UN BREVE INSTANTE
En JemmaEsparta sin movidas
®Zuki Derechos Reservados 2012
1.
Se
ajustó los grandes auriculares a su pequeña cabeza y acercó el
micro acolchado a sus labios perdiéndose inevitablemente detrás de
él. Hotte, su mano derecha y la persona que mejor la conocía,
ajustaba el audio mientras la escuchaba respirar profundamente, como
cada tarde antes de salir al aire.
- Tres, dos, uno... estamos dentro – dijo dando entrada a la cabecera del programa.
El
programa se había convertido en un fenómeno extraño que crecía
como una bola de nieve sin control ladera abajo. Sin publicidad en
otros medios, sólo aupados en el éxito por el boca a boca, era,
sin duda, el programa radiofónico con más audiencia de los últimos
tres años y su voz se había convertido en la compañía preferida
de muchísimas personas.
Más
de una vez se había tropezado con alguna persona que reconocía su
voz: la cajera del supermercado, por ejemplo, que la escuchaba cada
tarde que libraba y creyó reconocerla en una ocasión que la joven
periodista le preguntó por la sección de vinos.
- No, lo siento, no soy ella – se limitó a decir en esa ocasión esbozando una sonrisa cordial que no dejaba espacio a la discusión.
No
solía mentir, lo odiaba en realidad, pero su verdadero carácter
retraído poco tenía que ver con aquella locutora vivaz y risueña
que cada tarde hablaba de lo divino y lo humano, inundando de alegría
cada rincón de miles de hogares por todo el país e incluso alguno
extranjero que sintonizaba su programa gracias a la web. No salía
jamás en fotos de prensa más allá de las “camufladas” tras
unas enormes gafas de pasta y una gorra negra de NY, con lo que
mantenía intacto su anonimato, algo que valoraba sobre todas las
cosas.
Esa
obsesión por el anonimato y esa timidez que sólo desaparecía
cuando trabajaba, hacían complicado establecer relaciones personales
de cualquier tipo. Hotte era una de sus poquísimas excepciones; su
amigo desde la infancia, copiloto de sus sueños, era una de las
cuatro personas en las que confiaba ciegamente y con las que se
mostraba tal cual era en cada momento.
El
lunar caprichoso que adornaba su labio inferior se alargó suavemente
con el dibujo de su sonrisa.
- Buenas tardes – dijo feliz. Probablemente nada la hacía más feliz en ese momento en su vida que el trabajo. Lo pensó y no pudo disimular una mueca amarga.
Agitó
la cabeza una milésima de segundo y se concentró.
- Espero que hayáis disfrutado del fin de semana. Hoy en el programa hablaremos con Steve Martin, nuestro crítico de cine favorito, sobre las nominaciones al Óscar que se han dado a conocer hace unas horas – abrió su correo mientras hablaba – pediremos consejo a nuestra psicóloga de cabecera, Anne Smith y disfrutaremos, como siempre, de la mejor música... hoy prometo pasar de los años 90, igual hasta enloquezco y le pido a Hotte lo nuevo de Madonna – soltó una risa cómplice – enseguida volvemos... tenemos mucho que contarnos.
Hotte
introdujo el primer corte musical mientras Steve se colocaba en su
puesto y hacía un gesto que indicaba que todo estaba bien. En el
correo varios e-mails:
Hola, ¿cómo podría
decirle a mi amorosa mujer que ese bikini que se pone no va con su
soberana figura sin ofenderla?
“Lo
tienes complicado... no quisiera estar en tu pellejo”,
pensó soltando una carcajada.
He perdido el trabajo.
Cada día salgo de casa como si no pasara nada para evitar que mi
familia se entere. Ayer me llamaron del banco, vamos a perder la
casa, ¿cómo se lo digo a mi mujer y mis hijos?.
“Una
muesca más en el revólver de esta crisis que parece no tener techo
ni fin”,
marcó el correo como importante para recuperarlo en la sección de
Anne y miró a Hotte esperando la entrada.
Cuatro
horas más tarde, Kasia salía de la emisora enfundada en un enorme
abrigo y detrás de una acolchada y acogedora bufanda rumbo a casa.
Los hombros encogidos tratando de abrigar sin éxito unas enrojecidas
orejas, las manos dentro del abrigo, y mirando al suelo en un gesto
que provocaba las ganas de darle un largo abrazo que la hiciera
entrar en calor y encendiera su corazón. Vivía realmente cerca, así
que las cuatro manzanas que la separaban de su trabajo y el tiempo
que tardaba en recorrerlas era el tiempo que se dedicaba a pensar en
sus oyentes, algunos más felices que otros pero, seguramente, todos
importantes para alguien. Kasia se preguntaba si ella llegaría a ser
importante para alguien alguna vez en su vida. Cuatro manzanas para
lamentar su soledad, cuatro manzanas para no dejarse vencer, para
recuperar su autoestima y afrontar su vida y su destino con una
sonrisa.
El
frío de enero atenazaba los músculos y paralizaba los huesos, pero
esta sensación dolorosa despertaba los sentidos y la hacía sentir
viva. Paradojas de la vida.
No
es que nunca hubiera sentido el amor, alguna vez soñó que era
incluso feliz, pero nunca el suficiente tiempo para acomodarse en
unos brazos y sentir que estaba al fin en casa. Había tenido algunas
relaciones más o menos serias, pero nunca había visto esa chispa en
sus ojos que podía descubrir en los de Hotte, por ejemplo, cuando le
hablaba de Marie, su hermosa y encantadora novia, una brillante
pintora francesa que habían conocido casualmente en una exposición
itinerante de una joven galería de Berlín propiedad de unos amigos
de Kasia. Hotte sintió que su corazón se detenía para recuperar el
pulso un sólo instante después, esa milésima de segundo necesaria
para descubrir que podrías morir de amor. Desde ese día no se
habían separado ni un sólo día, y ya hacía seis años de aquel
primer encuentro.
Entró
tiritando en el portal de su edificio y el calor sacudió de un
plumazo cualquier frío imponiendo su poder. Se quitó su bufanda
acalorada mientras subía a su piso por las escaleras. Vivía en un
tercero, pero si no llevaba bolsas o algún peso adicional, siempre
subía y bajaba por las escaleras. En el rellano del segundo se
tropezó con Menta, su rollizo gato. Kasia todavía no había
encontrado al vecino que alimentaba a su gato a escondidas, porque
esa corpulencia debía ser a causa de una sobre-alimentación del
animal, y Menta nunca había sido un buen cazador, es más, Kasia
estaba segura de que su gato ni siquiera sabía el significado de esa
palabra. Ronroneó acercándose a sus pies para recibirla y Kasia lo
miró con dureza.
- Chaval, vas a tener que subir las escaleras si quieres llegar a casa hoy. Es el único ejercicio que vas a hacer y no te lo voy a poner fácil subiéndote en volandas – le dijo fríamente intentando resultar una dueña autoritaria. El pequeño animal debió entender el mensaje y subió resignado el tramo de escaleras hasta la casa.
Colgó
abrigo, bufanda y bolso en el perchero de la entrada, se descalzó y
se sentó en su sillón de lectura, un confortable butacón ubicado
junto a la ventana del salón, que le proporcionaba la mejor luz
durante el día y las mejores vistas de la ciudad encendida durante
la noche. Miró un instante fuera; ahí fuera había alguien para
ella esperándola, alguien que le haría perder la respiración esa
necesaria milésima de segundo.
*************
2.
Nerviosa
e impaciente toqueteaba el mando del televisor calculando el tiempo
que restaba para que dieran la lista de nominados. Que la película
hubiera sido designada por la academia del país para participar en
los Óscars ya había sido un éxito, pero a nadie se le escapaba que
el verdadero éxito residía en pasar el corte y estar entre las
cinco finalistas.
Lucy
necesitaba esa nominación. Necesitaba rozar el éxito con las manos,
necesitaba el precioso vestido de alta costura, los nervios por no
perder esas joyas imponentes, siempre prestadas. Necesitaba estar al
borde de la inconsciencia para no pensar en nada que no fuera su
trabajo, para no pensar en lo que había perdido por esta película.
Necesitaba sentirse compensada, restituir a su lastimado corazón por
haber perdido su relación con Andrea, la que pensaba sería la mujer
de su vida.
Su
relación no había soportado siquiera la primera semana de rodaje y
eso irritaba profundamente a Lucy. No podía entender que el egoísmo
marcara la trayectoria de su relación y echara por tierra todo lo
que había construido por y para ella. Como compensación a su
trabajo en la película, la ingrata realidad de descubrir el engaño
por parte de la persona que amaba. Al principio, dolor... ahora, un
año después, ya no quedaba nada.
En
la pantalla apareció el director de la academia acompañado de una
joven y prometedora actriz. “Presta
atención”,
se dijo ante la entrada fugaz y nerviosa de los presentadores “que
estos parece que se han dejado abierto el gas y tienen que salir
huyendo”.
Los actores y actrices nominados no fueron ninguna sorpresa, pensaba
mientras deseaba en secreto lograr formar parte de esa lista aunque
sólo fuera una vez en su vida. Película extranjera: Lucy se tensó
en el sofá y cruzó instintivamente los dedos. Irán... “¿quién
ve una película iraní si no es para hacerse el interesante?”,
China... “pero
esto, ¿qué es, un festival de cocina exótica?”,
parecía perder la esperanza... Alemania, “¡Alemania!,
¡ha dicho Alemania!”,
el pensamiento gritó en su cabeza un segundo antes de que soltara un
sonoro chillido que la puso en pie con una mezcla perfecta de
intensidad y alegría.
A
los gritos y saltos siguieron las llamadas de felicitación durante
horas. Cuando colgó la última llamada sintió que estaba agotada de
reír y escuchar consejos sobre su estilismo y sobre lo que tendría
que decir si ganaba la estatuilla. Se tumbó intentando relajarse, la
mañana siguiente, los actores y el director recibirían a la prensa
en el Hotel Palace de Berlín. Cada uno en una habitación recibiría
a algunos periodistas en entrevistas personales como en los grandes y
pomposos estrenos americanos. Ese sería el primer ensayo de su gira
americana. Decidió relajarse escuchando algo de música y encendió
la radio.
Pasó
algunas emisoras y se detuvo en una que no había escuchado nunca. La
voz de la presentadora tenía algo especial y escucharla la hacía
sentir bien. Cerró los ojos y esa voz danzó por sus sueños: Lucy
no pudo evitar pensar cómo sería la dueña de aquella voz... ¿sería
una mujer alta?, ¿acaso morena?, ¿le gustaría el café acompañado
de un libro y la lluvia de otoño golpeando el cristal?. Sonrió al
darse cuenta de la curiosidad que había despertado esa mujer al otro
lado.
Habían
anunciado que hablarían de las nominaciones tras una pausa así que
decidió que quería saber lo que aquella voz seductora tenía que
decir.
- Ya estamos de vuelta – dijo la suave voz al otro lado – Steve ya está con nosotros y nos hablará de la noticia del día, la nominación de “La mano en el corazón” a mejor película extranjera en los próximos Oscars de Hollywood. Debo confesar que yo aún no la he visto – a Lucy le molestó escuchar eso – así que Steve, dime, ¿qué te pareció la cinta y qué te parece que la hayan seleccionado?.
El
joven y presuntuoso crítico atizó sin piedad la película para
enfado de Lucy. La definió como una “absurda
y aburrida historia de amor, sin pretensiones ni aspiraciones a nada
y de cuyo contenido sólo se salvaba su actriz protagonista,
demasiado buena para sus compañeros de reparto”.
A pesar del halago hacia su trabajo, la ira se apoderó de Lucy.
¿Cómo podía ese cretino criticar el trabajo del que se sentía más
orgullosa hasta ahora?, ¿acaso el sacrificio y la desolación que
sufrió en su vida a causa de esa película fueron en vano?. Su
enfado subió cuando no escuchó una defensa de la locutora y sopesó
llamar al programa, pero pensó que no valía la pena perder el
tiempo en esas tonterías. Debía estar feliz por el éxito, y por un
infeliz que hablara mal de la película, había cientos que pensaban
todo lo contrario.
- Tenía entendido que es una película hermosa – dijo la voz de la radio en tono extrañada – la verdad es que tenía muchas ganas de verla, no sé qué pensar ahora con lo que me dices Steve.
“No
deberías dejarte aconsejar por ese imbécil”,
dijo para sí misma y algo molesta Lucy. “Bah,
es un día para celebrar, no voy a dejar que eso cambie”,
pensó al fin y apagó la radio. La mañana siguiente iba a ser
agotadora y se propuso descansar.
Se
preparó un baño caliente y desconectó el teléfono para que nadie
la molestara. Su cuerpo agotado agradeció el contraste con el
humeante líquido y la musculatura se relajó poco a poco. Cerró los
ojos apoyando su nuca contra una toalla perfectamente colocada y la
voz de aquella mujer de la radio volvió a su recuerdo y a su sueños
en conciencia, esos que no puedes olvidar porque sueñas aún sin
haber dormido. Lucy no sabía que esos sueños no son más que los
reflejos de los anhelos.
*******************
3.
- No, no pienso ir a esa entrevista – dijo malhumorada – no tengo ni idea de lo que tengo que preguntar, vamos, es que ni siquiera la he visto – se sujetó el auricular del teléfono con el hombro mientras encendía el canal de noticias y bajaba el volumen para poder escuchar a su jefe – en serio, eso es cosa de Steve.
Su
jefe, un señor con gesto bonachón pero de complicado carácter,
le dijo que Steve estaba indispuesto y que no podría ir con el
aspecto de muerto que tenía. No había discusión. Iría, haría un
par de preguntas y nada más.
- Steve no es más que una pequeña cucaracha sin valor. Lo que pasa es que como ayer puso la película como lo peor de los últimos años, ahora no tiene cara suficiente para ponerse delante del director y repetirlo, pequeña sanguijuela... - el enfado venía más por tener que salir de su burbuja que por la entrevista en sí. Hacía algunos meses que Kasia empezaba a preguntarse si su carácter no era más cercano al autismo que a la simple timidez. – Vale – se rindió al fin – pero me deberás una muy grande, y tú puede que lo hagas, pero yo no lo olvidaré.
Colgó
y fue directa a la ducha. Faltaban dos horas para la rueda de prensa
y debía arreglarse y cruzar la ciudad. No tenía tiempo para
investigar más sobre la película y se arrepintió de que su pereza
alarmante le hubiera impedido verla anteriormente. Se encomendó a
las preguntas tipo y se abandonó bajo el chorro de agua caliente.
Desnuda frente a su armario pensaba rozando la histeria en qué
ponerse hasta que decidió que se pondría lo primero que pillara,
aunque no conjuntara. Cerró los ojos y agarró dos perchas y una
camiseta. El resultado, en su cuerpo menudo, sencillamente
espectacular. Vaqueros ajustados, camiseta blanca y chaqueta
entallada y con manga al codo color hueso. Se peinó sin demasiada
fe, el casco y la moto harían que cualquier peinado quedara
alborotado al cabo de tres calles. Eyeliner y algo de máscara de
pestañas y a correr, no tenía tiempo para pararse delante del
espejo y analizar el resultado.
Lucy
disfrutaba de un agradable desayuno en el hotel mientras esperaba a
la prensa. Su ayudante la conocía perfectamente y había elegido un
vestido ajustado a su perfecta figura pero muy cómodo para
permanecer sentada un buen rato. Observaba el plan de entrevistas de
cada uno mientras se enfriaba un poco el capuccino que le habían
traído directamente de las llamas del infierno. Acertó a ver que
Steve Martin, el crítico de cine del programa de radio, pasaría con
Mark, su director. Le apetecía decirle un par de cosas así que
tachó su nombre de la lista de Mark y la anotó al final de la suya.
Esperar toda la mañana le iba a sentar bien a ese mal carácter.
Llamó a su ayudante para que comunicara el cambio y le dio
satisfecha un sorbo a su café, ahora sí, perfecto.
Kasia
llegó justo a tiempo. Se colocó el pelo como pudo, guardó el casco
en el asiento de la moto y corrió para no llegar tarde. Descubrió
entonces uno de esos pequeños detalles que hacen que un cinco
estrellas valga la pena: la temperatura. Este sitio no dejaba nada al
azar, y la temperatura era suave como una mañana de primavera. Se
quitó el abrigo y la bufanda y antes de que pudiera darse cuenta, un
joven botones se ofrecía a guardarle el abrigo. “Debería
ahorrar para disfrutar del lujo alguna vez en la vida... ahora sé
cómo se siente Menta”,
se dijo alagada por el gesto.
Se
registró en la sala de conferencias que habían habilitado para la
prensa y pudo darse cuenta de que no faltaba ningún medio nacional y
que habían incluso algunos extranjeros. “Me
podía haber ahorrado la visita, si aquí deben estar todas las
agencias de noticias del país”,
se dijo a sí misma mientras presentaba su credencial a una atractiva
joven.
- ¿Usted es Steve Martin? - preguntó entre tímida y avergonzada.
- ¡Nooo!, ¡por favor, no! – se llevó la mano al pecho y suspiró aliviada – no he hecho nada tan malo como para merecer eso – sonrió abiertamente a la chica, que disfrutó de aquellos ojos miel tan brillantes como piedras preciosas – Steve es mi compañero, pero está enfermo. Por algún lado debe aparecer que venía yo, Kasia Boreke – dijo indicando la montaña de papeles que tenía la chica delante.
- Un segundo – a pesar de la torre inclinada que amenazaba con enterrarla, la joven asistente encontró la documentación – Ahh!, ¡es usted!, la de la radio! - exclamó – escucho su programa todos los días.
- Pues, gracias por hacerlo – Kasia se sonrojó. Otra vez el autismo adquirido - ¿mi entrevista era ahora, verdad? - se limitó a decir para evitar escuchar otro halago que la dejara sin palabras.
- No, me temo que ha habido un cambio en los horarios. Usted es la última de las entrevistas de Lucy Shererr. Lo siento, me temo que va a tener que esperar.
- ¿Entrevisto a la protagonista? - Kasia no entendía, pero como nunca había hecho este trabajo le pareció que ese tipo de cambios debían ser habituales – Bien, pues esperaré... ¿me llaman, verdad? - dijo sacando su agenda.
- Sí, no se preocupe que yo misma la llamaré – sonrió buscando una pista que le dejara ir un poco más allá – y felicidades otra vez por su programa, de verdad que es genial.
- Gracias... por todo.
No
hizo nada más. Habría sido fácil acercarse y darle dos besos,
respirar el aroma de aquella hermosa mujer e intentar coquetear con
ella. Pero Kasia no sabía de reglas de coquetería ni de halagos,
todo eso le resultaba muy complicado y no sabía cómo seguir. Se
giró y buscó un rincón donde pasar desapercibida: comprobó que la
grabadora estaba lista y se conectó a internet en busca de alguna
información de la protagonista. La búsqueda arrojó miles de
fotografías que inundaron la pequeña pantalla de su tablet. Había
hecho sesiones de fotos con los mejores y de todo tipo, desde
caracterizaciones para calendarios solidarios hasta sugerentes
fotografías para revistas dirigidas al público masculino. Se quedó
observando una en la que aparecía sobre una cama en ropa interior;
nada obsceno, era puro deseo envuelto en sábanas blancas... con la
mirada perdida y su mente fuera de aquella cama, pensó Kasia
mientras se detenía en ella. Era hermosa, tanto que asustaba, y
Kasia temió quedarse sin habla cuando aquella belleza la invitara a
pasar a un rincón de su perfecta habitación de cinco estrellas.
“Piensa
que estás en la radio, que ella está en tu terreno. Haz un par de
preguntas y todo habrá terminado”,
pensó buscando una página en blanco en su agenda. Escribir la
relajaba, así que cerró los ojos un instante y escribió...
La
besé una
y
otra,
y
otra vez, mil veces,
pero
no había manera.
Definitivamente
era una rana.
Cómo
podría convertirse en un Príncipe Azul
- ingenua de mí -
La
besaba por la mañana,
por
la tarde,
por
la noche,
continuamente
y a destajo.
Imposible.
Seguía
siendo una rana.
Así,
en la aceptación más simple
de
las cosas sencillas,
acordé
irme a vivir con ella
a
un charco cualquiera del planeta.
Vivir
con mi rana querida
la
poca existencia maravillosa y extraordinaria
que
nos pudiera quedar.
Kasia
sonrió al releer los versos. Ella era la rana que jamás se
convertiría en príncipe y buscaba una princesa que quisiera vivir
en un charco cualquiera. “Demasiado
complicado”,
pensó, cuando sintió una mano cálida en su hombro.
- Es su turno – dijo la asistente – la acompaño.
- Por favor, no me trates de usted, al fin y al cabo soy sólo una rana – dijo sonriendo y sin pensar.
- ¿Cómo? - preguntó extrañada mientras caminaban.
- Nada, nada, es que estaba escribiendo y... - no continuó. Dijera lo que dijera habría sonado a delirio así que sólo se sonrojó.
- Hemos llegado. Ha sido un placer conocerte – se acercó y la besó tímidamente en la mejilla.
- Igualmente. Cuando quieras, puedes pasarte por la emisora y ves cómo trabajo, verás que no es tan especial – otra vez hablando sin pensar. Los nervios de la entrevista y la cercanía de la chica la hacían hablar más de la cuenta.
- Lo haré – sonrió y se marchó – Ah, me llamo Isabella, pero todos mis amigos me dicen Bella – se despidió con la mano y continuó.
- Un nombre perfecto, sin duda – se dijo a sí misma.
Respiró
hondo y tocó suavemente.
- Adelante – dijo una voz seca y algo cansada.
- Hola, soy Kasia Boreke, de la HAH – dijo al hombre que sostenía la carpeta de registro.
- Mmmm – leyó con calma.
- Vengo por Steve Martin, está enfermo y lo he sustituido – dijo antes de que el hombre protestara.
- Ahh, ahora sí – el gesto serio cambió y esbozó una sonrisa – eres la última, ¡qué bien!.
- Prometo tardar muy poco – contestó amable a la sonrisa.
- No te preocupes Phillipe, puedes ir con Mark, Elena se queda conmigo.
Una
voz suave y aterciopelada se acercó a Kasia como en un susurro. Se
giró para ver quién hablaba y la vio; perfecta en su traje blanco
de cocktail y mucho más hermosa que en las fotos que había visto.
La observó acercarse. Sus ojos eran de un azul intenso, como el del
cielo de marzo que anuncia la primavera y sus labios sólo llamaban a
los besos y al deseo. Kasia sintió que el mundo se detenía y que no
podía respirar. Cerró los ojos un segundo y el aire volvió a los
pulmones como en un vendaval. Tomó aire profundamente y respiró.
- ¿Se encuentra bien? - preguntó Phillipe.
- Esto... sí, sí. Disculpe, es que no suelo hacer este tipo de trabajo y estoy algo nerviosa.
- Hola... esperaba al señor Martin – Lucy estiró su mano para saludarla mientras la miraba sin disimulo.
Estaba
preparada para recibir al crítico de tercera y para descargar contra
él todo el enfado que venía guardando desde que lo oyó en la radio
el día anterior. Sin embargo, allí estaba ella; tan sencilla y
hermosa y sin saber qué hacer ni decir. Esa mujer tenía algo; sus
ojos brillantes, su sonrisa amplia y sincera... la forma de
gesticular y moverse... todo de aquella mujer resultaba atrayente, de
una forma que Lucy jamás había conocido. Era sexy y especial y ella
no lo sabía, aquella preciosa mujer rubia no sabía el deseo que
podía despertar y eso no hacía más que aumentar sus ganas de
conocerla. No pudo despegar sus ojos de ella y cuando se tropezó con
su mirada, Lucy creyó morir.
**********************
4.
Sus
manos se rozaron en una caricia, cálida como un arrullo mañanero.
Kasia era incapaz de mirarla y sus ojos se perdían en esa mano que
sujetaba la suya mientras intentaba planear cómo salir de allí sin
parecer una extraterrestre.
- Acaba de echar por tierra mi plan de hoy – dijo Lucy reclamando su mirada. Kasia levantó la vista al escucharla y sus ojos azules llevaron el cielo al interior de la suite.
- ¿Cómo? - preguntó Kasia soltando su mano en un gesto brusco, temiendo que la actriz notara el tiempo de más que duraba ese saludo.
Lucy
sintió como perdía el tacto suave de su piel y una parte de ella ya
la añoraba. Se giró para disimular sus ganas y se dirigió al
sillón de entrevistas tras el que aparecía un gran cartel de la
película.
- Ayer escuché su programa – dijo tomando asiento en un gesto propio de una diva de Hollywood de los años cuarenta – quise llamar para debatir con su compañero algunos puntos en los que obviamente no estamos de acuerdo, pero preferí dejarlo para hoy y poder hablarlo cara a cara.
- Bueno... yo... lo siento – titubeó un instante buscando qué decir – Steve suele ser bastante extremo en sus opiniones. Creo sinceramente que lo hace más por crear controversia que por creencia propia – permanecía de pie, castigada por la actitud que había tenido su compañero y sin saber muy bien qué hacer. Sopesó llamarlo en ese mismo instante y ponerle a Lucy al teléfono, pero parecía poco profesional.
- ¡Ah!, lo siento – dijo al darse cuenta – siéntese por favor – le pidió, mientras pensaba de dónde había salido aquella mujer tan especial y buscaba aquello que la hacía tan diferente.
- Gracias – se sentó intentando adquirir la seguridad necesaria en sus movimientos y palabras.
- Mucho me temo que he salido ganando con el cambio, tendré que agradecérselo – dijo, y le dedicó una sonrisa.
¡Estaba
coqueteando!, ella, actriz protagonista de una película de renombre,
en la cima de su carrera, coqueteaba con una periodista desconocida,
extremadamente tímida y dios sabe qué más, además de mujer,
claro!. Esperó que Kasia no lo entendiera como tal y suspiró.
- De verdad que lo siento si Steve hizo que se sintiera mal – Lucy podía haber estado desnuda frente a ella pidiéndole que la hiciera suya y Kasia no lo habría entendido como un gesto coqueto.
Lucy
soltó una carcajada al ver la incapacidad para seguir el juego de
seducción de aquella mujer.
- ¿He dicho algo gracioso? - preguntó sin entender.
- No, disculpe otra vez, ya no sé ni lo que digo a esta hora. ¿Comenzamos? - necesitaba encontrar una forma de conocerla más, de verla fuera de allí y tenía lo que duraba la entrevista para hacerlo.
- Sí, claro, comencemos – buscó en su bolso la grabadora y su agenda - ¡diablos! - exclamó contrariada.
- ¿Pasa algo? - preguntó Lucy intrigada.
- Ehh... no, no pasa nada. Se me debe de haber caído la agenda de camino hasta aquí, da igual, después buscaré a ver si la encuentro.
- ¿Hay algo interesante en ella?, lo digo por salir a buscarla – otra vez el juego de seducción en sus palabras.
Kasia
esta vez sí creyó entender sus palabras y volvió a sentir que le
faltaba un instante el aire. Tocaron a la puerta.
- Disculpad – dijo Bella – esto se te debe de haber caído – mostró la agenda que llevaba en sus manos.
Ese
gesto de confianza y ese tuteo despertó una cierta molestia en Lucy,
que prefirió no decir nada y esperar que se fuera. Conocía bien a
Bella, no solía “atacar” si antes no le daban pie. Habían
coqueteado alguna que otra vez, pero jamás habían pasado de ahí.
La
joven asistente se acercó a Kasia. Cerca, muy cerca.
- Ahora entiendo lo de que eras una rana – le dijo en voz baja, pero no tanto como para que Lucy no pudiera oírlo y aumentara así su enfado irracional – a mí me gustan las charcas.
Kasia
no dijo nada. Kasia era incapaz de decir nada. Sólo la observó
marcharse, entre abrumada y enfadada por la ligereza de aquella mujer
atrevida que había rebuscado entre los rincones de algo tan personal
como su agenda, que era un pedazo de ella misma hecha papel.
- ¿Te parece si seguimos? - dijo Lucy con voz seca, intentando disimular su enfado.
- Sí... - dejó la agenda a un lado – entiendo que esté abrumada por la noticia de la nominación de la película. Se lo habrán preguntado muchísimo, pero, ¿se lo esperaba? - intentó parecer profesional.
Lucy
pudo sentir su voz otra vez danzando en ella y volvió la paz de
perderse en aquellos ojos serenos y llenos de vida. Habría dejado
que hablara y hablara toda la vida y habría sido feliz.
- Bueno, por la calidad de la cinta diría que sí, que lo esperaba, pero también forma parte de un sueño, la verdad. Si te soy sincera – se detuvo un segundo - ¿te importa si te tuteo?, es que siento como si te conociera.
Kasia
sonrió feliz al escuchar esto.
- Claro, claro, por favor .
Por
primera vez Lucy detuvo sus ojos en los lunares que guiaban el camino
a unos sugerentes labios.
- Pues como te decía – hablaba mirando el sendero dibujado en su cuello - soñaba con esta nominación. En cierta forma necesitaba que esta película me recompensara de alguna forma, a veces esta profesión te hace perder cosas muy importantes por el camino.
- Parece que lo ha hecho... recompensarte, digo – no quiso indagar más en esa parte. Kasia sentía que se refería a algo verdaderamente personal y no quería entrar ahí, no en una entrevista.
- Desde luego que sí – sonrió agradecida de que Kasia no fuera de esa clase de periodistas.
- ¿Tiene algo de ti tu personaje?.
- Sí, seguro. Y si no, igual soy yo la que tiene algo de ella, al menos así lo siento. Viví tanto el proceso de madurez de mi personaje, que creo que me contagié de él y te juro que hay momentos en los que dudo qué recuerdo pertenece a mi historia personal y cuál al personaje – sonrió un segundo – pero, salvo por esto, estoy totalmente cuerda.
Kasia
sólo sonreía. Se había perdido en sus ojos, en el brillo que
desprendía a cada palabra y había olvidado para lo que estaba allí,
quizás por la poca costumbre en ese tipo de trabajos o quizás,
simplemente, porque aquella mujer era su sueño tomado forma.
- Lo siento... una vez más – dijo al darse cuenta de la espera de Lucy. No quería entrevistarla, quería conocerla y saber cómo pensaba, cuáles eran sus sueños y cuáles sus temores. Pensó un segundo en Hotte y en su definición del amor; no creía en amores a primera vista, pero... ¿entonces qué era aquello que la impedía avanzar de forma normal?.
- No te preocupes, la verdad es que agradezco profundamente una entrevista tranquila y no tan calculada y predecible como siempre – un nuevo lunar en la parte baja del cuello reclamó su atención.
- ¿Preparada para la semana en Los Ángeles previa a los premios?, siempre escucho lo estresante y calculado que está cada movimiento y lo agotador que resulta.
- Bueno... podrías venir conmigo – clavó sus ojos azules en Kasia reclamando un espacio – lo digo porque he descubierto que tu voz me serena y me produce una agradable sensación de bienestar.
- ¿Quieres decir que soy como un Spa vocal? – Kasia sonrió aceptando el halago con un claro sonrojo.
- Bueno... - Lucy rió con la ocurrencia - … se podría definir así. La verdad es que me da un poco de miedo lo que voy a encontrarme allí. Creo que las críticas de tu compañero podrían ser como una canción infantil comparado con algunos medios americanos. De todas formas, estoy muy segura y muy contenta del resultado de la película, así que eso me da bastante tranquilidad. No obstante – le brindó la mejor de sus sonrisas – la invitación sigue en pie.
Lucy
se sorprendió de su atrevimiento, pero es que esa mujer eran tan
especial que no sabía cómo abordarla. Kasia no sabía si se
trataba de alguna broma de actores o algo similar, así que decidió
no decir nada para no pecar de ingenua, aunque en su estómago
parecían revolotear un millón de inquietas mariposas desde que la
vio por primera vez.
*************************
5.
El
universo parecía haberse puesto en su contra desde aquel encuentro
entre focos y maquillaje. Kasia no sabía cómo sacarse a aquella
mujer de la cabeza y nada parecía distraer su mente el tiempo
suficiente como para perder su nombre entre la maraña de sus
pensamientos.
Phillipe
había entrado en la suite del hotel y había dado por terminada la
entrevista antes de que Lucy pudiera decir o hacer nada. Fue una
despedida abrupta, un cordial “gracias por todo” y poco más, que
las había dejado con ganas de más a ambas. La joven actriz protestó
tras perder de vista aquella mujer rubia, lamentando la marcha y la
oportunidad perdida.
Pensó
en preguntarle a Bella por algún dato que la ayudara a buscarla,
pero apenas pensó un poco más su plan desistió de su tontería.
Sabía para qué emisora trabajaba, con una simple búsqueda en
internet localizaría su dirección. Y sabía su horario de trabajo,
con lo que encontrarla se antojaba sencillo.
Aún
así, una parte del plan resultaba raquítico: ¿con qué excusa se
acercaría a su lugar de trabajo?, pensaba mientras se acomodaba en
su asiento y agradecía que el presupuesto llegara para viajar en
primera. ¿Resultaría más creíble esperarla a la salida y se
hacerse la encontradiza?, se revolvía en su asiento sin terminar de
sentirse cómoda por culpa no de la almohada, sino de lo estúpido de
la situación. “¿Y
qué le diría?, oye, que si te apetece tomar un café, o cenar o …
convertirte en la princesa de mis sueños. Es ridículo”,
cerró los ojos y resopló esperando sacar todas sus locuras a través
del aire expirado.
- No me digas que tienes miedo a volar – dijo Mark atento a sus movimientos desde el asiento de al lado.
- No... calla... no sé ni en lo que estoy pensando – dijo sin convencimiento.
- Yo diría que estás lejos de aquí. ¿Quizás una llamada que te faltó por hacer?, ¿alguien especial? - preguntó sujetando sus gafas en un gesto interesante.
- Odio que quieras conocerme tan bien – replicó – no eres más que mi mejor amigo y la persona con la que paso la mayor parte de mi vida, tampoco es para tanto – golpeó suavemente su brazo – y deja de hacerte el interesante, que la azafata no está mirando.
- Nunca se sabe – se colocó las gafas de nuevo - ¿Has conocido a alguien que no me has dicho?, puedes contarme, sólo tenemos unas ocho horas de vuelo por delante.
- No es nada – suspiró – es algo que no tiene ni pies ni cabeza.
- Esas son las historias que me gustan – convirtió su asiento en cama – además, quiero empezar un nuevo guión, quizás me des alguna idea.
- ¿Pero no se supone que lo hacías porque eres mi amigo? - protestó.
- ¿Te has tragado a una antipática ama de llaves?, ¿qué te pasa? - a Mark le divertía la situación – no te había visto así nunca, ni cuando conociste a la innombrable.
- Mark, puedes decir su nombre, se llama Andrea, que ha pasado más de un año, ¡por dios!.
- ¡No y no!, para mí seguirá siendo la innombrable. Mira que engañarte con aquella gárgola italiana, ¡señor! - miró al techo en un gesto de incomprensión – yo habría dado lo que fuera por llevar una talla 90D y que quisieras estar conmigo y ella, que podía tener su sueño en la cama, va y se acuesta con el Jorobado de Notredamme.
- ¿No crees que exageras un pelín? - Lucy reía feliz con las ocurrencias de su amigo – lo digo por lo del jorobado, que en lo de que si hubieras tenido una 90 D y algo menos de pelo tienes razón, igual hasta te habría visto con otros ojos.
- ¡Lo sabía!, creo que la cirugía de re-asignación está muy avanzada – dejó caer la idea a sus labios sin pasar por ningún filtro en su cerebro.
- ¡Calla insensato!, adoras al “pequeño Mark” como para deshacerte de él.
- En eso tienes razón – se miró la cremallera del pantalón – no podría, sniff.
Lucy
soltó una carcajada y notó que por fin se relajaba. El avión ya
había despegado y ni siquiera lo había notado con los dislates de
su amigo.
- Entonces, ¿me vas a decir qué te pasa de una vez? - insistió una vez más.
- No sé cómo decirlo... Creo que he conocido a alguien – se atrevió por fin a decir.
- Cariño, conocer a alguien no es motivo suficiente como para estar así de dispersa, salvo... - Mark entendió esa definición de “conocer” - Acabáramos... ¿en serio?.
- No te vuelvas loco, que no es nada, es más, es menos que nada. Ha sido algo fugaz e inesperado.
- Si fuera algo menos que nada no estaríamos hablando de ello ahora mismo, ¿no te parece?.
- Vale, me has pillado – cerró un instante los ojos trayendo a la memoria los rasgos de aquella mujer tan hermosa y especial – sí, he conocido a alguien – apenas susurró para decirlo – pero mi vida en este momento está tan revuelta que no creo que sea el momento adecuado para conocer a nadie. Además de que no la vi más de cinco minutos, con lo que pensar que ella también querría conocerme es muy presuntuoso por mi parte.
- ¡No digas tonterías Lucy!, eres una persona muy intuitiva, deberías fiarte de tu instinto, la innombrable es sólo la excepción que confirma la regla.
- Ya... sólo sé que es alguien muy especial. Hay algo en ella que me apasiona, y no es sólo su físico, que también – sonrió.
- La famosa 90 D – dijo Mark resignado.
- Más o menos – Lucy rió soñando con encontrarse con ella una vez más.
- ¿Dónde la conociste?
- En realidad es una historia curiosa: La tendrías que haber conocido tú.
- Ahora sí que me he perdido. ¿Así que tenía que conocer a una belleza que probablemente me cambiara la vida y me la quitaste delante de mis propias narices?. Voy a tener que replantearme el significado de la amistad que nos une.
- Es la locutora de HAH. Esa del programa de tarde tan famoso... la verdad es que nunca lo había oído hasta el día de las nominaciones. Me crucé con esa voz tan increíble que tiene mientras buscaba algo de música y no pude dejar de escucharla. Luego entrevistó a Steve Martin, el crítico.
- Ahh, el crítico-cretino del que me hablaste...
- Exactamente. El caso es que al día siguiente estaba entre los periodistas de la rueda de prensa del Palace que se iban a ver contigo, pero lo cambié y lo puse en mi lista pensando en decirle un par de cosas.
- ¿Y apareció con ella?.
- No, ella le sustituía porque él se puso “oportunamente” enfermo. Tendrías que haberla visto: salí dispuesta a recriminarle que echara por tierra de una forma tan ligera el trabajo de los demás, y me encontré con ella: perfecta en sus vaqueros y su chaqueta de sastre y con el pelo alborotado. Es preciosa...
- No te lo perdonaré jamás – protestó Mark – esas cosas se avisan. Podríamos haber hecho una entrevista a tres y que ganara el mejor – simuló sacar una espada de su cinturón cuál caballero andante.
- Tranquilo, mi querido Lancelot, que esa dama es demasiado para ti. Y para mí.
- ¡Lucy... estás obnubilada por ella, es genial!.
- Es que tendrías que haberla visto. Coqueteé de forma descarada con ella y no se dio cuenta, sólo se sonrojaba ante los halagos y su sonrisa remarcaba un lunar que tiene en el labio y que enloquece a quien la mire. Es preciosa y no lo sabe – el recuerdo se hacía más y más presente.
- Mmm, me acabo de enamorar – dijo Mark ensimismado.
- Pues ya sabes dónde puedes encontrarla – terminó por decir con un ligero tono de amargura.
- Pero, ¿ya te rindes?, ¡si ni siquiera la conoces!. Y por lo que me dices, merece la pena el intento. Ya es hora de que avances Lucy, y ella parece el sendero ideal para hacerlo. Ahí fuera hay muchísimas mujeres dispuestas a perder la cabeza por ti, no dudes que ella también lo hará cuando te conozca. Sólo date esa oportunidad de tomar el riesgo de conocerla.
Kasia...
- susurró su nombre mientras asimilaba las palabras de su amigo y
cerraba los ojos abandonándose a un sueño con ella, “¿cómo
haré para encontrarte?”
*************************
6.
La joven locutora vagabundeaba entre sus pensamientos y el frío cortante de vuelta a casa. No había dejado de pensar en aquellos ojos azules desde que se bañó en ellos por primera vez. Era una obsesión casi dañina pensar en ella de la forma que lo hacía. Ni siquiera se había detenido a analizar qué había sucedido entre ellas, qué había sido diferente como para trastocar su mediocre pero tranquila existencia.
Cada noche al regresar a casa navegaba por la red en busca de las últimas noticias que la acercaran un poco a su historia. Lucy concede una entrevista a los medios americanos y enamora con su belleza y saber estar... Lucy, la sensación de los Óscar admite el buen “feeling” con su compañero de reparto... Lucy, optimista con la posibilidad de hacerse con el galardón... Lucy, Lucy, Lucy...
Kasia cerró el portátil tratando de recobrar la tranquilidad y el seso. Se comportaba como un psicópata acosador de estrellas, sólo que demasiado cobarde como para acosar y demasiado racional como para ser un psicópata, aunque una parte de esa personalidad racional se resquebrajaba cada vez que escuchaba su nombre. Esa noche se entregaban al fin los premios y a Kasia la idea le entusiasmó, significaba que en poco tiempo al menos compartirían, si no la misma cama, sí al menos la misma franja horaria, con eso le bastaba. Intentó frenar sus deseos de ver la gala y el pase previo por la alfombra roja, pero la razón no tuvo tiempo apenas para exponer sus razones y ganó el corazón.
Se preparó para salir a correr un poco antes de cenar. Correr le daba un extra de adrenalina y casi la activaba más que la dormía, con lo que vendría muy bien para aguantar la noche despierta frente al televisor. Además, el comentario de la buena relación de Lucy con el protagonista no le había pasado desapercibido y una extraña sensación de rabia se había apoderado de ella y necesitaba sacarla de alguna forma. Todo aquello era ridículo... los celos eran ridículos, probablemente de no estar con él, lo más normal es que estuviera con cualquier otro chico, bien plantado y guapo, que pudiera estar a su altura.
Corrió con ese pensamiento taladrándole el cerebro y regresó a casa bañada en sudor a pesar del intenso frío. Sus pensamientos no dejaban de zumbar de un lado a otro, pero se sentía bien después del esfuerzo. Se fue directa a la ducha y acomodó su cuerpo en uno de sus suaves pijamas, aún con el pelo mojado y sus pulsaciones recuperando el ritmo normal. Encendió el televisor y se dispuso a preparar la cena y una cafetera, un extra de cafeína no le vendría mal.
Al otro lado del océano, Lucy esperaba impaciente dentro de una enorme limusina que ella veía claramente desproporcionada. Aguardaban a que una larga cola de vehículos que los precedía hiciera su triunfal entrada en la alfombra roja, frente a cientos de periodistas e invitados de lujo y millones de personas a través del televisor.
• Te ves especialmente hermosa, ¡estás increíble!– le dijo Mark besando una de sus manos galantemente. - A pesar del cansancio acumulado esta última semana, parece que hubieras dormido entre algodones doce horas seguidas.
• Es el milagro del maquillaje amigo mío, de estas joyas preciosas que me da pánico perder y de este maravilloso vestido del que me he enamorado y que me impedirá respirar en lo que queda de día pero, aún así, gracias – sonrió – tengo la impresión de que será una gran noche – afirmó suspirando.
• Lo será, estoy convencido, aunque ahora mismo parezcamos dos bellezas etéreas embutidas en un ataúd con ruedas – bajó la ventanilla y vio que la cola no parecía querer moverse – esto es una pesadilla, y se pondrá peor cuando nos bajemos. Mi amigo Steven dice que nunca es consciente de lo que supone este mundo hasta que se da cuenta de que está sentado en su butaca y no sabe cómo ha llegado ahí.
• Steven es Spierlberg, ¿me equivoco? - Lucy rió a carcajadas intentando que las costuras de su ajustadísimo vestido no estallaran – claro, claro... amigo...
• ¡Ehh, no te rías! – Mark adoptó una posición de niño ofendido.
• Mark, que te firmó un autógrafo hace quince años, sólo y únicamente eso, vuelve a la realidad por favor – Lucy no podía parar de reír y agradecía que su maquillaje estuviera hecho a prueba de disparates como aquellos.
Mark se echó a reír feliz de haber cumplido el propósito que se había marcado de relajar a Lucy.
• ¡Ey, nos movemos!, sólo quedan doce limusinas y será nuestro turno.
• Y con un poco de suerte no se les habrán acabado las tarjetas de memoria ni las baterías a los fotógrafos – Lucy volvió a reír.
• ¿Vas a estar así toda la tarde? - frunció los ojos y la miró con un fingido gesto desafiante – si lo sé voy en la limusina de los secundarios.
• Vale, vale, ya lo dejo – se acercó y le dio un beso antes de colocar su pajarita.
El recuerdo de la preciosa locutora volvió a su cabeza como cada día desde que la había conocido. Era extraña esta fidelidad de pensamiento, esa forma de recordarla y de ansiar aumentar esos recuerdos con otros encuentros. La había tenido para ella diez minutos y por cada minuto de esos diez, mil pensamientos la rodeaban. “Es una locura”, pensó descansando su espalda en el respaldo del asiento, “no tengo ningún derecho a interferir en su vida, y menos aún, complicarla”. Lucy empezaba a sentir lo que suponía tener un nombre en su profesión y no terminaba de gustarle esa parte, aunque lo aceptaba. Para cualquiera que estuviera a su lado, no sería fácil.
• Podrías llamarla – dijo Mark sin más.
• ¿De qué hablas? - Lucy no quiso entender.
• Digo que ayer localicé el número de la emisora de esa rubia que te tiene de esa manera y que podríamos llamar. Cualquier medio, televisión o radio, mataría porque lo hiciéramos, ¿por qué no ella?. Así podrías escucharla antes de entrar – hablaba con tal naturalidad que le quitaba ese aire a locura que tenía el plan.
• Tú has perdido el poco juicio que te queda, ¿verdad? - entendía la idea de su amigo como una especie de burla y no le gustaba la idea.
• En serio Lu. Creo que necesitas al menos escucharla un segundo, sólo lo digo porque creo que te sentaría bien. En temas de amor, atracción o lo que sea, nunca bromeo – le guiñó un ojo, la conocía demasiado bien.
• No, no... no sabría qué decir – se revolvió en su asiento nerviosa como hacía tiempo no lo estaba.
• Tomaré ese nerviosismo como un “no pero sí” – buscó su móvil en el bolsillo interior de su chaqueta y marcó – tranquila, hablaré yo primero, respira, anda...
Lucy se había apartado instintivamente de su amigo colocándose en el extremo opuesto de la limusina, como si allí estuviera a salvo de sus miedos y su temor a resultar ridícula y sin sentido. Siempre podía no coger el teléfono, era una opción si se quedaba sin habla. Observaba a su amigo esperando al teléfono y una mezcla de sensaciones la invadió: no se atrevía a decir nada, pero ansiaba escucharla un instante, quería averiguar si esa voz seguía provocando los mismos estragos en su interior, si seguía meciendo sus sueños y sus ganas.
• Hola, ¿sí? - alguien contestó al otro lado del teléfono y Lucy sintió como su corazón se mudaba al lado derecho de su pecho para después regresar cabalgando a su lugar natural – me gustaría hablar con Kasia Boreke, ¿podría ser? - preguntó Mark decidido.
La imagen en su recuerdo de aquella mujer de pelo rubio alborotado y aquella sonrisa perfecta la tranquilizaron y Lucy sonrió pensando en ella.
• Ahh, ok, gracias por todo. Adiós – Mark colgó – Hemos llegado tarde, ya ha terminado su programa y se ha ido, lo siento.
Lucy se abandonó en el sillón. A pesar de los nervios, la tensión y el miedo, la idea de no poder escucharla le provocó una cierta tristeza.
• Bueno, aunque era una locura, gracias por intentarlo. Te quiero – se colocó de nuevo a su lado y se acurrucó junto a él.
• Ey, nos movemos de nuevo. Ahora sí, es nuestro momento. Saca esa preciosa sonrisa a pasear que seguro que ella te estará viendo – le dio un suave beso en los labios justo antes de que alguien abriera la puerta de su limusina y una nube de flashes se colara dentro.
****************************
7.
Kasia tuvo la mala suerte de mirar a la pantalla de su televisor justo en el momento que los comentaristas de la televisión alemana anunciaban la llegada de sus estrellas al teatro Kodak. Tuvo la mala suerte de ver aquel beso y la preciosa sonrisa que Lucy le dedicaba a aquel atractivo hombre que gentil la ayudaba a bajar del vehículo. Tuvo la mala suerte de sentir una extraña punzada en el centro de su estómago que le llegó hasta la garganta y le impidió incluso respirar un instante. Tuvo la mala suerte de entender un beso de dos amigos, casi hermanos, como algo más, influenciada quizás por su esa nula habilidad social que la acompañaba desde la infancia y que no entendía que dos personas se pueden querer hasta el infinito, simplemente, de otra forma.
Pero allí estaba, la causante de sus recientes obsesiones, inalcanzable, bella... feliz, y el ahogo de los celos se convirtió al instante en una nube de inquietas mariposas de forma incomprensible. Kasia descubrió su bipolaridad de sentimientos y se asustó de sí misma por un segundo. El sinsentido de su reacción se unía al desconocimiento más absoluto de lo que significaba experimentar el amor en el nivel más absoluto de la palabra.
Encogida en su sofá, cotidiana y lejos de toda sofisticación, en pijama y con una taza humeante de café, la miraba deseando conocer el contenido de sus pensamientos en esos momentos, soportando el abrazo de aquella mujer que deseaba a aquel hombre que la acompañaba y que escuchó se trataba del director de la película, soñando que aquella mano que rodeaba aquella cintura era la suya, que aquellos ojos llenos de azul y aquella sonrisa perfecta eran para ella. Soñaba, anhelaba, deseaba... ser ella la causante del brillo de sus ojos. Lo que no imaginaba era que al otro lado del océano, a pesar de los flashes y la fama, sólo soñaban con compartir un sofá y quizás, una taza de café caliente con ella.
La noche había sido un sueño genial para Lucy, y ese sueño se había convertido en una estruendosa realidad. Conseguida la estatuilla, lo último que recordaba de aquella noche era el brindis con una pareja española bastante excéntrica, protagonista de un reality-documental que había resultado nominado, para sorpresa de muchos, a mejor documental. Lucy reía con las ocurrencias de aquel peculiar “drag queen” obsesionado con estar extremadamente delgado y con Andy Wharhol y con su mujer, una cantante de dudosa capacidad vocal pero con indiscutible talento. Se despidieron con una promesa de Lucy de viajar a España y casi sin tiempo para descansar un par de horas antes del vuelo de vuelta a Alemania.
En el aeropuerto de Berlín había preparado un tinglado escandaloso que incluía una sala de conferencias para una casi improvisada rueda de prensa. Todos los periódicos y revistas del país abrían con esa noticia esa mañana, e incluso Kasia tendría que hablar del éxito de la película en los Oscars en su programa. La locutora se sentía feliz por Lucy, la había visto radiante de felicidad sobre las tablas del teatro al lado del director y del resto del equipo. Ansiaba verla de nuevo, era una necesidad dolorosa que se agudizaba desde el preciso instante en el que se separaron, pero la mala fortuna quiso que la llegada de Lucy a Alemania coincidiera con su programa, así que se tendría que conformar con las noticias que le pudiera dar de ella el enviado especial de los informativos de la emisora con el que conectarían durante la sección de noticias.
Comenzó su programa inquieta, nerviosa, sin ser capaz de concentrarse en su trabajo. La esperaba. La esperaba como cada día desde aquel día que el destino le jugó aquella mala jugada. Ahora tenía que enfrentar la realidad y las ganas, y armarse de valor al menos una vez en la vida si quería salir indemne de aquella batalla.
Hotte conocía tan bien a Kasia que descubrió sus nervios mal disimulados.
• Kas, ¿te pasa algo?, si sigues moviéndote así, mañana tendrás agujetas hasta en las orejas.
• No... no me pasa nada... no sé – contestó distraída – hoy no es mi día – se limitó a decir para zanjar el tema.
• Vaya, pues pareciera que estás esperando en la estación de tren al amor de tu vida – la miró sospechando y con una media sonrisa dibujada – no habrá ocurrido un milagro, ¿verdad? - dijo a través del micrófono directamente a los auriculares de su amiga.
• No, y deja de decir tonterías o a mis nervios uniremos una risa ridícula – fingió ponerse seria y siguió a lo suyo.
• Deberías ir a un encuentro de esos de citas de dos minutos, ¿sabes lo que te digo?, esas en las que te sientas y desfilan ante ti toda clase de mujeres exuberantes y hermosas dispuestas a conquistarte. Sólo tendrías que hacerles un par de preguntas y quedarte con la que más te guste – aprovechaba los días en los que la concentración se esfumaba del cerebro de su amiga para ponerla en apuros.
• ¡¡Hotte!! - gritó desesperada.
• ¿Sí? - contestó con voz de mayordomo inglés.
• ¡Arrgghhh, estás imposible! - sabía que intentar que lo dejara era peor que seguirle el juego.
• Vale, vale, lo dejo, pero porque es la hora. Dentro cabecera... -
Había borrado por un momento todo pensamiento relacionado con Lucy, sin duda, Hotte sabía hacer muy bien su trabajo. Lo miró a través del cristal y levantó su pulgar derecho agradeciendo todo lo que hacía por ella y su amigo le devolvió una enorme sonrisa.
• Buenas tardes. En un día en el que la atención se divide entre la política, la economía y pequeñas y brillantes estatuas de oro, nosotros nos vamos a centrar en otros temas, que de lo otro ya estamos servidos, ¿no os parece? - preguntó a la audiencia - estará con nosotros la Dra. Smith en un programa muy especial. Anne nos hablará y aconsejará a quien quiera, claro, sobre las relaciones personales. Así pues, hoy hablaremos de amor. Enseguida volvemos.
Hotte introdujo algo de música mientras Anne ocupaba su sitio y Kasia abría su correo. La melodía lenta de Patsy Cline y su “Crazy” se metió involuntariamente en algún rincón de su corazón donde descansaba la imagen de Lucy y soñó que lentamente se acercaba a ella y colocaba las manos despacio en su cintura para hundir su nariz en su cuello después. Soñó que Lucy se aferraba a ella y la invitaba a bailar en medio de un lugar vacío dónde sólo estaban ellas y soñó que aquellos ojos azules le bajaban la luna mientras sus labios de seda susurraban aquello de “I'm crazy for loving you”.
• ¿Estás bien? - le susurró Anne por lo bajo.
• Sí... - trató de recuperarse – no sé qué me pasa hoy que estoy más despistada que de costumbre – le regaló una de sus mejores sonrisas.
• Parecía que estuvieras muy lejos de aquí, en un lugar donde preferirías estar, sin duda.
• No sabría qué decirte... - hizo una pausa para sopesar la idea - … creo que tienes razón.
• Me alegra muchísimo escuchar eso. Veremos si en el programa te podemos ayudar incluso a ti – le devolvió la sonrisa y se colocó sus auriculares.
"Hola,
Felicidades por tu programa, es mi válvula de escape cada día. Escucharos se me hace imprescindible para terminar bien cada jornada. Por favor, seguid así.
Creo que me he enamorado. Y sí, a mis treinta, creo que por primera vez siento lo que es estar enamorado de verdad. Es algo ridículo, no puedo dejar de pensar en ella, a veces pienso que es una obsesión y que estoy enloqueciendo. Ella no lo sabe, no soy capaz de acercarme a ella de esa forma, no puedo dejar de pensar que si ella no siente lo mismo y se lo digo, perderé lo que ahora tengo, que poco o mucho, es lo que me hace respirar cada día."
Kasia leyó prestando atención a cada una de las letras entendiendo a la perfección sus miedos.
• Es difícil cambiar una situación cuando el valor se esfuma por entre los dedos, ¿no es cierto Dra.?. Gracias por contarnos tu historia amigo, espero que podamos servirte de ayuda de alguna forma.
• Sin duda, en las relaciones afectivas, sobre todo en esa fase en la que creamos y damos forma a una relación, aunque es cierto que en ocasiones se queda en un intento y no va más allá, es cuando nos sentimos más inseguros con nosotros mismos. Yo siempre digo que despertar sentimientos de atracción o amor en otra persona es algo hermoso y que como tal debemos afrontarlo. Dudo mucho que esa persona que reúne una serie de cualidades valoradas por ti vaya a tomar una decisión tan drástica como la de desaparecer de tu vida por no sentir lo mismo que tú. Así pues, deberías pensar que tienes las de ganar, que expresar nuestros sentimientos es liberador y muy recomendable. Ya nos contarás si te atreves a dar ese paso. Un abrazo.
• Tienes razón – meditó un segundo – podemos llegar a pensar que poco hay que perder y tanto que ganar que merece la pena lanzarse a la piscina aún sin saber si la han llenado, pero, una persona extremadamente tímida o vulnerable, ¿cómo podría dar ese paso sin exponer su alma delante de esa otra persona? - preguntó Kasia una vez más.
• Bueno... los hay que jamás dan el paso, algo que no aconsejo, porque me temo que sólo trae desasosiego y desilusión. ¿No te parece que siempre es mejor saber a qué atenernos?. Soñar con un amor siempre es bonito y nos llena de energía, ¿pero hasta cuándo podemos vivir de esa ensoñación?. Los hay que pueden estar así, viviendo de sus fantasías, toda su vida, que si no afecta a su relación con los demás y su entorno, me parece hasta bien, pero siempre te pierdes esa oportunidad de vivir el amor en la piel, que es lo más maravilloso que tenemos.
• Creo que nos has convencido – dijo Kasia sonriendo – ahora que hablas de piel, se me ocurre que podemos escuchar la versión que Diana Krall hizo del maravilloso tema de Sinatra, “I have got you under my skin”. Os dejo con ella y regresamos.
• ¿Te he convencido? - preguntó Anne sonriendo.
• ¿Cómo? - Kasia armó sus defensas a duras penas.
• A dar el paso, que si te he convencido a darlo. Resulta bastante obvio que alguien está bailando en tu corazón de una forma especial. Yo no dejaría escapar la oportunidad – dijo amable la psicóloga.
• Bueno, ya sé que lo habrás escuchado mil veces, pero mi caso es un poquito complicado. No sé si existe siquiera la piscina. Pero gracias de todas formas, me has hecho pensar en algunas cosas – las defensas no habían durado ni un sólo asalto, pero no importaba.
Hotte le indicó que era el momento de conectar con la sala de prensa del aeropuerto y el nudo volvió al estómago sin pedir permiso. Bebió agua y respiró buscando la voz en algún lugar de su asustada garganta.
• Ya estamos de vuelta. Me dicen que podemos hablar con Bodo Sliger desde el aeropuerto de Berlín, supongo que ya sabrán de qué les hablo... la rueda de prensa del triunfador equipo de “La Mano en el Corazón”. Bodo, ¿qué han contado los miembros del equipo de la película? - dio gracias a su profesionalidad que no le arrancó la poca voz que le quedaba.
• Hola, buenas noches Kasia. Pues nos han contado lo felices que se sienten de este éxito y de estar de vuelta en casa. De hecho a mi lado tengo a Mark Froome, director de la cinta, que ha tenido la amabilidad de hablar en directo para el programa.
Kasia agradeció que se tratara del director y no de Lucy y respiró aliviada.
• Sr. Froome, déjeme que le dé las felicidades y le agradezca la cortesía de salir cinco minutos para hablar con nosotros.
• No tienes nada que agradecerme, estoy encantado. Me han hablado muchísimo de usted – dejó caer mientras recibía un golpe en el brazo de Lucy que se escuchaba a escondidas a su lado – de su programa, quiero decir. Que sepa que ha ganado un nuevo oyente – terminó por decir.
• Creo que nos hemos equivocado de conversación Sr. Froome – dijo riendo – debería ser yo la que halagara su película y no al revés. Por cierto, debo decir que pude verla al fin y me pareció maravillosa, verdaderamente merecedora de su éxito.
• Llámeme Mark, por favor. Me alegro que disfrutara con ella... con la película... digo – otro golpe recibido, al día siguiente tendría la marca que señalaría la consecuencia de sus bromas – la verdad es que he sido un afortunado al trabajar con un guión tan espléndido y unos actores tan formidables.
• Desde luego, tener esa seguridad en todo el equipo debe facilitar las cosas, ¿no es así? - no quería delatarse preguntando por Lucy.
• Sin duda. Lucy, sin ir más lejos – le guiñó un ojo a su amiga – en mi opinión, ha hecho un trabajo soberbio, merecedor de nominación a mejor actriz. En fin, estoy seguro de que habrán más oportunidades.
• ¿Qué.... qué balance hace de su viaje a EE.UU.? - no sabía si sentía celos o le caía bien. Si estaban juntos, sin duda Lucy habría elegido bien.
• Cansado. El titular sería ese... cansado. Pero bueno, ya estamos de vuelta “todos” - hizo énfasis en ese “todos” y sonrió.
• Es cierto, deben estar muy cansados. No les entretenemos más. Muchísimas gracias de nuevo, ha sido un placer hablar con usted – terminó Kasia.
• El placer ha sido mío. Antes de irnos a descansar, nos queda una cena y una copa con toda la prensa que tan bien nos ha acogido y tratado. La espero después de su programa, estoy seguro que si no con mi conversación, no soy tan fanfarrón, encontrará algo que la hará feliz.
• Gracias por su invitación. Hasta pronto.
¿Qué había sido aquello?, ¿una invitación a una fiesta con el equipo y con Lucy?. El calor subió a sus mejillas sin pedir permiso y se sintió ruborizar. “No puedo ir... no puedo verla y fingir una conversación con ella y cuarenta periodistas más, no me sentaría nada bien”.
• Oye, ¿vamos, no? - le preguntó Hotte a través del micro.
• No, estoy cansada y algo desubicada. Ve tú y mañana me cuentas – dijo confusa.
********************************
8.
• ¿Pero qué has hecho? - preguntó Lucy echándose las manos a la cabeza y dándole la espalda.
• ¿Yo?... pues creo que acabo de hacerte un favor – contestó Mark sonriendo – no dejas de pensar, y yo diría que tampoco dejas de soñar con ella. Y nadie puede estar así después de un encuentro de diez minutos, así que vas a comportarte como una mujer adulta y vas a afrontar lo que sientes de una vez por todas. Igual así descubres que estás rematadamente loca y le podremos poner remedio – le besó uno de sus hombros descubiertos y la abrazó.
• La verdad es que creo que enloqueceré si no le doy un sentido real a todo esto, así que espero que verla me despierte de este sueño o me sumerja para siempre en él – dijo al fin convencida.
• Pues tómalo con calma, le quedan un par de horas de programa, así que no va a aparecer por es puerta así como así – la volteó para mirarla a los ojos y sonrió – Ay, amiga, mucho me temo que estás perdida. Vamos a emborracharnos hasta que llegue – tiró de ella hacia la barra - ¡Qué empiece la fiesta!.
Jamás, en todos los años que llevaba tras los micrófonos, había sentido que las horas pasaban tan sumamente lentas en su trabajo. Kasia resultaba irritantemente profesional, tratando de mostrarse imperturbable ante cualquier sentimiento que rondara por su cabeza. El único que sabía que algo no iba bien era Hotte: podía verla revolverse en su asiento incómoda, como si en su cabeza las ideas se enfrentaran sin darle la opción a la tregua. Nada parecía ofrecerle la calma necesaria, por mucho que su amiga intentara ocultarlo. Al terminar, Kasia se propuso huir rápido como el asesino de la escena del crimen. Sabía que su amigo no se rendiría con sus ruegos, y la locutora sabía por experiencia que aún no había aprendido a negarse. No contaba Kasia en su estrategia de huida, con el arma secreta que disponía su amigo.
• ¡Kas... Kas! - la llamó mientras la veía cómo se colocaba el abrigo a toda carrera – todavía llegamos a tiempo a la fiesta de la película, venga, ¡vamos! - exclamó eufórico.
• Ya te dije que no iría Hotte, no me siento bien – contestó rogándole con la mirada que parase.
• Pero es que no puedo ir sin ti, tú has sido la invitada oficial... a mí me echarían como agua sucia y lo sabes – jugó la carta del “loser” simpático – además, ese director está evidentemente interesado en ti, se deduce de por cómo te hablaba.
• ¿Pero qué dices?, si no lo he visto en mi vida – contestó enrollándose la enorme bufanda – mañana nos vemos.
• Vale, no me dejas más remedio... tendré que usar el juego sucio – con los dedos índice y corazón fingió pintarse sus mejillas con pinturas de guerra – ha llamado el Boss, ha escuchado lo de la invitación y dice que una foto tuya con el equipo de la película sería la publicidad perfecta para el programa y la emisora.
• No te creo – Kasia de repente sintió calor y se deshizo de la bufanda.
• ¿Quieres que le llame y hablas con él? - el farol se hacía cada vez más grande.
Kasia tomó asiento en su silla con gesto de cansancio. No podía verla, sentía que no era capaz de encontrarse de nuevo con aquella mirada suave sin perder la poca razón emocional que le quedaba. Era una estupidez pensar que Lucy siquiera se iba a fijar en ella, así que por esa parte podía estar más tranquila. Ya no sabía qué recuerdos eran reales y cuáles no con respecto a la actriz; creía recordar que Lucy había coqueteado con ella en esa entrevista pero igual esos recuerdos eran el fruto de sus deseos. Sólo el azul de sus ojos era su realidad más fiable.
Apenas había probado bocado durante la cena. El cambio de horario hizo un cóctel explosivo con sus nervios cerrando su estómago. No dejaba de mirar la puerta de entrada del restaurante y cuando Mark o algún otro compañero reclamaban su atención enseguida devolvía la mirada hacia la entrada o hacia la barra del bar por si había entrado en ese preciso momento. Era una actitud infantil, pero es que su ilusión por ella era infantil... infantil y sincera... empezaba a darse por vencida con respecto a sus sentimientos y no quería ocultarlos más en algún rincón olvidado de su alma.
Hotte se acercó al miembro de la organización que había a la entrada. Lucy observó a un chico alto y muy delgado y su esperanza volvió a caer en un suspiro.
• Todavía puede llegar – le dijo Mark al oído.
• Creo que no vendrá, ¿por qué habría de hacerlo? - preguntó con desgana.
• Porque yo la he invitado y quiere conocerme a toda costa. Además, soy muy guapo y seguramente suspire por mí cada noche mirando mi fotografía – dijo descarado.
• Deja de beber, sólo dices tonterías – contestó Lucy rozando el enfado y volviendo a centrar la mirada en una pequeña marca que dejaba la curva de su copa en el mantel de la mesa.
• Anda, relájate... vendrá. Y disculpa, demasiado sueño y demasiado martini.
Al otro lado del espacio Hotte parecía haber encontrado su objetivo.
• Aquí está – dijo el chico de la organización – Kasia Boreke de la HAH. Ya han terminado de cenar, pero aún podrán disfrutar de un par de copas con los miembros del equipo. Bienvenidos y disfruten de la velada.
• Muchas gracias – dijo una suave voz femenina casi escondida a un lado de Hotte.
Hotte avanzó feliz hacia el interior del restaurante mientras Kasia se detenía un instante frente a la puerta. Era el momento de echarse a atrás, de correr en dirección contraria a aquellos ojos que la amarraban como el mar amarra sus olas... una vez pasado el umbral ya sería tarde para hacerlo. Pero por una vez tenía que buscar el valor para avanzar dos pasos, sólo dos... respiró profundamente soñando con ella y los dio, en apariencia seguros, pero con un baile de nervios en su estómago incapaces de parar.
Buscó con la mirada alrededor. Había mucha gente y no conseguía encontrarla, hasta que se tropezó con la imagen del hombre que había visto en televisión abrazando a Lucy sentado a una mesa y a su lado una figura femenina que aún sin acertar a ver su cara, podía adivinar que se trataba de ella. Permaneció inmóvil, sin poder avanzar un milímetro más, esperando quizás una muestra de afecto entre ella y aquel tipo que ya odiaba sin conocerlo siquiera. Esperando quizás que la realidad arrancara los nervios y los sueños y la hiciera libre, tan libre como era antes de quedar atrapada en ella.
Lucy volvió a lanzar una mirada rápida a la puerta. Nada. Buscó el abrigo que reposaba en el respaldo de su silla con la intención de marcharse y liberarse de aquella tortura auto-impuesta cuando de repente se cruzó con sus mechones de pelo rubio y alborotados. De forma automática la sonrisa más increíble asomó a su cara para disfrute de la joven locutora que no dejaba de mirarla. Lucy notó un impulso en su cuerpo que la hizo levantarse, quizás se tratara de pura felicidad, dispuesta a sumergirse en algún nuevo sendero de lunares aún por descubrir.
• ¡Kas, vamos, he pedido una copa para ti! - dijo Hotte sujetándola del brazo y arrastrándola hacia él – sin duda, la necesitas más que yo.
• Espera... - la sorpresa de la presencia de Hotte le impidió decir nada más.
Sosteniendo su abrigo, Lucy pudo divisar que aquel hombre delgado que había visto en la puerta minutos antes se la llevaba y no supo qué hacer. ¿Quién era?, ¿acaso había aceptado la invitación para ir con su pareja?. La observó girarse y tomar la copa que el hombre le ofrecía, estudiando cada curva de su pequeño cuerpo y sintiendo su falta aún sin haberlo tenido entre sus brazos.
• ¿Es ella? - preguntó curioso Mark.
• Sí – fue lo único que dijo sin apartar sus ojos de ella tomando asiento de nuevo.
• ¿Y qué haces que no vas a hablar con ella?... ya sabía yo que vendría – dijo adoptando una pose triunfadora - ¿Lucy?...
• ¿Qué?.
• Pero, ¿qué te pasa?, levanta tu precioso culo de la silla y ve a hablar con ella – Mark la sujetó de uno de sus brazos pidiéndole que se levantara - ¡por dios!, no me digas que estás nerviosa... ¿pero tú te has visto en un espejo?, el noventa por ciento de las personas que están aquí matarían por estar dos minutos contigo... el otro diez, mataría por mí, que también tengo derecho – la verborrea de su amigo amenazaba con no parar.
• Vale, vale, ¡cállate ya, por dios!. Mírala, ha venido con ese chico – dijo desconcertada.
• ¿Y?... tú estás conmigo... Piensa un poco Lu, si esa chica ha encendido la televisión estas semanas, habrá visto mil imágenes nuestras de lo más cariñosas, ¿no te parece? - Mark resultaba tan obvio y certero que despertó a Lucy de su letargo.
• ¡Tienes razón!, podría ser cualquiera... - volvió a levantarse dispuesta a no perder su oportunidad.
• Toma – le acercó su copa – no te vendrá mal un sorbo de valor – dijo su amigo divertido.
• Gracias – aceptó la copa y le dio un trago mientras andaba hacia aquella mujer que le robaba el sueño.
Kasia se volvió un segundo hacia la mesa donde había visto a Lucy y descubrió que ya no estaba. Quiso maldecir la hora en la que se dejó arrastrar por su amigo hasta la barra hasta que la vio, hermosa y segura, andando decidida hacia ella. Lucy volvió a sonreír y Kasia olvidó hasta su nombre.
• Hola – dijo Lucy al llegar hasta ella.
• Hola – contestó Kasia bañándose de azul una vez más.
******************
9.
Sus
ojos se encontraron con las mismas ganas que encuentra una baliza un
barco a la deriva y hubo un instante en el que se detuvo el mundo
como la primera vez que se miraron. Lucy, incapaz de moverse,
resultaba encantadora anclada a aquella misma baldosa sin avanzar
después de haber pasado innumerables entrevistas y situaciones
incómodas las últimas dos semanas. Kasia, simplemente, no había
dejado de ser ella misma ni un sólo minuto. Inmóviles sin saber qué
hacer, a nadie que las observara en ese instante se le habría
escapado que algo estaba sucediendo entre ellas. A nadie, salvo a
Hotte, claro.
- Ho... hola – dijo Hotte sin demasiado aplomo – soy súper fan de tus películas. Todas – se acercó y sin esperar le dio dos besos a modo de saludo.
- Gracias, eres muy amable – contestó Lucy saliendo del encantamiento de los ojos de Kasia.
Aprovechó
la excusa que le brindaba el saludo afectuoso de un desconocido para
permitirse el lujo de hacer lo mismo con ella, dueña de sus
pensamientos.
- Me alegra volver a verte – dijo mirándola fijamente a los ojos – no me vendría mal un poco de la calma que sentí el día que me entrevistaste – dio los pasos suficientes para quedar cerca de ella, tal vez demasiado, pero necesarios para saciar la sed.
Se
acercó despacio y besó una de sus mejillas, justo sobre un lunar
que indicaba el último paso antes de llegar al paraíso de aquellos
labios. Desde esa posición pudo respirar su aroma y clavarlo en el
tablón de olores imborrables. Se separó un instante, sonrió y besó
su otra mejilla, esta vez con menos pausa para evitar sobrepasarse.
- Veo que te acuerdas – fue lo único que se le ocurrió decir turbada por la sensación de los labios en su piel.
- Por supuesto, nunca me olvido de las sensaciones que me hacen sentir especial – ya estaba coqueteando de nuevo. No era capaz de mantener una conversación con ella sin más, la urgencia de ir más allá podía con cualquier regla de cortesía.
Kasia
sintió que se sonrojaba y sólo pudo sonreír. Al menos sostuvo la
mirada, algo que en una persona de sus características ya era un
avance. Hotte aprovechó la milésima de segundo de más que tardaba
Kasia en responder para hacer su trabajo.
- Srta. Sherrer, disculpe, ¿podría hacerles una foto a las dos para la web de la emisora? - dijo sacando su cámara entusiasmado.
- Por supuesto – contestó de inmediato. Nada la hacía más feliz que sentirla tan cerca y esa era la oportunidad perfecta.
- Hotte, no... - replicó Kasia.
- No importa, en serio – Lucy resultaba encantadora y feliz.
- Pues si no les importa acercarse – dijo Hotte quitando la tapa a la cámara.
Lucy
se separó un poco de ella para colocarse esta vez a su lado pero, de
nuevo muy cerca. Era evidente una diferencia de altura, pero a la
actriz ese detalle le pareció tierno y sonrió. No lo dudó, igual
influenciada por el alcohol, y pasó su brazo derecho por encima del
hombro de Kasia para que su mano bajara por la espalda hasta llegar a
su cintura. Hizo el movimiento despacio, sintiendo cómo la
musculatura tensa de la espalda de Kasia se relajaba al paso de su
mano y cómo el cuerpo descansaba sobre su abrazo. La locutora cerró
los ojos y vibró entera con las sacudidas de placer que le producían
cada caricia de ese recorrido.
- Kas, ¿estás bien? - preguntó Hotte despistado.
- Sí, sí - trató de decir.
Lucy
sonrió feliz. Estaba claro que la locutora no era indiferente a su
presencia y a sus caricias, ahora podía verlo y sentirlo. Kasia,
abrumada por las sensaciones, sacó el valor... quizás era sólo un
resto de locura, para devolverle a Lucy el abrazo. Con su mano
izquierda recorrió la cintura de la actriz sintiendo la postura
perfecta de su cuerpo y el calor que desprendía a cada milímetro.
Podía imaginar la estructura de su cuerpo y deseó eliminar la tela
y descubrir la piel.
- ¿Listas? - preguntó Hotte preparado para disparar – vamos una sonrisa....
Al
escuchar estas palabras Lucy sujetó con firmeza la cintura de su
acompañante atrayéndola aún más a su cuerpo, la miró un instante
con su sonrisa perfecta y sus ojos avellana luminosos como nunca
había visto ningunos y supo que el amor se debía asemejar a aquello
que estaba sintiendo en ese momento. Sonrió a la cámara y saltó el
flash.
- ¡Perfecta! - exclamó Hotte observando el resultado en la pantalla – vaya dos bellezas, ¡qué suerte tengo!.
- Gracias – dijo Kasia dejando su mano sin el hogar que había encontrado junto al cuerpo de Lucy.
La
actriz permaneció un poco más abrazada a ella y acercó su cara
suavemente a su oído inspirando una vez más.
- Gracias a ti. Tenía muchísimas ganas de verte – susurró y sonrió.
- ¿He visto un flash y yo no estaba en medio?, ¿cómo no me avisas, Lu? - dijo Mark separando a las dos mujeres y abrazando a ambas sin demasiada delicadeza - ¡ey, ahora sí, haz otra! - le pidió a Hotte.
- Claro, claro – Hotte se apresuró y obtuvo otra instantánea, esta vez de los tres.
Lucy
no entendía el comportamiento de su amigo y quiso reprocharle, pero
Mark parecía muy entretenido.
- Hola, soy Mark Helsing, el director de esa película que dicen que ha ganado un Oscar, pero llámame Mark, por favor – alargó su mano para estrechar la de Kasia.
- Encantada, Kasia Boreke, de la HAH. Hablamos hace un rato y me invitó a la cena, ¿recuerda?.
- ¡Claro!, cómo no recordarlo... Me alegra descubrir que su voz y su aspecto son la mezcla perfecta – no ocultó un repaso a su cuerpo mientras hablaba.
- Vaya... - Kasia pensó que debía llevar un par de copas de más y no le prestó demasiada atención.
- Mark, perdona, ¿podemos hablar un momento? - dijo Lucy un poco molesta por la interrupción – disculpa Kasia, volvemos enseguida.
- Mmm, creo que he hecho algo mal – hizo una mueca y guiñó un ojo a la locutora – ahora volvemos.
Los
dos artistas se separaron un poco para hablar a solas mientras Hotte
se acercaba a Kasia.
- Oye, ¿qué ha sido eso?, esa actriz parecía querer tener algo más que palabras contigo – dijo entusiasmado Hotte dándole un pequeño empujón al chocar sus hombros.
- ¡Qué va!, la gente de este mundo es muy expresiva, ya lo sabes – contestó creyendo más la teoría de su amigo que la suya propia.
- Sí, claro, por eso casi no te suelta. Pues anda que no has tenido suerte – Hotte veía una serie de imágenes de las dos mujeres en su cabeza y sonreía con la idea.
- ¡Deja de pensar tonterías y vamos a tomar algo, anda!.
Lucy
miraba a Kasia desde la distancia mientras veía cómo una silueta
exuberante de mujer se acercaba a ella.
- ¿Qué querías? - preguntó Mark atrayendo de nuevo su atención.
- ¿Que qué quiero?, ¿qué ha sido eso Mark?, has entrado como un vendaval.
¿Primero me dices que hable con ella y después vienes a interrumpirnos? - Lucy no llegaba a comprender.
- Pues verás, querida amiga, lo que he hecho ha sido conseguir que no hagas un “outing” público tu primer día de regreso a Alemania en un recinto con decenas de periodistas buscando una noticia, sobre todo tuya. Madre mía, Lu, que estabas a punto de cogerla de la mano y salir de aquí huyendo con ella – explicó su amigo.
Lucy
buscó una butaca libre y tomó asiento. Aunque le enfadara, su amigo
tenía razón, la misma razón que le había faltado a ella desde que
respiró su perfume delicado y embriagador.
- Gracias – dijo al fin – tienes toda la razón. Habría sido un escándalo nada recomendable para mi carrera, pero... es que no puedo separarme de ella, no puedo pensar un lugar mejor donde quedarme.
- Desde luego, buen gusto tienes – Mark le echó un vistazo – y ciertamente, parece especial. Tómalo con calma Lu, busca otro momento menos “vigilado” para hablar con ella de lo que quieras.
- Tienes razón. Voy a preguntarle si le apetece tomarse un café mañana conmigo – le dio un corto abrazo a su amigo – gracias de nuevo.
Dirigió
de nuevo su mirada hacia Kasia y pudo distinguir que también la
miraba. La locutora sonrió tranquila desde la distancia a la vez que
la mujer que se acercaba a ella reclamaba su atención.
- ¿Quién demonios...? - preguntó en voz alta sin querer.
- ¿La chica?, por esas curvas yo diría que es Bella, y ya sabes que para las proporciones soy muy bueno – contestó Mark orgulloso.
Una
mano la sujetó del brazo llamando su atención y Kasia tuvo que
apartar la mirada de Lucy por primera vez desde que la había
encontrado.
- ¡Kas! - exclamó feliz la chica.
- ¿Perdona? - le resultaba familiar, pero no recordaba de qué.
- Soy Bella, nos conocimos en la rueda de prensa de la película hace unas semanas. Me encanta volver a verte – sin esperar respuesta la abrazó un largo rato.
Kasia
no sabía muy bien qué hacer en estas situaciones y esta no era la
excepción. Le dio una palmadita en forma de saludo en la espalda
esperando que fuera suficiente.
- ¡Ah, sí, disculpa, me resultabas alguien familiar, pero no sabía de qué, perdona! - dijo sintiendo algo de vergüenza.
- A veces ni siquiera se acuerda de mí y trabajamos juntos, no se lo tengas en cuenta. Soy Hotte – ahí estaba el capote de su amigo.
- No hace falta que te disculpes – saludó a Hotte y volvió su mirada a Kasia – yo también soy bastante despistada, pero una sonrisa como la tuya es imposible de borrar.
- Vaya... - llevaba muy mal que la halagaran y no sabía nunca cómo reaccionar.
- Oh! discúlpame tú ahora – dijo Bella bajando un escalón las revoluciones. Aquella rubia despistada le gustaba muchísimo y quería una oportunidad – te invito a una copa.
- Yo... - pensó en decirle que estaba con Lucy, pero pensó que podía ser inadecuado – sí, claro.
- ¡Genial!, vamos, conozco un sitio fantástico muy cerca. Estoy deseando salir de aquí – aquí tenía su oportunidad. Había observado el encuentro con Lucy y sabía que tenía que sacarla de allí o no tendría nada que hacer.
- Bueno, es que... vamos, que he venido con Hotte – dijo intentando escapar de alguna forma.
- Por mí no te preocupes – Hotte no acertó a ver la súplica de Kasia en sus ojos – haré un par de fotos más y me voy a casa.
- ¡Perfecto!, vamos entonces – la sujetó de una de sus manos – gracias Hotte, encantada de conocerte.
Kasia
hizo una mueca de disgusto a Hotte y salió de allí empujada por
aquella mujer impulsiva que no sabía entender una media negativa
como un “No”. Lucy la observó marcharse y algo por dentro se
rompió un poco. No pudo disimular su gesto y Mark adivinó sus
pensamientos.
- Ya sabes cómo es Bella, no acepta un no como respuesta – dijo Mark tratando de calmar su ánimo.
- Sí, sé perfectamente cómo es, por eso me duele – dio un trago a la copa más cercana que encontró – me voy a casa, despídeme de todos por favor, estoy agotada – le dio un beso en la frente a su amigo y salió de aquel lugar.
******************
10.
La
noche se había cerrado sobre Berlín aumentando la extraña
sensación que oprimía el estómago de Lucy. Se había enterrado en
el asiento del coche con desgana y se habría dejado llevar hasta el
fin del mundo con tal de que el chófer no hablara. Disfrutando del
silencio repasó uno a uno los segundos al lado de aquella mujer que
había puesto su mundo patas arriba con sólo una mirada y una
sonrisa que inundaba sus sueños. Había podido adivinar que
compartían las ganas de verse y sentirse cerca, y que se marchara de
aquella manera lo hacía todo más confuso.
No
tan lejos de ella, Bella arrastraba a Kasia casi literalmente, al
interior de un bar de moda muy conocido por la prensa local y donde a
buen seguro encontraría algún paparazzi que le debiera un favor. No
dejaba de resultar contradictorio para la locutora que la incomodidad
se uniera al enfado al verse al lado de aquella mujer, probablemente
la mujer más hermosa que se había interesado por ella en toda su
vida. Unas semanas atrás Kasia habría pensado que su suerte
definitivamente había cambiado al conocer a Bella, sin embargo, esa
belleza arrebatadora de poco le valía a la asistente con ella.
Kasia
ya soñaba con otra, y separarse de aquella forma de ella había
cambiado su humor. Estaba dispuesta en su locura de verse envuelta en
sus ojos a ir más allá, quizás hasta lugares donde nunca había
estado y que soñaba transitar.
- Vamos, te prometí una copa y pienso cumplir – le dijo al oído cerca de la barra.
- Vale, una copa, pero después debo irme. Realmente estoy cansada – le dijo sembrando el camino de la huida.
- Ya veremos si te dejo escapar – contestó coqueta haciendo una señal al camarero – dos “sex on the beach” por favor, y dos tequilas – pidió confirmando la idea de la locutora de que el plan era emborracharla.
“Sólo
falta que se ponga la sal en el escote para que salga de aquí
corriendo” pensó intentando disimular.
- ¿Habías venido alguna vez aquí? - preguntó Bella acercándole el chupito de tequila.
- No, no es el tipo de lugar que suelo frecuentar, la verdad. Soy más aburrida que todo esto – sujetó el limón con una mano y se ahorró la sal, quizás así podría salir más rápido de allí.
- Entonces, ¿a dónde te debo llevar para conquistarte? - preguntó sin rodeos como una gata en celo.
- Vaya, no pensé que fuera esa la idea – fue todo lo que se le ocurrió decir. Pensó en Lucy un instante, el tequila bajaba por la garganta quemando todo a su paso y su cabeza no dejaba de pensar en ella.
- Por supuesto que es la idea y si no lo imaginabas, ya lo sabes – se acercó a ella buscando un beso y Kasia instintivamente se hizo hacia atrás – perdona, ya sé que este no es el lugar más apropiado.
- No, no lo es, pero ese no es el único motivo, lo siento – bebió de su copa, mientras bebiera no tendría que hablar.
El
teléfono de Bella sonó con la potencia suficiente para que ambas lo
oyeran a pesar del elevado volumen de la música.
- ¡Oh!, perdona – miró la pantalla de su móvil – tengo que cogerlo. Será sólo un segundo – intentó apartarse para hablar, pero el local estaba tan abarrotado que le resultó imposible. Su gesto cambió y a Kasia no le pasó desapercibido ese detalle.
- ¡Hola!... pensé que todavía estabas en la fiesta... ahh... sí... claro... se lo diré a Mark mañana... ¿una semana?... vale, una semana y no quieres llamadas ni eventos, entendido – Kasia advirtió que Bella trataba de no decir el nombre de su interlocutor a posta y pensó en Lucy, ¿sería ella? - ¿te irás al extranjero?, ya sabes que Mark me preguntará... vale, vale, entendido. Descansa, te noto la voz muy cansada... Adiós.
Kasia
tomó un trago a su copa intentando disimular sus pensamientos. Si
era Lucy la del otro lado del teléfono, estaba claro que no se
sentía bien, que quería desconectar de todo y de todos. Quería
salir de allí, averiguar si aquella llamada tenía que ver con ella.
Cogió su teléfono mientras Bella rebuscaba el bolso en busca de su
agenda y decidió enviarle un mensaje a Hotte. Con un poco de suerte,
quizás él aún no habría abandonado la fiesta.
- ¿Sabes si Lucy sigue en la fiesta? - fue lo único que escribió y le dio a enviar.
- Perdona – Bella cerró su agenda y la miró sonriendo – este trabajo no tiene horario definido y estos actores siempre necesitan algo – evitó una vez más decir su nombre.
- Ajá... no hay problema – contestó. En realidad, lo único que quería era salir de allí. Su lado irracional, oculto hasta el momento, sólo deseaba buscarla a ella.
Su
teléfono sonó como inspirado por sus deseos. Agradeció la extraña
manía que tenía Hotte de contestar a sus mensajes con una llamada,
como si el espacio que le ofrecían los mensajes fuera siempre
insuficiente.
- Perdona tú ahora – cogió el teléfono al comprobar el nombre de su amigo en la pantalla – dime Hotte...
- ¿Para qué quieres saber si Lucy sigue en la fiesta? - preguntó de lo más intrigado – al final va a ser verdad mi teoría y tienes algo con ella, ¡qué fuerte!.
- Déjate de tonterías y dime … si te portas bien, algún día te lo recompensaré – contestó sonriendo.
- Vale – sabía que era inútil insistir con su amiga. – No, no está, se fue prácticamente detrás de ti, ¿contenta?.
- Sí, sí...
- Pues te dejo preciosa, que acabo de salir y voy conduciendo. Nos vemos el lunes – colgó.
- Ajá… ¿en serio?, ¿y cuándo decidieron eso?, porque es la primera noticia que tengo – fingió enojarse y continuó una conversación imaginaria que iba a sacarla de allí – vale, vale, mañana nos vemos. Sí, ya sé que no es culpa tuya, tranquilo, venga... hasta mañana.
- ¿Algún problema? - preguntó Bella preocupada.
- No, es sólo que tengo que ir mañana temprano a la radio a grabar un par de cuñas para una marca que quiere que sea yo la que ponga la voz. Lo siento mucho pero debo irme, o si no mañana no seré capaz de dar pie con bola y tardaré siglos en terminar. Gracias por la copa – se levantó de su asiento apresurada para evitar cualquier otra insinuación de Bella.
- ¡Oh, qué lástima!. Está bien, otra vez será, la verdad es que yo también debería irme, mañana tengo que hacer malabarismos con la agenda de Lucy – la asistente advirtió el error de decir su nombre casi tan rápido como Kasia – vamos, que será mejor que lo haga descansada. ¿Te llamo otro día, ok? - se acercó a darle dos besos y la abrazó.
- Claro, otro día. ¿Tienes coche o necesitas que te lleve? - a pesar de las ganas de salir de allí no quería ser descortés.
- Sí tengo, no te preocupes – Bella habría preferido mentir pero esa noche no iba a conseguir nada con aquella mujer y si se iba con ella al día siguiente tendría que recorrer media ciudad para recuperar su coche y no le apetecía.
- Hasta otra entonces – Kasia se despidió con la mano y fue directa a la salida atravesando la multitud de la pista de baile.
- Hasta pronto – miró como se perdía entre la gente y soñó con volverla a ver.
Kasia
llegó a su apartamento con una sola idea en la cabeza: averiguar
dónde podría esconderse Lucy esa semana. Era una locura pensar que
podría encontrarla, pero era incluso peor pensar que sería capaz de
hablar con ella para confesar que había sido incapaz de dejar de
pensar en ella desde que la vio por primera vez. Aún así, un
instinto irracional la hizo encender el ordenador, y sus dedos
desobedecían cada orden de su cerebro que intentaba que no
cometieran la estupidez de buscar y buscar una pista fiable que la
llevara hasta ella.
Estaba
segura de que si quería huir de la presión que la rodeaba no se
quedaría en su casa. Igual pensaba viajar al extranjero a algún
lugar apartado que no supiera de su existencia, pero aún así no
dejaba de buscar. En un pequeño blog cinéfilo encontró una
diminuta biografía de la actriz que indicaba que había nacido en
Monschau, un pequeño pueblo de no más de doce mil habitantes, en la
frontera con Bélgica y lejos de casi cualquier gran ciudad.
“Es
el sitio perfecto para esconderse”,
pensó, “y
es de locos pensar en hacer setecientos kilómetros en coche para
nada”
… sacó una pequeña maleta de lo alto del armario del despacho y
la abrió. “Da
igual, valdría la pena sólo por conocer el entorno que le regaló
ese brillo a sus ojos, claro... que igual este dato está mal”,
cerró la maleta, “y
aunque estuviera bien podría llamarte psicópata y tendría
motivos”,
cabeceó hecha un lio “Kas,
vamos, si no haces algo te volverás loca toda la semana”,
abrió la maleta una vez más.
- Basta, piensa que será una particular escapada de fin de semana – dijo en voz alta mientras Menta le dedicaba una mirada de autosuficiencia.
Buscó
alojamiento para ese fin de semana en una pequeña casa a la que se
llegaba a través de un camino de tierra rodeado de hermosas
arboladas. Podría ir al centro andando por aquellos parajes
inolvidables y aunque no la encontrara, estaba segura de que su alma
encontraría la paz y el descanso suficientes.
Intentó
dormir un par de horas. Madrugaría y se pondría en camino bien
temprano. Después de buscar la mejor ruta, había calculado que
podría estar allí a la hora de comer.
En
el aeropuerto de Maastricht ya había un coche esperándola. Les
daría una sorpresa a sus padres y a su familia que seguro que no se
esperaban que regresara a casa tan pronto. Sabía que pasar una tarde
en alguna terraza del pueblo mirando el cauce del río pasar le
proporcionaría la calma que necesitaba y quizás el olvido. Volver a
casa siempre resultaba inspirador. Lo hacía antes y después de cada
película, como en un ritual sanador que limpiaba su espíritu y la
fortalecía para empezar una vez más. Sin maquillaje, con gafas y
con ropa cómoda y nada sofisticada pasaba desapercibida entre la
gente, así que a la salida, el cartel que llevaba su conductor
tampoco llamaba la atención. Un simple “Lucy S.” y sabía que
era ella. El amable señor se encargó de subir su pequeña maleta en
el maletero del coche y se pusieron en camino.
A
la entrada del pueblo pidió que detuviera el coche. El resto del
camino lo haría andando como cualquier turista perdido. Callejear
hasta su casa era un placer íntimo que añoraba estando en la gran
ciudad. Desayunó en su café favorito mientras leía el último
libro que andaba entre sus manos y prosiguió tranquila su camino a
casa. El sendero estaba más hermoso que la última vez: apenas se
desperezaba el sol de la mañana y la luz se entrelazaba con la
arboleda de entrada regalando colores a su paso. La casona se veía
encantadora, llena de enormes maceteros con flores y con un porche
renovado a la entrada. Sin duda, su padre había hecho un gran
trabajo con la reforma.
Se
desvió hacia su casa y su madre salió a su encuentro.
- Lucy, ¡estás aquí!, ¿cómo no avisaste que venías? Papá te habría ido a recoger – la abrazó regalando amor y despojándola de cualquier resto de parafernalia de alfombras rojas y botellas de champagne.
- Quería daros una sorpresa – contestó sonriendo y dejándose mimar.
- Pues me alegra mucho que hayas venido. Todos estarán felices por verte – sujetó su maleta y la invitó a seguir – vamos dentro.
- Ya he visto lo bonita que ha quedado la casona. Está preciosa – dijo mientras subían a la casa agarradas por la cintura.
- ¿Verdad que sí?, tu padre y tu hermano han hecho un trabajo increíble. Después iremos a verla y así les daremos la sorpresa. Pero primero tendrás que comer, estás tan delgada...
- Mamá...
Ni
un sólo comentario sobre la película, ni sobre los Oscars, ni sobre
nada que implicara trabajo o fama. No había duda de que había
llegado a casa.
************************
11.
La
obsesión por completar el trayecto en el menor tiempo posible había
conseguido que Kasia llegara exhausta a su destino. Sentía sus
músculos lumbares completamente entumecidos y sus piernas se
antojaban tan agarrotadas que temía no volver a caminar con soltura
hasta pasado un buen rato. No le costó demasiado encontrar el hotel,
el realidad resultaba sencillo transitar por la ciudad, prácticamente
se trataba de una gran calle central que la atravesaba de norte a sur
y que se dividía hacia derecha a izquierda en pequeñas calles
adyacentes bordeadas por un pequeño río.
Monschau
era tal y como parecía en las fotos que había visto la noche
anterior, un lugar especial y encantador para foráneos y el sitio
perfecto para vivir para aquellos que odiaban el ruido y las prisas
de la capital. Kasia seguía sin saber si su elección había sido la
correcta y sin embargo creía adivinar rasgos de los habitantes de
aquella ciudad en el carácter pausado de Lucy. Empezaba a pensar que
aunque no la encontrara, llegar hasta allí había sido una buena
idea.
Aparcó
en una pequeña explanada dispuesta como aparcamiento junto al hotel.
Se detuvo a unos metros de la entrada y fotografió con sus ojos de
miel la estampa que tenía frente a ella para guardarla después en
el álbum de lugares favoritos en algún rincón de su memoria. Se
adentró en aquella casa que parecía salir de un cuento y quedó
fascinada. La recepción tenía mil y un detalles: flores por todos
lados, un par de sillones orejeros junto a una estantería llena de
libros y revistas, un armario vitrina con una antigua vajilla en su
interior y otros objetos de coleccionista, pequeños adornos por cada
rincón y hasta una pequeña reproducción a escala de la casa. Salió
a recibirla un hombre con aspecto afable. Tenía unos sesenta y Kasia
no pudo evitar mirar sus enormes manos que indicaban sin duda una
vida ligada al campo.
- Perdone si la he hecho esperar – dijo avergonzado – un par de gallinas se escaparon y amenazaban la integridad del huerto – sonrió.
Kasia
no pudo evitar devolver la sonrisa.
- No, no se preocupe, acabo de llegar. Estaba maravillada con cada uno de los detalles que tiene en la recepción.
- Ah, sí, esas son las cosas de mi señora. La verdad es que aunque la casa sea grande y haya bastantes habitaciones, siempre hemos querido que los huéspedes se sientan como en casa, no en el típico hotel de ciudad – contestó mientras buscaba su libro de reservas - ¿buscaba habitación? - preguntó.
- Ayer hice una reserva para el fin de semana. Soy Kasia Boreke – se presentó – y es agradable saber que en un sitio así se preocupan porque cualquiera que llegue se sienta acogido, eso lo hace un lugar todavía más especial.
- ¿No conocía la ciudad? - preguntó el señor mientras repasaba el libro.
- No, es mi primera vez – contestó encantada – y creo que a pesar de ser una decisión impetuosa, ha sido una buena decisión.
- Bueno, a veces esas son las mejores decisiones, sin duda. Este hotel, por ejemplo, es fruto de una de ellas – dijo orgulloso – aquí está – señaló el nombre en el libro – me suena su nombre, ¿en serio no ha estado nunca aquí? - preguntó rascándose la frente.
- No, nunca – Kasia no pudo evitar reír – debo tener un nombre común o quizás alguna vez haya escuchado el programa de radio en el que trabajo – no quiso mentirle, el hombre le caía bien.
- ¡Ah, es eso, la radio!. Sí sí, he escuchado su programa en alguna ocasión, cuando el trabajo me lo permite. ¿Ha venido por trabajo? - preguntó intrigado.
- No, simplemente quería escapar un par de días de la ciudad.
- Se ve que no es la única – dijo el recepcionista pensativo mientras buscaba la llave de su habitación.
- ¿En serio? - preguntó Kasia interesada. Quizás y por una vez en su vida, iba a tener suerte.
- Sí, tengo un par de huéspedes que vienen por el mismo motivo. Debe ser agotador vivir en una ciudad así, yo reconozco que no me gusta nada.
- A veces resulta estresante, sí – la idea de que ella estuviera allí había sido una falsa alarma.
- Aquí tiene su llave. Es la habitación número 32, en la última planta. Le va a gustar, ya verá... la parte que da a la calle tiene el techo abuhardillado y del otro lado hay una pequeña terraza que da al patio de atrás que tiene un pequeño jardín. Es una de mis habitaciones favoritas, así que si no le gusta, haga el favor de mentirme – soltó una carcajada mientras volvía a hacer ese gesto de rascarse la frente.
- Vale, sólo con lo que me dice ya pienso que es perfecta – respondió Kasia riendo.
- Entonces no la molesto más, que descanse y disfrute usted de la estancia, señorita Boreke – alargó la mano para saludarla.
- Kasia, por favor, y gracias.
Tomó
la llave y se dirigió al pequeño ascensor soñando con un largo
baño de espuma que relajara sus músculos.
- ¡Ah, se me olvidaba una cosa! - dijo el señor acercándose a la puerta del ascensor – después de media noche no hay recepción, aunque si necesita cualquier cosa puede llamar y enseguida le atenderemos. Si sale al pueblo, podrá entrar a la casa con la misma tarjeta que abre la habitación, ¿de acuerdo?.
- Entendido. Si salgo no debo olvidarme la tarjeta si no quiero dormir al raso – hizo una señal de saludo militar mientras sonreía.
- Exacto. Sería una pena desaprovechar esa habitación – le guiñó un ojo – y ahora la dejo descansar.
La
habitación era incluso mejor de cómo se la había descrito. Era
grande y espaciosa a pesar de encontrarse en la buhardilla. La
moqueta era suave e invitaba a permanecer descalza y sentir la casa
bajo sus pies. Una cama enorme con sábanas blancas que Kasia adivinó
debían ser de algodón egipcio y más de trescientos hilos resaltaba
en el espacio, colocada enfrente de una chimenea eléctrica que debía
hacer las veces de calefacción en invierno. Un edredón
perfectamente colocado y un cubrecamas gris dispuesto en la parte
inferior, daban el aspecto elegante y confortable que buscaban en la
decoración.
Dejó
la maleta a un lado y se acercó al baño. Una pequeña cesta de
bienvenida con productos de baño naturales era el mejor regalo que
le podían hacer y sonrió al verla. Dejó que el agua caliente
llenara poco a poco la bañera y colocó algunas sales de baño cuya
etiqueta rezaba el nombre de “sensación frutal”. La habitación
tardó muy poco en llenarse de aromas frutales de primavera y algo de
azahar. Se asomó por una de las ventanas que daban a la ciudad y se
imaginó que ella estaba en algún rincón de aquel pequeño pueblo.
De repente, la lucidez que parecía haber perdido desde hacía algo
más de un día volvió y se dijo a sí misma que aquello era la
locura y la estupidez más grande que había hecho en su vida.
“¿Qué
estás haciendo?”,
se preguntó enfadada consigo misma. “No
tienes derecho a buscarla y muchísimo menos a molestarla, si por
algún casual el dato de la biografía era correcto y está aquí, tu
presencia supondrá todo aquello por lo que ha decidido retirarse
esta semana, no te verá más que como una periodista hambrienta de
noticias y un poco loca también”.
Se arrepintió de estar allí, pero no podía dar marcha atrás.
“Será
mejor que te metas en esa bañera para no salir en todo el fin de
semana”,
pensó despojándose de toda su ropa de camino al paraíso que
suponía el baño caliente. Se acomodó dentro y la caricia del agua
hizo que olvidara las casi siete horas de trayecto y hasta su propio
nombre. Cerró los ojos y la imagen de Lucy en la fiesta vino de
nuevo a sus pensamientos.
- Lucy, vamos a la casa que tu padre ya ha terminado en el huerto – gritó su madre desde la cocina – verás cuando te vea – se despojó de su delantal y sonrió satisfecha.
- ¡Voy mamá! - gritó Lucy desde el piso superior.
Lucy
revisaba que todo seguía igual en su habitación, nada había
cambiado desde que se marchó a Berlín, recién cumplidos los veinte,
a perseguir su sueño de ser actriz. Estuvo tentada de conectar el
portátil y buscar toda la información posible sobre la fiesta de la
noche anterior, pero se dijo a sí misma que si por algo estaba allí
era también por aquella fiesta, por la sensación tan maravillosa de
haber encontrado a la mujer perfecta y haberla perdido en sólo un
segundo. Pensó que habría sido mejor no atender a los consejos de
Mark y quizás habría tenido una oportunidad con ella, sin embargo
había dejado que Bella ocupara su sitio y todos sabían que la
atractiva asistente no dejaba nunca escapar a su objetivo. Se
arrepintió de sus caricias, de perderse en sus ojos como lo
hizo, ahora sabía que no tenía posibilidades y cada uno de esos
recuerdos, insignificantes y lejanos, la abrasaban por dentro.
Trató
de borrar aquellos sentimientos y bajó las escaleras corriendo.
- ¡Vamos!, tengo muchas ganas de ver a papá, a Henry, a Anne, a los niños... ¡a todos! – estaba feliz por reencontrarse con ellos.
- Anne estará ahora en la cocina y Henry ha llamado diciendo que tardaría un rato. Los niños no vuelven hasta las cinco del colegio, pero papá y Anne se pondrán felices de verte.
Salieron
de la casa y se dirigieron por el pequeño camino que unía las dos
viviendas. Su casa había sido la casa de invitados de la gran
edificación que era ahora el hotel. La habían unido a la pequeña
casa auxiliar del personal y habían construido un hermoso hogar para
su familia.
Lucy
entró en el hotel y comprobó que su padre no estaba allí. Golpeó
el llamador de la recepción reiteradamente como un huésped molesto
por la tardanza sólo por ver la cara de contrariedad de su padre y
al verlo atravesar la puerta de atrás rió con todas sus ganas.
- ¡Ahh, eras tú! - el buen hombre cambió el gesto serio por una gran sonrisa – debería aprender que siempre eres tú, los huéspedes de este hotel son más educados que mi propia hija. ¡Ven aquí, anda! - la rodeó con sus grandes brazos y la abrazó con fuerza despegando sus pies del suelo.
- ¡Papá, déjame respirar! - con sus manos alborotó su pelo y lo besó con cariño – eres peor que cualquiera de mis vestidos.
- ¡Qué bien que has venido! - dijo dejándola de nuevo en el suelo – nos vendrá bien un poco de ayuda extra, ¿verdad cariño? - le preguntó a su mujer guiñando un ojo.
- Tienes toda la razón, querido. Frank bautiza a su cuarto hijo este fin de semana y le hemos dado el día libre. Ya tenemos camarera.
- Será mejor que vuelva a Berlín – Lucy hizo el gesto de tomar la puerta de salida.
- ¡De eso nada! - su padre la sujetó del brazo – que aquí pagamos con buena comida y cama. Y hablando de comida, vamos a la cocina que tu cuñada estará preparando alguna de sus maravillas.
Lucy
era feliz allí. A veces pensaba si realmente valía la pena su
carrera, si las satisfacciones que le proporcionaba su trabajo se
acercaban siquiera a la felicidad de estar con los suyos lejos de
cualquier preocupación. Siempre que visitaba a su familia se
planteaba si había tomado la mejor decisión cuando se fue, o
simplemente si ya era la hora de volver.
********************
12.
Kasia
dio por terminado su baño una hora y un agradable sueño después.
Lo único que parecía tener claro era que no podía ir casa por casa
preguntando por ella, así que lo tomaría con la calma que parecían
haberle transmitido las sales de baño relajantes. Tomaría algo en
el hotel y saldría a dar un paseo por el pueblo después. Decidió
que no la buscaría, si estaba allí, dejaría que el destino hiciera
su trabajo. Era una decisión de cobardes, pero también tenía un
cierto aroma a romanticismo que la convencía.
Se
puso un pantalón vaquero desgastado y una cómoda camisa de manga
larga que no tardó en remangar a media altura. Se colocó el par de
zapatos más cómodo que tenía pensando en un largo paseo y se
alborotó el pelo húmedo con las manos intentando obtener el
resultado adecuado. Su pelo, tan rubio como fino y liso, apenas
necesitaba cuidados para estar perfecto, tan sólo repasar el corte
de vez en cuando.
Sus
tripas resonaron pidiendo atención. Eran casi las cuatro y aún no
había probado bocado ese día. Tomó su cuaderno de notas y un
pequeño ordenador portátil que siempre la acompañaba y bajó al
comedor. Ya estaba cerrado, pero aún así esperaba no tener que ir
hasta la ciudad para comer. Tocó el timbre y esperó. El señor que
la había recibido a su llegada apareció con una sonrisa.
- Es usted, dígame ¿en qué puedo ayudarla? - preguntó solícito.
- Verá, siento molestarle. He visto que ha terminado la hora de la comida y me gustaría saber si hay algún lugar cerca de aquí donde poder comer. La verdad es que el baño me dejó tan relajada que había olvidado la hora que era.
- ¡Ah, por eso no se preocupe!. Precisamente ahora mi familia y yo estábamos terminando de almorzar, así que si desea le puedo ofrecer un trozo del maravilloso quiché de setas y gambas y uno de los “brezel” que ha hecho Anne. Todavía está caliente.
- ¡No, por favor, no querría importunarles! - Kasia no pudo evitar sonrojarse – es su hora de descanso, gracias de todas formas. Bajaré al pueblo y comeré algo allí, no se preocupe.
- No es molestia. Está todo preparado, además, a esta hora no creo que encuentre ninguna cocina abierta en el pueblo. Por favor, tome asiento en una de las mesas del porche y enseguida volveré con la comida – abrió la puerta de la recepción y le sujetó la silla como todo un caballero.
- Está bien. Muchísimas gracias – volvía a sonrojarse.
- ¿Le gustó la habitación? - preguntó desde el marco de la puerta antes de volver a la cocina.
- Es absolutamente perfecta. Y no le miento – sonrió.
- Sabía que le gustaría. Enseguida vuelvo – cerró la puerta tras de sí y al instante volvió a salir - ¡ah, qué cabeza la mía!, ¿le apetece tomar el vino de la casa?, producimos una pequeña cantidad de botellas gracias a nuestro aún más pequeño viñedo. Pese a ello, el vino que nos proporciona la uva “Regent” merece la pena – se notaba en sus palabras lo orgulloso que estaba de su trabajo.
- ¿También tienen viñedos? - preguntó asombrada – ya veo que usted siempre tiene algo que hacer. Esta noche aceptaré con gusto esa copa de vino, sin embargo creo que ahora será mejor que no pase del agua o entre el baño y las horas que llevo sin dormir, esa copa podría hacer que cayera rendida al sueño.
- Está bien. Agua entonces, dejaremos el vino para una hora más propicia – chasqueó los dedos en señal de aprobación – ahora sí... no tardo.
Colocó
el portátil sobre la mesa y lo encendió. Daría un repaso a la
prensa digital y al correo electrónico y establecería algunos temas
para el próximo programa. Debía mantenerse al día en todas las
noticias que pudieran resultar interesantes para su trabajo, tanto en
materia política como social. En el periódico más importante de
Berlín aparecía remarcada la noticia de la fiesta de celebración
de la película, pero decidió que lo mejor era no saber nada. Había
tomado conciencia y había sentido todo lo que quería de aquella
fiesta en la forma que había tenido Lucy de abrazarla para las
fotos. En su mirada que parecía pedir algo más, incluso desde el
otro lado del local mientras hablaba con Mark. Se arrepentía de
cada decisión tomada después de esta última vez que sus ojos se
encontraron, de haber aceptado la invitación de Bella, de marcharse
del lugar como el asesino que huye después de haber hecho un daño
irreparable. Aquellos ojos azules tenían derecho a una explicación
o, al menos, a una despedida, y ella había salido de allí envuelta
en confusión y miedo.
Lucy
no podía creer que la “amenaza” de su padre de hacerla trabajar
se hubiera cumplido. Había entrado en el comedor donde charlaba
reposadamente con su familia y le había pedido que llevara un
servicio a una de las mesas del porche a un cliente rezagado. Se
levantó contrariada de la mesa para atender la petición de su padre
y molesta con el huésped que pensaba que debía estar en un “resort”
de las Barbados con un todo incluido.
- Ja ja ja – su padre se cayó de la risa sobre su silla al ver a su hija cabecear disgustada - ¡venga!, que la ciudad te ha hecho una niña muy fina.
- ¿Pero qué dices? - se volvió para contestarle – simplemente no me parece una hora adecuada, para eso existen los horarios de comedor – afirmó indicando el cartelito tras la puerta.
- He sido yo el que ha insistido. Me ha caído bien la chica y tiene aspecto de estar cansada y necesitar algo de descanso. No puedo mandarla así al pueblo, tu madre me habría puesto una falta disciplinaria, ¿verdad mi capitán? - se acercó a su mujer y le dio un suave pellizco en el brazo.
- Tienes razón, en ocasiones hay que hacer pequeñas excepciones que harán del hotel un lugar especial y recomendable – dijo tranquilamente su madre – además, la comida está hecha, no supone ningún esfuerzo, así que ¡vamos!, si sigues tardando tanto lo descontaré de tu sueldo – apoyó su espalda en el respaldo de la silla y suspiró.
- Explotadores...
- Niña remilgada – contestó su madre sin moverse.
Colocó
los dos platos de comida sobre una bandeja de camarero junto a un
servicio de cubiertos y una botella de agua y una copa. Se dispuso a
entregar el pedido sujetando la bandeja por ambos lados y salió al
comedor de esa guisa. La carcajada conjunta de toda la familia hizo
que casi perdiera el equilibrio y soltara la bandeja a su suerte.
- ¿Has perdido práctica, eh? - preguntó su padre entre hipidos de risa – creo que ya sabemos que no podrás hacer de camarera en tu próxima película sin una doble.
- Calla o provocaré un desastre – no pudo evitar reír hasta que vio tambalearse la botella – es que lo de llevar copas siempre se me dio mal.
- No hace falta que lo jures – dijo su hermano Henry – cuando de fuiste tuvimos que comprar vasos y copas nuevos porque no habías dejado una sola vajilla entera.
- Pufff – resopló y se dirigió a la puerta que unía el comedor con la recepción – allá voy. Si llego al destino, no vuelvo a servir mesas, ¿de acuerdo?, prefiero el huerto, o las habitaciones, pero nada de hacer equilibrios.
- ¡Hecho! - confirmó su padre – y ahora demuestra que mis genes han servido para algo y no te caigas bajando el escalón. Por cierto, la chica es muy guapa, seguro que te gustará – guiñó un ojo y sonrió.
- ¡Papá! - gritó y se tropezó con la alfombra de la entrada a la vez. La elasticidad que le proporcionaba el ballet hizo que pudiera mantenerse en pie y no cayera la bandeja.
- Encima que te lo digo... – hizo ese gesto tan suyo y volvió a reír al ver los apuros de su hija pequeña.
Lucy
salió del comedor a duras penas y atravesó la pequeña recepción
que daba al porche principal. Esperaba que fuera quien fuese esa
mujer, no la reconociera. Su pelo recogido y sus gafas le darían una
pequeña opción. Con un poco de suerte, entraría allí, serviría
la mesa todo lo rápido que su torpeza le permitiera y saldría de
allí sin que se percatara de su existencia.
El
amplio espacio acristalado a los lados de la puerta principal le
mostró la mujer que esperaba sentada en el porche. De espalda a ella
sólo podía ver su brillante pelo rubio que le hizo recordar a Kasia
nada más verlo. El sueño perfecto para Lucy en ese instante habría
sido que la dueña de sus pensamientos desde el día que la conoció
estuviera sentada en el porche de su casa esperando por algo de comer
y de beber.
“Deberías
dejar de pensar en ella, entre otras cosas, estás aquí para eso”,
se dijo a sí misma mientras buscaba la manera de abrir la puerta
mientras sujetaba la bandeja a la vez. Colocó la bandeja sobre su
mano izquierda y la apoyó ligeramente sobre su hombro para darle
firmeza y abrió la puerta con la mano libre. Se acercó de una
manera involuntariamente silenciosa hacia ella y la observó mientras
hacía anotaciones en su cuaderno. Por un momento sintió que le
temblaban las rodillas al observar detenidamente su perfil: el
flequillo rubio que caía sobre su frente terminaba donde comenzaba
el trazo de su nariz ligeramente alargada y que mostraba el camino a
unos sugerentes labios. El brillo del sol de una tarde de primavera
pareció detenerse en uno de sus lunares y supo que no había dudas.
Era ella.
Allí
estaba, tan centrada en sus notas que no se había percatado de su
presencia. Lucy permaneció inmóvil pensando que, quizás, si no se
movía, la visión que tenía delante de sus ojos no se desvanecería.
Probablemente su cerebro le estaba jugando una mala pasada y le
mandaba señales equívocas a sus ojos, daba igual, la idea de que
fuera ella la hacía inmensamente feliz.
Kasia
levantó la vista y vio que había alguien a su lado y supuso que se
trataba del señor de recepción. Apurada cerró el portátil y
recogió su cuaderno y los puso a un lado.
- Disculpe, no lo oí llegar – dijo recolocando las cosas sobre la mesa para dejar espacio y sin mirar arriba.
Lucy
escuchó su voz y una sonrisa se escapó hasta sus labios.
- No se preocupe, podría esperar toda la vida – dijo sin más.
Kasia
dejó de recoger la mesa y se quedó paralizada al escucharla. Cerró
un instante los ojos y tomó el valor suficiente para levantar la vista y mirarla.
- Tú... - fue lo único que se le ocurrió decir.
*************************
13.
No dijo nada. Colocó todo el contenido de la bandeja sobre la mesa en movimientos delicados, como si en cada uno de sus gestos quisiera mimar a su invitada. Dejó la bandeja sobre una pequeña mesa auxiliar y tomó asiento frente a ella. La miró como miran las chiquillas traviesas y sonrió de una forma que Kasia aún no había visto.
- Acabas de descubrir mi trabajo de fin de semana – dijo acomodándose en su lugar.
- Yo... - titubeó un instante sin saber qué decir – no sabía que necesitaras un trabajo extra.
Kasia no había pensado en su discurso si por fin la encontraba. Y allí estaba aquella mujer, dejando un quiché de setas y algo de agua en su mesa, y ella era incapaz de poner en orden el terremoto de ideas que la sacudía.
- Pues ya ves. No mentimos los actores cuando decimos que un buen actor no puede vivir de su trabajo – soltó una leve risa – come, o mi cuñada se sentirá ofendida y mi padre pensará que soy una nefasta camarera. Que soy una mala camarera es un hecho contrastado, pero la comida que prepara Anne es extraordinaria – apoyó la barbilla en su mano izquierda y la miró despreocupada.
- Ese señor que me recibió.... ¿es tu padre? - preguntó sin poder creer que hubiera elegido la misma casa como lugar de hospedaje.
- Sin duda ninguna, ese es – no cambió un ápice su postura – come – repitió.
Tomó un trozo con su tenedor y se lo llevó a la boca no sin cierta vergüenza.
- Está delicioso.
- Ya te lo había dicho. Anne es la mejor cocinera que conocerás jamás – apoyó la espalda en el asiento alejándose de Kasia dándole el espacio suficiente para que comiera a gusto.
- Mmm – saboreó un trozo más – necesitaba algo así.
- Me alegra haber sido yo quien te lo trajera – coqueteaba como esa primera vez en el hotel.
- ¿No vas a preguntar qué hago aquí? - Kasia sabía que debía ser franca con ella.
- Pues, según parece, disfrutas de una agradable estancia en un lugar encantador con una compañía... yo diría que bastante decente – ya habría tiempo para confesiones.
Kasia agradeció que no quisiera ir más allá por el momento. Sabía que en algún momento tendría que decirle la verdad, que había cometido la locura o tal vez estupidez de lanzarse a la carretera en su busca, que probablemente habría podido vivir sin ella pero que, sin duda, le gustaba mucho más su vida desde que ella había aparecido.
- Y, según parece, tú estás de visita a la casa familiar, algo que seguro llevabas tiempo deseando.
Lucy ya no deseaba nada que no fueran esos labios perfectos que le hablaban. Estuvo a punto de acabar con la farsa en ese instante, quiso ir hacia esos labios, probarlos su dulzura y degustarlos lentamente. Quiso confesar su deseo, sus ganas de sentir la piel que la rodeaba. Tenerla allí, tan cerca, había hecho que olvidara por un instante que la noche anterior había huido de Berlín después de verla salir acompañada por aquella mujer.
De repente, la duda de que no estuviera sola la asaltó.
- Pensaba que después de la noche de ayer estarías... durmiendo – dijo con el gesto algo más serio.
- Bueno, me fui a la cama temprano, igual hasta antes que tú – Kasia adivinó sus pensamientos y quiso aclararlo a pesar del juego.
- Ah... al verte marchar creí que tu noche acababa de empezar. Seguro que no era mal plan el que te ofrecían – pensarlo le hacía daño, decirlo aún más.
- No había ningún plan, no al menos con la persona que me fui – tomó un trago de agua y algo de valor – nada más pasar la puerta, sentí que perdí una maravillosa oportunidad.
- Bueno, supongo que habrán otras oportunidades, si no... habría sido una muy mala decisión.
Hubo un silencio. No incómodo, las dos mujeres dedicaron un instante a mirarse fijamente. A Kasia, descubrir a la Lucy normal, la de gafas y camiseta, le había parecido el mejor de los sueños. Su belleza estaba más allá de maquillajes y luces, era hermosa... hermosa en cada uno de los gestos desenfadados que le dedicaba y que la mostraban como una alegre chica de pueblo. El azul de sus ojos atravesaba el cristal de sus gafas de lejos para invadir su espacio y meterse dentro. Lucy soñaba con rozar su pelo rubio con las yemas de sus dedos y enredarse en ellos, en acariciar su cara para atraparla y regalarle sus labios en cada uno de sus besos.
- Ha pasado un ángel – dijo Kasia cuando notó que el silencio duraba un poco más de protocolariamente correcto.
- Yo pensaba que ya estaba aquí – dijo sin pensar.
Kasia se sonrojó y disimuló tomando un trozo más del quiché.
- ¡Pero bueno!, ¿no sólo eres una terrible camarera sino que además interrumpes a nuestros huéspedes mientras comen? - preguntó el padre de Lucy abriendo la puerta principal.
- Me temo que no coincidimos papá: ni soy una mala camarera... la bandeja y todo su contenido han llegado sanos y salvos, ni interrumpo, ¿verdad que no? - le preguntó a Kasia buscando apoyo.
- No interrumpe y mucho menos molesta – se limitó a decir.
- Papá, te presento a Kasia, la conocí en la rueda de prensa del Palace por lo de la candidatura. Kasia, este señor tan terrible es mi padre, Walter Scherrer.
- Encantado de que nos hayan presentado formalmente, señorita – alargó su mano y la saludó – aunque ya sabía de quién se trataba, su voz es inconfundible – hizo un gesto satisfecho.
- No sabía que escucharas su programa – dijo Lucy algo extrañada.
- Cariño, para un programa bueno que hacen no iba a dejarlo escapar.
- Gracias, por la parte que me toca – dijo Kasia halagada.
- Bueno, no os molesto más, simplemente quería saber si todo estaba bien. Ya que es amiga de mi hija, espero que nos acompañe esta noche en la cena, seguro que le gustará conocer un montón de anécdotas que acabarían con la imagen de chica elegante que tiene.
- ¡Papá!, no te atreverás... - exclamó enfadada.
- ¡Por supuesto que sí!, ¿por quién me tomas? - acarició la cabeza de su hija y le dio un beso – las esperamos para la cena, entonces.
- Será un placer – dijo Kasia observando la mirada de reprobación de Lucy a su padre.
- Su segundo mayor placer es ponerme en evidencia – dijo Lucy mientras lo miraba marcharse.
- No lo creo, de hecho creo que intenta todo lo contrario. Y según tu teoría, ¿cuál es el primero?.
- Disfrutar de todo esto con su familia – volvió a relajarse.
- No es mal plan.
- No, no lo es. Cada vez me gusta más estar aquí y cada vez me cuesta más volver – observó todo a su alrededor con la nostalgia de quien sabe que deberá marcharse - ¿habías estado alguna vez aquí, en Monschau?.
- No. Si a mí me parece un lugar hermoso, puedo entender que te cueste tanto cambiarlo por Berlín.
- Sería fácil vivir aquí – puso voz a sus pensamientos.
No miraba a Kasia, observaba el vaivén de los árboles con el viento y se dejaba mecer por su murmullo. Dejó caer su cabeza hacia atrás y cerró los ojos.
- ¿Y por qué no lo haces? - preguntó y al momento se arrepintió de haberlo hecho – perdona, no quería resultar la típica periodista de turno.
- No lo eres, tranquila, puedes preguntar lo que quieras – suspiró y volvió a mirarla – bueno, Berlín tiene sus cosas buenas y algunas cosas espectacularmente buenas... también merece la pena. A parte de eso, había que ser lo suficientemente inteligente como para saber que allí están las oportunidades. Yendo y viviendo habría sido todo mucho más complicado y bastante agotador. Pero, hablando de cosas agotadoras... ¿cómo llegaste hasta aquí? - preguntó directa.
- En mi coche – suspiró – es un trayecto cómodo aunque un poco largo – sonrió.
- ¿Has traído tu coche?, ¡genial!, así podré enseñarte mi lugar favorito del mundo – exclamó ilusionada – todos tenemos un lugar favorito del mundo, así que después de esto deberás enseñarme el tuyo.
- ¿Harías eso?
- Por supuesto. Si no estás muy cansada de conducir podemos ir ahora y estar de vuelta para la cena, ¿te parece?
- Claro – escuchar sus palabras la había subido a una especie de nube y se dejaba llevar.
- Vale. Voy a darme una ducha y a cambiarme de ropa, no puedo llevarte a un sitio tan especial con el uniforme de camarera – le guiñó un ojo y se puso en pie – prometo no tardar – se acercó y le dio un fugaz beso en la mejilla.
Kasia acarició su mejilla mientras miraba cómo se perdía por el camino que llevaba a su casa. No recordaba en qué momento se había embarcado en aquella locura y apenas recordaba su vida antes de la mujer de los ojos del color de arrecifes de coral. Tomó un trago más de agua e inspiró buscando ese extra de valor necesario para soportar tenerla tan cerca.
********************
14.
Lucy
volvió a su lado quince minutos más tarde con una increíble
expresión de felicidad. Llevaba unos ajustadísimos vaqueros que
resaltaban cada curvatura de su perfecta anatomía y una camiseta
negra con unos sugerentes labios serigrafiados y a la altura de los
pechos una petición que a Kasia le resultaba irresistible: “kiss
me”.
Unos
ojos miel cargados de deseo y algo de impaciencia la miraban sin
apenas disimulo por mucho que su dueña intentara controlarse. La
observó acercarse y no se percató de que sus labios dibujaban una
sonrisa de felicidad más que evidente. Lucy la vio sonreír y
mirarla de aquella forma y supo que no había dudas, sólo necesitaba
encontrar el escenario perfecto, para que aquello que
irremediablemente iba a suceder entre las dos fuera además,
inolvidable.
- No he tardado demasiado, ¿verdad? - adoptó un gesto ingenuo evitando sobresaltar a una ensimismada Kasia.
- Eh... no, no, qué va... - acertó a decir.
Kasia
borró como pudo la sonrisa atontada de su rostro y trató de
resultar normal o, al menos, de este planeta. No solía costarle
tanto trabajo, y podía notar que estando junto a aquella preciosidad
de largas piernas y sonrisa de infarto no conseguía lograrlo.
- ¿Nos vamos? - preguntó Lucy de pie junto a ella sujetando una pequeña mochila.
- ¿Qué llevas ahí? - preguntó curiosa al percatarse de ella y poniéndose en pie.
- Algo que nos hará falta en el lugar al que vamos – contestó misteriosa.
- No sé si debería preocuparme – terminó de colocar su cuaderno en el bolso y sacó las llaves del coche.
- Conmigo a tu lado no debes preocuparte de nada – contestó sonriendo traviesa.
- Está bien – murmuró sin demasiado convencimiento.
- Ah!, ¿no me crees? - fingió estar ofendida y caminó sin detenerse hacia la salida.
Kasia
no podía evitar reír al verla caminar en dirección contraria. Lucy
la escuchó reír y fue consciente de que se enamoraba
irremediablemente de forma absoluta y total de la dueña de aquella
risa.
- ¡Eh! - la llamó divertida - ¿vamos a ir en caballo?, porque juraría que por ahí se va al establo. El aparcamiento está hacia el otro lado – le gritó riendo.
Lucy
se detuvo y se mantuvo de espaldas a ella. Kasia sabía que reía,
podía ver el movimiento de sus hombros que indicaban que intentaba
controlarlo.
- A mí lo de ir en caballo no sé si me parece una buena idea – continuó – ya sé que es más ecológico y eso, pero los caballos y yo nunca hemos tenido una relación muy amistosa.
La
joven actriz se volvió y la miró riendo. Se rendía ante aquella
mujer que desarmaba cualquier muro o barrera que levantara con sólo
una mirada. Volvió andando hacia ella, que permanecía en el mismo
lugar mirándola divertida y pensó en liquidar cualquier duda allí
mismo, en tomarla entre sus brazos y callar por un instante su risa
con un beso. Kasia pareció adivinar su intención y dejó de reír
algo nerviosa.
- Vale – pasó a su lado con gesto digno y Kasia pudo sentir que el aroma de su piel perfumada recorría su cuerpo – pero yo juraría que la última vez el aparcamiento estaba hacia ese lado – le guiñó un ojo y siguió andando.
Kasia
sintió un escalofrío delatador y fue tras ella. Habría ido hasta
el mismísimo fin del mundo feliz de tenerla a su lado. Apretó el
mando a distancia y las luces del coche dieron la bienvenida a su
invitada.
- No sé si llegaríamos antes en caballo – se burló.
- ¿Te estás burlando de mi pequeño Volkswagen Up?, quizás no puedas entrar en un utilitario por contrato, había olvidado lo petulantes que pueden llegar a ser los de tu mundo – le devolvió la broma.
- ¿Esa es la imagen que tienes de mí? - se subió sin más demora en el coche y se ajustó el cinturón de seguridad - ¿ves?, mi flamante culo de estrella de cine no ha sufrido ningún percance al subirme a tu minúsculo coche.
- No lo he comprobado – se atrevió a ser descarada – pero me alegra que me lo digas. ¿Podemos irnos?.
- Sí, por favor. Tenemos que atravesar la ciudad, así que vamos en dirección al centro.
Las
dos mujeres se pusieron en camino en silencio. Lucy trasteaba con la
radio y buscaba en la guantera algún cd de música que le apeteciera
escuchar. A Kasia verla así, tan natural, registrando sus cd's la
hizo sentir bien. Eligió uno y se acomodó.
- Mmm – murmuró.
- ¿Qué pasa? - preguntó Kasia intrigada.
- Pues que es cómodo y todo – se relajó y cerró los ojos.
- Vaya, al final hasta te gustará.
- Si tiene que ver contigo, no lo dudo – contestó sin abrir los ojos.
- Eh... - Kasia buscó algo que responder pero no supo. Simplemente se sonrojó y dio gracias mentalmente porque Lucy mantuviera aún sus ojos cerrados.
Lucy
notó cómo se removía nerviosa a su lado y sonrió. Nunca había
conocido a nadie así, con esa mezcla perfecta de timidez, encanto,
inteligencia y belleza. Desde el primer momento en que la vio, con su
pelo alborotado y sin saber muy bien cómo actuar supo que merecía
la pena formar parte de su vida, que era alguien especial. La tenía
justo a su lado, con mover ligeramente su mano podría acariciar la
suya y sentir el calor y el tacto que tanto deseaba. Apretó el puño
y suspiró.
Llegaron
a la parte alta de la ciudad, a la base de lo que había sido un
castillo medieval. A simple vista parecía un montón de ruinas y
Kasia no pudo evitar su gesto de desconcierto. Detuvo el vehículo
junto a lo que parecía el gran portón de entrada y apagó el motor.
- No puedes entender qué tiene este lugar para que sea mi lugar favorito del mundo, ¿verdad? - preguntó al ver la cara perpleja de Kasia.
- Bueno, no sé... es un sitio bonito. El bosque que atravesamos es precioso y en su época de esplendor debió ser un lugar increíble, pero si te soy sincera, ahora mismo me cuesta verlo – se encogió de hombros temiendo ser demasiado sincera.
- Debes tener fe – dijo Lucy bajando del coche – y confiar en mi buen gusto, eso hablaría bien de ti – cogió su pequeña mochila y la abrió.
- Ah, no es aquí...
- Efectivamente – sacó dos pequeñas linternas y le dio una – la última vez aún podía pasar – se rascó la frente igual que lo hacía su padre – espero no quedar mal.
Bordearon
lo que parecía había sido uno de los muros del castillo hasta
llegar a una pequeña puerta oculta tras ramas algunas ramas secas.
- Por aquí debía escaparse la princesa para reunirse con su amado plebeyo – Lucy empujaba con fuerza intentando abrir la puerta.
- ¿Esa es la historia? - preguntó Kasia intrigada.
- No... pero habría sido bonito, ¿no crees? - un empujón más y la puerta se abrió – no temas, es completamente seguro.
- Te creo... bueno... casi... - Kasia encendió la linterna y la siguió.
Subieron
una larga y estrecha escalera de piedra que parecía subía a lo alto
de una de las dos torres que aún quedaban en pie.
- Descubrí esta entrada hace unos años por casualidad. Me encanta venir aquí, ya verás... Trato de ocultar la entrada para que no la encuentre ningún desalmado que quiera destrozar lo poco que queda en pie de esta maravilla – llegaron a lo más alto y abrió otra pequeña puerta – ya puedes apagar la linterna.
Observó
a su alrededor mientras recuperaba el aire que se había dejado
subiendo a la torre. Era un espacio amplio y redondo y en dirección
al bosque se encontraba lo que podía haber sido la base de alguna
especie de catapulta o defensa de la época. No había nada más.
- Ahora cierra los ojos – le dijo Lucy acercándose a ella.
- ¿Vas a tirarme? - preguntó Kasia después de cerrarlos.
- No me tientes. Anda, calla – Lucy se colocó detrás de ella y acercó la nariz a su cuello. Inspiró el aroma que tanto había echado de menos y se apoyó un instante con ambas manos en sus caderas.
Kasia
sintió el peso de su cuerpo apoyado firmemente en sus caderas y una
punzada atravesó una vez más su estómago. Podía notar las
cosquillas que provocaba la nariz en su cuello y se erizó por
completo. Lucy apartó sus manos y las colocó sobre sus ojos pegando
su cuerpo a la espalda de Kasia y sintiendo cómo se acoplaban a los
espacios.
- Mmm – el mar de sensaciones que la recorrían no la dejaban hablar con coherencia. Respiró – ahora camina tres pasos hacia adelante – susurró en voz baja cerca de su oído izquierdo.
Obedeció
a pesar de la excitación que le provocaba el roce de su espalda con
unos pechos firmes y cálidos, a pesar del más sexy de los susurros
y de que era incapaz de pensar desde que sintió las manos de Lucy
sobre su cuerpo. Llegó hasta el borde del muro y Lucy la detuvo.
- Aquí. ¿Estás preparada? - le preguntó otra vez susurrando a sabiendas de lo que provocaba en aquella mujer.
- Sí... claro – dijo sin demasiado convencimiento temiendo que se separara de ella.
Lucy
tomó el riesgo por bandera y la estampa que tenían frente a ellas
como escenario para sus sueños y no se apartó. Apartó sus manos de
los ojos acariciando suavemente sus mejillas y rodeó el pequeño
cuerpo de Kasia con sus brazos en un abrazo lleno de calor. Apoyó la
barbilla sobre el hombro derecho rozando con su mejilla su cuello.
- ¿Qué te parece?, ¿ha merecido la pena? - preguntó sin moverse un milímetro.
Kasia
seguía sin abrir los ojos, y se habría quedado así... dejándose
llevar por las sensaciones. Abrió los ojos y vio una imagen
espectacular: se podía ver todo el pueblo desde lo alto, mezclado
entre árboles, tejados de teja negra y pequeños tramos del río que
aparecía y desaparecía entre las casas. Más allá del pueblo se
perdía la vista entre montañas y verdes praderas que miraban cómo
desaparecía lentamente el sol del atardecer. El lugar era precioso,
lleno de destellos de colores que surgían del encuentro de la luz y
la naturaleza.
- Es... perfecto – dijo Kasia tras un largo rato.
- Sí que lo es. En invierno es incluso mejor, se puede ver el mercadillo de navidad lleno de luces mezclado con la nieve... tal y como dices... es perfecto – hablaba sin moverse un milímetro de su sitio. Había adoptado aquel cuerpo que abrazaba y le daba calor como el mejor de los hogares, donde quedarse y soñar.
Kasia
se giró y se aferró a ella evitando que Lucy dejara escapar el
abrazo.
- No me has entendido. Es perfecto porque todo esto es lo que tú eres... porque forma parte de ti, porque te invita a soñar... porque estás tú.
Tomó
su cara entre las manos y la acarició suavemente perdiéndose en sus
ojos. Lentamente rozó con sus dedos sus labios mientras dibujaban
una sonrisa que esperaban pacientes unos labios que saciaran su sed.
No se detuvo como no se detenía la marcha del sol del oeste tras las
montañas y por fin la besó. Sintió que el mundo se detenía al
sentir el roce de sus labios, al saborear el deseo y la suavidad de
cada movimiento lento y acompasado. Sus labios habían sido creados
para encajar entre ellos y en cada uno de sus sueños. Lucy se aferró
aún más al cuerpo que abrazaba y soñó que nada era imposible
mientras ella estuviera allí.
******************
15.
Se
detuvo un instante. No sabía el tiempo que llevaba entregada a la
tarea de descubrir cada rincón de aquella boca impaciente que
buscaba sus labios, no podía pensar. Cerró los ojos y trató de
respirar porque estaba bastante segura de que llevaba mucho tiempo
sin hacerlo y sin embargo no parecía importarle.
Una
legua húmeda y juguetona acompañada de unos labios que reconocía
volvieron a posarse sobre los suyos pidiendo una nueva oportunidad,
mientras unas manos que ahora notaba firmes en su cintura la atraían
pegando sus caderas a las de la mujer que besaba. Cedió el permiso y
la voluntad a la vez que un casi inaudible gemido salía de su
garganta.
"Oh,
dios, de modo que así es como uno se siente cuando va a morir
electrocutado"
pensó con el poco raciocinio que le quedaba.
-
¡Oh, dios! - dijo esta vez en alto mientras intentaba separarse de
Lucy - tenemos que parar o... - se sonrojó sólo de pensar en
terminar la frase.
-
¿O...? - Lucy ronroneó y trazó una línea de nada castos besos
desde la base del cuello hasta el lóbulo de la oreja para terminar
apoyada ahí mismo, inspirando y tratando de rebajar un poco su nivel
de excitación.
Kasia
acarició su pelo con una mano y suspiró tratando de resultar
convincente.
-
Se ha hecho muy tarde - por la oscuridad que las acompañaba, debían
llevar más tiempo del que pensaban en aquel lugar - no quiero que tu
familia se preocupe - inspiró una vez más - deberíamos volver.
-
Humm... - odiaba darle la razón, cuando lo que más le apetecía era
dibujar con su lengua líneas húmedas en el cuerpo de Kasia - muy
húmedas - dijo en alto sin querer.
-
¿Cómo dices? - preguntó Kasia sorprendida.
-
Que tienes razón, que la humedad de la noche hará que cojamos un
fuerte constipado y te dejará afónica - dijo aún sabiendo que
aquello no habían quien se lo creyera.
Se
separó a duras penas de aquel cuerpo cálido y sensual y le dedicó
la mejor de sus sonrisas. Kasia no pudo evitar sonrojarse a pesar de
que aquella sonrisa maravillosa le decía que todo estaba bien. Muy
bien.
-
¿Nos vamos entonces? - preguntó casi pidiendo permiso.
-
Si no hay más remedio... - carraspeó mientras parecía rememorar
alguno de los besos que acababa de recibir - esto... sígueme, y pisa
con cuidado, no me gustaría que sufrieras un accidente y tuviéramos
que quedarnos aquí hasta el amanecer... bueno... - se detuvo un
instante que encendió las mejillas de Kasia hasta un rojo intenso -
...no, definitivamente el dolor no ayudaría - terminó por decir
traviesa.
Kasia
carraspeó y dio gracias a la noche cerrada que las acompañaba y que
impedía que su cara se pudiera ver a millas de distancia. Lucy se
echó a reír divertida y una piedra mal colocada casi la manda al
suelo.
-
¿Estás bien? - preguntó Kasia sin saber si tirar de ella como lo
hizo la había ayudado a mantenerse en pie o se había hecho daño.
-
Buenos reflejos - contestó Lucy - no ha sido nada. Sigamos.
Sin
ninguna otra sorpresa a modo de trampa llegaron al coche. Ambas
mujeres se subieron en silencio, como si una extraña calma, o quizás
decepción por tener que dejar de hacer lo que hacían, se apoderara
de ellas.
-
Kasia... - comenzó a decir Lucy mirando al frente mientras trazaban
el camino de vuelta.
-
No, no digas nada - se adelantó a decir - no hace falta que digas
nada. Ha sido algo... maravilloso... no quiero ponerle explicación,
ni quiero ponerle etiqueta.
Kasia
permanecía concentrada en una carretera que no conocía y su voz no
sonaba tensa ni contrariada, así que Lucy supo que todo estaba bien.
No dijo nada más, se relajó en su asiento apoyando su mano derecha
en la ventanilla y cerró los ojos. Quiso llevar a su mente los
recuerdos y las sensaciones que acababa de vivir con aquella mujer y
una mezcla de felicidad y excitación se apoderó de su cuerpo una
vez más. Lo que aquella pequeña mujer la hacía sentir era algo
nuevo, no era sólo curiosidad, no era sólo deseo, claro que había
sentido todas esas cosas antes, pero esto era diferente, tenía un
matiz que Lucy no podía distinguir pero que sin duda le gustaba.
-
Lucy, ¿me escuchas? - oyó como a lo lejos.
Se
recompuso en su asiento y miró a su conductora.
-
Sí, sí, perdona - un pequeño lunar posado distraídamente en su
oreja derecha fijó su atención.
-
Te preguntaba si voy bien o me acabo de perder del todo - apenas
podría concentrarse y maldecía su ataque de responsabilidad que las
llevaba de vuelta al hotel.
-
Va usted muy bien, Srta. Boreke - dijo amasando las palabras en su
boca, como si las dijera perezosamente, rememorando besos y pidiendo
más.
Su
voz era tan sensual, tan sugerente, que Kasia se revolvió en el
asiendo tratando de calmar el rayo que acababa de bajar por toda la
espalda y amenazaba con provocarle un orgasmo allí mismo. Sin querer
golpeó el volante haciendo sonar el claxon. Lucy sonrió divertida y
se dijo a sí misma que no se iba a conformar sólo con los besos que
había disfrutado esa noche.
-
Vaya, ¡por fin llegan! - dijo su padre al verlas entrar al comedor -
ya estaba pensando en coger a Fillipe y salir a buscarlas.
-
¡Papá! - rezongó Lucy indignada mientras tomaba asiento al lado de
su madre - ¿tú sabes que Fillipe no podría seguir el rastro de una
mofeta, verdad?.
-
¡No digas eso!, menos mal que el pobre Fillipe no está aquí para
escuchar semejante disparate - dijo mientras servía una copa de vino
a Kasia que los miraba fascinada.
-
Da igual que estuviera papá, porque primero, es un PEEE RRO, y
segundo, además de mal olfato, su oído tampoco es que esté para
muchas fiestas - bebió de su copa y miró un instante a Kasia
negando con la cabeza.
-
Debería desheredarte - cogió su copa - pero primero brindemos y
disfrutemos de la cena, ya firmaré luego - le guiñó un ojo a su
hija y chocó su copa con la de su hija - nos encanta que estés
aquí, ¡salud!.
-
¡Salud! - dijeron todos casi al unísono.
La
cena resultó deliciosa y la compañía aún más. Kasia había
disfrutado de cada bocado con un apetito que no era común en ella,
pero al hecho de llevar prácticamente todo el día sin comer se le
había unido el torbellino de sensaciones que había vivido y que la
tenían en una especie de constante montaña rusa desde que se había
encontrado con Lucy esa tarde. Durante la cena se habían dedicado
alguna que otra mirada, alguna que otra sonrisa, pero Kasia intentaba
por todos los medios que nadie de los que allí se encontraban se
dieran cuenta de la fascinación que sentía por aquella mujer.
Lucy
hablaba distraída con su madre y su cuñada, que le preguntaban por
su experiencia en Los Ángeles y Kasia no pudo evitar mirarla desde
una cómoda distancia. Era hermosa, aún más con ese aire
despreocupado y natural que le daban su viejo suéter y sus gafas de
pasta. Parpadeó un instante pensando que igual su cerebro funcionaba
igual que una cámara y podría guardar exactamente esa imagen que
tenía delante. Suspiró algo cansada, las horas de viaje le habían
hecho un recordatorio a sus riñones y a su espalda.
-
Bueno - dijo levantándose de su asiento - creo que es hora de que me
retire y les deje en familia. Muchas gracias por la cena, ha sido
deliciosa - miró sólo un instante hacia Lucy que parecía no estar
de acuerdo - casi tanto como la compañía.
-
No es necesario que se vaya ya - dijo la madre de Lucy amablemente -
y gracias a usted por acompañarnos.
-
Realmente siento que mi espalda me pide un descanso - se disculpó -
hasta mañana a todos.
-
Buenas noches... Srta. Boreke - dijo Lucy desde el fondo del comedor.
Otra vez esa forma de llamarla, otra vez esa respuesta automática de
su cuerpo.
Kasia
la miró con cierto temor a que dijera algo inadecuado.
-
Gracias... por... por el paseo, Lucy - se limitó a decir.
-
Ha sido un placer... Kasia.
Kasia
habría jurado que la manera en la que pronunció su nombre era lo
más parecido a sentir las manos de Lucy sobre su cuerpo
desnudándola. Se giró, invadida por esa idea en la cabeza, y salió
del comedor en dirección a su habitación.
-
Es mona la chica, ¿eh? - dijo Walter sin más.
Lucy
se tapó la cara con las manos y apoyó su cabeza en el hombro de su
madre.
-
¡Walter! - le reprendió su esposa.
-
¿Qué?, ¿es que sólo yo tengo ojos en la cara o qué? - le dio
otro sorbo a su copa - venga, hora de recoger.
*****************************
16.
Kasia
cerró tras de sí la puerta de su habitación con la sensación de
haber dejado abandonado en el piso inferior de aquella gran vivienda
todo lo que deseaba. Se apoyó agotada dejando caer el peso de su
cuerpo sobre la puerta y cerró los ojos tomándose un segundo para
respirar, simplemente respirar.
No
se había detenido a pensar con serenidad todo lo que había pasado
ese día. Desde la locura de coger su coche y hacer unas cuantas
horas de viaje hacia un lugar desconocido - sólo por el simple hecho
de haber leído en una biografía absurda que esa era su ciudad natal
- sin la certeza de encontrar a una mujer que turbaba sus
pensamientos y nublaba sus sentidos, hasta el hecho de haberse
encontrado con ella y disfrutado de los primeros besos más
increíbles que había vivido nunca, para después, eso sí,
obligarse a detenerse y evitar así llegar tarde a una cena con toda
la familia de ella.
"Todo
muy normal Kasia, sí sí",
se dijo tomando asiento al borde de su cama y dejándose caer hacia
atrás para disfrutar del confort de un colchón más cómodo de lo
que esperaba.
Se
quitó los zapatos sin molestarse en cambiar de posición y trató de
relajarse. Como un resorte saltaron a su mente los besos, el calor de
sus caderas junto a las de aquella mujer... sus ojos azules
chispeantes, su sonrisa que invitaba a más y el calor de su cuerpo
abrazado a ella. Una extraña mezcla de deseo y calma se apoderó de
ella. Más deseo que calma, habría deducido después intentando
recuperar su nivel normal de raciocinio.
"¡Basta!",
se obligó a parar, "mañana
aclararás todo lo que tengas que aclarar con ella".
Se puso en pie y fue hasta el baño. Se dio una ducha caliente
intentando reanimar sus músculos cansados y salió dispuesta a
dormir lo que quedaba de noche, cuando un ligero golpeteo en su
puerta la hizo erguirse. "No
puede ser ella, no puede haberse atrevido con toda su familia
danzando por ahí"
se dijo a sí misma sin demasiada fe.
Enrolló
y ajustó una enorme toalla blanca alrededor de su cuerpo desnudo y
se aseguró de que estuviera bien sujeta y no le jugara una mala
pasada. Respiró hondo tratando de poner una lazada que contuviera a
la manada de caballos que cabalgaban libres en su estómago y abrió
la puerta.
-
Vaya - dijo Lucy mirándola sin disimulo de arriba a abajo desde el
otro lado de la puerta - venía a ver si necesitabas algo - mintió -
no esperaba este recibimiento... - se mordió instintivamente su
labio inferior en un gesto muy explícito que no pasó desapercibido.
-
¿Qué haces aquí? - Kasia respondió mientras intentaba medio
taparse medio sujetarse bien la toalla a la altura de sus pechos -
tus... tus padres... - la simple idea de que sus padres aparecieran
por allí la hizo ponerse muy nerviosa.
Lucy
parecía tener toda la intención de quedarse a vivir allí mismo,
frente a la puerta abierta de su habitación con ella medio desnuda
en frente. No se movió.
-
¡Lucy! - la llamó Kasia exasperada al ver que la miraba y que sólo
hacía eso, mirarla.
No
dijo nada, no se movió. Kasia la agarró del jersey y la empujó
dentro de la habitación cerrando la puerta con menos sigilo del que
ella habría querido.
-
¡Oh, venga, esto no me puede estar pasando! - dijo Kasia mientras
decidía si no habría sido mejor idea empujarla hacia el pasillo y
poner la puerta entre las dos.
-
Esto... - Lucy parecía responder al fin a la comunicación con sus
neuronas - tampoco hacía falta que me empujaras, si me hubieras
invitado habría pasado igual... que no es que sea un vampiro y
necesite invitación - la parte en la que la verborrea de Lucy se
abría paso para ocultar los nervios Kasia la desconocía - vamos,
que... que estoy encantada con que me hayas invitado... a tu manera -
sonrió obligándose a callarse.
-
No me tomes el pelo - la respuesta de Kasia sonaba casi a súplica.
-
No, no, jamás - Lucy reaccionó y la miró a los ojos.
Dio
un paso y se acercó a Kasia lentamente.
-
No, ¿qué haces? - Kasia se planteó dar un paso atrás pero sus
piernas no respondieron.
-
Oh, espera... ya sé qué pasa... - dio un paso más hacia ella - es
de justicia admitir que no estamos en igualdad de condiciones - se
quitó lentamente el jersey y lo tiró a un lado.
Debajo,
una camiseta obscenamente ajustada que acariciaba sus curvas y
permitían a Kasia hacerse una idea bastante cercana de las formas
sensualmente redondeadas de Lucy.
-
Siento no haber reaccionado antes - susurró mientras se quitaba sus
zapatos y los ponía cuidadosamente a un lado - pero es que estás
tan... - desabrochó el botón de su pantalón mirándola fijamente a
los ojos - ... estás tan preciosa... que no podía respirar.
Las
palabras salían de los labios de Lucy y Kasia podía observar cómo
se formaba cada letra en sus labios, cómo se convertían en sílabas
y después en palabras. Estaba hipnotizada y no podía más que
deleitarse con aquella mujer.
Dejó
caer los pantalones al suelo y se detuvo para que Kasia la observara.
El hecho de que sus ojos marrones se volvieran casi amarillos de
deseo al mirarla, provocó una sacudida de placer en Lucy que apenas
pudo disimular. Se moría de ganas por abrir su regalo envuelto en
aquella toalla blanca y dio el pequeño paso que faltaba para
colocarse a unos centímetros de su cuerpo.
-
Lucy... yo... no... - acertó a decir Kasia mientras sentía cómo el
calor se apoderaba de la habitación.
-
No puedes decirme que no lo deseas - susurró a escasos milímetros
de sus labios - puedo ver en tus ojos que me deseas... tanto como yo
te deseo a ti... - amagó con darle un beso en ese instante, pero se
contuvo a pesar de las ganas.
Kasia,
desprovista de toda resistencia, se abalanzó sobre aquellos labios
saciando el deseo que la ahogaba. Enredó sus dedos entre mechones de
pelo oscuro una vez más y la atrajo hacia ella por más, porque
quería más y no podía ni quería parar.
-
¡Oh!, desde que te vi esta tarde sentada en el porche, no he dejado
de pensar en ti, en cómo sabrían tus labios - acertó a decir Lucy
entregándose a un beso más profundo, buscando con su lengua la de
ella, intentando saciar su sed.
Lucy
se aferró al cuerpo de aquella mujer con la necesidad urgente de
descubrir el sabor de su piel mientras la besaba. Kasia se detuvo y
dio un paso atrás. Lucy la miró tan desconcertada como desamparada
ante la súbita separación de sus cuerpos.
No
dijo nada. Se puso a la distancia adecuada para que pudiera
observarla una vez más y dibujó una sonrisa en sus labios que Lucy
aún no había visto en aquella mujer. Soltó el cierre improvisado
que había colocado sobre sus pechos para sujetar la toalla y ésta
cayó sin más al suelo. Lucy maldijo a la toalla por caer con esa
ligereza, como si no hubiera disfrutado del roce con la piel más
deliciosa que ella hubiera visto en su vida.
La
desnudez de Kasia hizo que una descarga incontrolable la recorriera
de nuevo y sintió como se humedecía aún más.
-
Eres preciosa - dijo mientras observaba a Kasia acercarse - dios, no
puedo creer la suerte que tengo.
La
calló un beso largo y profundo. El tacto de sus manos contra la piel
desnuda de Kasia llevó la urgencia a sus deseos y la llevó entre
besos húmedos hasta la cama. La tumbó entre besos por el cuello y
caricias que erizaban igual que excitaban a la mujer desnuda.
-
No puedes ni imaginar cuánto te deseo - dijo colocando sus rodillas
a ambos lados de Kasia y sentándose sobre ella.
Se
detuvo a observarla desde su nueva posición mientras podía sentir
cómo el calor la abrasaba bajo sus caderas. Su piel blanca salpicada
de preciosos lunares, envolvían unos pechos suaves y perfectos.
Acarició los costados lentamente mientras la miraba y vio cómo los
pezones rosados se erguían solícitos de atención. Lucy no pudo
evitar agitar sus caderas sobre las de Kasia al ver esos pechos
endurecidos, lo que provocó un gemido de placer en la rubia.
Antes
de lanzarse a saborear cada rincón de aquella mujer que la
enloquecía, decidió eliminar la poca ropa que le sobraba. Hizo un
movimiento lento, como un baile imaginario e intencionado sobre el
sexo desnudo de su amante, mientras se deshacía de su ajustada
camiseta dejando sus pechos excitados a la vista de la mujer que
tenía debajo de ella.
Kasia
no pudo evitar los gemidos de placer que le provocaba el roce de su
sexo contra la ropa interior caliente y húmeda de Lucy y sujetó sus
caderas para evitar que dejara de hacerlo.
-
Ohh, Lucy, creo que no podré aguantar mucho más... - dijo
completamente excitada.
-
Mi niña hermosa - dijo Lucy sin detener su movimiento y acercando
sus labios a los sugerentes pechos - déjate llevar - pasó su lengua
descarada por uno de sus pezones y Kasia arqueó su espalda y ahogó
un largo gemido.
El
sabor de su piel... la sensación de placer al chupar y jugar con sus
pezones y el sonido de su gemidos enloqueció a Lucy que aumentó la
intensidad de su movimiento al borde ella también de un intenso
orgasmo. Kasia cerró los ojos y Lucy subió hambrienta de sus
labios. Sujetó su cara con ambas manos y la besó.
-
Mírame - suplicó Lucy entre besos profundos.
Volvió
a besarla una y mil veces más sin detenerse y observó cómo Kasia
tenía el orgasmo más increíble que había visto nunca. Sus pupilas
amarillas se dilataron y contrajeron a la vez que pequeñas sacudidas
recorrían su cuerpo y multiplicaban sus sentidos. No podía dejar de
mirarla fascinada mientras la respiración de la joven locutora
volvía lentamente a la normalidad.
- Eso ha sido... simplemente increíble – dijo Lucy besando una vez más sus labios – eres increíble.
Kasia
no podía hablar, bloqueada por un extraño placer culpable y
avergonzado, por tener aquella mujer tan hermosa sobre ella besándola
y ofreciéndole amor y pasión a partes iguales. Ella no era así, no
se iba a la cama con la primera mujer que se pusiera en su camino y
le dijera cosas bonitas. No buscaba relaciones de una noche para
calmar sus ganas y ni siquiera era capaz de coquetear con
desconocidas en la barra de un bar sin sentir que el ridículo habría
una zanja bajo sus pies para luego enterrarla.
Sin
saber muy bien qué hacer, optó por sujetar a aquella mujer
increíble por la cintura y la hizo girar para cambiar la posición y
tumbarla en la cama. Estiró todo su cuerpo, mitad sobre un costado
de Lucy, mitad sobre el colchó y enterró su cara en el cuello de su
amante, entre tímida y mimosa.
- Lo... lo siento – se atrevió a decir sin mirarla – tenía tantas ganas de sentirte que no he podido controlarme.
No
sabía porqué se estaba disculpando, eran dos mujeres adultas que
deseaban estar juntas. Pero lo hizo.
Lucy
sonrió mientras la tomaba entre sus brazos y la pegaba más a su
cuerpo.
- ¿Crees que yo no lo quería? - preguntó divertida sujetando con su mano libre su cara para que la mirase a los ojos.
Kasia
la miró y se perdió un poco más en sus ojos. Lucy agarró con su
mano la muñeca de la de su amante y la movió hasta su sexo,
cubierto aún por sus pequeñas bragas.
- ¿Crees que esta humedad no la has provocado tú? - hizo que notara al contacto con las yemas de sus dedos lo mojada que estaba – creo que me tienes así desde el preciso momento en que te vi por primera vez.
Kasia
sintió una nueva descarga de placer al escuchar sus palabras y se
colocó un poco más sobre ella, con sus piernas atrapó la pierna
derecha de Lucy y colocó su sexo aún sensible tras el orgasmo sobre
el muslo de su amante. Lucy pudo notar como mojaba su piel y pensó
en lo mucho que le gustaba aquella mujer.
Una
caricia hambrienta se metió bajo la ropa interior buscando su trofeo
y Lucy no pudo evitar que su cuerpo reaccionara cuando sintió que
unos dedos calientes entraban en contacto con su clítoris hinchado.
Kasia se abandonó al goce cuando la notó tan excitada y mordió
todo el trayecto desde su cuello hasta el pezón derecho, jugando con
él mientras su mano no dejaba de recorrer con parsimonia
intencionada su sexo ansioso.
- Me vas a matar – dijo Lucy presa del deseo.
- No puedes morir – contestó entre juegos con sus pechos – todavía me quedan muchos rincones de tu cuerpo por descubrir – dijo mientras lanzaba sus labios sobre el costado y aumentaba el ritmo de su mano para después casi detenerse.
- ¡Ahh...! – evitar el grito de placer era inútil – sabes que me vengaré – dijo clavando una de sus manos en la espalda de Kasia.
- No esperaba otra cosa de usted – dijo mientras atrapaba sus labios una vez más entre los suyos.
Aumentó
el ritmo mientras la besaba con unas ganas endiabladas y Lucy se dejó
ir hasta el clímax mientras intentaba sentir el contacto en cada
milímetro de su piel. Se aferró a aquel cuerpo que ardía y se dejó
quemar. Kasia permaneció un momento inmóvil y retiró con cuidado
la mano de ese sexo que palpitaba y parecía pedir clemencia. Suspiró
satisfecha y se dejó caer cobre el cuerpo inmóvil de aquella mujer
perfecta prestándose a mantener el calor que las unía. Cerró los
ojos y todo se volvió más lento según se iba pausando la
respiración.
- Creo que no podría moverme aunque quisiera – dijo Kasia muy lentamente.
- Yo no dejaría que te fueras – respondió sin dejar de acariciar su espalda.
- Qué bien que estemos de acuerdo – un pequeño beso sobre el pecho que sostenía su cabeza mientras sentía que el sueño vencía por K.O. técnico.
Lucy
acertó a coger la esquina de la manta que había a un lado y en un
movimiento suave acertó a taparlas a medias a ambas.
- Sí que está bien, sí – acertó a decir antes de caer en un sueño donde la mujer que abrazaba era la protagonista.
***********************
oooooooh my car!!!!! Eres increible! me encanta así que ya puedes ir siguiendo señorita o me vas a oir!! xDDDDD gracias por lanzarte a por el osito de chocolate ^^
ResponderEliminarfic nuevo yeiiii , woooow me gusto mucho :D y me encanto el nombre del critico de cine jejeje igual ke el actor gringo .. tres capitulos para abrir me gusto y gracias , un gran saludo ....
ResponderEliminar<3<3<3 alpha <3<3<3
Me encantó Zeni!!!! Danke :))) Ahora a esperar el próximo capitulo!
ResponderEliminarwhao felicitaciones!!!!!
ResponderEliminarconfieso que hace un tiempo tenia en mente una historia que tenga que ver con una locutora de radio y estaba entre kasia o lucy!! no puedo creer que esto este pasando! de lo que había imaginado esto es 100veces mejor! a la historia que tenia pensado!
Saludos desde Perú
Que maravilla leer cosas nuevas y que tengan un inicio tan atrayente. Te felicito y aqui estaremos pendientes de lo proximo. Caro_ Francia
ResponderEliminarHay zuki que bien que volviste a escribir... ya nos tienes a todas pendientes; interesante comienzo a ver donde nos llevan esta parejita esta vez jajajaj.
ResponderEliminarGracias por vuestros comentarios!!. Espero que disfruteis de la nueva historia y de paso sacaros algunas sonrisas, que en tiempos como estos, siempre viene bien. Intentaré tardar poco entre capítulo y capítulo, I promise ;)). Y Pucci, veremos por dónde salen y si realmente tienen algo en común que no sea esa atracción inicial O_o ... ni yo lo sé, jeje.
ResponderEliminarVane, gracias por la ayuda en todo este lio del blog (equipo de alto nivel el espartano ;) ).
Un placer colaborar para que tanto talento pueda ser disfrutado por todas!
EliminarAqui no hay opción de "Me gusta" a los comentarios... jaaaajajaja ;))
Eliminark corto se me hiso sube mas porfavor me muero de ganas por leer mas de esta historia.
ResponderEliminark corto se me hiso, me muero de ganas por leer mas de esta historia sube mas porfavor.
ResponderEliminarabsolutamente genial
ResponderEliminarZuki!!!!!! Genial, super!!! de haber sabido antes te habria dado unos cuantos ositos jaaaajajajajaja. Me alegra mucho tenerte de vuelta como escritora, Esparta es lo mejor, Que grupo y que talento!!! Gracias por seguir ayudandonos con esta Jemmadicción!! ;))
ResponderEliminar*-*!!!!!!!!!! OMG!!! No tengo palabras...Puffff INCREÍBLE!!!!! NO, ESPERA, INCREÍBLE ES POCO, LO SIGUIENTE DE INCREÍBLE!!!
ResponderEliminarEsperando ansiosamente el siguiente cap!!
Oooohhhh!!!! Esto progresa adecuadamente!!! Genial, como siempre en vosotras, es un inmenso placer leeros!!! ;o)
ResponderEliminar¿Como haré para encontrarte?... uy que bonito. Pinta bien, yo que pensaba que se tendrían que quedar encerradas en la habitación del hotel por una amenaza terrorista o algo de eso jajaja... no en serio, me encanta zuki;))
ResponderEliminarPucci.
jajajajaja, me acabas de fastidiar una de las ideas para "arrejuntarlas", que lo sepas, jajajajaja. Bueno, llegado el momento, igual las dejo encerradas ;))
EliminarOhhh lo siento. Tu encierralas de todas formas;)))).
EliminarPucci
En el ascensor que fijo es la que le da comida al gato
EliminarMakeys.
definitivamente me gusta. quiero leer mas. ¿cuando el próximo?
ResponderEliminarZuki, debes leer (si no lo has leído ya, claro) "El lado ciego del amor" hay dos versiones de ese libro, las dos están muy bien, creo que te gustarán.
ResponderEliminarMakeys.
Dos versiones de "El lado ciego del amor"? No lo sabía, me quedé en la primera creo...está bien ese libro, pero creo que le falta "algo"...
ResponderEliminarZuki, and the Oscar ...
Si has leído sólo la primera versión si le falta algo, pero en la segunda versión ese "algo" esta muy bien escrita jajajaja
EliminarCreo, pero no estoy segura, que puedes encontrar las dos versiones en "la teta feliz"
Makeys.
De todos modos hay ciertas diferencias no solo ese algo, estan bien las dos versiones
EliminarMakeys he leido por encima la segunda parte y si que tiene ese "algo" que le faltaba a la primera jajaja; a ver si me lo leo de nuevo entero...
EliminarQueremos más!! por favor, esta muy, muy interesante la historia.
ResponderEliminarGracias,
Carolina
Me ha encantado la historia.. ojala luego publiquen otro capitulo.
ResponderEliminarMuy buena, felicitaciones por tener un gran blog!
Saludos
Wooow estoy desesperada... he entrado todos los días al blog para ver si han actualizado la historia y todavía nada! ooohh por favor no me hagan sufrir por tantos días de espera.
ResponderEliminarEl comienzo de la historia está muy bien. Felicidades por tan buena historia, espero que sigas escribiendo y que subas algún capítulo que queremos mas.
ResponderEliminarmuy buena historia.....pero hasta cuando va a llegar la continuacion??????
ResponderEliminarsaludos desde Mexico!!!
Chris-México!!!
¿Cada cuanto suben capítulos o actualizan las historias?
ResponderEliminargracias y Ojala haya alguna respuesta... saludos
Hola Carmen:
ResponderEliminarTe contesto yo misma, eso depende de cada autora y sus circunstancias; de si están más ocupadas o les visitan mas o menos las musas jajaja. Lo que se me ocurre que podéis hacer para no estar cada día entrando y en vilo es suscribiros a los comentarios de los fics que os gusten, encontrareis los enlaces al final de cada fic y asi os llegará la actualización enseguida al correo...las autoras podemos comentar que hemos subido capitulo nuevo en nuestros propios comentarios para hacerlos llegar. Yo lo tengo enlazado al móvil y llega enseguida.
Muchas gracias por responder, Haré lo que me recomiendas y nuevamente muchas gracias por el tiempo que se toman todas las autoras y las que participan en la página. Excelente labor.. Saludos desde Chile =)
Eliminar¿Cuándo van a publicar más capítulos? Realmente es una historia prometedora... :(
ResponderEliminarJezabel/México
Hola a todas.
ResponderEliminarMil perdones por tardar tanto en actualizar, pero me había bloqueado un poco con la historia y me he liado otro poco con otras cosas. Espero recuperar un poco el ritmo (a ver si me dejan ;) ) y no tardar tanto.
Pucci, mil gracias por estar al tanto :). Y Vane, no sé porqué en la edición me hace una sangría en el texto que yo no le he pedido ¬¬, cuando puedas échale un vistazo, tú que todo lo puedes en este blog, jajajaja.
Espero seguir alimentando vuestro interés ;). Nos leemos pronto.
Sufro síndrome de abstinencia por esta historia, asique aunque acabas de publicar y te pido perdón por esto... no tardes en continuarla por favor.
ResponderEliminarAl fin!!!. Que teníamos monillo Zukiii, esa fiesta y su encuentro promete, si es que Emma se decide a ir....
ResponderEliminarMmm, me da en la nariz que no se va a atrever a ir ;-p... ya veremos.
ResponderEliminarNooooo!!! por favor, ve a la cena Kasia...como disfrutas haciendonos sufrir Zuki_ jejeje Gracias nuevamente y animo que escribes genial. Carolina. F
ResponderEliminarPara cuando mas ??, muy buena la historia
ResponderEliminarAaaaaaaaawwww cada vez más emocionante!!, Con mucha ansias a la espera del próximo capitulo. Muchas gracias!
ResponderEliminarY como dicen unos comentarios más arriba.. Ánimos!!! Que escribes genial y que cada día esta historia se coloca más espectacular
Saludos desde Chile
Buenos días!!. A ver, disculpas en primer lugar por este fondo blanco en estos últimos que no sé porqué no hay forma de quitarlo ¬¬. Y en segundo lugar, sé que alguna se acordará de mi madre por dejar el capítulo así, pero se merecen un capítulo aparte, así que paciencia ;))
ResponderEliminarOhhh!! Aunque me esococieron los ojos leyendo, ha valido la pena y el siguiente sera un mas esperado. Gracias, Carolina
ResponderEliminarPaciencia, paciencia, paciencia....Uhmmmmmmm....pero aquí estaremos esperando:P. Gracias Zuki!!!
ResponderEliminarZeniiiiiiiiiiiii!!!!!!! Me encanta como llevas la historia! Acabo de leer los ultimos 4 capitulos (Si, venía un poco atrasada con la lectura XD) y ahora... no nos dejes asi, pleaseeeee!!! Escribe amiga, escribe :))) Gracias!
ResponderEliminarZuki!!!! Queremos mas!!!! Esto tiene buena pinta!!! Me encanta!!!!!!!!!!
ResponderEliminarUn poco más ;) Gracias Vaneeee!!!, si no es por ti, dejo ciega a más de una :))).
ResponderEliminarDios!! Bella no la lies antes de que empiece y este caracter de Kasia me pone de los nervios, ya se dejo hacer de esta? Gracias Zuki_
ResponderEliminarCarolina- F
dios miooooo ¡¡, necesito mas, yaaa ¡¡ jajaaj, muy buen la historia, me encanta
ResponderEliminarHum....gostei muito...quando vamos ter a segunda parte dessa história? Estou ansiosa !!!! Beijos. (Janete - Brasil).
ResponderEliminary el otro capitulo cuando?
ResponderEliminarJajajaja, hasta que no acaben las olimpiadas no habra mas capitulos, Zuki es una fan de los deportes, que buena historia como todo lo que escribes, gracias Zuki, a ver si España ganas mas medallas y nuestra escritora no regala un par de capitulos buenos, jajajaja
ResponderEliminarPUES OJO: HOY SE TERMINAN LA OLIMPIADAS :D ASI KE YA ME GUSTARIA VER CAP. NUEVO .. SIN PRESIONAR OBVIO :p JAJAJA PEROOOO ES KE NOS TIENEN MUY ABANDONADAS :p
ResponderEliminar<3<3<3 alpha <3<3<3
pd MEXICO CAMPEON OLIMPICO EN FUTBOL YEAH .. TENIA KE PONERLO ;) TIENEN KE ENTENDERME ESTOY MUUUUY FELIZ POR ESO :D
Buena la historia... me gusto mucho... cuando la actualizaran????
ResponderEliminarcontinuad la historia porfavor!
ResponderEliminarSiiiii por favor -.-
ResponderEliminarwwwooo.. muuuy buena historia y cada vez mejor!! continuaaala porfaaaaaaaaaaaaaaaaa!!! una historia asi merece un buen fin!!
ResponderEliminar--ZzAiRiSs-- Mexico
me encanta
ResponderEliminar
ResponderEliminarHOLA a todos.
Estan muy bien estas historias, son super entretenidas y algunas de ellas son buenisimas y objeto de libro. Yo misma compraría muchos.
Pero es una pena leer cuarenta lineas cada mes, puedes estar un año entero para leerte una historia entera con lo que imagino que vamos perdiendo adeptos ya que no hay una continuidad establecida. ¿Cómo es posible que entre capitulo y capítulo pueda pasar más de un mes? se olvida todo lo leído hasta el momento junto con su interés
Era comentar mi pesamiento y sin ánimo alguno de ofender a nadie, digamos que es una crítica constructiva sobre algo que me gusta mucho.
Saludos.
Sonia
Opino lo mismo que Sonia!
ResponderEliminarTienes razón Sonia, creo que nunca habíamos coincidido en demorarnos tanto las autoras y a la vez... Pero son las circunstancias de cada cual, las vacaciones o las musas, todo. Discupadnos, me imagino que cada una tendrá Su razón, pero teneis que comprender que esto lo hacemos pq nos gusta y no por obligación y teneros ahi motiva, claro, pero no estan facil como parece ponerse y dar sentido a una historia, a veces sale rodado y otras no sabes para donde tirar o no sale nada.
ResponderEliminarBueno, en mi caso deciros que no tardare en publicar y que la playa ha sido la culpable de mi tardanza... Entre otras cosas.
Tomados las historias como un regalo chicas y quizás para la proxima mejor plantearnos no publicar hahasta q este terminada. Es una opción..
Saludos
Puccini
Tienes razón Sonia, creo que nunca habíamos coincidido en demorarnos tanto las autoras y a la vez... Pero son las circunstancias de cada cual, las vacaciones o las musas, todo. Discupadnos, me imagino que cada una tendrá Su razón, pero teneis que comprender que esto lo hacemos pq nos gusta y no por obligación y teneros ahi motiva, claro, pero no estan facil como parece ponerse y dar sentido a una historia, a veces sale rodado y otras no sabes para donde tirar o no sale nada.
ResponderEliminarBueno, en mi caso deciros que no tardare en publicar y que la playa ha sido la culpable de mi tardanza... Entre otras cosas.
Tomados las historias como un regalo chicas y quizás para la proxima mejor plantearnos no publicar hahasta q este terminada. Es una opción..
Saludos
Puccini
Lo de publicar hasta que este terminada la historia me parece lo mejor, es lo mismo que ha pasado en la teta feliz y es una lastima que quedaron un monton de historias inconclusas igual que aqui como por ejemplo con rebeca rosas blancas y otras. Ya se te arma un jaleo de pendientes en la cabeza que a la hora de salir uno nuevo capitulo tienes que volver para atras. De todos modos insisto en que no habra manera justa de agradecer lo que hacen todas estas personas por entretenernos y hacernos volar la imaginacion. Un abrazo y que "LAS MUSAS LAS ACOMPAÑE". Carolina
ResponderEliminar
ResponderEliminarClaro que es de agradecer a todas aquellas que escriben y de verdad animaros a que sigais haciéndolo porque ....olé.... lo hacéis fenomenal y quien sabe si algun dia paso por una libreria y me encuento alguna obra publicada.
Pero quizás también me apunto a lo que habeis propuesto de esperar a que este terminado para publicar pq es una pena que nos metememos tanto en la historia y después nunca se publica nada más... pero muchos besazos a las escritoras y felicitaciones por el trabajo hecho,
Sonia
Hay historias como esta que nos atrapan.. que nos divierten.. y algunas veces nos inspiran.. pero se que hay momentos en que esa inspiración comienza a agotarse y es una pena... porque historias bonitas como esta merecen continuar.. ya sea que se tarden un poquito, porque se que esto de escribir no es nada facil.. toma su tiempo y mas si lo hacen asi de bien.. solo espero que esta escritora no abandone su historia al grado de no continuarla mas.. seria muy triste.. pero weno.. por algo son las cosas..
ResponderEliminarMe encanta tu historia.. continuala vale? aunque te lleve tiempo.. nosotras.. las verdaderas lectoras.. sabremos esperar.. porque sabemos qyue merece la pena..
-ZzAiRiSs. Mexico-
Hola!
ResponderEliminarPor fin llegó un capítulo nuevo, y no abandono no, simplemente mis neuronas se habían ido de vacaciones una temporada y entre unas cosas y otras se me han echado las semanas encima. Siento la demora, como dice Pucci, a veces no sabes para dónde tirar con una historia y necesitamos algo de tiempo.
Espero que sigáis disfrutando de las historias, porque como los niños, hemos vuelto al cole y seguro que cogemos ritmo pronto.
Saludos.
Zuki ...al fin vuelves... Me alegro compi:))). A eso se le llaman ovarios, a los de Kasia directa a por lucy jaja ( quién pudiera :p..).
ResponderEliminarGracias niña.
Uno más...
ResponderEliminarPucci, a ver si Kasia se ha equivocado de ciudad...
Zuki!!!! Calla, calla, no me hagas vaijar aún...... q si eso es asi te pillo y veras , jaaajajaja gracias, está superrr!!!! ;))
EliminarOtro... Saggi, puedes estar tranquila ;)), al menos de momento.
ResponderEliminarCapítulo 13. Seguimos la próxima semana ;)
ResponderEliminargenial estuvo buenishimo !!! me encanto aaaa pero se kedo en lo mejor agrrrrr un semana de espera bueno ni modo a esperar ;) ..
ResponderEliminar<3<3<3 alpha <3<3<3
maravilloso! genial! sigueeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee
ResponderEliminarQUIERO MASSSSSSSSSS!! esta super interesante!!!!!!!!
ResponderEliminarCapítulo 14 para empezar esta semana. Que lo disfrutéis :)
ResponderEliminarEs super interesante esta historia, en serio genial. Espero poder leer el siguiente capitulo pronto
ResponderEliminarSaludos desde Madrid
Hola, me gustaria saber si algun dia van a terminar lo que empezaron, no lo entiendo como pueden ser asi, si no sabes si lo terminas no empiezes pero no nos dejeis asi, no se pone un dulce en la boca y despues se quita
ResponderEliminarHola a todas!.
ResponderEliminarPrimero, pedir disculpas (muchas y variadas) a quien se haya sentido estafada porque la historia se quedaba a medias. No era mi intención y no pretendo soltar excusas acerca del porqué del abandono.
Es cierto que sufrí un cierto desenamoramiento por la historia, pero releyéndola ayer, creo que es de justicia seguir con ella y terminar lo empezado.
Si te apetece, vuelve a echarle un vistazo y retómala conmigo. Igual descubres que te gusta y hasta me perdonas ;)
Hola no te desenamores es muy entretenida y sé que con tu imaginación la vas a dejar como flor de piel, va seguir siendo sensacional, estoy esperando con ansias que agregues el restante de la historia, te lo agradecería
EliminarHola zuki animo sigo esperando que la actualices me encanta esta historia la releo y contra releo y me encanta cada vez más animo tú puedes ya ha pasado un par de años hazlo por tus seguidores
ResponderEliminar