuela no sólo le habían enseñado a tocar también le habían enseñado a disfrutar de lo que se logra con tanto esfuerzo. Recordó una infancia con 5 a 6 horas de ensayo por día, el día que esta pieza salió sin errores por primera vez y el instante posterior en el que había decidido no parar jamás. Serían sus 2 minutos y medio con sabor a gloria…
Jenny la miraba boquiabierta… Emma tenía una energía impresionante con ese instrumento en sus manos, el balanceo de su cuerpo iba en conjunto con la melodía, la rapidez de cada movimiento de brazos y dedos parecía ficción. El agarre fuerte del violín y la delicadeza de su muñeca al mover el arco… Las venas de color verde azuladas eran notorias en el revés de su brazo… fuerza y elegancia.
La contrapuesta de su vestimenta, su pantalón vaquero desgastado le cubría más de medio pie dejando desnudos sólo sus dedos, la semi-flexión de sus rodillas y su flequillo rubio golpeando distintas áreas de sus ojos… fuerza, elegancia y cotidianeidad
La música terminó envuelta de aplausos y los ojos de Emma aparecieron con un brillo angelical. Sopló hacía arriba para acomodar su flequillo mientras ayudaba con un movimiento de cabeza. Detuvo el violín y el arco frente a su cuerpo y se inclinó a modo de saludo primero a su público y luego hacia Ben. Sonrió totalmente emocionada, muestra de su amor por la música… Fuerza, elegancia, cotidianeidad y ternura.
¡Dios! La conjugación era demasiado para Jennifer. No podía ni debía sentirse así… no sé puede estar con dios y el diablo al mismo tiempo. Se enfureció al instante de sólo pensarlo, se ancló a su muleta y comenzó a caminar o a escapar o lo que fuere. Paró en la puerta… algo le decía que volteara y así lo hizo… Emma estaba simplemente parada, trazando una media sonrisa en sus labios y sosteniendo la mirada. Jennifer la sintió tan simple y desinteresada que por primera vez sintió ganas de correr hacia ella… sólo de correr hacía ella, pero no iba hacerlo porque era una locura.
Su rostro mostraba cada vez más tenso, podía ver el incremento de fuerza sobre el agarre del picaporte, la boca a medio abrir y la mandíbula trabada. Emma notaba que Jenny estaba haciendo un esfuerzo descomunal pero no estaba segura si lo hacía para quedarse o para salir del lugar. Nunca le sentó bien el papel de verdugo, le sonrió ampliamente y mientras asentía con su cabeza parpadeó lentamente manifestando que estaba de acuerdo con cualquiera de las dos opciones.
¡Pum! Sonó la puerta. La morena estaba fuera.
- ¿Qué demonios le pasa a esta chica con las puertas? – Preguntó Piet que tenía la mano en el pecho, de seguro se había pegado un gran susto.
- Profesora Müller – El Sr. Bergmann se dirigía hacia ella – Mañana le informaremos la resolución de la Junta
- De acuerdo – Estaba rígida, este hombre no le inspiraba confianza
- Ha sido una buena performance
- Gracias
- Ben… necesito que vengas a mi despacho – prefirió machacar a su hijo dado a que Emma le era indiferente
- Voy… Lo has hecho fantástico – envolvió con sus manos las manos pequeñas de Emma. Era sincero, no sabía nada de ella… sólo que compartían el buen gusto por la música.
- Profesora Müller – habló nuevamente el papá de Ben – Mañana no es necesario que se presente aquí, le comunicaremos la noticia al director
- Gracias – contestó respetuosamente.
Emma recogió todas sus pertenencias y se acercó hasta la mesa en donde la esperaban Bodo y Luzi, los demás habían desaparecido.
- Si te vieras la cara de felicidad que tienes – Emma se burló de su amigo
- Es por ti para que sepas – sonrió
- Profesora – Luzi llamó su atención – Eso fue genial
- Te parece??? – pensó que la opinión de Luzi era exagerada
- Usted ha visto como le quedó la cara a todos??? – casi hablaba gritando – los arrasó completamente… seguro se queda en su puesto.
- Si eso sucede quiero que tengas presente – la miró con cariño – que tu presencia ha hecho la mitad del trabajo… Gracias
- De nada – la saludó con un beso en la mejilla y se marchó
- Te va a quedar marca – señaló lo rojo en el cuello de Emma. Era un resultado de la fuerza que Emma había utilizado al tocar
- Mierda!!! – se tocó el cuello por instinto – Me llevó meses quitármela…
- Casi ni se nota – trató de convencerla
- No es cierto!!! – Estaban caminando hacía la salida
- Creo que te queda genial… es una muestra de lo buena violinista que eres…
- Lo confunden con un mordisco, a veces – lo miró con pesadumbre
- Emma – frenó sus pasos – Realmente me has salvado el culo ahí dentro
- Sí pero no pasa nada, para eso están los amigos no – continuó caminando… sólo quería llegar a casa
- Emma – Bodo no se había movido del lugar – Gracias – lo observó rendido, realmente valoraba lo que ella había hecho… era ahora o nunca
- Sólo te pido que no les digas nada – fue directa
- Emmaaa…
- Favor se paga con favor – sentenció y continuó con su camino
- Y qué… preparada para esta noche??? – Bodo la había abordado apenas cruzó la puerta.
- Ah… – se asustó – Tienes que dejar de acosarme – medio molesta medio en broma. Cruzó la cafetería buscando llegar a su salón
- Y???
- Nop… – Le sonrió – No entiendo por qué razón yo debería asistir – encogió de hombros
- Te lo he explicado por teléfono…
- Espera – le indicó que parara con su mano. De su bolso sacó su teléfono móvil y apretó algunas teclas – Mensaje de Bodo – leyó en el aparato – Esta noche estamos de fiesta… Eso te parece una explicación???
- No me dejas llamarte por la mañana – se quejó cual niño pequeño
- Sabes que estoy ocupada haciendo…
- Sí, Sí… haciendo eso que tú haces, con esas cosas que usas para realizar no sé qué cosas – habló algo molesto
- Bodo – trató de frenar la verborrea
- Lo entiendo, sabes??? Es tu vida y estas en todo tu derecho de hacer con ella lo que quieras – trataba de explicarse con algunos movimientos de mano.
- Es bueno saberlo – le sonrió
- No puedes faltar esta noche – la tomó por el brazo – es tu presentación como profesora de la institución
- Cómo pueden ser tan cínicos??? – preguntó con asco – Ayer no veían la hora de ponerme de patitas en la calle y ahora hacen una fiesta en mi honor – se soltó del agarre y avanzaba escalera arriba.
- No es así… no es una fiesta en tu honor – explicó al ponerse a su lado – Es una reunión que se hace cada fin de mes con motivo de integración grupal – Emma levantó su ceja instando a que continuara – es como si alumnos y profesores abandonaran sus roles, para entablar una relación más personal y poder hablar a cerca de todo – sabia que a Emma no le gustaría un carajo la historieta de la relación personal.
- Ni en tus sueños! Mis alumnos son mis alumnos, no mis amigos
- Ya… – se le acercó por el otro costado, a lo mejor si atacaba desde otro flanco derribaba la fortaleza –… pero recuerda que tu trabajo es servir, principalmente, como guía
- Y lo hago… En el aula los guío todo el tiempo, alimento su espíritu crítico, tenemos pláticas algunas veces reímos… otras no…
- Emma!!! – se plantó en frente de ella – No puedes negarte. Esta escrito en tu contrato…
- Lo pensó, era trabajo – Entonces… iré – lo esquivó con intención de entrar a su salón. Bodo que la seguía, entró con ella
Los dos se quedaron helados al ver que Jenny estaba sentada en una de las mesas. Emma consultó en su reloj pulsera que faltaba media hora para que su clase comenzara, unos minutos de charla con ella no cambiaria el curso de los ríos pero alguna consecuencia traería. Estaba de espalda a ellos y mirando a la pizarra, su silueta mostraba que tenía sus brazos cruzados sobre pecho y como era común, estos últimos días, la muleta estaba a su lado.
- Qué crees que quiera??? – preguntó Bodo pegado a su oreja. La puerta abierta y la inmensidad del espacio hacia pasar desapercibidas sus presencias para Jenny
- Ni idea… mejor se lo pregunto, no? – intentó adentrase
- Ven aquí – susurró, mientras la agarraba por su brazo – Sé cautelosa… – Emma lo miró como preguntando a que se debía la advertencia – Ya sabes como son los niñas ricas: imprudentes y caprichosas…
Jenny escuchó como la puerta se cerraba, la profesora Müller estaba dentro. Tomó un largo suspiro, de alguna manera debería separar lo laboral de lo personal pero con ella resultaba una tarea imposible. Algo de la personalidad de Emma sacaba sus instintos más bajo, esa parte vísceral que nunca mostraba, y la obligaba a responder con la actitud opuesta. ¿Cuántas personas podían hacer eso? Pensó en sus padres, en antiguos amantes y hasta en los amigos y no, ningunos de ellos tenían la habilidad de transformarla de tal manera y si alguno lo logró alguna vez, era una certeza de que los sentimientos estaban de por medio.
Se preguntó en donde se resguardaba su grandeza a la hora de enfrentarla y por qué su cuerpo temblaba con sólo sentir su aroma. Miedo, adoraba tener la aceptación de todos y para que negarlo, también su atención. Quizás la idea de perder su lugar, en manos de una intelectual reprimida, la trastocaba más de lo necesario. No era un contrincante cualquiera… era un lobo con piel de cordero totalmente volátil, la cadencia y convicción de su voz, al hablar, embrujaba a todos y estaba tan segura de que Emma era conciente de eso y que lo aprovechaba a su favor.
Escuchó sus pasos firmes al andar… No dejarse cegar por la ira era la consigna que había memorizado esta mañana. Caer en las telarañas que la rubia tejía sutilmente con palabras coherentes era uno de sus errores más frecuentes. Calcular lo dicho y el por decir, atentamente… por cada palabra un puñal, por cada puñal una herida y por cada herida dolor e ineficacia. Apareció en su campo de visión, con su portafolios y su bolso.
- En qué puedo ayudarla profesora Hartmann? – le habló mientras dejaba sus cosas en el escritorio
- Eh… – Jenny esperaba un saludo que no obtuvo, la rubia había sido directa y poco amable – Hoy evaluará a sus alumnos…
- Sí – Emma se había quedado parada al lado de su escritorio y sin mirarla – Lo haré hoy y si ha venido a hablar sobre la Srta. Eichkamp, quiero que sepa que el acuerdo sigue en pie – comenzó a acomodar las carpetas sobre la mesa – Si califica con una nota de ocho o más… podrá retirarse antes.
- No he venido por eso… bueno, en parte si en parte no
- En qué puedo serle útil? – preguntó nuevamente sin mirarla
- Es sobre Luzi – Emma detuvo todas sus acciones y la miró
- Qué pasa con ella? – Obvio las distancias y se acercó hasta quedar unos 20 cm frente de ella
- Nada malo – parecía ver a Emma preocupada –…sólo que llamó una discográfica hace unos días para cerrar un trato con ella – vio como a la profesora Müller se le instalaba una media sonrisa en la cara, sin duda era su alumna favorita.
- Y también deberá salir temprano de clase, no es así? – siempre adelantándose pero esta vez no parecía para nada molesta
- Sí – comenzó a ahorrar palabras, Emma casi podía leer su mente para qué hacer esfuerzo?
- Está bien – se acercó nuevamente al escritorio a seguir acomodando sus cosas
- Así de fácil? – Esperaba más, esperaba la pelea y el choque con ella… no una aprobación rápida
- Mmm…Sí – se encogió de hombro preguntado que tenía de raro
- No buenas notas ni evaluaciones periódicas para ella? – Se estaba molestando. Con Caro había pegado el grito en el cielo y ahora a la mosquita muerta de Luzi le daba toda la libertad, era obvio para qué lado declinaba la balanza.
- No, con la Srta. Beschenko no es necesario
- Claro que no… ella tiene tu predilección – le dedicó una sonrisa burlona – supuse que no hacías diferencias con tus alumnos – Emma observaba la soberbia que salía de su boca – parece que me he equivocado – esa había sido una buena movida tanto que había dejado a su adversario con la boca abierta.
- Quiere llegar a un acuerdo con respecto a la Srta. Beschenko o no? – Algo en su cabeza le decía que Jennifer estaba más interesada en pelear con ella. Se acercó un paso más y se cruzó de brazos a la espera.
- Quiero un trato justo con las mismas condiciones… por respeto a Caro – La rubia sonrió al escuchar tal mentira
- Es interesante que haya usado la palabra predilección – volvió a su escritorio y a su portafolios – Quiero mostrarle algo – Escarbó entre algunas hojas que tenía hasta que las encontró – Tome – Jenny agarró los papeles que se le entregaban – Son los trabajos de la Srta. Beschenko y cómo puede notar tienen la puntuación máxima – la morena miraba concentrada las correcciones, Emma le entregó otros papeles – Estos son los de la Srta. Eichkamp – No dijo nada más, espero a que lo comprobara por ella misma.
- ¿Cómo es esto posible? – preguntó sin quitar la vista de las evaluaciones prácticas
- No lo sé… pensaba que a lo mejor Ud. podría explicar esto – sólo mostró en una simple frase la necesidad de comprender sin intención de atacar a nadie.
- No tengo idea… yo sólo la califico en baile, y no es una alumna diez pero es muy buena bailarina. – Cuando había venido a hablar con la profesora Müller jamás pensó que se encontraría con esto.
- Sólo me gustaría saber la “predilección” de quién se ha ganado la Srta. Eichkamp y cómo ha conseguido un contrato mucho antes que la mejor alumna de la clase. – No la miraba cuando hablaba haciendo caer sobre ella una culpabilidad enmascarada
- Piensas que yo hice esta mierda??? – levantó la voz, podía ser una persona egoísta e inmadura pero jamás se metería con los alumnos – No!!!
- No he dicho eso… – Emma estaba bastante tranquila
- Entonces, qué mierda es lo que quieres decir??? – la había tomado de sus brazos para sacudirla un poco y lograr que la mirara. Emma vio como el pulgar de Jenny se enterraba en la carne su bíceps derecho, como el contorno de ese dedo era trazado por un color rozado que aparecía gracias a la fuerza que ejercía sobre su brazo. Sintió dolor, no podía evitar tensar sus músculos ante cada aumento de presión. Sintió un marcado perfume mezclado con miedo. Y sintió el abrasador aliento chocar violentamente con su mejilla… Estaban demasiado cerca.
- ¿Qué haces? – el temblor del cuerpo de Jenny la sacudía entera y automáticamente apoyó sus manos en la cintura de la morena para no desestabilizarse. Buscó su mirada pero se encontró con algunas ondas de cabello castaño, la yugular latiendo en su cuello y el pecho subiendo y bajando de manera descontrolada - ¿Te sientes bien? – susurró y apretó con más fuerza su cintura, no la dejaría caer. – Estas temblando – Las manos de Emma que quemaban su piel a través de la ropa, con confianza sostenían su parrilla costal y la arrastraban más cerca de su cuerpo. – Apóyate en mí.
Sin preámbulos buscó disfrutar de la locura momentánea, ya habría lugar y tiempo para la vergüenza, el arrepentimiento y los lamentos. Dejó de apretar aquellos blancos brazos y comenzó a subir rozándolos con sus dedos en busca de más… con ansias de sentir como Emma se le erizaba la piel, quizás jamás eso sucediera pero no le importaba, su deseo era demasiado egoísta. Tuvo el atrevimiento de tomarse una milésima de segundo para elegir el lugar del cuerpo en el cual quería arribar. Su cuello, en cada uno de los lunares y borrar la marca de pasión que alguien más dejó.
Si algo era irreal era esta situación ¿cómo de querer hacer daño se lograba la satisfacción propia? Realmente estaba a gusto con ese cuerpo, ese aroma y esa temperatura. Aunque molestaba demasiado el nudo en su estómago cada vez que se acercaba a ella, debía aprender a controlarse o quedaría en evidencia.
La poca cordura se había esfumado al pensar en la posesión ¿que era lo que quería de la profesora Müller? Apretó la tela de la blusa entre sus dedos a la altura de sus hombros. Su carne, su olor, sus pensamientos o el placer que creía que podía entregarle esa combinación divina que tenía entre fuerza y delicadeza - ¿Te encuentras mejor? Las palabras parecían haber roto el encantamiento, Jennifer se despego rápido de aquel imán pero parecía tener un bloque de cemento en su panza e instintivamente comenzó a frotarla con su mano derecha mientras se movía tratando de mantener el equilibrio con un pie.
-¿Te duele? – le señalo el abdomen con el dedo e hizo el intento de acercarse a ella.
Agrandó la distancia moviéndose todo lo que su cuerpo le permitía hacia atrás. Emma frenó al instante no sin fruncir el seño ante la incomprensión, ignorando que la morena no iba a permitir que pasase otra vez el acercamiento.
Tenía cara de pánico y sus ojos miraban alternativamente a su cara y a sus manos. Algo la asustaba – lamento incomodarte – se disculpó al darse cuenta de que estaba preguntando más de lo debido he invadiendo su espacio personal. Algunas veces solo se necesita aire. Aumento aun más la distancia retrocediendo – cuando estés apunto de desmayarte – la miro con ternura – grita!!! Improvisó un megáfono con sus manos cosa que a Jenny le hizo gracia y le arrancó una sonrisa de medio mostrando el hoyuelo de su mejilla.
Las dos se quedaron calladas, cada una sumidas en sus pensamientos. La morena volvió a apoyarse a la mesa en la cual se encontraba en una primera instancia
-Averiguaré quien tramitó el contrato de Caro – dijo cuando al fin pudo hablar. Agarró su muleta dispuesta a salir
-De acuerdo – la miraba todavía algo desconfiada del bienestar repentino
-Oye, gracias por lo de recién – Emma asintió con su cabeza dando a entender que estaba agradecida – creo que ha sido un bajón de azúcar – prefería mentir antes de hablar sobre algo que ella no entendía del todo y con certeza que Emma no se lo imaginaba
- Claro – y otra vez, ese parpadeo en cámara lenta que significaba “esta bien”. Es un gesto poco común y Emma sabia usarlo a la perfección, le permitía disminuir al mínimo las palabras frívolas.
Llegó hasta unos de los baños sin aliento, el trayecto fue un trajín bajando escaleras saltando en un pie. Se acercó hasta el lavabo para refrescarse el rostro y la nuca, estaba ardiendo. Se trató de buscar en su reflejo, en el exterior todo parecía estar como de costumbre… frotó su cara con fuerza como queriendo lavar los vestigios de lo que había sido su “charla” con Emma. Miró como las gotas recorrían su cuello e instantáneamente se arrancó el collar que llevaba de un tirón – Esto no puede estar pasando!!! – impulsó su mano abierta contra el mármol.
Temblaba al pensar en lo que venía a continuación… lo sabía… No era idiota, podía distinguir más cosas de las que la gente creía ¿Pero que haría con ellas? ¿Cómo se suponía que debía actuar? La cabeza le daba vueltas, cuestionarse tales cosas pintaba la situación de realidad inmediata. Una vez más mojó su rostro, posiblemente estaba confundiendo todo… hacia casi una semana que la conocía y Emma había mostrado ser y tener todo lo que ella aborrecía en una persona. Desde la reserva sembrada en sus palabras, pasando por toda la cortesía de sus actos hasta llegar a la maestría con la cual parecía manejar cualquier cosa que tuviera entre sus manos.
A lo mejor, todo era un espejismo generado por sus constantes encuentros tanto dentro como fuera de la academia. Antes no existía y de repente parecía estar en todos lados inundando con su perfume todos sus pensamientos, haciendo que todo estuviera a un kilómetro de su alcance… Es extraño ver como todo se mueve en frente de ti y que no tienes capacidad ni siquiera para controlar tus propios actos. Si Emma era la responsable de estos males, lo mejor sería sacarla de camino…
Cómo si eso fuera tan fácil… – respondió a sus pensamientos mientras seguía con sus ojos clavados en el espejo. Recordó el primer intento… la ilusión que la embargó al pensar que todo sería simple y rápido, y cómo se quebraba en mil pedazos hasta hacerse polvo cuando Emma dejaba como un imbécil frente a toda la Junta al cabecilla del lugar. Definitivamente era valerosa y fuerte a pesar de la apariencia de persona dócil y eso lo admiraba… Pero poco más conocía a cerca de ella y no estaba dispuesta a dejarse inquietar por algunos temblores y dolores de barriga, de seguro con el tiempo se marcharían de la misma manera que llegaron.
- Jenny – sintió una mano en su hombro y rápido se dio la vuelta – ¿te encuentras bien niña? – La Sra. Jäger la miraba de pies a cabeza como inspeccionándola
- Eh… sí… sí! Por qué lo pregunta? – Tal vez si se notaba después de todo
- No por nada… es que yo entré y tú estabas aquí tan concentrada – le acariciaba el brazo como compadeciéndose de ella
- ¿Y te has preocupado sólo porque me viste pensando? – se alejó un paso – Pienso, sabes? – Apuntó con su dedo – aunque no lo parezca esta cabeza tiene algo más que una bonita cabellera – irritada, maleducada y perseguida. Ingrid la miraba con cara de escándalo y con la boca abierta de par en par, no sabia responder a tales palabras – Mierda!!! – se golpeó la frente con la palma de su mano – Lo siento Ingrid – Se colocó en frente para cerrarle el paso – hoy he tenido un día de mierda – la señora intentó avanzar – y sé que no es excusa pero es que… es que… no puedo más! – cubrió su rostro completamente con sus manos, sería este el momento de la vergüenza?
- Qué pasa hija? – ahora frotaba su brazo tratando de reconfortarla
- No lo sé!!! – La Sra. la miró extrañada – Yo sólo… sólo quiero que deje de suceder – era una plegaría sin destinatario pero lo más humano que dijo en días
- Ya… Lo que pasa es que las cosas, muchas veces, no son tan fáciles como parecen - Era la primera vez que la veía tan perdida – Y que no siempre podemos hacer y deshacer a nuestro antojo. Si fuera de esa manera, demasiado aburrido sería el amor
- Amor???
- Amor!!! O me vas a decir que estas de esta manera por trabajo? – tenía cara de picarona al preguntar
- No es amor… no, no – rápido, se apresuró para sacar a Ingrid de la confusión – Realmente son problemas de trabajo – sonrió
- Trabajo… – Todo le sonaba a una gran mentira – si tú lo dices… – no iba a insistir con algo que Jenny de seguro no quería contar. De todas formas, no eran tan cercanas.
- Sí – se señaló a sí misma – yo lo digo
- Una pregunta… vendrás esta noche?
- Sí – el alivio le volvía al cuerpo con el viro de tema de conversación, estaba convencida de que su malestar se debía a la incesante y ardua comedera de cabeza, pensar demasiado no funcionaba para ella. – Cómo siempre…
- Genial!!! Esta noche nos lo pasaremos genial!!! – dio un pequeño brinco de la alegría
- Te veo muy entusiasmada – apoyó su cuerpo al mármol
- Y cómo para no estarlo querida!!! Esta noche después de la jornada grupal habrá una breve junta – hablaba en tono bajo – Es por la profesora Müller… – con la mano le indicó que se acercara más – Stefan le pidió a sus “contactos” que la investigaran
- Eso es ilegal!!! – Una cosa era llevarse mal y otra muy distinta era mandarla a matar
- No me digas… Cuándo has visto al Sr. Bergmann hacer lo correcto??? – Sacudió la cabeza restando importancia a lo obvio y se obligó a proseguir – se ve que todavía hay algunas cosas por esclarecer, según Stefan. Parece que la profesora Müller tiene una cuenta bancaria…
- Y qué tiene eso de raro? Todos tenemos una cuenta bancaria
- Lo raro no es la cuenta… lo raro es la cantidad de dinero que se mueve de ella por mes, Capisci? – Bromeó imitando a un mafioso
- Lo entiendo – la imitación había quedado como anillo al dedo – pero… pero eso no tiene importancia. Sus padres son famosos y ricos… Ellos de seguro girarán dinero a su hija, no tiene nada de malo. Mis padres lo hacen conmigo. – fue lo más lógico que se le vino a la mente
- Lo mismo pensé yo, pero…
- pero??? – La señora siempre frenaba en las partes más emocionantes – pero, qué? – la intriga le podía
- Pero… no sabe con certeza si son sus padres. Sea quien sea que le envía el dinero es muy cauteloso y no quiere nadie sepa su identidad – Jenny la escuchaba con atención, cuando creía tener algo firme sobre Emma se abrían estos agujeros negros sobre su personas
- No termino de entender… qué es lo malo de toda la situación???
- Nada para nosotros – contestó tranquila – aunque para el Sr. Bergmann muy posiblemente signifique la pérdida de la Academia. Está convencido de que la profesora Müller quiere compararla
- Qué??? Eso es una locura!!! Es mucho dinero – calculó a grandes rasgos el costo de la estructura, el traspaso y las acreditaciones – es muchísimo dinero – reafirmó
- Parece que la profesora lo tiene sino Stefan no estaría tan preocupado – se encogió de hombros. – Yo no me preocupo de seguro la profesora Müller sabe como poner en su lugar al necio mayor, ya lo hizo una vez…
- Qué ha decidido la Junta sobre su contrato? – sin ella en la academia este problema no sería problema
- A favor, después de corroborar todo lo expuesto hemos considerado que la incorporación de alguien como la profesora Müller era necesaria – hizo una pausa – Tiene un curriculum impresionante y es difícil rechazar una propuesta como la que nos hizo.
- Entiendo – no cuestionó una decisión basada en años de experiencia
- Igual – le tocó el hombro para llamar su atención – Ha sido tres contra dos, como siempre
- Claro – comenzó a pensar en todo lo que había escuchado… problemas y más problemas.
- Me voy, mi clase me está esperando – le dio un beso en la mejilla a modo de saludo
- Oh… espera. Quería preguntarte si sabes, por casualidad, quién tramitó el contrato de Caro Eichkamp con la discográfica de Hamburgo?
- Eso fue hace un año aproximadamente… A ver… – miró hacia arriba tratando de hacer memoria – Creo que fue Stefan
- Estás segura??? – insistió para obtener información sólida
- Sí y fue un gran revuelo el que se armó por esos contratos – seguía mirando hacia arriba
- Por qué? – Esta parte de la historia era desconocida para ella
- La Srta. Vogel no quería que la academia tuviera vinculaciones con esa discográfica… no sé la razón exacta de eso pero recuerdo que Stefan una semana después tenía cinco contratos jugosos para los alumnos – la miró – uno de ellos es de Caro. – sonrió complacida de que la memoria todavía le funcionaba a la perfección.
- Gracias – le correspondió en la sonrisa
- Por nada
Una vez sola en el baño volvió a mirarse en el espejo… – ¿Qué estoy haciendo? – se preguntó. Volvió a mojar su rostro y su nuca, se miró unos cuantos segundos más y después de secarse, abandonó el lugar.
- Como todos sabemos – estaba apoyada en su escritorio – las palabras adquieren sentido según el contexto y la interpretación del lector – faltaba el ejemplo, lo sabía, la cara de extravío de sus alumnos no tenía precio – Si yo digo “kamikaze”, Uds. con que lo relacionan?
- Mmm… Con ataques suicidas??? – arriesgó Luzi
- Esta bien, algo más???
- Con japoneses – dijo Timo
- Bien! Qué más???
- Con personas que no aprecian su vida – Caro
- A lo mejor aprecian demasiado ciertas cosas que son capaces de dar su vida por ellas, es otra manera de verlo. Que más???
- Segunda Guerra Mundial – agregó otro alumno
- Válido… Bien – comenzó a caminar entre los banco de sus alumnos – Algo más? Alguien? Nada más???. Qué entienden si les digo que “mi corazón es kamikaze” – apoyó la mano en su pecho para figurar la frase.
- Que tiene un corazón suicida, japonés, de la Segunda Guerra Mundial y… que no lo precia ni un poquito – Dijo Timo y al instante todos estallaron en una gran carcajada, Emma incluida. Este chico parecía tener un don para hacer reír a las personas. Su compañero de banco chocó sus manos con él.
- Ahora en serio… Con qué asocian la frase? – preguntó cuando las risas cesaron
- Con un corazón valiente – Timo respondió al instante
- Con un amor desinteresado – Luzi, siempre romántica a pesar de su vestimenta oscura
- Con necedad, testarudez y arrojo – acotó el mayor de la clase
- Con pérdida, dolor, abandono – Sophie
Sonrió agradecida de tener en su clase a personas con la cabeza abierta, y participativas. Los miró a todos – Muy bien… Cada uno ha interpretado la frase como ha querido y podemos notar que adosar la palabra corazón ha cambiado totalmente el significado de la palabra kamikaze – sus alumnos asistieron – Ya no hablamos de escuadrones de pilotos japoneses, de la Segunda Guerra Mundial, que tenían como táctica de ataque el suicidio con sus naves sino de desesperación, de romanticismo, heroísmo; etc. Con las letras de las canciones que usualmente Uds. escuchan ocurre lo mismo, la interpretan en todo momento, se sienten identificados por las palabras que escuchan… y saben por qué???
- Nop!!! – la clase contestó
- Por qué las canciones jamás son demasiados explicitas… debido a que cuentan consignas que son aplicables en varios aspectos de la vida. Los compositores se valen de este recurso “tácito”, por así decirlo, para atraer la atención de cualquier tipo de público – consultó la hora en su reloj pulsera – el lunes tendremos como eje central de la clase el aporte de la poesía a la canción, tipos de rima y aclararemos un poco más esto de la interpretación – los alumnos comenzaron a recoger sus cosas – Buen fin de semana para todos.
Cuando su salón quedó por fin vacío lo primero que hizo fue sentarse en su escritorio a corregir. Dos evaluaciones eran importantes en este momento, las de los demás podían esperar hasta mañana. Rápido, buscó entre las hojas hasta que las tuvo en sus manos. Y sí, todo estaba tal cual ella había calculado… un examen mediocre de la Srta. Eichkamp y otro excelente de Srta. Beschenko. Presentar una denuncia ante el director era la manera correcta de proceder pero no terminaba por convencerla del todo… sólo lograría que le quitaran su contrato y no podía dejar de pensar que no era más que una niña de 17 años.
Por nada en el mundo rompería los sueños de un adolescente pero de alguna manera le gustaría darle una lección. Este logro no era fruto de esfuerzo sino de favores. Sentía asco de sólo pensar en que clase de favores podría haber realizado ¿En qué tipo de lugar estaba medida? ¿Por qué algunas personas eran tan malvadas?. Apretó el bolígrafo que tenía en su mano. Debía hablar con Bodo urgentemente e informarle sobre la situación, también a Jennifer. Quizás la chica era victima, quizás estaba siendo amenazada. Pensando en todas la posibilidades, salió con rumbo al despacho del director.
- Adelante – dijo después de escuchar los suaves golpes en su puerta
- Hola – dijo cabizbaja – Se puede?
- Es por trabajo o vienes a dificultarlo todo otra vez? – no la había dejado entrar todavía
- Es por trabajo… bueno, no… o sea, sí… bueno, más o menos – se estaba comportando como una imbécil pero es que no se había fijado, en el detalle de lo duro que podía ser para ella hacer esto. – sé que te interesara…
Bodo sabía que ese tono sólo lo utilizaba para las cosas importantes, tendrían un precio y claro que lo tendrían, con Jenny las cosas siempre funcionaban de la misma manera. – Pasa y cierra la puerta. – No le despegó el ojo en ningún momento y cuando por fin se sentó cómodamente en un sillón… – Tú dirás…
- La profesora Müller tiene una cuenta repleta de dinero – lo tiró de carretilla e iría al grano – dinero que alguien le deposita mensualmente pero que no se sabe quién es – tomó aliento… esta era la parte más difícil, la humanitaria – Stefan convocará una Junta esta noche para debatir el tema – lo miró a los ojos, hora de la verdad – Utilizará las cantidades exorbitarías de dinero sin emisor fiable a su favor, intentará relacionarlo con alguna actividad ilícita , cómo trafico, y eso para la escuela sería demasiado perjudicial.
Bodo se quedó mirándola sin expresión en su rostro, lo que estaba escuchando era uno de los disparates más grandes que había oído en su vida. Emma relacionada con el contrabando??? Era una locura. – Qué estás diciendo??? Es qué a caso no te bastó la mierda de los otros días y ahora vienes con esto??? – Estaba colerizado – No puedo creer lo hija de…
- Basta!!! – la voz de Emma se hizo notar en la sala. Los dos voltearon a verla, la moderación en sus movimientos le había permitido ingresar sin realizar un solo ruido. Cerró la puerta tras sí y se aproximó hasta donde Jennifer estaba sentada – Nos dejas a solas Bodo
- Qué??? No!!! Yo quiero saber que es lo que pasa. Quiero ayudar, carajo!!! – Intentaba defender a los suyos – Emma!!! – se levantó para encararla – Qué es lo que esta pasando??? ¿De qué dinero esta hablando? – estaba en frente de ella gritando a los cuatro vientos pero Emma parecía ignorarlo completamente – Mírame!!! – y por fin lo miró – Sólo quiero ayudar…
- Lo sé pero esta vez no hay nada que puedas hacer – sus ojos reflejaban la amargura – sólo déjanos a solas – señaló a Jenny con su cabeza – será un momento.
La morena observaba todo desde su privilegiada posición, sintió celos del cariño y la lealtad que irradiaban. Parecían conocerse de sobremanera, unas cuantas oraciones habían hecho que Bodo retrocediera y cediera a la voluntad de su amiga. Ella no tenía mejores amigos ni hermanos, nunca sintió la necesidad de arriesgarlo todo, sin esperar nada a cambio, por el bienestar de otra persona, menos de un amigo.
- Perdona lo de recién – susurró, avergonzada de las palabras de su amigo
- Está bien – no se enteraba de lo que le decía
- Por favor – Las palabras, de nuevo la traían a la realidad, no sabía cuanto tiempo había pasado pero cuando regresó Bodo ya no estaba y Emma estaba en frente de ella apoyada en el escritorio. – Dime lo que sabes – en sus ojos divisó un destello extraño, sintió ganas de levantarse, de quedar a su altura y poder alcanzarla, de tomarla, de provocarle placer. Asociaba el placer como lo opuesto al dolor y estaba segura de que podría hacerla caer rendida entre sus brazos dejando atrás la preocupación y el miedo. Su cabeza estaba peor de lo que creía – Profesora Hartmann?
- Eh… sí… no sé mucho más de lo oíste – desvió la vista, si seguía mirándola muy posiblemente se le tiraría encima. Mente Retorcida!!! Mientras ella piensa en como pasárselo bien, Emma la mira suplicando por ayuda.
- Cualquier cosa que puedas decirme me ayudaría mucho en este momento – Por fin parecía tener el poder y eso le gustaba, por primera vez la omnipotente se mostraba como un niño asustado… Pero la excitación anterior había sido aplacada por un sentimiento de protección y anhelo, quería abrazarla y aspirar ese fantástico aroma que se escondía detrás de su oreja.
- Bodo no va estar presente esta vez… – se agarró con fuerza al sillón queriéndose anclar todo lo más posible, que dios le diera fuerza para no faltarle el respeto a la rubia – no le permitirán la entrada – Debía dejar de pensar idioteces y centrarse – Esto no tiene que ver con tu contrato, es más, tu contrato está aprobado… Este sitio no es más que un gran negocio, en el cual los alumnos y profesores no tienen arte ni parte – volvió a mirarla. No tenía ni idea que era lo que le hacia sentir pero estaba segura de que la quería cerca para poder averiguarlo…
Emma giró un instante su cabeza dejando expuesta la marca de su cuello, una vez más. Verla, a Jenny, le daba una sensación con deje a derrota…
Estaba en su salón, por momentos lo consideraba más un santuario que cualquier otra cosa. Parada en frente de su pizarra en blanco considerada como estampita de algún santo, con sus manos pegadas a la parte baja de su espalda. Firme como un soldado y con la cabeza humeando. Estos si eran verdaderos problemas…
Cuando decidió aceptar el trabajo lo había hecho por el dinero pero nunca pensó que el mismo dinero podría dejarla fuera de él. Se tensó más al no tener clara la salida… sus seminarios tomados en el exterior no la salvarían esta vez.
Diría media verdad por media mentira, no podía darse el lujo de perder ninguno de sus dos empleos. Su trabajo en la academia aportaba un importante impulso económico para sus proyectos… Hacia dos años venía persiguiendo el mismo sueño y ahora que faltaba poco no lo dejaría escapar. Si la verdad nos hace libres, ella pagaría la fianza para la libertad condicional, un pequeño soborno a su moralidad para continuar en carrera. Faltaba tan poco… Tomó un largo suspiro con los ojos cerrados.
Escuchó como unos pasos se acercaban en su dirección. Bodo, dedujo al sentirlo chocar con unos de los bancos. Los años no habían atenuado el desalineamiento y la torpeza en su andar. Sonrió, traicionar un poco sus principios no tenía enormes consecuencias por el momento.
- Estas preparada??? – preguntó cuando estuvo lo suficientemente cerca
- Sí – respondió sin voltearse todavía
- Sabes? siempre me pregunté por las extrañas técnicas que usas para meditar – Emma estaba asustada y hablar sobre ello no era la acción más inteligente. Quería distenderla – Desde pequeñas las tienes – logró que su amiga se girara un poco sobre si para mostrarle la ceja levantada – solías quedarte mirando las partituras un montón de tiempo, lo recuerdas???
- La verdad es que no – sonrió, su amigo la conocía más de lo que ella misma se conocía – supongo que se me ha hecho un hábito, entonces…
- Uno raro, no crees? – Otra vez la vio levantar la ceja
- Quizás…
- Emma – se giró completamente para mirarlo – No tienes que hacerlo si no quieres. Eres dueña de tu vida y todo lo que concierne a ella, no me voy a cansar de decírtelo – tomó su mano.
- Lo sé – miraba sus manos entrelazadas – y aunque parezca raro, ahora realmente quiero quedarme – se alejó unos cuantos pasos de él – no me preguntes la razón por qué no la tengo, sólo sé que quiero quedarme.
- A lo mejor es por los obstáculos que ponen estos desgraciados y tú empeño en querer saltarlos a todos – explicó
- Eso tiene una gran cuota de vanidad
- Sólo si quieres mérito por ello… lo quieres??? – la miraba, desde la distancia, pensar.
- No lo sé… – lo dijo tan bajo, que parecía que sentía vergüenza de sus propias palabras y la sentía, su rostro estaba rojo.
- Hey… No tiene nada de malo un poco de vanidad – se acercó nuevamente a ella. Emma no respondía – es humano…
- Lo sé… – se acercó hasta su escritorio para levantar unos papeles que allí tenía
- Emma quiero hacerte una pregunta – esperó a que lo mirara – es algo personal – Emma asintió con su cabeza dando el OK para que preguntara - ¿Qué te ha pedido Jennifer a cambio?
- ¿Cómo?
- ¿Qué te ha pedido a cambio de ayudarte?
- Mmm… Nada ¿Por qué debería pedir algo? ¿Qué podría tener yo que le interesara? – agarró su bolso y su portafolios, ya estaba lista para salir
- Yo qué sé… pero Jenny – trataba de buscar la palabras correctas – Jenny no es distinta a las demás personas de esta academia.
- Y cómo son las personas de esta academia??? – de pronto estaba algo molesta – Porque desde que entré a trabajar cada día a sido una locura… y no lo estoy diciendo por los problemas con la profesora Hartmann… Por qué no me dices la verdad, de una buena vez???
- A qué te refieres??? – preguntó con miedo, tarde o temprano Emma comenzaría a atar cabos sueltos y fue un gran error creer que el desinterés que mostraba por la institución la llevaría a plantearse las cosas más bien tarde que temprano.
- Estas faltando a tu palabra… recuerdas el trato que teníamos – dijo con pesadumbre, odiaba tener que sacar en cara las cosas pero no le quedaba más remedio – Aunque parece que hubiera pasado un siglo pasaron sólo dos semanas desde la primera vez que me llamaste.
- Claro que lo recuerdo!!! Piensas que yo tenía idea de que podía pasar algo como esto??? No!!! No tenía ni idea…
- Sólo me la he pasado defendiéndome y mostrando una fortaleza, que ni siquiera sé si tengo, a los arpías que trabajan contigo… Un trabajillo simple – irónicamente repitió las palabras que Bodo había usado para calificarlo
- Y lo has hecho de maravilla – sonrió nervioso, estaba intentando tapar el sol con un dedo
- Me has dejado expuesta y creo que fue lo único que pedí a cambio, aparte del sueldo – las palabras casi no salían de su boca mientras intentaba controlar su volumen – Tuve que llamar a un representante de la fundación para que me diera el aval jurídico – recolocó su flequillo y aprovechó para masajearse la sien.
- Era necesario eso??? No creo que sea para tanto…
- No crees que sea para tanto??? – preguntó alucinada – Quieren relacionarme con el lavado de dinero, o tráfico de drogas y proxenetismo… Es muy posible que me culpen del atentado a las Torres Gemelas… Y tú crees que no es para tanto??? – sus ojos comenzaron a inundarse por las lágrimas – tengo familia – la voz estaba completamente quebrada – Qué crees que piensen mis padres acerca de todo esto???
- Lo siento – se acercó con miedo al rechazo pero Emma recibió la contención de sus brazos con premura. Estaba agobiada y la situación apenas parecía comenzar – Lo siento, todo es mi culpa
- No es tu culpa… quizás yo pido demasiado. Y sé que todo es complicado, que soy complicada – se alejó y rápidamente secó sus lágrimas con el dorso de su mano
- No se qué decir, nada de lo que diga traerá normalidad
- Entonces… no digas nada – consultó por trigésima vez en el día la hora en su reloj pulsera. De seguro estaba a punto de llegar.
El agua pasó con facilidad por su garganta, estaba sedienta, eso de bajar las escaleras saltando en un pie la agotaba. Inusualmente la cafetería estaba desierta a estas horas, sólo andaban por allí unos camareros que llenaban las neveras con bebidas para la noche y ella sentada en una mesa. No dejaba de darle vueltas al asunto, de alguna manera lamentaba que Emma tuviera que pasar por esto. Que violaran tu intimidad no era agradable y menos si lo realizaba Stefan Bergmann, una persona poco agradable.
Sacó de su bolsillo su colgante roto y comenzó a enredarlo entre sus dedos… mientras lo veía, recordaba una y otra vez todo lo que sucedido. Sintió miedo mezclado con ansias… algunas personas lograban hacer aflorar distintos sentimientos en ella, pasión, ternura, lealtad, etc.; pero de que manera proceder con alguien como Emma, que no la hacía sentir un puñado de sensaciones sino una montaña de ellas. Se revolvió en su silla nerviosa, le recorría un escalofrío por todo el cuerpo de sólo pensarlo.
No sería fácil hacerse de ella o de su cuerpo, que era lo que en este momento más le interesaba. Era irónico que estuviese atraída por una persona como la profesora Müller. Alguien que parecía ser insípido, alguien que la sulfuraba con cada palabra y definitivamente alguien que llamaba su atención con tanto misterio colgando a su alrededor. Agachó la cabeza, estaba perdida… Emma parecía avanzar inocentemente a pasos firmes sobre su persona.
- Disculpe – un señor de traje y pelo cano estaba parado en frente de ella – Podría decirme en donde encontrar a la Dr. Müller – Dr.? Quizás se ha equivocado, pensó Jenny
- Profesora Müller, quizás? – lo vio sonreír como burlándose de su corrección
- Emma Müller – Quitó los incómodos títulos del medio. Emma era reservada con respecto a todo y él no sería quien la pusiera al descubierto. Estaba presente tratando de solucionar un problema de la misma índole – Puede llevarme con ella, le estaría muy agradecido por ello, Srta. – Este hombre de seguro era el fundador de la escuela a la que había asistido Emma.
- Claro – Y después dicen que los ingleses somos demasiados cordiales??? – Sígame
Subieron, el primer piso, callados. Ella delante haciendo de guía y él por detrás vigilando cada unos de sus extraños pasos.
- Si hubiera sabido que tenía un esguince en su tobillo y que eran varios pisos por subir no la hubiera molestado Srta.
- No pasa nada – Lo miró nuevamente con curiosidad, el hombre era la versión masculina de Emma – Ud. Es compañero de trabajo de la profesora Müller? – No sabía si Emma tenía otro trabajo pero si acertaba a esta pregunta tendría acceso a algunas más mientras caminaban hacia el aula,
- No pero sí – En este momento lo miró extrañada, la respuesta era confusa – Soy el abogado de la empresa para la cual ella trabaja. No trabajamos en el mismo edificio pero compartimos jefe, en cierta forma eso nos hace compañeros…
- Ah… – Comenzó a caminar más despacio queriendo ganar algo de tiempo
- Y tú???
- Yo qué???
- Eres compañera de trabajo de Müller??? – Obvio el Dr., otra vez
- No… bueno sí – le sonrió – Trabajamos en el mismo edificio pero no dicto materias afines a las que dicta la “profesora” Müller.
- Tiene representante legal esta academia??? – Hablar con un abogado podría librar a Emma de algunas conversaciones incómodas y el lenguaje técnico sería arameo para los que estuvieran presentes.
- Mmm… Creo que sí pero no en realidad no estoy muy segura, por lo general este tipo de discrepancias jamás llegan a mano de un abogado…
- Discrepancias??? Tengo entendido que es algo más que divergencias de pensamientos
- A algunas personas les causa miedo lo desconocido – fue su respuesta inmediata
- Usted no parece estar asustada – hablar con desenvoltura del tema le dada a pensar eso
- Debería estarlo? – si este hombre realmente conocía a Emma era muy posible que estuviera advirtiéndola
- Mmm – se lo pensó un segundo – Sólo si le causa miedo lo desconocido – Estaban parados frente a la puerta. Él le sonreía sutilmente mientras ella le clavaba los ojos tratando de preguntar que significaba lo que dijo. – Y lo bueno… – miró a la puerta 3B, aquí estaba la Dr. Müller – porque todo lo que conozco a cerca de Emma, a mi parecer, es bueno…
- Es aquí – Abrió la puerta dispuesta a dejar de escuchar los halagos por parte del abogado
Emma estaba parada en el medio de la sala, con su mano apoyada en un banco y con Bodo observándola desde donde se encontraba su escritorio… había levantado la vista en el preciso momento en que la puerta se abría dejando ver la aflicción en una mueca mientras apretaba sus labios y la desesperación que de a ratos bañaba sus ojos. El mar sereno que tenía en frente la obligaba a levantarse, tantas veces escuchó que todo saldría bien y aún se mantenía incrédula… Le hubiera encantado poder fiarse de aquellos bonitos ojos, pero el agua es poderosa e indomable muchas veces. Debía peder la cordura para dejarse arrastrar por ella.
- Traigo al… – el abogado pasó a la sala sin esperar el permiso ni la presentación. Jenny observaba como se acercaba a la rubia hasta quedar a unos cuantos pasos para estrechar sus manos con fuerza y confianza.
No se atrevía a dar un paso más y si lo hacía era para tomarla de la mano y sacarla de allí. ¿Qué serían capaces de brindar dos hombres de traje a una mujer que parece tenerlo todo? ¿Qué podría brindarle ella a la profesora Müller para que se tomase de su mano? La confianza se construye con el paso del tiempo y si una cosa no había pasado entre ellas era tiempo suficiente.
- Traigo lo que necesitas – Apoyó su maletín en el banco, lo abrió con rapidez y le entregó unos documentos a Emma – Esta es una copia de tu contrato – explicó mientras ella leía – Las partes recalcadas son en las cuales se detalla tu paga y la forma en la cual se hace – la miró burlón – “la cuenta del criminal”. A Emma el chiste le pareció de mal gusto pero no dijo nada al respecto – también encontraran el nombre de la empresa – Emma lo miró aterrorizada – nada preocupante, mientras se mantenga el anonimato de producto… sabes que la empresa se destaca en muchos rubros y que son inversores natos… guardan bajo llave las minas de oro. Estos – sacó otros documentos – le dan legalidad a la empresa, son todos los controles hechos por el Estado y lo mejor de todos es que… están aprobados.
Trató desesperadamente de asimilar los torrentes de información que la asolaban… los papeles que tenía en frente le parecían insuficientes, vencida por el cansancio y las trabas – trataré de manejarlo lo mejor posible – el desasosiego haciendo vacío en su estómago.
- Pero que dices??? – se acercó y apoyó las manos en sus hombros – con esto, son tuyos!!! – Bodo trataba de alentarla
- Quiere que esté presente? – El abogado no la vio demasiado convencida
- No… Gracias pero no – eso significaba delatarla, la miró, aún se mantenía cerca de la entrada.
- Entonces seguro esta confiada en la victoria – Emma nadaba en ella mientras la miraba. Le era gracioso ver como Jennifer se erguía entera cuando la demandaba, era pura táctica.
- No – contestó aún mirándola. ¿Por qué siempre a la defensiva? – No saco conclusiones de manera anticipada – La morena al escuchar la frase no pudo evitar sonreír y aún más cuando la correspondencia de Emma le llegaba al instante. Si este era su primer acto de complicidad lo atesoraría para recrear en su cabeza, una y otra vez, esa maravillosa sonrisa.
- Emma acompañaré al Dr. a la salida – Bodo entendía cuando sobraba
- Müller espero que los documentos le sean de ayuda – dijo mientras se despedía de ella
- Seguro que sí… Muchísimas gracias!!! – sus ojos estaban encaprichados en la morena que se hallaba en frente y que aún la sonreía.
Cuando quedaron solas, las miradas valientes fueron vencidas por el peso de la gravedad. La rendición por parte de Jenny la llevó a cerrar la puerta en búsqueda de intimidad y, por parte de Emma a dar los pasos que la separaban de ella.
- ¿Preparada para está noche? – quemó el último cartucho
- Si, muy gustosa que me tiren a los leones – la rubia trató de sonreír pero le fue imposible
- Son algunas preguntas personales, no la hoguera
- Quieren despellejarme!!!
- Son, tan solo, chicos
- Oh – Emma comenzó un movimiento nervioso con las manos al saber lo que venía. El calor le recorría el cuerpo entero y terminaría por teñir de rosado sus mejillas – pensé que preguntabas por otra cosa
- Oh – Otra imagen entrañable para recordar – pensaste que estaba hablando de la Junta
- La verdad que si… Perdona
- Tienen gran similitud, los alumnos muchas veces pueden ser crueles – afirmó – así son los adolescentes
- Ya, es de gran consuelo escucharlo – con un chasquido de lengua Jennifer reprendió a sus palabras
- No creo que sea tu caso… Luzi – solucionó – te adora, eres su ídolo. Eso bastará para que los demás te respeten
- ¿Qué es lo que hiciste tú para que te respeten? – Preguntó curiosa
- Lo que mejor se hacer – se agarró del picaporte anunciando su salida
- ¿Bailar? – arriesgó
- Cerca, pero no – y la dejó sola
Caminaba con Bodo por entre la gente, las luces de a ratos la cegaban y los colores del lugar no le eran de ayuda, los flashes de imágenes le recordaban a esos libros de dibujos que al pasar sus hojas rápidamente provocaban el movimiento, un movimiento tan lento que casi parecía estática… La música electrónica cimbraba sus oídos ¿A esto le llamaban integración grupal? Esto, estaba demasiado alejado de la idea que había creado en su cabeza, nunca imaginó que varios cuerpos sudorosos estarían chocando con ella.
- Es espectacular verlos hacer los que más les gusta!!! – Bodo gritó en su oreja
Si la diversión consistía en intentar quebrarse la nuca y desarticularse completamente… no le hallaba la gracia – Ah… – miraba como si todo fuera de otro mundo ¿Cuándo fue la última vez que había estado en una fiesta de este tipo? Quizás a sus 20 años… o por ahí, la cuestión, era que hacia demasiado tiempo, tanto que ya ni recordaba como actuar…
- Tienes que relajarte sino no lo disfrutarás – Bodo seguía gritando y aumentando el ruido en sus oídos – Bebamos una copa… Ven – La arrastró del brazo hasta la barra
La barra otro caos, la gente apelmazándose por una bebida, lógico si se tiene en cuenta la manera exagerada de bailar y la pérdida de hidratación por la sudoración. Decidió no acercarse al tumulto, evitando restregarse contra la humedad y el afluente de hormonas que salía de sus cuerpos. ¡Adolescentes!
- Ven – la mano de Bodo la acercaba hacia el lugar que se había abierto en la barra – Ser el “director” tiene sus beneficios.
- Qué les sirvo??? – la barwoman los atendió con “exclusividad”
- Eh… Para mi un Whisky on the Rocks y para ella… – la señaló esperando que haga su pedido.
- Agua – Bodo y la camarera la miraron extrañados
- Agua, entonces –la camarera se iba en busca de los tragos
- No espera… agua no!!! Dos de los mismos
- Enseguida – la camarera le sonrió a Emma
- Bodo!!! – Emma se quejó
- Emma esto es una fiesta – explicó como si fuera lo más común del mundo
- Después tengo Junta, lo recuerdas???
- Mejor… te ayudará a relajarte
- Aquí tienen – les alcanzó los dos vasos
- Gracias preciosa – Le guiñó un ojo, Emma no creía en lo que veía pero Bodo no era diferente a los demás hombres – Vamos a buscar un lugar en donde sentarnos
Y haciendo malabarismos con su bebida en la mano llegaron hasta unos sillones que estaban en el fondo del lugar. Allí no se estaba nada mal, alejados de la pista de baile y con la música casi sonando de fondo, se podía platicar con tranquilidad.
- Allí están – Señaló el lugar con la barbilla para que Jenny los ubicara
- Ajá – apuró su copa de champaña
- Tú que crees que pase con ella??? – verla inquieta y nerviosa no era la costumbre. Jennifer solía rebosar de glamour y estilo
- No lo sé – un trago más y hasta el fondo – lo que tenga que pasar, supongo… – sintió la falta de oxígeno en su cabeza y como las cosas comenzaban a distorsionarse en frente de ella. Sólo un segundo y la vida estaba de en su normalidad pero el miedo del mareo y la estabilidad se había implantado en ella.
- Mi padre…
- Tu padre es un hipócrita y manipulador – tenía la boca suelta y la lengua con filo…
- La estás defendiendo??? – preguntó tras el puñal
- Estoy diciendo la verdad, la que tú – lo señaló – mismo sabes y la que sabemos todos. O qué, a caso te has olvidado de la Srta. Vogel??? – Ben apretó un puño, señal inequívoca del dolor que le causa el recuerdo
- No… – contestó en un susurro
- Tu padre tiene esa tendencia, Ben – a la carga otra vez
- Cuál?
- La de hacer desaparecer todo lo bueno de la academia
- Emma es lo bueno??? – no entendía lo que su amiga quería decir
- Emma – era la primera vez que usaba su nombre de pila y se le hacia extraño – es una gran profesional al igual que lo es la Srta. Vogel. – Ninguna recriminación quedaba ante tal argumento, Jenny estaba en lo cierto. – Y no veo de que manera eso puede ser malo para la academia???
- Lo de Bea… No fue mi culpa – la miró fijamente
- Fuiste un cobarde… cambiaste seguridad por lo que más te importaba en el mundo – apuntó directo al corazón. Esta era su peor parte, la egoísta, compartir opresiones en el pecho no es solidaridad – por eso la perdiste…
Ben se quedó con la boca abierta al escucharla, mirando como Jenny levantaba la barbilla con toda su altanería, era conciente de dos cosas: la verdad y el enfado. – Por qué ahora??? – Jamás habían hablado sobre el tema, ella sólo se había dedicado a acariciarle el pelo después de pasar horas llorando como una niña en su sofá, le brindó contención y apoyo cuando más lo necesitó. Era su única amiga.
- Porque tengo problemas… – hablaba bajo y apretando las muelas. Reconocer era el primer paso, y en vez de comenzar a caminar, estaba segura de que caería de boca contra el suelo… Dolor.
- Ah??? – movió la cabeza intentando que las palabras de su amiga entraran de alguna manera – Pero, pero… Qué tiene que ver una cosa con la otra?
- Todo!!! Todo tiene que ver!!! - se sentía acorralada y presa del miedo, no encontró otra salida que atacar a quien no se lo merecía – Si tú hubieras luchado por ella, la profesora Müller no estaría aquí. Es así de simple!!!
- No puedo creer lo básica que te pones frente a la competencia – estaba alucinado – ¿Desde cuándo le tienes miedo a las niñas rubias e intelectuales? – sorbió de su copa, era eso o mandar a su amiga a la mierda.
- Desde que son más peligrosas de lo que aparentan – no pudo evitar mirarla, la encontró con sus ojos bien abiertos, y a pesar de que Bodo hablaba sin parar, ella parecía no escuchar. Se repitió la pregunta y la respuesta se mantenía constante: su físico, dinero y arrogancia carecían de importancia para la profesora Müller.
- Jenny??? Dios!!! Te estoy hablando y tú estás en las nubes – reprochó
- Perdona – Hizo un gesto a una camarera para que le trajera otra copa – ¿Qué decías?
- Que creo que te estas haciendo mucho…
- ¿Tú crees que un intelectual pueda arreglar coches? –la pregunta le nacía del alma mientras tenía nuevamente los ojos clavados en ella.
- ¿Qué???? – Jennifer estaba haciendo preguntas sin sentido y eso, le preocupaba
- Que… Si crees que un intelectual pueda arreglar coches??? – se estaba irritando de la incomprensión de Ben pero no estaba teniendo en cuenta que él no estaba en su cabeza para saber sus pensamientos. Él no pensaba, que a lo mejor, el otro trabajo de Emma era el de mecánica, el no la había visto con sus manos engrasadas y la carita de pena al ver que no podía reparar el coche… Pero su empresa tenía abogado, y un simple taller mecánico par qué lo necesitaría???
- Yo qué sé!!! Me has visto cara de intelectual – se señaló él mismo – o de conocer alguno – la miró unos segundos – Me preocupas chica… – las palabras la trajeron nuevamente a la fiesta, al bar y al lado de Ben
- Yo también me preocupo a veces – sonrió para quitar importancia al asunto.
Tomó la copa de champaña que la camarera le había dejado unos segundos antes… era la tercera o cuarta de la noche y un exceso. Mañana de seguro en la cabeza se le partiría pero el alivio de tener el cuerpo dormido y lento lo compensaba, el extraño hormigueo menguaba con cada gota de alcohol que ingería. Se apoyó contra el respaldo para observar con superioridad a los demás… debía mantener el tipo, pues todos era ignorantes lo que estaba sucediendo, y quizás un fin de semana sin la profesora Müller dejara el asunto enterrado tres metros bajo tierra.
De pronto la música dio un cambio radical, la electrónica fue reemplazada a una mucho más sutil y armoniosa, no sabía quien era el grupo musical pero le fue fácil reconocer la mezcla de estilos que en la pieza existían. Las luces tenues aclimataron el lugar.
- Y qué??? Ya acabó todo??? – Preguntó feliz
- Jajaja – por primera vez celebró la incomodidad de sus amiga – Esto recién comienza – mueca de decepción por parte de Emma – Así que prepárate, querida amiga… – Y le hizo fondo blanco a su vaso – Ahgggg – abrió un poco el nudo de su corbata e hizo suyo el vaso de Emma que reposa sobre la mesa todo transpirado pero aún intacto.
Un par de luces blancas apuntaron hacia el escenario que estaba en la parte opuesta del lugar, lo que tiempo antes había sido una pista de baile estaba siendo ocupada por sillones y butacas que los camareros colocaban con ayuda de algunos alumnos.
- Será mejor si nos ubicamos más adelante – Bodo no espero la afirmación, con una mano agarrando el vaso y la otra tirando de Emma.
Esto no pintaba nada bien, los alumnos la miraban de una manera diferente, pensó que de seguro estaría de un rojo furioso en las mejillas. Posiblemente no era nada malo, Bodo no la conduciría por tal camino. Giró la cabeza a la izquierda y allí estaba. Rodeada de otra gente, de seguro, otros profesores con los cuales compartía el gusto de beber champaña cara. Así es la vida, los afines se agrupan buscando comprensión, tolerancia y algo sobre lo cual hablar… ¿Pero qué es lo que hacen los opuestos? Se preguntó a si misma.
Vio como echaba la cabeza hacia atrás con los ojos cerrados… estaba totalmente relajada. La luz de bajo voltaje bañaba su rostro resaltando cada unas de sus facciones. Perfecta!!! Haciendo que el valor de las almas mortales fuera ínfimo, ganando las miradas de casi todas las personas de sexo masculino y la de ella también. Se dijo que sólo era fisionomía ¿Y qué es la fisionomía sin la anatomía? ¿Desde cuando importaba el envase y no su contenido? No eran sus principios ni finalidades, no sabía hacerlo y no lo haría. Se obligó a mirar hacía el frente mostrando indiferencia a los ojos azules que ahora la miraban.
- Deberíamos ir, no???
- Vamos – la respuesta fue seca. El rechazo le provocaba rabia, no dolor. La profesora Müller no era más que una mente trabajada, le hubiera encantado preguntarle que hacía para saciar sus instintos, si tenía instintos o si su vida la planeaba a base de calculadora.
- Con los de primer año… ese tu lugar – Emma distinguió como se armaban pequeños grupos
- Y tú??? – Preguntó con terror
- Yo… en todos… soy el director – con un pequeño empujón en su espalda la acercó hasta sus alumnos.
- Hey!!! – Luzi la recibió con un cálido abrazo
- Hola – estaba pérdida y no sabía bien que es lo que debía hacer, ni cual era el propósito de estas “fiestas”
- Siéntate – ocupó el lugar que se le ofrecía, en realidad si le hubieran dicho que se tirara a un pozo lo habría hecho. Vio algunos rostros desconocidos
- Quiénes son??? – le preguntó a Luzi
- Algunos… alumnos míos – Jennifer estaba parada en frente de ellas – y otros… de otras asignaturas
Emma se levantó al instante cediendo el lugar, ignorando que la mitad de los alumnos ya lo habían hecho. Se sentó nuevamente, bajo la mirada escrutiñadora de la morena. – Ah… – se sintió estúpida, actuando igual que un adolescente cargando una revolución de hormonas. Ojala Jennifer tuviera la inteligencia suficiente para poder distinguir la educación de celo animal.
- Profesora – Luzi reclama su atención – Tengo una pregunta – Jennifer se sentó en frente e inmediatamente comenzó a hablar con sus alumnos.
- Sí… dime – sólo rogaba por qué no fuera un ping pong de preguntas y respuestas. De pronto varios de sus alumnos ya estaban rodeándola a ella también
- Siempre se lo quise preguntar – Luzi se veía nerviosa y eso la desconcertaba… ¿Con qué locura le podría salir esta chica? – Bueno… ¿Qué música escucha?
- Mmm – no era tan difícil responder – Pues, de todo un poco… siempre es bueno estar en contacto con los distintos estilos… nos permite abrir la mente y estar en…
- No le han dicho que aquí puede decir lo que quiera – Timo, como siempre, el más arriesgado – No se reprima… jajaja
- No lo hago – sonrió – es la verdad. Soy músico y me encanta todo lo que tiene que ver con ella. Pero puede que mi apreciación de lo que es buena música esté muy alejada de la de Uds.
- Ya… sino respondes voy a pensar que escuchas música que sólo la conoce dios – Todos los alumnos rieron y llamaron la atención del grupo Jennifer.
- Mmm… puedo decirte cuales prefiero por sobre otras – comenzó a pensar
- Eso estaría bien…
- A ver, Blues, Jazz – buscó dentro de su cabeza. Hacia años que no escuchaba música… pero como una profesora de música no iba a escuchar música??? Cómo le decía a sus alumnos que hace cinco años que está tan ocupada que no tiene tiempo para escuchar música??? Que había tomado la decisión no inspeccionar nuevos cantantes para dedicar el poco tiempo disponible en la práctica y perfeccionamiento de lo que le era conocido??? Ellos no lo entenderían y por más que quisiera con todas sus fuerzas decir la verdad… realmente este no era el momento preciso. Omitir no es lo mismo que mentir – Rock and Roll… lo típico
- Y no le gusta la música clásica??? – Luzi salió al rescate al ver la poca contundencia en las palabras.
- Sí… claro que me gusta pero es distinto – todos sus alumnos la miraban atentamente. No estaba dando la fórmula de la coca cola, ni nada por el estilo, tan sólo era la nueva atracción y como todo lo nuevo… atrae – creo que dejó de sorprenderme, sólo eso. – todos la miraban con ganas de más y los por qué de su sentencia, los segundos corrían y Emma no hablaba.
- Qué pasa que están mudos??? – Bodo se paró al lado de ellos
- Aquí estamos… intentando que Emma – Que lo miró al instante al escuchar su nombre salir tan libremente de esa boca, se le hacía imposible un trato tan informal – nos cuente algo pero… parece que es muy tímida – Timo volvió a dar en la tecla. Emma al escuchar la palabra “Tímida” se puso roja y más retraída aun…
- Emma… Emmita querida – Bodo se sentaba a su lado para rodear sus hombros con sus brazos. Ella estaba con la cabeza gacha, como esperando el regaño anticipado – Saben qué pasa??? – se dirigió a los alumnos y a una Jenny que se mantenía alejada pero con un ojo sobre la situación – a Emma – la señaló – No le gusta contar su vida – los chicos se mostraron al instante desilusionados – porque… le gusta que la cuenten por ella!!! – todos los alumnos comenzaron a gritar y aplaudir y Emma comenzó a palidecer ante tales palabras. Bodo era capaz de inventar cualquier cosa con tal de entretener a su público.
Mientras Bodo hacía pasar un mal rato a Emma contando algunas historias de su infancia y adolescencia, Jennifer a la distancia comenzaba a sentir el peor de todos los sentimientos de la noche: Celos. A pesar de no escuchar bien lo que decían, el simple hecho de que los ojos de Emma brillaran al mirarlo la irritaba y mucho… era una estúpida ansiosa y lo sabía, cómo podía tener celos de un simple toque en la pierna o de unas cuantas sonrisas regaladas??? No era lo que deseaba de ella ¿Qué era lo que deseaba de ella? Sexo.
Asoció la atracción de los polos con lo sexual, pero no por gusto ni deseo sino por desquite. Segura de que podía hacer desaparecer toda la perfección mientras le daba orgasmos en su cama, mostrando que no era menos mundana que la niña rica que tendría encima, debajo y por todo el cuerpo. Nadie se mantiene erguido frente al placer…
- Míralos… son tan patéticos – Caro se sentó al lado de ella. No le preguntó de quien hablaba ni por qué hablaba de ellos de esa manera
- ¿Qué necesitas Caro? – Había cosas para hacer mucho más importantes que escuchar los berrinches de una niña caprichosa
- Le ha comentado que decisión ha tomado sobre mi permiso???
- Sería menos patética si te lo diera??? – el mundo se mueve por intereses, ella misma estaba interesada en la profesora Müller
- Quizás si… – La miró a los ojos y no vio más que una persona detestable, completamente mezquina y egocéntrica. Pero en cierto modo era mejor que ella, parecía no tener ningún reparo en reconocerlo… no sentía vergüenza de lo que era.
- Quizás si… se apiade de ti – se puso de pie para terminar la conversación – deberías estudiar un poco más, esforzarte – la miró nuevamente a los ojos – no siempre te harán favores – la advirtió.
- No te toca hacer lo tuyo??? – volviendo el tímpano de piedra ante el consejo.
Estaba a punto de abrir la boca para contestar como se merece a la insolencia pero…
- Jenny – sintió que el tocaban el hombro – No ha funcionado y no sé que más hacer. – Abatido cayó sobre el sillón en el cual estaban Emma y Bodo, un muchacho de treinta años de ojos grises.
- Eh… Qué es lo qué pasa??? – Bodo preguntó al verlo frotar su rostro con las manos. Todo el mundo en silencio y Jenny parada en frente de ellos…
- Hey… todavía hay posibilidades – se acercó hasta él para acariciar suavemente su pelo – sabes que las mujeres somos complicadas. – Emma presenció el primer acto de dulzura desinteresado, cambió de rostro y de persona sólo para dar ánimos, esta Jennifer nada tenía que ver con la extravagante, prepotente y rebelde
- No lo creo!!! He hecho todo lo que me has dicho y no pasa nada – quitó el vaso de la mano de Bodo y se lo bebió de un trago. Parecía que su problema era importante…
- Hey… sólo debes tener paciencia – a Emma le sorprendió el hecho que los demás no se burlaran. Todos parecían estar preocupados, lo demostraban con silencio como señal de respeto. Estaban más integrados de lo que parecía.
- Yo creo que no le gusto… que no soy su tipo… no sé – los ojos se le llenaron de lágrimas – y es una mierda porque estoy completamente enamorado de ella!!! – Era una declaración de amor combinada con un grito de desesperación.
- Toma – Bodo le alcanzó otro vaso – Es doble – Jenny le reprendió con la mirada – Qué??? Necesita desahogarse… tiene mal de amores – justificó
- No sé que hacer… – fondo blanco para el Whiskey – Me voy a casa – se levantó de un tirón
- No quieres hablar sobre el asunto – Jenny preguntó cautelosa tratando de invadir lo menos posible
- No… sólo quiero dormir y que todo pase – se abrazó fuertemente a ella – gracias!!!
- De nada
- Eres mi profesora preferida – se desprendió del abrazo y se fue dejándolos a todos en paro.
Jennifer no hizo más que ocupar el lugar que había dejado al lado de Bodo, fue de sentarse y mirarlo caminar como un fantasma hasta cruzar la puerta de salida.
- Crees qué se solucionará??? – preguntó abiertamente Bodo, trayendo a la realidad a Jenny
- Ni idea… la historia es algo complicada – sonrió nostálgica, le daba pena, siempre da pena cuando sabes que se trata de una buena persona.
- No puedes obligar a nadie a quererte – Luzi aportó
- Claro que no!!! – Jenny estuvo de acuerdo – Pero puedes hacer todo lo que esté a tu alcance para ganarte el cariño
- Cariño no es lo mismo que amor – tenían personalidades y creencias diferentes y lo estaban mostrando
- A algunos amantes el cariño le parece suficiente – No creía que Luzi estuviera en un pensamiento equivocado pero ser tan radical no siempre era la mejor solución. Había que amar y desear algo con todas las fuerza para arrastrarte por ello, para llegar a lo más bajo – por eso no piden que dejen a sus parejas…
- Eso no es amor – Sentenció
- Eso es un tipo de amor – estaba tranquila – y por más que a ti ni a mí no nos guste… existe, existió y existirá siempre…
- Yo no creo que sea así – estaba terca – para mi…
- Ud. Qué piensa del amor, profesora Müller??? – Timo trató de desviar la conversación sabiendo que la pequeña discusión en la que Jenny y Luzi se habían embarcado no llegaría a buen puerto…
- Ah??? – la pregunta la había dejado K.O. Vio como Bodo se burlaba del aprieto en el cual estaba medida mientras la miraba incitando a que respondiera. Tenía una regla básica para este tipo de reuniones: no hablar de política, religión y amor, convencida de que estos temas estaban demasiados sujetos a la apreciación personal haciendo que el intercambio de ideas sea excesivo hasta convertirse en una pelea. – Amor??? – Jenny la miró contrariada, lo único que faltaba era que la profesora Müller no tuviera sentimientos… un perfecto glaciar por corazón a juego con la frialdad de la piel. – Es un tema complicado…
- Ya pero es un tema muy bonito… a mi gustaría saber su opinión – Timo
- Eso es una consideración de tu parte – trató de pensar lo más rápido posible – Amor… – Luzi esperaba ansiosa su respuesta de seguro Emma tenía una idea tan idílica y romántica como la de ella, de caballeros y príncipes con damas y princesas – Bueno, las relaciones humanas son difíciles – todos la miraban – creo que el amor entre dos personas es la más complicadas de ellas – suspiró largo y tendido – Quizás no suene muy romántico pero – y frenó las palabras
- Pero… – Bodo hizo un movimiento de mano indicando que continuara
- Pero… creo que el amor esta en la cabeza no en el corazón – arrugó sus labios como arrepintiéndose de sus propias palabras – Algunos lo sienten en la barriga
- Jajaja – Las risas sonaron al unísono todos creían que la profesora estaba bromeando, los únicos que no sonrieron fueron Bodo y Jenny
- Ahora, en serio – Luzi. Jennifer se preguntó como es que nadie notaba la seriedad que había tenido ese comentario simplista… ese ligero carmesí en las mejillas y el movimiento neurótico de las manos pasaba desapercibido para los demás.
- En serio??? – preguntó dando a entender que lo que había dicho anteriormente era serio
- No entiendo – Timo
- Sé más explicita Emma que si no se nos pierden – Bodo la apuró
- Eh… Creo que… ciertas personas tienen la capacidad de provocar en uno una respuesta neurológica distinta ante el estimulo… Mmm… El enamoramiento sería la conjugación de todas estas respuestas… taquicardia, dolor de estómago, nerviosismo, etc. Y el amor sería un subproducto de las sensaciones placenteras que nos brinda la otra persona…
- Es una manera demasiado científica de verlo, no cree??? – Jenny levantó su ceja
- Quizás… pero no por eso menos emocionante – vio como bajaba su rostro escondiendo una sonrisa.
El revuelto en la tripa volvió al ataque, el simple hecho de que la teoría de Emma tuviera similitudes con lo que ella estaba pasando la hacía vibrar entera… pero como decirle que ella provocaba estímulos neurológicos??? ¿Qué se moría por saber que clases de placeres podría hacerle sentir? Levantó la vista y esos ojos estaban totalmente encendidos e invitadores…
- He dicho algo que te incomodara???
- No!!! No!!! – todavía, pensó.
La nube de humo la estaba dejando sin aire, odiaba el humo… todos los que la acompañaban en la mesa estaban fumando, Jennifer incluida. Tenía un cigarro algo más fino y corto que un puro, que pitaba de vez en cuando, a Emma le llamó la atención que fumase pues no era un hábito común en una bailarina pero no más extraño que ver a la otra profesora de canto fumar sin parar…
- Quieres algo de beber… Agua, quizás??? – La camarera que la había atendido en una primera instancia estaba a su lado. Intentó tragar saliva pero era le molesto, su garganta y sus labios estaban secos, el ambiente cargado los ponía de esa manera…
- Estaría perfecto – agradeció con una sonrisa
- Emma… estas totalmente fuera de foco – Bodo estaba contiguo en la mesa redonda – Debes pedir algo que tenga alcohooool – la rubia revoleó sus ojos haciendo reír a la camarera. Todos sus colegas tenía varias copas de más y ya comenzaba a notarse
- Entonces??? – la camarera volvió a preguntar. Si no pedía alcohol Bodo le serrucharía la cabeza toda la noche, no podía permitírselo, en este momento sólo necesitaba concentración…
- Una copa de torrontés… estaría perfecto – otra aguja bañada de celos para Jenny, y a pesar de que lo sabía de memoria, la ponía condenadamente alborotada el hecho que las amabilidades no eran sólo para ella, eran para todo el mundo… hasta para la más ligera de las camareras
- Ahora mismo la traigo – dijo mientras le guiñaba un ojo. Era hermosa como la seda pero tan barata como arpillera, o al menos, de esa manera se veía desde la perspectiva de la morena
- Espera!!! – Bodo tuvo el coraje o la osadía suficiente para tomarla por la muñeca – Una copa no… trae la botella… yo pago – y la dejo ir.
Emma estaba algo nerviosa, era su primera vez… aborrecía apostar y más aún apostar a ciegas, tenía el peso en demasía la carga informativa de su pequeña charla con la profesora Hartmann… “Lo que mejor sé hacer”, rememoró. El juego era obligatorio, no había novatas para los recién llegados sino una simple partida de póker y la apuesta: lo que el ganador de la mesa quisiera…
- Y qué, lista para perder??? – Preguntó mientras exhalaba una fina columna de humo por su boca.
- Deja de apabullarla Jenny – Ben salió en defensa de Emma todavía estaba el rescoldo de la buena vibra que sintió cuando tocaron juntos…
- Apabullar es parte de este juego – apoyó torpemente los codos sobre la mesa dejando caer el peso de su cuerpo… la champaña estaba en todo su apogeo dentro de su organismo… más que imprimir temor imprimía posibilidades de ganar, la bebida reducía las capacidades pero no se confiaba, a lo que sabía, este era un juego de grandes mentirosos – Todo vale en el amor, la guerra y el póker – Una filosofía un tanto peligrosa, pensó Emma
- Está tratando de intimidarte – Bodo susurró a su oído
- No me digas??? – hablaban en secreto – quieres que te diga algo más obvio todavía???
- Bueno, sí quieres – estaba completamente borracho
- Estoy intimidada!!! – las palabras salieron escupidas de su boca
- ¡Bah! – le hizo un gesto con su mano para que se despreocupara – tú tienes cabeza, de seguro te irá bien
- Yo sólo tengo inexperiencia – se enfadó – por qué no me advertiste??? Hubiera estudiado el juego!!!
- Hubiera perdido la gracia… – le dio su característico toque en la nariz y su mejor sonrisa bobalicona
- No se puede hablar contigo, no estas en condiciones – sus últimas palabras terminaron por ofender a Bodo
- Entonces demuestra lo que tienes Emmita – dijo en voz alta y dejando expuesto el leve enojo
- Jugamos??? – propuso Jenny – sino jamás podremos ver lo que tienes – dijo mientras la miraba descaradamente. Sonaba más a una amenaza que a una invitación, una muestra de poder en toda su ostentación, la estaba desafiando fuertemente… a jugarlo todo, a jugar por jugar y a ganar para saborear lentamente la victoria…
- De acuerdo… – le sonrió –… sólo espero no desilusionarte – Qué significaba eso??? ¿Acaso la profesora Müller estaba coqueteando con ella? NO, No, no… de seguro no era más que uno de sus miles actos de cordialidad, un transparente holograma de lo inalcanzable, un espejismo de una realidad inexistente…
Hizo un cambio de fichas entre sus dedos, debía deslumbrarla si quería ganar o sacar algo de provecho de esta partida – No creo que eso sea posible… profesora Müller – cortesía por cortesía y el juego de palabras estaba igualado.
Ben, que era el repartidor, comenzó su tarea… y las cartas comenzaron a clavarse como dardos sobre la mesa. A lo que había entendido del juego esta era la parte de azar, que te toquen buenas cartas o no, no dependía ni de uno ni de nadie. Tenía varías columnas de fichas a su derecha: 200 euros figurativos, no jugaban por dinero y las fichas sólo estaban para las apuestas, lógicamente quien se quedaba sin fichas abandonaba la mesa.
Parecía sencillo, lo más complicado era el tema de las apuestas… Y no de qué manera apostar sino lo que se apostaba en sí: “Favores” le había dicho Bodo. Por lo general se apostaban suplencias, papeleos atrasados, tratos con algunos productores insoportables ó en lo que uno le pudiera ser útil al ganador… las primeras fichas rodaron por la mesa en el mismo momento que llegaba la botella de vino acompañada de dos copas.
- Convida si no quieres emborracharte – la camarera tuvo que susurrar en su oído, usando la excusa del silencio para mostrar la piel de gata…
- Es una gran idea… gracias!!! – sonrió
- No es na…
- Emma!!! Tu apuesta – Bodo partió al medio la única oportunidad importante que había tenido, hasta el momento, la camarera de acercarse a ella. Estaba tan cerca de ese cuello, del lugar del cual provenía su aroma…
- Oh!!! Lo siento… – mientras Emma revisaba sus cartas, Jenny se encargaba de lanzarle una mirada asesina a la intrusa, que terminó por echarla definitivamente.
Y comenzó la acción… se entregó el flop y a partir de ahora, todo era matemática aleatoria y un poco de suerte para descifrar lo que representaban esas extrañas muecas a mirar las cartas. Dos rondas bastaron para que saltara a la vista que Jennifer era realmente una maestra en el juego… su táctica era buena y difícil de predecir… si era suerte, perspicacia o profesionalismo daba igual, las fichas se le pegaban como hierro al imán.
Tres de eso cigarros caros y cuatro copas de champaña en una hora y aún así estaba ganando. Cada vez le costaba más estirar sus brazos para alcanzar las montañas de fichas al igual que la modulación correcta…
- Te sientes bien??? – preguntó al ver que Jenny la miraba como hipnotizada
- Sip… sólo estoy pensando en lo que voy a pedirte cuando te gane – la miraba con insolencia
- Uhhh – los otros jugadores fueron los encargados de hacer que su comentario sonara como una provocación.
- Estás muy segura de ganar??? – no mostraría miedo… pero en el suicidio la línea entre la valentía y la cobardía era demasiado fina…
- Estoy segura de lo que tengo y que cómo aprovecharlo al máximo – bajó una pareja de ases para formar full con tres K que estaban en la mesa, dejando fuera del juego a la cuarta persona consecutiva
- Se nota… – Emma no tuvo nada más para decir. Se sirvió la segunda copa de la noche, algo en las palabras, en la forma y el contexto raspaba contra su garganta. No le interesaba perder, el triunfo con el tiempo se desvalora, como todo lo demás… Quizás la idea opuesta de la profesora Hartmann molestaba un poco demasiado...
Jugando tranquila y sin arriesgarse demasiado…sólo quedaron en la mesa ellas dos… y Bodo y Ben alentando, cada uno, a su respectiva amiga.
- Bueno parece que aprende rápido – Jenny le sonrió y mojó sus labios sutilmente.
- Parece que tienes más tácticas de las que aparentas – sonrió educadamente sin mostrar indicio alguno de perturbación por el gesto.
- Ya… pero contigo parecen no funcionar – hizo una mueca de tristeza, un falsa forma de apiadarse de su propia situación
- Por no dejas que eso lo decida yo? – la conversación salió disparada para cualquier lado… la bebida quizás la desinhibía, ahora todo podía ser considerado doble, como una navaja afilada el doble sentido y la doble personalidad. Ben y Bodo casi estaban dormidos sobre la mesa, lo más posible es que un tractor pasara por su lado y ellos ni enterados
- Porque así soy yo… y no lo puedo evitar – El mar se mezclaba con el agua, agua y sal y compresión pero no dejaría caer esa lágrima… no al frente de ella, no para mostrar lo miserablemente sensible que se ponía en algunas ocasiones… Bajó las cartas a la mesa y ganó nuevamente, dejando a Emma con unas cuantas fichas…
- Yo creo que sólo has bebido más de lo normal – tragó saliva… se estaba entrometiendo en lo que no debía – lo siento… pero puedes que ahora hagas o digas cosas de las que mañana te arrepentirás – Quien avisa no es traidor…
- No le dijeron, profesora Müller, que no hay nada de vergonzoso en mostrarse tal cual uno es??? – tomó la baraja de las manos de Ben, que estaba durmiendo como un bebé apoyado en Bodo, y repartió – además, jamás me arrepiento de lo que hago, por más que lo haga sin pensar – levantó su dedo para recalcar – la parte irracional también es parte de mí… y la acepto… y me responsabilizo por ella. Ud. qué hace con su lado irracional profesora? – Flop y apostó todo sin mirar sus cartas… Emma hizo lo propio, colocó sus últimas fichas y giró sus cartas…
- No lo conozco… – dijo la verdad, no había nada que temer, mañana todo sería historia
- Mmm…Interesante – dijo mientras miraba sus cartas y a las cinco que estaban sobre la mesa
- Qué es lo interesante??? – preguntó ajena a todo
- Que hayas perdido… pensé que ibas a ganarme…Póker – acaso estaba triste??? No se alegraba de su victoria???
- Me debes – sentenció rápidamente, mientras se incorporaba – y voy a cobrarme ahora…
- Qué??? – chilló tan fuerte que despertó a las dos marmotas. Jenny le ordenó con un dedo sobre sus labios que hiciera silencio pero fue demasiado tarde…
- ¿Qué pasa? – Bodo quiso abandonar su silla pero su mareo era tan grande que cayó nuevamente – Qué hora es???
- Es tarde… – no tenía ni idea de la hora pero de seguro el tiempo había pasado en la maldita sala de juego – Debemos irnos…
- Cómo que irnos??? Tengo Jun – miró su reloj pulsera sólo para notar que ya eran altas horas de la madrugada – Mierda!!! Mierda!!! Mierda!!! – De repente estaba toda colorada – Mierda… – pasó sus manos con desesperación por su cara ¿Cómo había podido olvidar lo de la Junta?
- La Junta la tendrás otro día – se colocó su chaqueta y agarró la muleta – Te lo prometo… – Emma se quedó mirándola. Jenny sólo quería lo que le correspondía y parecía muy capaz de prometer cualquier cosa con tal de tener lo que le correspondía – Ahora témenos cosas más importantes que hacer – susurró a su oído. A Emma un escalofrió le recorrió toda la columna al sentir chocar el aliento caliente de la profesora Hartmann contra su pabellón auricular. Instintivamente agarró la botella de vino y temblaba, Jennifer cooperó sirviendo el vino y también temblaba. Vio como Emma la miraba asustada – Yo llevó como 10 copas en la noche… tengo permitida la descoordinación motriz – sonrió el comentario había sido oportuno y educado, en vez, de reírse de ella sólo esta demostrando con pruebas fehacientes de que algunas cosas sí compartían…
- Ben… Ben… levanta, que debemos ir a casa – Bodo lo sacudía enérgicamente – Y tú Emma deja de tomar después no hay quien te aguante – Jennifer se partía de la risa mientras la rubia se indignaba. Lo más insoportable de la noche había sido él.
- Compartimos taxi??? – Ben le decía a bodo mientras refregaba sus ojos aún dormidos
- Claro!!! Y tú, Emma, comparte con Jenny – Bodo estaba resolutivo – Ya que son vecinas…
- Tranquilo compartiremos el taxi – se mostró lo más amistosa que pudo al lado de Emma sin importar la gran omisión de información.
- Vamos… que me muero de sueño – Ben estaba dormido parado
- Vamos??? – le preguntó ya que las veía sin ninguna gana de querer salir
- Emma y yo nos quedaremos charlando un rato más – los quería lejos, podía oler el miedo que la rubia emanaba por los poros, era ahora o nunca – ya sabes… cosas de chicas – sintió el sonido del vino al recargar la copa, estaba tensa y perdiendo la compostura.
- Hombres!!! – Exclamó Bodo
- Qué??? – estaba confundida
- Las mujeres sólo hablan de hombres, no es así??? – vio como Emma abría ampliamente sus ojos
- Claro!!!… si lo que más nos interesa a las mujeres son los hombres… – vomitó toda la ironía en su cara sin importar ningunas de las reacciones. Ni la de Emma ni la de Bodo, que todavía tambaleaba incapaz de pisar suelo firme
- Adiós y no nos deseen tanto – Machista!!!, pensó Jenny mientras los miraba salir.
- No bebas demasiado – se paró en frente de ella – puedes hacer o decir cosas de las que mañana te arrepentirás…
- Algunas cosas mejor hacerlas o escucharlas media anestesiada – hablaba por inercia mientras trataba de adivinar qué le pedirá Jennifer
- Otra botella? – preguntó pícara
- Media anestesiada no medio muerta – No tomaría más, conocía los límites de su cuerpo y aceptar esa botella significaba tomar una y media que quedaba, era demasiado.
El ruido de la pesada puerta rompió la inmensidad del silencio. La oscuridad le anunciaba que en este lugar no había ni color ni nada. Dar un paso era una gran decisión a tomar con la carga de saber que la fuerza tenía tanta potencia que puede hacer girar el mundo al revés. Tirar del hilo para desenredar o tirar para ajustar… y allí estaban… brillosos, enormes… y seguros. No hablaban, solamente esperaran una señal, una de cualquier tipo, algo que les permitiera mostrase tal cual eran, para sumergirse en lo profundo y mostrar que ellos también son poseedores de oscuridad, por ende, sin tiempo sin color… sin nada
Pensó una vez más en las palabras de su padre: “Cuando vives, lo mejor que puede sucederte es que la vida que vivas sea tuya” ¿Esto era tener el control de su vida? Buscar música en el silencio, pelear por ideales obsoletos creyendo aportar algo a la humanidad o buscar color en la ausencia de él…
- Yo… – algo que era un rechazo rotundo fue aplastado por el tibio calor que sintió en el dorso de su mano cunado los dedos de Jennifer aterrizaron. Lentamente los enredaba pero sin hacer presión… rozando, dando una pequeña muestra de lo que conseguiría si lograba dejar atrás el miedo y las dudas. – Lo sien… – y esta vez, el dedo índice estaba sobre sus labios pidiendo que se lo pensara un poco más…
Las preguntas llovían en su cabeza, había perdido y era una realidad, debía pagar. Entrando a la casa de la profesora Hartmann a hacer sólo Dios sabe qué!!!… Se quejó, por primera vez en su vida, de su ingenuidad.
- No sé si esto esta bien… tengo miedo – Jenny apoyó su cabeza contra el filo de la puerta. Esta mujer era realmente tierna y dulce cuando no estaba en su papel de profesora. Humana y divina a la vez, con tanta valentía para llegar hasta su casa sin cuestionar nada, así como para frenarse en su puerta antes de entrar y decirle como se sentía
- Haremos que este bien… – estiró su mano ofreciéndose como guía pero no diría una palabra más, así le gustaba verla: dudosa y tratando poco a poco de dejarse llevar.
Miró la mano y alternó hacía los ojos celeste que estaban en frente y parecían rogar porque se decidiera…
Un rayo de luz estaba justo pegando en sus ojos y sin aún abrirlos, se abrazó fuertemente a su almohada, aspiró su aroma y estiró las piernas resbalando con la funda de las sábanas, rotando algunas veces los pies, sólo para volverlas a encoger. Siempre en posición fetal y mirando hacía la puerta. Unos diez minutos dormitando para poder espabilar correctamente…
Un brazo fuerte y decidido la empujaba hacia sí mientras el otro se metía por debajo de su cuello. Tiraba con premura de ella y hasta que no estuvieran en la posición óptima, no cesaría en su misión… se dejó manejar a gusto y antojo de su acompañante estaba aún demasiado dormida para poner alguna queja. Percibió el calor en su espalda, el perfecto acople y como el cuerpo que yacía a su lado se relajaba por completo… Los labios rozaron contra su nuca y una boca entreabierta emanaba un cálido aliento…
Cuantas veces había prometido que no lo haría más???… mil, mil de miles… realmente había perdido la cuenta. Sólo era sexo y ella no era más que sangre, músculos y huesos… ¿Qué tan malo podía ser disfrutar del sexo? Con los ojos todavía cerrados, se planteaba la pregunta y NADA fue su respuesta. Si sentir una respiración serena y armónica por la mañana sobre la nuca era el único momento de cotidianeidad y falso amor que se permitía. Sin lastimar a nadie y con un pacto de olvido planteado de antemano…
La mano que descansaba sobre su cadera se abrió paso por debajo babydoll, que estaba algo subido debido al constante movimiento entre sueños. Acariciaba su vientre plano con las yemas de los dedos. ¿Cuántas veces se negaba a repetir por la mañana siguiente?... mil, mil de miles… realmente había perdido la cuenta. La mano la agarró nuevamente de la cadera y le obligó a pegarse, más todavía, a aquel cuerpo. Sintió algo parecido a un beso en la nuca, que hizo que un pequeño escalofrío bajara por su espalda, mientras algunas leves caricias irregulares eran repartidas cerca de su ombligo…
- Ben… – susurró bajito – sabes que lo odio por la mañana… me siento una mierda – Aunque esta vez realmente le apetecía, hizo el esfuerzo de querer detener aquella mano pero al tocarla se dio cuenta que algo andaba mal. Abrió los ojos mientras sentía la suavidad del tacto de su acompañante al enredar sus dedos, Ben no haría eso… Sí!!! Tenían sexo pero nada más, no había sentimiento ni nada y lo que estaba recibiendo no era más que una enorme muestra de cariño y comodidad…
Intentó levantarse para sacar a patadas al impertinente que todavía seguía durmiendo en su cama y que encima trataba de enamorarla, tomó envión para desenredarse pero aquellos brazos la tenían demasiado sujeta así que sólo logró girarse y quedar cara a cara con su nuevo amante:
- Emma… – el ver el rostro relajado de la profesora Müller la alivió y le permitió apoyar la cabeza en la almohada un segundo – EMMA!!! – gritó a todo pulmón cuando tomó conciencia de quien realmente era
- Pero??? – Emma había abierto los ojos al instante que la escuchó chillar – Pero???
Se miraron un instante como pidiendo respuestas, las dos estaban algo confusas y medio dormidas… distinguió en los ojos de Emma algo desconocido para ella, una cortina de alquitrán que enturbiaba los destellos de bondad que reinaban en su retina… dos segundos que parecieron una eternidad y la vida, en conjunto con la realidad, comenzaron a luchar por volver a su curso normal. La rubia rápidamente se despendió del cuerpo de Jenny y saltó de la cama como si las sábanas de seda le quemaran…
- Perdona!!! Perdona!!! – a Jenny le costo varios parpadeos poder cuadrar bien la imagen – Yo… Yo… No… No – Estaba toda colorada, temblando y con la vista clavada en el suelo
- Emma… – Jenny salió de la cama y comenzó a acercase hasta ella
- No se lo que he hecho… No era mi intención… lo juro – y comenzó a retroceder para aumentar la distancia como si eso fuera hacer menguar la vergüenza o la culpabilidad… pero lo límites existen y están impuestos, lo recordó cuando su espalda rebotó contra la pared.
- Emma… – Sintió dolor al tener que apoyar su pie. A pesar de que tenía la cabeza gacha podía ver las lágrimas correr por sus mejillas… ¿Realmente abrazarse a un cuerpo femenino podía significar el fin del mundo?... Sintió pena por ella misma, por conservar un gramo de ilusión con respecto al cumplimiento de sus caprichos – Emma… – Intentó alcanzar su brazo para reconfortarla
-No!!!… No me toques… por favor – sonaba a súplica, a ahogo y a miedo… la veía observar las palmas de sus manos temblorosas en el aire como preguntándose que había hecho con ellas, como si estuvieran sucias…
- Hey!!! – le levantó el mentón sin importar nada – Tranquilízate!!! – Lo oscuro no se quitaba y ni hacía foco… Estaba lejos, perdida con sus demonios y las tentaciones – Emma respira por dios!!! – el tono fucsia al cual esta llegando su rostro no era normal. – Respira!!! – la zarandeó un poco por los hombros – Estoy aquí, respira!!! – La obligó a mirarla sujetándola del cuello y pegando sus frentes.
- Perdona!!!… Perdona!!! – Sólo repetía, temblaba como una hoja y emitía sudor frío.
- Mírame, mírame!!! – Se alejó y levantó nuevamente su barbilla – ¿Qué era lo que inundaba sus ojos? ¿Por qué tan oleosos y extravíos? Se preguntó a si misma – No pasó nada así que deja de disculparte!!! Mírame!!! No pasó nada!!! No pasó N-A-D-A!!! – Tuvo que aferrase a sus hombros, estaba sin su muleta y le era difícil mantener el equilibrio por demasiado tiempo. Apoyarlo por más tiempo tendría sus consecuencias…
- Tu pie… – susurró y en un acto reflejo, estuvo a punto de bajar sus manos hacia la cintura de Jennifer pero las dejó en el aire y a medio camino.
- Ya lo has hecho antes… – Apretó con fuerza la blusa de Emma entre sus dedos. La debilidad y la confusión no eran digna de ella ¿Qué demonios pasaba por su cabeza cuando se ponía así? – Es sólo ayuda…
- Lo sé –Dijo mientras miraba los intentos de Jennifer por no apoyar su pie. Bajó las manos hasta las caderas de Jenny para sostenerla una vez más – vamos… – Se inclinó hacia delante para que pudiera rodear el cuello con sus brazos y caminando lento llegaron hasta el borde de la cama
Las dos se sentaron emitiendo un largo suspiro de alivio, Emma observaba sus pies descalzos y por primera vez desde que se había despertado reparó en que tenía su ropa puesta. No tenía valor suficiente para mirarla a los ojos después de semejante ridículo. Todo era su culpa, ella se había quedado a dormir, ella la estaba abrazando cuando despertaron y ella había servido el desayuno más inoportuno. Rápido secó sus lágrimas con sus manos y se acomodó el flequillo detrás de la oreja.
- Dios!!! – vio como la morena masajeaba su frente
- Perdóname… – su tez comenzaba a adquirir un color normal
- Ya te dije… – iba a repetir la frase pero se vio interrumpida
- No por eso… sino por entrar en pánico… lo siento, me asuste… – y buscó el perdón en sus ojos
- Por qué? – preguntó curiosa de la respuesta
- Nosotras eh… como que entre nosotras… hay… nosotras
- Nosotras??? ¿¿¿Qué pasa con nosotras??? – comenzaba a desesperar… Emma no era tan ingenua como parecía quizás había sentido lo mismo que ella… quizás quería rechazarla, zanjar de una vez el asunto y darlo por terminado…
- Apenas nos soportamos y si lo hacemos es por esfuerzo
- Esfuerzo??? – preguntó contrariada.
- Sí… Creo que al final tienes razón… no somos compatibles
- Ya… pues yo creo que el esfuerzo lo estas haciendo para inclinar la balanza a tu favor – se levantó, y saltando en un pie llegó hasta su muleta que se encontraba apoyada en la pared.
- De qué hablas?
- Hablo de qué sueltas las palabras como si abrieras una válvula de gas… siempre esperando que se confundan con el aire – se giró para mirarla – así lo resuelves todo tú??? – No había escuchado razones pero el simple hecho de pensar en un alejamiento o en algo por el estilo sólo provocaba rabia
- Todo este tiempo no he hecho más que defenderme de tus ataques… me vas a decir que te caigo en gracia???
-Mis ataques??? Ahora resulta que yo tengo la culpa de todo??? – las cosas caen por su propio peso y la consecuencias vienen de las acciones… esto, tarde o temprano, pasaría…
- No!!! pero eres la gran “precursora” – Se levantó y comenzó a buscar sus zapatos por toda la habitación
- No te conocía – los pantalones vaqueros estaban bajos mostrando la parte alta de su boxer y la bota manga por debajo de sus talones – pero ahora…
- Ahora no es distinto… crees que dormir en la misma cama después de tomarnos tres botellas de vino nos hace mejores amigas??? – la miró un segundo y al ver que no tenía palabras continuó con su tarea.
- No!!! – se acercó para quedar en frente – Pero tampoco creo que dormir en la misma cama después de tomarnos tres botellas de vino nos haga enemigas!!! NI QUE A TI TE DEJE SIN RESPIRAR!!!
- Dilo… – la encaró y estaba enojada, muy difícilmente alguien acepta a pleno sus defectos. Apretaba los puños mientras los brazos volvían al tembleque… la mandíbula desencajada, el ceño fruncido y los hoyos de la nariz abriéndose con cada gran absorción de aire – DILO SIN RODEOS!!! – alto y demandante se escuchó ese grito
- QUÉ DEMONIOS QUIERES QUE DIGA??? – Emma le estaba exigiendo hacer unas de sus cosas preferidas: Expresarse libremente… danzar al compás de los sentimientos y los instintos
- LO QUE PIENSAS!!! – Apuró
- Pienso… que eres COBARDE!!! – Simple y todo la cólera se hizo hielo.
Quedó perpleja cuando el cálido aliento en la comisura anunciaba la llegada de unos labios hasta los suyos. Intentó buscar una prueba de consenso que jamás encontraría dado a que sus ojos tenían dirección marcada en su boca. Cerró los ojos un instante, era demasiado: las cosquillas en su estómago, la sangre hirviendo en sus venas y la frescura que transmitían aquellos labios… era demasiado y sólo dios lo sabia. Lo deseaba desde el primer momento, con toda la piel y el pensamiento, con cada acto de grandeza o estupidez no hacía más que agigantar el deseo pero lastimaba no poder controlarlo.
Era arrastrada por una mano en su nuca y la otra en su cintura a profundizar en el placer, hasta el cuerpo que luchaba contra ella en cada palabra, en cada mirada, en cada roce y ahora en un beso. Hoy, que parecía tener el valor suficiente para rendirse, estaba más glaciar que nunca quemando cada centímetro de piel que tocaba. Arqueó su espalda hacia atrás tratando de aminorar el ardor en sus labios pero aquel brazo le exigía coraje llevándola hacia delante de nuevo.
El primer movimiento apresó su labio inferior, degustándolo y mostrando toda la ambigüedad, al bañarlo de cálida saliva. Y más tensión y más deseo… abrió su boca mientras bajaba las manos a su cadera, todavía no estaba segura de poder soportar el conjunto, necesita que ciertos roces no existieran ¡¡¡Por dios!!! ¡¡¡Eran ellas dos y la cama!!! La mano que estaba en su cintura subió rozando la seda, la piel y la lujuria, apretando el nudo en la panza y en la garganta. Se llenó de la exhalación que emitía sobre su boca y metió las manos por debajo de la blusa, necesitaba tocarla y sentirla, quemarse más y dejar cicatriz para hacerla real. Y lo hizo, provocando temblor y un suave quejido, que la obligó a separarse.
No la dejaría huir y esta vez, ella presionó para que sucediera y volvió a sus labios con fuerza, anhelo y locura… besos cortos que eran bien recibidos por parte de Emma, uno a uno la relajaban y hacían que cerrase sus ojos. Cambió de posición de sus manos, ahora, tiraba de su cuello con apuro, se olvidó aquello de los roces y comenzó a pasar su lengua por el labio inferior de Emma con cada beso… provocando.
No lo resistió por demasiado tiempo pero tampoco le dio lo que quería, no le dejaría el poder absoluto, la tomó de las muñecas e hizo que alejase las manos de su cuerpo al mismo tiempo que introducía su lengua… la escuchó gimotear y querer librar sus muñecas en vano, ese cuerpo esculpido a mano estaba hecho a base de fibras elásticas, sabía que no tenía demasiada fuerza. Con tres pasos a delante logró apoyarla en la pared, aquí y en esta posición podría hacerse de ella fácilmente. Subió los brazos por encima de su cabeza sin despegarse de sus labios, ahondaba cada roce de su lengua a medida que bajaba lento con la yema de los dedos explorando cada músculo de los brazos de Jenny…
De repente abrió sus ojos y abandonó su boca. Dio un paso atrás todavía manteniéndola inmóvil sólo para contemplarla vencida… temblando, rogando. Desde sus pies, subió por sus piernas contorneadas hasta el donde el Baby Doll cubría, el color blanco contrastaba con el dorado de su cuerpo. Su vientre y pecho agitados. La boca entreabierta y deseosa la esperaba, cualquier hombre hubiera dado la vida por poder poseer a una mujer como ésta: hermosa, sensual y apasionada… llegó a los ojos celestes, bañados en lujuria, ella lo había incitado no era más que el producto de sus caricias y sus besos; y en vez de sentirse triunfadora se detestó por lo banal y vacío que era el reflejo que aquellos bonitos ojos le devolvían…
Agachó su cabeza emitiendo un largo suspiro y comenzó a disminuir la fuerza a medida que su zona genital comenzaba a relajarse, estaba excitada, cualquiera en los brazos de la profesora Hartmann lo estaría. Jenny lo comprendió en el acto… Emma era distinta a todos los demás… Liberó sus brazos rápidamente y se refregó los labios nerviosamente como queriendo borrar todo lo que había sucedido…
- Emma… – pero la susodicha pacería no escuchar – Emma… – y el nombre lo terminó al viento porque Emma había desaparecido de su habitación… escuchó los pasos apurados y el estruendo de la puerta al cerrar… también había desaparecido de su casa.
- Mierda!!! – Maldijo al ver que no funcionaba, llevaba más de media mañana renegando con el aparato
- No logras repararla??? – preguntó mientras dejaba una taza de café negro sobre la mesada
- No y lo peor de todo es que no sé que es lo que pasa con ella – se fue hacia la parte de atrás de la máquina y le sacó la carcasa
- Yo creo que está descompuesta!!! – lo dicho era una obviedad
- Qué inteligente Lara!!! – asomó la cabeza para mirarla – Ahora dime… En dónde se cortan dos rectas paralelas???
- Eso es fácil – se apoyó en la mesada con aires de grandeza – porque dos rectas paralelas no se cortan en ningún punto
- Niños!!! – exclamó mientras limpiaba la grasa de sus manos con un paño – O se cortan en el infinito… Si pretendes quedarte aquí deberás quitarte de la cabeza esa concepción pre-medieval que tienes sobre el universo – Arrojó el trapo contra la máquina – Ah – recalcó con el dedo en alto – Y que no todo lo que te dijeron en la escuela es cierto…
- Hoy tienes un sentido del humor particular – El regaño era válido pero su habilidad para saltar los obstáculos era inmensamente creativa y por esa razón estaba allí, entre los mejores…
- Lo siento… – reconoció que sólo estaba pagando con ella sus frustraciones – hoy no ha sido un gran día y esto que no funciona – se refirió a la máquina que estaba medio desarmada en frente de ella
- Mira el lado positivo de la situación – trató de animarla
- Lo tiene??? – preguntó irónica y amargada
- Claro!!! Y es que hace 10 minutos terminó tu turno – y señaló el reloj
- Oh!!! No me he dado cuenta – Rápido corrió hasta el lavamanos
- Si pretendes no tener la cara por el piso todo el día… deberías leer un poco sobre el Ying Yang y el Feng Shui, si te queda algo de tiempo libre – se encogió de hombros – para quitarte de la cabeza todas esas concepciones europeas…
- Eres genial – contestó con una sonrisa
- Lo sé – y la volvió a hacer sonreír
- Tendrás mis recomendaciones para el puesto, que no te quepa duda – apretó su brazo como muestra de afecto
- Era lo único que quería escuchar
- Me voy – dijo después de consultar la hora en el reloj de pared – Llego tarde…
- Emma – escuchó cuando estaba a punto de salir por la puerta
- Qué pasa Lara???
- Te vas en bata – la señaló para que se mirase
- Oh!!! – rápido se sacó su bata blanca y la dejó en un taburete – adiós
- Emma!!! – la llamó insistente
- Qué??? – preguntó cansina parecía que no iba a salir nunca más
- Te dejas el portafolio y tu bolso – se acercó a buscarlos en el pequeño armario donde siempre los guardaba – Emma te sientes bien???
- Sip… Por qué lo preguntas???
- No sé te noto como distraída – Y eso había sido toda la mañana, Emma era su modelo a seguir: joven, destacada, y lo mejor de todo, y no tan nerd… pero hoy… hoy parecía no ser ella.
- Sólo estoy algo cansada, de seguro es eso… y gracias por preocuparte – salió definitivamente.
Después de los saludos rutinarios en su partida, el sol y el aire de la calle fueron un soplo de vida… Pero su panza estaba algo revuelta, estaba nerviosa y era conciente del por qué… Llenó sus pulmones de aire, esperando encontrar el valor una cuadra antes de llegar a la academia.
- No has contestado a mis llamadas – la encontró parada al lado de la barra – felicitaciones!!! Veo que has dejado la muleta – Estaba contento.
- Sí!!! – contestó con alegría – el Dr. dijo, esta mañana, que ya podía dejarla… sólo llevo venda por precaución – lo miró a los ojos – y lo siento, he estado ocupada, por las llamadas, digo…
- Bah… no importa, no era nada importante – se acercó a hasta ella – sólo quería saber como estabas, no te he visto desde el viernes por la noche…
- Bien!!! Estoy bien!!!– nerviosa buscó alejarse algo, en ella y en ellos, había cambiado – y tú que tal???
- Lo mismo que todos los días – sonrió apenado – te has enterado de la nueva???
- Qué ha pasado esta vez ??? – Agradeció el cambio de rumbo de la conversación
- Emma… – Le dio la espalda con la excusa de agarrar una botella de agua, si escuchar su nombre era un latigazo en el vientre no quería ni pensar en la cara que debía poner. Ben la hubiera leído al instante y todavía no estaba preparada para hablar – Se saltó la Junta del viernes y la van a sancionar
- Qué??? – lo miró fijo a los ojos
- Ya sabes – se encogió de hombros – Papá dice que ha sido una “insolencia” – negó con la cabeza
- No lo hizo a propósito y lo sabes – la defendió
- Claro!!! Yo era el dailer de la mesa – se encogió de hombros otra vez – pero ya sabes cómo es mi padre…
- Sí – se ahorró los insultos, era gastar saliva en vano y siempre ocurría lo mismo, sólo la llevaba a pelear con Ben – Qué se puede hacer??? – recordó una rara promesa
- Con qué??? – preguntó algo perdido
- Con respecto a la sanción… hay alguna posibilidad de poder esquivarla???... O??? – no terminó de formular correctamente, y es que sonaba raro, ella preocupándose por otros…
- Eso… – la miró un segundo ¿Qué pasaba con ella? – es lo bueno de esta academia, está corrompida por donde la mires… De seguro algo se puede hacer – la vio sonreír – pero tú no te preocupes… Bodo se ha desayunado con la noticia y ha estas horas – consultó el reloj – ya debe tener algo planeado… – Jenny miró también la hora, faltaba poco para que llegara
- Claro – no estaba segura, si Bodo lo hacía la que fallaba era ella ¿La profesora Müller lo recordaría? ¿La había tomado en serio? ¿Tenía validez después de lo que había pasado? Todo eran preguntas y más preguntas…
- Jenny – Ben tocó su hombro – te sientes bien??? – estaba preocupado por ella, esos ojos negros habían sido amigos desde que ella había llegado a la academia. Había sufrido, reído y sentido placer con ellos
- No pasa nada – y otra vez le esquivó la mirada
- Esta bien… Te apetece un café???
- Claro, eso sería genial…
- Vamos
Dobló en la esquina y a la distancia ya le veía caminar de un lado para el otro, como un gato enjaulado. Se dijo “Problemas” y los esperaba, el fin de semana no había parado de darle vueltas al asunto. Agradeció que fuera Bodo quien la esperaba impaciente y no la profesora Hartmann pidiendo explicaciones acerca de ciertas conductas inapropiadas interpretadas en su casa. Él la vio y espero hasta que lo alcanzara…
- Hola – primero le saludó en vez de entrar a gritar como un loco
- Hola – le correspondió con una sonrisa
- Tenemos problemas, una vez más – Su mirada era demasiado triste y cansada como para bromear
- Tu despacho o mi salón??? – El brazo de su amigo llegaba hasta sus hombros para acompañarla en la caminata a la entrada. Siempre hacía lo mismo y él parecía estar dispuesto a recibir las pedradas junto a ella.
- Mi despacho – afirmó – allí tengo el whiskey – bromeó
- Qué tonto eres!!!
- Qué pasa??? – preguntó al verla con la taza a pegada en su boca, sin beber y con los ojos clavados en Emma y Bodo que pasaban con rumbo a la escalera – Jenny???
- Qué?... – preguntó cuando salió de su ensoñación
- Yo tampoco me lo creo… – afirmó mientras los seguía con la mirada
- Qué es lo que no crees???
- Qué no sean nada!!! – sorbió su café – son demasiado demostrativos y obvios – los miró una vez más, inspeccionándolos – Creo que a la larga no podrán ocultarlo más, él es más evidente…
- Qué es lo que quieres decir??? – sabía perfectamente de que hablaba pero se rehusaba a creer
- Jenny por favor!!! – le abrió los ojos y la boca en demasía poniendo cara de tonto – Qué son amantes!!!
Él la defiende como un príncipe a una princesa y no le culpo… ella tiene algo de cuento de hadas…
- De cuento de hadas??? – Eso la había dejado descolocada
- Sí!!! Como que… no sé bien cómo explicarlo… pero toda esa perfección – uso sus manos para darse a entender – y pasión que emana da la sensación… no sé… como si tuviera el poder de poner el mundo a su pies – sonrió de medio lado – pero no lo hará jamás por ser demasiado imperfecto desear tanto… entiendes lo que quiero decir?
- Algo… – Claro que lo entendía y lo sentía tan dentro quemando, en sus labios dolorosos y en la puntada que tenía en la entrepierna cada vez que recordaba su beso. Lo que no estaba del todo claro era lo que significaba – Pero creo que ellos sólo son amigos… verdaderos amigos
- ¿Cómo nosotros? – Levantó la ceja provocador
- Eh… – si ella lo hacía con Ben por qué razón Emma no lo haría con Bodo. – No es lo mismo… tú sabes…
- Jajaja – se burló de ella – Hey!!! Era broma… Me parece intrigante
- Qué???
- Saber lo que puede hacer una princesita en la cama…
- Ben!!! – reprochó la mirada lasciva que había puesto
- Qué???!!! – se atajó con la lógica – Piensas que ella no tiene sexo??? Qué no desea a nadie???
- Ya… – la frase era real, tan real como lo era la marca que llevaba en el cuello. ¿Con cuantas personas se acostaría? ¿Con hombres; con mujeres? ¿Encuentros esporádicos? ¿Pareja estable? Tantas preguntas y ni una sola respuesta… Tantos celos y tan fuera de lugar…
- Pues… yo creo que sí y… – se hecho para atrás en la silla y abrió sus piernas, arrogante – y que Bodo es su sirviente fiel
- Nunca dejarás de pensar con las pelotas – debía herirlo… porque él lo estaba haciendo con ella – gracias a dios, Bea se dio cuenta a tiempo – abandonó la mesa dejando a Ben con un puñal clavado en el pecho y sin palabras.
- Transmitida de generación en generación, donde los conceptos culturales están plenamente arraigados – Estaba parada en medio de su salón escuchando lo que Sophie decía…
- Si hablamos de similitud cultural, tenemos que hablar de etnia… grupos de personas con lengua, raza y religión similares… No es así??? – siempre fomentando el criterio propio
- Si!!! – respondió su clase
- Bueno, siguiendo la premisa tan simple que planteamos: Una persona irlandesa que toque Blues jamás podrá llamar a su música “folklore” debido a que él no es descendiente de afroamericanos
- Eso es algo radical – Luzi
- Sólo es una suposición… y una realidad al mismo tiempo – los miró a todos – Y cómo Uds. son jóvenes y rebeldes no lo aceptan y ahora pregunto: ¿Qué hacemos para cambiarlo? – espero a ver las ocurrencias de sus alumnos, era fantástico ver sus rostros pensativos pero escuchar sus palabras no tenía precio…
- Quizás…
- Si? – puso toda su atención él, no era muy aplicado pero era el más creativo y una parte de ella estaba convencida que en el mundo de la música la creatividad lo era todo, si lograba conservarla llegaría lejos.
- Se puede modificar la definición de Folklore o eliminar directamente, excusándola de inapropiada
- ¿Cómo sería eso, Timo? – era una frase bonita pero no estaba segura de que él entendiera el peso de sus propias palabras
- Bueno, por la degeneración a causa de la mezcla – lo incitó con su mano para que siguiera – son pocas la civilizaciones que se mantienen aisladas y eso haría que sólo las personas que no tienen mezcla puedan mantener intacta su música transmitida de generación en generación
- Sí… estas en lo correcto – le sonrió no la defraudó – las corrientes inmigratorias son cada vez más grandes y sería estúpido, de nuestra parte, pensar que cuando una persona migra deja sus costumbres. Y cómo somos seres sociables, unos más que otros, las compartimos… ó las imponemos, generando un hibrido y dejando atrás la música típica del lugar. El concepto más cercano es el de popularidad y queda como tarea para mañana – volvió a su escritorio – que tengan buena tarde!!!
Esperó como siempre apoyada en su escritorio a que sus alumnos salieran, mirando hacia la puerta con regularidad, sabía que no tardaría mucho en llegar… y llegó… allí estaba parada y vestida de una manera muy diferente a la última vez que la vio. Más clásica y simple que nunca: unos jeans oscuros, un suéter de hilo negro y las botas del mismo color. Sin la muleta y su cabello recogido…
- Pasa – hizo una mueca algo extraña con sus labios – te estaba esperando – Asintió con la cabeza y cerró la puerta.

Este era el momento complicado, la locura momentánea había sido un viaje en montaña rusa y estas paredes eran de cemento y ladrillos. No contenía camas con sábanas de seda ni sueños placenteros sólo bancos de estudios y meditación, en un lugar muy parecido a este había decidido que hacer con su vida, con sus anhelos y como llegar hasta ellos… Pero entre la maraña de variantes asimiladas jamás contempló algo como ella…

- Veo que tu pie ha mejorado – Los metros de distancia le daban cierta valentía. – Toma asiento, por favor – la invitó a sentarse en un banco mientras ella ocupaba el del frente, el tema era importante y delicado, no hablar con sinceridad y cara a cara mutaría el significado de cada palabra que pronunciara.
- Si… – se miró la extremidad inferior – bastante… – Se sentía extraña, había pasado todo el fin de semana recreando la situación, “el encuentro” y ahora que la tenía en frente, las cosas no se vislumbraban tan claras como en su mente. La noche pasada fue terrible, se sentía en carne viva y los pensamientos sobre la profesoras Müller era alcohol…
Las dos se quedaron calladas un instante, sin mirarse y cavilado la mejor forma de abordar la situación.
- Has terminado temprano tu clase… – fue lo primero que se le vino a la cabeza, mejor guardarse la confesión de llegar 15 minutos antes de la finalización sólo para escucharla hablar…
- Sí… – respondió a secas. Sentía el calor llegar a sus mejillas
- Qué tocaba hoy??? – intentó sacar conversación, dado a que Emma parecía no estar demasiado predispuesta a la charla
- Folklore – Dios esto era embarazoso!!! La había besado, apretado contra una pared y lo más escabroso de todo: había deseado su cuerpo… y ahora solo se le ocurría escupir monosílabos???. Comenzó a ponerse colorada de sólo recordarlo…
- Ummm – asintió con su cabeza dando a entender que conocía de lo que hablaba – la eterna discusión de los músicos jóvenes…
- Sí… – Basta!!! Deja de hacerlo!!! se pidió a ella misma… – Jenn… – se corrigió mientras se levantaba – Profesora Hartmann… Reconozco que tenemos un pendiente personal pero no sé si este es el mejor lugar para hablarlo – jugaba con sus manos nerviosamente y bajó la cabeza algo avergonzada
- Quieres que lo hablemos en mi casa??? – Preguntó melosa intentando bromear para dilatar la situación pero había fracasado en el intento, los ojos de Emma estaba abiertos de par en par – O en cualquier otro lugar – estaba quedando en ridículo y pasando por desesperada – por mí, da igual… – sonrió nerviosa, esto no era lo que había imaginado
- Eh… Eh… grrrhhhr – raspó su garganta – Antes que todo, quiero disculparme, yo… yo… yo… – Buscaba en su cabeza las palabras correctas y el acopio de fuerza para soltarlas… sabiendo que la movida era fundamental y si lo que buscaba era el perdón debía ser franca aunque significase quedar como un imbécil frente a Jennifer.
- Tú??? – algo que intentaban ser palabras salían de su boca pero no decían nada. Era irritante de a ratos pero la hacía sonreír, parecía que todo en Emma generaba una misma respuesta corporal: la sonrisa y el temblor en sus piernas
- Como que yo… yo… bueno – la miró a los ojos – Sé lo que he hecho y sé que ha sido mi culpa –Esperó a que metabolizara la frase
- Culpa??? – Algo que ella no había sentido ni en su momento ni ahora. Ninguna de las personas con las que había estado, jamás le hablaron de culpa. ¿Qué podía esperar de ella? ¿De alguien como ella? ¿Del perfecto desconocido? Recordó por qué se acostaba con Ben y lo compartida que era la sensación, quizás no muy madura pero real.
- Sí… – cada vez estaba más atormentada – culpa, yo fui quien incitó a que pasara…
- Y ahora sientes culpa??? – ¿Qué se ganaba con culpa? Se preguntó viendo que ya no había nada más para decir, qué clase de seguridad podía tener quien se martirizaba por sentir???…
- Es complicado… – y la frase llamó nuevamente a los sentidos de Jenny – No sé exactamente lo que pasó conmigo en aquel momento…
- Cuándo me besaste??? – vio como Emma cerraba sus ojos, era el castigo por el rechazo, lo soportaba, se mantenía en pie y receptiva a cada uno de los golpes… será que eso se ganaba con culpa???… aceptar que te pisoteen sin importar si estas o no en lo cierto???
- En todo momento… No era yo… – trató de explicar – Yo no soy de esa manera!!! Lo Lamento… – y una vez más miró al suelo
- Gay??? – Estaba jugando con fuego, cuando decidió levantar su ceja provocadoramente… Pudo ver como los ojos de Emma se encendían de rabia, estaba torciendo demasiado el cuchillo y riéndose demasiado en su cara
- Irracional… profesora Hartmann… irracional – contestó ocultando un grito en lo profundo de su garganta – Es una pena… – Emma se puso lo más firme que pudo en frente de ella
- Qué es una pena??? – preguntó mientras se paraba buscando mirarla a los ojos
- Que los demás tengan razón – Y la sonrisa de Jenny poco a poco se apagaba mientras Emma caminaban hacía su escritorio
- Cómo??? – preguntó con la bronca quemado sus entrañas
- Sí – la miró a la distancia – estaba advertida sobre ti… sobres tus caprichos y mañas – pensó un segundo lo que iba decir – Todo ha sido mi culpa… por creer que quizás conmigo – miró los hermosos ojos azules – podrías haber sido distinta o al menos auténtica…
La última frase estaba haciendo mella toda la ilusión, era una verdad enorme y un sentimiento distinto… ¿Qué había cambiado?. No lo había dicho para lastimarla, veía en esos ojos color miel tanta desilusión como ella sentía ¿Por qué dolía tanto?
- No quiero que me hagas daño… – Dijo la rubia mientras el brillo en sus ojos aumentaba con la sinceridad – y no quiero hacerte daño… lo entiendes??? – Esperó como siempre la respuesta…
Jennifer evaluaba seriamente cada palabra y le hallaba la razón a cada una…Todo era verdad, aquellos tristes ojos, aquellas manos temblorosas y el dolor puntiagudo en su pecho… sabía que si quería salir ilesa lo mejor era no arriesgarse y seguir el camino señalizado con flechas… Su decisión estaba tomada…
Caminó algunos pasos que las separaban, bajo la asustada mirada de Emma… Se posicionó en frente de ella sin mover un músculo y acudió a la necesidad de observarla, de seguir cada línea en su rostro, cada pequeño lunar en su cuello y cada destello verde en sus ojos. La miró de pies a cabeza tratando de averiguar que era lo que la arrastraba constantemente hacia ella. Su postura??? Su vestimenta??? Su increíble aroma??? Cerró los ojos y sorbió un poco más de aquel perfume… esperando que al abrirlos de la boca de Emma saliera por lo menos un “intentemos”.
- No… – susurró y sus ojos se abrieron justo a la altura de sus labios
- No qué??? – Emma estaba mirándola también y parecía estar lejos de su parte pensante.
- No entiendo lo que dices…
Pum!!! Pum!!! Pum!!! Tres golpes secos se escucharon y Emma instintivamente se alejó de ella… La morena seguía en el mismo lugar y mirándola fijamente, si hubieran abierto la puerta no se hubiera movido, ella no tenía ni un poquito de pudor. Parecía estar dispuesta a todo con tal de saciarse…
- Adelante – Dijo mientras llegaba hasta la silla de su escritorio y se quedaba parada detrás de ella y lejos de la tentación
- Perdón chicas no quise interrumpir – Jenny volteó a mirarlo al instante
- No interrumpes – le sonrió – ya habíamos terminado – Jenny le clavó la mirada dando a entender que su conversación estaba recién comenzando
- Qué pasa??? – Preguntó algo enojada por la inoportunidad de su amigo y la frivolidad de Emma
- EH… Hablé con Sebastian y pueda que tenga una solución para el asunto… – Emma estaba presente y no sabía si decirlo – Lo que hablamos antes???
- De qué Sebastian estas hablando???
- Sebastian Heisig, el de los Retros
- De los Retros??? – Puso cara de repulsión –Vamos – Se dirigía decidida hacia la salida. Frenó cuando tomó el picaporte al ver que Ben no la acompañaba – Y???
- Siempre hace lo mismo – Le comentó a Emma – No sabes, una vez – Emma comenzó a escucharlo atentamente – teníamos una presentación y no…
- Ben!!! – Lo silenció – La profesora Müller tiene cosas mejores para hacer que estar escuchando nuestras aburridas historias – Le devolvió el puñal a ella y despejó todas las dudas de Ben acerca del porqué el ambiente estaba algo raro
- Jenny… Esta vez no será tan fácil, necesitaremos ayuda – Dijo en tono serio
- Qué sugieres? – Preguntó consiente de que las personas con las cuales tratarían no eran fáciles de convencer
- Qué lo hablemos con Bodo, al fin y al cabo, él también es su director – Hizo un mueca indicando que era la mejor solución
- Es para tanto? - Jamás cumpliría de esta manera su promesa, no sería su batalla sino la de todos
- Se han puesto exigentes después de lo que pasó la última vez – Sonrió entre avergonzado y triste – Fue una mierda lo que hicimos
- Voy a buscarlo – asintió con su cabeza y salió del aula.
La vio sacar algunas carpetas de su portafolios, pegarle una ojeada y colocarlas encima del escritorio.
- Qué tal estás??? – comenzó la conversación
- Bien!!! Gracias por preguntar – le sonrió amablemente
- Estas preparándote para la Junta??? – se acercó al escritorio para dar una mirada superficial a las carpetas que la profesora iba dejando apiladas.
- Sí… es obvio que a tu padre no le caigo en gracia – hizo una mueca de resignación – así que estos documentos son para mi defensa – le volvió a sonreír…
- Yo… mi padre…
- No tienes que explicarme nada y menos disculparte – lo miró a los ojos – Tú no eres tu padre…
- Genial!!! pero que haga estas cosas me da un poco de cosa… se entendió???
- Sí… bastante bien
- Bueno, pero no tiene importancia de seguro sales vencedora como en la anterior – le sonrió – y la pieza – la señaló porque su cuerpo se llenaba de alegría al recordarlo – te ha quedado genial!!! Se nota que eres un gran músico…
- Gracias, tú también estuviste genial tocando el piano – devolvió el cumplido
- Bah – le resto importancia con un movimiento de mano – No soy el mejor… sólo soy el único pianista con el cual cuenta la academia pero tú… – la señaló una vez más – …te has ganado a Piet
- Y qué importancia tiene eso??? – preguntó, lo veía sonreír como un quinceañera enamorada frente al chico que le gusta
- Cómo que qué importancia tiene??? No te lo dijo Bodo??? – ahora estaba histérico
- Nop – Se preparó para lo que venía, de seguro alguna pavada…
- Piet Vogel es un gran violinista… trabaja para ésta y tres escuelas más…
- Ah!!! – todavía no entendía bien que era lo importante – Eso no me lo dijo – apuntó levantando el dedo – sólo me comentó que era el hermano de la Sra. Vogel
- Srta. Vogel!!! – y en sus ojos detectó un brillo extraño, esta “Srta. Vogel” parecía ser importante para todo el mundo pero Ben parecía su fan número 1.
- Eso!!! Perdona… nunca me sale correctamente…
- Es cierto Ben??? – Bodo se le veía abalanzando y Ben ya comenzaba a hacer el ademán de cubrirse
- Lo de los “Retros” – Jenny le hizo comprender – le comenté algo…
- Ah!!! Sí, sí – se tranquilizó – pero no estoy muy seguro de lo que nos vayan a pedir a cambio
- Malditos!!! – cerró su puño con bronca, a Emma por primera vez le llamó la atención esto de los “Retros” pero se mantuvo alejada de la conversación como había hecho hasta el momento.
- Quizás no se para tanto!!! A lo mejor sólo piden algún covers de los Beatles – trató de animar Ben
- Ya… crees que con semejante oportunidad sólo van a pedir un covers de los Beatles… no seas iluso por dios!!! – pasó sus manos nerviosamente por su cara
- Tú – Ben la señaló – tienes miedo porque sabes que el “Retro mayor” esta loquito por ti – aprovechó y le sacó la lengua
- Jajaja – el comentario hizo reír a Bodo – Es cierto!!! Casi se me olvida lo enamorado que lo tienes al chico!!! Jajaja
- Recuerdas??? cuando le dijo – le preguntó a Bodo – “Eres una verdadera muñeca” – He hizo la pose de chico malo que seguramente había usado el retro en ese momento
- Oh!!! Basta – estaba toda colorada – Dejen de reírse de mi!!! – Emma la miraba extrañada, no le daba vergüenza que las encontrasen una “situación comprometedora” pero si que un hombre le dijera “muñeca”. Lo pensó un segundo… “Muñeca” Era el halago más machista y burdo después de “Preciosa”… Estaba bien sentir vergüenza de eso.
- Quizás podríamos aprovechar eso a nuestro favor – dijo Bodo pensativo
- Qué??? – preguntó Ben
- A Jenny, o sea, a la calentura que tiene Sebastian con Jenny
- Ni lo sueñes!!! – respondió Ben sin pensarlo – Ese cínico desgraciado es un rockabilly con todas las letras… tiene navaja – rápidamente tomó a la morena de la mano – Dudó que a ti te guste poner a Emma en la misma situación
¿Qué demonios estaba ocurriendo? Se preguntó Emma, hablaban de ese tal “retro” como si fuera un mafioso.
- Entonces di tú que debemos hacer – Bodo le dijo a Ben
- Claro!!! Y yo cargo con toda la responsabilidad de lo que pase… Muy bonito director!!! – dijo irónico
- Pero tú fuiste quien acudió a ellos – se defendió
- Por que supusimos que lo necesitarías ¿Tienes algo mejor? – levantó la voz en la pregunta
- No – estaba enojado, él debería tener algo mejor…
- Basta! – dijo Jenny cansada de escucharlos – Por qué mejor no vemos lo que quieren y después discutimos sobre qué hacer??? – los dos la miraron – Por hablar con ellos dudo que nos apuñalen!!! – Esperó hasta que los dos dieran el Ok. – Vamos!!!
- Emma – Jenny y Ben ya habían salido – Ven!!! Esto es algo digno de ver
- Si lo dices por los “Retros”… Paso…– miró el reloj de pared – Tengo una Junta que me espera en dos horas y una suspensión de una semana sin gozo de sueldo… Prefiero estudiar que decir
- Te puedo asegurar que esto merece la pena… – estaba dubitativa – y si lo logramos no tendrás la sanción – le sonrió
- Eso es trampa!!! – se quejó de la mala jugada de Bodo, era obvio que si ella estaba de por medio se sentiría obligada a asistir
- Eso reclámaselo a Jenny y Ben que son los que han ideado todo – Y no se asombró de lo escuchó, no porque recordaba
- Es hora de que hablemos – la agarró por el codo haciendo que se detuviera en mitad de la escalera
- Ahora no – se soltó del agarre. Todavía no estaba preparada para responder…
- Ahora!!! – exigió tomando de vuelta su brazo – Me dices de una buena vez que es lo que esta pasando!!! – No toleraría ni un segundo más lo secretos, la veía cansada y quería ayudar
- Me gusta!!! Eso me pasa… Me gusta tanto que duele!!! – contestó furiosa y tocándose el pecho con su mano, no saldría nada bueno de darle tanto trabajo a su corazón – Satisfecho??? – trató de seguir adelante.
- No!!! – le abrió los ojos todo lo que pudo, una vez más Jenny cometía el mismo error: asumir que él podía leer sus pensamientos – Quién te gusta???
- La profesora Müller… – susurró. Y era lo que la trastocaba, había tanta bronca en la manera de apretar las muelas, tanta sangre corriendo por las venas en la sumisión y tanto alivio en la exhalación… Jamás pensó que la vería así…
- La profesora??? – la boca se le abría paulatinamente a medida que caía en la cuenta – Emma??? La Emma de Bodo???
- Sí… – aquello de la Emma de Bodo no le sentaba tan bien – la misma – y comenzó a subir las escaleras nuevamente…
- Espera!!! – y otra vez tomó su brazo – Eres lesbiana??? – Dios!!! era su mejor amiga y ahora una completa desconocida
- No!!! – lo pensó mejor – Sí!!! NO!!! SI!!! Yo qué sé… da igual
- Ella es lesbiana??? – buscaba alguna respuesta clara
- NO!!! SI!!! La verdad es que no lo sé…
- Pero??? Pero??? – miraba hacia todos lados – Y qué se supone que vas a hacer si no sabes nada??? – este era un problema que debía ser resuelto.
- No sé – agachó la cabeza derrotada y rendida – No tengo ni idea y Emma… Emma… Emma es
- Emma??? – Emma era distinta para Jenny, era importante pronunciaba su nombre con una mezcla de pasión y dolor que él conocía… y ahora le tocaba a su amiga conocer…
- Es una persona extraña, no lo sé, como que cada paso que avanzo son dos hacia atrás
- A mi me parece una buena persona – sinceridad – algo fría pero buena – realismo – buena e inteligente – objetividad – Lo hablamos hace tres horas atrás, no me atrevería a culpar a nadie por enamorase de ella…
- Amor???
- No amor… Enamoramiento…
Escuchó unos pasos que se acercaban rápidos – Basta, allí vienen – ahora ella le agarró del brazo para que continuaran – sólo te pido que no hagas de esto un mundo y que actúes normal – dijo bajo
- Para mi es un mundo… un mundo nuevo y desconocido – frenó – Nosotros… Nosotros… – Ellos se acostaban y algo tendrían que hacer al respecto
- Ya hablaremos de nosotros…
Estaban los cuatros parados en la última puerta del cuarto piso, no tenía señalización y estaba pintada de negro. Cuarto piso… Emma tenía entendido que este piso sólo se utilizaba para las grabaciones, dado que poseía un pequeño estudio de grabación…
- Qué son los “Retros”??? – todos la miraron – Y por qué estamos aquí preparándonos como si al entrar nos fueran a tirar una granada???
- Es posible… no lo había pensado pero ahora que lo dices es muy posible – Ben comenzaba a desesperar
- Eso no pasará – Jenny trató de contenerlo – Ben no pasará… Hey!!! Esta vez no pasará nada… lo prometo…
- Siempre es la misma mierda – desvió la mirada angustiado
- Mírame!!! Hey!!! – tomó su rostro para que le mirara – Esta vez no será como antes seremos más cuidadosos…
- Dime que pasa – Emma le preguntó a Bodo que estaba apoyado sobre la pared sin decir nada. Ben no estaba bien, esta muerto de miedo ¿Qué había pasado?
- Nada – miró a los otros haciéndose responsable de sus palabras – los retros son un grupo perteneciente a esta escuela – explicó
- Qué clases toman??? – No era la verdad, no la completa y Bodo no sabía mentir
- Ningunas y todas – Estaba siendo evasivo
- No entendiendo – movió su cabeza – pertenecen o no a la academia???
- Legalmente sí, ellos pagan una cuota y nosotros le brindamos el espacio físico – señaló todo aquel lugar más lo que todavía no había visto detrás de la puerta – Y el nombre de nuestra academia…
- Y por qué razón no toman las clases como los demás??? – Apuró
- Un pequeñísimo – indicó con su dedo índice y pulgar – problema de adaptación…
- Con el reglamento de la academia???
- Con la vida… viven la vida al revés
- Cómo??? – eso la había dejado totalmente fuera de juego
- Bueno… el avance tecnológico nos ha modificado – Emma asintió con su cabeza – Y la electrónica ha revolucionado el mundo de la música…
- Sí…
- Ellos en vez de adaptarse como lo haría cualquier persona común – movió sus manos – lo repudian y cada vez se aíslan más y van en retroceso…
- Me estas diciendo que involucionan en vez de evolucionar su música??? – Nunca faltaban inadaptados
- Música??? – sonrió con amargura – No hablo de música, hablo de sus vidas…
- Pero??? Pero???
- Entremos – Jenny sugirió – Será mejor que este comedero de cabeza
La puerta se abrió y el espacio que dejó ver era enorme, más de la mitad de la superficie del todo el piso. Habría como unas 50 o 60 personas dentro y ahora todos los pares de ojos apuntaban hacia ellos. No habría sido mejor tocar la puerta antes de entrar??? Se preguntó Emma. Aquí vivían varias épocas en un mismo lugar, géneros y subgéneros de músicas y bailes que había influencia en la moda, costumbres y pensamientos de las personas. Era extraño ver a un Charleston al lado de un Hippie pero parecía que en esta habitación todo valía siempre y cuando se siga la consigna: Ser retro.
- Está al fondo – Un hombre de unos treinta años con vestimenta disco señaló con su mano. Todos comenzaron a caminar en esa dirección
- Gracias – le respondió cuando pasó por su lado. Era su costumbre no importaba si la información se la daba o un indio o un europeo su padre le había enseñado que siempre debía ser respetuosa. El chico no respondió tan sólo hizo un amago de sonrisa como aceptación.
La iluminación iba disminuyendo y ya comenzaba a escucharse la música. Era Elvis Presley en sus primeras épocas y como no podía ser de otra manera un hermoso Cadillac Eldorado con alguien debajo de la capota. Ese coche era una belleza, brillaba por donde se lo mirase y sus ojos estaban encaprichados con él. ¿Cómo había hecho para subirlo hasta el cuarto piso de una vieja casona? Miró a la derecha el gran ventanal, imaginó una grúa y el coche a medio armar y ya tenía la respuesta. Sintió como rebotaba contra el cuerpo de Bodo, que estaba parado a causa de una enorme mano sobre su pecho, un rockabilly de casi dos metros de alto…
- Qué quieres??? – preguntó antipático y con ganas de despacharlo de un puñetazo
- Estamos buscando a Sebastian – quiso hacer el intento de seguir avanzando pero el brazo se interpuso nuevamente
- Para qué???
- Tenemos asuntos que arreglar con él – Bodo lo miraba colerizado – No te ha enseñado tu dueño a tratar mejor a las visitas??? – Esto no comenzaba para nada bien, Bodo estaba tratando como a un perro a aquel grandote – y a no arrugar sus camisas
- Maldito – Levantó su puño dispuesto a partirle la cara
- Deja… – y el hombre frenó al instante – Esta vuelta necesito que hablen, no es cierto Ben??? – dejó el auto y se acercó a hasta ellos mientras limpiaba con un trapo sus manos. El grandote soltó finalmente a Bodo – Qué los trae por aquí???
- Ya sabes lo que queremos!!! – Ben estaba tembloroso de impotencia, veía el esfuerzo del brazo de Jenny para mantenerlo en su lugar. Fue fácil adivinar que el problema era entre ellos, personal, posiblemente resuelto a patadas y puños teniendo a Ben como perdedor.
- Ahhhh!!! – se dio por entendido – Nuestra charla de mediodía… Sí, sí – se acercó hasta él amenazador – pero sabes que tiene un precio…
- Estamos dispuestos a escuchar – dijo Jenny mientras apretaba el brazo de Ben suplicando por calma
- Claro muñeca!!! – se acercó y acarició con su dedo pulgar la mejilla. A Emma le dio asco ver como aquel retrogrado hacía alarde de su poder
- Dinos lo que quieres – Fue tajante en su comentario, había visto a personas antes imponerse a través del miedo… era la característica más vil y humana que conocía.
- Y tú, quién eres??? – se acercó burlón hasta ella
Le hubiera encantado responder: … Y a ti que te importa… pero no quería armar revuelo teniendo en cuenta que eran 4 contra 60. – Soy la profesora Müller – contestó con su característica formalidad
- Ocupas el puesto de Bea??? – Ese Bea sonaban tan distinto a Srta. Vogel, este hombre la sentía par y en su comentario faltaba la respetuosidad con la que todos la trataban.
- Sí… – Miró su ropa y peinado… era todo un rockabilly, con su Cadillac, unos sillones de cuero algo rotos y varios botellines de cervezas cerca del coche. Su espacio parecía el garaje de cualquier americano de los años 50.
- Eres buena??? – preguntó mientras encendía un cigarrillo con un encendedor a bencina de plata, ideal para los aires de rockero y chico malo que tenía…
- No lo sé – respondió con sinceridad – Eso deberías juzgarlo tú mismo… sería arrogante de mi parte decir que si
- Eres filósofa???
- No…
- Y por qué demonios hablas tan extraño??? Jajaja – compartía su risa maleva con su guardaespaldas
- Podría preguntar los mismo acerca de tus pantalones – La risa terminó y se acercó como cara de enfado ante la insolencia.
- Hey!!! – la mano de Bodo se interpuso – ni lo sueñes – le sonrió acatando la orden
- He visto que no le quitas el ojo de encima a “violeta”
- Perdón??? – Emma no entendía a que se refería
- “Violeta” – señaló su coche – Es una verdadera belleza – Emma apostaría lo que fuere por que también tenía un nombre para su pene, este tipo no era muy distinto ni menos machista de aquellos que compran autos lujosos esperando conquistar con ellos. Ni menos estúpido que aquellos que se dejan deslumbrar por un coche.
- Es un gran coche!!! – le hecho una ojeada más – Debe haberte costado mucho dinero, por fuera tiene todas sus piezas originales menos los faros – apuntó
- Sí!!! Costó lo suyo pero lo vale – Fanfarrón!!! pensó Emma. Sebastian se acercó a acariciar la carrocería – Veo que sabes de coches – la miró con algo de desprecio no se fiaba de ella ¿Qué podría saber de coches una profesora de canto?
- Un poco – respondió cuidadosa
- Puedes repararlo???
- Emma – Bodo susurró bajo como advertencia de lo que eso significaría
- No lo sé… No sé que es lo que tiene y no puedo decirte si puedo repararlo o no –él volvió a colocarse en frente de ella y el entregó el pedazo de tela con el cual había limpiado sus manos. No dijo una palabra pero era bastante claro lo que quería: Míralo y dime si puedes o no. Emma rechazó lo que le ofrecía y caminó hacía la capota de coche seguida de Sebastian. – Es la caja de cambio…
- Eso ya lo sé – contestó prepotente – Dime algo útil
- Es vieja y necesitas una nueva – introdujo medio cuerpo dentro para ver mejor – Los engranajes de la primera y la reversa están hechos añicos… es por el uso
- Puedes conseguirla??? – Era obvio que sabía de lo que hablaba
- No es imposible pero sería complicado – lo miró nuevamente – es un coche de colección e importado. Seguramente quien te la quiera vender cobrará un precio alto.
- Conoces a alguien??? – Llevaba meses buscando el repuesto y por su niña haría cualquier cosa
- Puede, no estoy muy segura – Volvió al lado de Bodo. No sé le había olvidado a lo que venía, a negociar
- Eres rápida, me gustan las mujeres así – miró a Bodo – Cuanto te costó la adquisición??? Es buena en la cama??? –y pasó una mano por su miembro mientras lo decía
- Basta hijo de puta!!! – Bodo empujó lejos de ellos – Dimos que quieres de una puta vez!!!
- Hey!!! – Le indicó al mono que lo acompañaba de que frenara y que él se encargaría del asunto – no te pongas nerviosa… sólo estaba preguntando… – se hizo el inocente. – Bueno, dejémonos de pavadas – se acercó hasta ellos – Ustedes quieren que yo diga en la junta que los mantuve ocupados el viernes por la noche – Jenny asintió con la cabeza – podría ser verdad, sobre todo si es contigo muñeca – aprovechaba cada situación para abordarla – perooo… no lo es
- Ya lo sabemos – Ben se irritaba al escuchar que no decía nada nuevo
- Tengo – rió de forma sádica – Tengo… una presentación de disco en tres semanas y mis chicas no resuelven una coreografía… podemos llegar a un acuerdo con eso…
- Hecho – dijo Jenny sin pensar
- Siempre tan predispuesta – se acercó a ella y le tocó el cabello
- Bueno… tendrás lo que quieres – Bodo estaba dispuesto a terminar la charla con este enfermo
- La caja de velocidades – apuntó
- Hey!!! Qué no se te vaya la mano – rebatió
- Recuerda la última vez que tratamos… Creo que me la merezco
- Está bien!!! – contestó después de que Emma cerró sus ojos afirmando que podía conseguirla
- Y todas las recaudaciones de la próxima fiesta que brindemos
- Estás loco!!! ¿Cómo piensas que voy a darme toda esa cantidad de dinero?
- A mi me parece justo, las fiestas las organizamos nosotros
- Por eso te quedas con el 50%
- Ya pero tengo algunos proyectos en mente y necesito dinero para llevarlos a cabo
- No!!! Es demasiado
- No cerraré por menos así que tú dirás – se apoyó contra un pilar con los brazos cruzados contra el pecho y a la espera
- De acuerdo – y el trato estaba cerrado.
- Ah!!! Ben y mándale mis saludos a Bea – Ben sólo agachó sus cabeza y no fue capaz de responder nada.
Caminaba escalera abajo pensando en todo lo que se había dicho en la junta, el “retro” cumplió su parte del trato, había excusado su ausencia con ayuda para su presentación de disco. El Sr. Bergmann no cuestionó las palabras de Sebastian tan sólo pidió a cambio que detallará por escrito lo que había ocurrido. La asunto de la cuenta bancaria estaba resuelto pero aún había cierto recelo, la protección que le brindaba su empresa era algo sospechosa, no esclarecer su puesto de trabajo tan sólo aumentaba las sospechas y la cantidad de dinero que ganaba por ello traía miedo y envidia al presidente de la Junta. Codicioso, se notaba que la academia no era más que un gran negocio para él.
Llegó a la planta baja y a la cafetería sólo quedaba cruzarla para salir del infierno en cual se había convertido el día. Pero ella estaba en la barra con una copa de champaña, se la veía tranquila y pensativa.
Evitarla habría sido una opción, la más cobarde quizás, pero un salida para conciliar el sueño rápido esta noche sin pensar en lo que podría haber sido, sin recriminar la falta lucidez en los actos y sin tener que enfrentar al día siguiente. Se acercó a ella despacio
- Cerrando el día con una copa – preguntó mientras se sentaba en la silla del lado
- No he tomado una gota – miró hacia la burbujeante copa llena – me la sirven por costumbre sólo me senté aquí a esperarte
- A esperarme??? – esa era una contestación que no esperaba
- Sí… Bodo me preguntó si podía llevarte al mecánico… él tuvo un imprevisto y no puede acompañarte – explicó
- Ah… sí la bendita caja de velocidades – recordó lo que había hablado con Bodo – Es algo tarde si quieres podemos dejarlo para mañana.
- No – sabía que mañana Bodo estaría disponible y Emma no vendría a pedirle que la llevase – Te llevo!!! Bueno, en realidad iba a preguntar si no te importa conducir a ti… mi pie esta algo molesto – el pie colgaba del banco sin apoyarse en el piso – creo que he estado demasiado tiempo parada
- Claro!!! Siempre es un placer conducir ese escarabajo – contestó amable
- Ok… Vamos???
- Sí…

La miraba mientras conducía, era tan prudente, totalmente concentrada en su tarea, no había pronunciado palabra desde que se colocó el cinturón de seguridad. Seguramente así sería con todas la cosas en su vida, meticulosa y fanática, perfeccionista y dedicada. Miró sus manos blancas, pulcras, no eran manos de mecánico “quizás alguien le haya inculcado el conocimiento”… hay un abismo entre el viro de la muñeca al ajustar una tuerca y la flexibilidad con la que manejaba el arco… simplemente no era posible.
- Quería darte las gracias – dijo con la vista puesta en la calle – a ti y a Ben por lo que han hecho por mi… ha sido muy amable de su parte…
- Ja – sonrió de medio lado – a Ben le caes bien, le tienes fascinado con tu música
- Es bueno saberlo, necesito un pianista que toque escalas para probar las voces de los alumnos sino jamás sabré lo que llevan en sus gargantas – señaló la suya propia y rápido dejó caer la mano sobre el volante.
- No te preocupes, de seguro, te ayudará
- Gracias – dijo mirándola a los ojos un instante para volver al asfalto
- De nada – contestó risueña.
El sonido del motor lo inundaba todo. No iban a gran velocidad y por alguna razón estaba implantada en su estómago esa extraña sensación, la de vértigo… Llevaban más de 25 minutos encima del coche, rumbo a la zona oriental de Berlín… jamás venía por estos lados y a pesar de que el muro había sido derrumbado años atrás las diferencias existían latentes todavía. Y para qué negarlo… ella era consumidora y capitalista, poco y casi nada podía ofrecerle esta parte de Berlín.
Detuvieron el coche frente a un edificio de estilo estalinista. Donde claramente se podía distinguir un cartel de taller mecánico.
- Vienes??? Quizás demore y no es muy segura la zona de noche
- Voy – iría y no por la preocupación de que algo pudiera pasarle por la noche sino por curiosidad. 20 pasos en frente de ellas, se encontraba un pedazo de la vida de Emma y por nada en el mundo se lo perdería
Emma abrió el gigante portón de metal sin reparos, parecía venía asiduamente al lugar. – Adelante – la dejó pasar primero con caballerosidad.
Y sí, encontró todo lo que espera encontrar, coches, piezas de los mismos, fosas, máquinas que no entendía para qué servían. El característico olor del aceite y el gigantesco calendario de una mujer semidesnuda en la pizarra tapando algunas anotaciones.
- Espera aquí – se dirigió hasta una puerta que estaba en el fondo, encendió la luz y comenzaron a sentirse los ruidos de excavación que hacía sobre unos estantes…
- Quien demonios eres tú??? – escuchó a su espalda y rápidamente se dio vuelta. Un muchacho de unos 25 años que estaba con el torso desnudo una toalla en su mano la miraba extrañado.
- No vengo a robar!!! – levantó sus manos al ver que tomaba una gran llave inglesa y planeaba usarla como arma – Estoy acompañando a Emma Müller – estaba asustada y con una sonrisa nerviosa
- No conozco a ninguna Emma Müller – dijo después de mirar la sala y ver que allí no se encontraba nadie más. – Qué quieres??? – se acercó empuñando la herramienta
- No!!! Yo… Yo… – Dios sabía que no merecía morir en manos un sicópata mecánico ni menos aporreada con una herramienta – te juro que yo… – las palabras se trababan con cada paso que avanzaba. Estaba realmente asustada – Emma!!! Emma!!! – gritó tan alto como pudo
- Qué demonios haces??? – preguntó saliendo de aquel cuarto al llamado de Jenny – Te has vuelto loco??? – se acercó hasta ella que estaba toda temblorosa – Ya esta!!! – la abrazó con fuerzas – Ya ha pasado, tranquila… – sintió algunas lágrimas mojar la piel de su cuello – Y tú deja la maldita llave!!! – le ordenó al chico
- Emma… Emma… yo lo lamento – él también estaba temblando – Pensé que era una ladrona y como no te vi aquí pensé que quería engañarme – bajo la cabeza – Perdona y perdone Ud. Srta.
- Ya está – acarició su cabello y posó un suave beso en su cabeza – Maldita caja de velocidades!!! Profesora Hartmann!!! – la llamó mientras levantaba su rostro con las dos manos – Ese imbécil de ahí… – lo señaló con la cabeza – es mi hermano…
- Buenas noches Srta. – se rascó la cabeza de la misma manera que lo hacía Emma cuando no sabía que decir – Lamento mucho lo de recién – se quedó parado en su lugar y no hizo el intento de acercase – Voy a buscar un vaso de agua – rápido salió disparado
Instintivamente cuando lo vio marcharse no hizo más que apretarse al cuerpo de Emma, no era lo correcto pero sí lo necesario. Subió las manos por su espalda mientras absorbía el perfume alojado en su cuello. El espejismo era reconfortante, un oasis en el desierto, porque a pesar de que ella la sujetaba con fuerzas Emma no hacía lo mismo. Guardaría las distancias por sobre todas las cosas… se preguntaba constantemente si era respeto o falta de interés. No la miraría esta vez sólo necesitaba un abrazo, calor, no preguntas sin respuestas, no respuestas evasivas ni silencios ensordecedores.
Quizás estaba siendo castigada, si existía un Dios, quizás él se estaba ensañando con ella… haciéndola desear algo que jamás podría tener, dejándola cerca y tan amable como tentadora. Con aquel aroma y aquella piel, fuerte y frágil a la vez, teniendo todo lo que se puede anhelar en alguien. ¿Por qué una mujer? ¿Por qué justo con esta mujer? No podía comprarla y encargarla por catálogo como a una joya… sería fácil como llevarse una copa del champaña más costosa a la boca… ¿Tendría el mismo sabor? ¿Tendría el mismo sabor si Emma fuera fácil?
- Te sientes bien – sintió como abandonaba el abrazo – Jennifer??? Te sientes bien??? – lo odiaba todo de ella, lo odiaba por desearlo y no tenerlo, por la excusa para la pelea y por el agujero que tenía por corazón
- Sí… – rápido, sacó cada pensamiento de su mente – me asusté un poco, nada más
- No es para menos con esa llave ajusta los bulones de camiones… hay que ser bruto!!! – la agarró de los brazos y la miró a los ojos – él no va a hacerte nada… pero si no te sientes cómoda podemos marcharnos…
- Y la caja??? – Ella había venido a pasear con Emma pero Emma venía por el repuesto, lo lógico sería que volvieran con ella.
- No la he encontrado – miró la puerta y el resplandor de luz que por ella emanaba – pero no importa mañana vuelvo y la busco…
- Pregúntale a tu hermano quizás él pueda ayudar – ese momento comprendió algo que no había notado hasta el momento, la estaba anteponiendo, estaba prefiriendo quedarse en este lugar mugroso sólo para dar el gusto ¿Qué seguía? Se preguntó a sí misma con terror ¿Cómplice de un crimen múltiple? No!!! Algo peor que eso ¿Un desenlace feliz y una vida aburrida en el medio del campo? Lejos de sus días en la compañía de ballet y de las fiestas de etiqueta y cada más cerca de los aburridos horarios de oficina… De pensarlo el aire le faltaba y las piernas se le aflojaban…
- Hey!!! – Emma le agarró de la cintura al ver que su fuerzas la abandonaba – Aquí – lenta y suavemente logró sentarla en una silla – eso es!!! Respira… – Se puso de cuclillas en frente de ella y acomodó un mechón que caía en sus ojos para poder mirarla correctamente mientras la sujetaba por el cuello.
- Emma – su hermano volvía con el vaso de agua – Qué ha pasado??? – Preguntó al verlas de aquella manera…
- Me parece que es una bajada de azúcar – la miraba de pies a cabeza esperando encontrar algo en el exterior – Prepara un té – ordenó y su hermano desapareció nuevamente. Sonrió al ver que le sonreía, no había sido más que un desvanecimiento. – ¿Qué?... – aquellos ojos estaban somnolientos y cansados pero aún tenían fuerza y encanto para brillar
- Aborrezco el té… – La hizo sonreír y eso le dio una tranquilidad que le permitió cerrar los ojos un instante más e imaginar que podía estar bien con ella: no en una cama sudando sino en lo más ordinario y superficial de una conversación cualquiera.
- Vaya me sorprendes!!! – le dijo cuando se aseguró de que la miraba – ha sido una imprudencia de mi parte asumir que el té era de tu agrado – No había necesitad de ser tan formal pero intuía que Jennifer se divertía con la palabrería – Lo lamento Srta. pero aquí no tenemos champaña – Agarró su muñeca izquierda y verificó que el pulso era rápido, no era una bajada de azúcar sino un ataque de pánico, lo confirmó cuando tocó su palma y encontró sudor frío.
- Tampoco me apetece, sólo quiero… – logró enredar sus fríos dedos con los de Emma y miró un instante aquel enlace
- Descansar… – Emma se adelantó y apretó su mano intentando reconfortarla, sabiendo que la desesperación por respirar y las palpitaciones consumían demasiada energía – Volveremos!!! – sentenció mientras la tomaba por los brazos para ayudarla a levantarse y salir del lugar
- No!!! Búscala yo puedo esperar – se acomodó en la silla – aquí espero
- Pero… – estaba apunto de protestar contra la cabezonería de la bailarina
- Aquí está el té – su hermano estaba parado detrás de ella con una bandeja y todos los utensilios dentro de ella – quizás tiene el estómago vacío – señaló un estilo de galletas que traía en una bandeja. Emma se hizo de la taza para alcanzársela a la morena. – Qué crees que sea??? – preguntó mientras se cruzaba de brazos.
- No lo sé – negó con la cabeza y le entregó la taza a la morena que le sonrió como forma de agradecimiento. – Tienes una caja para Cadillac El dorado???
- De qué año??? – preguntó mientras trataba de recordar
- Del 53…
Cada sorbo de té hacia que su taza simulara la apertura de un telón, era un espectáculo agradable a los ojos. No lo había notado en un principio pero eran muy parecidos, formales e inexpresivos. Eran familia y hablan como si fuesen extraños, a medio metro de distancia y sin gesticular, demasiado alemanes los dos para su gusto. No comprendía demasiado de lo que se hablaba, las palabras eran predominantes en jerga mecánica así que solo se dedicó a observarlos.
Después de unos 15 minutos de charla, las cosas parecían solucionarse, el hermano de Emma cargaba sobre sus brazos una enorme caja y la llevaba al asiento trasero de su coche, mientras Emma ayudaba a subir a Jenny. De pronto escucho unos golpes sobre el vidrio
- Adiós Srta.
- Adiós – Dijo más bien modulando que levantando su voz. Una sonrisa y un agite de mano
La miraba cada vez que podía para cerciorarse que nada interrumpiera su sueño. Ella misma estaba agotada y Jennifer no había resistido más de 5 minutos con el motor encendido. Siempre desarticulada sobre el asiento pero salvaguardando su pie malo, tranquila y de respiración serena el opuesto a los gritos, portazos y a la tensión corporal que estaba acostumbrada a ver. Se preguntó: ¿qué estaba haciendo con ella? ¿Cuánto más iba a tensionar la soga sabiendo que siempre se corta por lo más fino? Lo fino: todo.
A pesar de que las sombras desdibujaban su rostro no podía negar su belleza y siempre llegaba a la misma conclusión: Cualquiera mataría por estar con ella… y muy seguramente ya muchos de ellos han estado. ¿Cómo se vence a la experiencia? ¿Cómo que armas podría atacar un erudito? Había dedicado su vida entera a los libros persiguiendo sus sueños, queriendo una vida poco peligrosa y resguardada de los malos augurios sobre las relaciones humanas. Un choque cuerpo a cuerpo con ella dejaría llagas y cicatrices difíciles de borrar… jamás saldría triunfadora y la llevaría en la piel como recuerdo de poder y rendición.
Paró el coche en frente de su casa, ahora sólo quedaba despertarla….
- Jennifer, Jennifer hemos llegado – sacudía su pierna por la rodilla
- Ya? – preguntó cansada y con ganas de seguir durmiendo
- Sí, ven que te ayudo a bajar
Rodeó el coche y le abrió la puerta, esta vez Jenny estaba despierta así que poco hizo por ella, sólo tiró de su brazo para que se pudiera incorporar.
- Listo!!! – dijo mientras le pasa las llaves del coche – sólo queda la caja de velocidades – miró hacia el asiento trasero – le diré a Bodo que mañana venga por ella
- Esta bien, esa cosa parece pesada – la voz estaba bastante grave
- Sí por eso no la llevo a casa
- OK – asistió con la cabeza pero sin saber muy bien que decir ni como actuar
- OK – la miró un segundo con el pelo algo alborotado y los ojos a medio cerrar: Parecía una niña – Qué descanses bien…
- De acuerdo – camino hasta cruzar la cerca – Emma lo siento
- El qué??? – la última y primera vez se había lamentado por la tormenta que había desatado y que aún todavía la asolaba
- El que me durmiera… no he sido buena compañía – sonrió avergonzada
- Ah!!! – el alma le volvió al cuerpo – No pasa nada… ya habrá otras oportunidades… Adiós.
- Adiós – susurró aguantando las ganas de pedirle que entrara a su casa.
Al llegar a casa, siempre lo mismo, sentarse en su sillón del living mirando hacia la biblioteca y reflexionando. Programando mentalmente el mañana, otro de sus malos hábitos. Después de una ducha de agua caliente, se colocó la ropa para dormir y se metió en la cama. Miró el reloj de la mesita y ya era demasiado tarde pero sabía que sino lo hacía muy posiblemente jamás conciliaría el sueño, para no soñar despierta y sacar provecho de ello, leía.
Estaba en pleno sueño cuando escuchó que alguien tocaba su puerta con desesperación…
- Pero qué demonios??? – se levantó rápido e iba en camino cuando escuchó tres golpes de nuevo. – Quién es??? – abrió la puerta – Quien te ha dado mi dirección??? – preguntó al ver de quien se trataba
- Bodo!!! – Estaba para al frente de la puerta de Emma, vestida de forma deportiva, cubierta del frió por un sobretodo negro y con un bolso del mismo color
- Bodo no haría eso!!! – dijo cuando salió de la sorpresa
- Esta bien!!! Me la robé de su despacho – miró hacia adentro – Estas sola???
- Sí – instintivamente cerró más la puerta cubriendo el interior de su casa – Qué quieres???
- Puedo pasar??? – sabía que diría que sí, era demasiado amable como para rechazar
- Adelante – Se corrió abriendo el paso – toma asiento por favor – señaló su sillón – Quieres algo de beber???
- Un vaso de agua??? – la vio asentir con la cabeza y salir rumbo a lo que sería la cocina. Miró la enorme biblioteca en frente de ella… toda una inversión… una construcción de años… casi una pasión. No había fotos en la sala, algo extraño pero no alarmante… no jarrones, no pinturas sólo tres paredes forradas a tope de libros
- Aquí tienes – Apoyó el vaso en la mesa baja que estaba en frente de sillón y se quedó parada al lado de la misma.
- Gracias – la miró por primera vez. Estaba con unos pantaloncillos cortos y una musculosa. De seguro ya se había acostado, su pelo carecía del la alineación con la que siempre era mantenido… estaba más cotidiana de lo habitual…– Necesito dormir – dijo bajito y vio como Emma agachaba su cabeza, sin pronunciar una palabra. – No puedo dormir – No recordaba sentirse tan vulnerable en su vida, tan a la espera de cualquier cosa por parte del otro…
- Crees… Crees que yo??? – No cuadraba en su cabeza y no cuadraría en la realidad. Quitar o dar era demasiada responsabilidad. No era verdugo de nadie sólo de ella misma, aceptando sus mentiras y convirtiéndose en su propio enemigo.
- No lo sé… – Agachó la cabeza. Entregada, al cuerpo de mayor firmeza que conocía y la negación inminente de cada unos de sus antojos y gustos. Sino estaba perdiendo la cordura no tenía idea de que se trataba – Podríamos… Podríamos??? – la suplica por lo incorrecto y lo prohibido se desvanecía en el aire mientras trataba de contener la desesperación ante la anticipación.
- Esta bien!!! – Emma le ofreció una mano temblorosa y un millón de miedos y dudas pero igual la aceptaría, haría cualquier cosa con tal de extinguir cada temblor de sus músculos, cada nudo en su garganta y estómago y cada latido de alta frecuencia dado con sólo pensar en sus labios.
Tomadas de la mano llegaron hasta el cuarto de Emma, era casi despoblado y espacioso. Iluminado por la luz de la luna que entraba a través de los ventanales en el techo, la cama en un rincón oscuro y cada rincón oscuro lleno de su aroma. El lugar rebosaba de ella, de su simpleza y transparencia, el blanco en las paredes y la luz en la oscuridad. Sintió como la rubia tomaba el bolso de su mano y lo colocó en la única silla que tenía aquel lugar y volvió a pararse en frente de ella.
La miraba, sentía el centelleo de sus ojos de miel pasar por cada parte de su cuerpo, estudiándola externamente, buscando sólo dios sabe qué. Se sintió nada y todo a la vez, con miedo a lo encontrado y a la devolución e intentó esconderse bajando la mirada, ocultando su bandera, su lenguaje y su corazón por no ofender. Ahora los dedos desabrochaban uno a uno los botones de su saco, lo mismo que ella había hecho en su casa sólo que menos insinuador y más tierno, en cierto punto hasta torpe…
Ayudó aquellos nerviosos dedos en el segundo botón sobre su pecho, se notaba la faltaba de costumbre y la inexperiencia y esta vez no se enfadó. La dulzura e inocencia le daban deseos enseñar, descubrir y explotar cada cosa dormida en la profesora Müller. Tomó su abrigo por el cuello y se le retiró lentamente, cuidando no rozar más de lo debido… Una vez en su mano, lo dobló, lo dejó en la silla y volvió a ella.
Se quedó parada un paso en frente de ella para seguir con lo que estaba haciendo: Observarla.
Los ojos ejercían la potestad sobre cada movimiento y sensación, dejándola inmóvil y casi sin respirar. ¿Es posible que el deseo nos trasforme a tal punto de no reconocernos? Esta vez no había excusas, ni tres botellas de vino ni dolores de cabeza, la conciencia plena y de cara a la realidad. Dolería, mañana muy seguramente dolería, mañana aquellos ojos no la mirarían de la misma manera ni sus manos temblarían igual. Lejos de los escondites la vida es más ficción que nunca…
De pronto una mano de Emma reclamaba a la suya, con un roce tímido pidiendo permiso y con un golpe eléctrico casi poniéndola de rodillas ¿A dónde me llevas? Hubiera preguntado en primera instancia pero tan sólo se le ocurrió pedir piedad en silencio y abandonarse a la cadencia de los pasos que Emma marcaba rumbo a la cama… Tembló al pensar en un beso de aquella boca y ahogó un suspiro al imaginar sus manos sobre su cuerpo… Estaba abrumada por sentir y a la misma vez por no poder refrenar el deseo.
- No pasará nada… – Emma susurró cerca de su oído mientras la obligaba que se sentara sobre su cama.
Sintió esta vez como desajustaba los cordones de sus zapatillas, el especial cuidado para con su pie malo y la leve caricia sobre su empeine. Después de quitarlas se dirigió hasta la venda y la llegada de alivio al sentir los dedos fríos por sobre su tobillo…
- Duele??? – preguntó mientras apretaba con un poco más de intensidad la carne
- Ca-Casi nada…– En comparación a lo que dolía el resto de su cuerpo, su pie carecía de importancia – Qué… qué… qué haces??? – preguntó al sentir el frío sobre la parte baja de su abdomen, buscando la cintura de su pantalón – Emma… – los sintió abrirse camino entre la piel y la tela, decididos, tirando hacia abajo y llevándose con ellos sus pantalones. Se inclinó para atrás usando sus brazos como soporte para poder levantar su cadera y ayudar a la rubia. Cuanto los quito, los dobló y los llevó a la silla en donde estaban todas sus otras pertenencias. Esta vez no la miraba, no hubo observaciones sobre sus piernas desnudas, es más, parecía casi esquivar toparse con ellas. – Emma… – tanto silencio la llevaría a la locura, tenía la necesidad de saber que era lo que estaba ocurriendo… ¿Qué era lo que pasaba por la cabeza de Emma?
- Shhh – Emma indicó silencio mientras rodeaba la cama se adentraba en ella por el otro lado – intenta dormir… mañana lo resolveremos – Comenzó a traer todas las mantas que se encontraban en el extremo para cubrirse con ellas. Abrigó hasta los hombros a Jennifer asegurándose de que no pasaría frío mientras dormía y luego se metió debajo de ellas.
Miró el oscuro techo tratando otra vez de volver a dormir, al igual que cada noche pero con una pequeña diferencia podía sentir el calor que emanaba el cuerpo que estaba a su lado. Sería menos complicado abrazarse a la almohada, no debería pedir permiso ni dolerse por ello mañana pero tampoco tendría la suavidad, el aroma y la textura de aquella piel. Podía escuchar su moderada respiración y distinguir el lento vaivén de su pecho…
Se posicionó de lado mirando a la pared y cerró los ojos fuertemente tratando de encontrase a ella misma en aquella cama y al menos algo que le permitiera soñar que era ella y no un extraño. Una mano se posó en su camiseta apretándola entre sus dedos.
- Puedo…??? – la voz tembló y el puño se cerró con más fuerza sobre la imposibilidad del habla y la demanda de las pretensiones
- Sí… – y quitó aquella mano de la tela para llevarla por sobre su cintura, el primer paso. Y los siguientes en cámara lenta: aquel cuerpo pegándose a su espalda, aquel suspiro al sentirla cerca, aquella inhalación del aroma de su pelo y que beso en su nuca como un: “Buenas noches”

6 comentarios:

  1. Genial fanfic escribes muy bien, que buen manejo de los personajes. muchisimas gracias por esta nueva historia mira que me tarde en leerla pero simplemente me encanta espero leer como continua. nuevamente gracias...

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  2. Maravilloso fic, es genial cómo se desarrolla la historia, desde el principio los personajes te enredan en ella. Muchísimas gracias :))

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  3. me encanta esta historia que paso que la cortaron y no subieron los capitulos que siguen!!!! esta muy buena ....... me encanta!!!!

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  4. Resubido y actualizado, si que es un pasada la forma de escribir de ésta mujer!!!

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  5. muchisimas gracias puccini, ya eataba esperano ansiosa poder seguirla leyendo besos

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  6. Saludos!!! Ya casi ocho años esperando la continuación de esta fantástica historia... Alguien sabe algo de la autora??

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