martes, 6 de diciembre de 2011

Física, Química y Piel ( 2ª parte)

DERECHOS RESERVADOS®Memo.

Dios!!! Pasó la mano por sus rostro desesperada… todo se estaba moviendo a un ritmo vertiginoso, hace sólo dos semanas atrás no tenía noción de la existencia de la academia y ahora albergaba entre su brazo y su pecho a la profesora de baile. A la misma persona que intentó alejarla de su puesto, quien le había dado a entender que odiaba a las personas de su tipo por metódicos y predecibles, aquella que seguramente se alimentaría de nuevas aventuras todos los días, quien había aparecido en el medio de la noche pidiendo dormir acompañada.
Siempre enmascara de niña y armada de mujer… una combinación letal para cualquier infeliz, un duelo a muerte para el más adinerado de los caballeros y la demencia hasta para el más cuerdo de todos. Rozó suavemente su mejilla olvidando que sólo basta un roce para despertar el sexo y las ganas animal de morirse en ella, aún a sabiendas de lo vano que muchas veces puede ser el esfuerzo.
Emma aguantó la respiración mientras la morena buscaba una mejor posición entre sus brazos…
“Opuestos”… recordó, al sentir el calor húmedo su mano al colarse bajo su camiseta. Pensó en cada unas de las leyes acerca de la atracción de los cuerpos ¿Sería eso? Una ley universal rigiéndolas, una cuestión meramente física e inevitable, dado a que la atracción que sentía por ella no la podía negar… Un argumento demasiado científico para el desequilibrio mental… “Opuestos y paralelos”… al igual que las rectas ¿En qué donde podría chocar ella con Jennifer? En un punto, en el infinito o en una cama??? En un universo curvo e irreal dentro de su mente??? … Demasiado geométrico para lo que no posee forma…
Acomodó un mechón detrás de su oreja y se permitió mirarla sin reparo, para guardar su imagen y reproducirla en su cabeza las veces que quisiera. Allí dentro, al lado de las fantasías y de los mejores recuerdos.
Ringgg, ringgg, ringgg… el sonido incesante de un teléfono la despertó de unos de los mejores sueños.
Lo primero que hizo fue mirar a su costado esperando encontrarla a su lado en la cama pero no estaba y el endemoniado teléfono no dejaba de sonar. Fregó con fuerza sus ojos, no acostumbrada a tanta claridad por la mañana y miró los dos ventanales sobre el techo… pensó que quizás se encontraba en el baño y miró a la puerta que supuso que sería la del baño, anoche todo estaba demasiado oscuro y la verdad no había reparado en ningún detalle.
Cerró los ojos y volvió a recostarse al escuchar insistir nuevamente al teléfono, de pronto, unas llaves en la puerta de entrada, unos pasos apurados y un: …Emma Müller…
- Buenos días Lara!!! No, No… no estoy enferma… es sólo que tengo unos pendientes personales y se me hace imposible ir hoy… Gracias por preocuparte… Sí, mañana, sí… – Se preguntó ¿quien demonios era esa tal Lara? ¿Su hermana, una amiga o la persona que dejaba marcas en su cuello? Y recordó al instante su vida, su trabajo de mañana, la cuenta bancaria y todas las cosas que no sabía aún de ella. Sintió frío y llevó las colchas por encima de su cabeza ¿Cómo la miraría a la cara después de lo de anoche? ¿Estaba avergonzada de sus actos? No!!! Ella no era así… se destapó con fuerza mientras se incorporaba, debía hacerse cargo de la situación… pensó que decir y terminó por acostarse una vez más y taparse… cinco minutos para tomar coraje. – Mierda!!! – dijo entre dientes.
Escuchaba cada unos de sus movimientos, la puerta de la habitación estaba abierta, lo primero fue el sonido de sus zapatos al dejarlos caer al piso, los talones golpeando contra la madera mientras caminaba por los pasillos y el crujido de las bolsas de plástico ¡Qué buen humor por la mañana! ¡Dios! El ambiente rápidamente se cargó de aroma a café, exquisito, se revolvió en la cama mientras se abrazaba a la almohada, podría vivir así por siempre, con el olor a café, a la mañana y a Emma.
Frenó en seco cuando vio la mesa de la cocina, allí, sobre un mantel blanco, había de todo, todo lo necesario para un desayuno. Emma estaba de espaldas, enjugando algunas tazas sobre la mesada.
- Veo que has despertado – le dijo sin girarse. Se preguntó, una vez más, si la rubia era media adivina o si ella era demasiado escandalosa???
- Sí… - No sabía cual era el paso a seguir… sentarse, quedarse de pie, marcharse??? – Eh… Eh…
- Café??? – se giró y quedó algo cortada al verla, estaba sólo con su blusa y sus piernas tan sólo cubiertas por la ropa interior – di… di… dime – se estaba poniendo colorada y lo sabía, sentía el calor recorrer todo su cuerpo en forma de recuerdo, aún sentía aquella piel abrasando la suya cuando entre sueños Jenny había decidido enredar sus piernas – como lo quieres y… – se volteó para darle la espalda una vez más – yo lo preparo…
Jenny la veía buscar nerviosamente la taza en los estantes ¿Qué demonios le pasaba ahora? – Negro??? – No pediría ninguna ostentación y ni haría un chiste de mal gusto, era tan cambiante, no trasformaría la buena energía en enojo por nada.
- Ok… lo preparo mientras tú te vistes – Jenny se miró y cayó en la cuenta de que no llevaba sus pantalones.
Mierda!!! Masculló de camino a la habitación. Era obvio que verla media desnuda la ponía nerviosa pero no la quería de esa manera, la necesitaba tranquila y a gusto sino jamás aceptaría nada de ella, una cena o dormir por las noches. Cuando tomó su pantalón de la silla vio el bolso y recordó para que lo había traído. Inhaló una gran cantidad de aire mientras pensaba en lo que la arrastraba hasta sus orillas, el calor y la fantasía de poder abrigar ¿Cuándo había comenzado a sentirse de esta manera?
La taza estaba humeante sobre la mesa en frente de una Emma que estaba concentrada leyendo un libro. Al instante se le vino la imagen de su padre, no con un libro sino con el periódico, cada desayuno en familia era igual. Pudo ver como la miraba y esbozaba pequeña sonrisa, quizás agradecida de que llevara sus pantalones, cerró el libro y le indicó con la mano que tomara asiento. Era una persona rara, de hábitos marcados y extraños, anticuada en algunos aspectos, de poca habla y de bondad infinita.
- No sé tus preferencias – estaba sirviendo unos vasos con jugo de naranja – así que he comprado de todo un poco. Aquí tienes – y le acercó el vaso
- No es necesario…
- Eres mí invitada… claro que lo es – Invitada? Se preguntó Jenny, las cosas no habían sido así!!!
- No soy tu invitada, me invité sola anoche – el tono se había elevado al igual que la tensión en su rostro
- Es cierto – Emma sabía que había que hacer algo, de una vez por todas, con todo esto – pero yo acepté que te quedarás – posó a un lado su taza y su plato, el desayuno no había empezado y ya estaba finiquitado – ¿Qué es lo que te quita el sueño? – fue al grano, llamando a la ira que Jenny tanto se empeñaba en dormir.
- Tú… – vio como se cerraba sus ojos lentamente, las palabras comenzaron a inundar sus ojos color miel.
- Yo… yo… – Su expresión era rara, parecía que no tenía como defenderse
- No tienes que decir nada… ¡Dios¡ – se puso de pie y comenzó con sus pasos nerviosos y tembleque corporal – Crees que yo busqué esto??? – se acercó hasta ella rogando por el entendimiento – No… no lo busqué… Y mira cómo estoy!!! – se señaló – Yo soy la que no duerme…
- Lo siento – dijo con la cabeza gacha
- No lo sientas!!! – y una lágrima de impotencia comenzó a bajar por su mejilla – No te disculpes, por favor… No te responsabilices – a veces esa cordialidad que comenzaba a adorar lastimaba su piel, quizás no sabía nada acerca de su vida pero ya era conciente de sus flechas, del efecto que causaban y de en cual lugar en su cuerpo se clavaban, el estómago y la garganta siempre estaban desprotegidos ante sus palabras.
- No tenía idea de que algo como esto pudiera pasar – se paró porque le daba la espalda – Jamás pasó por mi cabeza nada de esto!!! – intentaba explicarse – No sé como manejarlo… – bajó su voz gradualmente comprendiendo que por más que gritase hay palabras que no siempre son entendidas…
Sabía que era un manojo de nervios y que estaba haciendo todo lo posible por controlarlos, tensaba sus brazos mientras miraba hacía la ventana, el mundo o la realidad siempre lastima, más aún cuando lo que quieres es una completa fantasía. ¿La haría llorar cada vez que dijera una verdad? Era hermosa, fuerte, descarada… y valiente, la valentía que no residía en su persona la podía ver en frente de ella, de espaldas y de cara, a la decepción.
- Cómo podemos solucionarlo??? Qué necesitas??? – preguntó la rubia mientras se acercaba hasta ella
- A ti… – la escuchó murmurar – A ti…– y se lo dijo a la cara mientras soportaba el llanto – y no sé por qué… No tiene que ser así!!!
- Cámbialo, no dejes que sea así si no quieres – más de eso no podía decir
- Piensas que no lo he intentado??? – la encaró algo en sus palabras la irritaba, quizás la incomprensión o la ligereza con la que Emma tomaba el asunto – Piensas qué estoy conforme??? Qué me gusta estar de estar manera???
- Cómo quieres estar??? – Tal vez, si ella se lo decía lo podría conseguir
- Como antes… sin ti, sin tu perfume, sin tus pies descalzos y sin esa boca – se la señaló llena de rabia – Pudiendo dormir, sin pensarte, sin preguntarme quien demonios eres a cada segundo – la tomó del cuello – Sin desearte… – Y con fuerza y premura la llevaba hacía su boca.
Sintió la resistencia sobre sus hombros y rápido quitó las manos de entre sus cuerpos, tres pasos bastaron para apoyarla al filo de la mesa, se escuchó el crujido de la vajilla al cimbrón y el aliento cargado de miedo que Emma emanaba acariciando sus labios. No sabía que era lo que quería hacer con ella, pero a su sangre le agradaba el poder y esa perfección y haría cualquier cosa con tal de tenerla, y no importaba si eso significaba forzarla.
- Qué demonios estas haciendo conmigo??? – y rozaba sus labios al hablar pero no los besaba. No era fácil obligar, las consecuencias importaban y mucho. Las lágrimas bajaban una a una perdiéndose debajo de la fina línea de su mandíbula, el cuerpo convulsionado y la frente pegada a la de ella. Sintió los brazos de Emma querer contener los espasmos e intentó zafarse pero allí estaban insistentes, dominadores y con más fuerza que los de ella. Y se rindió, cayó en un abrazo y envuelta en la calma de su respiración, acercándose a lo que más contrariada la tenía, a la mezcla entre la atracción y la repulsión, y a lo desconocido.
- Shhh – Emma apretaba su cuerpo tratando de hacerla olvidar aunque sea por el momento – Shhh – Llevó su cabeza hasta su hombro y obligó a los brazos de la morena que la rodeasen. No pretende ofenderla, sólo desea frenar eso tanto las quiebra por dentro, deseando olvidarse del dolor que comparten por un segundo y deseando con todo lo que tiene, que el tiempo se detenga – Ya esta… – comienza a ver como la retención cede, como los temblores disminuyen y como el movimiento de su pecho se hace manso.
Levanta su cabeza suavemente obligándola a que la mire, a que vea lo que hay en sus ojos… “Temor y preocupación”… decidió Jenny, mientras posaba sus manos en la cintura de Emma vinieron las ganas de besarla, eso era la locura, pensar que ella podría convertir a través de besos y caricias la pasión en amor. – Te deseo – susurró en su oído y posó un suave beso en la marca de su cuello, en este momento no importaban los amores ni los amantes, sólo ellas…
Vio lo rozado de las mejillas, la estaba intimidando con la sinceridad, y acarició su rostro para confirmarlo. Sus ojos se clavaban en cada milímetro de piel que encontraba, en aquella camisa blanca y en los botones que dejaban entrever su pecho. – Miénteme y dime que también me deseas – susurró pegada a sus labios mientras tiraba de su cintura para pegarla todo lo posible – Miénteme!!! – exigió mientras mordía el labio inferior de la rubia – Vamos, Miénteme… – apretaba los dientes con dolor cada vez que lo decía.
- No… no puedo – logró decir Emma mientras se acercaba, esta vez ella, a aquellos labios temblorosos – No puedo… hacerlo… lo siento – la besó muy distintamente a lo que había hecho la otra vez, suave, degustando la carne y la saliva, introduciendo sus manos por debajo de la ropa para acariciar una a una sus costillas. Besos cálidos y húmedos, que le obligaban a cerrar los ojos ante placer, las manos en la espalda baja, en la curva de su vértebra y por el surco que delimitaban sus músculos.
Avanzó retando a besos a aquella boca, forzando y reclamando su autoridad en aquel momento y sobre aquel cuerpo, chocándolo de nuevo contra la pared, avasallando al oponente con un reguero de besos que iba desde el mentón hasta la parte baja del cuello acompañado del arrase de sus manos al pasar volando por sobre los brazos – No tiembles por favor – Emma sabía que pedía demasiado pero sería de esta forma, era la única manera que conocía.
Se separó de ella para mirarla, quizás era demasiado, después de todo. Esos ojos no los vio nunca, había algo más detrás de el rastro que dejaba la histeria y la lujuria en ellos, ahora parecían perdidos, lejanos y extraños. Quitó la muralla que hacía con su cuerpo y tocó sus labios rojos e hinchados al mismo tiempo que esperaba ser correspondida… los segundos corrían y nada pasaba, bajó la mirada entendiendo que no había nada más por hacer
- Bésame – lo inalcanzable estaba de vuelta, sus ojos se clavan en los ojos azules y de nuevo pasa, se pierde, ya no le importa nada, no encuentra lógica ni razones y sólo quiere lo que sus ojos ven. Las caricias de sus lenguas las estremece mientras Emma posaba sus dedos tímidos sobre la cintura de su remera, que ya sobraba a su entender, y bajo la mirada alentadora de la morena comenzó a subirla en dirección al norte, se despegó sólo con la intención de hacer desaparecer la prenda y de poder admirarla.
La blusa cayó desde sus manos al piso mientras miraba embobada lo que tenía en frente, estaba estupefacta con lo que veía, no podía ser que esa mujer fuera tan hermosa y que encima estuviera dispuesta a estar con ella… miró sus ojos y comenzó a bajar la mirada, pasó por su boca, cuello, pecho y se detuvo unos instantes para observar sus senos, que a pesar de estar cubiertos por un sostén negro se notaban que eran redondeados y firmes… firme como todo su cuerpo, continuó bajando y no pudo evitar frenar en el abdomen. Apareció su ombligo en medio de los músculos levemente marcados, se notaba el trabajo y el cuidado a la feminidad y a la sensualidad, era simplemente perfecta. Su mano tímida tocó su vientre y de ahí fue ascendiendo hasta el pecho, pasó por la clavícula hasta llegar a su hombro. La primera punzada a la entrepierna la expresó como un suspiro.
La escuchó suspirar y temblar, una vez más, mientras tocaba cada línea que la anatomía había dibujado en el lienzo de su cuerpo. Y cada vez más y más agitado el movimiento de su pecho y cada vez más provocadora la respiración. La tomó por el cuello y con la yugular latiendo entre sus dedos, la atrajo hasta su boca… la necesitaba… la necesitaba. Sintió como se aferraba a ella, como apretaba su espalda pidiendo tácitamente más…
Cuando los besos ya le parecieron insuficientes decidió dejar la labor a su lengua y así, entre lamidas, succiones y pequeños mordiscos, fue bajando del cuello hacía el pecho de su amante. Eran tanta la excitación que mordió el pezón por encima de la tela, una y otra vez, mientras escuchaba los gemidos que le provocaba… Continuó bajando por su vientre que estaba en constante movimiento y decidió aparcar en su ombligo, rápida y atrevida su lengua se introdujo en él y comenzó a moverse…
- Ummm – la vio retorcerse de placer e intentó contenerla sujetándola por la cadera pero una mano en su nuca estaba pidiendo que se levantase y volvió a su boca y al llamado de su deseo.
Jenny la separó de su cuerpo, ahora era su turno de tocar, de besar y de hacer desear. Se acercó lentamente a su boca y le dio un, suave y fugaz, beso… sus manos se posaron en el primer botón de la camisa y con toda la suavidad pero también la seguridad, desabrochó el primer botón. Emma no movía un músculo sólo se dejaba hacer, podía sentir como las yemas de los dedos rozaban su piel, se estaba volviendo loca de deseo pero esperaba, no quería perder ningún detalle del momento…
Sólo quedaba el último botón y frente a ella ya tenía casi todo el torso blanco de la profesora Müller, con maestría terminó su labor y abrió finalmente la camisa de par en par… la contemplaba mientras se mordía el labio inferior, el deseo seguía en su lugar pero notó un deje de vergüenza y se lanza, otra vez, a su boca poseída. Las dos abren sus bocas y sienten sus alientos en conjugación con el calor de sus cuerpos, provocando un gemido por parte de la rubia que muere en la garganta de Jenny.
- Me encanta tu aroma… – susurró la morena mientras mordía el lóbulo de su oreja y tiraba de su camisa. – Dios!!! – exclamó y cerró los ojos, cuando sintió el calor de la mano de Emma en su pecho derecho por sobre la tela. No recordaba sentirse nunca tan excitada por unas caricias, estaban haciendo mella en su cuerpo que ya comenzaba a transpirar y a tener nuevamente pequeños temblores. Las manos de Emma pasaron a sus glúteos, después de dedicarle unas leves caricias comenzó a apretarlas y estrujarlas sin ningún pudor. El choque del pubis la dejó sin aliento al emitir un gemido desde lo más profundo de su ser.
Rápido Emma descendía por fuera de sus muslos hasta casi llegar a sus rodillas, sabía lo que quería y se lo proporcionaría a cambio del placer que prometía. Bastó un pequeño salto y sus piernas ya rodeaban las caderas mientras sus brazos se anclaban a su cuello… A pasos torpes y entre besos, Emma la llevaba a la habitación.
Al llegar, Emma se sentó en la cama y por la posición que ya tenían Jenny quedó a horcajadas sobre ella… Los besos y las caricias eran más certeros, trataban de propinar el mayor placer posible para las dos. Mientras Jenny devoraba el cuello de Emma, ésta llegaba con sus dedos en forma caricia hacia el broche de su sujetador y lo desabrochó. Con el mayor de los cuidados fue arrastrando los tirantes hasta conseguir quitarlo definitivamente.
Sonrió ante aquel gesto, se sintió protegida y adorada de a momentos, la mujer que alguna vez detestó le estaba haciendo el amor de una manera que nadie lo había hecho, con dulzura y deseo a la vez. No podía negar la comodidad del momento, el nerviosismo del principio había desaparecido por completo ahora sólo quedaban las ganas de sentirse, de quererse sin querer y a lo mejor llegar a amarse…
Con la conciencia dormida por el deseo y el placer, se queda quieta ante lo que sus ojos ven. Sus pechos le parecen perfectos en tamaño y forma, sus pezones se encuentran erguidos debido a la excitación… su mano temblorosa se acerca despacio para palparlos, el primer contacto llegó acompañado de un gemido por parte de la morena y por un suspiro por parte de ella. Le mira con total seriedad y sólo atinó a sentenciar.
- Eres hermosa…
Le regala su mejor sonrisa y vuelve a besarla, apoya sus manos en la espalda y quita el sostén blanco… la mira, mira los primeros senos que deseó en su vida, aquel pezón rozado que ya alguna vez había imaginado. Busca recostarla sobre la cama a la vez que muerde su hombro y su clavícula, queriendo ser dueña de cada peca y cada lunar, lleva las manos por encima de la cabeza y le sonríe con malicia. Emma entiende que le gusta tener el control…
Con Emma a su entera disposición, va hacía lo que no la deja dormir… su mano adopta la forma del pecho de Emma, en un toque efímero y breve. Comienza a pasar su lengua por el torso, desde la clavícula por entremedio de sus pechos, su panza y hasta el borde de su vaquero. Después pasa toda su palma presionando la entrepierna y turbando la poca calma que a Emma le queda. Y lo notó, era la primera vez que Jennifer estaba con una mujer, quizás por esa razón la estaba tratando como un hombre…
Emma se incorporó rápido y la besó con pasión, metiendo su mano entre el pantalón y la ropa interior, presionando su clítoris y haciendo que sus dedos se clavasen en la carne de su espalda y que sus dientes apretaran la piel de su cuello. Podía provocar más y lo sabía… fue directo a la piel viva y latente, a la humedad que corría por entre sus piernas, a masajear mientras los movimientos oscilantes de la cadera de Jenny contra su mano crecían…
Giró y la dejó tendida y jadeante sobre el colchón, acarició su boca y ella no dudó en pasar suavemente su lengua por la yema de sus dedos. Vuelve a su cadera y con los pulgares roza la cintura del pantalón; introduce sus manos en ellos y comienza a bajarlos rozando toda la piel que encuentra a su paso…
Parada en frente y aún con los pantalones en las manos mira a la mujer que está tumbada en la cama… es sabedora de su excitación, de la provoca y alimenta… toma unos de sus pies y comienza desde ahí una procesión de besos, caricias y mordiscos que llega hasta la ingle y bordea toda la ropa interior. Jenny se retuerce de placer al sentir sus labios sobre la piel, en cada beso recibido nota el calor del aliento y el rocío de su saliva que va dejando huellas en todo su cuerpo.
Jenny se pone de pie frente a ella, no queriendo prolongar, ni un segundo más, la espera. Interpretan un beso ardiente, las dos paradas al lado de la cama mientras Jenny comienza a desabrochar los vaqueros de Emma, quien con algunos movimientos apresurados de sus pies termina de quitarlos por fin. Sólo con la ropa íntima las dos resuelven volver a tumbarse…
La morena suspira al sentir el peso del cuerpo de Emma sobre su cuerpo y sólo sabe abrazarse con más fuerza para sentirla mejor. Por otro lado, la rubia puso una de sus piernas entre medio de las suyas para poder estimularla más todavía. Entre besos y caricias comienzan un vaivén que cada vez las excita más y las obliga a ser más consecuentes con sus movimientos… Los cuerpos comienzan a arquearse en búsqueda de más, las respiraciones cada vez más aceleradas, sonoras y cerradas, y pequeños temblores hacían evidente la tracción, la necesitad y el alivio.
Rápido la rubia con algo de brusquedad en su mano quita la última prenda del cuerpo de Jenny y sin premeditación, cegada por el deseo y presa de sus impulsos más bajos, la penetra con los dos dedos mientras cuela su brazo aprovechando el arqueo de su amante para abrazarla y pegarla más a su cuerpo.
- Ahhh – clavó las uñas en su espalda dejando marcas rozadas a su paso, mientras resbalaban sobre el sudor y lo animal. Su respiración va en aumento, los jadeos se convierten en gemidos y los sentimientos se hacen carne. Busca la boca de su compañera y la besa, le gime en su oído y sus manos que hasta el momento estaban clavadas en la espada bajan hasta su boxer, para dejar sus glúteos al descubierto, para apretarlos y ahondar el contacto.
Emma busca con su boca unos de sus pezones, sigue penetrando a la morena, soñando en que podrá borrar a cualquiera de su cama y de su vida, sacar cualquier marca de su cuerpo y de su mente… Aumenta el ritmo sintiendo que los movimientos de caderas eran más demandantes, cada vez más rápido y haciendo presión en las paredes vaginales percibe como la chica que tiene debajo no podrá soportarlo mucho más. La penetra más intensamente y la mira a los ojos mientras la abraza con todas sus fuerzas. Jenny responde al orgasmo con un fuerte gemido, cerrando sus ojos y tensándose entera.
Más se esconde entre su cuello a medida que va volviendo la realidad, la luz de la media mañana y la velocidad de la respiración a su normalidad. Todavía esta sobre y dentro de ella, lo puede sentir al igual que siente la agitación de su pecho golpear contra el propio, su aliento y su cálida saliva sobre su cuello. En qué momento ocurrió??? Cuando terminó por perder la cabeza en verdad???
- Emma… – escucha que la reclaman y haciendo esfuerzos puede volver a mirarla – Emma… – Sus ojos estaban entreabiertos, así como su boca, el rojo brillante dejaba ver los restos de saliva en ellos y el temblor indicaba la intranquilidad. Ocurría de vuelta, Emma parecía no estar con ella en ese momento. – Hey…– acomodó su flequillo detrás de la oreja – Esta bien… estoy bien – y un leve parpadeo la devolvió otra vez mientras retiraba sus dedos de ella…
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Entró con una enorme sonrisa dibujada en la cara, se detuvo unos segundos para observarlo todo, y todo se veía distinto. Aquel instante de incertidumbre había terminado de la mejor manera posible, con Emma besando suavemente sus labios, llenando sus pulmones de vida y recostándose sobre su pecho mientras dibujaba figuras indefinidas alrededor de su ombligo y el golpe de calor en su mandíbula y cuello proveniente de una exhalación provocada por la relajación del cuerpo que más deseaba. Claro que todo se vería distinto!!! Porque a partir de aquel momento lo era. Lo recordó una vez y volvió a sonreír.

- ¡Jenny! – Bodo estaba sentado en una mesa levantando su mano y pidiendo que se acercara a él.

Al instante se tensó, tal vez, por culpa, por miedo o simplemente porque lo veía como al protector de la chica que había dormido plácidamente en sus brazos, sabía que si las cosas no salían bien por cualquier razón, él se encargaría de perseguirla y de castigarla. ¿A qué le temes? Se preguntó ¿Qué podría hacer Bodo al respecto? Se arrepintió al instante de cuestionarse… él si tenía peso esta vez, era su mejor amigo. La conocía desde pequeña y la adoraba, había visto con sus propios ojos la admiración que le tenía, de seguro procuraría su bien por encima de unas cuantas cosas.

- ¿Qué pasa? – preguntó tratando de lucir lo más normal posible, imprimiendo fuerza a sus labios para que no se arqueasen en la más tonta de las sonrisa.
- Me hablado con Emma…Me lo ha contado… – Le dijo bajo imprimiendo importancia al asunto. Los ojos de Jenny se abrieron como platos, ya se lo imaginaba torciéndole el cuello o suspendiéndola de su puesto por semanas –… ¿Qué pasa? – Preguntó al ver la cara de susto de la morena – Dime que no le has hecho nada…
- Yo…– El miedo la sacudió entera, todavía flotaba en una nube y el temor por romperla era demasiado grande – Yo…
- Dime – Bodo se levantó de su silla como un rayo y se puso en frente de ella – ¡¡¡que la caja está bien!!!
- ¿La caja? – Preguntó totalmente perdida
- La caja de velocidades para el imbécil de Sebastian – Chilló histérico
- ¡Ahhhh!… la caja – sonrió nerviosa al darse cuenta de lo estúpida y perseguida que era.
- ¡¡¡Sí!!! La que buscaste anoche con Emma – Bodo trató de hacerla recordar
- Sí… la caja – y sonrió aliviada – Está en el asiento trasero de mi coche. – Toma – le entregó las llaves – cuando quieras puedes sacarla de allí…
- ¡¡¡Gracias a Dios!!! – Pasó la mano por su pelo – Por un momento pensé… No tiene importancia – se guardó las palabras para él.
- Creo que deberías relajarte – apuntó sabiendo que muy posiblemente lo que pensara era que ella lo estropearía todo – se te ve… demasiado preocupado
- Y a ti – la miró de pies a cabeza mientras buscaba las palabras adecuadas – y a ti… demasiado tranquila y confiada.

Ese juego de palabras y miradas lo tenían desde el día que ella había ingresado en la academia, cuando él era un simple profesor de guitarra. Hablaban por cortesía e interés, hace algún tiempo atrás tuvieron una disputa, la primera y la última, la que los pondría en los flancos opuestos… Todo era unidad cuando se trataba del trabajo y guerra cuando era personal. Recordó el día que entró a su despacho, a exigir explicaciones sobre la contratación de la nueva profesora, la acusación y la amenaza… Él la haría pedazos si lastimaba a Emma…

- Adiós – dijo cuando salió de aquellos ojos celestes que la desafiaban.

Subió las escaleras volviendo a soñar y con la imagen en su mente de Emma cayendo vencida de sueño, de cómo sus párpados se cerraban de a poco y cómo se apretaba a ella con fuerza. De su mano deslizándose a través de su cabello dorado. Le encantaba su cabello, la caída estratégica del flequillo sobre sus ojos y ganas inmensas de acomodarlo, sin importar si realmente molestaba, sólo haciéndolo por tocar aquellas finas hebras. Sintió un escalofrío recorrerla y una punzada directo al estómago, tomó una gran bocanada de aire y rezó por no lucir tan imbécil en frente de sus alumnos y abrió la puerta.


Era hora de partir hacía el trabajo y sin embargo ya llevaba 20 minutos de pie mirando hacia la cama, observando el desorden de las sábanas, parecía más un ring de boxeo que cualquier otra cosa. Podía sentir el olor desde su posición, quizás ella misma lo llevaba encima, en la punta de su nariz o por su cuerpo, daba igual, lo sentía y sólo le ordenó a su cabeza que no se acostumbrara a él.

El despertar había sido algo confuso, la verdad era que la confusión comenzó cuando media dormida intentó abrazarla y no estaba, eso la llevó a despertar. Esperó en silencio algún momento pensando en que podría estar en cualquier otra parte de su casa, con el oído atento y los minutos corriendo, cada vez se convencía más de lo contrario, terminó por levantarse e ir a la cocina. Allí se encontró con algo que no esperaba… todo estaba colocado en su lugar, no quedaba rastro de su fallido desayuno a no ser por las tazas limpias sobre la mesada y lo único que evidenciaba el paso de Jennifer por ahí, eran una nota sobre la mesa y a su lado el bolso.

Aún parada en frente de la cama y con los ojos sin pestañar sobre ella, tocó con sus dedos su reloj pulsera y lo vio, brillaba debajo de la almohada. Casi con miedo se acercó hasta quedarse sentada en la cama, corrió la almohada lentamente y entendió que su mente no la engañaba, allí estaba. Tomó entre sus manos el pendiente, de seguro se había caído de su oreja entre tanto movimiento y excitación. Se ruborizó, todavía no lograba reconocerse entre los recuerdos, la pasión y el sudor, intentó no pensarlo más o perdería la cabeza. Consultó la hora en su reloj y echando una última ojeada a la cama, se levantó y salió de allí.


- Si no bajas esos hombros seguirás pareciendo una garza – recriminó a su único alumno en el salón, mientras lo miraba desde la barra
- Ja - Ja – Ja ¡¡¡Qué graciosa!!! – dijo soportando la respiración agotada y realizando una vez más el paso
- No pierdas la línea y levanta ese cuello – Gritó sabiendo que el énfasis por la perfección era muy fácil de perder.
- ¡No puedo! – Paró y se apoyó en sus rodillas tomando todo el aire que le era posible
- En el ballet no existe esa palabra – dijo mientras se acercaba a él, lo miró a los ojos – Si piensas eso jamás lo lograras… ¡¡¡Vamos, levanta y sigue!!! – Volvió a su cómoda posición, parada al lado de la barra.

Este niño tenía la destreza física para hacerlo pero obviamente carecía de la elegancia, parecía olvidar que las posturas en el Ballet lo eran todo y sin una buena terminación no llegaría a ningún lado.

- ¡¡¡Los brazos!!! – Señaló el fallo – Vamos que falta poco!!!

Tres intentos más y estaba rendido, y grand jeté sin salir correctamente. Lo veía jadear exhausto, miró las finas líneas de su cuerpo, la masa muscular perfecta y la cara de niño bonito, tenía todo para cerrar el negocio menos la actitud. El balance debía ser perfecto y cada movimiento representado como una ola de mar, con fuerza, elegancia y majestuosidad. Era un disciplina complicada y llevaba años de instrucción osar ejecutarla.

- Ha salido bastante bien – le dijo sonriendo y recordando que era profesora – dentro de poco saldrá perfecto!!!
- Eso espero por que me estoy muriendo!!! – se secaba las gotas de sudor con un toalla, estaba bastante agitado como si recién hubiera corrido un maratón
- No creo que sea para tanto – dijo tratando de alentarlo y dándole un pequeño golpe en su brazo
- No es consuelo si lo dice alguien como Ud. – rebatió rápidamente – ¿Cómo lo soportaba? – preguntó aún jadeante.
- No lo soporto – se encogió de hombros – simplemente es lo que me gusta hacer… Bailar – miró toda la habitación y eligió su mejor aseveración – Lo es todo para mi…
- Es doloroso – insistió
- Es un precio que hay que pagar – le sonrió – ve a darte una ducha mañana lo intentaremos de nuevo

- Se puede – la cabeza de Ben se asomaba por el marco de la puerta
- ¡¡¡Claro!!! Ya habíamos terminado
- Adiós – El bailarín salió del aula

Apenas cruzó la puerta percibió en el ambiente algo raro y a pesar de que Jenny le daba la espalda, sabía que algo pasaba… la vio apoyar su pie malo en la barra y elongar su tronco y brazos hacia delante y atrás, hasta llegar a apoyar las palmas de su mano en el piso y allí estaba ese rostro desconocido para él.

- Te has acostado con ella!!! – gritó apenas se dio cuenta. Haciendo que Jenny perdiera el equilibrio y la fuerza, y a consecuencia que cayera como un costal de harina sobre la madera – ¡Mierda! – se acercó para ayudarla a que se incorporase – ¡te has acostado con ella! – dijo una vez más al ver que se rehusaba a mirarle los ojos.
- ¿Qué dices? ¿Estas loco? – preguntó mientras caminaba hacia su botella de agua y volvía a darle la espalda
- ¡No estoy ciego! – Abrió la boca de par en par en un gesto exagerado – ¡Mírate! – la señaló vagamente – sino te conociera diría que…
- ¿Qué? – Y esa era la parte que todavía no había sopesado… el qué dirán… Se acercó hasta él con furia, este no era su problema ni su vida… y creía que era lo suficientemente mayor como para poder lidiar con sus propios problemas.
- Qué te han dado el polvo de tu vida!!! – la miró burlón, no importaba lo burdo del lenguaje sino el significado. Se acercó y corrió un mechón de su cara – Y no he sido yo, así que puedes contarme si quieres… – de la manera más retorcida se sentía feliz por su amiga.
- Tú… – ¿Qué era lo que diría? Nada. Él estaba en lo cierto y ella se empeñaba en guardar dentro de su pecho lo ocurrido, definitivamente mal, por algún lado se escapaba, la volteaba y la volvía a levantar.
- Yo no pinto nada – él le aseguró – Soy un pobre infeliz así que sólo tenme lástima – y esta vez rozó su mejilla
- Lo siento… – logró decir a medida que el mentón comenzaba a temblar por la fuerza para contener el llanto – lo siento… – y explotó en un mar que era una mezcla de angustia, felicidad y culpabilidad. No debía ser de esta manera ni en este tiempo, tendría que haber hablado antes, necesitaba hablarlo con alguien.
- Shhh – la abrazó lo más fuerte que pudo
- Lo siento… No sé que esta mal conmigo – se apretó buscando reconocer cualquier pedazo de piel que le perteneciera – No sé que me pasa… – olfateó la carne y la aborreció ¿Por qué…? ¿Por que estaba olvidando tan rápido? No hacía más de una semana atrás, la acción podía hacerla dormir en paz.
- Yo creo que lo sabes – susurró a su oído y llamó a más lágrimas – Ya no te doy calma… Pero puedo señalarte con el dedo quien si lo hace.

Se alejó de él porque no le reconocía y porque no se reconocía a ella misma pegada a él. ¿Qué pasaba? Las palabras le sonaban a insulto y ofensa… Trató de buscar en aquellos ojos negros lo que siempre encontraba, la compresión, el compañerismo y la amistad…

- Ben… yo… – intentaría la más sincera de las disculpas
- ¡¡¡Hey!!! Tú, nada – se encogió de hombros – Esto nos hace más amigos todavía y sabías que podía pasar
- Oh… pero
- ¡¡¡Espera!!! – la frenó con la mano – Voy a buscar algo para que tomemos y hablamos más tranquilos

La pregunta movía la veleta en todas las direcciones… ¿Por qué él podía sumirlo con tanta naturalidad y ella luchaba constantemente contra el cambio? Preguntándose que cambiar para dejar de cambiar… la corrosión que le imprimía la felicidad, ansiaba verla, hablarle y temblar pero ¿Cómo debía actuar?

- Te digo que si no veo mejoría perderá el permiso, estoy en todo mi derecho - sentenció
- Sé que es lo que puedes hacer y hasta donde llegan mis facultades – se notaba que el tema para ella era importante – No sé quien tramitó ese contrato… – explicó una vez más
- Deberías anunciarle mi decisión, no me gustaría que un día llegue y meriende con una mala noticia
- ¿Ahora te importa? – La conversación no era muy clara
- No deja de ser una niña y mi alumna – lo miró mientras recogía sus cosas del escritorio – Y estoy segura de que no tiene nada de ver con las irregularidades
- ¿Y a quién apuntas?
- ¡Al Sr. Bergmann y la Sra. Vogel
- ¡Ella no tiene nada que ver con esto! – sabía que esa reacción no tardaría en llegar
- Dime cómo lo sabes – el silencio reinó en el pasillo, la lealtad que tenía Bodo para con ella parecía ser gigante y estar por encima de la de ellos mismos. – Esta bien… No preguntaré porque la defiendes tanto – y siguió caminando escalera abajo – pero ya sabes cual es mi punto de vista…

- Toma – Le entregó el posillo de café
- Gracias… – sonrió algo tímida
- ¿Te encuentras mejor? – Preguntó mientras se sentaba en frente de ella – ya sabes… – se refería al llanto
- Sí, ha sido cosa del momento… nada alarmante – intentó sonar convencida de su propia mentira
- ¡¡¡Ah!!! – dijo antes de sorber
- ¿Crees que estoy loca? – le vio levantar las cejas por encima de la taza
- ¿Por qué te hayas acostado con una mujer? – No entendía bien a donde quería llegar
- No, por mi comportamiento – explicó – Sabes que no soy de esta manera…
- Creo… – lo pensó un segundo – que necesitas exteriorizar lo que estás viviendo, los cambios algunas veces son demasiado para uno solo
- ¿Crees que soy lesbiana? – atacó una vez más
- Por qué no te lo preguntas a ti misma – él no sabría la respuesta
- Porque me mentiría – lo susurró como si quisiera dejar a su conciencia sin escuchar
- Entiendo – asintió con la cabeza
- ¡Oh Dios! – Se agarró la cabeza desesperada y aturdida – Quizás sólo estoy deslumbrada y puede que con el paso del tiempo… se acabe… como se han acabados todos…
- ¿Tus novios?
- Mis caprichos – corrigió
- Ahhh…– Eso del capricho era una mentira más grande que una casa, sólo una asimilación abstracta para lo desconocido y una ayuda para la aceptación propia – ¿Cómo es? –le preguntó para ahuyentar los demonios del alrededor y la comedera de cabeza
- ¿Cómo es qué? – si lo que pretendía era hablar sobre el sexo iba por mal camino preguntando a la primera
- ¿Cómo es ella?
- ¿Cuándo? – Quizás era más simple pero sería más complicado hablar sin comenzar a sonreír
- ¡Jennyyyy! – la apuró cansado de las evasivas
- Dulce… – dijo después de un largo suspiro y no pudo evitarlo, sonreír – atenta – y cada vez más abierto sus labios – y respetuosa.
- Así que estás prendada de sus buenos modales – concluyó – los hombres a veces somos medios bestias…
- ¡No! No es sólo eso… Es… Es… Es su perfume, su voz y sus ojos… Tiene la mirada más transparente y franca que he visto en mi vida… – agachó la cabeza tratando de esconder el brillo de los ojos
- Suena a… – Lo próximo muy posiblemente la irritaría así que iría con cautela
- ¿A qué? – siempre con el mentón en alto
- A qué te gusta mucho… a que realmente te gusta
- No lo sé… – dijo después de pensarlo – ...a mi me suena a que estoy mal de la cabeza – se señaló la sien y se acercó a la barra para mirarse en el espejo, buscándose, tratando de notar la diferencia…

Consideró que su amiga estaba manejando la situación bastante bien, recordó sus tiempos de enamorado y la cantidad de idioteces que realizaba. La veía más decidida que confundida, rápidamente había descartado el sexo entre los dos, lo había desplazado de su cama por una sola noche con una mujer. Quizás era lesbiana y le había tomado 31 años notarlo, quizás era una mujer que gustaba de otra mujer, quizás Emma era su “persona indicada”. De cualquier manera él no se opondría a nada que la hiciera sonreír.

- Me extraña!!! – se acercó hasta ella y la miraba a través del reflejo – Estas haciendo un mundo de esto… tú eres resolutiva y más si se trata de tu vida
- Esta vez no estoy sola – le recordó – es fácil saltar al vacío solo… largarte, estrellarte y partirte en mil pedazos porque eres tú y es tu vida ¿pero que pasa cuando hay alguien más?
- ¿Y qué piensa ella? – Encaró por la otra parte
- No lo sé – levantó los brazos – en realidad no he hablado nada de esto con ella… tan sólo… pasó y nada más…
- ¿Pero tú quieres repetir?
- Sí… – Era lastimoso aceptar la bajeza propia y la necesitad con la cabeza en alto – La cuestión es: ¿Qué quiere ella? Y no lo sé – sonrió amargamente
- ¿No se lo has preguntado?
- No es tan fácil – Se quejó
- ¡Jenny! Si no se lo has preguntado es por una cosa: le temes a su respuesta – se sonrió al ver la cara de niña de su amiga – al “NO”… a que te diga que sólo ha sido una noche y nada más…
- Quizás haya sido eso… un polvo y nada más. Y por un polvo no tengo poder para preguntarle nada a nadie – vio la tensión crecer en su cuerpo, era tan expresiva
- Mira, no la conozco demasiado pero salta a la vista que es de esas personas a las cuales les gusta que sean frontales, que le digan la verdad a la cara – explicó mejor – Yo creo que debes hablarlo con ella…
- ¡No me digas! Me planto en su casa y le digo: ¿Podemos tener relaciones? Verás, es que la otra vez la pase genial – levantó sus pulgares – y me gustaría repetir… Quizás otras poses y esas cosas
- No seas irónica, no es necesario
- No me es fácil, entiéndelo – Una vez más se quejó
- Por qué no empiezas por la verdad
- ¿Qué verdad?
- Que te acostabas conmigo y que a partir de ahora no lo harás porque quieres acostarte con ella
- ¿Tú estás loco? – Era demasiada verdad para decir
- Será mejor que salga de tu boca que de la de Bodo… ¿piensas que no lo hablará con él al igual que tú lo estas hablando conmigo?
- Tienes razón – contestó después de pensarlo – debo contárselo


- No creo que sea necesario…
La respiración se le cortó en el instante que aparecía una tercera voz… veía los ojos de Ben abrirse sorprendidos porque ya sabía de quien se trataba. Entre la parálisis y el miedo, cerró los ojos dejando correr el tiempo mientras se insultaba a sí misma. Bodo parecía un toro a punto de embestir, abriendo los hoyos de la nariz y mirándola fijamente pero Emma… Emma estaba al lado de él sin inmutarse, no mostrando ningún signo de enojo o importancia. Fría e inexpresiva al igual que el día que la conoció y lejos de lo ardiente de esta mañana.
- Ella lo sabe… recién acaba de enterarse junto a lo descarada que eres – dijo con repugnancia y apuntándola como a un criminal
- ¡Bodo! – Emma apretó con fuerza su brazo devolviéndolo a su lugar e indicado con una mirada que parase sus insultos. Jenny los veía mirarse sin pestañar, era toda una discusión sin gritos ni palabras, ganada, como siempre, por la razón… un simple movimiento de cabeza y ella soltaba su brazo lentamente
- Bodo esto no nos compete – Ben trató de calmar las aguas – porque no dejamos que las chic…
- A mi no me compete pero tú, – lo señaló – ¡hijo de puta, estas metido como siempre en donde no debes!
- Basta… – Y esta vez sin tocarlo ni mirarlo, sólo subiendo un poco el tono, hizo que frenara – Lamentamos interrumpir su conversación sólo veníamos a traer estos papeles – se los quitó a Bodo de la mano, que estaba tan dedicado en mirarlos con rabia que parecía no poder hacer nada más – Yo, particularmente, quería preguntarte si mañana podrías tocar algunas escalas para mis alumnos…
- Eh… Eh – estaba perdido ¿Por qué no había reproches, malas caras, ni portazos? – si claro… será un placer
- Gracias – le sonrió. Miró un instante los rostros de todos, ellos parecían tener mucho de que hablar – Adiós – salió de la sala dejando a los tres soportar lo pesado de la situación.

- ¿A dónde crees que vas? – Se interpuso en el camino de Jenny – ¿No crees que ya has hecho demasiado?
- No te metas – dijo pegada a su cuerpo pero sin hacer fuerza – No es asunto tuyo
- Jenny nos conocemos – se alejó de ella y se quedó mirándolos un instante – ¿Qué quieren? – Preguntó abiertamente – ¿Cuánto cuesta esto? – Ben se mantenía callado pero Jenny hervía de bronca. El imbécil preguntaba por “valor” pensando que todo era un juego, venganza o maldad – ¿Qué quieren a cambio?
- ¡NADA! – contestó fuera de sí.
- Entonces termina con esto y déjala en paz – apretó los dientes, era su amiga y por ella era capaz de cualquier cosa.
- Es en serio… – fue lo único que encontró para defenderse
- Contigo – la agarró del cuello y se acercó hasta su oído – nunca es en serio, así que no me mientas.

- Los estaba esperando… – Dijo Sebastian apenas los vio cruzar la puerta – Y veo que son rápidos cumplidores – dijo al ver a Ben y Bodo con la gran caja – ¡Lo conseguiste preciosa! – hizo el intento de querer acariciar su cara pero Emma golpeó su mano para que no le alcanzara
- Está técnicamente nueva, si le das un buen uso durará mucho tiempo – trató de tranquilizarse
- Lo tendré en cuenta – se quedó algo paralizado ante la reacción de la mosquita muerta
- Nos vamos – dijo Bodo después de apoyarla sobre una mesa – qué la disfrutes
- Hey, Hey, Hey – los frenó – Esto no va a colocarse solo… alguien tiene que hacerlo
- Eso no era lo que habíamos acordado
- Eso es lo que quiero… yo cumplí mi parte y les salvé el culo… ahora le toca a Uds.
- ¡¡¡Maldito desgraciado!!!
- Está bien – se puso delante de Bodo que ya comenzaba a abalanzarse sobre el “retro” y cansada de tantas peleas por el día – Yo la colocaré
- ¿Puedes hacerlo preciosa?
- ¿Lo quieres o no? – preguntó con poca paciencia
- Sí – se reía en su cara
- Quiero estar sola – Demandó
- No creo que sea posible – puso cara de lástima – la muñeca tiene que venir a preparar a mis chicas y usará este salón
- No importa… me conformo con que tú y tus matones no me respiren en el oído mientras trabajo – la miró de pies a cabeza repudiando la osadía
- Esta bien – silbó y de pronto, 20 personas estaban detrás de él – estaremos al lado por si necesitas algo – Y todos salieron por la puerta. Sólo quedaban dentro 8 chicas que de seguro eran las alumnas de Jennifer.

- Aquí esta bien – Los chicos dejaron la caja apoyada sobre el piso al lado del Cadillac. Emma observaba todas las herramientas, parecían que eran suficientes para la tarea – sólo necesito a uno para que me ayude a cargarla – dijo mientras se sacaba su camisa y quedaba con una blusa blanca de tirantes
- Yo – Bodo al instante se ofreció
- Entonces, Yo buscaré a Jenny para que comience su trabajo

Ninguno de los dos contestó, Bodo demasiado enojado como para oír hablar de ella y Emma demasiado concentrada en el cambio de la caja de velocidades como para oír cualquier cosa. Estudiaba la manera de hacerlo lo más fácil y rápido posible, seleccionando cada llave, tornillo y tuerca y dejándolas a mano para su utilización.

- Es que no me lo ibas a contar nunca? – le preguntó decepcionado y sintiéndose traicionado
- No hay nada que contar – lo miró a los ojos azules
- Te revolcaste con Jenny y me dices que no hay nada que contar. No lo puedo creer – Pensó en la palabra “Revolcón”, que lejos que estaba de la realidad.
- No suelo decirte con quien paso la noche – respondió tranquila haciendo caso omiso al reclamo – ¿Por qué esta vez lo haría? – era su intimidad, por mas amigo que fuera no debía violarla
- Quizás porque es mi profesora – argumentó – ¡¡¡tu compañera, poco profesional y encima mujer!!! ¿Desde cuando eres lesbiana? ¿Por qué no me lo dijiste? – Se agarró la cabeza – Jenny es un arma de doble filo…
- ¿Qué significa eso? – No pudo evitar preguntar, importaba, por más que se lo negase, importaba
- ¿Sabes, la cantidad de personas con las que la he visto?- ¿No le estaba diciendo nada nuevo, Jennifer era hermosa y libre, teniendo la posibilidad, por qué no lo haría? – No podría decirte un número exacto pero todas eran especiales, con algo especial, con algo digno para amar… – Tampoco era algo nuevo, todos al fin y al cabo, buscaban lo mismo – ¿Y sabes, cuanto le han durado? Días y las más largas semanas – Terminó de expresarse con su típica cara de lo ves, es una locura
- Entonces no hay que preocuparse – se sonrió – se aburrirá de mí como de todos los demás
- Ja…– era tan inocente su amiga – No se aburrirá de ti, te exprimirá y te dejará tirada – la señaló – eso hará contigo
- Entiendo… lo resolveré – se metió dentro la capota del coche dando por finalizada la conversación
- ¿Estás segura de que podrás? – preguntó a sus espaldas
- No sé que quieres que te diga… – comenzó a sacar unos cables quemados
- ¡Qué lo dejarás! ¡Por el amor de Dios! ¿Tú escuchas cuando te hablo??? – estaba desesperado
- No se puede… – salió para decírselo en la cara –… dejar lo que no tienes – se encogió de hombros, era una realidad
- Se puede decir que no – rebatió y la dejó helada. No era más que piel, nervios y sudor cuando estaba con ella… y el placer alcanzaba para el dolor y el desconcierto. El “NO” no existía cuando no eres hombre ni mujer, cuando te haces preso de tus propios deseos ni cuando de ensordeces de los más dulces gemidos. Pensó en las personas con las que había estado y en todas las negativas que les había entregado… nadie como ella, gobernando lo muerto, iluminando lo escondido y aplacando la razón.
- Hay quienes pueden – ser redundante no era su estilo. Volvió a la capota sin decir nada más

- 1,2,3 – la música comenzó a sonar y la ejecución de la coreografía. Debía admitir que eran buenas bailarinas, algunas con más talento que varios de los de su clase. Muy buena química entre ellas, lo que hacía que llevasen el tiempo correcto – De vuelta desde el comienzo… 1, 2,3… – No podía evitar mirar con descaro hacia el lugar en el cual se encontraba, ahora algo comenzaba a tomar forma, lo que alguna vez no impactaba hacía mella en la conjugación entre imaginación y realidad. Era tentador verla allí, con su remera manchada de aceite tan distinto a verla tocar un violín o dar clases… Casi graciosos los resoplidos y el ceño fruncido cuando algo no salía bien
- La quemarás si sigues mirándola de esa manera – Ben susurró a su lado. Rápido le concedió una sonrisa picarona y se enfocó en su trabajo.
- Una vez más – ordenó con un aplauso. Y otra vez a mirar, pero esta vez notó como Bodo le decía algo y ella asentía con la cabeza, le vio a él caminar hacia la salida con su teléfono móvil en la mano. Cuando pasó por su lado no perdió la oportunidad que echarle una mirada de advertencia. – ¡Listo! ¡Es todo por hoy! – aplaudió una vez más.

- Bueno… – dijo cuando todas las chicas salieron del lugar – creo que mejor oportunidad que esta no tendrás – los dos la miraban – Es mecánica… Qué extraño!!!
- No… su hermano es mecánico creo que de allí sabe el oficio
- Ah… conociste a su hermano
- Cuando la acompañé a buscar esa caja de porquería
- Bueno – le palmeó la espalda – suerte – y se giró para marcharse
- Espera – le tomó por el brazo – ¿Cómo se lo digo? ¿Cómo se hace?
- ¿Qué? – Con un movimiento de cabeza la señaló – Oh… tú dices cómo te acercas a ella
- Sí – le sonrió, estaba feliz de su ayuda
- Mira, lo que tienes que hacer es muy fácil… debes decirles piropos
- ¿Piropos? – No creía que a Emma le fueran a gustar los piropos
- Sí – asintió con la cabeza – Piropos, cosas así como: Te ves muy bella, ese color hace juegos con tus ojos y todo tipo de cosas bonitas
- ¿Tú crees? – preguntó no muy convencida
- Claro – afirmó – los piropos nunca están demás y a las mujeres le encantan, eso y las flores
- Está bien – tomó una gran inhalación e intentó contener los nervios
- No le digas cosas sexuales – le remarcó – lo estropeara todo… ya sabes cosas como: me encanta tu trasero – lo miró con la boca abierta – no veo la hora de echar un polvo contigo, si te agarrara te par…
- ¡¡¡Para, para, para!!! – le indicó con la mano – Eso es lo más ordinario del mundo…
- Eso es lo que pensamos los hombres – le tocó la cabeza – y tú no lo sabes porque eres mujer… pero con esto del lesbianismo pensé que a lo mejor…
- Vete… – era hacer que se largue o propinarme una patada en los testículos – Veré como le hago

Podía sentirla detrás de su espalda, aquel perfume era una de las cosas que jamás olvidaría. Ajustó un poco más la rosca mientras recordaba como se llenaba de él cuando dormía apoyada en su cuello… tenía que ser algo más, había sentido sus caricias y sabía que la estaba contemplando, debía ser más que una mañana. Se preguntó que hacía allí atrás sin esbozar palabras… juntar coraje, pensar que decir, mirarla o simplemente arrepentirse.

Sintió el calor de su manos apoyarse en su cadera por sobre la blusa, era tanto su fuego que no podía serle indiferente. Se puso rígida como un soldado mientras sacaba cada resto de aceite de sus manos y ahora su nuca, allí estaban su nariz y sus labios quemando la piel sin piedad, mientras las manos dibujaban su silueta.

- No deberías hacerlo – susurró, mientras cerraba los ojos ante un beso en su hombro que anunciaba la tormenta. Los dedos se clavaban sobre sus costillas y la boca se aleja de su piel…

- No es el lugar??? – Quizás Emma temía porque alguien las viera. Tomó un paso de distancia con respecto a su espalda, era la distancia justa, fácil para huir o apresar.

- No es momento para jugar – dejó el trapo sobre el coche y se acercó hasta un pequeño lavabo que estaba en un rincón.

- De qué juego estás hablando??? – preguntó cuanto llegó a su lado ¿Por qué le esquivaba la mirada?

- Del nuestro – frotaba sus manos en el jabón neuróticamente, haciendo vibrar todo su cuerpo. Nervios pensó Jenny, bronca y recordó que se podía temblar por muchísimas cosas, no tenía nada.
- Es por Ben??? – no hallaba sentido al alejamiento repentino. Quizás en una parte remota de su cabeza la idea de los celos no era tan mala, a pesar que siempre los había odiado
- Es por mi – la miró a los ojos – y por lo que soy… No tengo tiempo para jugar – volvió a su tarea, al lado del coche y con una llave tubo en la mano
- Un juego??? – miraba su espalda – Eso es lo que te ha dicho Bodo??? – la bronca invadía su cuerpo ante la imposibilidad de cambiar la realidad – Deja esa maldita mierda!!! – Qué peor que te ignoren
- No voy a considerar lo que nadie me diga – Tiró la llave a un costado y se dedicó a mirarla a los ojos – por más que lo diga mi mejor amigo o el Papa… Tomo mis decisiones – se señaló y espero a ver a que era lo que Jenny creía.
- Y has decidido… – dejó la frase a medias para que la completara, para que decidiera, para que se expresase y la responsabilidad cayera automáticamente en ella… solía hacerlo con todo el mundo por qué no lo haría con ella???
- Que no quiero problemas… – parpadeó lentamente mientras se tocaba la nuca, los esfuerzos del día parecían apelotarse todos en su cuello – No quiero causártelos ni que me los causes. Así es mejor – veía a la morena estudiar mentalmente cada palabra y aprovechó para levantar su herramienta y continuar.
- Está bien… – escuchó que susurró para después comenzar a caminar. Emma se sintió extraña, la reacción de la morena había sido extraña, tal vez porque esperaba más berrinches y la confrontación y no una aceptación madura por su parte. Pum!!! Cerró sus ojos y tembló ante el eco del estruendo de la puerta por todo el lugar. Sonrió no era más que una niña caprichosa.
- Adelante – dijo después de escuchar los golpes en la puerta. Miró como cruzaba silenciosamente la sala para sentarse en un sillón en frente de él – Qué te trae por aquí??? – preguntó casi burlándose de su cara lastimosa, sabía que venía a rogar, le conocía
- Ya sabes que es lo que quiero – dijo sin preámbulos
- Sí y mi respuesta es no – volvió la vista hacía la carpeta que tenía en frente – pierdes tu tiempo – le aseguró
- Y tú también el tuyo – la contestación llamó su atención e hizo que le mirara desafiante – Hará lo que quiera hacer, con o sin tu consentimiento
- Soy su amigo y estoy en mi obligación de advertirla – fue su escueta explicación
- Se puede confundir con intromisión – Bodo no pronunció palabra – Qué piensas que es Jenny para mi?
- No lo sé – le miró cargado de repugnancia – ni me interesa – otra vez a escribir
- Mi amiga – dio sus razones sin importar lo que Bodo le decía – Y quiero lo mejor para ella
- Quieres lo mejor para ella??? – preguntó irónico
- Sí!!! Yo quiero lo mejor para ella… Y sabes qué creo??? – una vez más captaba su atención – Que la profesora Müller le hace bien… Tú crees que ella sienta la mismo???
La pregunta le dejó idiota. No lo sabía, con toda esta historieta de defenderle del demonio había olvidado preguntarle como se sentía al respecto – No lo sé – sabía que por timidez no solía expresar lo que sentía, tanto que algunas veces pasaba por inhumana. No sabría reconocer la felicidad en ella, jamás la había visto enamorada ni emparejada con alguien, era una persona solitaria y autosuficiente. Una viajera constante, siempre sabía los destino que elegía pero más entendió hasta donde quería llegar – No lo sé – Quizás Ben tenía razón
- Te propongo algo – dijo mientras le sacaba los papeles que tenía entre sus manos – Concédele una oportunidad a Jenny – vio como entrecerraba sus ojos con desconfianza – Y si estoy equivocado puedes volver a tu postura retrograda
- Sabes que lo que me pides va en contra del reglamento de este lugar – dejó el bolígrafo sobre su mesa – es peor que lo de Emma y Jenny
- Las sancionarás???
- No, no soy tan hipócrita – pensó por un tiempo más – Está bien – dijo a regañadientes – A la primera lágrima que vea se acaba
- De acuerdo… Soy feliz – se levantó contento del sillón dispuesto a irse
- Ben!!! Estas seguro de que eres feliz??? – espera su respuesta con una ceja levantada
- Claro!!! Ella no es la mujer a la quiero – no tuvo la valentía para levantar la cabeza – Cómo está???
- Igual pero más tranquila – sonrió amargamente
- Envíale mis saludos
- Eso no pasará – agarró nuevamente su carpeta
- Lo sé pero quizás algún día pase
- Mañana se cierra el trato con Edwin – apoyó su espalda en el sillón – Jenny es la encargada de hacerlo. Ese hombre tiene debilidad con ella así que es la única que puede conseguirlo
- Y qué??? – ya estaba con la mano en la manija de la puerta
- Pensaba enviarla sola pero creo que Emma será de ayuda
- Seguramente – le sonrió – gracias – y salió del despacho dejando a Bodo pensativo
Escuchó el teléfono en el living sonar, estaba acostada en su cama mirando al cielo por los ventanales y con un pensamiento fijo en la cabeza. Había recurrido a lo que nunca fallaba para dejar la mente en blanco pero parecía que mientras más se exigía tocar su violín más lo recordaba. Apenas se destapó sintió el frío en sus pies y el teléfono parecía llamar más insistentemente, igual no acudió veloz, con pesadumbre se movía en un pequeño acto de rebeldía…
- Si…? Sí – obvió las presentaciones formales, quien llamaba a altas horas de la noche seguro conocía su identidad y hasta la dificultad, de toda la vida, para conciliar el sueño. – Qué??? – abría los ojos a medida que cada palabra le llegaba al cerebro – Enseguida estoy allí
Volvió corriendo hasta su habitación y agarró la primera ropa que vio, mientras se vestía buscaba con la vista sus zapatillas, las encontró se las colocó y caminó hasta la puerta de salida. Antes, se colocó la chaqueta que se encontraba en el perchero y se fue dejando las luces encendidas y la puerta sin echar llave. Miró el oscuro exterior, una sola farola para toda la cuadra. Apretó el cuello de su abrigo y caminó a la izquierda, frenó al ver la luz del portal encendida, sonrió y se preguntó que pasaría cuando entrase.
- Quien??? – susurró una voz masculina después de los tres golpes en la puerta
- Emma – respondió en el mismo tono. La abertura de la entrada le permitió ver lo que venía a buscar. Esperó como siempre, que se le diera permiso para pasar
- Oh!!! Pasa, pasa… No te quedes allí que vas a congelarte – le indicaba con la mano
- Gracias Leonard –la observaba desde la distancia, parecía muy tranquila con su taza de café en la mano.
- Está algo tomada – él le susurró a su oído, no queriendo ofenderla – por eso no la he dejado irse – desde su posición no lo notaba pero cuando la vio querer endulzar su café y que dos de tres cucharadas cayeron sobre la mesa lo confirmó. Su sistema psicomotriz estaba bloqueado, bastaba unas cuantas copas de champaña para hacerlo levemente y botellas para hacerlo de esta manera.
- Gracias – le dijo nuevamente mientras lo miraba a los ojos con sincera gratitud
- No agradezcas que aún no sé como pagarte lo que hiciste por mi hijo
- Cómo esta él??? – preguntó sonriendo al recordarlo
- Durmiendo con su madre – señaló un pasillo que llevaría hasta las habitaciones
- Me alegro… – caminó hasta la cocina en donde se encontraba ella y se quedó parada en frente – Hola…
- Hola… – le respondió tímida y bajando la mirada
- He… he venido a buscarte – dijo bajo tratando de que Leonard no sacara conclusiones anticipadas
- Ok… – le regaló un instante de tristeza a través de sus ojos y sorbió de su taza humeante
- Qué le pasa??? – preguntó Leonard cuando llegó a su lado
- Cómo? – sólo estaba ganando tiempo para inventarse algo… si era su “amiga” en la casa de su vecino debía responder por ella… con verdad, con mentira pero una respuesta sin más
- Se ve demasiado triste… – dijo cuando salieron de la cocina
- Ah… – Estiró su cuerpo para verla – Eh… – podía distinguir la curiosidad y la preocupación en su mirada – Su abuelo… – Y se asomó una vez más para cerciorarse de que no escuchaba – ha muerto… – terminó con la cara de pena más falsa que tenía
- Oh! – le vio taparse la boca con la mano – Pobrecita… Parece una buena chica – y ahora él se asomaba para reflejar la lástima en sus ojos
- Es mejor que me la lleve – la mentira y la caridad vana le retorcieron el estómago – Jennifer nos vamos – sonó tan decidida que Jenny se quedó con la taza a medio camino de su boca
- Déjala al menos que acabe su café – insistió Leonard – Siento su pérdida Srta.
- Mi pérdida? – preguntó confundida y con un orquesta tocando en su cabeza. Veía como Emma bajaba su cabeza
- Su abuelo, lo siento mucho – Y borracha y todo, lo había comprendido, Emma había mentido sobre las razones de su estado, quizás para ahorrarle el bochorno o ahórraselo ella misma
- Oh… era una persona tan bondadosa… Dios… – Emma la miraba estupefacta ¿Estaba, estaba llorando en serio? Se pasó las manos por el pelo, no era necesario dar tal espectáculo.
- Lo siento mucho… toma – le entregó una caja de pañuelos descartables que estaba sobre una estantería. El falso duelo y las lágrimas inventadas estaban llevando al extremo a Emma
- Vamos – se acercó hasta ella y la tomó por el brazo con tanta fuerza que le hizo derramar el café por sobre el mantel blanco. Miraba el estropicio, como la mancha marrón se tragaba lo puro y celestial de aquella tela. Sabía que los ojos de Leonard estarían sobre ella juzgando tan vil actitud – lo siento… – No tenía motivos para ponerse de esta manera, ella había comenzado con la mentira – A mi… A mi… Yo también estoy algo afectada – levantó su rostro totalmente colorado por tal ridícula pantomima, sólo para ver la sonrisa cómplice de la morena
- No te preocupes – respondió aquel muchacho compresivo
- Vamos a dormir un poco – de pronto Jenny, la sostenía por el codo y acariciaba su cabello. Se enganchó a ese mar que esta vez parecía estar mezclado con sangre, cada movimiento desgarraba y provocaba un dolor inexistente, que ojos más engañadores e ingratos. Era buena actriz, capaz de embaucar a cualquiera, así que debía tener cuidado
- Si… – caminaron hasta la salida de la casa, escoltadas por su vecino – Gracias – dijo cuando la puerta se abrió
- Avísame si necesitas cualquier cosa – y le apretó el hombro
Caminaron a través del jardín abrazadas, supuestamente dándose apoyo mutuo hasta que un sonido le indicó que la puerta había sido cerrada de nuevo.
- Mierda!!! – masculló lamentándose de semejante escena y soltándose de todo agarre, dejando a la deriva a un Jenny sin equilibrio – Oh… mierda – la vio tambalear y a punto de dar un paso en falso – Hey… donde vas??? – la tomó de la cintura y le obligó a que la mirase
- A mi casa – la modulación estaba algo lenta – supongo que no estarás de ánimos para fiestas – dijo moviendo torpemente sus manos – Me voy – intentó zafarse de sus brazos pero atropelladamente caía más encima de ella
- Tú tampoco deberías ir de fiesta… Recuerda que estás de duelo – Jamás lo aceptaría pero a pesar de la borrachera prefería tenerla en su casa y en su cama, para después no torturase demasiado con el: “Qué hubiera pasado si…” Cayó en la cuenta de que ya había avanzado demasiado para retroceder.
- Mejor me voy – se separó de ella y logró anclar sus pies en el suelo, aunque el cuerpo parecía moverse el compás del viento – Me pides que no te cause problemas y toco el timbre en la casa equivocada – tres pasos involuntarios hacía atrás y su espalda se estampó contra la reja de la casa de Emma, al menos allí estaba segura.
- Puede pasarle a cualquiera – excusarla era mejor que dejar a la vista sus deseos, aún recordaba lo que le había dicho en la academia. También se conocía, no tenía valor suficiente para pedirle que se quedase, para decirle que quería cuidar de ella ni para confesarle lo mucho que la atraía… así que intentaría persuadirla…
- Tu casa es blanca – le señaló – y esa es color beige – abrió los brazos como queriendo preguntar “entiendes lo que digo?”
- Es color salmón – la sacó de su error
- ¿Ah? – miró hacia la casa del lado incrédula de que su mente estuviera fallando tanto
- Salmón llagando a beige, si así lo prefieres – se sentía idiota tratando de hacer algo que no sabía, a pesar de la cortesía no entendía que se ganaba adulando en exceso
- Ese color no existe!!! – chilló fuerte porque no entendía lo que Emma quería demostrarle
- Estas demasiado tomada para recordarlo y la calle demasiado oscura – otra gran excusa
- Eso no lo hace existente!!! Mierda!!! – estaba enfurecida, Emma parecía burlarse en su cara
- Hoy sí… – apretó sus manos como queriendo concentrar el valor en sus puños –…si te apetece, por supuesto – Y una vez más le ofreció su mano…
Jenny pensó que estaba delirando porque de pronto escuchaba a Emma hablar en chino mandarín, no había comprendido ni una sola palabra… lo único que entendía era la mano que se ofrecía, significaba dormir, ella la desvestiría y la guiaría hasta el lado en la cama que quería que ocupara. Se pegó más a la reja desconfiada, no creyendo poder soportar estar a su lado y no tocarla, era tan débil como animal y le costaba horrores no intentar dominarla…
La mano volvió a pender al lado de su tronco, la oportunidad se había escapado. Emma ya no la miraba, tenía los ojos clavados en las baldosas… pensó en los hombres y en lo oportunistas que algunos eran, le hubieran invitado a tomar algo en su casa en busca de sexo pero Emma la invitaba a su casa a perder la cabeza, a sentir el calor un cuerpo tibio sin más pretensiones, un desayuno con café, frutas y pasión. Nunca había conocido alguien como ella, alguien tan tranquilo hasta el punto de devastar, tan común hasta volverse extraordinaria, transparente y con la fuerza del viento…
- Emma… – logró que levantase su cabeza y la mirara
- No pasa nada… – apretó los labios en un mueca de por demás triste – Es sólo… es sólo… que… por un instante pensé… – hablaba tartamudeando – No volverá a pasar… – soltó todo el aire en sus pulmones – Te acompaño a tu casa??? – preguntó tímida mientras metía sus manos en los bolsillos, como un adolescente en frente de la primera negativa de su novia
Se agarró con fuerza a los barrotes y es que eran estas actitudes las que la trastocaban, sabía que podía volverla mujer en un instante… ardiente, lejos de sus libros, quemando el papel y la inocencia. Recordó la satisfacción que había sentido y una punzada entre sus piernas la obligó a sujetarse más fuertemente. El movimiento llamó la atención de Emma, que se adelantó dos pasos hasta quedar a unos centímetros de ella.
- Miénteme – Exigió al igual que la primera vez, sólo que ahora estaba algo más tranquila. Al instante Emma comprendió lo que quería… una verdad disfrazada de mentira
- Quiero que te quedes – algo se resquebrajaba en su mirada y comenzaba a destellar, la respiración se entrecortaba y los puños volvieron a cerrarse. Jenny no fue consecuente de su primer rechazo y ahora proponía jugar amargamente – Ahora, miénteme tú y dime que quieres quedarte – se acercó hasta su oído haciéndola tensar todo su cuerpo – Dime que no es un juego – susurró mientras colaba sus manos frías por dentro de la ropa haciéndola temblar – Un capricho – agarró su cadera y la atrajo hasta pegar por completo sus cuerpos – Dime… Dime – lo que parecía ira se mezclaba con desasosiego y rendición – que Ben no existe y que sólo me deseas a mi… – Jenny sintió un beso en su cuello y el cálido aliento a medida que subía sus manos por su espalda para abrazarla.
- Emma… – Jenny temblaba aún agarrada a la reja mientras Emma ceñía más fuerte su abrazo, no le importaba no ser correspondida, alcanzaba ese perfume costoso mezclado con el aroma de su cuerpo para querer respirar – Emma… – Escuchó su nombre salir de los labios más provocativos que conocía. Pensó en lo fácil que sería amarla, sería fácil si se dejara… si aflojara la tensión de sus brazos y pudiera rodearla – Mírame – una vez que le concediera la mirada todo acabaría, la necesidad, la adoración y el abrazo. Por qué se empeñaba en destruirlo todo??? – Oh… Emma – el letargo terminó en el mismo momento que vio las lágrimas bajar por sus mejillas ¿Qué había pasado allí, entre su cuello y su hombro? ¿Por qué dolía tanto? Intentó quitarlas rápidamente con sus pulgares pero persistían no como agua sino como sal sobre su delicada piel… buscó la respuesta en sus ojos y aquellos sólo le indican el desagrado con respecto a los sentimientos, esperaba ese parpadeó que la traería de vuelta pero no llegaba y la garganta comenzaba a arder – Perdóname – Jenny apretó los ojos y sus labios tratando de contener el llanto – No quiero hacerte daño…
- Me encantaría poder evitarlo – Jenny no entendió a que se refería y sólo supo suspirar cuando sintió las caricias sobre sus manos, un paso adelante y los labios de Emma estaban en su mejilla, rozando el delirio y soplando lujuria – Puedo? – Pidió permiso sólo Dios sabe para qué y sólo se atrevió a contestar con un movimiento de cabeza.
Un brazo se cruzó en horizontal por su espalda baja mientras una mano separaba sus rodillas. Trató de mirarla para preguntarle si de verdad entendía lo que estaba haciendo pero como siempre se refugiada en su cuello – ahggg – Ahogó un gemido cuando sintió la presión del muslo sobre su pubis. Miraba para todos lados rogando que nadie pasase ¡¡¡Estaban en la calle!!! Ahora la mano se abría camino por la cara interna de su muslo, presionando cada trozo de carne débil cubierta de tela a medida que cerraba su boca mordiendo el cuello.
Tomó la postura más pasiva que podía y llevó de nuevo sus manos hacía los barrotes, en aquel momento sabía que su cuerpo no le pertenecía, que estaba gobernado a base de besos, lamidas y succiones. Las dos manos pasaron a su trasero y la llevaban hacía el roce y Emma bajaba por su garganta perdiéndose en el escote de su abrigo. Emma rápido comenzó a desabotonarlo para abrirlo, metió las manos por debajo de su blusa y tiró del sostén para liberar sus senos… y una vez más Jenny no pudo evitar temblar…
La excitación parecía traspasar los límites conocidos por ella, la morbosidad del lugar y del modo, aumentaban cada vez más su respiración y aquellas manos parecían no querer frenar. Sin darse cuenta estaba apretando a Emma contra su cuerpo y generando una pequeña oscilación de cadera… 1,2,3 y la cintura de su pantalón vaquero estaba lo suficientemente holgaba para permitirle el paso a aquella fría mano. Quería hacerla sufrir, se alejaba de su sexo palpando su anatomía por sobre su blusa, llegó a su pecho derecho y apretó… Cerró los ojos y mordió su labio inferior buscando contenerse, amaba la manera en cual la tocaba y sólo Dios podía saber lo que le hacía sentir…
No contenta con el resultado, Emma moldeó el pecho con su mano y comenzó a buscar su pezón con la boca – Mmm… – Y ese muslo seguía firme entre medio de sus piernas solo para ella. Listo!!! Lo poca coherencia que quedaba se la había llevado el frescor de la saliva traspasando la tela, endureciendo sus pezones y hinchando más su clítoris. No lo aguantó más y ella misma llevaba la mano de Emma dentro de su pantalón – Te quiero ahora dentro mío – la tomó de la nuca y enganchó su pierna al muslo de Emma – Mierda!!! – con la primera estocada vino una ola de calor que no esperaba, usó de mordaza el hombro del abrigo de Emma mientras clavaba las unas en su nuca.
Seguía el ritmo de aquella mano le marcaba, era exquisita la sensación de sentirla, tanto que por primera vez le hubiera gustado durar más tiempo, faltaba poco y lo sabía, ahora ella era quien se devoraba los dedos, aún con los ojos cerrados y con la cadera golpeando fuertemente… se abandonaba al placer – Ah… Ah… Ah… – tres golpes más certeros y un último que parecía no querer acabar y de pronto el aire se acabó y con él las ganas de respirar para vivir, apretaba tratando de sostener el tiempo un instante más… y el aire volvía entrar
Todavía no dejaba de moverse agitada, abrió sus ojos y lo primero que vio fueron los ojos de Emma vigilándola de cerca, también jadeaba y tenía los labios entreabiertos mostrando un rojo incitador en lo profundo, no estaba allí siempre sólo en los momentos de intimidad, se preguntó que lo traía… lo rozado de las mejillas y el cuerpo rígido. – Puedo? – Jenny pestañó varias veces ante la pregunta e inerte a la realidad volvió a asentir con la cabeza.
La vio sonreír, arrugar sus labios y se acercó para entregarle el más tímido de los besos – Eres hermosa… – y otra vez, a arrugar sus labios y a bajar la mirada por vergüenza de sus propias palabras.
Jenny sonrió recordando lo que Ben le había dicho a cerca de los piropos, uno de ese tipo y en este momento le causaría un paro cardíaco a Emma, mejor no hacerlo – Gracias – y le devolvió el beso suavemente. Se besaron unos instantes más hasta que Emma hizo que los muslos de Jenny rodearan su cadera, caminaban, entre besos y suspiros, al interior de la casa.
Emma encendió la lamparilla de su mesa de noche, antes de sentarse sobre su cama. No había podido despegar su boca de la de la morena ni las manos de su trasero, bajó el ritmo ella aún estaba excitada pero Jenny no se encontraba en la misma situación. Con los ojos bien abiertos miraba cada una de las reacciones de su amante, ganaba por completo su atención y devoción… tan sólo, la incitaba a querer provocar más. Tiró de su abrigo, mal colocado, para sacarlo definitivamente, allí dentro no era necesario. Siempre que se atrevía a avanzar un paso, era recompensada con una sonrisa sensual.
Le gustaba poder disfrutar de este momento en silencio, Jenny parecía comprender a la perfección cuando era momento de hablar y cuando no. Pero sabía que tendría que hacerlo, enfrentar a la incapacidad de expresarse, lástima que las palabras con ella siempre eran puñal tras puñal. Vio como Jenny hacía lo mismo con su abrigo y lo dejaba caer en el piso; para su pulgar por el cuello y reconocer con sus dedos la clavícula. Se fundieron en un abrazo potente, descargando allí las incertidumbres en forma de exhalación y el tiempo pasaba entre las caricias…
- Necesitas algo??? – Emma preguntó pegada a su cuello. Y Jenny la miró con una ceja levantada – Digo… Para comer, tomar o lo que sea – se explicó
- Mmm – se lo pensó unos segundos y recordando como había llegado allí, mejor dicho a la casa de su vecino – Un baño caliente… estaría bien
- De acuerdo – Emma se giró lentamente, la sacó de encima de su cuerpo y la dejó sobre la cama – Voy a prepararlo.
- Gracias – y se dedicó a verla moverse por habitación. Estaba de espaldas hacía ella y enfrente del enorme armario buscando algo. Esa blusa, a rayas azules y blancas, y ese pantalón vaquero desastado, le quedaba genial, le daba un aspecto tan informal que jamás adivinarías sobre su violín, sobre sus libros ni sobre el fuego detrás del hielo.
- Aquí están – De pronto se giró con un pila de toallas en sus manos – Sabía que las tenía pero recordaba en donde
- No sería ideal tenerlas en el baño – Peguntó mientras apoyaba la cabeza en su brazo, la ducha comenzaba apetecer poco y casi nada
- Espera a ver el armario del baño – le dijo con el dedo levantado – Ven – Jenny sorteó los obstáculos que representaba la ropa en el piso y fue tras ella.
- Aquí – señaló apenas abrió la puerta – puedes cambiarte – Una habitación enorme con tocador, espejos en la pared y armarios – Y allá tienes lo necesario para la ducha – Ese “Allá” estaba realmente lejos
- Es un cuarto de baño precioso – Dijo Jenny mientras lo admiraba
- No es mi creación, venía con la casa cuando la compré… Bueno – estaba a punto de retirase – Ah se me olvidaba – se acercó hasta el armario y abrió su puerta.
- Dios!!! – Exclamó al ver la cantidad de jabones y toallas que había allí dentro – Esta no es una buena carta de presentación – dijo divertida
- Tampoco es mi creación – se encogió de hombros – a mi madre le encantan y siempre me regala, así que aquí quedan guardados – Cerró la puerta
- Y qué es de tu creación en esta casa??? – preguntó provocadora mientras se acercaba a ella
- La única habitación que no conoces – le miró los labios pensando locuras pero desistió al instante – te dejo tranquila… – y colocó las toallas sobre la mano de Jenny.
Al salir del baño la estampa que se encontró la dejó sin aliento, Emma estaba con su pijama improvisado y un libro a su lado totalmente dormida, sobre las mantas. Parecía tan tranquila, se acercó sigilosa a la cama, vistiendo la salida de baño que Emma le había dejado, y se permitió tocarle el rostro
- Qué??? – se incorporó al instante algo asustada
- Perdóname… – alejó su mano – no era mi intención…– contestó triste al creer que la magia desaparecía
- No te disculpes – Emma la tomó por el mentón obligando a que la mirase – es la falta de costumbre…
- A qué??? – A dormir acompañada, a las caricias, a la presencia de los amantes, a que la tocase una mujer??? El alcohol sólo había dejado un terrible dolor de cabeza y dificultad para procesar bien las cosas
- De verdad quieres saberlo??? – preguntó tratando de hacerla comprender que a lo mejor este no era el momento
- Me gustaría saber algunas cosas… – admitió al fin, cansada de tantas vueltas. Se habían acostado dos veces y por como pintaba la cosa, esto parecía no tener un final muy cercano al menos por su parte. Estaba lo suficientemente “enganchada y deslumbrada” como para querer dejarla ir
- Pregunta lo que desees – le concedió mientras corría un mechón húmedo de su rostro
- Yo… Yo… Te gusto??? – y tragó el nudo que tenía en su garganta mientras acercaba la mano a la mancha en su cuello, hoy estaba más marcada que nunca ¿Qué clase de persona era Emma?

Qué clase de pregunta era aquella??? Una de lo más normal, una de respuesta rápida, la necesaria para continuar con esta locura… Pensó simplemente que quizás no estaba haciéndolo bien, que las atenciones y los cuidados ya no eran utilizados para mostrar importancia. Renegó, por primera vez, de su infancia y adolescencia, de las horas que dedicaba a su instrucción musical y de ese mundo imaginario que había creado entre un atril, ella y su instrumento… Qué podría responderle a semejante mujer para no decepcionarla??? Cantarle un “si” en todas las escalas musicales existentes??? Patético…
Atrapó esos dedos que rondaban por su cuello y encima de su moretón. De seguro, pensaba algo que no era – Jenny??? – susurró
- Huh? – estaba absorta en sus pensamientos y en poner un rostro y cuerpo a la competencia, las combinaciones no tenían fin y no lograba sacar nada en claro.
- Mi violín no tiene almohadilla – fue su estúpida respuesta
- Qué??? – tenía su cabeza preparada para un “sí” o un “no” y Emma le hablaba sobre su violín???
- Que mi violín no tiene almohadilla por que es viejo – rogó a cada unos de los dioses porque Jenny pudiera entender lo que necesitaba decirle…
- Quieres comprarte una??? – Dijo para no sonar desinteresada ni maleducada
- No… – apretó su mano para hacerle entender de que esto era importante – me siento incómoda con ella pero… pero… – Jenny la miraba a la espera mientras se preguntaba como podía gustarle alguien que se interesaba solamente por su violín??? Creyó, por segunda vez, en aquello del castigo, estaba perdida – …el paño no es suficiente y hace daño – cerró su boca al instante, sin más fuerza para las grandes confesiones
- Hace daño… – repitió lo último, que fue lo que consideró interesante – Oh!!! – Lo entendió al fin y Emma le sonrió – Y yo que pensaba… – se frenó antes de que sus palabras trajeran más preguntas aún. No funcionaba de esta manera, no al menos para ellas, debía arriesgarse e ir viendo sobre la marcha que es lo que sucedía, a pesar de que el riesgo de enamorase era enorme y daba pavor – No es nada… Dormimos??? – giró la conversación
- Claro – Dejó el libro sobre la mesa de noche – Necesitas…??? – y se quedó callada al ver el cuerpo desnudo de Jenny al final de la cama y con la salida de baño entre sus manos – creo… – tragó saliva – …que no necesitas nada – dijo sin poder despegar sus ojos de tan perfecta anatomía
- No te importa que duerma desnuda??? – preguntó pícara al ver la cara de afectada que tenía Emma. Sólo negó con la cabeza mientras apoyaba la espalda en el respaldo de la cama.
Quizás era lo único que le encontraba de similitud con los hombres, su gusto por los cuerpos femeninos, con ellos solo bastaba con gatear un poco por la cama y los tendría a sus pies, rendidos… pero con Emma… nada era lo que debía ser. Cuando la realidad la tocó, la parte seductora se fue dejándola pequeña y más desnuda que nunca. Aquellos ojos encantadores, la miraban ávidamente y sin reparos, hubiera sido más viable afrontarse a la lascivia y al deseo pero no había ni una pizca de eso en ellos, creía que la estudiaba o la espiaba mirándola de pies a cabeza.
Le vio atrapar la tela de su fino pantalón en su puño y un lento parpadeo – No tienes frío??? Podrías resfriarte – y abrió las mantas invitándola a ocupar el espacio vacío en la cama.
Sosteniendo la mirada, hizo lo que se le indicaba, no se atrevería a nada más, no bajo el calor que esos ojos emanaban. Emma la abrigó con las mantas y luego ella se introdujo debajo.
De pronto, había un abismo entre medio de ellas dos en la cama, aquel palmo de distancia se hacía infinito de tanto silencio y sólo el sonido del roce entre las sábanas lo cortaba y lo volvía a unir. No la escuchaba respirar y se moría ante la idea de que se contuviera por ella, para ella y con ella… pero la incertidumbre llovía de a gotas con cada secreto, hablar no era fácil pero el sexo sí ¿Qué era lo que la trasformaba? ¿Qué convertía a la niña en mujer?
- Quiero que te desnudes… – Demandó a medida que el deseo por conocerla volvía a humedecer el interior de sus muslos. Sin decir palabra, salió de la cama dispuesta a quitarse la ropa. Agachó la cabeza y tomó su blusa por la espalda, Jenny sonrió, se la estaba quitando de la manera más masculina posible y sabía por que, pues era la forma más rápida, había visto a docenas de hombres desesperados por tenerla – Lento… – y frenó dejando ver su ombligo. Jenny necesitaba saber que era lo que le conducía al desquicio cada vez que estaba entre sus brazos. No había timidez, sólo el deje de la femineidad en la habilidad de sus manos, aquellas eran quienes la desvestían y quienes la llenaban…
Se quedó quieta con el torso desnudo dejándole contemplar tranquila… El blanco de su piel, sus clavículas, sus pechos, su tripa… Estaba de pie junto a la cama demostrando que no había nada mágico en su cuerpo más que las ganas que le nacían cuando estaba con ella. Clavó sus pulgares debajo de la línea que dibujaba su panza y tiró de su pantalón pijama hacía abajo, ahora dejando expuesta su ropa interior. Un triángulo de tela que cubría el pubis pero permitía adorar sus generosas piernas en todo su esplendor. Detuvo su mirada en los muslos y en su sexo sólo para notar como la fantasía le hervía la sangre.
Tiró de la simple tela de algodón dejando ver su vello púbico y reconociendo en el azul brillante de los ojos la satisfacción – Emma – susurró Jenny mientras se preguntaba: Por qué deseaba tanto darle placer??? No sabía devolver, era egoísta por naturaleza y lo único que le importaba era su bienestar. Quizás el haber comprobado que Emma la complacía complemente dejaba girando la moneda. Y en vez, de agradecer no se le ocurrió más que acrecentar su egoísmo al proponerse satisfacerla para marcarla y para quedarse en ella siempre.
- Ven – la urgencia y la desesperación florecían por cada uno de los poros de su piel. Como un rayo la entrega se le antojaba dulce al igual que cada caricia que había recibido con anterioridad, volvía a desear su mismo sexo y dispuesta a hacerse de su antojo, se hallaba valiente para hacer sentir. En cuanto entró en la cama no hizo más que lanzarse a su boca, quería el rojo en sus labios y la respiración entrecortada. Le mordió porque algo se apretaba en su estómago a medida que pasaba su mano por el costado.
Buscando castigar y provocar se colocó en horcajadas encima de ella y como una inmensa ola de mar parecía arrastrar a Emma, haciéndola encogerse ante el tacto y refrenarlo clavando sus dedos en los muslos de la morena. Resistía al igual que guardaba cualquier gemido en el fondo de su garganta, llevó las manos por encima su cabeza con fuerza y decesión – Déjame caer… – Emma al instante desistió de oponerse y relajó el cuerpo sin importar lo que Jennifer quisiera hacer, de seguro tendría sabor a gloria. Agarró nuevamente sus muslos pero esta vez para encajarla bien sobre su sexo, si el final era la muerte que viniera dulcemente era su deseo.
Trató de mirar su rostro para confirmarle que estaba lista pero Jenny miraba sólo hacía abajo mientras exhalaba y hacía fuerza contra ella, tres balanceos y estaba sobre su boca y enlazando sus manos. Presa, disfrutó de la sensación de roce de sus lenguas, de aquella caricia que bajaba por sus brazos despertando el sentido y del rastro de saliva ardiente que iba desde su mandíbula hasta el lóbulo de su oreja… Y la excitante oscilación no se detenía… Escuchó un gimoteo apenas audible y las manos estaban sobre sus pechos; y aquel pulgar inquietando su pezón.
Bajó dando pequeños besos a cada unos de sus lunares, por el su cuello hasta llegar a su hombro, la piel era extremadamente suave y deliciosa, el mejor de los refugios. – Me encantas y me enloqueces – Emma cerró los ojos ante las palabras y el calor de su boca que bajaba en línea recta desde su pecho hacia su estómago, enredó los dedos en el cabello castaño y apretó tratando de controlarse. Volvió a su boca y a apretar, la excitación la hacía temblar pero el roce de sus pezones contra los de Emma sólo llamaba a una parte que era desconocía para ella, aquella que le hacía querer arañar, morder y desgarrar…
Frenó, frenó porque aquella sensación le hacía peder el control y las manos de Emma subiendo por su vientre no ayudaban. La miró a los ojos y se preguntó ¿Por qué tanto placer dolía? ¿Por qué se paralizaba en este momento? La quería… la quería para ella y el miedo se hinchaba en su garganta a medida que el deseo se derramaba por su sexo. Un momento en el cual Emma parecía comprender lo que pasaba y lo que sentía… Llevó sus manos a las caderas de Jenny y la ubicó en sus muslos, cerca de sus rodillas, a medida que abría sus piernas. Algo magnético, algo inexplicable, hacía que la morena bajara la vista hasta el centro de la mujer que estaba debajo de ella.
Maldijo en silencio a Dios, al destino o a cualquier cosa que tirara de los hilos de la vida… No debía ser así, Emma era quien debía clamar por ella no al revés. Las manos temblaban mientras se acercaban a los blancos muslos, el exceso de saliva la obligaba a entreabrir su boca y el miedo le hizo clavar los dedos en la carne. Sintió un apretón en sus manos y los ojos brillantes de Emma la esperaban, como así también sus labios rojos y el pecho agitado… Emma se incorporó para besarla con pasión, para abrazarla con todas sus fuerzas, para tratar de ahuyentar cada esquirla de miedo que enturbiaba el azul del claro cielo.
Cuando la notó sumisa entre la carne y la falta de aire, ella misma llevó la mano de la morena hasta su sexo, evidenciando la mortalidad y lo ordinario. – Oh Dios… – rogó Jenny, cuando la sensación que bañaba sus dedos comenzaba a inundarla por entero – …Dios… – y volvía desesperada a su boca mientras masajeaba. ¿Cómo era posible que de tanto hielo devuelva fuego? Emma se recostó nuevamente dejándose a entera disposición de esta nueva locura… Inconcientemente, abrió más sus piernas mientras se aferraba a la almohada.
El calor y la humedad la llevaron a introducirse con facilidad en ella, vio como cerraba los ojos y humedecía sus labios con la lengua, sólo supo jadear a medida que recostaba la piel por sobre la piel y labio sobre labio y con su mano libre la tomó por la nuca para que no se despegase de ella. Obtuvo una gran bocanada de aire cuando empujó más hacía adentro y más quería obtener, y así comenzó a penetrarla. Se movía encima de ella mientras mordía su labio inferior y pensaba en lo candente que era la danza, tanto así que creía diminuta la perfección de su Ballet. Apuraba a medida que el roce del muslo la llevaba a ella misma hacía el orgasmo.
El rozado de las mejillas se notaba cada vez más, la respiración cada vez más agitada y aún seguía con los puños apretados en la almohada, dejó su boca y bajó al cuello mientras se posicionaba mejor, quería sentirla temblar y explotar entre sus brazos. Aumentó el ritmo y con ello llamó a un jadeo incesante que iba acompañado del sonido de la fricción, jamás había escuchado nada más excitante que tal combinación… sin darse cuenta estaba llegando al clímax en el muslo de Emma y moviendo más intensamente los dedos, un sonido extrañó salió de la boca de Emma y de pronto todo era tensión, hasta Jenny misma…
Se estrujaba contra ella adoptando formas que jamás pensó que sería capaz de lograr, todo sea por la necesidad de fundirse, de ahogarse y volver a respirar… Volvió a apretar con la ilusión de poder detener el tiempo esta vez – Por favor… – susurró entre sus propios gemidos deseando que aquel momento no termine jamás. Un brazo en su espalda la obligaba a caer sobre el pecho, a relajarse y acariciar los costados a medida que estiraba las piernas. Miró hacía arriba y ella seguía con los ojos cerrados, los labios húmedos y la respiración agitada.
Subió a besarla porque pensar en lo que acaba de pasar volvía a doler en la entrepierna y volvía a excitarla… y esta vez, ella buscó encajarse sobre el sexo de Emma y comenzar con un movimiento casi imperceptible. Emma abrió los ojos cuando la boca de Jenny la abandonaba y comenzaba a bajar hasta su pecho, a tientas llevó las manos sobre los muslos de la morena y comenzó a moverse con ella. Se incorporó para besar lo moreno del cuello y la garganta mientras apretaba moviendo sus caderas buscando cada vez más roce y más goce…
Los movimientos subían paulatinamente de velocidad e intensidad y aquel beso ardiente comenzaba a dejarlas sin aire, rompiendo en suaves gemidos la morena se estancaba en su oreja y sus uñas volvían a clavarse en la blanca espalda. Comenzó a sentir como se derramaba encima de ella, mojando el vello y la piel haciendo que la desesperación por poseerla se clavara como aguja en la boca del estómago. Giró y la apoyó contra el colchón el un rápido movimiento, la sonrisa perversa se transformaba en quejido a medida que con sus dedos apretaba su clítoris y comenzaba a separar sus labios.
Sin dejar de estimular se posicionaba entre sus piernas para estar encima de la carne latente y poco a poco, bajo la atenta mirada de Jenny, llevaba su sexo hacia allí… el calor llegó con el líquido, el gemido de la morena con el contacto y el suspiro con el peso del cuerpo de Emma encima suyo. Y lo demás, vino a la fuerza… el empuje, el enredo de piernas, las mordidas en el cuello y cada una de las líneas rozadas que se marcaban en la piel…
No podía evitar abrir las piernas y agarrarse fuertemente a sus nalgas, cada estocada le hacía gemir y perder el aire. – E…E… Em-ma – Trató de avisar que estaba llegando y la respuesta vino instantánea en rapidez de movimiento, en sudor bañando los cuerpos, en un arqueo involuntario y en el jadeo animal. Emma se agarró de su muslo y aprovechó el arqueó para pasar el otro brazo por su espalda, se balanceó fuertemente sobre ella hasta que convulsionó y la sintió convulsionarse. Apretó los ojos mientras percibía los últimos coletazos del éxtasis y dibujaba con su boca un círculo saliva en el hombro de Jenny.
- Emma… – Aún agitada, la morena pasaba las manos por su pelo – Emma… – Le miedo de perderla azotaba una vez más
- ¿Estas bien? – preguntó la rubia mientras se acostaba a su lado
- Sí… – respondió con una tímida sonrisa – estoy bien…
- Yo también… – no pudieron evitar sonreír juntas, quizás todo entre ellas era un desastre pero el sexo… el sexo era simplemente fantástico, pensó, en aquello que algunos llaman “Piel”, mientras resbalaba sobre su cuerpo y apoyaba la cabeza en su pecho…
Entró corriendo al trabajo, por un momento pensó que le arrancaban la piel a medida que se levantaba de su cama, nunca le había costado tanto levantarse, quizás porque no solía tener tan buena compañía pero los sueños no duraban demasiado y el móvil sonó antes que su despertador. Problemas, siempre llamaban antes que las obligaciones y eran los únicos que no tenían horarios…
- Qué pasó??? – Le preguntó a Lara que estaba dormida sobre una silla en frente al ordenador – Dime que ha pasado algo… – Pensó en Jennifer y que la había dejado abandonada en su cama, en que no se había animado a despertarla y había optado por salir como un ladrón de su propia casa, no sin dejar un juego de llaves sobre la mesa.
- Sí Jefa!!! – pero tan sólo buscó una mejor posición y se volvió dormir.
- Hace cuánto estás aquí??? – la zarandeó por el hombro vigorosamente – Lara???
- Desde ayer por la mañana – Y se echó nuevamente sobre el teclado.
- Le has avisado a tu made??? – No era más que una niña haciendo cosas de mayores
- Sip – levantó su dedo – Soy una persona responsable… – Emma la observaba detenidamente, más que responsable era una persona llena de aspiraciones y que tenía por meta cumplirlas. Pero tan sólo tenía 19 años ¿No debía estar con sus amigos bebiendo hasta perder la conciencia?
- Qué ha dicho ella??? – Pensó en que si alguna vez tenía hijos, jamás los dejaría pasar por esta situación
- Qué soy la mejor de sus hijas – dijo digna y orgullosa
- Ve a refrescarte un poco el rostro – le ordenó, si no tomaba el rol que le correspondía no le haría caso – En 15 minutos te quiero de vuelta y con ropa de faena… Vamos!!! Quiero terminar con esto de una vez – El estómago se le encogió ante la idea de querer volver a casa lo más rápido posible.
Se plantó en frente del problema y trató de llamar a la parte resolutiva de su cerebro dejando de lado el embobamiento… hacía días que fallaba pero… cómo era posible si la máquina era nueva??? La había revisado tres veces pero algo se le pasaba por alto. Volvió a desmontar la carcasa y meterse detrás de ella, verificando cables, juntas y el motor…
- Emma… Terminarás por romperla – Se quedó en frente del aparato y colocó las manos en los bolsillos de su costoso traje.
- Si no hubieras comprado esta porquería… Podría estar haciendo cosas mejores como dormir, que falta me hace… – Ni siquiera hizo esfuerzo por saludarlo. Siempre que le veía se preguntaba ¿Cómo era posible mentirse tanto a uno mismo?
- La empresa está haciendo unos recortes – explicó tranquilo
- Recortes??? Y así piensas ahorrar dinero??? – le repugnaba la facilidad que tenía para olvidar las cosas y lo peor de todo, la facilidad de olvidarse de donde venía y quién era – Comprando maquinaria obsoleta??? Sabes que no harás más que perder dinero…
- Nadie tocara tu investigación mientras yo esté aquí – y ahí estaba esa seguridad totalmente falsa, no se necesitaban, pero él insistía en crear algún tipo raro de simbiosis. No era más que una cuestión de dinero y el subir escalafones para su vida empresarial… algo que a Emma le importaba muy poco…
- No te daré mis patentes… Ni a ti ni a la empresa – lo miró decidida
- Si nos vendieras alguna – se acercó a ella – tendrías dinero, de sobra, para ejecutar todo lo que tienes en esa bonita cabecita – y le tocó la frente con el dedo índice – en vez de conformarte con la mediocridad
- La empresa esta haciendo recortes… no creo que se puedan permitir comprar nada – se sonrió y volvió a su trabajo
- No seas necia… es una gran oferta – trató de seducirla, una vez más
- La tendré en cuenta – gritó al encender el motor del compresor
- No vas a cambiar nunca!!! – él le sonrió. Escuchó atenta la frase porque no formaba parte de la puja para la compra y venta – Eres así desde que tenías 19 años… Tan leal a tus principios que…
- No – le interrumpió – No… hables de lealtad porque tú no eres igual a mi… tú eres un empresario… No entiendes de lealtad, compras, vendes, vistes trajes. Y yo… – arrugó sus labios arrepintiéndose de tan hirientes palabras – Vamos a dejarlo aquí… – se pasó la mano por el pelo y se fue al ordenador.
- Tengo que corregirme – dijo mientras la miraba desde la distancia – has cambiado… – Se ganó su atención y la mirada más penetrante y escrutiñadora – Eres… has potenciado lo que eras. Debes sentirte muy orgullosa…
- Mejor eso… a sentir lo que sientes tú – dijo mientras tecleaba a gran velocidad
- Claro… – Se miró los zapatos sabiendo que hoy sería imposible hablar con ella, la encontraba altanera y a la defensiva. Siempre le había gustado lo dulce que era pero cuando estaba en desacuerdo con algo, hablaba flechas de caramelo y el blanco era “herir”, no fallaba, tenía demasiada inteligencia como para gastar fuerza inútilmente en tensar el arco sin saber si podría alcanzar la presa. Se preguntaba como había sido que la había perdido…
- Dennis… – no dejaba de mirar la pantalla y de teclear – Quiero el traspaso de Lara a planta permanente
- Te dije que la empresa esta haciendo recortes??? – levantó sus brazos y miró hacía arriba como preguntándole a Dios si ella escuchaba algo de lo que él decía.
- Te dije que eres un explotador??? – e imitó su gesto irónica – Estoy dispuesta a denunciarte si es necesario, es una niña!!! – dejó el ordenador y se paró en frente de él
- Tú a su edad…
- No me interesa – y otra vez, volvía a imponerse – pero me aseguraré de hacer un gran hueco en el piso parquet justo en donde tienes tu cómodo sillón – le amenazó, le sonrió y volvió al ordenador
- Ja… – soltó una carcajada – Si Lara se quedó fue porque quiso y las horas serán pagas al 200% y 400% yo no creo que se puede hablar de explotación…
- Quiero creer que aún conservas algo de inteligencia… – Sabía que con eso bastaría para hacerle ver la realidad
Él la miró nuevamente y recordó lo que le tenía enamorado, esa fuerza que ella no creía tener y su pelo. ¿Quién había dejado a quien? Ah… recordó los años en el extranjero y lo cambiada que había vuelto de cada uno de sus viajes, lo delgada y lo perfeccionada… cegada por conocer; y él por el dinero y con muchísimas ansias de poder. Olvidando que “quien tiene la información tiene el poder”, no pudo evitar convertirse en un simple empresario y Emma en una “inadaptada social” con muchísimo poder. Pieza clave para su empresa pero ella parecía no notarlo, sólo necesitaba para ser feliz ver en concreto lo que ideaba…
Tecleaba y tecleaba… y él sólo le miraba, tenía órdenes de “arriba” de mantenerla contenta pero ella jamás pedía nada, parecía no necesitar nada… ni a él, ni el dinero, ni el reconocimiento. Bastaba con una estudiante trastornada y un montón de lata oxidada colocada en un rincón… ¿Cómo hacía para conformarse con tan poco?…Esa no era la pregunta y volvió a reformular… ¿Qué la colmaba tanto?
- Ya soy persona – Lara entraba con dos tazas de café y una sonrisa radiante – Es mi décimo… Jefecito, pero no se preocupe no agarraré el vicio – Emma ya estaba sonriendo y Dennis, sin poder evitarlo, también…
- No es bueno para la salud, beber en demasía… – Emma le aconsejó – café, ni alcohol… – pensó una vez más en ella – ni bebidas energizantes… bueno, supongo me entiendes – sino frenaba comenzaría por las explicaciones desde los motivos psicológicos ingesta, siguiendo por los trastornos fisiológicos, hasta la excreción de la noxa…
- Síííí… Todo lo rico hace mal al organismo… – simplificó a grandes rasgos – …pero es lo único que me mantiene despierta – pasó a dejar las tazas sobre la mesada.
- Lara… – Cruzó la última mirada con Emma y se dirigió a ella – Escucha…
- Me despedirán? – golpeó la mesada con el puño cerrado mientras con la otra mano agarraba su cabeza – escuché que la empresa no esta bien – le miró a Dennis casi rogando – pero yo sólo soy una simple becaria y mi sueldo es mínimo…
- Lara… – Emma intentó hacer que escuchara
- Ahora tendré que ir con los del Ejército – Miró a Emma – Y sabes que ropa de camuflaje no es lo mío – Ahora pasó a hablarle a Dennis – Una vez vestía un pantalón de…
- Lara – Dennis le indicó que frenará con su mano – Sólo quiero decirte que ha partir de este momento formas parte de la empresa
- Yo ya soy parte de la empresa – los miró a los dos –… trabajo aquí – se encogió de hombros.
- Formas parte de la plantilla permanente… Felicitaciones – dijo pausadamente no queriendo dejar lugar a dudas
- Qué? – susurró bajito no entrado en conciencia de lo que se le decía. Este puesto lo deseaba desde que había comenzado su pasantía pero sabía que había gente que tenía más experiencia en la materia y por ende muchas más posibilidades de conseguirlo – No lo puedo creer – llevó la mano a su boca para esconder esa sonrisa que se le formaba
- Créelo – dijo él – la empresa se encargará de que termines tus estudios y pagará la matriculación. El lunes pasa por mi despacho a dejar tus papeles con mi secretaria – Y salió de la misma manera en que había entrado, silencioso.
- Maldito… – murmuró Emma al ver que había conseguido tan sólo una parte, sobre la máquina no había dicho nada – Ay!!! – de pronto, un abrazo le llegaba por la espalda.
- Puedes creerlo???!!! – chilló tan fuerte en su oído que casi le rompe el tímpano. Apretaba cada vez más fuerte a Emma mientras la balanceaba. – Sí!!! Sí!!! Sí!!! – y comenzó a dar pequeños brincos, llevando a la rubia en su festejo eufórico, un apretón más fuerte y un beso en su cabeza y por fin la liberó. – No puede ser… – se agarró la cabeza y miraba alucinada toda la habitación… Emma tuvo un recuerdo de su primer “gran logro”, ella no había saltado ni abrazo a su jefe sin su consentimiento pero recordaba perfectamente la sensación de pertenencia sobre lo material, era imposible no mirarlo con nuevos ojos, antes sólo existía la esperanza de obtenerlo y ahora la esperanza de no estropearlo todo… “de caber en el zapato”… cada logro, a partir de ese momento, se convertía también en una gran responsabilidad…
- Mis felicitaciones – dijo mientras le sonreía y volvía a colocarse en frente al ordenador
- Todavía no caigo – le contestó – cuando entre en conciencia de lo agradeceré
- De acuerdo – y comenzó a teclear una vez más
- No le habrás obligado a que me diera el puesto, no? – preguntó acercándose a ella y cruzando los brazos ante la indignación
- Que te hace pensar eso??? – No la miraba intuyendo que su próxima contestación sería una gran mentira
- No sé… Quizás porque cuando llegué estaban los dos aquí… y no hablando sino callados como quien recién termina de tener una gran discusión – se encogió los hombros – A ver dime…
- Has deducido todo eso por qué cuando entraste nos vistes callados??? – la miró como diciendo a mi me parece que “imaginas demasiado”
- No! – la miró a los ojos – lo he deducido por que me han dado un puesto que decenas de personas desean…
- Será – Sonrió orgullosa de no equivocarse con respecto a la inteligencia de la niña – que realmente te lo mereces…
El silencio reinó en el lugar un momento, sabía que lo que estaba haciendo Lara era evaluar todas las opciones… y hasta que no lograra tensionar cada unas de las cuerdas, que ataban los cabos, con racionalidad, no esbozaría otra palabra
- Soy una genio en potencia – dijo con aire de suficiencia – por eso me han dado el puesto – y se apoyaba despreocupada sobre la mesada
- Genio en potencia debemos arreglar esa cosa – señaló a la máquina – si quieres salir en algún momento de aquí – y se acercó a al problema dispuesta a ponerse manos a la obra
- Puedes mandarme de esta manera ahora que soy de planta permanente??? – preguntó cuando llegó a su lado
- Soldador electrónico – Demandó – No has hecho más que echarte más cadenas encima…
- Toma – le pasó la herramienta – Y si pido que me reubiquen?
- Un gran error… – se ubicó mejor para trabajar –…porque en ese caso recibirías órdenes de personas sexagenarias y te puedo asegurar que son más intransigentes que yo…
- Era una sugerencia – dijo en tono de disculpas – sólo quiero ver todo el abanico de posibilidades
- Es tu derecho y ahora debes decidir. Pásame un paño… ésta mierda pierde aceite
- Aquí… – alcanzó lo que se pedía – Que decisión más difícil!!! – resopló haciéndose la que se lo pensaba seriamente – La rubia loca o los viejitos decrépitos?
- Hey – salió sólo para mirarla – no estoy loca
- Noooo… Si todo lo que haces es de lo más normal… Eres la única persona que conozco que almuerza leyendo un libro
- Me gusta la lectura – se defendió
- Lees mientras conduces???
- No, eso sería una imprudencia
- Prefieres leer a hablar con otras personas??? – rebatió rápidamente
- Sí – contestó al instante
- Ves? – se encogió de hombros – no eres una persona normal…
El tibio sol comenzaba a alcanzar sus ojos, estiró todo su cuerpo, como era habitual, pero esta vez esperando chocarse con ella en algún lado de la cama. Abrió los ojos definitivamente al ver que no estaba, también como era habitual, se sintió enfadada, esperaba poder despertar junto a ella después de tan maravillosa noche y se asustó de sus propios pensamientos. Mientras se sentaba en la cama y abrazaba sus rodillas se preguntaba ¿Qué era lo que le pasaba con Emma?

Estuvo varios minutos en la misma posición machacándose la cabeza con preguntas pero tan sólo abrían enormes huecos a lo poco que sabía sobre ella… ¿No hubiera sido más fácil pedirle una cita he irse conociendo poco a poco? ¿Hubiera tenido el valor para hacerlo? ¿Hubiera llagado a tal punto si realmente la conocía?... Le gustaba el halo de misterio que la cubría, de alguna manera enfermiza le incitaba a más. Era buen amante, de eso no cabía duda, quizás el mejor de los amantes que pudiera desear, no preguntaba, no exigía y siempre parecía estar predispuesta a sus caprichos sexuales…
Pensó en que quizás sería bueno conservarla así, en este punto, el camino ya estaba recorrido y no se veían grandes nubes a lo lejos. Podrían acostarse cada vez que lo quisieran, sin pasar por lo tedioso del sentimentalismo, se veía fácil, algo así como lo de Ben pero sin la amistad y con mucho más deseo, sin arrepentimientos por las mañanas y con unos buenos desayunos… Podría funcionar…
- A quién quieres engañar? – suspiró fuertemente derrotada. No podría tener una relación de ese tipo por más que se lo propusiera, si cada copa que tomaba de más sólo le hacía salir corriendo hasta su casa a suplicar que la besase. – ¿Por qué? – no lograba descifrar que era lo que la movilizaba, y sabía no era eso del misterio, era algo más… algo como el atrevimiento y la recompensa, la trasformación, la autenticidad, el ardor, el placer, el dulce en los besos, la preocupación, la suavidad, los silencios… – Basta… – se obligó a dejar de pensar y se levantó de la cama con rumbo a la cocina.
Cuando llegó, después de haberse vestido, encontró el desayuno sobre la mesa y una nota, al lado un manojo de llaves. Reconoció el papel al instante y se acercó a él con una sonrisa en los labios.
-…Lo que dejaste en mi casa después de salir corriendo como una despavorida… – Leyó lo que ella misma había escrito en el papel la mañana anterior –…Lo que dejaste en mi casa después de… – y allí terminaba la nota – Después de qué??? ¿Qué me he dejado? – se preguntó extrañada y miró las llaves pensado en que posiblemente fueran las suyas y lo vio, su pendiente y en acto reflejo llevó la mano a su oreja – Oh!!! – Sorprendentemente no había notado su ausencia y eso que era su pendiente preferido. – No puedes ni escribirlo… Profesora Müller – pasó los dedos por sus labios recordando el sabor de su piel
Ring…Ring… Ring. El sonido el teléfono la sacó de su ensañamiento. Se acercó, como un rayo, a la mesilla en la cual se encontraba y se paró en frente de él, tal vez era Emma quien llamaba y con la duda de levantar el tubo o no, saltó el contestador – Emma Müller, por favor deje su mensaje – sonrió al escuchar lo formal y escueto de la grabación – Piiii – Soy Bodo, hoy se cierra un contrato y quiero que estés presente, voy a reservar mesa en el restaurante que esta cerca de tu trabajo. Esto entra en tu contrato así que no quiero quejas… Bueno, Jenny está a cargo pero ya sabes no me fío de ella, por favor mantenla vigilada – Piii. Jenny estaba con la boca abierta, el muy desgraciado como siempre estaba interfiriendo en su trabajo…
De nuevo el sonido del teléfono deja sus cavilaciones a la mitad y otra vez el contestador – Mira no es que haga de casamentero… Si quieres mi opinión para mi es una rica caprichosa que no tiene ni puta idea de lo quiere… Que sólo se divierte contigo porque es lo único que sabe hacer y si te lo digo es porque la he visto jugar con otros… pero esto… esto es trabajo y te agradecería que lo hicieras bien… Jenny se quedó un segundo pensando – Maldito boicoteador… No podías decirle peores cosas acerca de mi??? – preguntó gritando con rabia al aparato como si Bodo pudiera oírla – Qué sabrás tú acerca de lo que quiero??? Ahhhh!!! – golpeó sus piernas con las manos
Y una tercera vez el teléfono volvió a sonar, Jenny estaba dispuesta levantar el tubo si se trataba de Bodo para decirle un par de cosas ofensivas, el contestador – Emma… Soy tu madre – el enojo desapareció al instante – He intentado en el móvil pero lo tienes apagado… sólo quiero saber que día estarás en casa así te dejo la comida, que de seguro comes porquerías en la calle… Ah! y tu padre dice que le vengas a visitar… Adiós cariño – La madre… eso si no se lo esperaba.
Se sentó en la mesa y se dispuso a desayunar tranquila, ya se encargaría de Bodo después de cerrar el trato, lo único bueno de la mañana era que podría almorzar con Emma y quizás aprovechar para tener una pequeña charla…
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Llegó agitada a la puerta del restaurante después de correr las tres calles de distancia a las cuales estaba de su trabajo. Había optado por enviar a Lara a su casa, dormida tampoco era de mucha ayuda. El trabajo era demasiado para uno solo y el ayudante que había requerido llegó con dos horas de demora, cuando se dio cuenta llevaba media hora de retrazo. Cambiarse de ropa hubiera tomado otro tiempo más y sino quería llegar a la hora del postre, mejor asistir tal cual estaba. Odiaba la impuntualidad…

- Buenos días – dijo una rubia que vestía una falda y una blusa con el escote más pronunciado que Emma había visto en su vida, la hostess – En que puedo ayudarla? – Y no pudo evitar mirar el aspecto fabril y laboral que Emma traía, un pequeño vistazo y una encantadora sonrisa
- Reserva… a nombre de… – pidió un segundo con el dedo índice mientras sacaba su móvil del bolso y chequeaba un mensaje – Jennifer Hartmann…
- Por aquí – Extendió su mano y comenzó a guiarla con un andar de lo más sensual. Emma hubiera deseado que aquella mujer le resultara un poco atractiva para poder clavar sus sentidos en sus abultadas nalgas, en vez de percibir las miradas de todos los presentes en el restaurante – La Srta. Hartmann y acompañante la esperan… – estaban a cuatro pasos de la mesa y podía verla sonriéndole a aquel hombre cincuentón
- Gracias… – respondió mientras se encaminaba
- De nada – susurró mientras se giraba ella a mirar el trasero de Emma
- Siento la demora… – Jenny le miró al instante y abrió su boca en una sonrisa
- Wow… Profesora… Müller – La miraba de pies a cabeza… En un acto reflejo se humedeció los labios, no recordaba advertirla tan sexi y eso que compartía la cama con ella desde hacía dos noches, era imposible no mirarla y también era la única persona que conocía a la cual “desentonar con todo”, le sentaba de maravilla… aquel pantalón holgado de trabajo color arena y aquella camiseta blanca cubierta por el abrigo de hilo fino negro, contrastaban entre tanto saco y corbata…La sorpresa de verla era totalmente falsa, tenía un ojo pegado a la puerta desde que se había sentado en su mesa y estaba a la espera –… Si hubiera sabido que tenía combate por la tarde la dejaba en su cama descansando… – Lo insinuador fue espontáneo y el gusto de encontrarse con ella enorme
- Mucho gusto… –Escuchó cuando se desenganchó de aquellos ojos brillantes. De repente tenía una mano grande y velluda en frente y un camarero sosteniendo su silla por detrás para asistirla al tomar asiento.
- Encantada – Algo en el apretón le dio la impresión de que hablaba con un confianzudo, el cabello cano indicando su edad y los anillos de oro en sus dedos, la ostentación. – Puedo sola… igualmente gracias – le respondió amablemente al camarero que esperaba para ayudarla
- A mi no me molesta… Sé que algunos músicos son bastantes bohemios. No me importa – señaló vagamente con la mano vestimenta que tenía y le sonrió – Aquí estamos para hacer negocios no en un cita romántica… No es así Jenny???
- Claro!!!– y bebió un pequeño sorbo de su copa de champaña guiñándole un ojo a Emma, quien reprimió la sonrisa apretando los labios y sin poder ocultar el rozado en las mejillas.
- De qué material es? –el Sr. preguntó, devolviéndolas a la realidad y posando sus dedos más encima de la piel que de las piedras en el brazalete de la morena…
- Tanzanita – respondieron las dos juntas al instante, sólo que Emma no le sonreía ni le regalaba la mirada.
- Es bastante rara, dado a que sólo se consigue en Tanzania – la rubia intentó aplacar aquella pequeña molestia en la garganta, escupiendo conocimientos – Poca dureza, en comparación con otras, lo que hace dificultoso el engarce, está muy a la moda…
- Bohemios e inteligentes… jajaja – Soltó la carcajada a medida que rozaba disimuladamente la piel bronceada de su antebrazo bajo la mirada de Jenny, que cuando intentó buscar un contacto visual con Emma, ésta miraba hacia la resplandeciente vajilla – Bodo debe estar encantado de tenerte en su academia… – Si era un halago no se estaba enterando, el tono y en la presuposición le hacía tensar la mandíbula, sin embargo sonrió forzadamente.
- La chica del contrato es alumna de la profesora Müller, por esa razón la he invitado – Explicó el falso motivo de su presencia, era necesario teniendo en cuenta que la negociación anterior la había llevado a cabo sola – Ella está muy feliz de ver a sus alumnos progresar… – Sonreía en exceso, casi convirtiéndolo en burla, y traspasaba los limites de contacto, estaba conquistándolo y llevándole hacía donde lo necesitaba, a sus pies… La comida se ponía prometedora, se le hizo sumamente fácil olvidar los problemas de trabajo, ahora sólo importaba verla hilvanar los hilos, colocar la trampa estratégicamente y capturar la presa… una nuestra perfecta de sus artes de mujer y la primera pieza para el futuro manual de manejo…
- Pensé que era alumna de Bodo… – le comentó a Jenny mientras Emma decidía mirarlo todo desde la lejanía, las indicaciones de Bodo eran bastantes claras… vigilancia
- Hace semanas que la profesora Müller es la titular de la clase de canto – lo sacó de su error
- Así que eres profesora de canto? – preguntó mientras le hacía una seña al joven camarero para que se acercara
- Así es…
- Qué deseas de beber??? – El camarero ya estaba al lado y a la orden
- Una copa de torrontés… estaría bien – Y le regaló una sonrisa al muchacho
- Enseguida Srta. – Contagiosa, pensó Jenny, a ella también le entraban ganas de sonreír igual que al mesero pero extrañamente algo la mantenía en calma. Lo tácito del encuentro y la seguridad al golpear su puerta… abriría, gozarían y sudarían juntas, sólo pensó que todavía no necesitaba de su sonrisa para acariciar la felicidad… estaba a “salvo”
- Mi primera mujer bebía lo mismo – la frase se clavó en los oídos de las dos haciendo que lo miraran al instante – Por eso la deje… jajaja – rió solo de su pésimo chiste
- Cómo??? – preguntó Emma contrariada y no entendiendo su razonamiento. Reprochó con su mirada lo inmaduro e irrespetuoso del comentario
- La dejaste por un vino? Qué locura!!! – preguntó anonadada y sin dejar de sonreírle
- Por favor no me malinterpreten – sorbió de su copa y Emma notó el color granate llegando a marrón de su bebida – No fue por un vino… fue, más bien, por el tinto y el blanco – las dos se miraron sabiendo que lo próximo que vendría sería difícil de escuchar – por el cansancio y el desvelo – Jenny bajó la mirada y en cambio, Emma decidió estudiarle, se mantenía escéptica a semejante cambio – por el hogar y el trabajo. Me entienden?
- Por supuesto… – La respuesta inmediata de la morena mostrando su empatía. Aquel hombre que parecía rebosar de hormonas y petulancia, de pronto intentaba querer contener los recuerdos en su puño. La expresión confiada se transformaba en añoranza y sus dedos dibujaron sobre el mantel blanco una línea hacia el pasado…
- Ella era lo mejor de mi vida… – dijo mirando al horizonte y dentro de él mismo – pero nos movíamos en direcciones opuestas y sin darnos cuenta, estábamos lejos… tan lejos, que una noche llegué a casa y no reconocí nada de lo que allí había… ni a mi cama, ni a mi mujer ni a mí mismo, me perdí o la perdí… yo que sé – Jenny volvió la mirada a Emma, y tan fuera de lugar, pensó en ellas, conciente de que había que encontrarse para perderse, de la atracción que las acercaba era la misma que las separaba, del opuesto y equivalente de una concordancia que jamás vendría sino era lo que tenía que ser… se preguntó: ¿Qué sería? ¿Y si al final del camino habría una casa, una cama y una mujer? Los ojos miel se mostraron asustados y dubitativos por un momento; y no se contuvo al desafiarlos con la mirada en alto. Si el miedo era mutuo y en vez de una casa se encontrarían con el “desierto”, quería dejar bien en claro, que el dolor por más indómito que fuera valdría la pena… pondría todas sus fuerzas en hacer que valga la pena… – Tú me recuerdas a ella – rompió, la voz, cada uno de sus pensamientos
- Sí? – trató de sonar sorprendida a pesar de que tenía ganas de pegarle un mazazo en la cabeza por entrometido
- Sí, era bailarina al igual que tú – Y cuando buscó su mirada de nuevo era tarde, estaba gacha mirando el juego nervioso que hacían sus blancos dedos con la servilleta… Sonrió, siempre lograba escaparse como el agua entre los dedos
- No me digas… – y trató de concentrarse completamente en él
- Sí pero basta… – Emma, llamó la atención de los dos con un suspiro de alivio, odiaba esa maldita manía de la gente de traer el sentimentalismo en los momentos menos propicios, al dolor había que sentirlo para comprenderlo, cualquier palabra de ánimo sería poca y por mera cordialidad… Pensó que quizás todo era táctica y muestra de sensibilidad o quizás el Sr. de camisa floreada entendía de negocios lo que ella entendía de ciertos programas de TV, nada – tampoco debemos hacerlo una reunión para suicidas… ja
La carcajada retumbando en sus oídos y el perfume varonil del camarero, al dejarle la carta, no hicieron más que enrarecer la situación… Le veía tocarle, sonreírle y algún que otro guiño de ojo… parecía tener con él la complicidad que entre ellas no existía. Las conversaciones giraban, a un y otro lado, durante el almuerzo y ella apenas había abierto la boca a pesar de los esfuerzos del empresario musical por integrarla. Algo no estaba bien…
Se centró en ella y en su manera de actuar coqueta, estaba coqueteando con él y él era un mar de hormonas excitado por ella. Daba vergüenza ver como el estrógeno lo manejaba tal cual marioneta…
Se preguntó si ella se vería igual de patética que aquel hombre, si estaba el exceso de baba y estupidez en su boca cuando le hablaba, si sonreía tan descaradamente ante cualquier contacto. ¡¡¡De seguro lucía peor que él!!! Se encogió en su silla, haciendo propia la vergüenza ajena y llevando toda la sangre a sus mejillas.
- Háblame de la chica – El final parecía acercarse y eso la hizo sentarse bien en su silla. Jenny le indicó que respondiera con un movimiento de cabeza, fue lo que mejor consideró más acercado dado a que era su alumna
- Tiene gran potencial – dijo sin dudar – en interpretación y composición. Llegará a ser un gran profesional… – sonrió, no era lo mejor que su clase pero la veía superarse en el día a día
- Cómo es su cuerpo? – Preguntó con la boca llena de postre y dejando ver un pedazo de tiramisú a medio masticar
- Cómo? – Emma preguntó, con una mezcla de repugnancia y odio que no sabía de donde nacía, quizás del revuelto en el estómago durante todo el almuerzo
- Es de tez pálida, cabello pelirrojo intenso – puso énfasis en sus palabras y un toque cariñoso en su hombro – Normal, ni flaca ni gorda… una persona muy simpática… No lo cree, profesora Müller? – Emma no creía lo que escuchaba… estaban hablando sobre alguien como si estuvieran ofreciendo pescado a la venta y gritaran: ¡fresco, fresco el pescado!
- Que hay acerca de sus conocimientos musicales y de lo que es capaz de brindarle a su discográfica? – Miró con reproche hacia los dos – de su voz??? – Jenny cerró los ojos ante la reprenda, quizás Emma no lo entendía pero al Sr. que estaba entre ellas poco, y casi nada, le interesan los conocimientos de Sophie.
- La eficacia es importante al igual que su imagen – separó el platillo del postre a un costado y le vio tocar su barriga indicando que estaba satisfecho
- Luce como una persona… – sentenció imaginando que apretaba con sus manos aquel cuello gordo – capacitada para el trabajo… Eso es lo que debería importar – apoyó su dedo índice sobre la mesa dejando en claro que su postura era la correcta
- Lo que importa queda a mi criterio, al fin y al cabo, yo soy el contratante – se levantó de su silla y Jenny pensó que todo estaba perdido, las palabras de Emma habían sido duras y como mínimo le había tratado de superficial – Querida, me disculpas un momento? – Le habló a la morena que no despegaba sus ojos de él. Los pensamientos acerca de Bodo gritándole lo inepta que era y ser el hazmerreír de la academia por no conseguir el objetivo, pesaban demasiado – Permiso – Una mirada casi helada para la rubia que tampoco trató de ser cortés, tan sólo bajó su mirada
- Qué demonios crees que estas haciendo??? – Preguntó llevándose la mano a la boca para que la grosería no llegara a los oídos de los curiosos – Lo único que tenemos que hacer es conseguir el contrato para Sophie… Y te pones a hacer estas clases de preguntas??? – se quedó con la boca abierta y esperando una disculpa
- Si he preguntado es porque el futuro de mi alumna me preocupa… – Media verdad porque no era ni momento ni lugar para pensar y ponerle nombre a lo que apretaba en su garganta
- Debería preocuparte no atacarle sin sentido – Bebió hasta el fondo la copa de champaña que estaba en la mesa
- Sin sentido??? – levantó sus manos y dobló sus labios en una mueca de tristeza, dando a entender que ella comprendía lo opuesto – Lo que no ha tenido sentido es lo que ha pasado durante todo el almuerzo – Jenny cruzó sus brazos y levantó una ceja advirtiendo el cuidado en las palabras – Tres horas de almuerzo por un contrato para que pregunte: ¿Cómo es su cuerpo?... No voy a sonreírle su estúpida gracia, no voy a hacer lo mismo que tú… – fue su tajante argumento
- Para que demonios piensas que me enviaron aquí??? – preguntó apretando los dientes y haciendo brillar sus ojos de rabia
- No lo sé – contestó bajando la mirada. Si la respuesta era positiva su enojo estaría fuera de lugar y evidente ante aquellos ojos azules
- Para sonreírle y para obtener esa porquería de papel firmada – Verla asentir con la cabeza había bajado las revoluciones – Mira… puede que tú seas amiga de Bodo y puede que tú puedas hacer lo que quieras… Espera! – le pidió que la dejara continuar al ver que estaba a punto de abrir su boca para defenderse – Yo no estoy en tu misma condición… Deberías escuchar los mensajes de tu contestador… – sonrió con amargura
- Lo siento
- No pasa nada… – Vio como se acercaba a ellas – Ahí viene, tan sólo finjamos un poco más, firmamos y acabamos con esto de una vez
- No voy a fingir… lo siento – Jenny la miró estupefacta, estaban hablando de su trabajo ¿Qué demonios pasaba? Quiso asustarla con la mirada pero Emma de pronto estaba de pie y esperando como un soldado a que Edwin volviera – No habrá trato… – dijo sin dejarlo ocupar su lugar
- Cómo? – y no hizo más que mirar a la morena esperando un explicación pero la susodicha no supo más que agarrase la cabeza, todo estaba perdido… El trabajo de un mes, cada una de sus simuladas sonrisas, la fuerza invertida en no gritar cada vez que aquel idiota contaba sus malísimos chistes y el empeño por poner la mejores caras ante los pequeños toques…
- Si lo que busca es una modelo creo que se ha equivocado de academia – contestó tranquila intentando no empeorar las cosas, Jennifer estaba al borde del colapso y hasta había cesado de mirarla preocupada – Considero que mi alumna merece algo mejor, de todas formas, la academia le agradece su proposición…
- Bodo se encargará de ti – dijo de manera despectiva – No tienes ni idea de lo que estás haciendo!!! – ahora el grito de amenaza y los ojos de cada uno de los presentes guiados hasta su mesa – No eres tan inteligente al fin y al cabo – habló bajo mientras se sentaba
- Encantada de conocerle – Y sin más, abandonó la mesa y el restaurante
Los dos se quedaron en silencio por un momento, en el cual Jenny pensaba ¿Qué era lo que había pasado en la mesa? ¿Cómo habían llegado hasta este punto? ¿Y por qué no notó el cambio? Revivía, unas tras otras, las palabras y no encontraba el detonante ¿Qué haría? ¿Quebrarle el cuello o simplemente dejarlo estar? Suspiró fuertemente llena de bronca e incomprensión… tampoco podía enojarse, ella ya había puesto a tambalear el trabajo de Emma por cuestiones personales… Supuso que tendría que manejarlo de la misma manera que Emma lo había hecho…
- Querida? – El Sr. apretó su mano
- Lo siento mucho… se suponía que esto debía ser de otra manera – Trató de justificar el comportamiento de su compañera de trabajo – No sé que ha pasado…
- Es fácil saber lo que pasará – acotó convencidísimo – La despedirán… Bodo la…
- Eso no ocurrirá – le cotó al instante – Bodo es como su hermano… – sonrió amargamente – Aunque no lo creas… – dijo mientras se ponía de pie – me lo merezco… Adiós.
- Cuántas veces debo decirte que el equipo que quiero debe ser Yamaha??? – Escuchó, a través de la puerta, como Bodo gritaba. No era buen momento para traerle malas noticias. Trataba de secar el sudor de sus manos en su pantalón, su característica caminata nerviosa no la tranquilizaba ni siquiera le permitía inventarse algo digno que decir, estaba realmente nerviosa.
- Son más costosos
- Me importa un bledo el dinero que cuesten quiero lo mejor para los alumnos
- De acuerdo
Esperó, pegada a la puerta, hasta que la conversación que sostenía con Ben volviera a sus términos normales para poder hacer su entrada triunfal o, mejor dicho, para marchar al matadero. Recordó lo que había pensado de camino a la academia, no iba a delatarla porque sabía que si lo hacía era peor, las medidas a tomar serían peores… tan sólo, las acusarían de pocos profesionales, les sancionarían y de seguro alguna de las dos debería dejar su puesto, las reglas del establecimiento eran claras… muy claras…
Cuando no pudo escuchar nada más, tomó un gran suspiro, apoyó la mano en el picaporte y “que sea lo que Dios quiera”, pensó…
- Espera… – una mano se apoyó en su hombro e hizo que se girara
- Qué haces aquí??? – Preguntó con desagrado dado a que el enojo hablaba por ella
- Me responsabilizo – sus ojos pedían disculpas pero esta vez no era suficiente. Pedir perdón sin explicarse no le valía de nada, necesitó más y el silencio no la acompañó. Jennifer no dejaba de mirarla herida y traicionada
- Otra vez te excusarás de tu lado irracional? – preguntó irónica y dejando en claro que ella no encontraba ninguna explicación coherente a lo que había sucedido
- De mis actos… profesora Hartmann… de mis actos más racionales – y esta vez ocultó, bajo la tranquilidad, la vergüenza
- Espera – Jenny le impidió el paso – Qué ha pasado antes? – la tomaba por el brazo y apretaba inconscientemente – Por qué lo has hecho??? – Juró, en silencio, que si está vez no lograba hablar no caería más… sólo dispuesta a boyar en su propio mar de pavura, a que fueran sus dedos los que tapen el sol… cansada de saltar con los ojos cerrados…
-Yo hablaré primero… – Miró a aquella mano que quemaba y pidió que la dejara actuar pero más se hundían los dedos en la carne y más el azul se llenaban de impotencia, conocía aquella mirada demandadora y conocía la rebelión que escondía detrás de la negación… ¿Pero cómo se le explicaba al deseo la necesidad del castigo? – Lo lamento… – Sin tocar la puerta ni nada, entró en el despacho con total decisión.
Voltearon la cabeza al instante, no eran de su agrado tales intromisiones pero Ben las miraba sonriendo, y volvía la mirada a Bodo levantando sus cejas e informando que los esfuerzos no habían sido en vano. Jenny no le agradaba ni lo haría jamás en su vida, pero si era lo que Emma había elegido ¿Qué podía hacer él al respecto? ¿Sacrificar los años de amistad? Quizás Emma podía cambiarla, hacerle ser “alguien mejor”, menos arrogante, menos atrevida, más humano…
- Cuéntenme sobre la victoria… ¿Fue cómo robarle un caramelo a un niño, no? – Se levantó eufórico y desajustó el nudo de su corbata – Esto merece una pequeña celebración – salió detrás de su escritorio rumbo a la mesilla que contenía las bebidas
- No… – Pero él haciendo oídos sordos continuó con su tarea
- Si no quieres… esta bien, pero deja que nosotros festejemos – La miraba de reojo y sonriendo mientras llenaba los vasos de whiskey. Sólo acertó a pensar en ella como una de las cosas más importantes de su vida, un tesoro de honestidad y compañerismo, verdadera amistad
- No Bodo, no fue – Una vez más intentó explicar que no había nada para celebrar
- Emmaaaa… relájate de una vez – se acercó hasta ellas con los vasos – ya todo está terminado – y alcanzó el primer vaso a Jenny la cual negó con su cabeza. El pobre idiota no estaba queriendo escuchar y cuando al final escuche tendría ganas de lanzarle el vaso por la cabeza – Tú también? Bueno… No importa, esta noche saldremos a tomarnos una copa y a divertimos…
- No Bodo!!! – Apretó su antebrazo interrumpiendo sus pensamientos de fiesta – No hay trato con Edwin – Se lo dijo tranquila y sosteniendo la mirada durante el tiempo que le tomo reaccionar
- Ja! – Apoyó las bebidas en el escritorio y se quedó un momento de espaldas a ellas – Si es una broma, te digo que no tiene nada de gracia – Volvió a mirarlas sonriendo de incredibilidad… Apoyó las manos en su cintura y miró los rostros de todos, hasta vio como Ben indagaba a Jenny y esta asentía con la cabeza.
- No es bro…
- Te dije – frenó con la mano en alto las palabras de Emma – que lo único que tenías que hacer era sonreír!!! – Jenny cerró los puños y agachó la cabeza pensando en como soportar estoicamente la sarta de insultos que vendrían
- No ha sido ella – Dijo alto haciendo pequeña la voz de Bodo – Ha sido mi culpa…
- Qué??? – Preguntó incrédulo y mirando otra vez los rostros de todos y uno particular, el de ella. Y tenía aquella postura que pocas veces sacaba a relucir, esa pose recta, rígida y rebelde que decía: “No importa cuantos latigazos me pegues seguiré pensando lo mismo”
- Ha sido mi culpa, la profesora Hartmann ha hecho su trabajo de maravilla – Ben y Jenny la miraban con la boca abierta, aquellas palabras dejaban libre de culpas a la morena…
- La defiendes? – preguntó mientras las miraba a las dos de pies a cabeza – ¿Cómo se supone que debo saber que lo que dices es cierto? Tú te acuestas con ella… – Emma se tensó entera, era una horrible falta de respeto lo que estaba escuchando
- Creo que eso no viene al caso… – Ben se mostró una vez más conciliador, no había enojo ni jerarquía en este mundo que justificara tal acusación. Escuchó atento lo que se decía e intento volver a lo que era primordial
- Cuéntame lo que pasó… – Se paró en frente de la rubia con careta de director y de persona profesional
- Bueno lo que sucedió fue…
- Déjenos – le interrumpió una vez más – a solas, por favor – sólo tenía ojos para ella y para lo que se avecinaba, aquellos dos no eran dignos, según él, de presenciar aquel acto
- Claro – Ben se levantó como un rayo y la estaba de camino a la salida cuando notó que algo le faltaba. Se giró para llamarla y ella seguía en la misma posición, al lado de Emma y sin ninguna intención de moverse. Sonrió, desde la distancia se podía notar como la rubia había capturado el atrevimiento de su amiga, quien miraba desafiante a Bodo. Recordó las tendencias suicidas de la morena y se acercó a ella – Jenny… – Susurró a su oído y la agarró por el codo –…vamos – y así y a paso lento terminan por salir definitivamente, no sin hacer resonar la puerta contra el marco.
- Ahhh!!! – tiró un puñetazo al aire – Qué estúpido que es por el amor de Dios!!! Cómo es posible que ese imbécil sea el director??? – le preguntó con rechazo
- Alguien que yo sé no aceptó el puesto – le dio una buena razón
- Para qué lo quiero? Es una mierda de puesto!!!
- Claro – comentó mientras caminaban por el pasillo – Y a ti se te haría muy difícil regañar a la profesora Müller – comentó con una sonrisa de oreja a oreja
- Tú también eres estúpido… – pero sonrió abiertamente mientras mordía sus labios
- Te tiene loca, no??? – preguntó mientras la codeaba – Me pregunto qué tendrá la profesora Müller? Hace que los que se enfrentan con ella pierdan la cabeza… hasta Bodo – frenó sus pasos – jamás le había visto tan enojado
- Que crees que pasará??? – No entendía porque de pronto algo oprimía su garganta
- No lo sé… Estas asustada??? – era fácil saber cuando lo estaba miraba hacía todos lados temblando la vista
- No lo sé – dio un gran suspiro y siguió con la marcha
- Te ha salvado el culo
- Sip!
- Deberías agradecérselo
- Tú crees??? – preguntó, como siempre, no tan convencida de lo que ella pudiera hacer y con la duda de que si sería del agrado de Emma
- Una cena romántica no estaría nada mal – dijo levantando sus cejas de manera insinuadora
- Calla! – Le empujó, obligando a caminar delante de ella, al menos, hasta que pudiera borrar esa estúpida sonrisa de su rostro
- Más te conviene que tengas una muy buena excusa sino… – trajo desde la mesilla, el vaso de whiskey que a él le correspondía y lo colocó en fila con los otros dos en frente de su sillón, sobre el escritorio. Emma le seguí con la mirada y esperó con paciencia hasta que tomase asiento
- No tengo excusa – él cerró los ojos, de esta no saldría bien librada, la Junta esperaba noticias a cerca de los nuevos contratos con aquellas discográfica ¿Qué haría?
- Sabes? Con esto sólo le estas dando la razón al Sr. Bergmann – dijo con tristeza – Ahora tendrá el motivo perfecto para…
- No me interesa el Sr. Bergmann!!! – Gritó en seco – Ni lo que piense hacer después de esto!!! – se pasó las manos por el pelo e intentó buscar algo de calma – Aquel contrato era lo peor que podía conseguirse para Sophie….
- ¿Cómo puedes decir eso? Es un contrato con un discográfica que esta muy bien en el mercado!!! – La mano cayó abierta sobre la madera
- Con un jefe que la tendría sirviendo cafés a sus estrellas – El líquido del primer vaso pasó en seco cuando entendió, al fin, que por mucho que hablasen cada uno tenía su idea y no desistirían de ella – Eso es lo que quieres para tus alumnos???
- Así se empieza, en puestos pequeños hasta que alcancen la cima
- No mientas, por favor…– Negó enérgicamente con su cabeza –…No a mí… Tú sabes que eso raras veces ocurre
- No todos tienen tu talento ni la posibilidad de hacer lo que se le antoje – Abrió la boca porque le estaba insultando, tratándola de superada y de despreocupada frente a la búsqueda de trabajo – A algunos sólo les queda jugar la carta de la belleza – volvió a golpear la mesa
- Me da pena, que tú y otros, sólo puedan encontrar belleza en la superficie – pegó directo al corazón, mientras cruzaba las piernas y se sentaba cómodamente, hiriendo al significado de una vida entregada a lo que más amaba. Bodo la miró con recelo, tan perfecto se podía ser para tener razón una y otra vez???
- Deberé sancionarte… – Bebió otra copa, más leña al fuego en su garganta y más distancia a la convergencia de ideales. Su mejor profesora, y amiga, a pesar de estar en lo cierto había desobedecido una orden – Mentiría si te digo que creía que esto jamás pasaría – sonrió – lo intuí desde el momento que escuché tu voz después de años. Por esa razón te ofrecí lo mejor que tenía…
- Ahora… – lo miró firmemente –…Debes ofrecerme a todos y cada uno de mis alumnos
- Y qué piensa hacer con ellos, Profesora Müller? – Tomó un bolígrafo entre sus dedos…
- Ofrecerles lo mejor que tengo… – se cruzó de brazos – No es esa la verdadera razón de mi contratación? – Bodo puso su mejor cara de sorpresa con una mixtura de desagrado. No debía ser de esta manera, el debía estar a su lado ayudando no en frente tirando bombas – Treinta alumnos, menos Caro y Luzi, veintiocho… Conseguiré 28 contratos en lugares, los cuales te puedo asegurar, no se interesarán por si son lindos o feos… serán aceptados por sus cualidades musicales…
- Y después? ¿Te vas al África a alimentar a los niños desnutridos? – Se burló de lo simple que dibujaba sus propósitos
- Después… – se mordió la lengua no tratando de entrar en su juego – Me largo de este maldito lugar! Mi contrato es por un año y quiero que te quede en claro que ni por todo el dinero en este mundo lo renuevo!!! – Trató, en vano de contener la bronca – Y quizás vaya al África o al Polo Norte, todo sea por estar lejos de la mierda que han dejado en esta academia el Sr. Bergmann Y la Srta. Vogel!!!
- No te lo permito!!! – Gritó pegando un salto de su sillón
- Qué no me permites??? – preguntó provocadora
- Que hables así… de ella… – Fue bajando el tono al notarse delatado por el mismo
- Y después la poco profesional soy yo – Se levantó de su silla y giró para salir del lugar. Esta conversación no ameritaba tenerla en un despacho, no quedaba por decir nada con respecto al trabajo
- Un mes de suspensión sin goce de sueldo – Tiró el veneno en una sola mordida, olvidando el profesionalismo y la amistad
- Cuánto por mi comentario de la Srta. Vogel? – preguntó de espalda a él y ya pegada a la puerta. Esperó pero el no pronunciaba palabra, no diría la verdad – Voy a avisarle a mi clase – estaba a punto de salir…
- De tu clase me encargo yo… – cerró los ojos porque no podía contenerse ni cerrar la boca, tal vez no hubiera retorno después de semejante pelea pero no podía dejar de defenderla.
- De acuerdo – salió tranquila del despacho
- Mierda!!! – revoleó unos papeles por el lugar y se bebió la ultima copa – Mierda…
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La música no sonaba más y sin embargo ella seguía girando, el problema no era la terminación era el balance, costaba mantenerse en el eje, la primera secuela que dejaba su esguince y estaba dispuesta a borrarla. Frenó y la terminación salió a la perfección, podía verse a través del espejo y ver el brillo que le daba la fina capa de sudor que la bañaba. Miró su tobillo y la hinchazón, quedaba poco tiempo antes de que comenzase a doler.
Desde la misma posición comenzó de nuevo con su Fouetté y a girar en la búsqueda del equilibrio, de la elegancia en perfecta combinación con la suavidad y la gracia… debía borrar cualquier vestigio de inseguridad de su cuerpo si pretendía bailar nuevamente Ballet. Una punzada de dolor le hizo perder la rigidez en la columna y se detuvo después de la décimo vuelta de cuerpo – Una vez más… – Giró y giró, estaba saliendo a la perfección y la sonrisa aumentaba con la velocidad y la estabilidad, se quedo en postura un instante mientras se observaba y se relajó…
- Vaya!!! – se acercó a ella aplaudiendo – Eso ha sido maravilloso hacía tiempo que no te veía bailar
- Quizás porque no te interesa el Ballet – le miró a través del reflejo aunque podía oler el olor ha whiskey desde la distancia
- Quizás porque no me interesa la sangre – señaló el piso para que lo mirase y la huellas rojas iban desde una punta a otra. ¿En qué momento había ocurrido? – Duele?
- No… – contestó mientras buscaba una toalla para limpiar –…sólo me he lastimado el callo – Miró nuevamente su pie y sus mejores zapatillas estropeadas, aquel corte sería historia mañana cuando el tobillo comenzara a doler
- Puaj! Por qué nadie comenta acerca lo de los juanetes, callos y ampollas???? – Dijo algo horrorizado y llevando la vista lejos del fluido. La sangre era lo único que era capaz de voltearlo, una fobia que tenía desde niño, desde que se había cortado el dedo pulgar con aquellas tijeras afiladas que Emma llevaba a clase…
- Porque sino perdería la elegancia y el glamour – Se agachó a limpiar mientras le observaba, ya se podían ver las gotas de sudor en su frente… Mejor así quizás destilaba algo de alcohol – Ya está!!! Puedes mirar el piso sin desmayarte
- Ahhh… Gracias… – exhaló el aire que contenía y secó, con el dorso de la mano, su frente – eso ha sido considerado de tu parte…
- No tengo… – llegó hasta un banco y comenzó a sacarse sus zapatillas de baile – la menor intención de que quedes tirado en mi salón y menos de tener que responsabilizarme por ti – Dejó en claro, con el amargo en las palabras, que su situación no había cambiado
- Me parece justo… – aceptó el repudio recordando alguna que otra grosería que él le había dicho con anterioridad. Estaba sólo en su propio palacio de juegos… Jenny y Ben le daban la espalda constantemente. Demasiados cobardes para decirlo y muy valientes para culparlo por lo que había pasado con Emma. “Abuso de poder” era lo que le había dicho Ben??? Lo había dicho el hijo de la persona más dictadora de toda la escuela???...Que absurdo!!! Y que absurdo era que Emma se interesara por esta mujer!!! – La has visto??? – se dejó de rodeos, estaba dispuesto a dejarle trapear el piso con él pero no se iría sin sus respuestas, Emma era realmente importante, tal vez era una nueva razón para comenzar otro tipo de relación con ella.
- Me sancionarás sino te lo digo? – No quería ni mirarle, estaba con los ojos clavados en su herida pero desde su posición podía oír el rechinar de los dientes y la agitación de la respiración
- Déjate de bobadas Jennifer y responde!!! – Últimamente todo lo pedía de la misma manera, a los gritos, impaciente y autoritario… Quizás estaban en lo cierto y es que a ellos se les escapaba un detalle, su cargo vencería a fin de año y no había conseguido ni la mitad de lo quería. No aceptó el máximo cargo para quedarse como muñeco de torta, sólo de adorno… Quería un cambio y estaba dispuesto a todo por ello.
- Te ves como la mierda… – Se levantó para quedar cerca de él y que él pudiera ver su cara jocosa. Las ojeras, el pelo desarreglado, la sequedad en los labios, estar sin afeitarse y las arrugas en su traje, todo apuntaba a que la estaba pasando realmente mal… entonces cambió la burla por goce, aunque en realidad lo único que se le cruzaba por la cabeza era partirle la cara.
- Soy una mierda… – Le escuchó insultarse y la morena no pudo estar más en desacuerdo con él. No era una mierda sólo un pobre infeliz, un miserable, daba lástima verlo. Miró aquellos ojos que era tan parecidos a los suyos, un instante le fue suficiente para la agonía y para saber que tocaba fondo. Su orgullo no la capacitaba para hundirle más, no le gustaban los rivales técnicamente muertos…
- No la he visto… – contestó mientras le daba la espalda.
- Han pasado dos semanas y contesta mis llamadas…
- No la he visto… – No estaba dispuesta a escuchar ni un solo lamento, suficiente tenía con lo de ella como para aguantarle. Comenzó a levantar sus posesiones del salón y ya se disponía a abandonarlo…
- Sólo quiero saber si esta bien… – Dio sus motivos mientras la agarraba del brazo rogando porque le escuchase – Sólo quiero saber eso… – suplicó con la mirada
- No miento – era demasiado triste e infantil como para negarle algo tan básico y elemental – No sé nada… – como la verdad. No se pondría a compartir la ansiedad pero tampoco le dañaría más. – Si me entero de algo te aviso…
Caminaba rumbo a las duchas pensando en ella y en la cobardía propia ¿Cuántas veces había estado parada frente a su puerta? ¿Cuántas veces había querido llamar y decirle como se sentía? ¿Qué la avergonzaba tanto que le hacía dar la vuelta? Apretó con más fuerza la tira del bolso, no podía estar pasando esto… ¿De todas las personas en el planeta justo con ella tenía que ser? Más lo pensaba y más quería negar, pero dos semanas sin verla habían hecho estragos en su intimidad…
Llegó a las duchas y lo primero que hizo fue verse en un espejo ¿Cuánto tiempo malgastaba buscándose? Rápido se quitó la blusa y llevó los dedos por encima del encaje de su sostén negro… Tocó el inicio de su pecho, ya no estaba desde hacía semana… y hacía semana que lo buscaba… una pena que no se le borrase la memoria ni el estremecimiento. No podía olvidar ni recordarla… ¿Entonces que haría con ella? ¿Qué era lo que quería hacer con ella? Al igual que con su marca deseo cada día que se le borrase y ahora, y por más que no lo dijese, deseaba tenerla. Estaba a un paso de la verdadera locura…
- Pequeña!!! – La Sra. Ingrid Jäger pasaba hasta el lavabo contiguo – Qué haces medio desnuda?
- Nada!!! Estaba pensando – dijo lo primero que se le vino a la cabeza y sonreía nerviosa
- En sostén? – la miró extrañada – Bah! Da igual… – le restó importancia o no quiso pensar demasiado en ello – La que sigue soltera todavía… eres tú… jajaja
- Oh!!! – fingió dolor – eso ha sido muy difícil de escuchar, Ingrid – En la ironía dejaba por sentado que no se molestaba por su condición de “solterona”
- No tienen nada de malo tener un buen hombre al lado – le aseguró – No serás menos fuerte ni menos independiente, niña.
- Estoy bien sola… –Afirmó rotundamente, acompañado por un movimiento de cabeza y la posterior sonrisa…
- También se está bien cuando unos fuertes brazos te rodean – Envolvió su cuerpo con sus propios brazos, cerró los ojos y viajó a algún momento de lujuria albergado en su mente. Jennifer la miraba con la boca abierta, si estás cosas acarreaba la edad pidió que Dios se apiadase de ella temprano o que un borracho la arrollara con el coche casi llegando a los sesenta – Bueno en fin… – Se abanicó con la mano aún acalorada y después sacó de su cartera un lápiz de labios y se dio un retoque al que traía puesto – Me voy… Arriba estamos viviendo el escándalo del año – apurada comenzó a guardar sus cosas
- Pst… – Le pidió que se acercara con un movimiento de mano – Qué ha pasado? – Tenía la mejor cara de cómplice y confidente. Ingrid tenía siempre las mejores noticias y más de una vez había sido de ayuda.
- Ayyy… niña – miró hacía todos lados cerciorándose de que nadie la escuchaba. Originalmente, de seguro tenía pensado no decirlo pero Ingrid no lo podía evitar y Jenny ya le había agarrado el punto, lo que tenía en años lo tenía de chismosa. Le tomó las manos fuertemente, el cuerpo de la Sr. vibraba de emoción y a Jenny sólo le quedaba esperar aunque la impaciencia la alcanzase… así era el juego – Sabes? Después de lo que pasó con la profesora Müller las cosas van de mal en peor…
- Sí – Asentía con la cabeza y sonreía mientras imaginaba que el preludio sería corto por una vez en la vida, esta mujer siempre terminaba yéndose por las ramas – Y?
- Bueno… supongo que sabrás que a Stefan la noticia no le ha sentado nada bien…
- Ajá – Debía emitir, algún que otro, sonido periódicamente sino pensaría que no prestaba atención, por más que la mirara fijamente y repitiera, una tras una, sus palabras – Y???
- Primero han discutido Emma con Bodo, luego Bodo ha discutido con Piet y ahora Piet discute con Stefan es…
- Es?... – Por qué demonios siempre le hacía lo mismo? La paciencia de la morena pendía de un hilo… Siempre frenaba en las partes más emocionantes
- Como… – le veía dibujar con su mano algo en el aire mientras trataba de hacer memoria – cuando tiras una ficha de dominó y luego todas comienzan a caerse
- Reacción en cadena?
- Eso niña, es como una reacción en cadena “todos discuten con todos” – Jenny sacudió la cabeza ¿o era una reacción en cadena o un todos contra todos? e Ingrid en vez de explicarse, la miraba con su cara de “¿Puedes tú creer que esto sea posible?” – se acercó más a ella como – Piet esta exigiendo la incorporación inmediata de la profesora Müller
- No?!!! – Eso realmente la había sorprendido
- Sí… Y sabes por donde viene la mano?
- No
- El consejo de estudiantes ha presentado una queja formal
- Luzi – susurró e Ingrid le afirmaba con una movimiento de cabeza
- Diciendo que los únicos perjudicados con la sanción de la profesora son los alumnos de 1° año ¿y qué quieres que te diga niña? – le tocó el hombro – Tienen razón… Hace meses que no tenían profesora titular y cuando por fin la consiguen… la suspenden por un mes… Así no hay quien aprenda algo
- Claro… – Parecía mentira que Emma, semanas atrás, le hubiera preguntado cómo se había ganado el respeto de los alumnos. Los tenía hechizados y no era para menos, hacer de una clase de canto una verdadera comunión con la música y todos sus afines, no era tarea fácil. Pensó en la Srta. Vogel, se sentiría orgullosa de que alguien como Emma guiara a sus alumnos… y de que sus alumnos estuvieran seguros a la hora de defender a su profesora…
- Ahora me voy que sino me pierdo todo la que pasa – y otra vez toda esa energía invadiendo su cuerpo
- Ve y gracias – alcanzó a decir antes de que saliera del baño
- Emma… Emma… Emma – Sonrió, sabía que no era de aquellas que buscaban problemas pero cuando se metía en alguno lo hacía a lo grande, habían pasado dos semanas desde lo del contrato y la histeria de Bodo y todavía estaba haciendo resonar su nombre por toda la academia. Se preguntó si a Emma le pasaba lo mismo ¿Si pensaba en sus alumnos, en la academia… en ella? ¿Si podía concentrarse, dormir, comer? ¿Si sabía qué hacer con el tiempo libre y si alguna vez había sentido la necesidad de correr hasta su casa? Negó con la cabeza y abrió el grifo de la ducha… harían falta litros de agua fría para quitarse la “calentura” ¿Pero como se quitaba lo que estaba naciendo en su pecho?
Corría a toda velocidad, enérgica o desesperada, daba igual… La música en su reproductor sonaba al máximo e inútilmente, su concentración era atrapada por el punto de fuga en el horizonte y por la necesidad de alcanzarlo… El corazón latía con fuerza anunciando la cúspide y no la meta. Una vez que llegase tendría la victoria en los labios, la decadencia en las piernas y un cansancio que le permitiría dormir… Hacía semanas lo cotidiano no la acunaba y harta de esperar al que el sueño la invada, corría tan sin rumbo escapando de la humillación del deseo
Dobló en la esquina de su casa, comenzó un trote suave y a regular la respiración. La calle estaba despoblada, la vida estaba dentro, así lo veía través de una ventana, una familia entera con los ojos puestos en algún estúpido programa de TV, una compañía a base de malos actores y guiones… Llegó a la puerta de su casa y se agachó sosteniéndose de la reja a medida que jadeaba, tenía la garganta arenosa y la boca seca, mala la respiración y mala idea la de exigirle al cuerpo después de la mala vida.
Se quedó helada cuando la distinguió, entre la oscuridad, parada en el umbral de la puerta. Dio un paso atrás y miró la edificación en su totalidad y sí era la suya, no había equivocación. La cabeza gacha en el reencuentro y por más que no podía verla, sabía que estaba sonriendo, aún los labios se curvaban a medida que acomodaba su pelo detrás de su oreja invitando a mirarla a los ojos: “Profundidad y gallardía” Quizás porque ella si había podido llegar a un acuerdo entre cuerpo y mente.
- En qué puedo ayudarte? – la sorpresa y el miedo advirtieron a la cordura… después de lo ocurrido no sería tan simple naufragar ni en la cama ni en la calle, después de la vuelta en sentido antihorario de la manilla y de la determinación no sería tan simple faltarle a la moral, después de las noches y del sudor había pensado en la huida… en un viaje al pasado, en cruzar la línea que separa lo bueno de lo malo y en que había aceptado trabajar para Bodo no contra él…
- Meee – la miró de pies a cabeza y el rechinar del hierro traía la rigidez y frialdad del comienzo… La ética, el profesionalismo, el respeto, la cordialidad… y una sola cosa nueva: Una cuchillada de hambre al corazón – ha enviado Bodo – No podía ofrecer más que orgullo y arrogancia por la herida – y aprovecho para traer esto… que es tuyo… – Estiró la mano y le mostró el juego de llaves. Jenny pensó que no lo necesitaría jamás en su vida, era tan evidente el cambio de postura, que si alguna vez había notado lo “tan poca cosa” que es realidad fue en ese momento, en el cual comenzó a soñar.
- Gracias… – Se hizo de él, pasó por su lado casi sin reparar en ella y se quedó en frente a la puerta. La morena cerró sus ojos, lo sintió caer y estallar, la idea se desvanecía en su cabeza y el peso tapaba sus oídos, poco había hecho por cuidarlo y poco por merecerlo. Escuchó la llave girar y sonrió, al menos era compasiva lo hacía de un sólo golpe, rápido y efectivo… ¿Para qué victimizarse? Era lo mejor y ella en su lugar sólo habría sabido sacar provecho de la situación, siempre tan egoísta. Un largo suspiro y un… – Adelante, creo que tenemos que hablar – traía malestar acompañado de esperanza en frases inconclusas pero la inminente verdad de que aquella afirmación hecha con bronca y brusquedad sobre el desequilibrio, la ponía cara a cara por primera vez con la derrota.
La puerta estaba abierta con una Emma apoyada en el filo y la espera de su decisión. Deseo el sexo una vez más, allí en el único punto donde convergía la piel y los gemidos y en donde aquellas palabras, que estaba a punto de escuchar, no existían. La miró a los ojos y al opaco del reflejo, sonrió una vez más… era mejor que un hombre, más fuerte, más sensual, dulce… pero no era de su propiedad, no había podido conquistarla ni siquiera en la devastación de romper las olas contra sus acantilados.
Pasó y cerró la puerta tras ella y Emma ya le ofrecía asiento con una mano. Qué mejor lugar para librar la batalla… rodeadas de libros y de palabras sabias! Se acomodó en un sillón cruzando sus piernas y optando por la mejor pose de superada, abriendo agujeros en la poca estabilidad que Emma tenía. Le obligó a decirse para sus adentros que no sería fácil, que ninguno de todos los libros que estaban presentes podrían responderle y que era capaz de cualquier cosa con tal de poder acariciar con sus manos aquellos muslos contorneados, torpemente ocupó el lugar del frente.
- Te he echado de menos –las palabras es escapaban lentamente, el alivio y el dolor de las ansias por hacerle un hueco profundo en el pecho, ella tendría uno igual y hasta quizás más grande. Le vio contener el aire con los labios entreabiertos y temblorosos, cerrar los ojos ante la oleada y al paso, la abertura de algo que era totalmente nuevo y desconocido en la mirada cargada de sentimiento – Miénteme y dime que me extrañas – Sonrió perversa al verla retraída y humana, si se acercaba hasta su boca podría guiarla a la locura que esperaba en la cama… sería el acto más estúpido e ignorante tratar de negar la piel…
- Por que haces esto? – preguntó mirando al suelo y escondiendo las manos temblorosas, comenzando a refugiarse en una retórica que no la llegaría a ningún lado – ¿A qué juegas esta vez? – levantó la mirada llorosa pidiendo misericordia y racionalidad. Sabiendo que era una pésima negociante… jamás le pediría a cambio de darle. – ¿Es qué acaso no lo ves? – levantó la voz ante la terquedad y el cinismo. No estaba preparada para esto… no lograba acostumbrase a tenerla en los brazos e intentaba arrancársela de la piel. Se sintió culpable por no poder corresponderse, por la hermeticidad y por cada uno de los principios que la llevaban lejos de aquella fantástica mujer… por el inverso y el reciproco de lo que no era querer ni sexo ni gusto, por una afinidad que nacía de la muerte y de la entrega dando a entender que había que dejar de existir, o al menos de a pedazos, para sentir y no accidentarse en el intento.
- Me pides lo imposible y ya ha pasado demasiado como para que no te dieras cuenta… – Gritó histérica y sin verdadera conciencia de la razón de la pelea, a medida que se ponía de pie y la apuntaba. El enojo le hacía hervir el cuerpo e inervaba cada músculo en tensión ¿Cuántas personas le habían abandonado? Cayó entre sus piernas y de rodillas bajo la tristeza de la mirada ¿Llegaría suplicar, a llorar y a humillarse tanto? ¿O era una manera distinta de pelear? – …y que tú misma has podido comprobar…– susurró a la vez que apretaba sus rodillas. Aquellos ojos jamás dejarían de mirarla… podían ocultarse, disfrazarse o cerrarse pero jamás podrían desconocerla, tenía la certeza de que no miraban a nadie más de aquel modo, con sinceridad, con entrega… con el alma. Sintió el tacto frío de una mano sobre la suya y tembló disfrutando de la fascinación que provocaba la sorpresa y la ilusión de un final feliz ¿Estaba… realmente estaba…? La cogió el mentón abriendo una brecha, un instante de calma antes de la tormenta y después de ella, se dio el gusto de acariciar los finos labios con el pulgar… La boca más silenciosa y perturbadora que había conocido – Pero estoy dispuesta a escuchar sobre las cosas que no veo ni entiendo – Mientras sentía su textura y comenzaba a adorarla ya podía descubrir la rebeldía, quizás Emma no lo notaba, entre medio de tanta buena conducta, pero su boca era lo más indomable y rebelde que poseía.
- Nuestros puestos… – La morena agachó la mirada y de inmediato cesó el contacto, no quedaba mucho más por hacer – Nuestros alumnos… – se levantó haciendo palanca en los muslos de Emma con toda la fuerza que tenía, era eso o una bofetada para que entrase en juicio. Le dio la espalda y quedó de cara a una enorme estantería de libros, un puñal por delante y otro por detrás y la mandíbula parecía que se iba a desencajar –…La academia – Suficiente, había agotado el límite de su paciencia. Se giró y como un felino acorralando a su presa se lanzó por ella… clavó sus manos en el posa-brazos del sillón y le hizo retroceder hasta el límite apuntándole a la boca.
- No parecía tener importancia mientras estabas entre mis piernas – Emma sentía su aliento quemando en el cuello, sí le alcanzaba a rozar caería en el espiral que llevaba hasta su escote. Se detestó por débil y animal, por baja y lujuriosa pero más se detestó cuando sintió que se alejaba y lo único que pudo pensar era en estirar su brazo y devolverla a su lugar. Le ganaba en fuerza corporal y podría aprovecharlo a su favor, podría hacerlo, por las formas que era capaz de adoptar la morena en su cama y pegada a su cuerpo – No es así, profesora Müller? – estaba esperando con la mirada más carnal, que le había concedido hasta el momento, y mordiendo su labio inferior… demostrándole que en medio de toda esa maraña de pensamiento que tenía en la cabeza, sólo una cosa era segura…
- No me faltes el respeto – Exigió, cuando logró sacar la sensualidad de su mente – Por favor… – y llamó a la tranquilidad eximiendo de toda provocación al cuerpo femenino que estaba en frente de ella.
- No me trates de idiota… – dijo con tono suave, aceptando el error y proponiendo un nuevo comienzo a su charla. – Dime la verdad, por primera y última vez… sé clara y déjame tomar mis decisiones – el último cartucho con madurez se disparaba ante la última petición, sería un honor pegarle al corazón pero se conformaba con pasar cerca y que estallido retumbara en sus oídos dejándola inútil momentáneamente.
- No puedo seguir adelante – salió rotundo y convincente, era premeditado y calculado en todas su variantes, el tiempo que ella había usado para extrañar Emma lo empleó en olvidarla, una simpleza que achicaba su estómago y secaba su garganta. Emma le miraba de una forma extraña, tenía una serenidad y templanza que no había mostrado en el comienzo y supuso que debía sentarse porque estaba apunto de pasar algo importante – Me encantaría… – y eso también sonó tan veraz que hasta dolía –… se me nota… y sé que lo sabes y no siento vergüenza – arrugó sus labios pero le sostuvo la mirada – por primera vez, en mi vida, no siento vergüenza de lo que siento ni de lo que me haces sentir… – hubo un silencio, una vacilación y una mueca de incomprensión por parte de la rubia, parecía repasar una a una las palabras mentalmente y preguntarse si estaba bien la conjugación o si algo de ese semi-trabalenguas del final se había entendido
- Entiendo – El ambiente no la dejaba pero le hubiera encantado poder sonreír… entendió que quizás no era presa de su sonrisas pero sí de su dulzura ¿Por qué hacía esto? Volvió del trance pasajero rebalsando de imposibilidad – pero no me pidas que entienda la distancia… porque no puedo – se levantó una vez más y se plantó en frente de ella y bajó hasta la altura de su boca, la respuesta fue rápida Emma se reclinó todo lo que pudo pero esta vez la morena no dudó en acosarla
- Si lo haces, mañana por la mañana será peor – el inequívoco aroma de su cuerpo inundaba sus sentidos y separó las piernas dejándole lugar y posibilidad para que hiciese lo que le venga en gana con ella. Aspirando y guiada por el hilo de la feminidad sus manos comenzaban a dirigirse hasta sus muslos
- Si lo hago, mañana por la mañana no existirá – besó su cuello vanidosa del suspiro que se escapaba y de cómo la piel se prendía en llamas mientras las manos de Emma avanzaban por la parte trasera y baja de sus muslos, justo al limite de su falda – Dispuesta a perderte del todo conmigo? – sonreía mientras ofrecía una alta dosis de sentimiento en un beso y clavaba su rodilla en el sillón para subirse a horcajadas sobre ella…
- Estoy muerta de miedo… – clavó los dedos en su cintura y frenó aquel próximo beso que sólo tendría su fin antes del orgasmo. Acarició su mejilla y acomodó un mechón detrás de su oreja, se acercó a sus labios pensando en susurrarle lo hermosa que era pero eso ya era de su conocimiento así que se quedó rondando la comisura y excitando sin verdadera intención
- Eso fue lo que me trajo hasta aquí – levantó la cabeza justo a tiempo para ver caer aquella lágrima, pudo sentir la tristeza clavarse en sus huesos arrasando el sueño de un sol y de un mar… y allí iban, directo a quebrarse… y las manos subían por la espalda, haciéndola golpear contra un cuerpo, contra un sueño y en contra de un amor… Resistencia sino resistía no sería ella, las manos se clavaron el pecho y las piernas comenzaron a hacer palanca, recordó lo de la fuerza y la utilizó hasta que logró adherirla a su cuerpo – No… no hagas esto por favor – ¿Por qué lloraba? Agarró su cabeza y la recostó sobre su hombro y los intentos por huir cada vez eran más entusiastas y la tarea de contenerla más difícil. La humedad llegó a través de la tela, con espasmos y sollozos que delataban toda la contrariedad.
- Shhh… – acariciaba su pelo y el desconsuelo. Vio el reflejó oscuro del vidrio del mueble de la biblioteca y la imagen distorsionada y feliz… ella con la mujer que le quitaba el sueño entre sus brazos… ¿Pero dónde estaban sus lágrimas y el dolor? El vacío, la mentira y los temblores la dejaron caer desde el lagrimal, helada, hasta la perderse por la garganta – Shhh… – la abrazó con más fuerza mientras llovían una tras otra y recibía un mordisco en su hombro… Todo pasaría tenía una vida entera para hacer que la angustia pase, para sentir sin remordimientos y para ponerse de acuerdo…
- O-odio… lo… lo que… me haces sentir – Cerró los ojos y sonrió, entre las lágrimas quería nacer una carcajada que soportaba por respeto pero la parodia de la mentira termina aquí, con la primera verdad
- A mi sólo me da miedo no lo odio – respiró del perfume en su cuello y se arriesgó a dejar un beso
- Suerte… la tuya… – y se apretó, se relajó y se acomodó mejor entre sus brazos.
Traspasó la cafetería procurando no chocarse con nadie conocido, esquivaba las explicaciones a todas las especulaciones y lo que sus ojos celestes podrían lograr decirle. Llegó a la escalera victoriosa y recordó la noche mientras subía los peldaños, casi igual que las otras: Un despertar solitario, una nota sobre la mesa de la cocina y un desayuno que nadie jamás come… lo extraordinario eran los dos chupones en el pecho, uno en su hombro y los arañazos en la espalda… Primer piso pasillo al fondo, en línea recta a negociar el contrato que cambiaría su vida. Tocó la puerta con los tres golpes de rigor y al instante tenía el paso.
- Emma… – dijo Bodo sorprendido cuando la vio parada en la puerta y con su portafolios de trabajo – después continuamos… – se dirigió al hombre que estaba reunido con él y con un movimiento de manos le apuró para que retirara todas sus cosas del escritorio
- Buenas tardes profesora Müller – saludó con un movimiento de cabeza cuando se encontraba en frente de ella mientras sostenía con sus brazos el maletín mal cerrado y el papelerío que salía por todos lados
- Buenas tardes – Estrechó su mano con la de aquel hombre en un cordial saludo. Le miraba intentando recordar su nombre pero no jamás habían sido presentados
- Les doy privacidad – y salió con rapidez del despacho
- Quien es? – preguntó apenas se cerró la puerta
- El director de orquesta de la academia – Emma le miró sorprendida de seguro no se lo esperaba – Tiene un proyecto muy bueno… grabar un CD con covers de música popular hecha en cámara
- Me parece una idea genial – contestó con una sonrisa
- La idea es acercar la música clásica a los jóvenes
- Mejor todavía – y no dejaba de sonreír. Aunque tenía bien en claro que no era por él
- Siéntate – La amistosa voz la sacó de su pensamiento de los posibles temas musicales a interpretar. Declinó la oferta con una sonrisa quedándose de pie y le entregó el asiento a su portafolios. Un molestó ruido con el bolígrafo era lo único que se escuchaba acompañado del crujido del cuero del sillón de Bodo
- Me pondrás nerviosa y saldré corriendo a mi casa a seguir disfrutando de mis vacaciones
- Se que estuve mal – si él no comenzaba por disculparse, las cosas se llenarían de polvo y quedarían en el olvido y Emma era de aquellas que perdonaban no de las que olvidaban. Una mujer de pocas palabras pero peligrosa, constante e inestable a la vez y a pesar de llevar años de conocerla jamás había aprendido a leerla
- Has hecho lo que consideraste correcto – Siempre escogía las opiniones más neutras evitando los enfrentamientos y el cuidado en lo dicho restaba la poca apreciación personal… la estrategia más inteligente y el camuflaje perfecto para su postura conservadora
- Te prometí respaldo – bajó la mirada vergonzoso, arrepentido y dejando caer el bolígrafo entre los papeles dispersos en la mesa – He fallado – Emma lo observaba pensando en que no aceptaría una disculpa que no le correspondía. No era dios ni muchos menos y jamás sería capaz de apuntarle porque no pensara igual que ella. Esa culpabilidad no venía por el último episodio
- El respaldo era sobre mi vida personal y los horarios. No tratamos nada sobre ciertas impertinencias – sonrió y le hizo sonreír ninguno de los dos creía que lo que había pasado podía pasar alguna vez en la vida… Bodo la miró, no con ella – Ha sido una imprudencia de mi parte actuar tan deliberadamente – Él levantó un ceja ante la frase no era “actuar deliberadamente” era “actuar con valentía”
- Eso no justifica mi falta de respeto a tu relación con Jenny – se puso serio de repente – Lamento haber ofendido y ofenderla con falsos motivos
- Eso no tiene importancia… – la miró preguntándose si su comentario era sobre Jenny o sobre la faltada de respeto. Se sentía pésima la comparación pero Emma era una caballero jamás hablaría mal de nadie y menos de con quien comparte cama – Lo que me trajo hasta aquí fue lo que hablamos hoy por la mañana, quiero que me cuentes los detalles y cómo es que piensas hacerlo…
- De acuerdo – Dijo entusiasmado, el simple hecho que Emma lo consideraba ya le daba una enorme tranquilidad – En ese caso creo que si deberías sentarte.

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“Esto es lo mejor” se repetía mientras caminaba por el pasillo, necesitaba la concentración y definitivamente de la mano de ella no vendría… Ya casi ni se veían, y cuando lo hacían lo único que acertaba a hacer era saludarla y después apartarse. Le temía y sabía bien el porque, aquellas ganas de dejarlo todo sólo aparecían cuando ella aparecía… una de las tantas cosas que no respondía a la lógica. Se detuvo frente a la puerta de la dirección. Otro dolor de cabeza! Como si no le fueran suficientes sus problemas, ahora llevaba los de Bodo también sobre sus hombros; le había dado el “sí” pensando que era lo correcto, ayudando, demostrando a su manera lo que ella entendía por amistad.


Agarró la manija y estaba a punto de empujar cuando alguien se le adelantó desde la parte de adentro. Dejándola encuadrada bajo el marco de la puerta, la emoción que estaba comenzando a reconocer, pasó por ella como el más dulce de los castigos y por primera vez el corazón amenazó con delatarla. Quería sonreírle al enojo, a la seriedad y a la frustración que cargaba aquella mirada. El dolor en el pecho llegó tan fuerte e inesperado que sólo supo quedarse quieta ante el suspiro de resignación y el avance de sus tropas contra la creencia del delirio.


La morena frenó sus pasos, atropellar era muy distinto a ignorar y esperó, sosteniendo la puerta, a que dejara de obstaculizarla… Pero Emma continuaba con los ojos lejos y los labios a medio abrir, el enfado de la morena era demasiado grande que no le permitía analizar los pequeños detalles. En otro tiempo la reacción la hubiese llevado al extravío y aquello que parecía ser una palabra apretada entre los labios, de seguro no era más que mera cordialidad y no tenía tiempo para ella.
- Me dejas?… – Optó por decir, al ver que la intimidación con la mirada no funcionaba. Esta vez, parecía estar dispuesta a desviarla de su camino o al menos retrazar sus propósitos. Aquella bravura venía en el momento menos oportuno, cuando ya no era necesaria, justo cuando tenía resuelto no esperar más. – Profesora?! – Apuró, había dado con el término que revelaba las marcas de lo que era, una profesional. La sacó del enajenación para dejarla en la última parada que habían hecho juntas, aquella noche, antes de enredarse entre las sábanas… Le hizo recordar lo estúpidas que eran sus excusas y la razón por la cual se sentía tan atraída hacía ella… escuchar de su boca un: “…Profesora…” ardía en el estómago y aflojaba sus rodillas
- Lo siento… – después del parpadeo, se corrió hacia un costado dejando que la tormenta pasase por el frente en vez de perderse en su adversidad. Aún presa de la moralidad y al filo de borrar con la mano la distancia, aquella invitación se mezclaba con saliva y hacía el esfuerzo de tragarla mientras miraba su espalda desaparecer entre medio de toda la gente que estaba en el pasillo.
Cuando giró, vio como Bodo le miraba desde su sillón con una sonrisa burlona. Estaba sentado en la primera fila y desde allí podía ver la mediocre función en el diminuto teatrillo que eran sus relaciones sentimentales. Le indicó que se acercase y lo hizo, al mismo tiempo que guardaba todo en la memoria y desde ese momento iniciaba el deseo de llegar a casa, las noches traían la comodidad de soñar despierta.
- No sé como la soportas… – le sonrió dejando en claro que bromeaba – ¿Cuántos años tiene? ¿Diez? – No dejaba de sonreír mientras negaba con su cabeza
- No sé su edad… – confesó mientras se sentaba y Bodo la miraba extrañado, aquellas cosas como: la edad, el signo del zodiaco y el número telefónico eran lo primero que se conocían acerca de la otra persona.
- 31 años tiene la niña – Le brindó la información a pesar que en Emma no había indicio de querer obtenerla y se mantuvo invariable cuando la escuchó. Eso alarmó a su amigo, a pesar de que la especialidad de Emma no era precisamente la expresividad, la carga de desinterés le pareció exagerada. Se tomó un segundo para observarla sacar los papeles de su portafolios y por fuera todo parecía normal… Pero algo faltaba y no podía notar qué. Fue, primero, por el camino más fácil… – Está todo bien? – Le diría que “sí” como de costumbre pero quizás, y con un poco de suerte, hoy se atrevería confiarle algunas palabras.
- Claro… – Le sostuvo la miraba y pasó a dejar los papeles encima del escritorio
- Se ha enojado porque la otra profesora de Ballet tiene una operación pendiente y ella debe ocupar su lugar – Explicaba porque había sentido que debía hacerlo y lo que él no sabía es que Emma sentía que no debía entrometerse – Prometí pagarle el triple pero con Jenny el dinero no funciona – miró hacía arriba mientras se tocaba el mentón, haciéndose el que pensaba – Me pregunto por qué será?...
- Muy posiblemente porque lo tiene de a montones… – Dejó el portafolios apoyado en el piso – De qué es la operación? – Bodo la miró de nuevo, se interesaba por una desconocida en vez de por su amante
- Se pondrá más busto…
- Vaya!!!
- Qué pasa??? – sonrió al ver la cara de sorpresa – Es algo muy común en estos tiempos – Con lo tímida que era no podría escuchar la palabra “busto” dos veces sin ponerse totalmente colorada.
- Si claro! Es sólo que… no pasa nada – Terminó por arrepentirse de lo que iba a decir
- Dime!!! No seas tonta… habla – la incitó a dar su opinión, desde su pelea había cesado de comentarle su postura y para él eso era una pérdida enorme… el panorama imparcial que siempre le entregaba quizás era lo que más necesitaba de ella… toda la vida la había usado de ancla a la realidad
- No es un gran justificativo para faltar al trabajo ni menos para cargar de trabajo a otra persona – él volvió a sonreír y como siempre la razón reinaba en su comentario. Y tenía esa manera tan sutil de defender lo que quería, no estaba seguro en un 100% si defendía a Jenny o a una compañera de trabajo pero de lo que no había duda es que se las había apañado bastante bien, todo este tiempo, para no mezclar las cosas. Le estaba eternamente agradecido por lo discreto de su comportamiento y por lograr que Jenny no se desbocara… No tenía idea de cómo lo había conseguido pero a medida que el tiempo pasaba menguaba el miedo de que fueran descubiertas y más Emma parecía encajar en la Academia.
- Evaluaré mejor la situación… – y otra vez se quedaba sin mover un pelo frente a los triunfos. Silencio y Bodo esperó la sonrisa de regocijo que jamás llegó. – Dime que tienes… – Señaló la pila de papeles e hizo un esfuerzo más por conseguir conversación, hoy estaba demasiado callada.
- Un nombre… – se lo apuntó con el dedo índice sobre el papel – Y una carrera empresarial demasiado comprometida para el gusto de cualquiera un mínimo de ética – Bodo vio el gesto de decepción en su cara… algo estaba saliendo peor de lo previsto
- Frank Peters… – Susurró mientras lo leía
- Le conoces?
- No! – leía por encima y un nombre, en particular, que iba acompañado al de aquel Sr. le hacía doler el corazón. Rápida, Emma lo entendió, ella lo sabía desde la noche anterior y no podido evitar pensar en la situación
- La Srta. Vogel parecía conocerle bastante bien… Mira – agarró la carpeta y pasó página hasta llegar a las últimas – 43 contratos firmados por ella con su discográfica y el Sr. Bergmann sólo 3 – Le veía mover los ojos nerviosamente como queriendo meterse toda la información de golpe o buscando algún error que la dejara libre de culpas. Sintió pena, ayudando lo único que había conseguido era ponerle una soga en el cuello y ahora le tocaba decidir – Te dejo solo para que lo leas bien – se levantó con el portafolios en la mano
- Espera! – en la mirada asustada se distinguía la guerra que mantenía por dentro. Emma sintió empatía, algunas veces una bailarina de ojos celestes le hacía sentir lo mismo – Qué debo hacer? – la desesperación brotaba por sus ojos y parecían que las lágrimas ganarían una vez más. No sería la primera vez que le vería llorar pero si por una mujer, quedaba en la claro la importancia y el enamoramiento de Bodo hacia la Srta. Vogel, la mujer contra la cual él levantaría armas.
- Debes elegir… – se tomó un segundo para no errar – … Entre lo que has deseado toda tu vida y una mujer – Agachó la cabeza, se giró y caminó hasta la puerta.
- Es… Es una mierda – La voz quebrada y áspera le hicieron detenerse pero no voltearse. Este era el desahogo y alto precio por amar a los cosas con demente pasión, ahora era la hora de arriesgarlo todo.
- Dímelo a mí… – Susurró y salió dándole intimidad a su dolor
- Una mierda!!! – Se sentó con pesadumbre y el amargo de la derrota en la silla y golpeó su cabeza contra la mesa
- Por eso te he pedido descafeinado – con un dedo empujaba el platillo del café hasta colocárselo en frente – No hubo caso, no? – preguntó casi ya acertando la respuesta, las acciones de Jenny lo decían todo
- No! – Estampó la mano abierta contra la mesa. El crujir de las tazas y la raya sobre el cristal de su reloj preferido le hicieron bajar una revolución – Mierda!!! Nada me sale bien – se sacó el reloj y lo dejó sobre la mesa
- Bueno, bueno – agarró el reloj y lo inspeccionó detenidamente – Sólo necesita un cristal nuevo, eso es todo – volvió a colocarlo del lugar del cual lo quitó
- Sólo necesita una nueva dueña – acarició la traza sobre el cristal con la ilusión de que un toque sanaría – …una que lo cuide y que no lo arroje contra la pared cada vez que se sienta frustrada. Es de demasiado caro y bueno como para desaprovecharlo… – Ben la miró preguntándose cuánto en el comentario había sobre su reloj y cuanto de las catástrofes que sacudían su vida
- La vida es una mierda – él aseguró, bastante sabía acerca de desilusiones amorosas. Y lo que a Jenny, la atormentaba era no conseguir una calma constante o tal vez el haber estado tan cerca de ella y no poder contenerla entre sus brazos acarreaba toda este estado incoherente de las últimas semanas.
- La vida es la vida – rebatió la morena – las personas son una mierda y hacen que la vida sea una mierda – sonrió pensando en lo irónico que era ser esclavo de la razón en vez de los sentimientos. Se envanecía de moverse por impulso pero si con algo se había quedado de Emma, era con un poco de raciocinio que estaba comenzando a detestar
- Estas algo filósofa hoy – Bromeó mientras bebía de su café
- Estoy algo cansada – Apoyó la espalda en el respaldo de la silla y cerró los ojos intentando relajarse – Olvídate de lo que he dicho…
Abrió un ojo a la mitad para ver como Ben le cedía algún tiempo mientras él leía una revista. Intentó no pensar a la vez que apretaba la espalda contra la madera, hoy, estaba dispuesta a romperse cada una de las articulaciones si era necesario, tomó una gran bocanada de aire y notó que el estómago dolía… estaba pasando nuevamente… no podía cerrar los ojos sin pensar en ella, en las noches, en las mañanas y en las tardes. En lo primero y el lo último, sonrió, recordaba o imaginaba, imaginaba para completar los recuerdos y se enojaba… quería los verdaderos, quería poder distinguir entre lo que alucinaba y lo que era verdad. Se esforzaba y no lo conseguía ¿Era real o de fantasía, la Emma de la cual se estaba enamorando?
- Ahí va… – La morena le miró pasar página con una sonrisita burlona bailando en su cara.
No necesitaba que dijera su nombre estaba implícito, en la lealtad que él le tenía y en la burla reiterada a la transformación que ella sufría desde la llegada de Emma. La distinguiría entre miles y a pesar de que tenía estrictas reglas para no buscarla, nada había planteado sobre mirarla embobada. Delineó su perfil y se perdió en aquellos pasos firmes que daba. No podía dejar de tensarse al pensar que hacía semanas atrás le estudiaba para derribarla y ahora, la miraba hallando un diferente tipo de placer… uno que no se asociaba a la pertenencia sino a la libertad… Era tenebroso imaginar que la libertad de alguien podría significar el apresamiento de otro… Razón tenía su padre cuando solía decir: … “La llegada del amor sólo nos hace ver que nunca estamos preparados para él”…
La vio detenerse y el corazón casi se le sale por la boca cuando Emma se giraba. Se agarró con fuerza a la silla y soñó con que la buscaba, con que se acercaba lentamente a susurrarle en el oído alguna locura, con un mundo en el cual sus fantasías eran realidad y los miedos de Emma comunicación… Y el aire se cortó cuando los ojos marrón verdoso viajan en línea recta y pegaban contra toda la voluntad estampándola contra su asiento.
Allí parada con toda esa gente molestando al pasar, se había tomado un segundo para mirarla ¿Qué demonios significaba? Vio como bajaba la mirada, aquel intervalo de aducción había llegado a su fin cuando el carmesí apareció en sus mejillas y la firmeza se disipaba como timidez en el aire. La morena sonrió ante el esfuerzo y la alimentación a la fascinación… Imploró porque la escuchara entre el ruido y el eco… Y se puso recta al verla levantar la mirada, la sequedad de los labios y aquella pequeña sonrisa. Emma apretó con fuerza la manija de su portafolios, humedeció sus labios y comenzó a caminar en su dirección.
Jenny le sonrió impúdicamente a la vez que pensaba… “Ahí vienes, profesora Müller”
“Al carajo con todo” se había dicho y desandaba los pasos ciegamente guiada por la belleza y el olvido. “No puede ser tan malo” se convenció y se acercaba al límite de la cordura en una cafetería llena de alumnos y de profesores. El rescoldo de valor se hacía llama y comenzaba a quemarle el cuerpo, por aquella sonrisa sensual y por la pose de señora que tenía, sería capaz de crear la excepción de la regla, de mezclar un grano de favoritismo con una montaña de imparcialidad ¿Acaso no hace eso una ciencia empírica que acepta a un dios teórico?... La deseaba tanto que sus rodillas siempre querían doblarse y hacerle caer sobre ella… tan sólo debía llegar hasta ella…
Sintió como una mano la tomaba por el hombro y atinó a sacársela de encima con un movimiento brusco… No quería frenar, la sonrisa de la morena se ampliaba detrás de aquella mano que pretendía esconderla y del arqueo de cejas que la revelaba.
- Profesora Müller!!! – El grito dejó clavados sus pies en el piso – Me escucha? – Y claro que le escuchaba, ella y toda la cafetería, incluida Jenny que ahora soportaba la risa mientras negaba con la cabeza. Tomó un gran suspiro y cerró los ojos en busca de paz, quien la solicitaba la había hecho quedar como una imbécil y podía sentir sus mejillas ardiendo – Se siente bien? – Vio como Jenny se giraba y comenzaba a hablar con Ben, lo que sea que fuere que quisiera decirle tendría que esperar hasta que el valor volviera a aparecer – Profesora?
- Lo siento… Perdonen – Piet Vogel y aquel director de orquesta estaban frente a ella
- Estabas como ida, chica – No dudó en rodearla con su brazo y encaminarla hacía una mesa. Demasiado distraída para pensar en una falta de respeto
- Lo siento – se disculpó una vez más y trató de concentrarse en lo que aquellos dos hombres le hablaban sin parar
- Woa!!! Pensé que habías dicho que no había nada entre ustedes dos? – se atrevió a romper la burbuja en la cual su amiga viajaba. Mañana se cumplirían tres semanas desde que su amiga había llegado a su casa completamente bebida y soltando una verborrea en la cual todas las frases terminaban con un: “No puede ser… Qué tonta fui”. Él había escuchado todo, el lamento, la histeria y los temblores, como un buen amigo, hasta que cayó rendida en el sillón del living de su casa… Nunca había dicho un nombre en su vida, nadie era tan importante como para recordarle y sin embargo había escuchado ese “Emma” tan claro salir de su boca mientras la cubría con la manta.
- Y no lo hay… – la sonrisa se apagó y con las manos inseguras se hizo de su taza – Ya te lo he dicho – Miró al costado ocultando lo que la invadía cuando pensaba en eso.
- No lo parece… Apostaría mi cabeza por que hay algo…y mucho – dijo picarón – Sólo tienes que verte sonreírle. La morena sabía que él le decía la verdad pero intentaba olvidar no volver a caer y aquellas palabras eran las que justamente se negaba a escuchar
- Apuestas demasiado…
- Casi te caes de culo mientras te miraba!!! – aquella necedad no la llevaría a ningún lado
- Basta!!! – un pequeño duelo de miradas contra la cabezonería mutua que se rompió cuando un mensaje de texto llegaba a su móvil. Apenas miró la pantalla, Ben ya la veía sonreír nuevamente, teclear y dejar el aparato sobre la mesa como si nada hubiera pasado
- Era Emma?... Ya me lo imagino – se tocó la sien y pidió silencio – Jennifer ven a mi casa esta la noche… por siempre tuya, Emma… jajaja – Y ese fue su chiste de pésimo gusto
- JA- JA… Hombre tenías que ser!!! – no quiso entrar en discusión y tomó nuevamente su móvil
- Qué? – se encogió de hombros – Por lo que tengo entendido es así
- Así cómo? – preguntó con la paciencia pendiendo de un hilo
- Acarameladas y dulces – Algo molestaba en el interior no sabía si era la ignorancia de su amigo o el hecho de pensar que ella jamás podría llegar a ser eso con Emma
- Permíteme decirte que no entiendes una mierda – se levantó dejando su café a medio beber y a su amigo alucinado con el cambio de humor
Salió del despacho dispuesto notificárselo, quería agradecerle a Emma todo lo que había hecho por él, había conseguido aquella información en menos de 12 horas y él aún recordaba lo duro que había sido al juzgar su relación con Jenny… Una suplente de Ballet sería el equivalente al tiempo… tiempo era lo que faltaba, como siempre… Los dos trabajos de su amiga seguramente sólo le permitían verse en la cena… Emma madrugaba de lunes a viernes y los fines de semana, también, según ella por costumbre. Si hacía que Jenny trabajase el doble podría llegar recién a casa cuando Emma estuviese dormida. Él sabía sobre la importancia de la intimidad en los amantes y de aquellos pequeños detalles que saltaban en las charlas nocturnas para la confianza… la base, en conjunto con el respeto, de toda relación. Pensó en su propia vida y en lo reconfortante que era ver su sonrisa después de un horrendo día de trabajo, quizás Emma sentía lo mismo cuando miraba a Jenny sonreír…
- Has visto a la profesora Hartmann? – Preguntó a un alumno que se había encontrado en los últimos peldaños de la escalera
- Nop
- Igualmente gracias – Se quedó de pie mientras trataba de localizarla en la cafetería, este era su lugar preferido, perfecto para socializar… Y el otro lugar donde solía estar era su salón pero miró su reloj y faltaba media hora para que su clase comenzara, aquí tenía que estar…
Sonrió, en algún punto los gustos de su amiga le daban gracia… Primero: mujeres, segundo: hermosas y tercero: complicadas… No podía ser de otra manera!!! Era tan característico su criterio para elegir… Jamás le había visto transitar por el camino fácil y aquello siempre tenía el mismo impacto en quienes la conocían: La adoración o el desprecio… Se preguntó si se podía detener al amor, si alguien alguna vez había intentado detenerlo y si después de intentarlo quedaba algo aparte de soledad… Aquí no había culpables.
- Ben… Has visto a Jenny? – el pianista estaba en plena discusión con un grupo de colegas así que respondió rápido
- Afuera
- Gracias – dijo al viento porque sabía que no le escuchaba. Frenó en la puerta de entrada e inspeccionó todo el jardín con la expectativa de encontrarla.
Se preguntó que podían tener en común alguien como Emma y Jenny… Se preguntó con qué sedujo la bailarina a su amiga… A Emma jamás nada la sorprendía ni terminaba de llenarle, siempre encontraba algo por lo cual continuar, por lo cual viajar y buscar… Algunos amores nos obligan a quedarnos y otros a partir… Odiaba la idea pero estaría agradecido de que Jenny pudiese retenerla algún tiempo en la cuidad, algún tiempo cerca de la música que a veces Emma solía olvidar y a su lado cuando las cosas comiencen a explotar…
Comenzó el camino de gravilla blanca mientras veía las plantas que estaban a un lado, a lo mejor estaba detrás del muro, sobre la calle fumando un cigarrillo… no era una fumadora habitual pero era de público conocimiento aquella manía que tenía para pensar… Un fino puro y ver los coches pasar, el tabaco se consumía porque olvidaba pitar mientras ideaba una nueva coreografía. Llegó al portón de hierro, miró a la derecha y luego a la izquierda y allí estaba…
- Hija de la puta madre – El insulto venía del fondo de la garganta y de la incredibilidad de lo que veía. Avanzó hasta ella dispuesto, esta vez, a romperle el cuello con las manos e insultándose por ser tan estúpido al confiar en ella una vez más… En qué estaba pensando cuando creyó que cambiaría???!!!... Caminaba mirando como se besuqueaba con aquel muñeco de pacotilla de turno y una sola cosa venía a su cabeza: Emma!!!
La tomó por el codo, la desprendió de aquel inútil como si fuese una garrapata y la plantó en frente de él dispuesto a aplastarla. Aprovechó la turbación que Jenny tenía para condenar lo lastimoso del rojo de sus labios y lo bochornoso de los rastros de baba. Gracias a Dios lo veía él y no Emma!!! Apretó con fuerza sus dos brazos, más de eso no haría, Emma se encargaría de ella – Eres una descarada… – Había salido en un tono bajo pero la mirada acusadora transmitía la decepción y la rabia
- No te… – estaba a punto de defenderse
- Aquí???!!! – El zamarreo le hizo temblar hasta la última célula de su cuerpo y abría sus ojos, cada vez más, para verlo fuera de sí. Sudaba ira y ella comenzó a sudar miedo… Esa cara de desquiciado era más que una advertencia… – En la puerta??? Está a punto de llegar… – Pareciese como si él le rogara por conciencia pero sus dedos se clavaban cada vez más fuerte y estaban comenzando a lastimarla
- Ya esta bueno no!!! – la primera intervención de imbécil y ninguno de los dos volteó a mirarlo – Suelta a mi novia!!!
- Novia…? – la soltó de un empujón apartándola del medio – Por qué no me obligas??? – preguntó provocador, eran tantas la ganas de pelear y aquel niño bonito se le ofrecía como saco de boxeo – O acaso tienes miedo? – se había acercado hasta él exhalándole la bronca en la cara
- Cariño… no le hagas caso – estaba a dos pasos de ellos y sabía que sus palabras solo alimentarían la ira de Bodo así que lo intentó por el otro lado – No me ha hecho nada… – usó un tono dulce y una caricia sobre su pecho tratando de apaciguar en ambiente
- No quiero problemas… – le empujó suavemente para quitárselo de encima y cuando lo logró se abrazó a Jenny. Para aquel muchacho no era más que un trofeo brillante en su vitrina y la morena parecía estar de acuerdo con eso
- Sabes? – Bodo frotó su mandíbula con fuerza porque de a ratos se trababa – Deberías buscarte novios menos cobardes… – se acercó al él una vez más – De aquellos que no temen por su ropa – vio la chispa encenderse en los ojos del acompañante de Jenny, le había herido el orgullo de macho y le trataba de incompetente en frente de su chica.
Bodo se alejó hasta el asfalto, se deshizo de la corbata y del saco – Ven… – le alentó con las manos a que pelease, a que se acercase hasta él y demostrara su hombría. Estaba dispuesto a hacer lo que sabía que Emma no podría… Partirle la cara al imbécil.
Y todo sucedió demasiado rápido como para entenderlo… De pronto los puñetazos eran repartidos por todos lados, Bodo llevaba la ventaja, le había acertado tres golpes que habían dejado “al novio” de Jenny en el piso y sobando su vientre
- Levanta y pelea!!! – Bodo lo agarraba por las solapas de su camisa y le obligaba a que se pusiese de pie – Pégame Cagón!!! – Gritaba llamando a la bestialidad nuevamente y otra vez a pelear
- Paren… Paren!!! – La morena había gritado un motón de veces desde el comienzo y ellos no escuchaban. Estaban tan enzarzados en demostrar cual de los dos era el más fuerte y que no escucharían ni a una granada estallar a su lado.
- Pero qué demonios???!!! – desde la esquina podía ver todo… hasta los esfuerzo de Jennifer por intentar separarlos. Corrió los metros que faltaban y dejó su bolso en la calle – Detente Bodo!!! – le agarró del brazo pero no hubo caso – Vamos chicos!!! – Emma sintió un puño clavarse en el costado de su boca, lo ignoró y siguió adelante – Bodo!!! Bodo!!! Detente!!!
Y entre medio de aquella locura aparecía la sangre vertiéndose del labio de su amiga y frenó, no sin recibir un último golpazo en la nariz. Rápido, la resguardó en su espalda y avanzó hasta dejar a su contrincante otra vez en el suelo, sostuvo sus manos con una fuerza descomunal y le mostró su rostro ensangrentado para amenazarlo – Súbete a tu puto coche y saca tu culo sucio de mi escuela antes de que te mate!!! – Y funcionó, aquel pobre cordero subía a su coche y salía disparado a toda velocidad.
Se giró y lo primero que hizo fue mirarla… estaba en el mismo lugar en cual la había dejado, la cabeza gacha y la mano cubriendo su herida – Emma…
Jenny se llevó las dos manos a la boca ¿Por qué no había podido frenarlos antes de que ella llegase? Esto no hubiera pasado, no habría salido lastimada y el peso de la culpabilidad la sentaba en el cordón de la calle a pensar, a odiar la situación y a frotarse la cabeza queriendo regresar el tiempo.
- Estoy bien… No te acerques – Le indicó levantando la mano – No te gustará lo que verás… tampoco mires tu camisa – Llegó hasta su bolso buscando con que poder limpiarse
La nariz de Bodo chorreaba y había salpicado grandes gotas en su camisa. Comenzó a sentir el frío, la adrenalina lo abandonaba y ya comenzaba a temblar y a soportar el llanto… mantenía la mirada fija en la rubia y veía como las lágrimas rodaban por sus mejillas, debía doler demasiado pero aguantaba firmemente, sabía que si bajaba la vista hasta el asfalto podría ver la sangre derramada. ¿Qué había hecho?
- Lo siento…
- ¿Realmente vale la pena por lo que peleas? – dijo tan abiertamente que Jenny no pudo evitar sentirse tocada. Y cruzó un juego de miradas con Bodo ¿Por qué peleaban? Por ella, él peleaba por ella, defendiéndola e intentando alejarla de todos los males ¿Cómo demonios hacía para serle tan fiel? ¿Para entregarse tanto sin esperar nada a cambio?
- Claro que vale la pena y lo volvería a hacerlo sin dudarlo!!! – era la declaración más apasionada que había escuchado en su vida, quizás esto no se tratase de amor pero iba de muchas cosas que traían celos, de incondicionalidad, de mentiras y silencios a cambio de sonrisas, de la fuerza acompañando el sentimiento para sellar un pacto de lo más simple, la amistad. La protegía hasta de sus propias palabras… por eso saltaba lo importante, tragaba la rabia y el deseo de delatarla, buscando una solución… una que no fuera tan cruda ni tan desalmada.
Jenny le miraba sin pestañar, no importaba lo equivocado que estuviera, allí dentro de su cabeza y en su corazón, él sentía que era lo correcto… En algo se parecía a ella: hacía lo que sentía no lo que pensaba.
- Llama a Ben y a ella llévala al médico… Por favor – allí venía la orden que traía la solución parcial… Primero Emma y después todo lo de más…
- De acuerdo
No podía despegar sus ojos de ella, llevaban 10 minutos encima del auto y no había abierto la boca. ¿Por qué no preguntaba acerca de lo ocurrido? ¿Por qué no se quejaba? ¿Por qué no gritaba mandándola a la mierda? Tan sólo miraba por la ventana y sostenía aquel pañuelo pegado a la comisura de sus labios. Tenía en el rostro una expresión serena y a veces hasta despreocupada, la había visto sonreírle a un muchacho que tocaba el saxofón en una esquina y después la mueca de molestia ante el dolor.
- A la izquierda por favor – pidió amablemente
- Es más corto si seguimos derecho – le aseguró
- No vamos al hospital – sonrió tratando de disculparse por los cambios de planes
- De acuerdo – y no hizo más que responderle con una sonrisa – Tú me indicas
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- No te tomes tan a pecho lo que dice… Bromea todo el tiempo – Emma le advirtió después de tocar el timbre.
No podía dejar de preguntarse que hacían allí… El pañuelo blanco que le había entregado estaba empapado en sangre, lo mejor sería ir a un hospital y rápido
- Emma no crees que… – y la frase se quedó a medias cuando un muchacho en ropa interior abrió la puerta. Percibió la preocupación cuando miraba a Emma, la estudió atentamente y después sonrió.
- Y yo que pensaba que lo había visto casi todo en mi vida – se dirigió a la morena – pero no!!! Me faltaba ver a la hija prodigio con una contusión en la cara – Le sonrió y le guiñó un ojo
- Puedes arreglarlo? – Preguntó Emma sin tiempo para las burlas
- Cuando se lo cuente a pa…
- Norbert!!! – El grito les hizo temblar y a Jenny retirar los ojos de aquellos abdominales marcados – Puedes arreglarlo? – preguntó con la amabilidad que le quedaba, la sangre no frenaba y el dolor era cada vez más agudo. – Por favor?...
Sostuvieron la mirada un segundo más hasta que él asentía con la cabeza – Duele? – señaló con su mano el pañuelo y los dedos llenos de sangre
- Mucho… – la mueca de tristeza le encogía el corazón, era tan dulce, imposible no intentar curarla y una pena que ella sólo supiera hacerlo de una manera demasiado superficial. Aquello no era suficiente para ninguna de las dos, por esa razón estaban distanciadas, subestimando la manera de querer y el calor de los cuerpos.
- Entonces pasen… – Cuando Emma iba a cruzar el umbral recibió un beso en la mejilla y un “hola” en la confidencia de un fuerte abrazo y después para la morena un apretón de manos – adelante, por favor… siéntanse como en su casa – y se perdió en la oscuridad de un gran pasillo. Era guapo, tenía una mirada cálida y una sonrisa radiante y el cuerpo era perfecto…
- Es mi hermano – soltó la información y se encaminó a la cocina
- Ah? – preguntó con los ojos clavados en aquel pasillo – ¿Cómo dices? – la buscó con la mirada pero no estaba en la habitación – Mierda! – susurró y cerró los ojos tratando de ubicarse… y de olvidar la imagen de aquel cuerpo pero ya eran tres semanas sin sexo… más de lo que nunca había pasado sin él. Su ropa a la moda y sus joyas disfrazaban lo básico y elemental de su cuerpo. Muchos amores y ningún amor, y estaba seguro que Emma lo podía notar, podía verla jugar a enamorar en cada palabra y en cada movimiento, no la culparía jamás por escapar de aquel amor lleno de hipocresía…
- Te gusta? – la dejó clavada en el piso mientras le arrancaba la piel… Jamás traspasaba la línea personal pero cuando se daba con el lujo dejaba en claro que tropezar con ella sería peor que resbalar contra el cemento… quemaría, ardería y dejaría una cicatriz difícil de borrar…
- Es un chico simpático… – Sonrió inocentemente mientras tomaba asiento en frente de ella
- No… – aquella mirada ya la conocía y se acomodó en la silla esperando la fatalidad – No es un chico simpático… es un hombre de buen cuerpo, inteligente y gracioso
- Quieres hacer de celestina? – Preguntó irónica
- Quieres su número telefónico? – Dobló la ironía en una sonrisa
- Quiero el tuyo
- Tú dirás, cuando esto acabe, en qué lugar quedo yo… – de repente estaba confundida, no era la respuesta que esperaba… ¿De qué hablaba?... Una vez más la dejaba con la boca abierta… Aquel chico volvió a aparecer en escena. Descalzo, con unos jeans y el amplio torso desnudo… pasó por frente de ellas en dirección a unos estantes y volteó a mirar las pecas en su espalda y volvió para encontrarse con una ceja levantada de una manera desafiante… Claro que lo veía!!! En frente de Emma no era más que un cristal, frágil y transparente, a punto de reventar…
Volvió con tres vasos Toc - Toc y un tequila debajo de su brazo. Se acercó a Emma y retiró el pañuelo, le giró la cabeza e inspeccionó su boca por el exterior… Y no se privó de acariciarle el rostro y de sonreírle
- Vamos al consultorio hermanita? – preguntó mientras se incorporaba
- Claro… – siguió los pasos que se le marcaban
- Ven morena – El hermano de Emma la invitó – O te perderás la diversión… – Y levantó la botella
- A la camilla y tú morena, tienes un taburete contra la pared – Retiró unos papales de su escritorio y apoyó la botella y los vasos – No sé tu nombre… – Aquel chico no parecía su hermano, más bien, él parecía haberse quedado con la desinhibición y el encanto a la hora de relacionarse con lo demás. El otro hermano, el mecánico, era tímido y correcto como ella.
- Jenny – contestó mientras le miraba, algo le decía que estaba en frente de la “oveja negra” de la familia
- Encantado – le sonrió de nuevo – Voy a buscar lo que me falta – Jenny le siguió con la mirada, definitivamente llamaba su atención pero tenía la leve sensación que no sería más que eso, una noche sin despertar al costo de las pocas posibilidades que tenía con la hermana. Y no quería al hombre, quería a la mujer, hombres había tenido demasiados, mujeres una sola, Emma, y todavía no había ni comenzado a conocerla…
- Se tomará unos tragos después de curarte? – preguntó señalando la botella y los vasos
- Muy posiblemente antes… – Pensó que era broma, estaba demasiado confiada al decirlo, relajada. Con los pies en un suave balanceo y la vista pegada al marco que exhibía el título de su hermano
- Emma podemos ir a un hospital – Había que estar tonto para dejarse curar por un borracho
- No quiero hospitales – No había marchar atrás, era su decisión. Se preguntó si reinaba el capricho y la confianza a su hermano
- Bueno… Aquí estamos – Entraba con un plato en una mano y una mesa de metal con ruedillas cubierta de una tela, la cual colocó cerca de la camilla en la cual estaba Emma sentada – Dime… cómo te has hecho esto? – preguntó parado en frente de ella y con los guantes de látex en sus manos.
- Déjate de pavadas… no soy una paciente – contestó mal humorada. – Ay!!! – gritó después del apretón que le había dado con su dedo en la herida – Me caí
- De boca??? Contra un puño? – La mirada reprochando la actitud rebelde – No me obligues a sacártelo a la fuerza
- Una pelea callejera… – Soltó rápido cuando vio que estaba dispuesto a apretar y esta vez más fuerte
- Eso esta mejor... – Miró a la morena – Es más cabezona cuando quiere!!! – Jenny se reía, sabía de lo que hablaba, Emma guardaba con celos cualquier cosa con respecto a su vida y más cuando hablar implicaba delatar a alguien, en este caso Bodo. – Intentaban sacarle el bolso a alguien? – limpiaba el labio con una gasa bañada en solución fisiológica
- No…
- Por qué peleaban entonces?
- No lo sé – se tomó un tiempo para pensar lo que diría – creo que peleaban por una mujer – Llamó a atención de los ojos azules y de nuevo apretaba en la garganta, aquella charla que jamás venía se apuraba con un golpe y un corte en los labios, que en vez de sellárselos los abría a través de un dolor que no existía en ella pero que podía ver en Emma, quizás se rebalsaba sin llenarse el vaso de la paciencia. De seguro se preguntaba también ¿Cuánto más? ¿Hasta cuándo? ¿Y hasta donde llegaría todo aquello que no se hablaba pero que se sentía?
- Los hombre siempre peleamos por mujeres – Norbert aseguró – Tú estabas presente? – Le preguntó a Jenny sin mirarla
- Eh… – No tenía ni idea sobre lo que responder
- Ella no estaba presente – fue la escasa mentira
- Dejaré que me mientas porque eres mi hermana… Me gusta…
- ¿Quién? – Preguntó Emma haciendo que su hermano cesase toda la actividad
- ¿Qué? Es la pregunta – la miró extrañado – Y la respuesta es la herida, un corte limpio, será fácil de suturar – sonrió y siguió adelante con la limpieza – Pero tu amiga esta buena si es lo que quieres saber – le guiñó un ojo a la morena y le dio un toque a la nariz de Emma – Con tres puntos de sutura estarás perfecta – tiró la gasa en la charola – el corte es interno así que no quedará cicatriz – se quitó los guantes – Te doy tus opciones… sólo tengo óxido nitroso que a veces uso para drogarme un poco…
- Claro… – Jenny la miraba estupefacta aquello parecía no afectarle en lo más mínimo
- Tequila y lidocaína de mala calidad o puedes ir a un hospital… Que sería lo mejor para hacer en esto casos… Tú decides
- El tequila – dijo sin pensar
- Por supuesto que el tequila – su hermano la miraba y sonreía – a pesar de que lo detestes…
Cortó los limones, puso un montículo de sal en el plato y sirvió los vasos. Le entregó uno a cada una de ellas y se quedó con uno. Los tres se miraron, aquello era una verdadera locura… Beber y coser, beber y ser cocido, beber y tan sólo mirar las consecuencias de los actos. Era ella a quien quería besar pero las cosas estaban tan torcidas que de alguna manera desconocida terminaba siendo su chofer, aquella persona que espía por el espejo retrovisor, admirando la grandeza de a quien le sirve y de por quien se muere… ¿Por qué no funcionaba con ella?
Siguió con los ojos los pasos del ritual para la ingesta que había hecho Norbert… Y sabía exactamente lo que debía hacer si quería tenerlo a sus pies, tal cual le había dicho Emma, era un hombre igual a todos los hombres… lo había hecho toda su vida y la inercia la manejaba con ellos… Pero con ella simplemente no sabía como actuar y lo peor de todo es que perdía sus facultades de mujer… Quizás porque no podía mentir, negar ni esconder lo que no quería mendigar, lo que siempre se había ganado con altura y sensualidad…
Emma tragó en seco después de rechazar el limón y la sal y Jenny comenzó a sentir que la victoria estaba cerca, la tendría media dormida y media atrevida y ella la llevaría a casa… ¿Aquello no era arrastrase? No importaba… siempre y cuando su hermano recargase el vaso que le permitiría mirarla dormir, acariciarla y entregarle en secreto cada uno de los besos que guardaba…
- Ya esta… – La modulación lenta confirmaba la borrachera. Jenny sostenía su copa aún llena y Norbert había tomado uno sólo – Su conversación era una mierda… – los dos comenzaron a reír. Aquello no salía de la boca de una Emma convencional – Sutura y déjame marchar… – Se notaban los esfuerzos por la estabilidad a pesar de estar sentada, su rostro estaba totalmente rojo y sus ojos llorosos…
- Bueno si tú lo pides de esa manera tan sutil – Estaba a punto de levantarse cuando sintió una mano en el antebrazo
- Le dolerá? – Era difícil de preguntar mientras la mirada de Emma se clavaba en ella
- No… – respondió compresivo – Jamás en la vida le hice doler y no voy hacerlo ahora – Se rió de su pensamiento – Y con el pedo que trae no sabe ni cual es su nombre… Estará todo bien…
El silencio había reinado durante todo el momento en el cual Norbert trabajaba y Jenny no quería ni mirar, aunque sabía que todo iba bien, los pies de Emma marcaban algo en el aire acompañando al sonido de sus dedos chochar contra el cuero de la camilla. De pronto se le unió el pie del hermano dando armonía al repiqueteo que ella creía que era nervioso, escuchó el ruido de las pinzas chocar contra la bandeja y las palmas se sumaban… aquello era música… Él, giró sobre sus pies en un corto baile y ella tocaba la música que le estimulaba…
- Jajaja… Eres un gran músico – abrazaba fuertemente a su hermana – Por eso es la preferida de mamá y papá – le comentó a Jenny con una gran sonrisa
- Ya lo veo… – No se le ocurría nada inteligente, el mar de halagos que todo el mundo le entregaba siempre la retraían, quería decirle algo que no escuchara todos los días, algo nuevo y hermoso, algo verdadero…
- Me haces pasar vergüenza… – trató de separarse de él. Y de bajarse de la camilla
- Hey! Hey! Hey! Ahí te quedas un rato más sentada hasta que se te pase… – Y el timbre sonó – La cuidas un minuto?
- Claro!!!
- Tú no me cuidarás… Pre-pretendes otras cosas conmigo… – Lo había susurrado pero Jenny lo entendió a la perfección. Se le antojaba a provocación aquellos aires de inocencia cargados de verdad y volvía a pensar que sería ella quien la llevaría a su casa y quien la acueste en su cama.
- Jajaja…Eso crees? – Se situó entre sus piernas y le acomodó el flequillo detrás de la oreja quitando los tapujos de entre medio – Pues… tienes razón… – y mordió su propio labio refrenando el deseo inoportuno de un beso, no podía más que soplarle dobles intenciones a aquella boca que estaba rota.
- Oh! No puedes decírmelo así… – se quejó del descaro –… tan abiertamente… Ni menos en mi estado… Eso no es justo!!! – Dejó de mirar sus labios, la borrachera sólo le hacía pensar en una cama, en sexo y en dormir pero como era usual últimamente, en dormir con ella… y el vértigo de escalar sus piernas para poder refugiarse en su ombligo, hacía que el mareo provocado por el alcohol se le olvidara…
- Por qué no? Es la verdad – levantó su mentón y le obligo a que la mirase. El hielo ardiente era tan irreal como toda la pasión que se ocultaba detrás de la ingenuidad, la mirada más atractiva y dulce que podía acariciar… era para ella, allí, en ese momento y para siempre – Te tienta? – Rozó con el dedo sus labios y la magulladura… podía sentir el cálido aliento, más se enviciaba y más quería… y se acercaba a su boca con una pretensión y algo de anhelo, si así había que avanzar así lo haría, a besos robados en cada curva con tal de retrasarla para que no le llevase tanta ventaja…
- Vamos Jenny! – Torpemente se la quitó de encima – Sabes que me tienta y no sólo a mi sino a todo el mundo!!! – se desesperaba al no poder manejarlo y quedar tan vergonzosamente expuesta – Hay que ser de piedra para no tentarse!!! – el chillido de histeria lo decía todo. Una vez más que se acercara y caerían en espiral por el tobogán que las llevaría lejos del cielo y las puertas del infierno. Aunque el regocijo por prenderse fuego era adictivo… Frenó y optó por la gentileza del respeto…
- Bueno… eso esta bien – se cruzó de brazos en frente de ella respetando su espacio vital. Emma la veía sonreír y se preguntaba por qué, si la que estaba en las nubes era ella no Jenny
- Qué esta bien? – Estaba confusa…
- Por que de todos lo que conozco en este mundo a quien quiero tentar es a ti… – Y allí no había dobleces ni simplezas, era una confesión que caía a cuentas gotas en el cerebro y lento venía el estimulo de aquel dedo que la señalaba y miraba hacia donde apuntaba, el centro de su pecho, justo al lado del corazón… – Pero tú te resistes y ahí es cuando creo que eres de piedra… Y me enfureces – admitió al fin
- No soy de piedra… – Aquello hizo que la morena se preguntase si había escuchado algo de lo otro, no era demasiado pero era importante. Qué podría decirle al respecto? Había elegido el peor momento para hablar, como siempre. Se quedó mirando al suelo y asumiendo que había cosas en la vida que simplemente “no pueden ser” – Es sólo… Es sólo que… Me cuesta horrores expresarme – Levantó la mirada guiada por la seriedad que reinaba en el tono y en forma pausada de decirlo – He vivido todos mis años de esta manera y ahora vienes tú… y tu cuerpo y tu boca… – Emma la miró apenada y el tacto casi llega a sus labios, casi los podía sentir, pero la fuerza se invertía en contener la sacudida de su cuerpo y la agitación de la panza. Se sintió triste, no por las lágrimas que pugnaban por salir de sus ojos sino por la claridad con la cual veía su emocionado reflejo, el espejo más azul y radiante para lo miserable… Y no pudo soportar más el llanto…
- Oh Emma… –No supo bien que hacer… un paso adelante y otro hacia atrás, y adelante y las manos querían alcanzarle pero quedaban suspendidas en el aire – Emma… – Logró agarrarse de sus rodillas y estaba en punta de pies para llegar a la altura de su rostro, aquel que escondía con sus manos y aún así esperaba, sabía que vendría y quería que sus ojos azules fueran los que le dieran la bienvenida aquellas palabras que se convertirían en un secreto entre las dos
- Yo… Yo – Comenzó un juego nervioso con sus manos y intentaba contener el llanto para poder hablar
- Emma no es necesario… – Quería saber lo que pasaba pero esta no era la manera. Comenzó a odiarse por llevarla hacia el extremo ¿Por qué no podía esperar? ¿Por qué lo que ella quería a Emma parecía partirle el corazón?
- Quiero hacerlo sino jamás lo diré!!! y tú tienes que saberlo… – Prestó toda su atención, sabía que saldría del tirón y no habría repeticiones – Yo sólo pienso en alejarme porque no tengo palabras… Porque no sé como preguntarte… tu edad ni lo que te gusta hacer… si has querido a alguien, si has sufrido, ni lo que piensas acerca de mi… y me alejo más, porque jamás quise preguntarle nada a nadie, jamás lo necesité y de pronto no duermo y te pienso… y más te pienso y más me quiero alejar porque entiendo que no tengo mucho para dar y puede que lo poco que me queda no sea suficiente ni para ti ni para nadie… Eh, bueno, es eso… básicamente – Doblaba el extremo inferior de su camisa y no la miró ni una vez mientras le hablaba, volvía a ser un adolescente, tierna y preocupada por alguna insolencia que pudiese escaparse
- Entiendo… – Bueno, esto sí que era un problema verdadero… el cual la piel en la cama no podría resolver… la solución no la tenía muy en claro pero podían llegar algún acuerdo – Mira… – volvió a acercarse para acariciar su rostro y borrar las lágrimas – Te propongo que intentemos conocernos… – la cara de poco convencimiento de Emma la delataba – Espera… Sé que suena inmaduro y poco prometedor pero ya hemos llegado muy lejos y no quedan tantas opciones… O lo intentamos o… o…
- …Lo dejamos como está – Completó la frase que Jenny no se animaba a decir
- Exacto! – Se tomó un instante para poder desnudar el alma aunque no era fácil, lo había imaginado cientos de veces – Y… Y… Y es evidente que no quiero dejarlo estar… Así que tú decides – aquello sonaría raro, jamás lo había dicho pero como siempre hay una primera vez para todo… – Sólo debes darme una oportunidad…
Volvió a dar un paso atrás, sonreía por los nervios y porque intentaba de venderse como la mejor opción, como madura y segura de sus intenciones cuando en realidad tenía tal maraña entre la cabeza y el corazón polvoriento, que a veces le venían ganas de llorar y reír a la vez, como ahora… pedía a Dios porque la viese fuerte y decidida… Parecía amor, se parecía tanto, que podía olvidar las sábanas heladas que solían quemar a las dos de la soledad
- Jenny… – Y tan rápido traspasó su corazón que se quedó en la espera – Vamos a casa – Le tomó unos segundos dejar de ilusionarse tanto con lo que prometía “la casa” y sonreía porque era más de lo que esperaba oír. Dejó la palmada neurótica sobre su muslo para secar sus lágrimas con el dorso de sus manos.
- Sí – Y se acercó a ella para dejar un suave beso en sus labios, que Emma aceptó gustosa… Y no dudó en abrazarla con fuerza y allí iba el perfume con el aire y todas aquellas flores de colores en pleno invierno. Y volvía a besarla cada vez más intensamente…
- Jajaja – Emma rompió el beso
- ¿Qué pasa? – Estaba contagiada de su sonrisa
- No siento la boca, todavía esta algo dormida – se la tapó en un acto reflejo – Lo siento…
- Perdona ha sido mi culpa… Vamos – rozó sus narices en un tierno gesto – Te llevo a casa…
- Emma… – Sacudió su hombro con fuerza por tercera vez, los primeros intentos con caricias y besos en el cuello habían fracasados rotundamente, estaba completamente dormida – Emma!!! – El gritó no era para nada suave pero no sabía que más hacer
- Eh? – la miró con cara confusa – ¿Qué pasa ahora, profesora Hartmann? – preguntó molesta
- Emma ya estamos en tu casa – se cubría la boca intentado de que no se le viera la risa
- Mi casa? – miró a todos lados – Pero si aún es de día?
-Y eso qué? – Ya comenzaba a sacar sus pies del coche, la idea era incorporarla y tener que llevarla arrastrando hasta su cama
- Qué tú vienes por las noches… Espera – Le pidió con un gesto de manos que se detuviera y con una mirada le aseguró que estaba bien y dispuesta a caminar por su propios medios – Algo no está bien… – se puso de pie de inmediato y cerró la puerta del coche… Jenny no le quitaba el ojo de encima, parecía que estaba perfectamente hasta que trastabilló en el segundo paso…
- No... Definitivamente, no…– Llegó hasta su lado e hizo que pasase un brazo por encima de sus hombros – Eres la primera persona que conozco que se despierta con más borrachera que la que tenía antes de dormirse – Avanzaban a pasos lentos
- Nunca me emborracho así que no se como es
- Mañana te lo contaré
- Ya estamos… – Le ayudó a tenderse en la cama y después colocó el bolso de Emma en la mesa de noche y al lado sus llaves – Necesitas algo? – La miró al no escuchar respuesta, estaba dormida nuevamente. Estaba frita y no era para menos: Un golpe, tres puntos de sutura, tequila, anestesia y un corto paseo por la ciudad sólo en tres horas, lo que duraba una clase… Se arrodilló a su lado para poder observarla un segundo en tranquilidad y con seguridad de que nadie juzgaría su comportamiento. El dedo arribó en los labios y bajó por el mentón, el cuello, el pecho y hasta el primer botón de la camisa, abrió el primero y el segundo y se permitió rozar la piel y adorarla… Era lo mejor que había tocado en su vida, y todavía no lograba quitarse el miedo de no ser merecedora, pero confiaba en el tiempo y en el cambio. – ¿A dónde ira todo esto? – Susurró
Llego hasta la hebilla de su cinturón y con dedos hábiles lo desajustó y siguió por los botones del pantalón vaquero. Se quedó quieta y con las manos en alto, al verla removerse y buscar mejor postura. Se puso de pies y llegó a la punta de la cama y la despojó de sus zapatos – Supongo que así estarás más cómoda – Sonrió y se preguntó por qué le hablaba si estaba dormida, definitivamente ya estaba loca del todo. Se asustó al pensar que de la locura se vuelve al igual que de las borracheras… Allí parada la observó un instante más – Ojala no te arrepientas… – Se agachó para dejar un beso en su frente – Y no me has dado tu número así que tendré que robarlo del despacho de Bodo – Y otro beso en la mejilla – Dulces sueños…
- Quédate – Un brazo se enroscaba con fuerza en su pierna. Estaba con los ojos cerrados y la respiración en calma y por allí, en una esquina, la sonrisa se asomaba…

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- Me encantaría… – acarició su antebrazo –…pero debo trabajar – Sonreía penosamente disculpándose por rechazar la tentadora oferta, hubiera matado por acostarse a su lado en aquella cama pero el trabajo era trabajo, las obligaciones siempre ocupaban el primer lugar y dentro de poco tiempo, Bodo comenzaría llamarla por teléfono reclamando su presencia.
- Oh! Es cierto!!! Hay que volver a la academia!!! – Jenny se quedó estupefacta al verla brincar y ponerse de pie ¿No estaba media dormida hace un momento atrás? – Voy a cambiarme la camisa porque esta está salpicada con chocolate – Emma se acercó, torpemente, hasta ella señalando con el dedo la suciedad.
- Emma… – Tenía que decirle que no estaba en condiciones de ir a ningún lado y que la mancha que tenía en la camisa no era de chocolate – Emma…
- Qué pena… – rápido se sacó la camisa y la sostuvo en alto mientras la observaba detenidamente – Me encanta esta camisa – Jenny tenía muchas ganas de reír era demasiado graciosa la sonrisa que ponía al mirar con orgullo la prenda, de pronto el ceño se iba frunciendo y los ojos achinando – Qué extraño… – tenía la mirada pegada a la camisa y Jenny pensó que se estaría ubicando en el lugar y en el tiempo, se notaba la lucha que estaba teniendo contra la falta de percepción y de equilibrio – No me gusta el chocolate… – Se encogió de hombros e hizo una bola la camisa y la tiró en un rincón de la habitación – Me compraré una nueva… igual a esa – le dejó en claros sus deseos y se fue hasta el guardarropa a buscar, lo que la morena supuso que sería, otra camisa…
- Emma… Emma…Escucha – Caminó tras ella hasta colocarse a su espalda, buscó la manera de decirle, sin ofenderle, que estaba borracha, que presentarse con el labio hinchado y balbuceando a dictar su clase no era lo más sensato, que Bodo no dudaría en culparla a ella y que sus días en la academia comenzarían a estar contados. El tiempo pasaba a medida que Emma movía las perchas de un lado para otro – será mejor que te quedes, estas cansada, hoy has tenido un día bastante… complicado…
- Dame un segundo – Pidió levantando el dedo índice y sin mirarla
- Emma… – Terminó por sonreír. El caso omiso a todas sus palabras reafirmaba la idea de que lo único que tenía importancia en ese momento, para Emma, era encontrar la vestimenta adecuada
- Ésta!!! – Vio como rápido se la colocaba y pasaba sus manos intentado borrar alguna arruga que tuviera – Ya estoy lista – La estiró desde el borde inferior e hizo unos movimientos de brazos probando la comodidad – Vamos… – Estaba a la espera con una sonrisa cándida para ir al trabajo
Jenny la miraba sin parpadear y con la boca a medio abrir… Esta mujer realmente la volvería loca de tanto despiste y torpeza, quizás aquellas no eran las mejores cualidades pero quedaban perfectas al lado de toda la inocencia y del pequeño tambaleo que su cuerpo hacía… Aquel cosquilleo en el estómago se volvía sonrisa… Con semejante espectáculo comenzaba a olvidarse de que el estado de Emma era producto del alcohol, de la obligación de volver al trabajo, de todo lo que le diría a Bodo cuando lo viese… hasta de su propio nombre… todo sea por un minuto más de esta Emma que le tenía fascinada…
- Emma – se acercó y apoyó sus manos sobre las caderas – No se te olvida algo? – preguntó juguetona mientras corría el pelo que caía sobre su ojo
- Umm – arrugó sus labios y entrecerraba los ojos mientras hacía memoria. La morena la miraba y mordía su labio, Dios sabía cómo se contenía para no comerla a besos – El bolso!!! – Lo tomó de la mesa de noche y se lo colgó al hombro, no sin agarrar las llaves que eran necesarias para abrir la puerta – Ahora sí, vamos… – volvía al frente de Jenny mostrando el “gran logro” de recordar las llaves
- Nada más??? – preguntó sonriendo. Emma estaba tan acelerada que jamás adivinaría lo que se estaba olvidando
- Lo siento… – la tomó, suavemente, por el cuello y dejó un tierno beso en su boca. Jenny cerró los ojos ante la sorpresa y de tan efímero que era el contacto se agigantaba la ambición de quedarse con sus labios, y no hizo más que perseguir la textura y el calor que poseían hasta atraparlos entre los propios… prolongó aquel beso que debía fingir bajo la mirada de los compañeros de trabajo pero que ahora era espontáneo y cómplice
- En realidad me refería a tus zapatos – susurró a su oído
- Qué pasa con mis zapatos? – Preguntaba mientras repartía pequeños besos por su mandíbula con la intención de bajar por su cuello
- No los tienes puestos…
Emma se separó de ella y clavó la mirada en el suelo. Veía sus dedos moverse a través de los calcetines a rayas de colores… Pasó unos segundos en silencio y con la cabeza gacha – Lo siento… No me encuentro bien… – Levantó el rostro totalmente avergonzado
Jenny sintió el amasijo nuevamente en el estómago, ya tenía asumido las ganas de morir por ser la mitad de su piel pero el sexo era insuficiente y más ahora que la ternura comenzaba a avanzar a pasos agigantados en el corazón. ¿Por qué pasaba tan rápido?... Miró a los ojos sinceros y comprendió que estaba en frente de una persona sensacional, única y hermosa… Podía afirmarlo con total seguridad, conocía de rostros, de cuerpos y de besos y nadie como ella… ¿Qué tendría que darle para que se quedase a su lado?... ¿Para despertar junto a ella?... ¿Para caminar de su mano?
No supo porque razón de pronto las estaba mirando… Pendían a cada lado de su cuerpo sin pretensiones e ignorantes de lo que eran capaces de hacerle sentir y no pudo evitar enredar sus dedos con los de Emma y por un instante abandonarse en la sensación más placentera que había experimentado. Aquellas manos eran quienes susurraban lo que los labios no se animaban a decir y cada vez que se posaban en algún pedazo de su cuerpo confesaban que algunas cosas no tienen final, ni forma, ni explicación ni mucho menos límites… Llevó una mano a su boca y besó su dorso imaginando que jamás habían tocado más piel que su piel, pretendiendo ser mar y tener el poder para borrar cada huella de la arena…
Parpadeó para guardar esa lágrima que venía del miedo por perder el control, por volverse dependiente, por querer ser abrigo, por la necesidad de existir por ella, por el mundo de fantasía, por el secreto que cerraban bajo llaves cada vez que se destrozaban en la cama y por querer ocuparlo todo aún sabiendo que no era dueña de nada
- Jenny…
- Sabes qué? Te vendría genial un café bien cargado – disimuló aquel pequeño instante de inseguridad, sabía que todo obtendría su lugar con el paso del tiempo, esperar no era su fuerte pero sino pretendía arruinarlo, debía hacerlo…
- De acuerdo – había pensado en preguntarle si ocurría algo pero aquella radiante sonrisa terminó por engañarla.
- Tienes el tabique roto??? – Entró al despacho con alcohol, algodón y una remera en sus manos
- No…
- Toma… – lo dejó todo encima del escritorio y se sentó a mirar
- Mierda!!! – Chilló apenas pasó el algodón por la herida de sus nudillos de la mano derecha
- Te arde?
- Ben si vas a estar haciendo preguntas estúpidas te pido que me dejes solo!!! – El escozor era mucho más molesto que el dolor provocado por los golpes que había recibido
- Que humor!!! – se burló de su poca paciencia y aprovechó para hacerle una broma – Ni que te hubieran dado una paliza
- Vete a la mierda!!! – respondió molesto – Ooooh!!! – Y apretó más fuerte el algodón contra la carne viva buscando un punto fijo en la pared, lo único que le faltaba a la tarde era un desmayo
- Bueno, dime de una vez… por qué demonios te peleas con el amigo de Jenny? – Se cruzó de brazos y de piernas a la espera por que le contara algo de lo sucedido
- Amigo? – preguntó destilando ironía – ya me gustaría a mí que mis amigas me hagan lo que el “amigo” de Jenny le hacía a ella – comenzó a limpiarse la nariz – y Emma estaba al caer!!! Hay que ser descarado en la vida!!! – dijo totalmente indignado
- Emma llegó y se fue al hospital con el labio sangrando… por sino lo recuerdas – levantó la voz, todavía no encontraba una explicación válida ni para la pelea de Bodo en frente la escuela ni para el daño que había sufrido Emma. Y no porque tuviera algo especial con la profesora sino por aquella simple regla que dice: a las mujeres no se les pega
- Si quieres puedes ir corriendo a contarle a tu papito!!! – el golpe en el escritorio sonó en seco – Yo sólo le defendía… – clavó la mirada en Ben, pensando una vez más en que no se arrepentía de lo que había hecho y que volvería a hacerlo sin dudarlo
- De quién???
- De quién? – Parecía mentira que Ben le preguntara aquello. Él, mejor que nadie, conocía todas las mañas que Jenny tenía y lo peor de todo, es que compartía aquel estilo de vida tan liberal – Pues… De la “PUTA” de tu amiga que no tuvo mejor idea que venir a manosearse a plena luz del día en la puerta de mi escuela con el payaso que dice ser su novio
- Jajaja… No puede creer que eso te moleste… Sabes cómo es Jenny… cambia de novio como se cambia de ropa – Intentó restarle importancia a la conducta de Jenny – Los hombres sólo son un juguete para ella… – al instante se arrepintió de su última frase, era ínfima de diferencia entre lo que Jenny hacía con los hombres y lo que hacía con Emma. Ya tenía aquella mirada juzgadora de Bodo encima…
- Supongo de que te harás una idea de cómo es Emma… No juega con nada ni menos con nadie – Se acercó a donde estaba la bebida. Un trago, quizás, lograse insensibilizarle, la sangre se le hervía cada vez que recordaba lo sucedido y más a pensar en lo impune que saldría Jenny de ésta.
- Creo que Jenny y Emma no habían llegado a ningún acuerdo…
- No me interesa… Un poco de decencia nunca está de más
- Ya… – El argumento era fuertísimo, uno tenía que estar ciego para no notar lo conservadora que era profesora Müller… Bodo estaba en lo cierto, a pesar de haber actuado de la peor manera… Lo de Jenny fue una gran falta de respeto, sin importar en qué situación estuviera su relación con Emma, lo correcto hubiera sido intentar “continuar adelante” lejos de ella. Mostrarse tan abiertamente daba a pensar que tenía toda la intención de provocarle algún daño ¿Qué estaba pasando con su amiga? – Tienes razón… – él hubiera jurado que lo que Jenny intentaba hacer era tomar nuevamente las riendas de su vida pero de qué manera hacerle comprender a Bodo aquello – Jenny ha fallado pero eso no justifica que te agarres a los golpes con su amigo…
- Emma es muy importante para mí – Dejó la copa que estaba a punto de llenar – Qué mayor justificativo que ese???… Ben… – se acercó hasta él con el propósito de aplastarle el corazón pisoteando con golpes bajos la falta de integridad – no te culpo por no entenderme, tú no sabes lo que es arriesgarse por nadie… te recuerdo que así fue como perdiste a Bea – gozó de la cara de enojo de Ben y volvió a la mesilla en la cual estaba la bebida – Así que no te hagas el valeroso conmigo, tratando de defender lo indefendible…
- No crees que la gente pueda cambiar??? – Preguntó lleno de ira ¿Cuánto más pagaría por aquel error en su pasado? ¿No era suficiente con todo lo que sufría? ¿No fue suficiente con perder al amor de su vida? Aquel error se había llevado todo, hasta su derecho de opinar…
- Primero hay que ser gente y después intentar cambiar… – Se tomó el primer trago y no sintió la culpabilidad de todo el desprecio en su palabras… escuchó el portazo, estaba solo al fin.
- No puedo creer que sea tu primera borrachera!!! – dijo mientras dejaba sobre la mesa la tercera taza de café para Emma – Te pones de lo más graciosa – admitió sonriendo.
- Gracias por el cumplido… Ah… – Se llevó la mano al labio, los puntos tiraban cada vez que intentaba sonreír
- Quieres que vayamos al hospital?– preguntó preocupada
- No… No… está bien… es sólo que molesta un poco – La morena podía ver como hurgueteaba con la lengua dentro de su boca
- OH!!! Tu hermano dijo que no hicieras eso – le señaló con el dedo
- Qué?
- Eso que estás haciendo con tu lengua…
- Ah… – Y al instante pasó la lengua hacía el otro lado de su boca provocando la risa nuevamente en Jenny – Así engañas un poco al cerebro – explicó – Cómo cuando te pica en determinado lugar y sabes que no debes rascarte…
- Sí!!! Terminas por rascarte los alrededores como si eso fuera a aliviar la comezón…
- Exacto! – asintió con la cabeza
- Eres la única músico? – rápido se apresuró a preguntar antes que las ganas de platicar de Emma desaparecieran
- Cómo? – Retiró la taza de su boca bruscamente derramando café sobre el mantel – Oh!!! – Jenny ya se estaba poniendo de pie – Deja… – le indicó que se sentara – Puedo limpiar… – Jenny asintió con la cabeza, el alcohol cedía, ya casi manejaba los movimientos a la perfección y tenía sueño, le había visto bostezar en varias ocasiones – Perdona, no entendí bien lo que me preguntaste – dijo una vez que volvió a sentarse – Creo que estoy peor de lo que me siento
- Ha sido mi culpa – sonrió, la pregunta era personal y no estaba muy convencida de hacerla. Había pasado todo el rato en silencio estudiando cada unas de las cosas que se encontraban en su cocina – he formulado mal… lo que decía era… si tú eres la única músico de tu familia a parte de tus padres?
- Eh… sí… soy la única que ha estudiado música… aparte de mis padres
- Y por qué razón tus hermanos no? – Qué clase de pregunta era aquella??? Sí, sí… la que dejaba en evidencia lo desesperada que estaba por un poco de conversación e información acerca de su persona
- Pues… no lo sé – se encogió de hombros – quizás porque tenían otras vocaciones, no?
- Claro!!! – Asintió con la cabeza frente a la lógica y rápido bebió café para ocupar la boca en algo inteligente o mejor dicho en algo no tan estúpido
- Quizás… cambiaron de idea al ver a su hermana mayor cargar con estuches instrumentales que eran más grandes que ella – Emma parecía recordar y Jenny agradeció la receptividad que tenía para con ella y sus necesidades y esta vez no se molestó cuando Emma la leía como un libro abierto– No eres un niño común cuando haces eso…
- Cómo? – Todavía no lograba entender aquellas frases concisas que Emma siempre disparaba cada vez que pensaba sobre algo…
- La gente te mira de forma extraña… se ve que no es buena combinación tener acné en la cara y un violín en la mano – las dos sonrieron, bueno Emma sólo apretó sus labios
- Te miraban de aquella forma??? – definitivamente aquello era otra razón para pensar que la gente era estúpida, Emma era digna de miradas de admiración y había que ser demasiado imbécil para no notarlo
- Has subido al bus con tus zapatillas de ballet colgadas al hombro??? – Hizo aquella pregunta pensando en la similitud de las situaciones
- Nop – tomó un poco de aire – Y no te rías de lo que te voy a decir – advirtió con el dedo en alto – Verás yo… – marcaba con su dedo algo en el mantel y la curiosidad de Emma crecía. Si tanto costaba decirlo, de seguro era algo importante – Yo… yo no he tomado un bus en mi vida siempre tuve chofer y ya después me dieron un coche…
- Jajaj…jajaja… – la alegría se mezclaba con el dolor pero no importaba, no podía dejar de reír… Y menos al ver aparecer la cara de fastidio de Jenny – ¡ejem, ejem!... – aclaró la garganta – Hubiera dado lo que fuera por tener un chofer que cargase mis cosas en el maletero del coche cada vez que debía ir al conservatorio… – No se extrañó de lo paradójica que puede llegar a ser la vida sabía que algunas cosas se mantenían inmutables en frente de las clases sociales
- Y yo por poder viajar en bus con mi mejor amiga y su madre – dijo totalmente seria
- Lo siento… – Había sido demasiado frívola con respecto al comentario de Jenny y la culpa comenzó a invadirla. No viajar en bus para ella no era un “padecimiento real” pero ser adinerado era una condición como cualquier otra y muchas veces era un motivo de discriminación. – Igual, nunca es tarde… Puedes viajar en bus cuando quieras… Yo puedo acompañarte, si quieres por supuesto – vio la sonrisa aparecer en su rostro y como se levantaba de su silla para acercarse a ella… Emma se despegó de la mesa para darle espacio…
- Harías eso por mí??? – Preguntó mientras se sentaba ahorcajadas encima de Emma
- Eh… – estaba embobada admirando su belleza, sonreía a pesar de no saber muy bien que era lo que había hecho para tenerla entre sus brazos, sólo sabía que era real… que, allí estaba sonriendo también y acariciando su nuca – Eh… Sí, no es problema para mí, voy en bus todos los días al trabajo – El primer besó arribó detrás de su oreja y posó las manos en su espalda a medida que un estremecimiento le recorría todo el cuerpo, se fue directo al cuello y a lo sensual de su perfume.
- Puedo cambiártelo por otra cosa? – preguntó susurrando a su oído. Tenía el “sí” asegurado, Emma estaba perdida en su cuello y allí eran donde ocurría el cambio, en donde la timidez desaparecía para abrirle paso a lo intenso
- Si! – Contestó sin pensarlo, tenía todos sus sentidos puestos en el roce de sus manos contra aquella estrecha cintura
- No quieres pensártelo un poco más? – tuvo piedad de ella a pesar que deseaba con todas sus fuerzas llegar a esta situación, en la cual ella era quien dictaba a besos y miradas lujuriosas el ritual que las haría caer enredadas en la cama – Mira que a veces soy exigente… – se despegó de ella con la intención de advertirle por última vez lo fácil que puede volverse uno esclavo de las palabras, levantó la ceja pidiendo cautela y prudencia ante el peligro que rondaba de tantas ganas de hacerle el amor
- Puedes cambiarlo… – dijo con la voz tomada – si lo que me pides está a mi alcance, te lo daré – Emma la atrajo hasta su boca y comenzó a besarla suavemente.
Jenny decidió que realmente le gustaba como era, parecía firmarle la guerra en cada palabra y sellarla con un beso, muy distinto de quien es cobarde y le dice a todo que sí… ¿Cuántas cosas le habían prometido ya en su vida? Y siempre se empeñaban en prometer lo que no podrían cumplir: la luna, las estrellas, amor eterno… No era una princesa atrapada en un cuento de hadas tan sólo era una mujer con una gran debilidad por los excesos, así había aprendido del placer y del dolor y así había optado por cubrirse tras un velo de fuego que quemaba cada posibilidad que tenía de involucrarse sentimentalmente con alguien. Hoy, sin embargo, se ilusionaba ante un puñado de palabras que escupía la boca destrozada de una intelectual, palabras que no eran un sí ni un no pero que a lo lejos hacían eco de su incondicional entrega.
- De acuerdo – dijo después de frenar los besos de Emma interponiendo un dedo entre sus bocas – Ven…
- Esto es lo que quieres??? – Veía, desde el marco de la puerta de su habitación, como Jenny abría las mantas de la cama
- No… Esto es lo que tú quieres – le guiñó el ojo y siguió con su tarea
- Con la charla era suficiente… – se acercó hasta ella – No es necesario que hagas esto… – señaló la cama
- Para mí no es un sacrificio y tú lo necesitas
- Tanto se me nota? – se tocó el rostro
- Sí – se encogió de hombros como diciendo ¿Qué se le va hacer?
- De acuerdo
Había vuelto a su guardarropa pero esta vez en busca de su pijama, necesitaba dormir pero siempre estaba la posibilidad de que al despertar Jenny hubiese desaparecido al igual que las veces anteriores… era un riesgo que debía correr… Todo con ella era peligro hasta tener que cambiarse de ropa, sabía que la estaba mirando desvergonzadamente, sin sentir el mínimo pudor de la lascivia que desbordaría al relamer sus labios… Emma sonrió para sus adentros y comenzó a desabrocharse la camisa… Jenny era pura sexualidad, aquello era lo más genuino que poseía y quizás trajera miles de futuros problemas pero sin la libertad que Jenny tenía para expresar francamente el deseo jamás hubiese oportunidad de nada con ella.
Giró para mirarla y sonrió al ver que no se había equivocado, estaba sentada en la cama sin parpadear y con la boca entreabierta… ¿Cuánto de aquella promiscuidad gritaba sobre el miedo que le tenía a las relaciones? ¿Cuánto decían sus silencios a cerca de lo mismo? Emma pensó, al fin y al cabo, que no eran tan diferentes como creía… partían desde el mismo punto sólo que en opuesta dirección. Ella simplemente nunca había conectado de manera profunda con nadie y así dejo de intentarlo, pero Jenny… Jenny era toda expresión y todo corazón… ¿Qué le había llevado a separar la pasión de los sentimientos?
Apoyó la cabeza en la almohada, escuchó el sonido del cierre de las botas de Jenny, al menos se quedaría hasta que se durmiese. El peso del cuerpo se hizo presente a su lado en la cama…
- No tienes el mínimo interés por viajar en bus… – Tarde comprendió que todo había sido una estrategia parar arrastrarla hasta la cama, lo cual agradecía porque estaba muerta del sueño
- Jajaja… Pues la verdad y no me culpes – se atajó de antemano – No soy responsable por nacer con un chofer esperándome en la puerta de casa – Siempre lo pensaba: qué hubiera sido de ella si no hubiese nacido en una familia adinerada? “Lo mismo”, se respondía, quizás con necesidades económicas y sin tantos lujos pero igual de superficial y arrogante.
- No te culpo… Yo nací con un violín y partituras esperándome dentro de mi casa
Jenny se giró, apoyó la cabeza sobre su mano y se quedó observándola relajarse, suspirar con los ojos cerrados y su vientre apretar contra la mano que tenía su diafragma. Recordó todo de a poco y pensó en la gran carga que debía tener sobre los hombros, todos y ella misma incluida, veneraban la delicadeza en la ejecución de cada acto, su admirable personalidad, la sabiduría en sus palabras… Todos y cada unos de ellos esperaban lo mejor de ella, la perfección que centelleaba debía ser constante como constante era el esfuerzo que Emma debía hacer para mantenerla…
Recordó la biblioteca, la maestría a tocar el violín, a su hermano comentándole que era la preferida de sus padres y a Bodo presentándola ante la Junta como su mejor profesora y como la mejor inversión que podía hacer la academia… ¿No era aquello demasiada responsabilidad? ¿No pesaba demasiado saber que nunca está disponible para ti la opción de equivocarte?... ¿Cuántas cosas había sacrificado para poder destacarse entre todos? ¿Cuánta cultura tenía impuesta o cuánta se imponía?
- ¿No tienes ganas de escaparte de todo? – La pregunta y el deseo de aventura le habían hecho abrir los ojos y levantar la cabeza de la almohada
- Tú, sí? – “Escapar”… Sonrió, sabía más sobre escapar que sobre música. Era débil y odiaba el conflicto simplemente escapaba de todo pero no le entraba en la cabeza que una persona como Jenny quisiese escapar en vez de luchar… acomodó los rizos detrás de su oreja, tenía un rostro hermoso y juvenil… alegre – Quién te hizo así??? – preguntó a medida que podía distinguir en sus ojos la mezcla entre la confusión, el miedo y el deseo
- Así, cómo? – Estaba comenzando a sufrir el efecto de las palabras de Emma, pocas, certeras y profundas. No quería evadirlas, era lo primero que Emma pedía y aunque tenía la seguridad que terminaría por arrebatarle todo, quería complacerle aunque sea por una vez – Alguien como tú… – Se adelantó a lo que Emma diría, quizás después de su respuesta no pensara lo mismo acerca de su cobardía
- Por eso odias??? …– y allí quedaba todo en incertidumbre y más cuando Jenny se levantaba de su lado y se quedaba en frente de la ventana. Se apoyó contra el respaldar de la cama y se mantuvo en silencio
- No! Por esa razón vine a Alemania – pasó sus manos nerviosas por su castaño pelo – Escapando… de alguien como tú…
- Jenny me…
- No te disculpes… No tiene nada que ver contigo – se acercó, sonriendo, al borde de la cama – Ni lo intentes…
- No iba a disculparme… sólo quería decirte que eres pésima escapando – se encogió de hombros
- Jajaja Tienes razón – se sentó a su lado – Escapando me he encontrado contigo y con tu boca… – pasó el dedo por sus labios – y con que eres mujer por dios!!! – se hizo la escandalizada mientras se acercaba para darle un beso
- Jenny eso es un problema? – cambió la sonrisa por la preocupación
- No! – dijo con total convencimiento – No es un problema… tengo otros tipos de problemas contigo que me tienes que ayudar a resolver
- De acuerdo… – volvió a la boca y poco a poco la atraía más cerca de ella, hasta lograr recostarla en la cama.
Habían rodado varías veces en la cama, estaba encima de Emma con los ojos cerrados disfrutando de los besos y de la suavidad al tacto de sus manos. Incendiando su cuerpo cada vez que sus pulgares pasaban por encima de sus costillas, rápido se despojó de su blusa y volvió a su boca… Suspiró ante el placer de aquel apretón que recibían sus pechos y abandonó sus labios para bajar por su cuello y hasta la oreja mientras quitaba las manos de Emma de su cuerpo y las subía por encima de su cabeza, quería disfrutarla entera esta vez y si dejaba que Emma le tocase sólo lograba desesperarse más…
Volvió por un beso mientras desabrochaba con su única mano su sostén pero no obtuvo respuesta…
- Emma… – quizás estaba haciendo algo mal, quizás iba demasiado rápido… Y lo que vio le rompió el último esquema sano que quedaba de su faceta de seductora… Emma estaba completamente dormida – Oh Dios, no me hagas esto!!! – Nunca le había ocurrido algo así ¿Alguien dormido y a punto de tener sexo con ella? El mundo estaba girando definitivamente al revés – Jajaja ¿Cuánto más pretendes hacerme experimentar? – se bajó de ella – A dormir se ha dicho… – se sacó definitivamente el sostén y se abrazó a ella buscando tranquilidad en el mismo cuerpo que la había excitado… El mundo giraba al revés.
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Abrió los ojos de golpe y se encontró con su mano enredada en una cabellera ondulada… Parpadeó fuertemente 2 veces y estiró sus dedos librando los rizos y dejándolos caer sobre la almohada. Miró hacia abajo, al nudo que unía sus piernas, a los glúteos adheridos a su pelvis y a la desnudez de toda su espalda.
Cerró los ojos esperando no delirar, la penumbra y el claustro más de una vez le habían jugado una mala pasada…
Se preguntó si amanecía o anochecía y si podía dejar su mano descansando sobre su cadera. Consideró la opción de no ir a trabajar, dos faltas injustificadas en menos de un mes, algo estaba cambiando… Mientas apoyaba la mano en la piel recordó lo mucho que se debía a sí misma, podía transgredir un poco la ética siempre que nadie estuviese allí para mirarla ni siquiera Jenny… Sabía que el tiempo se detendría, al menos para ella, en el preciso momento que con sus dedos comenzase a recorrer el surco de su espalda…
Y a medida que avanzaba, se olvidada de algunas tragedias de la vida y tan sólo se centraba en el contacto y en la forma de acostumbrarse a su compañía y a su ser sin verla como una invasión a la privacidad.
Pidió un poco de compasión ajena fundamentando que era la primera vez que se entregaba a la tibieza de un cuerpo semi-desnudo en su cama… el de la profesora Hartmann… y eso sólo se lo debía a la debilidad y la obstinación que siempre tenía para con todo lo que representara alguna dificultad. Allí, se encontraba ella desnuda en mar abierto y sus dedos temblando ante el vaticinio de un gran amor…
Sin embargo, hoy, después de semanas, no sentía el techo aplastando su cuerpo ni la necesitad de contener el aire para flotar en aquel mar de dudas… No dormía, ya soñaba despierta y no quería seguir soñando dormida, no mientras fuera consciente de que al abrir los ojos el mundo entero seguiría allí ¿De qué servía el conocimiento? Tan sólo para reprocharle el tiempo que le dedicaba a fantasear con el sonido del timbre mientras aquella oración importante en su libro la esperaba.
Alejó su mano, jamás podría decirle como se sentía y el dolor por la injusticia de la voz prosaica la invadía. La voz, era la misma en todo momento, quien le permitía cantar aquel agudo impecable al compás de la música y quien se ataba en nudo en su garganta a la hora de solicitar. Le faltaban tantas alas para hablar sobre los sentimientos… La pegó completamente a ella, apoyó sus labios en el final de la nuca y dejó caer la mano en una caricia por el vientre… Buscó descansar un poco más…
- Umm… comenzaré a pensar que no te puedes resistir al encanto de mi cuerpo – la voz de adormecida hizo más grave e insinuador el tono de aquel susurro. Emma sonrió escondida detrás de su espalda… todo el engreimiento que tenía, la morena, la definía como mujer seductiva. Entendió la razón por la cual sus presas caían de rodillas no es fácil mantenerse en pie ante tanta seguridad y menos si venía acompañado de una enorme carga erótica capaz de hacerte perder el juicio
- No soy igual a las personas con las que te acuestas… Srta. presumida – susurró a su oído y jugueteó con su dedo alrededor del ombligo. La cama era el reino de la morena y estaba a años luz de adquirir su experiencia pero si dejaba ver su debilidad sólo terminaría por encadenarse a su alma y a sus labios de miel
- Qué te hace diferente? – Y aquello si era una provocación con todas las letras, a pesar del tono sutil podía entrever el desafío, aquello era un “demuéstramelo”. Jenny cerró los ojos al sentir la manoinsinuante subir por su muslo y por primera vez pensó en negarse. No por falta de deseo sino el miedo que sentía cada vez que se le olvidaba jugar a esconderse… si aquellas “dos palabras” se escapaban era sólo para condenarla a una vida de intentos fallidos por olvidar el contrato que firmaría con sangre encima de su piel…
- Tú me haces diferentes a los demás… – Subió con la palma abierta acariciando el muslo, la entrepierna y arañó suavemente cada línea que encontraba en su vientre. Consciente de que si estaba a su lado compartiendo era porque Jenny se lo permitía y consciente de que esta vez tendría que cambiar los roles con astucia y sagacidad si pretendía también hacerla dependiente de sus besos –…cada vez que vuelves a mí y conmigo te entregas – dejó un beso húmedo en su cuello
- Me gustas… como nunca nadie me ha gustado – Pensó que con eso bastaría para disuadirla de su propósito… Sabía exactamente lo que Emma quería, ese gran viejo truco lo había utilizado ciento de veces para desatar la locura en sus acompañantes, si había una muestra de poder en la cama era aquella: hacerle caer en el gran espiral del deseo y en la fantasía de existir por ella creyéndose fuente del máximo placer y Emma sólo necesitaba saber que era ella quien sometía.
- Tú también… – sintió los dedos sobre los botones de su pantalón – Me gustas… – y en vez de entrar se dirigían con dirección al norte directo a sus pechos
- Dirías cualquier cosa con tal de… ahhhhs – sintió aquella mano suavemente adoptar la forma de su pecho
- No… tú dirías cualquier cosa con tal de… – el calor de su lengua sobre la nuca le hizo arquearse entera, apretar sus muslos y agarrarse fuertemente a la sábana. Y como un flash los recuerdos de su vida pasaban por su mente… Como les hacía el amor para después marcharse con cualquiera y la facilidad de saltar de brazos en brazos buscando placer, cambiando la ropa, el perfume y la piel… armando con retazos de amor aquello que consideraba ideal… Y como un boomerang, la vida le hacía arder la piel y la colocaba en el lugar de quien siempre había desestimado… Pidió perdón en silencio, a todos y cada unos de ellos, recién ahora comprendía lo que era ser una marioneta…
-E-E- Emma – Dijo casi llorosa y detuvo la mano y lo insultante de la sencillez con la cual, Emma, parecía manejarla a gusto y antojo – No sé si estoy preparada para esto… – Quería gritar que tenían tiempo, que necesitaba acostumbrar el cuerpo para la llegada del amor y que necesitaba decirle sólo una cosa antes de perderse por completo.
- Vamos Jenny… – se situó entre sus piernas acariciando la tela del jean y mostrando una amplia sonrisa ante las palabras – No es necesario que finjas y que digas que estás enamorada de mi… – le guiñó un ojo y bajó para dejar un beso debajo de su ombligo – …entiendo el juego… – dijo entre besos a medida que subía en línea recta por su pecho…
- Pues… tienes suerte – Jenny llevó su mano hacia la nuca rogando porque no la mirase tan de pronto cuando se confesara, la mirada transparente le haría hablar demás y sabía que Emma no estaba preparada para escucharla – A mí me cuesta cada vez más entenderlo…
Despegó lentamente sus labios del cuello y contempló la inquietud en la garganta… No era necesario mirarla a los ojos la agitación del pecho demostraba toda la verdad y la emoción, era su primera “gran victoria” y en vez de sentirse orgullosa se sentía una mierda al no poder corresponderle con palabras. Y la miró esperando que el brillo en sus ojos tuviera alguna significancia para Jenny…
- Hazme el amor… – le dijo después de asentir con la cabeza y Emma sólo podía preguntarse sí comprendía sus silencios o si sabía algo de aquella lágrima que barría con su dedo pulgar antes de que rodase por su mejilla – Ámame… como nunca has amado a nadie en tu vida – y el “te juro que seré tuya para siempre” Jenny se lo prometió en silencio a ella misma en vez de a Emma.
Emma estaba situada entre sus piernas, de rodillas y con una mirada promisoria de fuego y pasión, de profundidad, sin mañanas, sin palabras ni silencios… Se quitó la parte de arriba del pijama para estar en igualdad de condiciones y para permitirle observar lo que ansiaba, apretó sus labios y sus mejillas estaban completamente encendidas. Jenny lo primero que hizo fue mirar sus pechos y excitarse con su anatomía femenina, se reprendió mentalmente por lo animal de su comportamiento… sólo entendía a la desnudez con ese propósito, el sexual y el carnal y no era aquello lo que le había pedido a Emma ni lo que Emma mostraba con su timidez
- No es la primera vez que te desnudas para mí… – Trató de distraerse de la puntada a la entrepierna centrándose en ella y ayudando un poco a la vergüenza de Emma
- Tampoco la primera que tú me ves desnuda… – levantó su ceja en una mueca graciosa y Jenny no pudo evitar mirarse. Estaba tendida en la cama con las piernas abiertas y con sus manos agarradas fuertemente a las sábanas como si estuviera a la espera de la fatalidad
- Oh… lo siento – sacudió la cabeza y soltó rápidamente la tela – yo…
- Estás nerviosa? – preguntó con total incredibilidad
- No! – se apresuró a decir – sólo tengo un poco sudadas las manos y algo de taquicardia, nada más –
Sonrió nerviosamente y se sentó en la cama con un largo suspiro y decidió soltar otra media verdad –Creo que tengo demasiadas expectativas acerca de esto y no lo digo para meterte presión es que… es que realmente quiero esto y quiero no estropearlo por una vez en la vida – Aquello sonaba menos crudo que decir que estaba a punto de tumbarla sobre el colchón, de hacerle girones la poca ropa que le quedaba y de saciar lo demente de la pasión con su cuerpo
- Bueno… – asintió con la cabeza dando a entender que comprendía lo que le decía y acarició sus rodillas
– Pues… – le dejó un beso en los labios y pasó a susurrarle a su oído –… si tú me dejas ver si puedo cumplir tus expectativas – con la mano en la cadera la acomodó para recostarla poco a poco – después veremos lo que tú puedes hacer con las mías...
Se le olvidó responder que estaba de acuerdo, quizás porque tenía puesta la piel y el corazón en sentir el peso, el calor y el perfume de su cuerpo. A medida que subía las manos por su blanca espalda pensaba en lo ingenua había sido al creer que le seguía buscando por el calor al pecar si alcanzaba con olerla para generar un amasijo de nervios en el vientre y querer susurrarle, de rodillas y temblando, amor a loslabios… cerró los ojos porque aquellos labios viajan por cuello se clavan en su piel igual que un espadaen una roca
Y simplemente dejó de pensar cuando Emma arribó en su boca, el alivio de un beso después de toda provocación era lo que le hacía olvidar el fracaso y la doblegación que creía padecer cada vez que caía rendida a sus pies… Clavó las uñas en la carne provocando un quejido en su amante y obligándola a separarse de su boca… Sintió el hielo de la distancia y entendió que debía ser gentil con sus labios y poco pretenciosa con sus manos si no quería terminar teniendo sexo desenfrenado.
- Tendré que atarte a la cama si sigues así… – sonrió porque sabía que Jenny estaba haciendo un gran esfuerzo por mantener una posición poco ardiente y lujuriosa y obviamente aquello no era lo suyo, no al menos cuando crees que la cama es un campo de batalla y el primer gemido se convierte el sonido de un cornu y una tuba indicándote que sólo debes avanzar contra el enemigo
- Suena interesante… – Sonrió con malicia mientras acarició su mejilla
- Espera verte impedida de voluntad y verás lo interesante que es… – atrapó su mano y dejó un beso en la palma – Creo que puedo darte lo que quieres… Sólo intenta relajarte…
- De acuerdo…
Escuchaba entre sueños un Tac-tac irritante, abrió los ojos y se encontró sola en la cama – Emma… – Se giró y pudo ver el resplandor de la luz entrar por la puerta – oh… dios – sentía el cuerpo adolorido como nunca en la vida pero la sonrisa se ampliaba al recordar lo sucedido… Había sido simplemente fantástico, todavía hacía eco en el aire de la habitación el tono de su voz al pronunciar su nombre, se llevó los dedos a los labios y tembló al recordar el sabor de su lugar más intimo – Oh Dios!!! – casi incrédula y eufórica se abrazó a la almohada…
Dentro de tanto cansancio y felicidad paró a pensar un poco en aquel mundo pretencioso y equivocado que había dejado, en aquel amor que no entendía y en aquel instante de sublime claridad que estaba interpretando con ella… Se preguntó cuánto duraría todo y se repitió que un instante no era una vida, queun instante no borraría su vida pasada ni la de Emma y que enamorarse de alguien no hace que el otro se enamore de uno.
Debía hablar con ella… Se desprendió de las sábanas y rápido divisó su ropa doblada, como no podía ser de otra manera, sobre la única silla en el cuarto. Se colocó la prenda intima y encima un bata floreada que estaba en un perchero, se ató el lazo y el tac-tac proveniente de la cocina marcó cada unos de los pasos firmes que daba hacia la verdad. Debía hablarle sobre la persona que era, antes de que tomase cualquier decisión, si tenía por intención ganarlo todo debía apostarlo todo en una jugada limpia.
Algo, de pronto, le cortaba la respiración y era lo mismo que la obligaba a ser sincera. Algunos actos de “heroísmo” son estúpidos y casi incomprensibles. Se vuelve complejo demostrarles a los demás como algo tan pequeño puede conquistarlo todo y en vez de héroe terminas siendo un chiflado. Podrían burlarse de ella pero cuando alguien le preguntase por qué lo había hecho diría que por amor y le preguntaría aquella persona si conoce al amor… y no escucharía su respuesta tan sólo recordaría su boca casta y locura de cada beso… realmente no estaría tan sola…
Se frenó en la puerta a observarla, cortaba varios vegetales y para más dolor estaba hermosamentecotidiana tarareando una canción mientras preparaba una cena pasada de hora para las dos… Cerró los puños aguantando la dolencia de privarse de lo que más deseaba, estaba atrapada entre el pasado, el presente y el futuro que imaginaba a su lado… Se preguntó en qué lugar quedaría después de la verdad y se respondió que no tenía importancia… Se quedó en silencio mirándola, quizás fuera la última vez que la viese de aquella manera
- Uy! Qué susto! – Le había visto de soslayo, sonrió y siguió con su tarea – lamento el ruido pero…
- Emma… – Emma la observó detenidamente y distinguió al instante algo que ya conocía de memoria, la tensión. Los ojos llorosos y el rápido avanzar le hicieron soltar la cuchilla cautelosamente y apuntarse que los sueños siempre terminan y que no siempre tienen finales felices – Fue mi culpa… – Abrió los ojos al máximo al verla llorar de impotencia y temblar de bronca y el miedo no se le quitaba a pesar de saber que no era responsable de lo que le pasaba a Jenny, se agarró al mármol de la mesada procurando no interrumpir – Él no hizo nada… tan sólo me quería y me cuidaba – la vio taparse la boca con el dorso de la mano soportando el llanto, la respiración o las nauseas – y sabes qué fue lo que le di a cambio? – Negó con la cabeza a pesar de saber que la pregunta era retórica – Una puesta de cuernos con medio Londres…
Y sabes por qué??? – Volvió a negar con la cabeza – Porque soy imbécil… una rica caprichosa que juegacon todo!!! – acabó clavándose los dedos en el pecho para señalarse – tal cual te ha dicho Bodo – bajó la voz y dio la espalda
Se quedó apoyada en la mesada, con la cabeza gacha y un parpadeo titubeante… el silencio reinaba, creía que todo había pasado pero la figura alborotada de la morena traía una realidad, una realidad que ella también evadía por eso no había preguntado nada sobre la pelea de Bodo ni sobre quien era aquel muchacho. Sabía la respuesta, sabía quién era él, cualquiera lo sabría, pero era más admisible para su cabeza no pensar en sus amantes ni pensar que cada vez que abandonase su casa estaría con cualquiera…
Definitivamente la situación estaba traspasando el entendimiento y el viento estaba soplando a favor de la vacilación y de la resignación… Jenny había contado su verdad y lo lógico sería dejarla marchar ¿Cuál era la parte inteligente de intentar tomar entre las manos una rosa con espina? Aún con la certeza de que la traicionaría no desistía de la idea de tenerla y de cuidarla… si aquello era los que algunos llamaban amor, entonces ella estaba enamorada.
Enamorada de Jenny… una bailarina de ballet inglesa y ricachona… Cuando su madre se enterase sufriría un desmayo, ya podía imaginar la bronca entre sus padres y aquella frase que su mamá repetía con insistencia: “… Te dije que tanta libertad tampoco es buena…” por fin encontraría su significado. Acaso entenderían sus seres queridos que simplemente había perdido la cabeza…Qué esta vez rechazaría cada unos de sus consejos… Y que por primera vez sería completamente egoísta sólo por dormir a su lado.
Quizás no entendieran ni un cuarto de lo que le ocurría y no los culpaba, ellos no conocían lo que era estar con Jenny. No sabían nada sobre sus piernas y su falda, sobre la curva de su cadera y cada una de las cosas que hacían mujer. Ni sobre la pasión, ni la entrega, ni adversidad de aquella mirada que siempre le entregaba antes del clímax y cada unas de las cosas que la hacían amante. Ni de sus caprichos, ni de los disparates, ni de la sonrisa alegre y pícara ante la propuesta de una aventura y cada una de las cosas que la hacían niña. Y en este preciso momento, de espaldas ocultando la desconfianza, el miedo y la histeria, no entenderían que no único que hacía era renunciar al juego de la mentira ¿Qué la había llevado adefinirse?…
Y una cuchillada de celos, la primera que había recibido en la vida, le abría el pecho y le calentaba la cabeza con pensamientos de ella y cada uno de los hombres que la habían poseído… Disparó demasiado lejos de la razón, también por primera vez en la vida…
- Jenny… – la tomó por el brazo y la volteó para que la mirase – Ni lo sueñes…
- Cómo? –la determinación de la rubia la había tomado por sorpresa.
- Si tú no vienes por mí, iré yo por ti – apretó sus brazos y la pegó más a ella, aquel era un empujón de valentía que venía del lugar menos esperado, era producto de todo aquello a lo que le temía y entre las montañas de cosas estaba el pavor perder de vista lo más parecido que había conocido a la felicidad – Y te puedo asegurar que no iré a buscarte para que nos revolquemos – apretujó más fuerte, cansada de que cada pequeño silencio se convirtiera en un abismo – tú te responsabilizas de todas tus partes… y si un impulso impertinente te trajo hasta aquí… deberás hacerte cargo… de lo que pasa y de lo que sientes…No seré tu amante…
- ¿¡¡¡Y qué demonios serás entonces!!!? – se desprendió de sus brazos enfurecida
- ¿¡¡¡Qué es lo que quieres que sea!!!? – fue la rebatida automática de Emma
- Quiero que seas mía!!! – aquello casi traído de los pelos y sacado de una pelea sin un origen preciso le había llevado a escupir, y sin pensarlo, uno de sus mayores deseos.
- Para meterme los cuernos igual que a tu novio??? – respondió con ironía y reproche. Esta vez el rojo en sus cachetes no era timidez si no bronca por la liviandad con la cual Jenny se expresaba y la demanda de expresarse ella inútilmente ¿De qué servía decirle que podía ser de ella cuando en realidad no tenía ninguna garantía de que la inversa se cumpliera? Igual, no era la forma – Lo siento… – entregó todo el arrepentimiento en un suspiro
No respondió, no respondió porque si lo hacía lo haría con un insulto, estaba en pleno calor de la discusión y no pensaba con claridad y Emma parecía estar en la misma situación pero como buena persona reservada se había obligado a girarse para seguir picando aquellos condenados vegetales. Su enojo aparecía con cada golpe en seco de la cuchilla contra la tabla…
- Debemos sentar las bases de “esto” si no discutiremos hasta el fin de los días – Jenny propuso al recordar lo rápida e inteligente que era Emma. Y la templanza con la cual manejaba cada asunto, ahora no estaba, sólo quedaba silencio y un enfado que le daba la espalda. La culpa sentó a Jenny en la silla – Por más que no lo digas claramente y lo pintes de 500 colores distintos sé que no te hace gracia la idea de la infidelidad… – con eso ya había logrado que la mirase, la mirada fulminante no era lo que esperaba pero algo era mejor que nada – Quieres exclusividad? Te la daré… Shhh! – la aplacó dado a que estaba a punto de replicar – por más que quisiese no podría pensar en nadie más – Emma tenía sus ojos clavados en los de ellas y Jenny sonrió porque sabía que aquello era un paso adelante
- Qué quieres a cambio? – preguntó mientras se sentaba en frente a ella guiada por el calor en la mirada.
- Que respondas cada vez que toque a tu puerta – Quizás era demasiado pedir y Emma estaba pensando detenidamente, sus ojos estaban puestos sobre el mantel y sobre su mano apoyada en él.
- No será difícil! – Sonrió – hace… hace dos semanas…que, que espero despierta… a que toques mi puerta – le costó decirlo y tragar por más que estuviese mirando el piso.
- Eso… – se aventuró a alcanzar su mano y erguirle la cabeza – eso es un honor para mí… – Jenny se perdió en sus ojos y en ingenuidad que irradiaban, no quedaba un solo rastro del vendaval que la había sacudido por completo. Aprendía algo más sobre ella, no guardaba rencores y lo bien que hacía porque eran totalmente inútiles.
- Chop suey!!! – saltó de la silla y volvió a los vegetales
- Cómo? – los arranques de hiperactividad eran cambios demasiados bruscos
- Es lo que estoy preparando para comer… espero te guste…
- Mmm… Sí!!! No hay problema – la miraba ordenar todos los recipientes en fila y ordenar todo el espacio sobre el cual estaba trabajando. Cada cosa llevaba su lugar se preguntó qué pasaría si algo no cumplía la regla. Colapsaría? Desistiría? O haría hasta lo imposible por ordenarlo?
- Que bueno porque el caviar se me acabó!!! – Bromeó porque Jenny estaba demasiado callada para su gusto, a sus silencios estaba acostumbrada pero los de Jenny todavía eran una gran incógnita
- Ja-Ja… Hasta cuándo vas a burlarte de mí por tener dinero? – llevó su mano al pecho dramatizando la condición desdichada inexistente
- Hasta que dejes de venderme esa imagen de pobre-rica infeliz… Sabes qué? – Se giró con el wok en una mano y el aceite en otra – Por un segundo casi me lo creí… Eres buena actriz – volvió a girarse y a concentrase en su hazaña por el arte culinario
- Lo soy…
- Lo eres…
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Estaba con los ojos bien abiertos a la espera de la imprudencia y la torpeza de un nuevo día, faltaba mucho para el crepúsculo y por más que tic-tac del reloj había sido suplantado por el sonido de una respiración pausada, los segundos siempre estaban marcados y contados por alguien…Todo ocurría por la noche, cada pensamiento caía como alcohol sobre las heridas abiertas y aún así seguía sin poder gritar… aquel temblor que la sacudía rayaba en el cielo raso un croquis directo a la introspección.
Olía condenadamente bien, a sensualismo y juventud, deseó no ser tan pensante y poder disfrutar de cada momento en el cual se enredaba con ella, como ahora, con su cuerpo cálido y desnudo encima y con su cabeza reposando en su pecho, esta vez su mano no se atrevía a bajar para tocar la espalda. Siempre con pies de plomo ante cada paso hacía las nuevas emociones… y Jennifer, tan relajada acariciando su costado y soltando un suspiro cada vez que lograba estremecerse…
Con cualquiera hubiera abandonado su posición en la cama, no se permitiría relajarse ni menos pensar mientras dejaba su cuerpo a entera disposición. ¿Cómo podía ser tan pésimo soldado? Permitiéndole la invasión sin oponerse, bajando las pocas armas que tenía mientras llevaba sus manos a la nuca… Sin cuarteles ni trincheras, tan sólo una cama una cama disfrazada de prisión y el centinela, más sexy y peligroso, haciendo un cacheo con besos sobre la piel… El paraíso podía esperar, al fin y al cabo no creía en él… Se preguntó por qué se hundía y si ella le estaba besando con el mismo motivo o con el motivo opuesto…
No lo podía evitar y se volvía a tensar… No se atrevía ni a poner las cosas sobre la razón del equilibrio que tenía una balanza. Aquella mujer, que la colmaba de roces agradables, no era más que la imprecisión en el recuento de los besos dados sin los labios y sin querer, algo parecido a clavarse un cuchillo en el pecho, retorcerlo y vestirse de felicidad para el dolor, la gran oda de los espejismos… Qué demonios quería demostrar con todo esto? Contra quién se estaba levantando? Una pequeña mirada a la vida fácil, a lo previsible, a la frialdad, a los consejos ajenos, y a los sentimientos sólo para notar que todas sus cualidades eran aplastadas por algo tan simple como lo era el desorden.
Hasta donde llegaría el sexo y su antifaz de adolescencia? Aquella atracción que Jenny se empeñaba en trasformar en complicidad?... Al menos ella parecía sincera, tenía su parlamento memorizado y un punto de llegada a la vista. Por su parte, sólo había tres copas de vino por las noches y un: “… te estoy esperando…” susurrado a una oscuridad que no le devolvía ni el eco de la locura. No tenía ni nombre ni forma para “aquello”, para lo que no era ni para lo que jamás podría ser, ni para la poesía cargada imperfecciones que sólo rimaba con su vida y más inaguantable se volvía el desorden en los pensamientos…
Fidelidad… ¿otorgada por gusto propio o por el encadenamiento a una falda? Era consciente de que la morena podía soltarse de su mano por dos razones: estupidez o insatisfacción. Que se fuera detrás de otra persona no sería un error cometido, no al menos hasta que intentase volver junto a ella y allí obtendría el papel que más detestaba: El de juez. Acaso no le adoraba por la libertad que tenía? Acaso todo esto no nacía de la falta de pudor y de juicio? Acaso no había perdido la cabeza por esa boca engañosa que dictaba a tiempo las palabras que la convencían de probar otra vez?...
Y aquel caos se iba desenmarañando u olvidando a medida que los besos bajaban por su vientre despertando aquel lugar de sí misma que jamás usaba… Pensó en la injusticia a medida que hundió los dedos en la sedosa cabellera para guiarla hacía donde la quería, la cabeza de Emma se iba con su cuerpo y el problema radicaba en que su cuerpo se pegaba al de Jenny, tocaría la música que ella compusiera con cada latido sin importarle lo mucho que pudiera quemarse… Aquello era ilógico e irracional, y tal cual había escuchado de la boca a la que le temía, tendría que aceptarlo…y responsabilizarse por ello.
- Tengo que pedirte algo… – Emma se apresuró a hablar antes de que la pasión se lo llevase todo. Jenny se despegó de su piel para ver su rostro, la interrupción no le molestaba… Emma pediría “delirio”, si algo tenía aprendido era que con ella nada era lo que debía ser y eso le encantaba y se sentía totalmente complacida de poder experimentarlo con alguien tan extraordinario, con alguien poseedor de ternura en la mirada y con fuego en las manos, no podía soñar con nadie mejor para la travesía…
- Lo que quieras… – respondió ciega resbalando sobre su cuerpo hasta llegar a su boca
- No quiero piedad… – logró que los labios temblorosos cantasen la verdad después de todos los besos que Jenny le había robado
- ¿Cómo? – Otra frase corta que no comprendía en su totalidad y por fin creyó poder darle significado a aquellos momentos en los cuales se mantenía en lejanía y en silencio, eran tiempo de grandes decisiones. La firmeza en la mirada le daba el carácter a las palabras, sabía que estaba excitaba y aún así haciendo el gran esfuerzo de pensar. La morena sonrió, Emma sólo tenía un problema: no sabía relajarse… – Me explicas mejor? – preguntó a medida que bajaba de su cuerpo y se recostaba a su lado, el sexo tendría que esperar. La necesitad por comprenderla se instalaba como prioridad, como el capricho de armar el rompecabezas más complicado de todos, algo en su interior le decía que si lograba descifrarla no todo sería tan complicado como ahora… Tiempo, sólo necesitaba tiempo y no desesperarse tanto en la espera.
- Sí… Claro… Eh… lo que quiero decir… – Allí estaba toda su timidez y sus problemas con la comunicación, Jenny no pudo evitar levantar su ceja al verle arrastrar la sábana para cubrirse el cuerpo ¿Vergüenza, de nuevo? – es que… – ya estaba toda colorada, podía sentir sus mejillas ardiendo y no había dicho ni una sola palabra concreta y aquella sonrisa que aparecía en el rostro de Jenny comenzaba a apurarla – es que no quiero que… – cerró los ojos un instante porque la caricia en su mejilla traía algo de calma – No quiero que mis impedimentos también sean impedimentos para ti – Pensó que con eso bastaría pero Jenny todavía estaba a la escuchaba – Mira, entiendo cómo eres, lo demuestras en todo momento y eso me gusta… pero, pero también pienso que quizás…también…quizás…puedas dejar de lado algunas cosas por mi comportamiento y no quiero que eso pase… – Terminó por apretar los labios arrepintiéndose de cómo había sonado de absurdo todo aquello…
- Qué te hace pensar que hago eso? – Acarició su cabello, tenía debilidad por él y por como lo sentía al tacto, bordeó la línea temporal y rascó con sus uñas la nuca
- Sé que no hablo mucho…. Bueno, en realidad no hablo a menos que me pregunten algo… – bajó la mirada hasta la piedra preciosa que colgaba de su cuello y que apuntaba hacia el colchón, el dinero no parecía ser un problema, al menos no por ahora, así que sólo la usó de distracción, para hacer foco hasta poder acomodar sus ideas – Sé que eso a veces es irritante… – hizo una mueca de tristeza por la realidad del comentario – Pero si me preguntas estaré encantada de responderte – Aquello era una locura, le estaba dando rienda suelta a la enorme curiosidad de la morena aún a sabiendas que podrían salir misiles de aquella cabeza loca
- Puedo preguntar lo que quiera? – preguntó entusiasmada como una niña pequeña y con una sonrisa radiante
- Sí… cuando no quiera responder sólo evadiré la pregunta como hago con todo el mundo – sonrió al ver como la sonrisa se apagaba de a poco
- Eso no es justo! – el quejido era por inercia si no rechistaba no sería ella
- Lo tomas o lo dejas
- Lo tomo, lo tomo! – hubo un pequeño silencio en el cual Jenny miraba los ojos de Emma. Aquello parecía un juego pero quizás lograse sacar algo de provecho… El pasado modelaba al presente de todas las personas y había algo que quería saber desde la primera vez que había entrado en intimidad con ella – Es más, tengo una pregunta – tenía aquella altanería digna de quien cree haber ganado la guerra…
- De acuerdo… – Emma esperaba con media sonrisa la ocurrencia
- Aquí va… y trata de omitir medianamente bien si no quieres responder – levantó el dedo como advertencia – Cómo fue tu primera vez con una mujer?
El silencio reinaba otra vez y la cara de asombro de Emma sólo se indicaba que quizás había sido una “gran metedura de pata” preguntar aquello. De pronto, se sintió cada vez más pequeña en aquella cama al pensar que la respuesta contendría una gran carga sentimental que a lo mejor Emma no estaba dispuesta a compartir con ella. Hubiera sido más fácil preguntar acerca de las cosas que le gustaba hacer, cosas comunes, como el cine, la música o la comida… Ahora las dos estaban en apuro, Emma por lo que tendría que decir y ella por lo que tendría que escuchar…
Entendió, por primera vez, que hurgando en lo ajeno no siempre encontraría cosas encantadoras e interesantes ¿Qué pasaba si lo que escuchaba no le gustaba ni un poco? Sólo rogó… porque no la idolatrase, porque aquella mujer con la cual había tenido su primera experiencia sexual no existiera aún en su piel, porque no estuviera remanente en sus pensamientos marcando sus pasos, porque su fantasma no fuera mejor de quien ahora ocupaba su lugar en la almohada… había quedado acorralada entre lo que le sucedía con Emma y su egolatría… ¿Qué sería de los planetas sin el sol?
La miró a los ojos pero la mirada de Emma estaba en otro lugar… trató de tranquilizarse, pensar en tanta tragedia le partiría la cabeza, miró la mano de Emma que reposaba en su cadera, era real… como real es caminar sobre una cornisa y caer al vacío… por más que se repitiese que no había razón para tanta inseguridad algo encendía todas sus alarmas y no dudó en preparar su mejor sonrisa para cuando Emma volviera de sus recuerdos…
- Pues… normal… común, supongo… – Emma rascó su cabeza en el claro signo de no saber bien por donde encarar el tema y a Jenny parecía volverle el alma al cuerpo al no oír nada acerca de una diosa sexual – torpe… yo que sé! – sacudió su cabeza y se quedó con la boca abierta por un instante – quieres que te cuente el acto en sí?
- Nop… gracias por la oferta – declinó con un sonrisa de desagrado – pero ya me hago una idea al respecto. Podrías contarme con quién fue…
- Ah… Eh… bueno una…una… pro-fesora de composición musical…
- Vaya!!! Y tan mosquita muerta que pareces!!! – Exclamó alucinada
- Cómo??? – la ofensa no era tan importante como aquella concepción que Jenny tenía de ella. Le dio algunos toques en el vientre, que más que dolor le provocaban la risa
- Lo siento… – Sujetó las manos de Emma sino terminaría en carcajadas – Se me ha escapado…
- Piensas que soy una mosquita muerta??? – la indignación la obligó a forcejear
- Sí… – terminó por subirse encima de ella nuevamente y besarla apasionadamente, mordiendo sus labios y llevándose con la lengua la resistencia que Emma oponía. De a poco sentía como se entregaba al beso y aflojaba la fuerza en sus brazos, pensó que era hora de volver a la carga – cuéntame más sobre aquella profesora pervertida – susurró pegada a sus labios
- Necesitaras más que un beso para hacerme perder la cabeza – adoptó una posición que no duraría más que un suspiro
- Por favor… – suplicó con un ronroneo sensual que acarreó una oleada de calor que le sacudió todo su cuerpo. Maldijo al histrionismo y al profesionalismo con el cual Jenny lo manejaba, era débil ante la piel y los caprichos de la boca de miel, debía intentar no desbaratarse en frente de los artilugios de mujer que poseía
- No era pervertida, era esposa de alguien… – aquella información realmente no era necesaria pero intuía que Jennifer sólo quería comprarse con los rivales, un freno a la vanidad no vendría mal como escarmiento – …Y hermosa… – sintió su aliento y la sonrisa en el pecho y como por cada palabra le devolvía un beso de fuego
- Pues, ya me dirás como se llama lo que hacía con su alumna en la cama – subió por el cuello retando al silencio y a la osadía del hablaba, a más de uno le había hecho confesarse en la cúspide de la excitación. Un juego vicioso que nos revelaba la carne y la verdad… Una gota de amargo no era nada en comparación a todas las dulces expectativas que generaba el placer…
- Sexo y del bueno… – Emma soltó un suspiro de satisfacción que tenía como fin engañar a los ojos azules que la miraban con algo de disgusto y mordió su labio inferior lastimando el orgullo de su compañera. Esperaba un: ¿mejor qué el sexo conmigo? por su parte
- Al menos tuviste una buena experiencia… – susurró en su oído y mordisqueó el lóbulo de su oreja. Emma sonrió escondida porque el deje de alegría en la frase era una falsedad – No todo el mundo tuvo la misma suerte que la tuya…
Pensó un momento en qué decir… No sería buena idea seguir molestándola, con lo impulsiva que era, podía irse desnuda a su casa en un arranque de locura, lo mejor era no forzar las cosas y ceder… un poco de verdad no mataría a ninguna de las dos…
- No me siento afortunada… – El juego evaporó y tan sólo le quedó en frente unos ojos que la miraban asombrados – hubiera dado cualquier cosa por sentir… – Emma rozó los labios de Jenny con su pulgar en una señal inequívoca del atractivo de su boca, un acto inconsciente que marcaba la gran diferencia entre el pasado y el presente, el cual Jenny sólo lo interpretó como un embelesamiento…
- No te atraía?
- Claro que sí me atraía! Es sólo que… – Jenny se recostó en su pecho intentando turbarla lo menos posible – me hubiera gustado estar con alguien… con alguien que pudiera hacerme sentir… ya sabes, algo más que deseo sexual…
- Así que no estabas enamorada de ella? – Se concentró en el suave latido de su corazón, estaba tranquila y lo mejor de todo era que estaba compartiendo la serenidad con ella, aflojó el cuerpo a medida que las manos de Emma subían por su espalda
- No… – Pensó en que nunca había estado enamorada de nadie y si lo había estado, simplemente, no lo notó. Sonrió, no reconocería al amor por más que llevase el nombre escrito en la frente
- Bueno… al menos no te rompió en pedazos el corazón – Su primer amor había dejado huellas que fueron muy difíciles de borrar, costó años entender que él no valía la pena, que la vida no empieza ni termina con nadie y que el amor es algo más que “dos palabras” y un puñado de sonrisas elegantes… Con él no había ni afecto y sin embargo, alguna vez, pensó que sin él… moriría, tuvo que madurar para entender que no se pueden hacer olas en un vaso de agua ni tampoco diluvios de una gota de rocío y de pronto ya no era tan perfecto como ella creía…
- Es cierto… pero me dejó sin defensas y con el corazón a estrenar…
- Entonces… cuéntame de la segunda mujer – Emma sonrió porque siempre terminaba por picar el anzuelo, era imposible que fuera tan curiosa y tan ansiosa ¿Qué haría con ella?
- Mejor lo dejamos para otro día…– dejó un beso en su coronilla y arrastró las sábanas para abrigarse – No quiero que te aburras de mi tan rápido…
- Buena evasiva… – cerró los ojos y se acomodó mejor sobre su cuerpo para dormir
- Gracias…
- Buenos días Lara – bordeó la mesada de trabajo, dejó el portafolios en su escritorio y llevó la mano a su nuca que dolía por la mala posición al dormir, una laterización de la cabeza y una pequeña sacudida y ya estaba lista para el día de trabajo
- Buenas Jefa – estaba apuntando algunas cosas en la pizarra y lo dejó en el preciso instante que la vio pasar – ¿Una noche difícil, no? – preguntó con su característico humor
- Lo dices por mi cara de dormida o por mi hematoma del labio? – se fregó los ojos y notó la hinchazón en sus párpados, se palpó la boca y también notó la hinchazón – Los ojos se me cierran solos y la boca es una fastidio aparte – Se agarró el entrecejo y no dijo nada sobre la molestia que dentro de poco tiempo sería un gran dolor de cabeza
- Ja, la cara de dormida es lo de menos… te digo más, el morado del labio no es nada en comparación con el pedazo de chupón que tienes en el cuello – se lo señalaba mientras aguantaba la risa
- Mierda! – terminó por revolear su cartera en la taquilla y meter el teléfono móvil, sin mirar, al bolsillo de su bata
- Jajaja – se agarraba el vientre del dolor que le provocaba la risa
- Basta Lara! No tiene nada de gracioso!!! Mierda!!! Hoy es la presentación – Ya podía imaginar las caras de sus colegas apenas se parara en frente de ellos, sería la vergüenza y centro de todos los chismes para aquellos viejos que no tenían nada mejor que hacer después de la jornada laboral.
- Eso deberías haberlo recortado ayer, justo cuando tenías la boca de tu chico en el cuello – Levantó el dedo – ¿O a caso dirás que te lo hizo el violín? Mira que desde aquí, a varios metros de distancia, puedo ver los dientes marcados Jajaja – y se echaba a reír como una descocida de nuevo
- Mierda!!! – Odió en silencio a la profesora Hartmann y a esa manía que tenía de morder. No marcas en los lugares visibles sería la próxima condición que le impondría, no podía asistir a su trabajo en aquellas condiciones pensarían que era un adolescente en celo. No importaba cuanto se frotase el cuello la marca estaría allí durante días y se maldecía por lo estúpida que había sido al salir corriendo de casa sin mirarse en el espejo
- Ven… – alargó su mano para que se acercase a ella – en mi bolso tengo la solución para esto – se apiadó de la cara de angustia y desesperación que iba mostrando Emma – Siéntate en el taburete – pidió mientras buscaba el maquillaje
- Gracias… – se desplomó en el asiento, totalmente entregada a las ocurrencias de una adolescente un tanto desequilibrada
- A ver… – giró su cabeza hacía el costado – Uy!… ahora que lo veo de cerca…
- Qué pasa? No se cubrirá? Lara, dime algo!!! – zarandeó un poco su pierna, ya que fue la primera parte de su cuerpo que encontró al alcance
- Jajaja! Nada jefa! Este es de los poderosos, uno que está hecho con mucha pasión – se tomó el atrevimiento de guiñarle un ojo – pero nada que Lara no pueda cubrir a la perfección.
- Gracias a dios… – dijo cuando el alma le volvía al cuerpo – Te debo una…
- Sipi! – estaba concentrada en su tarea – ya te contaré como me lo pagas… Emma! – de pronto su tono había cambiado a la preocupación
- Qué?
- ¿No habrás practicado esas sesiones de sadomasoquismo, no? – dejó caer con mucho cuidado y respeto la pregunta, al fin y al cabo era su jefa
- Pero que estás diciendo Lara? – saltó del taburete escandalizada – Cómo puedes pensar eso de mi?
- Pero que quieres que piense? – se defendió y comenzó a enumerar con sus dedos – llegas media hora tarde, toda magullada y mira como reaccionas cuándo te lo pregunto – se encogió de hombro – Qué hay con qué te guste el sado? A muchas personas les gusta – y terminó por pegarse una nalgada sonora ella misma
- Ah??? Pero??? Pero??? – Emma estaba con la boca abierta de par en par, lo último que esperaba era que Lara imaginara aquello. Se preguntaba cómo demonios hacía esta chica para imaginar semejantes cosas. El teléfono del lugar sonó y fue a atenderlo sin quitar la mirada de encima de Lara, que seguía riendo sin parar – Müller… Ahora mismo estoy allí – colgó y se paró en frente de ella con su postura más rígida – Basta de bromas y trabajar – aquella niña no le prestaría ni un poco de atención si no veía la seriedad. Siempre había sido así y siempre así sería, agradeció de que ya sabía cómo manejarla
- Sí! Jefa! – respondió como un soldado y se puso manos a la obra en frente del ordenador
- Lara! – la llamó
- Es todo tuyo – deslizó el maquillaje por la mesada y siguió tecleando
- Tu turno termina a las dos – Dijo sosteniendo la puerta – Si te veo aquí a las dos y un minuto… estás despedida – Dejó la puerta cerrase y a Lara sonriendo ante el regaño más justo que jamás había recibido en su vida.
Caminaba por los pasillos blancos y frígidos, lo inerte del lugar siempre le hechizaba, era igual a tener un pentagrama vacío. En cualquiera de las dos situaciones, cualquier porquería que creara sería mejor que los desiertos de cal y de papel… Pensó en la vida y en la mujer que había dejado durmiendo en su cama, nada más lleno de colores y de matices. Sonrió, y a pesar que jamás le sonreía a la insensibilidad, los recuerdos traían la misma sensación de enredar las manos en sus dedos y la confabulación de la mente la llevaban a preguntarse por lo que estaría haciendo en estos momentos, quizás la estaba extrañando.
Sacudió la cabeza apenas divisó la puerta, “basta de volar” se dijo en silencio…Dio los tres golpes de rigor y después de escuchar el “adelante” pasó para encontrarse con un desayuno para dos personas sobre escritorio y a su ex novio con una sonrisa estúpida en la cara. A pesar de lo ridícula que era la situación, aquel sobre blanco que sobresalía de una dulcera había disparado su alarma de alerta y las obligaciones, una a una, volvían a ocupar el lugar que les correspondían…
- Pasa, pasa – Le indicó con sus manos – No te quedes ahí en el medio de la puerta – Siéntate, que esto merece que lo festejemos
- Dennis tengo trabajo que hacer – respondió cansada y sin tiempo para sociabilizar. Con otra persona hubiera aceptado gustosa ese café pero a él le conocía de pies a cabeza y sabía que él triunfo no tenía nada que ver con ella si no con él y su desempeño en la empresa.
- Emma… Es una orden – usó un tono suave y una sonrisa invitadora. Con ella no eran necesarios los gritos para impartir temor y obediencia. Acataría sin dudarlo, su respeto por las jerarquías era ciego y sabía que ella sólo le veía como su jefe – No te obligaré a hacer algo que no quieres – Se llevó su tasa humeante a la boca
- Aunque quisieras no podrías – Se sentó en el sillón y cruzó sus piernas – Ya te he visto desnudo – Sonrió con alguna dificultad
- Es cierto… – sonrió todo lo que ella no podía – Qué te ha pasado en la boca?
- Me caí… – Estaba demasiado cansada como para buscar una mentira convincente y a él no le debía nada, ni siquiera la mentira
- Has ido al médico?
- Sí…
- Has ido a lo de tu hermano?
- Sí… Esto está dirigido a mi? – se hizo del sobre para cerciorarse de que no se equivocaba
- Sí… No lo abres? – Ya podía figurarse la cara de Emma al leerlo
- Sí, en casa – y lo metió dentro del bolsillo al igual que las expectativas de Dennis
- Es la aprobación del presupuesto que solicitaste – Dijo con sequedad y casi enojado por el empujón que Emma le daba para mantenerlo lo más alejado posible de su vida personal – No pareces contenta… – Tenía los ojos clavados en su regazo, definitivamente aquel sobre llegaba en el momento menos esperado, lo que sea que la había motivado a pedirlo, hace cuatro meses atrás, hoy no existía o simplemente había sido reemplazado por otra cosa…
- Bueno… me has ahorrado lo tedioso de leerlo – lo dejó en el mismo lugar del cual lo había sacado y cambio agarró dos galletas, una se la llevó a la boca y la otra al bolsillo – Mmm…Están buenísimas!!! ¿Dónde las compraste? – No caería en su trampa, sólo estaba intentando desviar la conversación
- Te conozco Emma… – aseguró totalmente convencido… ella podría negarle todo, hasta el saludo, pero jamás podría borrar ni de su cabeza ni de su corazón cada momento que había compartido a su lado. Podía apagar el sol o esconderlo y sin embargo él conservaría cada amanecer en la memoria. Quizás ella le detestase pero él era lo más parecido que había tenido en su vida a una pareja – Ese sobre estará sin abrir entre tus cosas durante meses y no me puedo permitir que eso pase… Dentro de dos semanas se dará una fiesta en tu honor – Puso cara de pena, Emma odiaba este tipo de fiestas
- Por qué? – Preguntó tragando lentamente aquel pedazo de galleta
- Ya sabes por qué… te harán una mención a la dedicatoria y al compromiso de tu trabajo con la empresa
- Totalmente innecesario! – Negó con la cabeza y las manos – hago mi trabajo al igual que todos en este lugar… Deberían darnos una mención a todos – se agarró de la lógica firmemente – Lara trabaja y estudia al mismo tiempo… todo un ejemplo para los adolescentes actuales… ella es más merecedora que yo…
- Emma tus compañeros son 30 años mayores que tú – Se sacó las gafas y masajeó sus sienes, discutir con ella le agotaba, más bien, le agotaba no poder ganar ni una sola vez…
- Quieres que me suba a un estrado a alardear sobre mi juventud? – preguntó irónica asegurando que aquello era una falta de respeto a sus compañeros de trabajo
- Quiero que te subas al estrado y te muestres agradecida por el reconocimiento – levantó un poco su voz.
- Eso no será verdad… No me interesa ni mentir ni el reconocimiento de nadie, me alcanza con el mío – aquello había terminado con un grito, quizás así entendiera que a ella no le importaban las misma cosas que a él…
- Emma llevo meses postergando esto – dejó el café de lado y la miró a los ojos intentando que por una vez en su vida comprendiera su posición – He matado a la mitad de tu familia para excusarte del evento…
- Mata a más personas – Una solución rápida para un problema simple
- No! – dictó conciso – Asistes y punto – clavó el dedo sobre la madera para recalcar
- De acuerdo – se levantó del sillón dado a que ya no había nada más para hacer, tendría que asistir a esa pomposa fiesta de gente rica que piensa que hace caridad entregando migajas a personas como ella. – Voy a seguir con mi trabajo…
- Tomate la mañana libre – dijo sin mirarla
- Por qué? – aquello le había caído como una patada en el culo, no bastaba con lo de la dichosa fiesta y ahora le apartaba de sus obligaciones. – Tengo un proyecto que presentar por si no lo recuerdas
- No estas condiciones… – señaló su labio antes de sorber nuevamente de su café – Hay mucho dinero en juego… no quiero que nada lo estropee – y miró su ordenador ignorando que Emma estaba a punto de explotar de tanto descaro…
- Y quién demonios ocupará mi lugar? – preguntó caminando por el filo de su paciencia
- Yo me encargó… sé cómo manejarlos… Los haré comer de la palma de mi mano – dijo con suficiencia y mirando la pantalla de su ordenador
- Lo hará Lara – No podía insultarle pero si podía pegarle bajo y dejarle en claro la ineptitud que poseía – Es mi última palabra…
- Quieres dejar tu proyecto en mano de una niña? – preguntó anonadado y pensando que Emma había perdido el último tornillo que le quedaba en la cabeza
- Voy a dejar mi proyecto en manos de la persona que consideró más capacitada para hacer el trabajo – la voz no tembló ni por un momento – Y si ti no te gusta… tienes mi renuncia sobre la mesa… Empresas hay miles y mucho mejores que ésta…
- Ok – La sublevación le había dejado sin palabras…. Esta no era la Emma que él conocía pero celebró al ver que por sus venas corría sangre en vez de hielo – Cómo tú quieras… Prepara a Lara y vete a casa…
Asintió con la cabeza y comenzó a caminar a la salida – Imbécil – dijo una vez que ya tenía la puerta cerrada en la espalda.
Llegar a la cocina fue un sueño hecho realidad, la mesa dispuesta para el desayuno como siempre y todo el ambiente cargado de olor a café… sólo faltaba una cosa para la perfección: Emma pero se conformaba con el enorme televisor que había aparecido en la sala como por arte de magia… Dios! terminaría por amar con locura a esta mujer que sacaba televisores de debajo de su manga…
Lo encendió de inmediato, informarse sobre el mundo exterior no le vendría mal mientras calentaba su café. Se extrañó al no encontrar su tasa sucia en el fregadero, no había tomado su café… el periódico estaba sin abrir sobre la mesa al lado de unas facturas de servicios, había salido corriendo de la casa sin tiempo para desayunar pero con tiempo para colocar la tv satelital paga… Todo un encanto la niña…
Estaba pasando un momento agradable, el sol que se colaba por las ventanas traía una calidez que hacía tiempo no sentía, no a acostumbraba a levantarse temprano, trasnochaba la mayorías de los días de la semana y casi se había olvidado el sabor del café de la mañana y el olor de un amante ausente… Qué bonito sería tenerla acurrucada entre los brazos…
- Mañana es sábado así que no tendrás escapatoria… – amenazó al aire circundante que era lo más cercano que tenía a ella mientras pensaba en lo que le apetecía hacer con ella, cuando de pronto un ruido de llaves en la puerta reventó su burbuja… Saltó de la silla y ató rápida su bata pensando que podía ser cualquier persona… Los padres, alguno de sus hermanos y hasta Bodo estaba incluido en las opciones ¿Qué demonios diría si eran sus padres?
Dios!!! Corrigió desesperada a la habitación cuando escucho los pasos atropellados avanzar por la casa, estaba al lado de la cama y dios sabía que tenía bien pensando esconderse debajo de ella…
- Hey!!! – Vibró entera del susto al saberse descubierta y se giró de golpe para dar la cara…
- Demonios Emma!!! – gritó apenas le vio parada en el umbral, llevó la mano a su pecho, el corazón estaba a punto de salirse por la boca – ¿Qué demonios te ha ocurrido? – Preguntó al darse cuenta de que su abrigo estaba todo manchado de sangre
- Necesito que me llaves al veterinario… – le dijo rápido mientras le alcanzaba la ropa
- ¿Qué? – Gritó más desconcertada aún
- Vístete… Es importante… Trae toallas… – y desapareció de su campo de visión

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- Ya pasará, ya pasará… sólo resiste un poco más amigo – ¿Pero qué mierda era lo que estaba ocurriendo? El ruego lloroso de Emma la conducía, a toda prisa y con la ropa a medio colocar, hasta el living… Inevitablemente con miedo y con una angustia en el pecho que nacía de la incertidumbre. Los últimos pasos parecían nunca concretarse y siempre dejaban tiempo para imaginar alguna dramática situación. Cada vez que amanecía en su cama tenía la leve sensación que el día no sería un día cualquiera pero semejante montaña rusa le llevaría a sufrir un ataque al corazón…


Se quedó de piedra ante la imagen… Esperaba de todo menos aquello… Parecía mentira que minutos atrás fuera ella quien desayunaba tan tranquilamente, a quien la abrigaba un sol que ahora no era más que un dibujo en un papel, comprendió que un parpadeo es tiempo suficiente para agitar la calma que supuestamente era constante. Abrió la boca intentando pronunciar palabra pero estaba demasiado ocupada investigando si a Emma le había ocurrido algo, parecía estar entera pero la expresión de desesperación que tenía su rostro no le dejaba soltar aquel suspiro de alivio


La puerta estaba abierta de par en par y las gotas de sangre sobre el piso y sobre el sillón eran una profanación a lo impoluto y pulcro del lugar, algo que a Emma definitivamente no le importaba porque sostenía en su regazo a ese cachorro medio muerto como si tuviese al mayor de los tesoros entre sus brazos – Pero?... Pero?... Qué?... – Quería preguntar de todo pero cuando Emma se percató de su presencia le exigió una reacción inmediata
- Las toallas… Jennifer! – Era un regaño más que una petición y totalmente comprensible, mirando con la boca abierta y en plena parálisis no era de mucha ayuda. Se mantuvo en silencio mientras Emma envolvía el perro que aullaba de dolor cada vez que se le cambiaba de posición. Notó que las manos le temblaban y que hacía un gigantesco esfuerzo por controlarlas, era obvio que no quería provocarle un sufrimiento innecesario al animal.
–Enciende el coche por favor – Pidió amablemente mientras se incorporaba cargando al herido en sus brazos
- Sí…
Los eternos 15 minutos en el coche habían sido de un silencio sepulcral y de su atención robada por la caricia en el espeso pelaje del cuello. No se animó ni a respirar por miedo de corromper algún futuro duelo ¿Decir palabras de aliento? sabía que el peligro que corría la vida del animal era producto de la gran idiotez humana y por más que Emma jamás se lo confirmara, era fácil adivinar que estaba odiando a su especie en silencio. Después de abrirle la puerta del coche fue detrás de ella como mera espectadora…
Había empujado la puerta de entrada con la espalda y se abría paso rápidamente entre los curiosos que estaban en el lugar… el cuchicheó piadoso de poco valía si se quedaban estáticos entorpeciendo su tarea. – Disculpe, permiso… – le pidió a un Sr. que era el último obstáculo antes de llegar al veterinario – Por favor… – le suplicó al veterinario mientras levantaba sus brazos para mostrarle lo que albergaba en ellos.
- Por aquí! – Unos cuantos pasos más y ya estaban en una sala sin gente y con una mesa de exploración, Emma depositó el perro cuidadosamente en ella – qué ha pasado? – preguntó mientras comenzaba a hacer su trabajo
- Lo encontré en la calle – trató de serenar su habla para darse a entender bien – de seguro un coche le ha arrollado o algo… tiene… tiene una fractura expuesta en la pata izquierda, sangrado por el hocico y boca y dolor en las costillas izquierdas, también – pensó un segundo por si algo se le olvidaba
- De acuerdo – el veterinario le entregó una sonrisa amable como retribución a su preocupación y cuidado con el can – hace cuanto tiempo lo encontraste?
- 25 minutos aproximadamente – dijo después de consultar su reloj pulsera
- A ti también te arrolló el coche? – preguntó preocupado al ver el aspecto sanguinolento de Emma. Jenny que lo veía todo desde la distancia sonrió, Emma tenía magnetismo hasta en sus peores condiciones, ella en el lugar de aquel hombre hubiera preguntado lo mismo y hasta le hubiera dicho que aceptaba cuidarla si lo necesitaba y si lo deseaba…
- No, no, no! – negó con la cabeza rotundamente – sólo al perro, él necesita asistencia – la morena volvió a sonreír eran evidentes las dificultades para aceptar ayuda, tanto que no lograba distinguirla de la palabrería absurda, en caso de hacerlo hubiera incluido un
“gracias por preguntar” en su respuesta típicamente cordial.
- De acuerdo… Espere aquí y enseguida le daré noticias
- Sí…
Se quedó anclada al piso mirando como el perro era llevado a otra sala, metió las manos en sus bolsillos entrando en consciencia que ya no tenía nada más por hacer que esperar. Sintió la caricia en su hombro y cerró los ojos al recordar quien estaba a su lado… al recordar que antes de encontrarse con el perro sólo pensaba en llegar a casa y en dormir pegada a su cuerpo desnudo, eran unos planes que contenían más vida de la que había vivido en sus 27 años, planes postergados y olvidados… y que quizás jamás volviera a desear.
- Nos sentamos… – Señaló con su cabeza unos asientos que estaban pegados contra la pared
- Claro…
Se preguntó en qué demonios estaba pensando y por qué demonios no actuaba como una persona común… ¿Le gustaban los perros? ¿Le dolía lo que había ocurrido? ¿Por qué no reaccionaba entonces? ¿Por qué no caminaba histérica de un lado para otro? ¿Por qué no maldecía a todo el mundo? ¿Estaba acostumbrada a guardarse todo? ¿Tanto la felicidad como el dolor? Apretó la mano que estaba sobre su regazo, helada y vacía, llena de sombras, demasiado inhumana y esta vez no había parpadeos para su caricia…
Sonrió ni feliz ni triste si no irónica, esto no era egocentrismo, dios sabía que estaba pensando en Emma y no en ella… Había querido toda su vida a alguien que le dejara bailar y sonreír sin perturbarle pero Emma era el extremo de aquella libertad… ¿Qué diferencia había entre la habitación en la cual se mataban y esta? ¿El sol no las alumbraba por igual?
Optó por una madurez que no era propia de ella y por un entendimiento que no era más que correspondencia a lo que Emma le hacía sentir, en la cama y en esa sala de espera…
Estaba convencida de que había de todos tipos de amores, hasta amores que molestaban de tanta virtud y modestia… necesitaba crecer para reflejarlo con toda su adversidad y rebelión, para no comerciarlo ni negarlo… para poder gritarlo y para poder amarlo…
Callarse y soportar no lo haría y simplemente no lo haría porque no sabía hacerlo, al igual que Emma no sabía compartir… Un último apretón a la mano que la noche anterior le había desnudado y el salto a la realidad…
- Voy a dejarte sola… – dijo sin una gota reproche ni disgusto mientras se colocaba de cuchillas en frente de ella para poder mirarla al rostro
- ¿Cómo? – Preguntó perdida e intentando leer en sus ojos lo que pasaba por su cabeza
–No es necesario que te vayas… – tragó saliva y la tristeza que no mostraría jamás a nadie, en casa y en soledad hubiera llorado como un niño desamparado, hubiera gritado hasta quedarse sin aire y hubiera tocado tan fuerte su violín hasta cortar la cuerda, aquella que siempre flagelaba el mismo lugar… pero no estaba sola… Entendía lo que había ocurrido, tarde pero lo entendió, había apartado a Jennifer de su lado con una espera de una hora viciada de silencio e indiferencia… daba nauseas la cobardía que le hacía huir siempre de las miradas de otros.
- Sí lo es… – Y esos ojos azules se mostraron más compresivos y amigos que nunca, Emma sintió la puntada en el pecho por la pobreza y esclavitud de unas costumbres arcaicas e inútiles que no le permitían ni tomar ni entregar… que enseñaban de conducta no de existir… estaría mejor sola – Aparte tengo que ir a la academia…
- Lo siento… – se disculpó después de que recibió aquel beso en el dorso de su mano como perseverancia a todos los estorbos que se interponían entre las dos – Siento no ser buena compañía – Admitió plenamente que la falla era suya
- Siento lo mismo – Jenny admitió la impotencia
Estaba a punto de incorporase cuando la mano de Emma la arrastraba a un beso en la boca… celebró la sorpresa, la efusividad y lo sobreentendido de aquellas manos que acariciaban su cuello… En la tibieza de sus labios, convergía toda la argumentación de la contradicción entre las palabras y los hechos y el poder para hacerle recordar aquello que la hacía igual y diferente de todas las personas que había besado… un refugio para el más oscuro de los deseos, un lugar que terminaría por ser su templo y Emma su dios…
- Nos vemos… – Costó pero logró arrancarse de ella… No forzaría nada, no iba sobre vencer si no sobre proteger, protegerse a las dos de lo que cada una de ellas era. La belleza siempre estaba antes que lo monstruoso…lo mejor era retirarse honradamente…
Emma se quedó con su sabor en la lengua y con la pregunta de cuándo se volverían a ver atrapada en los labios… miró su espalda y como las posibilidades se alejaban, parpadeó y la perdió de vista… la necesitad de alcanzarla la puso de pie y la contrariedad de no saber qué decir la dejaba plantada al piso… Seguir los instintos ¿Qué demonios era? ¿Pensar menos, sentir más? ¿Abrir alas para volar o para cobijar?
- Srta.? Srta.?
- Eh…Sí – le prestó toda su atención
- Tengo buenas noticias para Ud. – Al menos el perro estaba bien…
- Jamás volviste… así que supongo que habrás tenido una tarde-noche de lo más sensual jugando a ser enfermera – le guiñó el ojo con complicidad y volvió a los papeles que estaba leyendo
- A decir la verdad… no estuvo nada mal – Sonrió pícara y sugestiva, apoyó su café y su revista de moda sobre la mesa y tomó asiento – Nada mal… – reafirmó sólo para llamar la curiosidad y envidia de su amigo
- Cuéntame! – suplicó con una sonrisa bailando en su cara
- Ni lo sueñes… Es privado… – Esquivó su petición abriendo la revista – y demasiado excitante como para hablarlo en una cafetería… – El susurro acompañando el levantamiento de ceja hacía volar la imaginación de Ben
- ¿Quieres que lo hablemos mientras vemos una película pornográfica? – otra de sus propuestas machistas que a Jenny le marcaban la diferencia entre hombres y mujeres. ¿Porqué no tenía amigas mujeres? Simple, siempre fueron competencia en la conquista por los hombres… era irónico, justo ahora no le vendría nada mal una de esas charlas con exceso de ñoñería tan típicas de las mujeres
- La palabra “excitante” no siempre hace referencia al sexo, sabes? – aquello era una burla a la estrechez mental en la que Ben solía entrar por culpa de sus hormonas – Deberías…
- Jennifer… – el característico tono pseudo-profesional de Bodo interrumpía su charla del tipo educativa. Esto era la bienvenida al mundo real, problemas y más problemas
- Sí? – aquellas gafas enormes cubrían todas las huellas que había dejado su hazaña de la tarde anterior. No le veía la parte superior de su nariz ni sus ojos pero de seguro estaba mucho más herido y amoratado que el labio de Emma.
- No has vuelto a tu puesto de trabajo ayer – le comunicó tranquilo
- Estás en lo cierto – no tenía ni forma ni ganas de desmentir nada, era mejor que Bodo supiera y se fuera haciendo una idea de con quien pretendía pasar sus noches
- Se te descontará el día…
- De acuerdo – Aquella respuesta llamó la atención de Bodo. Sabía que el dinero no era problema para ella pero si lo era la “mano dura”, a las sanciones solía evadirlas con rebeldías, caprichos y más liberalismo… y algún que otro favor de la gente de “arriba”
- Y con respecto a la profesora suplente que solicitaste…
- No me digas nada – se adelantó a los acontecimientos – No es posible – le sonrió, se encogió de hombros y abrió nuevamente su revista dispuesta a comenzar a leer. Nada de loque escuchara parecía poder quitarle ese optimismo con el cual había despertado esta mañana
- La tienes… – escupió entre dientes la información, si fuera por él le haría trabajar noche y día – Cortesía del Sr Bergmann, no mía… Reunión de profesores al final del día – dicho esto, se dio la madia vuelta y se fue por donde había venido
- No puedes quejarte… Te ha tratado bien – le comunicó mientras traía a la memoria su última charla con Bodo – Creo que los golpes le han hecho ver el mundo de otra manera…
– se acercó a ella para llamar su atención dado a que tenía los ojos puesto en la espalda de Bodo – No lo crees así?
- No! – clavó la mirada en los ojos negros de su amigo – creo que está esperando que dé un paso en falso
- Para qué? – preguntó extrañado
- No lo sé… – Intuía que su disyuntiva con Bodo con respecto a lo laboral estaba en pleno terreno personal y no podía ser de otra manera… Emma había cambiado todo de lugar…
- Quizás estás viendo fantasmas en donde no los hay – trató de despreocuparla con unasonrisa
- Quizás…
Por primera vez pensó en la “pendejada” que todos tenían encima y de cómo los silencios y los sonidos tergiversaban y explotaban hasta el más mínimo accionar. Todos eran leales y defendían a algo o a alguien pensando que era lo correcto, la moneda de cambio para las nuevas alianzas… la única que parecía no estar en el juego era Emma, la recién llegada, la persona que no tenía idea de cómo giraba este pequeño mundo de mentiras, chantajes y dinero…
¿Cuánto tiempo tendría antes de que Emma se enterara de la verdad? ¿Antes de qué alguien quisiese sacarla del medio? Lo único que traía un poco de calma era saber que Bodo era un fiel lacayo, lo había sido con la Srta. Vogel y, por su pelea de ayer, apostaba todo a que también lo sería con Emma… cayó en la cuenta también, de todas las similitudes que Emma tenía con Bea… Personas morales e inteligentes, de aquellas que eran imposibles de comprar y de manipular… ¿La diferencia? No era Ben quien estaba traspasando los bandos si no ella misma…
¿Qué pasaba si Emma había venido a terminar lo que Bea dejó inconcluso? Lo tenía todo, el dinero en una misteriosa cuenta, el renombre y la influencia en el mundo musical, el apoyo del director de la academia, el respeto de sus alumnos y hasta Sebastian, que jamás le agradeció la reparación del coche pero le había visto sonreír al escuchar el rugir del motor… si alguna vez había pensado que Emma había venido a destrozar su vida estaba equivocada…
- Jenny! Qué pasa??? – Ben se sorprendió con el cimbronazo de la mesa entera y el ruido de la silla contra el suelo – Jenny??? – la llamó por lo bajo, ya estaban todos los presentes mirando hacia él, pero Jenny no escuchaba y caminaba a paso rápido por la escalera…
Levantó la silla y sonrió como disculpándose por el disturbio – Qué locura que tiene por dios!!!
Estaba sacada, furiosa y lo peor de todo era: lo confundida que se sentía… Ciega había avanzado todo este tiempo, sola, directo a sus brazos y a la espera del milagro… Y ahora este rayo de luz lastimaba sus ojos ¿Cómo demonios eran las cosas? ¿Quién estaba conquistando a quien? ¿Y con qué propósito? ¿Cuánto de todo lo que sabía era verdadero?
¿Víctima o victimario? ¿Qué tan inocente y torpe era Emma?
- Maldito hijo de puta!!! – la bronca le sacudió entera, él lo sabía todo y estaba segura de que no iba a decirle nada… El muy imbécil le haría pagar con gotas de impotencia y desesperación la elección de su posición en la academia y su “amistad” con los enemigos.
Pum! El golpe en seco de la puerta le indicó de quien se trataba y por esa razón no se volteó ni a mirarla… Estaría histérica, apretando los puños y destilando cólera por los poros y aquello no era más de lo mismo de siempre, de esas formas peculiares que tenía para exigir y de hacerse valer… Sonrió porque jamás le había subestimado, él creía en el peligro de sus ojos azules de niña, en lo que no creía era en su decencia y en su humanidad, no compartía su causa y jamás lo haría… Aquello ya lo habían discutido ciento de veces…
- No tengo tiempo para berrinches Jenny… así que déjame solo, por favor – aflojó un poco su corbata y caminó despacio hasta su sillón con su carpeta en las manos
- Sólo quiero que me contestes una sola cosa… – no podía despegar los ojos de él – y después me iré para que puedas volver a contar el tiempo
- Qué? – Preguntó con una sonrisa burlona y dejó los papeles aún lado, solo para ver el brillo en la mirada. Lo que venía a decirle era importante, era la misma mirada que tenía el día que le encaró para hablar sobre la contratación de Emma – Estas drogada? – agarró nuevamente sus cosas no dispuesto a discutir a cerca de nada con ella.
- No te hagas el estúpido! – gritó a todo pulmón – Sé que cuentas los minutos que faltan para que llegue a la academia… Irás a esperarla a la entrada hoy, también? – preguntó satíricamente
- Quieres ir a recibirla tú en mi lugar? – entró en tensión y ya podía ver la gran amenaza en la cual se había convertido y no esperaba menos de alguien como ella. – No te fue suficiente la tarde y la noche a su lado? – No podía dejarle avanzar, Jenny no era idiota y su punto débil lo había dejado expuesto desde el primer momento que había posado los ojos en su amiga y allí atacaría y se escudaría, en su imperfecciones y que Emma le perdonase, pero esto era por el bien de todos… – ¿Es que nada te es suficiente? No haré preguntas acerca del muchacho con el que te besuqueabas – levantó el dedo y se lo llevó a la cien –¿Pero también fue ayer por la tarde, no? – un instante de silencio, Jenny estaba sin palabras
– Ten por seguro que yo no tengo tu respuesta – le regaló una pequeña sonrisa de tristeza y volvió a su tarea
- Eso no te incumbe! – soltó al tiempo, por más que todo fuera cierto este zopenco no tenía ningún derecho de opinar sobre su vida – Y no tienen nada que ver con lo que piensas hacer…
- No tiene nada que ver? – Asintió con la cabeza poniendo a prueba sus palabras – Entonces dime por qué estás aquí… Dime que tu pregunta no tiene nada que ver con Emma…
- Pues no… sólo me preguntaba qué tan imbécil eres para pensar que Bergmann no se dará cuenta de lo que planeas
- No me hables como si entendieras todo… – Negó con su cabeza lamentándose de su ignorancia – Porque no sabes nada… Porque nunca te interesó y tarde te vienes a interesar
– Se acercó lentamente para borrarle de la cara el descaro y el ímpetu que tenía – Corre con Bergmann y dile lo que planeo y que no se te olvide decirle que le estoy esperando… – iba levantando la voz paulatinamente – Hace dos años que le espero!!! Podrás imaginarte lo ansioso que estoy por atraparle – cuadró la mandíbula y volvió a su sillón. No había nada más para decir
- Esta no es su guerra… – Bodo la miró y sintió compasión por ella, parecía sincera, parecía tener el corazón entre las manos mientras pedía respaldo y ayuda, como siempre guardando todo lo que la mostraba débil… Todo el tiempo se había tratado de Emma… le hubiera gustado que su amiga estuviera aquí para escucharla y para ver lo claro de sus ojos y la contención contra los nervios… Ella apreciaría todo el despliegue mejor que él
- Ni tampoco la tuya… así que mantente aparte – Un último consejo
- Eres un imbécil con todas las letras – terminó por escupirle a la cara
- Ud. también futura directora – le hizo una reverencia como burla
- Veta a la mierda!!!
Algunos pasos, había dado, y frenó para golpear la pared con la mano abierta y apoyar la frente intentando sentir un poco de alivio, la cabeza estaba hirviendo. Todo lo que creía haber conseguido se desvanecía con la duda de cada secreto y clandestinidad, ahora sí que no tenía nada más que el miedo de lo que vendría, del rol que tomaría Emma y de qué lado quedarían cuando todo comenzase a suceder… ¿Cómo fue que no lo había notado antes? Se recargó sobre la pared y miró lo blanco del techo… Emma iba directo al impacto en busca de un sueño que no le pertenecía ¿Por qué? ¿Por quién?
- Se siente bien profesora Hartmann?
Eso había sonado condenadamente sexy, sabía que se encontraba a tres pasos guardando la distancia y enmascarando lo que tenían pero era suficiente para que lo demás dejase de importar. La miró fijamente y aquella leve sonrisa que pretendía ser coqueteo se perdía entre lo rígido de la postura, en la espalda recta y los brazos pendiendo a cada lado…
Emma era dos personas distintas, con dos trabajos, con dos personalidades y con dos vidas, se preguntó de cuál estaba enamorada y si lo que le mostraba a ella era lo verdadera…
- Profesora Hartmann? – Emma la exploró de pies a cabeza.
Jenny respondió con una leve mordida en su labio inferior y una leve sonrisa… la respuesta le llegó inmediata, Emma avanzó un paso con las mejillas encendidas y mirando hacía todos lados para cerciorarse de que el pasillo estaba vacío… no podía ser que todo estuviese calculado… las emociones no son geométricas ni los sentimientos matemáticos y podía ver esos labios rojos y el pequeño temblor que los entreabría
- ¿Cómo está el perro? – Era una locura cortar un momento tan apasionante, le era imposible negar lo que le provocaba la idea de romper todas las reglas, se le erizaba el bello de sólo pensarlo pero este no era el lugar ni el momento. Le había buscado tanto que le encantaba tenerla, así entregada y con toda la predisposición para dejar el mundo atrás…
- Eh… – Emma sacudió su cabeza para salir de letargo y terminó por sonreír algo avergonzada – Eh… Bien, bien – se sacó una pelusilla del abrigo intentando no parecer tan nerviosa, gesto que a Jenny le resultó demasiado tierno – Estará ingresado todo el fin de semana en observación y ya después puede irse a su casa…
- Conoces a los dueños?
- Eh… No, no los conozco – Emma se tomó un momento para pensar aquello. No dueños no casa ¿A dónde llevaría al perro? – Ahora que me lo dices… No sé qué haré con él…
- Comienza por nombrarle – sugirió sonriendo – Es lo que hace todo el mundo…
- Ya… pero si le nombro el perro técnicamente sería mío
- Quizás aquel cachorro quiera vivir en la casa de su salvadora – comentó sensualmente mientras jugaba con un botón de su abrigo
- La salvadora no tiene tiempo ni para cuidar un pez… – dijo siguiendo el movimiento de la mano de la morena
- Piénsalo un poco… – tocó su hombro y se acercó lentamente para dejar un beso en su mejilla. Emma había quedado congelada pero con una sonrisa – Nos vemos…
- Nos vemos…
Se quedó mirándola, por un momento, fascinada de su belleza y de lo que hacía nacer dentro de ella, se aceleraba cada vez que le veía y le costaba contenerse cada vez que pensaba que se movía y se vestía de aquella manera sólo para llamar su atención…
Comenzó a caminar flotando en su propia burbuja de recuerdos y lo que pasó en la veterinaria fue lo primero que se le pasó por la cabeza, debía enmantar su error, poner de su parte para que “esto” funcionase…
Se borró la sonrisa estúpida y entró al despacho de Bodo – Buenos días… – Tomó asiento y comenzó a sacar las todas las carpetas que te nía en su portafolios… El silencio llamó su atención y de inmediato miró a Bodo preguntando qué era lo que pasaba esta vez…
- Jenny… – Lo serio, escaso y rotundo, le cayó como un balde de agua helada,
acostumbrada a la palabra “problemas” no a su nombre
- Qué pasa con Jennifer? – preguntó con el ceño fruncido y algo fastidiada por lo paradójico de la vida, hacía minutos atrás había estado sonriendo con ella
- Sospecha… – le informó sin cambiar su postura
- Y? – se encogió de hombros – Eso estaba contemplado con las demás variantes…
- Sí… – lo que no estaba contemplado era el enamoramiento que Jenny tenía por su amiga, probablemente interfiriera por cuestiones personales y pasionales, pensó Bodo y eso sí era un problema – No me fio de ella…
- Eso no es nada nuevo – abrió sus carpetas dispuesta a aprovechar la hora que tenía, antes de que comience su clase, para revisar eso malditos contratos a fondo. Quizás sólo estaba cerrando los ojos para elegir
- Emma… – Bodo apretó su mano con la intención de que frenase… Su amiga seguía estando por encima de todas las cosas y no olvidaba que sin ella jamás lo conseguiría, le daría cualquier cosa a cambio – Dime algo… – Vio como algo se quebraba y se rompía en sus ojos marrones claro, bajó la mirada escondiendo lo sensible y lo muerto que pedía a gritos revivir…
- Parece… Parece verdad… verdad para mí – Bodo asintió con la cabeza y apretó más fuerte su mano, comprendía lo que quería decirle y se conmovió de lo existente que se mostraba y de aquella cara de terror que tenía…
- Me alegro… – terminó por sonreírle – Te lo mereces… – le aseguró sin poder contener esa pequeña lágrima…Tamaño de fuente
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Hacía varios minutos le miraba desde el marco de la puerta, tocaba realmente bien pero su música era tristeza y arrepentimiento, cada nota era cobarde y cada clave estaba muerta. Hacía meses que estaba así y recién hoy lo notaba, recién ahora había parado el mundo sólo para mirar lo pobre y desolada que estaba su alma… Se había acostado con él, había sentido el placer de la carne sin valor y de un corazón sin dios… Pero no había notado lo eclipsada que tenía el alma…
La música cesó pero él no abandona su postura si lloraba o se dolía de su vida no era problema de ella… Había llegado hasta aquí con sospechas y apretando los dientes… Y le torturaría con tal de obtener una verdad, estaba harta de no poder creer ni en su propia inocencia y de pensar que el pasado vendría a tomar revancha arrebatándole el futuro…
- Triste…
- ¿Cómo? – preguntó sin voltear
- Bella pero triste…
- Es una canción de amor… Bella pero triste – se encogió de hombros, sus composiciones eran el reflejo del infierno de amor que le quemaba en lo más profundo, una realidad que brotaba por sus ojos y que no podía detener
- Todavía le amas? – Preguntó por lo primero que no entendía, por el amor y su inmortalidad en el tiempo, el en dolor y hasta en el propio odio.
- Como a nada en el mundo – Sonrió entre lágrimas, la profesora Müller estaba envenenando de a poco, la idea del orgullo por rodar en una cama, con algunas cuestiones románticas
- Por qué no puedes estar con ella si tanto le amas? – preguntó por la crueldad del destino – Por qué no puedes redimirte? ¿Qué dejaste que le hicieran? – Preguntó con la mezcla perfecta de bronca y repudio. Por ser su amigo no dejaría de ser un cobarde y lo que más dolía era saber que Bea también le amaba en aquel momento – Deja de llorar y dime de una vez cómo fue que sacaron a la Srta. Vogel de aquí – Gritó por el miedo que casi no le dejaba respirar, por la anticipación de la soledad y por lo miserable del poder
- ¿A qué le temes Jenny? – Se levantó del banquillo como alma que lleva el diablo – ¿Tienes miedo de repetir la historia? – Se acercó a ella – ¿Te confundes a Emma con Bea?¿Tú también crees lo mismo que mi padre? – preguntó cínico y con manía
- ¿Qué demonios cree tu padre? – lo único que faltaba, Bergmann
- Que la llegada de Emma es intencional… Que Bodo no frenará hasta sacarle la academia de las manos…
- Que podría hacer una niña rubia y intelectual? – Estaba intentando de convencer a la persona equivocada. Ben no era un problema, el problema era Bergmann y su querida esposa
- Tú mejor que nadie sabes que son más peligrosas de lo que aparentan – Sonrió y volvió a su piano. Dejando a Jenny con la boca abierta y rogando por que todo fuera imaginaciones suyas… – No diré nada a nadie ni siquiera a mi padre – apoyó los dedos flacos sobre las teclas – Tienes mi palabra, ya sé que no es mucho, pero te la doy…
- Gracias…
Aquello era un suplicio, aquel cincuentón de barba no dejaba de hablar acerca de la estimulación emocional y cognitiva de los alumnos. La filosofía y la psicopedagogía eran ciencias poco rigurosas, atadas a la subjetividad y definitivamente aquello no era lo suyo… la cadencia pausada en el habla del expositor convertía su silla en una mecedora… Estaba con los ojos clavados en el piso escondiéndose de sus ojos que le habían buscado todo el tiempo desde que había entrado en la sala… era de mirarla, sonreírse y temblar y aquello no podía permitírselo, no en frente de todos los profesores de la academia, no en frente de los amigos y enemigos, no en frente de ella para certificarle que estaba despedazando sus esquemas…
Pensó y tembló… era hora de reconocer que estaba atrapada y atada a algo que no entendía pero que la llevaba hasta lo más profundo de sus aguas y hacia la locura de querer dormir en sus brazos. Se atrevió a mirarla y por suerte, esta vez, no estaba intimidando con su mirada constante, estaba hablando animadamente con un muchacho que nunca había visto antes. Sonreía de algo que él le decía al oído, él si podía susurrarle algún secreto, tenía el valor, el descaro y la inteligencia para divertirle… o al menos eso era lo que parecía… se preguntó si debía sentir celos…
Sonrió al preguntarse qué era lo que buscaba Jennifer cada vez que le besaba… qué busca alguien que tiene todo en alguien que no tiene nada, en alguien que colapsa cada vez que las cosas se mueven de lugar, en alguien que intenta la felicidad a prueba y error, en alguien que no deshoja margaritas si no partículas… Sonrió más aún y negó con su cabeza, con todas esas preguntas sólo estaba intentando convencerse de que no era la persona indicada para ella y que Jennifer no tenía las respuestas que buscaba, quizás así perdería la esperanza de tener una chance a su lado, no por esquivarle al dolor sino por esquivarle a la costumbre de una felicidad que no sabía cómo sujetar…
- Es que acaso este hombre no entiende que los alumnos se odian por odiarse nomás? – Susurró Bodo a su oído captando su atención – Odian a sus padres, a sus hermanos, a sus profesores, a sus pares y hasta su vida… Y pretende una “unificación de los alumnos”. Ja! Pobre iluso
- No crees que es mucho odio? – Preguntó asombrada del comentario tan trágico de su amigo – sólo son adolescentes – Ella misma veía a los adolescentes como demonios y ahora los estaba defendiendo, las vueltas que daba la vida no dejaban de sorprenderla
- Se odian unos a los otros – le afirmó – los de piano con los de violín, los de ballet con los de con los de ritmo tropicales, los de bajo con los guitarra… Y así podría seguir hasta el fin de los días
- Qué me dices de los profesores? – saltaba a la vista que los educadores estaban divididos en dos grandes grupos y tenían a dos grandes líderes: uno el Sr. Bergmann y el otro Bodo.
- Jajaja – rió porque el comentario era adecuado. Ellos, que supuestamente debían ser ejemplo para los alumnos, estaban diferenciados en ricos y pobres, malos y buenos, individualistas y populares – También nos odiamos y estamos en batalla constantemente por un cambio en la dirección de la institución, un cambio que sea beneficioso para todos no para unos cuantos – terminó con bronca su pequeña discurso político – Lamento que tu chica esté del otro lado… Jajaja – Rió la ironía y palmeó su hombro
- Del otro lado?… Eso no es tan malo… Siempre es bueno tener otra perspectiva – Emma pensó, que al menos desde aquí podía espiarle sin aturdirse con sus propios latidos, sin estar tan perturbada por su perfume y sin aquellos inoportunos cosquilleos en la panza.
Jenny era la piedra con la cual no debía tropezar pero sentir en la piel su manera de amar le daba un nuevo significado a la vida, traía una nueva música y el miedo de querer tocar su cuerpo hasta en canciones. El calor de las dos a la hora de la desnudez era una prueba de pasión, el hervor de la sangre por el olor de su aliento una prueba de delirio, la ceguera en la cual entraba al poseer su cuerpo una prueba de lujuria y el nerviosismo por una simple mirada una prueba de seducción… Le hacía sentir demasiado, hasta el punto de preguntarse quién había sido, quien era y quien sería, antes y después de ella.
Tenía la sensación de una enorme libertad que no hacía más que aprisionarse a los deseos de dependencia de su alma, sabía que no era una persona fuerte, que siempre había necesitado un incentivo para sostener el tipo y siempre lo había encontrado en alguna cosa. Personas? Ninguna demasiado importante como para querer el bien y la satisfacción, propia… Los consejos lloverían, todos en contra de ella y a favor de una imagen que no reflejaría nada más que su perfección, lo aburrido y doméstico… Debía mandar a la mierda el porvenir sabiendo que la imagen es lo único que importa o quizás esperar?… Esperar? Por algo que le despertase o por algo que le durmiera, de una vez por todas… Un gran golpe en la cabeza, un relámpago, una fisura, una explosión sideral o simplemente amor…
Reprimió la sonrisa y se mantuvo firme cuando la mirada azul le atrapó el pensamiento, aquella mano que se suponía que debía acomodar su cabello bajaba lentamente por su cuello, la ceja se levantaba preguntando si tenía ganas de volar directo al sol que más calienta y sus labios se movían y se humedecían dispuestos a llevarle de la mano a probar el fuego de su piel y el peligro de ser amante… Y a pesar de que algo, en su interior, le gritaba que podía herirle, decepcionarla y partirle el corazón seguía atrayéndola, por instinto y por sed, hacia sí.
- Cierra la boca que se te entrará una mosca – Estaba anonadado con la abducción en la cual entraba su amiga cada vez que le miraba – Intenta centrarte, por favor… Terminaran por echarnos de aquí
- Ah? – la voz sonó como eco en su cabeza pero no logró escuchar bien y seguía mirando a la morena.
Bodo terminó por sonreír, hablando de adolescentes, tenía una sentada a su lado… anhelando y adorando a alguien en silencio… Supuso que nadie se escapa del amor y Emma, que se mantenía invicta hasta el momento, había caído hechizada por el “objeto del deseo” de todo el sexo masculino de la academia… algunos podrían considerarle afortunada, otros la envidiarían y otros, como era su caso, pensarían que estaba muy fuera de su eje casi llegando a la locura. Sintió lástima por ella de seguro tendría una batucada sonando a toda potencia en la cabeza, Jenny era lo superficial y lo ostentoso, el juego y la trampa, el sexo y los excesos, la ida y la vuelta de los pretextos a la hora del amor y Emma, Emma era simplemente ella…
- Te gusta mucho, no? – Emma se giró para mirarle a la cara y le extrañó verle sonreírse, más aún sabiendo que estaba en desacuerdo con sus últimas elecciones sexuales y recordó que eran amigos y que Bodo no era ni la mitad de intransigente y necio de lo que aparentaba… cedería y las preguntas llegarían tarde o temprano y aquí estaba la primera.
- Me cae bien… – Intentó zafarse del interrogatorio mostrando la indiferencia que tenía para todas las cosas, si nada importa nada molesta
- Emmaaaa… – Bodo apuró con una mirada la verdad, con él no era necesario que se ocultase ni que mintiese
- Esta bien! – soltó un largo suspiro y secó el sudor de sus manos en su pantalón. Una pequeña prueba verbal no le vendría mal, expresarse no podía ser tan malo, ni el fin del mundo. No había secretos entre los dos y sus silencios no eran evasivas, eran respeto por la intimidad y por los valores… podía confiar en él – Me nubla tanto que no acierto ni a pensar con coherencia – hizo un movimiento de manos indicando que tendría que conformarse con eso por el momento
- Tampoco debías ser tan explícita… bastaba con un “sí” – Pensó en bromear un poco para descomprimir, estaba demasiado tensa y a la defensiva, la frase había salido con demasiado martirio a pesar del sentido promisorio que tenía
- Vete a la mierda – terminó por girarse, con la vista al frente, en su silla ofendida
- Jajaja, Hey! Sólo estaba bromeando – la rodeó con sus brazos y la apretó un poco – Estoy muy feliz de que te “nubles” – dejó un beso en su mejillas coloradas
- Bodo por favor… – la voz de Piet les devolvió a la realidad – deja la profesora Müller en paz… Emma palideció al pensar que todos los estarían mirando y sólo supo esconderse en la espalda ancha de Bodo
- Es que la profesora no se encuentra bien – Mintió mientras aguantaba la risa y las uñas de Emma clavarse en la carne. Les estaban regañando como si fueran estudiantes y no era para menos, estaban cuchicheando y riendo mientras se exponía un “tema importantísimo”. Se preguntó como hacía para contagiarle siempre, para traer la travesura que parecía olvidada e igual que en el pasado ella le usaba de escudo – y yo sólo le estaba preguntando cual era su aflicción
- A besos le preguntas? – Piet se cruzó de brazos en frente de ellos y Emma salió de su escondite para dar la cara, la vergüenza le obligaba a mirar el suelo y esconder la carcajada que estaba a punto de escaparse – Esas lentes te están atrofiando la cabeza… Seriedad, por favor – Dijo al ver que los dos estaban con la cabeza gacha
- Bastante infantil el director y su profesora – Le dijo al oído su acompañante.
- Sólo se están divirtiendo… Esta charla es una mierda – Jenny pensó que ese “infantil” estaba tan fuera de lugar, quizás Bolo lo fuera pero Emma no era para nada infantil… Le miró de soslayo, que podía saber este muchacho corpulento y vanidoso – Es lo mismo que estamos haciendo tú y yo, no? – Vio como Emma le decía algo al oído de Bodo y como se levantaba de su asiento
- Ya… pero es distinto… ellos…
- Tú eres más maduro? – No le dejó ni explicarse simplemente le ofendió a la primera mientras miraba a la rubia abrirse paso hasta la salida
- Qué pasa? – Preguntó por el cambio de humor
- Me cansé de escucharte – le susurró – Tú me pareces bastante infantil… al adularte a ti mismo cada tres palabras… Así no conseguirás sexo ni mucho menos novia – Había sido dura pero este era el consejo del año. Se levantó y fue detrás de ella.
Cerró la puerta y la vio avanzar por el pasillo rumbo a la escalera. Sintió la excitación de lo prohibido y del el laberinto en el cual se podían convertir las escaleras y comenzó a seguirle los pasos. ¿Cuánto había perseguido en la vida? Nada, todo siempre era fácil, natural y habitual, servido en una bandeja y siempre a disposición… Todo era así hasta que la conoció, hasta que se obsesionó por la paz y la aceptación que le esperaban en sus brazos, era la única persona que calmaba las tormentas de su mar… Y no quería dejarle ir… Apuró el paso cuando Emma se perdió escalera abajo...Quería alcanzarle, alcanzar lo que siempre le había faltado, aquello que jamás había echado de menos porque no sabía de su existencia y ahora que le tenía, simplemente, no quería dejarle ir.
Frenó en el último peldaño y en el medio de la penumbra de aquel pasillo… No estaba, no escuchaba sus pasos cansados y ni percibía una gota de su aroma… Sonrió y comenzó a caminar pausadamente haciendo resonar sus tacones, era un juego de niños aquello de esconderse pero le gustaba e inconscientemente deseaba recibir recompensa por atraparla… Besos y más besos era lo que necesitaba… Sondeó el lugar con cautela, debía estar detrás de unas de las tantas puertas, estaba a punto de abrir la primera cuando de pronto sintió unas manos en su cintura…
- Te aburrías con tu amigo? – Emma susurró mientas posaba los labios en su cuello. Jenny tembló por la desfachatez de las palabras que salían de su boca, por la sensación de los pechos en su espalda y de los brazos cerrase sobre su vientre y por lo preciso de la voz. Entendió perfectamente el juego
- Sí – contestó sin reparos – Quieres divertirme? – terminó por morder su labio porque el beso que se merecía nunca llegaba, los labios respiraban encima de la piel pero no la tocaban, no lo suficiente para la calmar la agonía de fingir indiferencia frente a los demás.
- Jajaja…Por dios… no das puntada sin hilo – la giró entre sus brazos para mirar lo hermoso de su rostro…. Y allí estaba su sensual mirada cálida y acogedora… quizás no podía tomar ni dar pero tampoco podía negarle nada, cualquier cosa que pidiera con aquella expresión de profundidad terminaría por concederla, la mayor disyuntiva de su vida
- Tú tampoco… – susurró en su boca – Este es el resultado de tus miradas “discretas” – poco a poco la fue acercando a su cuerpo, deshaciendo la lógica con la boca a medida que hundía los dedos en su pelo.
- Aquí no… – Emma la detuvo al filo del abismo y giró su cabeza para acomodarla en su cuello. No había beso pero sí un abrazo fuerte y el suspiro de resignación
- Tu casa o la mía? – Inhaló todo lo que sus pulmones le dejaban, le había extrañado… En las pocas horas que no la había visto le había pensado e imaginado, había fantaseado como la idea de que Emma también le extrañaba, que también le necesitaba y que también moría por un beso de su boca.
- La mía… cocinaré y después podemos ver una película o algo – Jenny sonrió ante la propuesta… sonaba a mimos y calor de hogar… Genial! La mejor manera de cerrar este día que sólo había traído miedos y dudas… una vez que estuviese a su lado descansando todo se iría al infierno y le importaría poco y casi nada – ¿Quieres?
- Claro… – Dejó un beso en su cuello como constancia
- Ok – Apretó un poco más a la morena entre sus brazos.
- Ummm… Se está bien así – Dijo al sentir la plenitud del regocijo de su tibieza
- Sí pero debemos volver… – acarició su pelo – Bodo me espera… – Jenny aflojó el abrazo de a poco y con algo de disgusto – Dentro de poco… – Emma dejó un beso en su nariz y una promesa retumbando en los oídos.
- Entonces nos vamos juntas? – comenzaron a desandar los pasos
- Sí…
- Primero quiero pasar por casa… Quiero buscar el conjunto de encaje nuevo… Jajaja – Comenzó a reír porque Emma ya estaba con sus mejillas encendidas y esa sonrisa nerviosa que siempre ponía cuando estaba en apuro – Es broma… Aparte no puedo decirte cuando lo utilizaré sino pierde la gracia
- Yo no le veo nada gracioso – Pensar a Jenny en ropa interior de encaje levanta la pasión y la excitación… muy lejos estaba eso de las risas de la risas
- Tú no verás tu cara de boba… pero yo sí – Le guiñó el ojo, le robó un beso y entró al salón.
Estaba descargando lo reprimido en su boca, los besos eran interminables y nunca parecía saciarse del néctar de sus labios. Simplemente no lograba resistir las gotas de miel de su lengua y el amargo de las mordidas, ni el maravilloso sonido de su respiración. Todo le estaba llegando al corazón de la manera menos esperada, con agitación y premura, con pavor y desesperación, con una enorme hambre de afecto…
- Dios! Me encantas… – Se estremeció en la boca de Emma cuando sintió los dedos sobre los botones de su abrigo – Oh Dios! – El masajeo perfecto para sus pechos y una mano que le obligaba a volver a sus labios.
Todavía estaban en el coche, estacionadas en frente de la casa de Emma ¿cómo había comenzado todo? Con una simple e inocente mano de Emma reposando en su muslo mientras conducía y ahora estaba a horcajadas comiéndole a besos y a punto de explotar por la excitación. Fue a buscar la hebilla de su cinturón, quería más y más…
- En la cama estaremos mejor – Emma aconsejó al ver el contorsionismo que Jenny estaba practicando – disfrutaremos mejor
- Sí – contestó y volvió a besarla, al toque y al roce de cada parte de sus cuerpos
Emma al ver que Jenny no tenía la mínima intención de frenar, decidió salirse del coche cargando con ella. Acertarle a la hendidura de la cerradura había sido toda una proeza entre la urgencia y la anticipación de una noche y de una mañana próxima que sólo tendría tranquilidad. Empujó y la cerró con la pierna, lo primero fue colocarse contra la pared y levantar armas contra lo tentador del cuello
- Hueles fantástico – Confesó la rubia con la voz cargada de deseo
- Hija!!!
Pum! Como una bomba el chillido había sonado limpio entre lo agitado de sus respiraciones, veía el pecho de Jennifer subir y bajar y tomaba conciencia de que la luz de la cocina estaba encendida y que en el ambiente reinaba el olor a limpio. Se tomó un instante para cerrar los ojos y buscar calma, terminaría por morir de vergüenza y de susto. Miró a Jenny y la cara de terror no tenía precio, intentó decirle que estaba de acuerdo si lo que quería era marcharse, no la había llevado a casa con motivo de una cena familiar.
Poco a poco fue soltando sus muslos para que pudiera llevar los pies al piso
Desvió la mirada hasta la entrada de la cocina y allí estaban, sus padres, su madre con la boca abierta de par en par y su padre con un parpadeo nervioso. Suspiró, tendría que haberles contado antes sobre su condición sexual, si lo hubiera hecho no estaría pasando por esto ahora mismo.
- Te dije que esa llave debajo del tapete no era buena idea, hija
- Tienes razón papá, como siempre, tienes razón

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- Pero??? Pero???... Cómo demonios puede ser hija? – había avanzado tres pasos hacia delante exigiendo dios sabe qué… Jenny sólo se escondió más en cuello de Emma intentando que no le vieran los rastros de lujuria en el cuerpo. Pensó que moría de la vergüenza, la oleada de calor decayó con el primer grito de la voz temerosa, Emma la había conducido hasta adentro con dulces susurros y algunas promesas que le aceleraban el corazón. Se apretó a ella exhalando parte del aire y con él la serenidad.           
- Anne, la estás poniendo en situación – El padre de Emma sujetó a su esposa por el brazo impidiéndole acercarse a ellas    
- Suéltame! – se zafó de las manos de su marido con brusquedad – Esto es tu culpa! – El hombre de pelo cano agachó la cabeza frente al dedo índice que le acusaba y condenaba  – Tú y tu libertad… Y mira lo que tenemos en frente: Una desconocida!!!  Tú sabías algo de esto??? Sabes algo sobre ella???
- No… La verdad es que yo… yo… Bueno, Emma… – Intentó decir algo pero fue atacado una vez más
- Le apañas!!! Debes ser su padre no su amigo!!! – gritó histérica           
- Mamá… es suficiente – Intentó calmar la situación…  Ella era el problema, no su padre ni Jennifer, que parecía ser invisible a los ojos decepcionados de su madre.
- Sólo quiero saber de tu vida… No puedes culparme por eso!!! – Negó con las manos incrédulas, la quietud de los dos integrantes de su familia le desesperaba hasta el punto de pensar que ninguno contemplaba su posición – No pueden culparme por eso… No pueden…  – Fue bajando la voz paulatinamente y entrando en su propio trance. Quizás era el momento del desmayo pero algo le seguía manteniendo en pie y alerta, quizás haya sido que por primera vez, reparó en lo que tenía su hija entre los brazos, un cuerpo de mujer sin rostro que sostenía por la cintura. Sintió curiosidad por ella y por el perfecto ensamble de las manos blancas en la estrechez de la cintura. ¿Quién demonios era su acompañante? ¿Quién estaba durmiendo con su hija?      

Emma sostuvo la mirada con quien le había dado la vida, la persona y el ser. Los únicos sentimientos que conocía, los tenía ahora señalando a los silencios que se confundían con rebeldía, desapego y mentiras. Desde que había abandonado su casa, todo iba de mal a peor… sus viajes, su trabajo y las escasas visitas que abrían huecos en el corazón de su madre, en la seguridad de la buena crianza y en el débil lazo filial, que parecía cortarse cada dos por tres. Sólo estaba herida y un tanto frustrada por perderle tan “temprano”… con 18 años todavía eres un niño, lo creas o no… No hallaba razón para culparla y por la enorme deuda se dejaría acorralar y atacar.

- Yo… yo… – Jenny se despegó de Emma y recompuso su ropa rápido, sólo la ropa porque lo sobrecogido del rostro era imposible quitarlo y enmascararlo. Había sido una sorpresa y una pesadilla encontrase a sus padres justo cuando estaba a punto de tener sexo con la persona que le quitaba el aliento – Será mejor que yo me va… – Era ladrona, la juzgadora mirada de la madre de Emma se lo recordaba, le traspasaba como un rayo y el reflejo era puro… la joyas, el pelo y la ropa a la moda, hermosa a pesar de los años y de mirada imposible, flaqueó, con los pares jamás había funcionado el encanto.      
- No! – Emma agarró su mano y la giró para que le mirase a la cara – Tú eres mi invitada así que te quedas… Esta es mi casa y tengo la libertad de invitar a quien yo quiera – ¿Que tenía aquella niña escuálida para hacer de su niña una persona fuerte y decidida? Aquellos ojos, que eran iguales a los suyos, lo único que tenía Emma de ella, esta vez no vacilaban ni estaban avergonzados.               
 - No preguntaré qué demonios significa eso… – el sarcasmo reinó las palabras y los gestos de su madre. Emma se preguntó qué era lo que debía responder a semejante falta de respeto, la primera que recibía de su parte 
- Anne, por favor deja de desvirtuar lo que Emma dice – Dijo su padre algo cansado de la situación y de la posición en la cual su esposa colocaba a su hija – Por qué mejor no vamos a casa? Estas algo nerviosa…– propuso
- ¿Cómo se supone que debo estar? – Lo miró echando fuego por los ojos – Llegó y me encuentro con un reguero de sangre en el living – Empezó a enumerar con los dedos
- Es que me encontré un… – su madre no escuchaba 
- La tele encendida y termina por aparece “franeleándose” con esta persona – Jenny agachó la cabeza, las razones de aquella Sra. eran verdaderas como tan verdadero era el hecho de que Emma siempre sería su hija, moría siendo su hija… Le hubiera gustado decirle que no tenía malas intenciones pero estaba en la cúspide de su enojo y cualquier cosa que dijera sólo alimentaría su rabia. – Y mira el morado en su boca ¿Cómo demonios se supone que debo estar? – Jenny abrió los ojos al máximo con la cuchillada de culpa, apretó los dientes y dispuesta a suicidarse decidió hablar – Si a ti todo te importa un comino no es mi problema… Emma es mi hija y tengo derecho a saber…
- Señora yo… – El apretón en su mano le selló la boca. Emma le miró pidiendo silencio
- Hablaremos Mamá – Emma intervino una vez más al ver, que como siempre, la culpabilidad recaía sobre su padre y él sólo soportaba y todo por defenderle. – Hablaremos mañana – Supuso que eso bastaría para frenar el ataque de nervios de su madre – Mañana iré a casa
- Hablaremos ahora… – exigió clavándose en los ojos de Emma
- Mañana… – No supo bien porque se negó ni porque apretó más fuerte la mano de Jenny. Lo único que estaba claro era que su vida se estaba volviendo un desastre, un caos con una razón enredada, un salto al abismo sin final, se sintió fugitiva y cómplice al ver como todo se desmoronaba… Todo pasaba en frente de sus ojos y tal como llegaba se iba…Al fin y al cabo si había algo de rebeldía al resumirlo todo al ancho de una cadera… Pero la noche ya estaba planeada y no había ni madre ni dios o destino que lee sacase una idea de la cabeza, eso era ella y así era su personalidad ¿Acaso su madre no le quería por eso? ¿Por el empeño que tenía para con todo? ¿No había conseguido de esta forma todas las cosas que poseía? Poseer… era lo único que contaba      
- Has lo que quieras – dijo después de sonreír con pena, era obvio que la jovencita coqueta estaba encandilando hasta su preocupación maternal. – Como siempre… siempre haces lo que quieres – terminó por decir enfada después de recordar que no era la primera vez que su hija se le escapaba de las manos – Eso lo recuerdas a la perfección, no?  
- Basta Anne!!! Basta!!! – Su padre se ganó la atención de todos, él que hasta el momento había tratado de apaciguar a su mujer ahora la dominaba a base de gritos y hartazgo – Por el amor de dios, te lo ruego!!! Basta!!!
- Muy bien!!!– Tomó su cartera y se la colgó al hombro, los miró a todos por última vez, estaba en lo cierto, quien sobraba era ella. Se acercó a su hija con un solo deseo – No me importa lo que eres… No me duele ni me molesta… Lo que me está partiendo el corazón es que no confíes en nadie… Que no creas en nada… Estoy segura que te eduqué mejor que eso… Tienes que detenerte Emma, tienes que parar, la vida es más corta de lo que parece… – Jenny no pudo evitar mirar su cara y se sorprendió de no encontrarla dolida o al menos disgustada, estaba rígida y peligrosa, librando batalla de frialdad con su madre y usando como arma un rotundo silencio – Dejaste morir todas las plantas, otra vez… Buenas noches “Srta.” – el saludo fue dirigido a Jenny como el único acto de amabilidad, tenía los ojos brillantes pero definitivamente no estaba viendo nada
- Buenas noches Sra. – Acertó a decir antes de que la puerta se cerrase 

Sólo quedaba el silencio después de la tormenta y Emma miraba a su padre, llena de pena y culpa… Debía estar pasándolo fatal… Y todavía estaba agarrada de su mano… Su camisa desabotonada mostrando su sostén y su cinturón desbrochado… menuda imagen para que sus padres vieran.    

- Lo lamento mucho papá – El rostro tenía una impresión nueva, una de compadecer y de entender todo lo que había significado aquella pelea     
- No estarás en las drogas, no? – Preguntó de pronto con una mirada inquisidora
- No – Negó con la cabeza – No lo estoy… – terminó por sonreír  
- Tengo que preguntar… Es mi deber… ya sabes… “Padre” –  se señaló intentando explicar lo estúpido de su pregunta – Se lo diré a tu mamá y de seguro se contenta
- Claro… – Se quedó pensando en la imagen que tendría con respecto a ella. Eran años y distancias el crimen que había cometido con su madre… y también con su padre, sólo que él jamás reclamaba nada. Su discurso era tan simple, siempre utilizaba la misma regla: ¿Qué más grande y doloroso que el amor de un padre a un hijo? Esa pregunta retórica era el justificativo a su rol libertario en la familia.       
- Me voy… El sofá me espera – Agachó la cabeza y miró sus zapatos un momento
- Lo siento… No era mi intención que esto acabara así… Lo siento
- No te preocupes – Dejó un beso en su frente – Para eso estamos los padres… La madres son las brujas incomprensivas… jajaja. Un chiste pésimo – Se rascó la cabeza al ver la falta de gracia en las chicas – No me hagan caso, los gritos de Anne todavía me hacen vibrar entero… creo que sólo estoy algo nervioso… Un placer conocerle… Srta.? – Alargó su mano a modo de saludo
- Jennifer Hartmann – Sonrió y estrechó la mano. Fría, igual a la de su hija…
- Georg Müller… Encantando – Educado, los buenos modales de Emma seguro serían inculcados por él – Hija… No dudes en llamarme y en cambiar la cerradura… Tu madre lleva la llave en el bolso…
- Mañana mismo lo haré… – Emma le sonrió a pesar, de que no le llamaría mañana, estaba conectada a él de miles de formas. Un lazo que no tenía con su madre ni con ningún otro integrante de su familia… comprensión.

Jenny siguió sus pasos a la cocina, desconfiada de la temple no podía dejar de mirarla… No tenían la suficiente confianza, Emma se callaba y guardaba todo lo que empujaba por salir… No era más que una flor de cristal, primaveral y frágil, sedosa y resquebrajada… Se preguntó si algún día coincidirían sus inviernos, estaba segura de que  podría derretir la nieve demás y abrigarla del viento glaciar…

Estaba admirando lo inmenso y tenebroso de la oscuridad de la noche a través de la ventana, unos cuantos pasos y ya estaba demasiado cerca de su espalda como para imaginar que compartían algo más que silencio… Emma era una persona difícil de comprender algo muy parecido a la oscuridad que ahora miraba, era miedo y curiosidad, las ansias a lo inesperado, la duda entre lo vacío y lo repleto… Quizás por eso anhelaba tanto ser sol, llorar por iluminar y existir para calentar… Acarició su espalda pidiendo que se mostrase, quería ver en sus ojos lo que significaba cada palabra que su madre había dicho y el girar pasó en cámara lenta como un recuerdo nostálgico… sonrió contagiada del gesto de alegría que tenía ¿Qué le daba seguridad?

- Creo que le has caído bien a mi madre… – La cara de incomprensión de Jenny la podía y la incitaban a sonreírse más y más…  Más lo pensaba y más se convencía de que no había mejor manera de informar que mostrando un poco de realidad… Igual, hablaría con su madre pero ahora tocaba hablar con la morena
- ¿Qué dices? Tú eres consciente de que nos encontró metiéndonos mano? – Preguntó sardónica y alucinando con las palabras de Emma – Le has caído bien a mi madre – repitió en una burla inmadura
- Qué surrealista, no? – Estaba en deuda con la morena y con sus caprichos si no fuese por ellos jamás hallaría una razón de peso para mostrarse… y no era que estaba pendiente del pensamiento ajeno con respecto a su sexualidad, más bien era, que todo se precipitaba cuando la tenía entre los brazos… – Igual, mejor así… de un solo tajo… te lo aseguro – Fue sonriente a dejar un beso en sus labios
- Pero? Pero? – Dejó el beso y quiso replicar algo – Tu madre nos…
- Conozco a mi madre – le aseguró mientras agarraba sus manos – cederá…
- No creo… No le mostré, precisamente – recalcó la palabra – lo mejor de mi… – Emma le miraba con media sonrisa y casi pidiendo permiso para acercase así que frenó la caminata nerviosa.  Quería abrazarle pero dormida en su piel lo menos que haría era sopesar la situación
- Sí que se lo mostraste… – Con cara de pícara dio los pasos para llegar a ella y pasó su dedo índice por el pecho haciendo referencia a lo sexual
- OoooH… – se desprendió definitivamente alejándose dos pasos – Tienes que dejar de reírte de mí!!! – dijo media ofendida y avergonzada – Pensarán que bailo Pole Dance en vez de Ballet… Pensarán que
- Jajaja… Lo siento – intentó ponerse seria al ver como los ojos de Jenny pedían compasión – discúlpame… Mira – se acercó una vez más – Tú no estás en falta y lo que ha dicho mi madre lo ha dicho en medio de un enfado… que poco tiene que ver con lo que vio... El problema es conmigo – se señaló – Sí quieres mi opinión, creo que le has caído bien – terminó por acariciar su mejilla y por una profunda mirada cargada de sinceridad  
- A mí el destino me odia – Pasó las manos por su pelo, unos de sus más caracterismos gesto ante de la desesperación – Justo hoy teníamos que comenzarlo en el coche? – se acercó a ella pidiendo una explicación – Justo hoy tu padres tenían que estar en tu casa? Ve a saber lo que estará pensando tu madre en este preciso momento…  
- Ven… – la pegó a su cuerpo y la envolvió con sus brazos – Qué importa lo que piensen mis padres? – susurró a su oído
- Es fácil decirlo cuando no eres quien debe hacer buena letra… – sin pensar, dejó expuestos sus deseos de agradarles a cualquier precio
- No te alcanza con que me tengas loca a mí? – Era una aceptación a lo que estaba cambiando de a poco y por dentro, al desequilibrio y aquel motón de dinero olvidado esperando en el banco, al equipo de trabajo que tendría que armar y a los viajes cortos de fin de semana… Sólo un poco más, pensó, sólo tenía que acomodarlo todo…   
- Quieres la verdad o la mentira? – Preguntó apretándose más
- La mentira… – sólo lo dijo para no perder la costumbre
- Lo quiero todo… –Y una vez más, Emma se dejó conquistar por ella, por la tibieza de su cuerpo y por lo directo de la pretensión.

Pensó en su madre, en el querer que le profesaba y en que no sabía cómo mostrárselo… Decidió que era mala hija… A pesar de los gritos su madre jamás castigaba ni imponía, y tal cual ella había dicho, sólo se interesaba por su vida… Había fracasado adquiriendo tanta independencia, se había alejado y había ocultado, todo esto tiempo, la infelicidad. Estaba segura de que se alegraría cuando le dijese que lo que tenía entre los brazos era una razón para frenar… y que estaba muerta de miedo porque no sabía cómo debía actuar…

Aspiró su perfume e intentó no caer, asumió la mezcla de tristeza y felicidad tragando el nudo en la garganta. A pesar de todo, estaban bien y así quería continuar, relajadas dedicándose un  momento, un abrazo y un suspiro. Emma sabía que su madre no tardaría en reaccionar y apretaba a Jenny mientras esperaba lo próximo… Su madre era impulsiva, expresiva como el arte en todo su esplendor y valiente con sus amores en tal magnitud que lucharía contra ella misma en caso de ser necesario. Era su opuesto así que le sería más fácil reconocer… Y llegó, el teléfono de casa sonó, sonrió, con qué disparate saldría esta vez?

- No contestas? – se despegó de su pecho para preguntar
- Es mi madre… – le aseguró y volvió a abrazarla para esconder la sonrisa detrás de su cabello

Piii... Saltó el contestador – Emma lo siento… te hecho quedar como una imbécil en frente de tu novia… o tu amiga… no sé lo que es… No debí decirte lo de las plantas, es culpa mía por llevarlas a tu casa sabiendo que no las riegas… En fin, quiero invitarlas a cenar mañana por la noche, estarán tus hermanos y bueno… yo…yo podré disculparme con esa chica… lo siento hija – Las dos se quedaron mirando al aparato, Jenny con la boca abierta y Emma asintiendo con la cabeza… La morena caminó incrédula hacia la mesilla en la cual se encontraba el contestador y pulsó la tecla para volver a escuchar el mensaje…   

- Tu madre es neurótica!!! – se llevó las manos a la boca – Cómo es posible que ahora me invite a cenar? Seguro que estará afilando los cuchillos para cortarme el cuello – gritó desesperada y algún lado tenía que descomprimir las sensaciones dispares – Y lo de las plantas??? Cómo demonios eso puede ser lo más importante después de la bronca que tuvo contigo??? Por qué quiere disculparse conmigo???
- Jajaja – Emma reía a carcajada limpia. Jenny no tenía ni idea de lo que era su madre ni los que significaban tantas toallas y jabones por todos lados en su casa. Si esto la sacaba de foco a apostaba todo a que no sobreviviría a una charla con ella…
- Tu familia no es normal! – señaló a ningún lado en particular y Emma sólo se cruzó de brazos, con una sonrisa, a la espera de la verborrea, esta era la idea que tenía acerca de su familia – Tienes una madre bipolar, tu hermano casi me desfigura el rostro con una pinza…
- Llave inglesa – Corrigió a pesar de que no era el momento oportuno
- Como sea que se llame el arma y… – Intentó continuar con el descargo
- Herramienta – le corrigió otra vez llevando al borde a la paciencia de la morena
- Tu otro hermano que te emborracha, te cose y se droga y por último tu padre y sus preguntas sobre las drogas… Yo no sé si sobreviviré el próximo encuentro – dijo rendida – Quedaré dura de la sorpresa – se tocó el pecho y vaciló al mostrar el terror en sus ojos
- Mejor? – Se acercó y frotó sus brazos intentando quitar la tensión
- Sí… No… – dijo dubitativa – Lo siento… Espero que esto no me suceda en frente a tu familia – Suspiró largo y tendido y llevó las manos a su nuca          
- No tienes que ir a la cena si no quieres… – Nada de lo que había dicho le molestaba, había descripto bastante bien a la familia o al menos a los que conocía. – No es obligación… Esto no forma parte de conocerse… Entiendo que pueda ser demasiado…
- Iré… – afirmó sin dudar y buscando en el rostro de Emma la razón para oponerse a las reglas que ella misma había impuesto. Era obvio que no podrían escapar de lo que estaba fuera de su mundo inventado, encerrarse parecía dejarlas más expuestas y cada vez más comprometidas en lo cotidiano y familiar.       
- Piénsatelo… Todavía tienes un día entero para arrepentirte – No dijo nada más que eso.

Jenny admiró esa capacidad de aislarse de todo y la fuerza que invertía para que los cambios no le pegaran tan de lleno. Ella en su lugar hubiera descorchados sus mejores botellas de champaña y rogaría por intervención divida hasta que los ojos se le cerrasen… Los nervios siempre la vencían, traían nauseas y unas ganas de evacuar explotando en locura… y al otro día en vez de tener la solución sólo quedaba un buen dolor de cabeza…    

Ella se presentaría en la casa de Emma ¿pero cómo qué? ¿Cómo amiga, como novia?... No habían tenido una cita verdadera y mañana tendría una cena con sus padres ¿Cuál sería la respuesta a la pregunta más típica? ¿Cómo se conocieron? ¿Quién conquistó a quien? ¿Quién se declaró primero? Entre ellas no había pasado nada de eso y comenzar hablando de que le siguió hasta la cama por un coctel de bronca y deseo que le quemaba en las entrañas, cada vez que la veía, no era apropiado… La imaginación le dobló las rodillas y le punzó la panza…

Estas eran el tipo de cosas que jamás pensaba, no recordaba ni una sola noche que no se durmiera con su imagen dando vuelta en la cabeza… los besos, las sonrisas y la piel se lo llevaban todo… y ahora recién nacían las cuestiones de lo que implicaba estar con una mujer. No era buena “lesbiana”, si miraba hacia atrás sólo se topaba con una fila interminable de hombres, con montañas de nombres que no recordaba y con el vacío en las mañanas… Ningún padre querría una “desalmada” para sus hijos y menos para la hija prodigio…

Y al momento su teléfono sonaba y vibraba en el bolsillo de su pantalón. Un número que no reconocía leyó en la pantalla, una última mirada a Emma, que parecía bastante entretenida en su tarea y contestó pensando que sería una invitación a una fiesta de viernes por la noche con las misma caras repetidas

- Sí? – había decidido que ni loca cambiaba sus planes con Emma, ya cualquier cosa tenía el “no de antemano”
- ¿A qué no adivinas a dónde estoy?
- En mejor lugar que yo… lo dudó – dijo cuando Emma le regalaba una sonrisa al pasar por frente de ella – pero si no me dices quien eres colgaré…
- Mmm… Casi se me olvidaban tus malos humores – la voz de pronto tomó familiaridad y se giró para ocultar el desagrado – Estoy en la puerta de tu casa…
- Qué demonios haces allí? – preguntó con rabia
- Que haces tú que no estás en casa para recibirme? No me digas nada… ya puedo imaginarlo… – dijo de manera despectiva – Traigo algún papel y poco de pasado…
- El maldito papel llega años tarde – escupió entre dientes para no llamar la atención de Emma
- Te cambio una copa por libertad… Es mejor que un corazón despedazado cariño – Y su interlocutor terminó por cortar la conversación
- Mierda!!! – Susurró mientras golpeaba el teléfono contra su mentón – justo ahora vienes a aparecer…– se dirigió hasta el cuarto y Emma estaba tendiendo la cama. Se agitó el miedo dentro de la garganta y pensó en decirle lo que ocurría pero ya sería demasiado, demasiado por hoy y por unos cuantos días… el tiempo parecía hincarle la espalda cada vez que se proponía relajarse abrazada a su cuerpo… Le partía el alma dejarle ¿Cómo era que debía dejarle ahora? Pero él había llegado a la ciudad e igual, que siempre, se las ingeniaba para hacerla correr a sus brazos – Emma… – le gustaba pronunciar su nombre y el brillo que encontraba en sus ojos cada vez que le miraba fijo. Se quedó sin palabras y Emma como siempre lo entendió…           
- Aquí, al menos, no ha entrado su obsesión por la limpieza – se refirió a su madre – Me hubiera regañado el doble – sonrió y comenzó a sacudir las mantas – al ver las sábanas
- Debo irme… – Emma se quedó apretando con un puño la tela, la notó nerviosa y asustada – lo siento ha surgido un probl…
- Está bien… lo dejamos para otra vez. No pasa nada – Dijo comprensiva y tal vez creyendo que sólo necesitaba un poco de espacio
- Te recompensaré… – Se acercó a ella, posó un beso sencillo y dejó un poco de preocupación en los labios – lo prometo… – No pudo evitar besarla de nuevo y con más intensidad, sellando con saliva la promesa del regreso… Estaba a punto de salir cuando escuchó lo que esperaba oír de alguien como ella
- Quieres que te acompañe? – Cómo no iba a enamorarse de quien parecía conocerla mejor que ella misma, imposible no mirar eso ojos y no caer en su dulzura, aguantaría hasta la familia más psicótica con tal de quedarse a su lado.
- Sí… – dijo cuando cayó en la cuenta de que sólo necesitaba que le dijera que se quedase, que dejase todo para mañana – No… Creo que voy a demorar – puso cara de pena para disculparse de su indecisión      
- Te deseo buena suerte, entonces
- Gracias… – le robó un beso más y partió como un soldado a la guerra después de una noche de pasión con la persona que más amaba, llena de promesas para su vuelta… si es que volvía… Y Emma se quedó mirando su espalda…

- Supongo que eso es todo por hoy…  – Miró toda la habitación y el sonido de la puerta al cerrase sonó lejano… Estaba sola… Llegó hasta la llave de la luz y la bajó – Así está mejor…    

- Mierda, mierda, mierda! – vencido por la fatiga dejó los papeles caer sobre la mesa – Déjalo Emma no encontraremos nada. Llevamos 6 horas buscando en estos papeles de mierda…
- No seas pesimista – dijo sin despegar los ojos de los 4 folios que revisaba a la vez
- No soy pesimista… ¿Quieres café? – estaba sirviendo la taza
- Gracias – Un pequeña sonrisa le acompañó al hacerse de ella
- Es realismo…Bergmann ha sido tan inteligente al repartir bien la mierda. Levantar un denuncia significa inculpar a 20 de los 35 profesores que tengo… Una mierda  – se quedó parado y  mirando por la ventana 
- La del realismo es una excusa muy trillada… En estos casos sólo hay que tener paciencia Bodo – aconsejó mientras tecleaba en el ordenador portátil – algo aparecerá… paciencia
- Tienes una casa preciosa – Dijo admirando todo lo que se encontraba allí, en la cocina, y aquel pino que se levantaba en el patio trasero – Llena de luz… llena de vida… No la recordaba así – Lo que sí recordaba era, cuando junto a Emma, había plantado aquel pino el día que le ayudó con la mudanza… de esto, ya hacía cinco largos y cortados años   
- Algunas cosas han cambian para bien entonces… – dijo sin ser muy consecuente, estaba demasiado concentrada en leer       
- Claro… estás mucho más linda y sonriente – le abrazó por la espalda y llenaba a besos sus cachetes. Sabía que se molestaba cada vez que lo hacía pero lo rojo en sus mejillas le recordaba a los buenos momentos de la infancia, donde la vergüenza venía por un saludo de la persona que te gustaba. Su amiga aún mantenía gran parte de la ingenuidad que él había perdido – Déjala y ven conmigo
- Jajaja… Cuando estaba con Dennis decías lo mismo – dejó los papeles a un lado para el corto receso
- Dennis es un imbécil y Jenny una caprichosa – le aseguró mientras volvía a su asiento – tú te mereces lo mejor…
- ¿Tú eres el indicado para mí? – siguió su juego con un levantamiento de ceja
- Jamás te haría daño… – le guiñó un ojo y bebió más café

Emma bajaba la mirada y notó que algo le había borrado la sonrisa, algo en lo que no quería pensar porque su mano sostenía el bolígrafo dispuesta a volver a trabajar.
- No puedes calcular las cosas con Jenny… Nunca sabrás si te hará daño o no – Aquellas palabras le habían obligado a mirarlo fijamente en la introspección que hacía revolviendo su café con la cucharilla – No puedes calcularte… – esta vez sí le miró porque estaba acusándola de cobarde y Emma no tardaría en responder
- Qué fue lo que hice con Dennis entonces? – preguntó porque sonaba como si Bodo supiese muy bien de lo que hablaba y ella lo único que tenía como referencia era a su jefe y la relación que había mantenido con él.
- Dennis es puro método y esquemas para la buena vida – recalcó con el dedo sobre la mesa – Jenny… Jenny sabe los pasos del ritmo que hay que bailar para perder la cabeza – se encogió de hombros indicando que tampoco era tan complicado, que si tenía el valor suficiente para seguir adelante quizás se daba cuenta de que perder la cabeza por alguien tampoco era tan malo después de todo…
- Hasta recién no era más que una caprichosa – Llevó la mirada abajo, no entendía el punto y no se rompería la cabeza al intentar descifrarlo – No entiendo que es lo que intentas decirme… Tú no soportas a Jenny… y ahora sales a su favor?   
- Emma… Yo no quiero decirte lo que debes hacer… Ni menos alentarte a la locura lésbica en la que estás envuelta – tomó su mano – Sólo digo… que tampoco puedes condenarla desde el principio  
- Yo no…
- Emmaaaa… – apretó su mano para conseguir su atención y era ahora o nunca, este era el momento para preguntar por sus sentimientos  – Dime que no te obligas a pensar que es una “liguera” y que un cambio de viento la llevará a cualquier lugar… a otros brazos… a correr detrás del placer… y que a ti, tarde o temprano de despreciara como a los demás…– Esperó el intervalo de silencio que siempre se tomaba para pensar… Quizás era rudo y crudo comenzar así pero Emma era así, amante de la verdad y mártir del dolor que costaba reconocerla…    
- No lo puedo evitar… – dijo con las lágrimas humedeciendo sus ojos
- No tienes por qué… Eres de carne y hueso como todos – acarició los dedos que temblaban bajo su mano, mientras él también se emocionaba ¿Por qué la vida parecía atormentar siempre a los que menos se lo merecían?    
- Te olvidas del frío y del humo – intentó reír pero le era imposible –  Qué se supone que debo hacer? – el enojo se presentaba –  Ya sé… La próxima vez que la vea le digo: aquí tienes mi corazón… lo estuve guardando sólo para que tú juegues con él – dijo con toda la ironía que albergaba – Es una locura Bodo… no puedo exponerme así… – Rápido se secó las lágrimas e intentó volver al trabajo…
- Espera – le frenó con la mano – No eras tú la que me dijo que querías alguien a tu lado capaz de sorprenderte? – le abrió mucho los ojos mostrando la contradicción  
- Fui yo… – se señaló para asumir –  Pero no quiero la “sorpresa” de levantarme con un par de cuernos – señaló por encima de su mollera figurando la cantidad de engaños que serían – en la cabeza…
- Ves? –  golpeó la mesa con entusiasmo ahí estaba el meollo – Todo esto lo asumes por el prontuario que Jenny tiene con respecto a su vida “Amorosa” – Era imposible defender a la morena de la lógica que Emma le aplicaba a todas las cosas… pero ese no era su deber de amigo, su deber sólo era animarla a sentir más…  
- Tú mismo me has dicho que…
- Pero… – Se vio obligado a interrumpirla levantando la voz – la realidad es otra… La realidad es que no sabes lo que puede pasar… y que no siempre te podrás esconder detrás de los errores de Jenny… ¿Qué pasa si nunca falla contigo? Si tú realmente significas algo para ella? Emma tienes que…
- Emma nada, no lo estas entendiendo… – se soltó de su mano – No es tan simple… No lo es para mí… – los nervios le estaban haciendo perder la compostura 
- Debería serlo… – intentó convencerle una vez más – Con lo que eres podrías…
- Lo que soy? Lo que soy no me sirve – gritó desesperada – mi orgullo se esfuma cada vez que Jennifer traspasa esa puerta… Te piensas que los engaños son un problema… Pues no! – terminó por levantarse de su silla – Eso es lo que menos me importa…
- Entonces… Qué es lo que te preocupa? – El entramado en la cabeza de su amiga era mucho más complicado de lo creía
- La conciencia es lo que me preocupa – susurró intentando que esas palabras quedasen allí, en la habitación dando vueltas y presentándose cada vez que pensara en ella – Tener que responsabilizarme de todo por ser consiente… Soportar a conciencia porque eso es lo que haré y lo sabes…   
- Manda a la mierda a la conciencia y disfruta de lo que tienes – Una solución rápida para un problema que él consideraba menor. Le sonrió – Se te ve bien… – le señaló entera – Bueno, antes de plantearnos esto se te veía mucho mejor… 
- Quisiera saber cómo me veré mañana… – Se quedó un instante clavada en sus ojos, nadie podía asegurar nada de nada, saltar al vacío era una opción, una de tantas… Se acercó a la ventana y tomó una decisión, quizás la más importante de su vida. Sonrió porque lo más simple, para ella, era lo más dificultoso   – Me das su número telefónico? – susurró de pronto
- Cómo? – Preguntó sorprendido – Sí, sí – Buscó en su bolsillo el móvil – No puedo creer que no lo tengas aún… – dijo mientras buscaba en la agenda
- No he tenido el valor para pedírselo – intentó secar el sudor de sus manos frotándoselas. Le llegaba una mirada de incomprensión de Bodo que estaba apuntando el número en un papel – Ya sé lo que piensas…
- A ver? Cuéntame – preguntó sonriente
- La metes en tu cama y en tu casa y no puedes pedirle el número de teléfono – Bodo levantó sus cejas e inclinó la cabeza, Emma había dado en el clavo – Pensé que sólo era sexo… Ya sabes – se encogió de hombros y mordió su labio – La bailarina sexy que viste a la moda y la violinista perturbada… – sonrió irónicamente – Una gran fantasía que no sé en qué momento se convirtió en realidad…
- Para ti? – Preguntó astuto  
- Para Jennifer – le corrigió y borró su sonrisa de golpe – Sabes que yo no me permito soñar… No con lo que no puedo tener – se hizo del papel que Bodo sostenía en su mano
- Y ahora para ti – señaló con la cabeza el papel y vio como Emma le sonreía
- Quizás pueda seguir algún consejo – dijo con timidez – Sabes que no soy experta en la materia…
- Siéntate – señaló la silla – Una cita con la bailarina sexy que viste a la moda? – preguntó por lo que tenía en mente
- Nop – pensó un segundo como decirlo sin sentirse tan ridícula – Una cena con Jennifer y mis padres
- Por dios, Emma!!! – tuvo que regañarla, el concepto de cita estaba tan desvirtuado para su amiga – Eso es precipitado… Mejor solas, en un lugar tranquilo y a la luz de la velas – miraba al horizonte imaginando todo el romanticismo – Eso funcionará… ya lo verás
- A noche mis padres nos encontraron a punto de tener sexo – soltó de golpe haciendo que Bodo se llevase la mano a la boca – Y mi mamá terminó por invitarnos a cenar
- Jajaja… Sigue igual la Sra. Sklodowska?
- Peor…
- Jajaja… Cuéntame

Cuanto tiempo llevaba allí? Indecisa y preguntándose si era lo correcto… Suspiró, juntó toda la valentía que tenía, repasó una vez más las palabras que le había enseñando Bodo y pulsó el timbre… Realmente estaba nerviosa, nada terminaba por convencerle ni la ropa que había escogido, ni el perfume ni el atrevimiento por presentarse a su casa. Según Bodo esto debería hacer que cayera rendida a sus pies y la verdad es que en su cabeza se veía perfecto pero ahora que ya estaba tan cerca sentía las ganas de salir corriendo – Muy maduro, Emma… Tocar el timbre y correr, como si esto fuera un juego…

- Eh… Hola! – Supuso que debía estar toda colorada porque Jenny la miraba de pies a cabeza…
- Ho… la – No podía quitarle los ojos de encima, estaba aquí en su puerta, con una botella en una mano y con dos margaritas en la otra mano. Apoyó la cabeza en el filo de la puerta y sonrió cada vez más ampliamente, el aliento se le cortó al pensar en el resultado de deshojar aquellas margaritas y se mordió el labio sólo para escuchar esa voz temblorosa y la dulzura de la propuesta.
-  Eh… he venido a preguntarte, más bien, a invitarte – cerró los ojos por que ya estaba a un paso de enredarse – Dentro de dos semanas tengo una fiesta en el trabajo, en mi otro trabajo – aclaró – Y me gustaría saber si quieres ser mi acompañante… Si no quieres está bien – agitó la botella y las flores en un movimiento nervioso – no me enojo ni nada – apretó los labios y sonrió algo angustiada, de su cabeza no salía la idea de que estaba haciendo el ridículo
- Será un placer – contestó sonriente, le encantaba esta parte torpe e infantil que Emma tenía para mostrar las intenciones… El brillo de irradiaba por los ojos no era más que ingenuidad y entusiasmo – Un verdadero placer – le reafirmó avanzando un paso adelante    
- En serio? – preguntó incrédula – Así de fácil?   
- Son para mí? – Señaló las flores, ya había decidido hacérselo más fácil todavía. No necesitaba más, era suficiente con saber que estaba aquí solo porque así lo quería, porque deseaba pasar tiempo a su lado…     
- Sí – contestó rápidamente y orgullosa, era la primera vez que le llevaba flores a alguien – son para ti…
- No se supone que debes entregármelas? – otro empujoncito a la mujer que le tenía enamorada
- Sí – alargó lentamente la mano hasta colocarlas a su alcance. Jenny estaba a punto de agarrarlas… y…

- Jennifer! Donde está la camisa que te di para planchar? – la voz masculina provenía del interior y Emma no pudo evitar asomarse para ver por la abertura que dejaba la puerta… Un hombre en el medio de su living recién salido de la ducha y con una toalla atada a la cintura… ¿Qué otra cosa podía esperar? Estúpida era si esperaba encontrar algo más… Quizás un lugar para ella…    

Jenny palideció, la cara de desilusión de Emma lo decía todo y el brazo bajaba y se llevaba sus flores con él. Giró para mirar lo que ella había visto y volvió para encontrarse con una Emma que no era de hielo sino de fuego, el verde parecía arder en el iris quemándose junto al propósito de su visita.

- Emma… – avanzó un pasó más – No es lo que parece…                              

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Sonrió, no acertaba a comprender cual era el gesto de su rostro, pero sabía que sonreía… De ridícula a patética, de alegre a lamentable y de pretensión de galante a prospecto de cornuda… ¡Perfecto!... Retrocedió intentando alejarse y no quería mirarla porque sí lo hacía, sólo lo haría para juzgarla. La saliva y la sangre se amotinaban dejando a su corazón bailando descontrolado en el pecho, un dolor real y un ahogo psicosomático, era lo que recibía por sentir una felicidad que no tenía congruencia en su mundo.


Bajó la cabeza derrotada, el romance no estaba aquí…  No en esta casa ni en este cuerpo ni en esos ojos… No para ella ni para sus miedos. Esto era Jenny, y lo peor de todo es que siempre lo había sabido, y lo enfermo era que jamás se propondría cambiarla, así le gustaba… Y esta era la parte de la conciencia que odiaba…  No podía dejar de culparse por llenarse de ilusión con la piel ajena… Definitivamente le quedaba grande tanto cielo y tanto mar a su diminuto mundo… y no conseguía que los sentidos no se durmieran cerca de su tempestad…         


- E- Emma… – agarró su brazo impidiéndole escaparse.   
- No me toques… por favor – La petición de Emma se le clavó en el pecho como un puñal.  Las lágrimas comenzaron a bajar por el rostro a medida que le daba la libertad… no le estaba mirando siquiera para mostrar el enojo o el desprecio.   
- No hagas esto… – Susurró intentando ocultar el llanto y la herida que abría la desconfianza –  Escúchame por favor – Todo tenía una explicación, sabía que Emma le reclamaría la omisión que le había hecho y decidió ser sincera, le diría que tenía miedo de que le dejase antes de empezar   
- Lo siento… ha sido mi culpa… no debí presentarme así – Y se atrevió a mirarla y a responsabilizarse y a soportar – Debí llamar antes… – un paso sin dirección, su parte más humana no le permitía reaccionar con altura…   
- No tienes mi número… Emma – como siempre Emma hablaba rayando el delirio, la incomprensión y la imposibilidad    
- Tienes razón… – no se atrevió a decirle la verdad, no quería pasar más vergüenza ni mostrarse tan débil –  la telepatía o una paloma mensajera me hubieran ahorrado el bochorno – volvió a bajar la cabeza porque sabía que estaba reprochando y aquello no era propio de ella.  
- Por favor… – Se acercó e intentó convencerle con la poca dignidad que le quedaba antes de hacer de rodillas suplicando a sus pies – Puedo explicarlo… sólo tienes que escucharme…  
- No me digas nada… No lo necesito…         


Todo estaba confundido entre las lágrimas y sufrimiento… Entre la sorpresa y el silencio, todo lo amaba se volvía en su contra… Y gota a gota perdía la fuerza para luchar, tragó la falta de fe y no hizo más que rezar por Emma cambiase todas las reglas del juego… El tiempo corría mostrando que nadie, ni el amor más grande, podía escapar a la ley que impartía… él concedía la intimidad y la confidencia, no el sexo, no la piel, no la obsesión por el deseo de lo puro…


Emma volvió a mirarle con toda la decepción que sentía y con la maldita la tranquilidad que siempre hallaba cuando todo era fustigado por la falta de claridad. Le sonrió y generó un amasijo en el vientre y la garganta de Jenny que se desenredaba en más lágrimas, quería insistir, hablar, defenderse pero la voz no salía, no existía bajo la mirada apenada de la mujer que había puesto su mundo al revés. Y una caricia en su mejilla se le ofrecía como el final… Cerró los ojos y tembló porque no podía aceptarlo… Ella no olvidaba las promesas menos las que se hacía a ella misma…                                    


- Jenny? – Emma alejó su mano rápidamente y dio un paso atrás – Oh! No quise interrumpir – de pronto el grandulón estaba en la puerta y metido en medio de algo que no tenía nada que ver con él. Emma le observó de pies a cabeza, este era el tipo de hombre que consumía Jennifer, carilindos y de musculatura proporcionada, igual al que le había roto el labio de un golpe. Volvió a ella, con la mirada, para preguntar ¿Cómo era posible cambiar al canon griego por la intelectual misántropa? Pero Jenny estaba ocupada en sacar cada huella de miseria que destilaban sus ojos… Estaba ocultándose de lo que había edificado con el único silencio que le había entregado si hubiera hablado hubiera pensado dos veces antes de probar la manzana…  
- No interrumpes nada… – Sonrió poniéndose de pie ante el peligro y la indiscreción que rondaba – Sólo vine a devolverle esta botella a Jenny… Me sacó de apuros anoche… – hizo una breve pausa – …en mi cita…  – Lució seca, despreocupada e irrespetuosa al no presentarse – Gracias… – la colocó la botella en frente de Jennifer para que la agarrara y le advirtió con la mirada que la aceptara sin oponerse así podría largarse lo más rápido posible de allí. Eso se lo debía… más algunas cosas que había agregado a la lista a último momento, como respeto y sinceridad, que era lo menos a su entender. 
- Y las flores? – Volvió la vista a él… no preguntaba con insolencia sino más bien con curiosidad y con una sonrisa alegre. Jenny de pronto le miraba y le alzaba la ceja indicando que podía decir lo que quisiese, le desafió a decir la verdad mientras se hacía de la botella.
-  Sabes? No ha resultado bien… – dijo con ironía y en entrando en razón de que los impulsos le habían conducido al único lugar al cual no quería llegar con ella. – Quizás tengas a alguien importante con quien quieras quedar bien – De pronto, la flor perdía significado… Se acercó hasta él y se las ofreció. Y Jenny sólo bajó más la cabeza, todo ocurría a sus espaldas y no quería mirar porque terminaría por gritar que se estaba excediendo con el castigo… aquellas eran sus flores y ella era su cita por mucho que ahora lo negase.     
- Gracias! – le sonrió – Eres la primera chica que me regala flores… – dijo con las mejillas teñidas de carmesí y Emma se extrañó al verlo cohibido. Era un pobre infeliz, igual que ella, enredado en el egoísmo, el sexo y en las aventuras de Jenny. Seguro que él estaba igual de perdido que ella – Gracias…  
- De nada… – dijo sin remordimiento y casi sintiendo lástima de considerarle in idiota en celo.  
- Está en el sillón – la voz opaca de Jenny se hizo presente, esto había llegado lejos y ya no lo soportaba más – Ve a buscarla allí y déjame a solas con ella – Él le hizo una mueca burlesca, a Emma,  sobre el humor de la morena, le guiñó un ojo y terminó por entrar en la casa de nuevo – Donde crees que vas? – la tomó, una vez más, por el brazo cuando intentaba pasar por su lado  obviando todo lo que había sucedido
- ¿Dónde crees tú que debo ir? – Soltó en un gritó la impotencia y se zafó de las manos que la confundían y lastimaban – Ni lo intentes Jennifer… – esta vez, las lágrimas y la inconstancia en la mirada eran suyas – Déjame ir… – rogó porque recordó aquello de la pérdida del orgullo
- No! – logró girarla por completo – debes creerme… – dijo desesperada – No me he acostado con él…
- Yo no… – negó con la cabeza a pesar de mentir  
- Sé que lo piensas – se adelantó – No es así Emma, él es… – se trababa porque esta era la parte importante, y la fisiología le hacía temblar y sonreír por miedo  – él es… Él es mi esposo…
- ¿Qué??? – abrió los ojos y la boca al máximo. Los celos y las preguntas se arremolinaron en su garganta y la última oportunidad se explotó en el aire como una pompa de bajón. Se quedó mirándola fijo, era un perversión y una ingratitud, de su parte, querer acapararlo todo… ¿Es que acaso nada la complacía? ¿Esposo, amante? ¿Amante? Negó con la cabeza lo absurdo y complicado que de repente era todo.   
- Vino por el divorcio – aclaró porque la cara de Emma no era buena señal – Firmamos el lunes y desaparece para siempre – apretó sus brazos al no obtener una reacción – No siento nada por él… – No se animó a decir lo que sentía por ella, no después de contarle la telenovela que era su pasado, la realidad era más difícil de creer que la ficción…
- Lo entiendo… Está bien… Lo entiendo… – Simplemente no entendía… se desprendió de ella con la vista extraviada y parpadeaba por volver violentamente a lo normal y lo escueto que siempre reinaba en su vida… Ya estaba cruzando el cerco de la casa de Jenny, sin rumbo y cansada de no comprender tanto cambio, a paso lento se dirigía en dirección opuesta del sol… Llena del vacío que dejaban los estropicios de la utopía que vivía con ella.    


Se quedó viendo como se alejaba… Y vibraba a cada paso que Emma daba… Pensó la vida en un instante, el amor había tardado una eternidad y lo quería con ella, sin importar lo que costase, lo tendría con ella porque así había llegado y ya nada había por hacer…  En un segundo tenía el cuerpo infecto de adrenalina y un pensamiento fijo en la cabeza, apoyó la botella en el suelo y comenzó a correr, la cerca la cruzó de un salto y corrió, con rapidez, motivada por el terror de perderle… Era la segunda vez que tenía la sensación y la falta de aire le decía que no sería la última… Simplemente no podía dejarle ir… Y si el final no era más que la desdicha de un corazón partido tenía la vida para enmendarle y miles de amantes para olvidarle… 


- Emma… – dijo agitada cuando logró colocarse en frente de ella impidiéndole avanzar. Le miró y las lágrimas le partían el alma, no quería hacerle llorar, quería protegerle, ayudarle y hacerle ver que la decisión era prematura – Dios… 
Avanzó directo a su boca, con locura y sin sentido, la bienvenida de Emma le cargó el estómago de “Quizás” que amenazaban con hacerle llorar de nuevo. No había nada mejor que sus besos y la gentileza con la cual sus manos se apoyaban en su cintura, le traía de la nuca con la intención de fundirse lo más posible en ella… Creyó que un beso no calmaría todo el dolor que le estaba causando y que muy posiblemente enmarañaría más las cosas pero lo necesitaba y no podía evitar desearlo con todo lo que tenía… Aunque todo durase tan sólo un momento…


Emma hundía más sus dedos en su espalda, dolía y hubiera gemido en otra situación, pero aquí, en medio de la calle lo único que estaban haciendo era descargar el fracaso y quizás anunciar la despedida, en público pero siempre escondiéndose… Emma sólo estaba besándole con motivo de arrancarse la piel, el olor y el sabor, todo para después dejarle volar… Mordió sus labios obligándole a la morena a entreabrir la boca para llevarse su aliento y poco a poco, se volvía suave el tacto y la creencia de necesitad… Cortó el beso y se quedó con los labios en su mejilla, respirando, acariciando, sintiendo y soltando, definitivamente, lo que no le pertenecía…


- Lo siento… – Emma se disculpó por el beso, por la falta de sensatez y por lo indiscutible – No volverá a ocurrir… – Jenny abrió sus ojos de a poco y le miró extrañada, ella no se arrepentía de nada. El divorcio era inoportuno pero no dejaba de ser algo bueno. Hacía años que le esperaba… El papel que le daba la libertad que ya poseía, no era más que una firma a la formalidad. La miró pasarse la mano por la boca y limpiarse lo que eran, la saliva y la discontinuidad, dejando impoluta la ética y la moral.     
- Piensas que me debo él, no? – preguntó enfadada. No había cometido ningún crimen, llevaba más de 6 años separa de él – Sin importar si le quiero o no… Sin importar lo que quiero!!! – se alejó y llevó sus manos a la cintura, había gritado y la mandíbula se le trabado – Piensas que debo ser una buena esposa… Que debería haber esperado la sentencia para continuar mi vida – asintió con la cabeza a medida que recordaba en lo que había pensado a la hora que había decidido callar – Dime lo que piensas… Eh!!! – y no pudo evitar zamarrearla un poco, hablar con ella a veces era como hablarle a la pared – Habla de una puta vez!!!  
- Qué importa lo que piense!!! – Bajó el tono de voz, no había razón para gritar  – No soy tu juez… – respiró profundo y terminó por retirar de su pecho, suavemente, las manos de la morena.   
- A mí me importa… Mucho – recalcó la palabra – te lo digo por si no lo has notado y por si pretendes hacerte la desentendida 
- Creo que deberías haberlo dicho antes… Nada más – Entregó un poco de sinceridad 
- ¿Cuándo? – dijo toda irónica – ¿En cuál de las miles de conversaciones que tuvimos? 
- Ahora es mi culpa – se señaló – ahora el problema soy yo y mi falta de comunicación… Quizás no puede hablar mucho pero no soy sorda, sabes?      
- Tenía miedo – voy a acercarse y a gritarle – Estas llena de prejuicios!!! Si te lo hubiera dicho hubieras huido de mí… 
- Exacto!!! Y es justo lo que voy a hacer ahora – estaba a punto de pegar la vuelta…  
- Espera! – volvió a tomarla por el brazo y esta vez con más firmeza que nunca – No me obligues… – susurró
- A qué? – Preguntó retadora 
- Hemos jugado a lo que tú has querido – apretó y sus ojos brillaron peligrosos – Con tus tiempos, con tus manías y dificultades… No me obligues a faltarte el respeto…
- Piensas que no lo has hecho? – preguntó incrédula – Me amenazas después de presentarme a tu marido??? – Señaló en dirección a la casa de Jenny, allí estaba el problema   
- No sabes de lo que soy capaz de hacer para obtener lo que quiero – la miró fijamente y la atrajo hasta su cuerpo. Se quedó cerca de su labios, la intención no era besarla si no recordarle como había comenzado todo entre ellas, lo débil, lo confuso y asfixiante del deseo. Pero Emma no se mostraba aturdida ni con miedo sólo se mostraba distante…              
- Correré con el riesgo… –  se alejó y afirmó porque no había dudas que le estaba declarando la guerra, y no esperaba menos, se estaba negando a una caprichosa – Que tenga buenas noches profesora Hartmann…   
- Después no digas que no te lo advertí – Obviamente no obtuvo respuesta, Emma cambia de acera ignorándole completamente – Mierda!!! – pateó algunas piedrillas que se encontraban allí – De acuerdo – intentó volver la respiración a la normalidad – Así lo ha querido… Profesora Müller…  


- Has visto estos contratos Estefan? – los tiró de mala gana en la mesada de la cocina, justo al lado de donde estaban los vegetales, que el padre de Ben cortaba, para preparar la cena 
- Sí ¿Qué pasa con ellos? – se encogió de hombros no entendiendo el repentino enfado de su esposa
- Has visto quien los firmó? – preguntó haciendo que Estefan cesará toda la actividad
- Bodo… el director de la academia – respondió sin siquiera cerciorarse con los papeles – Quién más sino?
- Y la profesora Müller – Abrió la carpeta para que viera con sus propios ojos de lo que hablaba
- ¿Y? Es sólo una formalidad… La alumna es suya, el contrato lo ha conseguido ella y no lo neguemos, el puesto es un sueño hecho realidad para aquella niña – se dispuso a continuar – Además no es la primera profesora que forma parte de una contratación… 
- Te veo muy tranquilo – lo culpó de inmediato
- Es sábado por la noche querida… creo que me puedo permitir no estar tan paranoico – dijo mientras vertía la segunda copa de vino de la noche y no la última.
- Te dormirás en los laureles si continuas así – censuró la tranquilidad que mostraba mientras bebía 
- Eso no pasará – dijo con supremacía – La academia es mía… – sonrió con malicia
- Quizás se te olvida como fue que lograste comprar la mayor parte de las acciones y cómo fue que no pudiste comparar las restantes – se cruzó de brazos en frente de él y a la espera de su respuesta  
- ¿Y por esa razón debo temerle a una profesora de canto? – Apoyó la copa sobre la mesada con algo de bronca 
- No! Pero debes fijarte en los tratos que hace… Quizás tenga muchos más contactos de los que ha puesto en su perfecto curriculum – terminó por dejarle con la palabra en la boca a su marido.     




Miraba el polvo que se levantaba a su paso. Todo estaba igual, cada árbol, cada piedra y cada casa. Aquí había crecido, alejada de los edificios y del humo de los coches, en un paisaje pintado de verde y adornado de vida. En pleno bosque y al orilla del lago pero sólo a 30 km de la ciudad. Recordó a su padre diciendo que lo único bueno que había hecho el abuelo nazi fue dejarles la casa, y era cierto, todavía podía sentir la tibieza del sol primaveral y la crueldad del frio del invierno como un recuerdo latente de la infancia y adolescencia y de una soledad…


- Hemos llegado Emma… – No había escuchado el ruido del motor apagarse. Estaba absorta con los ojos clavados en los jardines y en esa porción de suelo que tenía plantadas aquellas margaritas. Estaban protegidas por material sintético, su madre tenía pasión por las plantas y las cuidaba de todo, hasta de la naturaleza a la cual le pertenecían. Quizás debía copiar el modelo, guardar “algunas cosas” en una caja de cristal y cuidarlas y no dejar que nadie las pisotee por más que le pertenezcan – Hace cuánto que no venías a casa? – Su hermano preguntó 
- Tres años… – y ahora miraba la fachada rústica y las luces encendidas  
- Mamá debe haber hurgado en todas tus cosas – negó con la cabeza y sonreía 
- Poco me quedaba en este lugar – sonrió con su hermano – gracias por traerme Rolf…
- Para eso estamos los hermanos con coche – Sonrió, él era igual que ella, distante y creedor de que una sonrisa basta para imprimir importancia al querer    
- Debo comprarme uno – aquello era un pensamiento de comodidad muy lejano – Hubiera caminado un km hasta llegar a la entrada 
- Yo lo repararé el día que lo tengas – Le aseguró 
- Claro que sí!... Eres un gran mecánico – Salió del coche y caminó los pasos que la conducían hasta la puerta. 
Antes de tocar la puerta miró el cielo, lo único que no quiso perder del lugar fue el firmamento y la persistencia que poseía, por eso había mandado a construir los ventanales en el techo de su cuarto y por eso en cada cuarto que se alojaba luchaba por poder mirarlo entre tanto cemento. Una tormenta resonaba a lo lejos… ¿Que quieres de mi? Le preguntó en silencio a la oscuridad y al límite de sus sentimientos… al fin y al cabo el cielo era igual en todas partes.
- Hijos… no saben cuánto me alegro de que estén aquí – El padre de Emma los abrazó, a los dos por igual, mostrando su alegría
- Vamos, que sé que lo dices por Emma si yo vengo todos los sábados a cenar – se sacó su abrigo y lo dejó en el perchero 
- Vamos, si sé que vienes por tu mamá… si no pasas el Edipo jamás conseguirás novia – se defendió. Aquello provocó la risa en Emma 
- ¿Dónde está? – preguntó sin hacer mucho caso al comentario de su padre
- En el despacho… Esperándote con los brazos abiertos para llenarte de besos – insistió una vez más con la burla absurda   
- JA-JA-JA Qué gracioso – dijo con disgusto y redoblando el chiste hiriente de su padre – Me voy con ella que al menos no tacha de homosexual mi forma de ser sentimental 
- Eh! Yo no he dicho eso – levantó la voz pero su hijo ya no estaba presente – Emma… Yo… Yo…Yo no he querido decir eso – agachó la cabeza arrepentido – sabes cuál es mi pensamiento sobre el asunto… Yo… Yo…
- Papá… – apoyó la mano en su hombro para tranquilizarle – Él también está bromeando, tranquilo. 
- Dios… No sé qué hacer con él – le comentó mientras le asistía a desabrigarse – Vamos de mal a peor. Si hablamos porque hablamos, si no hablamos porque hablamos… yo
- Quizás… puedas ser menos duro con él – era sólo un pensamiento – Ya sabes, no criticar tanto sus elecciones…
- A todos los he criado igual – no se privó de tocar el rostro de su hija – Y mira lo que son…


Emma inconscientemente se alejó de la mano de su padre, callada y respetuosamente. Su padre le sonrió orgulloso, con ella no había fallado, no podía conquistarle de ninguna manera y jamás había dudado en ponerse en su contra a la hora de defender a sus hermanos. No le extrañaba que hubiera abandonado el hogar siendo tan joven ni que nunca llamara cada vez que estaba en la cuidad… tanta autonomía le había impuesto que nunca dudaba en pelear con él de par a par. A veces extrañaba eso de ser padre, Emma era su única hija mujer y quizás la única persona que le escuchaba cuando hablaba.        


- ¿La Srta. Hartmann? – Cambió de tema antes de ponerse a llorar pidiendo disculpa por sus errores pasados
- Con su marido…  – fue la simple respuesta de su hija. 
- ¡Dios!!! – Exclamó asombrado. Estás cosas se hacían difíciles de comprender a su edad – ¿Dónde quedaron los noviazgos de toda la vida? 
- Lo mismo me pregunto – abrió sus brazos dando a entender que no tenía ni idea de cómo había llegado a esta situación – ¿Es necesidad humana complicarlo todo? – preguntó algo agobiada
- No lo sé… – su padre pasó su brazo por el hombro de Emma y comenzó a introducirla en la casa – Le diremos a tu mamá que no pudo venir… será lo mejor – terminó por sonreír buscando su consentimiento
- Claro… – asintió con la cabeza


La cena ya estaba sobre la mesa y ella sentada a la derecha de su madre que no paraba de hablarle y comentarle miles de cosas. Se sentía un poco extraña entre tanto ruido y parloteo cruzado. Se preguntó cómo demonios era una persona tan callada viniendo de una familia como esta y la respuesta estaba a la izquierda de su madre, su padre se mantenía pensante y alejado de todas las conversaciones… las fuentes con comida pasaban en frente de sus ojos y cada dos por tres le insistían con algo de lo mucho que había preparado su hermano.


- Bueno Emma cuéntanos algo, no? – El Dr. de la familia le incitaba – Eres tú la invitada de honor – sonrió y levantó su copa
- Eh… – limpió su boca con la servilleta buscando algo de tiempo para entablar una conversación normal. Su familia esperaba saber acerca de su vida – Estoy trabajando con Bodo, le recuerdas mamá? 
- Claro, hija… Recuerdo su boca llena de brackets y una cantidad enorme de granos en su cara – todos los presentes echaron a reír con la imagen que tenían de un Bodo adolescente 
- Pues… ahora es todo un hombre – dijo con algo de nostalgia y bebió un sorbo de su copa  
- Me imagino… – respondió su madre – la última vez que le vi tenía 19 años – Emma terminó por agachar la cabeza, quizás este era el tipo de comentarios que quería evitar, algunos reproches que su madre hacía sin pensar  
- Lo siento… – su medre de inmediato se disculpó
- Que pasó Emma? – intervino, de nuevo, Norbert con la intención de pasar por alto aquel pequeño problema familiar. No había que ser demasiado inteligente para notar porque razón Emma callaba la mayor parte del tiempo. Emma le sonrió – No nos dejes con la mitad de la historia…
- Bueno… – raspó la garganta – él es director de una academia, que está en el centro… y bueno él me propuso trabajar allí y yo acepte 
- ¿Y qué haces allí? – Preguntó el mecánico
- Doy clases de canto… a los adolescentes – se quedó a la espera y aquel silencio sepulcral no era más que el remanso de paz antes de la tormenta. Y llegó, después de todas aquellas miradas fijas, las 6 personas que le acompañaban en la mesa explotaron en carcajadas y no pudo hacer más que sonreír sabía lo que todos dirían.
- Profesora? JAJAJA 
- Lo sé… lo sé – soltó los cubiertos y comenzó a asentir con la cabeza – Sé que dije que jamás en mi vida daría clases
- JAJAJA…No dijiste eso – le recordó Norbert – Cómo era? – Codeó al otro hermano y trató de hacer memoria – Ah! Ya sé… Jamás en mi vida caeré en la mediocridad de enseñar… JAJAJA. Quien te ha visto y quién te ve hermanita? 
- Eso no cuenta! – trató de defenderse – tenía 20 años cuando dije aquella tontería… Ahora es…
- Yo estoy muy orgulloso – le aseguró su padre – Siempre es bueno ampliar los horizontes laborales 
- Gracias papá
- Yo no estoy diciendo lo contrario – le guiñó un ojo a su hermana con complicidad – Sólo me estoy riendo de lo contradictorio, como en los viejos tiempos… JAJAJA
- Todavía sigues en la empresa con Dennis? – preguntó su madre de pronto
- Sí por la mañana y por la tarde las clases
- Así que no tienes tiempo para nada… Así dejas morir las plantas – Emma vio como su hermano le hacía un mueca y le afirmaba que de esta no la salvaba ni dios 
- Lo siento es que…
- Ya lo he pensado, anoche, toda la noche – Emma la miró alucinada tampoco era para tanto – Te llevaré cactus… esos no necesitan agua – asintió con la cabeza conforme de haber encontrado la solución al problema
- Ah… – Tres golpes en la puerta interrumpieron la charla
- De seguro es Kerstin – Norbert se levantó de la silla como un relámpago 
- ¿Quién es Kerstin? – Emma preguntó abiertamente
- La novia del mes… – le respondió el mecánico con cierto disgusto – No sé en donde las consigue… – Emma ya estaba sonriendo de nuevo, estos dos hermanos eran como el agua y el aceite
- A mi me parece genial – Acotó el menor de todos, Emma le miró sólo tenía 16 años     
- Rolf te he dicho que no hables así de las amigas de tu hermano – El padre lo regañó
- Mi hermano es un promiscuo… igual que las chicas que trae a casa... es hora de que lo aceptes… No se quedará con ninguna de ella…
- Eso no lo sabes…
- Shh… – La madre pedía silencio parecía que se olvidaban que la chica estaba a unos cuantos pasos 


- Nop! – la voz de Norbert llamaba la atención de todos – Esta morena no viene a buscarme a mi…


Emma dejó de sonreír al instante y sabía que la boca se le abría poco a poco. ¡Qué descarada! Fue lo primero que se pasó por la mente al verla parada al lado de su hermano, sonriente, ingenua y con la botella de vino preferida de su madre, que era la misma que había dejado en su casa después de encontrarse con el “marido”. ¡Suficiente! La cabeza le gritó de pronto y su mejor cara de irritación a parecía sin poder disimular más, clavó la mirada en ella y se puso de pie lentamente…


- Emma… – la voz de su madre interrumpía su propósito – ofrécele asiento – la miró alucinada ¿Asiento? ¿Justo ahora que no se merecía más que una patada en el culo?. Miró a su padre y al instante leyó en sus ojos, que nuevamente, era lo mejor…Soltó un suspiro de resignación lo mejor era no armar un escándalo…


Rodeó la mesa y esa sonrisa burlona que tenía sacaba la peor parte de su persona. Su hermano se había sentado, dejando que ella se encargara de la morena.
- Has perdido la cabeza… – Susurró con bronca y le hizo una seña para que se quitase el abrigo
- Por ti… – dejó el abrigo en sus manos y la locura le llevó a besarla. Allí en frente de toda la familia y alentando a la curiosidad de los 4 hermanos varones de Emma que ya cuchicheaban por lo bajo.


Después del beso no dijo nada, sólo dejó el abrigo en una silla que estaba cerca y pensó que debía matar a Bodo por darle a Jennifer la dirección de sus padres… La tomó del brazo y la dirigió hasta la mesa, con algo de brusquedad apretaba su miembro…


- Familia… – todos tenían una expresión distinta y lo peor de todo es que su madre lucía una sonrisa radiante – Esta es Jennifer Hartmann…


- Es tu novia? – Preguntó el menor...


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Todos estaban expectantes de su respuesta, la comida olvidaba y enfriándose en sus platos, y todos los ojos a la espera de lo más normal que podía tener uno en el mundo: Un acompañante de vida… La miró porque debía decidir y rápido, y era consciente de que no podía hacerlo sola, a pesar del enojo y de la injuria que supuraba mortalidad y chispas que amenazaban con hacerle estallar, ella no sabía aparentar y Jenny tenía la osadía y el talento de un reparto teatral entero. Y allí estaba la mirada con el celeste justo para la resignación, poco a poco dejaba de apretar su brazo y descendía su mano para enredarla en sus dedos…

Miró el remordimiento en los ojos de su padre contrapuesto con la alegría que irradiaban los de su madre… Se preguntó por quien lo hacía y como siempre, le resultaba mucho más fácil mirar en la carencia de los demás y colocó a su madre como la respuesta inminente. Cerró los ojos un instante y preparó el cuerpo y la mente al igual que lo hacía cada vez que se disponía a tocar o a cantar… Esto sería un show, quizás el más grande que daría en su vida, debía amarla y dejarse amar, algo que no había hecho en su vida, así que por ley, algo que no sabía hacer… Y aún así no hallaba razón para gritar…

- Bueno… – miró a su madre y su asentimiento con la cabeza dándole lugar para responder, quién había preguntado era su hermanito pequeño y lo que debía decir iba sobre sexualidad, homosexualidad y un poco de desvarío, para que mentir – Jennifer y yo… – Tres golpes en la puerta nuevamente y salvada por la campana, suspiró tendido… 
- Esa es Kerstin! De seguro… – Su hermano se levantaba escandalosamente a abrir la puerta, dejando a las chicas y al resto esperando por la dramática presentación. – Aquí estamos… – volvía, tomado de la mano, con una preciosa mujer de unos veintitantos – A todos ellos ya los conoces y esta es mi hermana… Emma – La alegría gobernaba el cuerpo  de su hermano y le dibujaba una sonrisa – Te hable de ella, cariño
- Sí, lo recuerdo – Emma y su cuñada, del momento, no se ponían de acuerdo para el beso en la mejilla y el calor crecía de a poco con cada desatino. – Tu labio… – Señaló la zona afectada y el motivo por el cambio de dirección – Norbert dice que eres su hermana preferida – susurró para no herir los sentimientos de ninguno de los presentes
- La verdad es que soy su única hermana – Sonrió y miró a su hermano – Encantada de conocerte y te presento a Jennifer Hartmann – la señaló con la mano
- Hola… – y otros besos a la morena
- Hola… – Jenny se planteó por primera vez que quizás, a lo mejor, había errado enormemente en su plan de conquista y más al ver al hermano de Emma abrazar tan cariñosamente a su chica. Ella no tenía eso con Emma y por como la miraba, echando fuego por los ojos, parecía que no lo tendría jamás en la vida sin importar lo mucho que lo desease, lo mucho que pudiera prometer ni lo mucho que lo necesitaba. Era cierto, había perdido la cabeza y hasta la intención, y el miedo la llevó hacía un último acto de imprudencia que la condenaría, y la ataría por el resto de la noche a su mano – La novia de Emma… – La naturaleza del habla dotó de complicidad y sentimiento al simple enlace que la unía a ella. Y escuchó, a lo lejos, como Emma tragaba lentamente…
- Ah!.. – Exclamó sorprendida Kerstin, ahora tomaba forma la escena que estaba viviendo, las había encontrado de pie al final de la mesa y seguramente a punto de anunciar algo importante dado a que toda la familia estaba estática – Eso no lo sabía… Siento la interrupción   
- Ni tu ni ninguno de todos nosotros… – Norbert acotó –  Mírate!  Ya estás toda ruborizada…– Dio un pequeño golpe en el hombro de Emma. Jenny la miró porque había sentido el triunfo al ver la pequeña sonrisa de la madre pero esto no tenía comparación. Emma estaba llegando a un escarlata furioso, apretaba su mano con fuerza y luchaba por llevar aire a sus pulmones. El gesto era de sufrimiento, la boca a medio abrir e intentando una sonrisa, y el delirio por tenerle no le dejaba ver la timidez que ella no sentía – No eres nada tonta para elegir hermanita, eh – Un guiñó de ojo que se le antojaba alentador a la morena. Y las risas y el cuchicheo comenzaron otra vez
- Norbert… deja de poner en situación a tu hermana – pidió el padre al ver a su hija con la cabeza gacha y sufriendo una vergüenza que no le correspondía
- Es un halago papá… – explicó cansado de las censuras absurdas y el patriarca de la casa sólo apretó los dientes y su servilleta en un puño – Tienes una novia preciosa Emma… – le palmeó la espalda, y él y su chica fueron a tomar asiento.

Emma intentó contestar como era debido pero estaba demasiado incomoda viviendo una vida que no era la suya y agarrada de la mano de una mujer que tampoco era suya. ¿A dónde quedaba todo aquello en lo que creía? ¿Todo lo que la regía? ¿Qué ganaría con este ridículo circo? Todavía estaba  a tiempo, la verdad jamás era disparatada… Y esta vez clavó la mirada en Jennifer  que le correspondía sonriente, tal cual novia, y dispuesta a hacerle borrar la línea que separaba lo que era ficticio de lo que era real… No podía decirle nada, no en enfrente de todos, así que en silencio la estaba odiando… o amando… todo dependía de la perspectiva con la cual se lo mirara.               
      
-Ehhh… Bueno… – No podía evitar mirar esa sonrisa con regocijo y preguntarse cuántas veces había hecho esto, con cuántos falsos novios y con cuantas familias verdaderas. Una repugnancia nacía del pensamiento y sabía lo que era, estaba dejando que hiciese con ella lo que le venía en gana… Se odio por débil, por diplomática y por lo inhumana ¿Qué seguía? ¿Toda una vida inventada y los domingos de almuerzo familiar? Aun así la mirada espesa y controladora de su madre se le clavaba en la moral y ella misma le había ensañado, que algunas veces es preferible la sonrisa a la verdad – Esta es Jennifer Hartmann mi… no… no…via – Esperó las vitoreas de sus hermanos y las sonrisas burlonas… Tenía que ser así, quizás ella estaba en plena revolución y rogando porque un tornado arrancase el techo de la casa para no ser el único motivo de diversión pero eso era poco probable, tan poco probable como que sus hermanos cambiasen su actitud alegre e infantil…  
- Creo que le gusto a tus hermanos – Jenny aprovechó el alboroto para susurrar a su oído
- Quizás no piensen lo mismo después que le digamos que estás casada… – con eso bastó para dejarla de piedra y con la boca abierta. Fue hiriente y tenía motivos, en este momento no era más que una mujer despechada con la inteligencia nublada
- Quizás piensen los opuesto cuando les digamos lo que me haces sentir – Redobló la apuesta manteniendo su mundo de beligerancia, peleaban. Pelearon cuando se conocieron y pelearían cada vez que el destino intentase decidir por ellas     
- Sentir? – preguntó con asco y bronca – Yo no sé lo que es eso… Así que sólo sonríe por favor… – La miró un instante advirtiendo lo fina que tenía la paciencia, lo peligroso de sus palabras y lo “enfermo” que tenía el corazón y la cabeza. Después del pequeño baile de sillas para la reordenación de la mesa, avanzaron hasta los lugares vacíos – Rolf… – Comenzó la formal presentación… El mecánico sólo asintió con la cabeza para después agacharla, todavía no olvidaba el incidente ocurrido en su taller – Este Mark, el gastrónomo de la familia – Le señaló para que Jenny le identificara
- Un placer… – respondió sonriente la morena  
- Todavía no acabo mis estudios… así que gastrónomo todavía no soy – Le fue fácil acertar la cantidad de modestia que todos tenían, los Müller eran unos muy distintos de los otros pero, aparte de la modestia, todos convergían en la cordialidad, el respeto y bondad. Pensó hubiera sido agradable crecer en un hogar así o simplemente tener a alguien que le dijese: “No, es suficiente”, a lo mejor ahora no tendría “ciertos problemas”        
- Y este es Hans, el más pequeño de los Müller
- Hola… cómo estás? – Jenny le sonrió y le guiñó un ojo. Trabajaba con adolescente día a día y era sabedora de lo que provocaba en los niños que una mujer los tratase como hombres… Idolatría 
- Ho… ho… hola – respondió con cara bobalicona el pequeño – Me siento bien…  Genial… – Emma rodó los ojos,  Jenny ya se había ganado la revolución hormonal del más pequeño  
- Me alegro – dijo en una mueca inocente y falsamente disculpándose por lo que había provocado
- Tendrás que esperar a que te salgan pelos en el pecho para tener una igual – Todos los hermanos de Emma se echaron a reír al instante. Las chicas y los padres de Emma, por el contrario, se mantenían serios y casi reprochando la actitud inmadura
- Norbert, por dios!!! Deja a tu hermano en paz – nuevamente, el padre volvía a imponer el orden – No me hagas contarle a tu novia que tomaste biberón hasta los 8 años – Todos volvieron a reír y Kerstin incluida.
- Eso no es cierto!!!    
- Y mis padres… – Emma se apresuró a decir antes de que se desencadenara una pelea…         
- No nos hemos presentado debidamente – la madre se puso de pie y alargó su mano a la morena – Anne, la madre de Emma – Jenny la observó atentamente, estaba bastante distinta a la noche anterior, ahora sencillamente era un ama de casa y sin embargo no dejaba de resultarle una persona intrigante, llena de misterios y de grises, bien a juego con las fotografías en blanco y negro que colgaban de las paredes y con cada línea de expresión que surcaba su rostro     
- Jennifer… – se enganchó a su mano y al instante lo sintió, sintió el calor de la predisposición – Encantada…       
- Así que tu eres quien ha hecho que mi hija desembale la tv y se olvidara de apagarla?  – le preguntó sonriente
- Culpable – respondió astuta, llevándose la mano libre al pecho y entendiendo que a esta mujer no le gustaban, para nada, las etiquetas. Mejor así, asemejaría rápido su idea de algo tan fuerte capaz de romper todas las nociones culturales impuestas…  y sus ansias de vivir y sentir a cualquier costo.          
 - Con eso me alcanza… y le ahorraremos un poco de calor a Emma – apretaba su mano con fuerza y confianza – Al menos por ahora… – dijo picara
- De acuerdo… – Una corta mirada a Emma que desabotona un poco su camisa y de vuelta a sonreírle a la persona que sería su aliada de la noche – Buenas noches Sr. Müller – Para él tenía una sonrisa especial que se apagaba poco a poco con esa mirada reprochadora… Los gritos de la madre de Emma llegaron a su cabeza y recordó que no era padre si no amigo… de seguro lo sabía. Pero era ignorante de su intención y era padre, sin importar cuán amigo fuese, así que de cualquier manera la vería como un depredador despiadado.            
- Buenas Noches… –  El apretón trasmitía desconfianza sin dejar de ser cordial y aun así sonrió todo lo que pudo, él estaba mintiendo igual que ella y una mentira era mentira, aquí no estaban en juego las intencionalidades   
- Toma asiento por favor… – Emma susurró a su oído cortando lo glaciar del encuentro con el suegro. La trató como lo que pretendía ser, le cedió el lugar contiguo a su madre y le asistió mientras se sentaba.

No había habido grandes sobre saltos, las preguntas por el momento eran comunes y cortas, trabajo, edad, lugar de nacimiento y todo se debía a lo exquisito de la comida, que a más de uno le tenía la boca ocupada, pero no a Emma. Emma no había probado bocado ni emitido sonido desde su llegada y a cambio se había bebido dos copas de vino al hilo. Sabía que le estaba asfixiando y como siempre obligándola a caminar sobre la cornisa, supuso que también debía cuidarla de su amor…

¿Cómo se suponía que lo lograría? ¿Cómo le haces para esperar a alguien que nunca deja de correr? Lo sabía, en el fondo siempre lo había sabido… Contó tiempo y resto anhelos y el resultado le daba “espacio”, no podía aliviarle así que solo quedaba una cosa por hacer. Norbert hablaba sobre política y su situación laboral. Nada en este mundo le podía importar menos y sólo miraba la mano de que descansaba rígida sobre el mantel. Vio que estaba a punto de levantarla nuevamente para alcanzar la copa cuando decidió que era suficiente…

Emma la miró extrañada y con algo de temor, pero esos dedos se apoyaban con tanto cuidado sobre la piel de su mano que intuyó que no la estaban deteniendo si no “sujetando”… Leyó el “lo siento” en sus labios y después la caricia le ataba un nudo en la garganta así que sólo sonrió porque si no lo hacía lloraría… evacuando todo lo que no entendía y lo que no quería entender, y lo innegable, lo único verdadero, le hizo separar los dedos y apretar fuerte los de la morena entre los suyos… Un instante, una pausa… sólo para después retirar lentamente su mano y alcanzar lo sensual de su copa… 

Desde cerca la madre observaba todo mientras comía… Entendió que podía ser reciente, o tan fuerte que le hacía temblar, o que Emma como siempre estaba resistiendo. Miró a su marido de soslayo, Emma era la versión mejorada de él… Rápido recordó lo enamorada que estaba a pesar de los años y que algunas noches tenía la sensación de compartir la cama con un extraño pero por las mañanas él traía el desayuno y a la persona que más amaba en una bandeja. Sonrió, la niña coqueta no tenía ni idea de lo que le esperaba…

- Tienen una casa preciosa – tapó su boca y el dolor que le provocaba el rechazo y sin embargo no dejaba de sonreír.
- El abuelo nazi… – respondieron los hermanos al unísono
- Un poco más de respeto a mi difunto padre – regañó al instante la madre – Era de mi padre, querida… Él estuvo equivocado y murió con un pensamiento equivocado – se encogió de hombros no pudiendo explicar la conducta brutal de su progenitor – Gracias a Dios le vi una sola vez en mi vida… – Jenny vio como su esposo, de pronto, le tomaba la mano. No recordaba a ninguna persona mayor en Alemania que no se entristeciera con el pasado así que guardo silencio y respeto – Nadie quería la casa, ni mis tíos ni mis primos cercanos o lejanos… Y Emma ya venía en camino – inevitablemente volvía a sonreír y aquel bache era dejado atrás – Eso fue en al año 84, Emma tiene 27 así que tiene que haber sido en el 84, no? – hacía algunos cálculos mentales
- Porque no lo calculas con tus años mamá? – Todos rieron nuevamente, Norbert traía una amenidad que era necesaria
- Porque mujeres como yo no tenemos edad – Dijo con coquetería – y porque no terminaría la resta en mi vida…
- Jajaja – todos volvían al reír al instante
- La cuestión es que me dije: ¿Qué más da? Es un lugar genial para criar un hijo – palmeó la mano de Jenny llamando su atención – porque no supe el sexo de Emma hasta que nació, claro – Levantó su dedo
- Ni tampoco sabías que tendrías tantos hijos, no? – Volvió a meter bocadillo su hijo
- Lo que no sabía es que el segundo de mis hijos vendría tan bobo, querida – Y una vez más volvían a reír. – Y tú, querida, tienes hermanos? 
- Oh… no. Soy hija única – sonrió y volvió a concentrarse en su plato. Estaba a un paso de distancia de decir soy la mimada, la caprichosa, la que no sabe compartir.
- Me hubiera gustado ser hijo único… – dijo de pronto el cocinero llamando la atención de todos sus hermanos – ¿Qué? – Se encogió de hombros ante las caras de desagrado – Hubiera tenido el cuarto sólo para mí y la cocina limpia en todo momento…
- Pues… ahora que lo dices… a mí también me hubiera gustado – El mecánico hablaba esta vez y Jenny sonrió porque sabía que solo lo decían para levantar su ánimo y para recordarle que no había nada de malo en ser hijo único
- Para tener a mamá para ti sólo? – Norbert volvía con sus característicos comentarios a provocar la risa
- No! – respondió algo enojado mientras le tiraba la servilleta – Primero para que tú no existieras y segundo para hacer del cuarto de Emma mi taller y así no pagar la renta del local… lo siento hermanita…
- A mí sólo me hubiera gustado tener más juguetes y menos brutos que me los destrozaran –Norbert miró a Rolf con cierto reproche de infancia
- Un coche! – dijo el más pequeño llevando sus dos manos a la mesa – Si estos no existieran – le hablaba a su padre mientras los señalaba a todos – tendrías más dinero y podrías comprármelo
- Todavía no puedes limpiarte bien la boca – le señaló un resto de comida que tenía en la comisura – y quieres un choche? Por dios lo que hay que escuchar – dijo indignado a su esposa
- Si no me compras tú, trabajaré y lo tendré por mi propia cuenta – dijo arrogante
- Eso es lo que debes hacer… Crecer, trabajar y comprarte tus propias cosas. Se llama independencia, hijo – asintió con la cabeza y volvió a la comida dando el tema por terminado  
- Ja! Todavía lloras a Emma por los rincones...
- Hans!!! – la madre se levantó como si su silla, de pronto, le quemara. Y el padre sólo cerró los ojos y ni siquiera le miró. Emma agachó la cabeza y arrugó los labios en una mueca de tristeza, tarde o temprano tenía que pasar y ahora sus padres a renegar de la libertad, una vez más… Era un simple error, solo unas cuantas palabras demás que su madre jamás en la vida olvidaría – Vete a tu cuarto… – señaló la escalera
- Mamá yo… – debatía su mirada entre su hermana y su padre
- Vete a tu cuarto!!! Ahora!!! – El grito hizo temblar a Jenny, que estaba a su lado, y después de eso sólo se escucharon los pasos apresurados por la escalera – Lo siento chicos… se suponía que no debía ser así – se disculpó mientras volvía a sentarse
- Está en plena adolescencia mamá – dijo Norbert con seriedad – no deberías tenérselo en cuenta
- Mañana lo pensaré con calma – le aseguró mientras acomodaba su cabello – Emma que no te afecte…
- Sabes que es lo que necesita? Unas buenas nalgadas – Mark, le hablaba convencido a su padre – Unas buenas nalgas bien puestas en el trasero… Porque él no puede hacer esto, no puede poner a Emma en esta situación… Hace años que no viene a casa y mira cómo se comporta…
- No ha sido contra Emma… sólo está disgustado porque no le compran el coche, nada más – Rolf salía a su defensa
- Sí… pero él debería haber actuado
- Están haciendo lo mismo… – Jenny escuchó, por lo bajo, al padre de Emma. Y eso no era nada bueno – Están haciendo lo mismo… – repitió, pero todos estaban tan concentrados en la discusión que se había armado a la otra punta de la mesa que no escuchaban – Todos están haciendo lo mismo, en este preciso momento!!! – Otra vez, ese silencio y los ojos puestos sobre la invitada de honor. Los rostros cambiaban uno a uno a medida que caían en la cuenta
- Oh Emma… – alguien intentó disculparse y Emma intentaba insensibilizarse y volvía a recargar su copa. Jenny sintió tanta pena por ella y entendió que nadie comería ese plato lleno de reproches que le habían servido por cena… en un instante todo había cambiado… la libre expresión se convirtió en su cruz y la alegría en los clavos. No dejaba de sorprenderle  la entereza que seguía mostrando Emma, vio como, después de apoyar la copa, alejaba su plato, cruzaba sus manos sobre la mesa. Pensó que ya lo había decidido, lo debatiría con ellos o los mandaría a la mierda…             
- Emma… – colocó su mano en su rodilla haciendo que la mirase. Y esa palabra que estaba a punto de salir por su boca se perdió en la espiración que provocó la interrupción  – no has dicho si te hubiera gustado ser hija única o no? No por desmerecer la opinión de nadie – se atajó de antemano – pero la tuya es importante… para mi… – Era lo único que podía hacer, sin insultarles o sin derramar el contenido de su copa encima de alguien, para sacarla de semejante compromiso
- Ehhh… – la miraba contrariada pero alegre de que, una vez más, la morena volviese a “sujetarla”. Estaba tocando fondo y a punto de exponer su pensamiento, algo que nunca hacía en frente de la familia sólo por no herirles. – La verdad, es que no… no me hubiera gustado ser única… yo siempre salí beneficiada de alguna forma u otra – se encandiló con sus ojos azules y comenzó su paseo en la memoria – Norbert rompió mi violín cuando tenía 7 años…
- Oh por dios!!! Cómo es posible que lo recuerdes? – preguntó su hermano extrañado
- Cómo olvidarlo? – preguntó abriendo sus brazos – Si gracias a eso mamá me dio su viejo violín… Es el que utilizo ahora – le comentó a la morena – a mis 20 lo mandé a restaurar. Rolf… – estaba a punto de continuar
- Jajaja – el susodicho ya reía – Sí, lo recuerdo… Te fracturé dos falanges del dedo mayor
- Me dijiste que te habías caído en la calle Emma – su madre reprochó la mentira y es que otra cosa no podía hacer, sus hijos estaban ante todo. Pero terminó por reír, todos estaban riendo, hasta su esposo – Porque tropezaste con una piedra...
- Estábamos desarmando el motor de la camioneta del vecino – Ponía, a Jenny, al tanto – Y bueno, venció el soporte y mi dedo quedó debajo – le acercó la mano para que viera la desdibujada cicatriz – Lloré muchísimo de dolor y lo mejor fue que Rolf no me dejó sola y lloró codo a codo conmigo
- Tú también te machucaste el dedo? – preguntó curiosa la morena
- No – se llevó las manos a la boca – sólo estaba aterrorizado por la paliza que me esperaba en casa… Tenía que volver y decir que había dejado a la violinista sin futuro…
- Había una nota que nunca alcanzaba… Dedicaba horas insistiendo en algo que parecía imposible – nostálgicamente acarició su dedo – Rehabilitación y comenzó a funcionar de maravilla y la nota difícil fue historia…
- No recuerdo haberte hecho nada. No rompí ninguna de tus pertenencias ni te mutile ningún miembro… Así que estoy limpio – levantó sus manos para mostrarlas limpias e inocentes
- Tú…  – Emma sintió la necesidad de hablar un poco más, a él le debía algo muy importante – las únicas 5 recetas que sé me las enseñaste tú…
- Eso no hace una diferencia… Me atrevo a decir que no es un mal, no?
- Sí – afirmó pero no supo bien como continuar – Cociné para ella… – sonrió mientras la señalaba y no podía decir que esa fue la última noche que la había tenido entre los brazos, que era el tiempo más largo y el más corto que había pasado a su lado y que no había parado de juguetear con ella en su cocina   
- Y me debo hacer cargo de la indigestión que le provocaste a tu novia? – preguntó divertido 
- No… – intervino la morena – Esa noche… – tocó sus labios sin poder ocultar lo que sentía – la comida estuvo maravillosa…
- Awww! Qué romántico – El mecánico llevaba la mano a su pecho para figurar la profundidad
- Pues no… – volvió a insistir cortando las pavadas sentimentalistas – No me hubiera gustado ser hija única… Hubiera sido – pensó que decir – caprichosa… soberbia… presumida
- Oye! – instintivamente estaba por refutar. Pero las risas le confirmaba la broma y la sonrisa de Emma le decía que a lo mejor no estaba todo perdido – Menos mas no soy nada de eso – bebió y dejó que todos rieran en paz
- Oh… Se me olvidaba el postre – dijo la madre – Emma, me ayudas?
- Sí… claro mamá – Se tomo un momento para el coraje y para retirar la mano que todavía descansaba en su rodilla – me disculpas? – susurró al oído de la morena
- Claro… Aquí espero – Simplemente no le apetecía estar en otro lugar                                                                                                                                            
                            
Suspiró profundo a medida que avanzaba por el pasillo, esta era la excusa perfecta para la charla con su madre, servir el maldito postre. Y obvio, ya todo era en vano, nada de lo que dijese cambiaría la percepción del hábil ojo de su madre, a pesar que la mentira era la formalidad con la cual se habían presentado… después de eso todo era real, caótico e inentendible pero real…Y allí estaba su madre, investigando de qué lado podía atacar a la tarta para racionarla correctamente y parecía no encontrar el ángulo correcto quizás porque era redonda… tocaba el violín como los dioses pero una simple tarta la vencía y la frustraba de sobremanera

- Pon la cafetera y yo me ocupo de eso… – señaló la tarta con el dedo y le sonrió. 
- No se lo cuentes a tu hermano – pidió su ayuda mientras se dejaba caer sobre la mesada rendida – todavía cuenta ese chiste estúpido de que aprendió a cocinar por selección natural… 
- No le cuentes a Jenny que salí corriendo desnuda en mi fiesta de cumpleaños – sólo lo dijo por escucharla reír. La cocina no era igual sin el sonido de su risa, sin sus gritos y sin el sonido de su caminar. Y de vuelta todo ese querer, que no sabía cómo demostrar, volvía a colocarla en primer lugar pero intuía que una vez más le volvería a partir el corazón           
- Jajaja… Emma sólo tenías 6 añitos… No debes avergonzarte por eso…
- Sé que tienes planeado contárselo… sólo estás esperando el momento oportuno – con la pala servía las porciones en los platillos 
- Es parte de mi rol como madre – dijo mientras preparaba todas las tasas
- Poner el ridículo a los hijos? – levantó la ceja a pesar de no mirarla
- No… averiguar si la nuera vale la pena – se cruzó de brazos a la espera de la reacción de su hija. Si la chica anoréxica importaba algo Emma haría la pregunta de rigor 
- Te agrada? – Clavó los ojos en ella deseando silenciosamente su aprobación   
- Te agrada a ti? – Esa era la cuestión y todo lo demás, estaba demás.     
- Mucho… – admitió sin dudarlo y provocando un leve sonrisa en el rostro expresivo de su madre
- Entonces? – levantó sus manos para indicar que no entendía cual era el problema
- No me creo que no le encuentres defectos – Habían sido 18 años de vivir bajo el mismo techo e irremediablemente se conocían demasiado
- No crees en muchas cosas hija – dijo con tristeza pero evitando caer en la discusión que se avecinaba 
- Creo en tu palabra… – necesitaba escucharla porque sabía que ella nunca le mentiría, quizás por eso le quería tan desmesuradamente    
 - Esta bien! – dijo después de pensarlo por un momento – Si es lo que quieres… – dejó de servir las tasas – Es adinerada… – se señaló el cuello haciendo referencia al colgante que poseía la morena – Muy adinerada…  
- Y muy caprichosa – Emma aportó más información negativa
- Vanidosa a pesar de negarlo – dijo sin preámbulos – New york está pasado de moda… – hizo alusión a una frase que la morena había dicho en la mesa y Emma tuvo ganas de reír porque le había salido genial      
- Y excesiva… – lo decía sin escrúpulos porque sabía que no causaría ni lo más mínimo en su madre. Ella también había crecido entre el dinero, la elegancia y el poder con la única diferencia de que lo había dejado todo en el momento que se cruzó con su padre. Le encanta la historia y ver la expresión envanecida de su madre al contarla su sueño hecho realidad de princesa y plebeyo.      
- Se me olvidaban los champagne franceses de Louis Roederer Brut Cristal… Es hermosa la sensación de saciar la sed con 400 euros, he bebido de eso…
- Lo sé… Por eso mismo te estoy preguntando  
- Sé lo que estás haciendo, yo te parí…  – se acercó lentamente a ella – Tú no le encuentras ningún defecto así que prefieres que los marque por ti… Tienes serios problemas Emma – le aseguró e intentó seguir con su tarea pero le fue imposible no advertirle – No lo haré… Por dos razones, la primera es que no me parece una mala chica, quizás le falte peso para mi gusto – admitió – y la segunda es que será tu mujer no la mía…  Además siempre has decidido sola…          
- No estoy con en condiciones de decidir nada! – Levantó la voz y los ojos rápidamente se le llenaron de lágrimas porque no era la primera vez que escuchaba esas reprendas – Hace semanas que no me encuentro, que no sé qué demonios es lo que pasa conmigo – Terminó por susurrar con bronca en vez de gritar y de nuevo volvía a tragar
- Te estás cansando hija y simplemente estás cambiando – clavó la mirada en ella y en lo desesperado de su pose – A todos nos pasa… Ya te ha pasado antes… Mira con Dennis, te cansaste de él y de los predecible que era y el dejaste  – Sonrió porque eso era lo bueno de la vida, se podía elegir cientos de veces, se podía cambiar, redimirse y echarlo a perder todo una vez más… sólo debe uno tener las agallas suficientes para los errores y aciertos así como para la aceptación y el rechazo                  
- Me fui del continente cuando rompí con él! – se mordió los labios y cerró los puños. Esta era su verdad – ¿Qué crees que pasará si no funciona con ella?
- Quizás te vayas a la luna... – levantó una cucharilla sólo para apuntar el techo – y quizás desde allí veas lo inmadura que eres cuando quieres 
- Gracias, mamá – dijo dolida – Me has dado el mejor consejo del mundo…       
- Lo siento – levantó sus gafas y masajeó su entrecejo, los problemas de su hija no eran suyos. – Mira, Emma… Adoraré a esa muchacha – señaló al comedor – como adoré a cualquiera que logre que te quedes cerca… Porque es lo único que quiero… A mi familia completa en la mesa, a tus hermanos hablando hasta por los codos y a ti y a tu padre sonriendo silenciosamente… Porque estoy vieja y es una de las mañas que te vienen con la edad, y no voy a pelear contra lo que me dio la vida porque tendré un final triste y solitario    
- Mamá… No sé si ella pueda soportarlo… ella… 
- Pero ese es mi deseo y no tienes porque hacerlo tuyo… – la interrumpió levantando su mano – Sé que no puedes complacernos a todos… No debes complacernos todos… Pero debes dejar de ser una extraña… hasta para tu novia que tiene pavor de tocarte
- Lo intento… – las lágrimas se escapan silenciosa y pausadamente mientras parpadeaba – Sabes que lo intento…
- Intenta más, Emma… – Pensó que la orden saldría firme pero se mezclaba con el dolor de ver a su niña tan perdida – Intenta más, cariño… Si la muchacha está allí sentada por algo será, no?
- Odia las negativas – intentó bromear y secarse las lágrimas – De seguro eso la trajo hasta aquí… 
- No cabe la posibilidad de que esté enamorada??? – Sonrió irónicamente y levantó su ceja
- Sí… – sonrió con amargura. Si hacía el recuento desde el principio notaba que la morena había puesto muchísimo de su parte
- Entonces intenta relajarte y disfrutar un poco del momento, ah? – Acarició su hombro a pesar de que aquello no era muerte de nadie – Un poco de tu chica y de tu familia – después de aquella bocana vio como asentía silenciosamente… Sabía que seguiría lo que le había dicho al pie de la letra pero sólo por hoy, sólo por esta noche, porque los fantasmas de su hija estaban demasiados vivos como para que pudiera escapar de ellos – Vamos Emma, alegra la cara, que los comensales esperan… 

- Piedra, papel o tijeras! Piedra, papel o tijeras! Piedra, papel o tijeras! Nooooo!!! Jajaja!!! – Emma se preguntó qué demonios era lo que pasaba ahora. Se sorprendió al no ver a la morena en su silla si no dándose abrazos en grupo con sus hermanos y riendo a carcajada limpia. Miró a su padre mientras apoyaba la bandeja en la mesa y este sólo le negaba con la cabeza. ¿Cuánto tiempo había estado en la cocina? ¿Y cómo era posible si cuando se levantó de la mesa el aire se cortaba con un cuchillo?
- Venga morena!!! Tú puedes – El cocinero masajeaba sus hombros y Jenny lateralizaba el cuello como si fuera un boxeador a punto de salir al ring. Tenía seguidores  y todo – No dejes que este zopenco te intimide…
- Quieren hacerle lavar los platos… – su madre susurró a su oído cuando llegó a su lado
- Jajaja… – rió de medio lado. Esta era la última ronda, aquí se definía, y solo quedaban Norbert y ella – No creo que eso pase… – y se quedó mirando atentamente lo que ocurría

Le hizo gracia la cara de concentración que tenía, saltaba a la vista que no estaba dispuesta a perder, y que igual a todas las veces que le había visto jugar, estaba apostando toda la fuerza y el corazón. Costaba de admitir pero eso era una de las cosas que más le gustaba de ella, a pesar de todos los vicios y las vueltas, jamás le daba a nada la espalda. Estaba tan llena de coraje y descaro… de vida y de impetuosidad que lo arrastraba todo, a todos y a ella en particular.

Era hermosa, físicamente hermosa… si tan sólo fuera una cuestión corporal sería menos complicado, pensó y bebió de su copa para no desplomarse de rodillas pidiendo perdón por ser tan idiota y por la falta de fe. Ahora quería hacerle miles de preguntas, ahora, que no podía hablarle, quería sus promesas y toda su locura. Bebió más, porque seguía estando incómoda, con presión sobre los hombros y grilletes en las muñecas. De pronto todo era estorbo, un obstáculo, entre lo que quería, entre lo que podía y entre el instante de infinita ternura que prometían aquellas refinadas manos… sólo quería pensar en nada

No sería eterno pero atesoraría el momento en lo más profundo, en aquello que la despertaba por las noches sudándola y extrañándola, en cada pensamiento y en cada impedimento al tomar su mano. Aquí terminaban los engaños o empezaban… Si ni siquiera estaba enfadada porque se presentara en la casa de sus padres y rogaba por ese trueno que traería la posibilidad de poder descansar a su lado y después intentar terminar el desayuno que siempre se debían…                 

- La puta madre!!! – El grito la devolvió a la realidad y notó que el abrigo y el bolso de la morena seguía en aquella silla cuando deberían estar en el perchero. Norbert agarraba su cabeza mientras la morena saltaba junto a sus otros hermanos – Me cago en la… – Festejó como si fueran a darle una medalla por ganar en aquel estúpido juego pero eran 9 personas en total y eso era mucha vajilla para fregar, más de lo que sus manos y estómago podían soportar. Chocó las manos con todos lo que la habían alentado y un pequeño apretón con su contrincante… hasta que vio que se dirigía, sonriente, hacia el zaguán…

Despacio se acercó a ella y, como siempre, Emma adivinaba sus movimientos y ya la dejaba atrapada por su mirada. Así que se quedó apoyada en un mueble. Había llorado, su comisura palpebral estaba rosada y bañada de brillo – Gané… – la miró de pies a cabeza y en vez de lucir triste o abatida, como hace algunos momentos atrás, se veía demasiado tranquila y alegre
- Ya lo he visto… – le sonrió de una manera muy sutil y la morena conocía el gesto, sabía que quería decirle algo importante
- ¿Qué? – preguntó impaciente
- Nada… – Se hizo la tonta – giró su rostro para ocultar la sonrisa
- ¿Cómo que nada? Sé que quieres decirme algo – señaló su boca dando las razones – Dímelo… por favor – pidió con su mejor cara de niña buena y tocando el borde inferior de su camisa
- Gracias… – Emma tomó su mano y dejó un beso en el dorso.
- No sé porque me agradeces pero… De nada – dijo con simpleza y disfrutando de la caricia que se le entregaba. Miró sus ojos y pensó a lo mejor no había llorado, a que lo mejor sólo era el alcohol que se le estaba subiendo a la cabeza, le estaba haciendo bostezar y dando un poco de valentía –  Quieres que te lleve a casa? – preguntó, de pronto, pensando que todo era una cuestión de sueño
- A casa? – Preguntó extrañada. No era prudente salir con semejante pronóstico climático  
- A la tuya – sonrió nerviosamente. Eso había sonado a proposición, a deseo y a necesidad – y yo después me voy a la mía. No espero nada a cambio, eh… – negó con las manos – No pienses que me he olvidado lo de mi… – “ex esposo”, era lo próximo y sabía que a Emma le caería como una patada al culo. Cerró la boca – No me debes nada… así que no debes hacer…– Emma la miraba de una manera tan penetrante que le perturbaba demasiado – Yo solo…      
- Jenny… lo sé – alargó su mano para alcanzar su mejilla, le vio temblar con anticipación y aun así le tocó. Todo era lento, como sus ojos se cerraban y como los labios se apoyaban en su palma para dejar un tímido beso, esta vez, cauteloso y conforme – Quieres pasar la noche conmigo? – Susurró lo más bajo que podía
- Estás segura?– dijo después de morder su labio inferior para acallar ese “sí” afanoso
- Sí… – y no se privó de pasar el pulgar por sus labios y avanzó un paso en su dirección
- Emma… tus padres – le recordó que no estaban solas y que había demasiada rabia e impotencia entre ellas, cualquier cosa que empezasen no tendría final – después…
- Lo siento… – agachó la cabeza y el estruendo en ese momento hizo retumbar todo el ventanal. El flash sorprendió sus ojos y la moneda dejó de girar. La noche la pasarían aquí.
- Oh Dios!!! – Jenny ya estaba pegada a su pecho así que apoyó las manos en su cintura
- Alguien como tú no puede temerle a una simple tormenta… – susurró a su oído
- No tengo miedo – se despegó de ella – es sólo que me agarró desprevenida, nada más y estas ventanas parecen frágiles – dio un pequeño golpe en el vidrio para comprobar su dureza
- ¿El rayo o el trueno? – preguntó mientras se reía
- ¿Qué? – no entendía cual era la gracia
- Vamos Jenny… – apuró con la mirada – dime que es lo que te asusta
- Nada… te dije que
- Vamos morena… – Norbert aparecía junto a Rolf y cada uno traía llaves en la mano – Debemos poner los coches bajo techo…
- Por qué? – Preguntó aterrorizada
- Por la tormenta, porque va a ser si no? – miró a Emma preguntando silenciosamente que era lo que pasaba – Está todo bien?
- Ve… ahora te alcanzo – sus hermanos salieron y Jenny ya estaba buscando las llaves en su bolso
- Está bien! – suspiró y soltó el manojo en la mano de Emma – a los rayos, me dan pavor… desde que soñé que me caía uno encima – se señalaba el vértice de su cráneo que era por donde había ingresado el rayo en sus sueños. Jenny sentía un escalofrío recorrerle el cuerpo y la rubia reía sin poder evitarlo
- Jajaja… Que sueño más tonto… Jajaja
- No sé ni para que te cuento si te vas a reír… – estaba algo ofendida, un miedo no era cualquier cosa, era una imposibilidad
- Lo siento… es que me ha hecho gracia – la tomó por el rostro y dejó un beso en su mejilla – Voy a… Jenny? – frenó con la mano en el picaportes  – En qué lugar estabas en tu sueño?
- En un sembradío o algo por el estilo… No lo recuerdo bien ¿Por qué lo preguntas?
- Pues… porque ahora estás en una casa y no a la intemperie… y la probabilidad es 1 en millones… así que técnicamente es improbable  que te caiga un rayo encima – lógica, todo era puro calculo aplicado a la física
- Lo sé – contestó sonriente – pero no lo puedo evitar – fregó sus manos nerviosamente. Ya eran demasiadas las cosas que no podía evitar
- Hay cosas que yo tampoco puedo evitar… así que te entiendo…

Cuando llegó a la mesa, se encontró con algo que tampoco podía evitar… El padre de Emma estaba sentado solo y golpeando la cucharilla contra su tasa… Caminó lentamente, con algo de suerte Anne aparecería como por arte de magia pero no… sólo se presentaba un silencio, un frío y una cuchillada por mirada así que se sentó e intentó no respirar. Le había reservado cuidado a la persona equivocada. Él no le sonreía solo la miraba con recelo y apatía…
- Anne y Kerstin? – preguntó por ellas quizás así podía escapar con la escusa estúpida de algún asunto femenino y no importaba si debía lavar la vajilla de un año entero. Y él no respondía… solo la miraba fijamente convirtiendo el silencio en lo más ensordecedor que Jenny había escuchado en la vida.
- A mi hija no le importa que seas una mujer – lo dijo de la manera más inexpresiva del mundo – así que yo tampoco lo tendré en cuenta cuando tenga que protegerla… Lo entiendes?
- Sí.Sí.Sí… – Y como para no entenderlo si más directo y seco no se podía ser. En simples palabras era un: te romperé los huesos si le haces algo a mi niña
- Me alegro… – y volvió a su repiqueteo con la cucharilla
- De qué nos entendamos? – preguntó con ironía, dado a que no era un acuerdo si no una amenaza. Dedujo que los hombres más importantes en la vida de Emma funcionaban como mercenarios y ella era vista como un asaltante
- De que mi hija tenga todo el juicio que a Ud. le falta… Sra.                                             
               
        
        
   
               

      



62 comentarios:

  1. Señor!!!!, qué manera de escribir!!!. Podría leer esta historia indefinidamente (lo siento por la que la escribe, la pobre).

    Es genial, un lujo leer cosas de este nivel en este blog :))

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  2. Coincido contigo zuki, absolutamente genial su forma de meterte en casa palabra!!! Tenemos que proponerle que nos imparta una clase magistral!!!

    Gracias, de nuevo, Memo, no se ni las veces que releo lo que escribes y no se si te pasarás por aqui para ver los comentarios!!

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  3. Exelente sinceramnete escribe fenomenal, hace que parezca real el momento lo escribe con cada detalle que hace que me imagine perfectamente la situacion. bueno que puedo decir como dijo zuki, es un lujo leer cosas de este nivel sin palabras mas que wow y felicitasiones!!!!!

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  4. Este lugar me encanta y claro que leo sus comentarios, como así también algunas historias porque principalmente soy lectora... Y clases??? No creo que las necesiten... Uds ya son escritoras, he leído cosas realmente buenas por aquí...
    Saludos
    Memo

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  5. Wuauuu, sólo decirte que me parece un absoluto honor contar con tu texto por aquí, en mi tienes una de tus fan´s ,sinceramente me tienes impresionada, como mi compañera Zuki dice, me lo acabaré aprendiendo de las veces que lo leo. Gracias nuevamente.

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  6. Memo, como ves, nos tienes a tus pies literarios o, mejor, en tus manos creadoras, jajaja...:P

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  7. porque nos ambadonas asiiiii...no seas mala

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  8. espero que el proximo capitulo lo puedas subir lo màs pronto posible porque esperar tanto me hace volver loca...mis felicitaziones por tu forma de escribir meravillosa.

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  9. POR FAVOR YA NO HAGAS LARGA LA AGONIA.. YA QUEREMOS EL NUEVO CAPITULO

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  10. De verdad, estoy enganchadisima...

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  11. GENIAL CADA VEZ SE PONE MEJOR, PERO POR FAVOR NO TARDES TANTO EN CONTINUAR CON LA HISTORIA MUERO POR SABER QUE VA PASAR..GRAXX Y FELICIDADES

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  12. esta historia nos esta siendo sufrir cada dìa màs por favor sube màs seguido :-(
    Muchas gracias

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  13. por favor no tardes tanto necesito mas soy adicta a fisica quimica y piel

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  14. mooooooy bueno!!!!! me tienen todos los días checkeando el blog!

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  15. genial!!!!!!!!!!! sigueeeeee continua, me encanta!

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  16. Diosssssss estoy cada dia mas intrigada quiero mas por fav no tardes tanto
    escribes genial...besos

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  17. Este fic libera endorfinas a tope... por eso somos unas adictas!!!1 jajaja.

    Muy dulce y muy bonito Memo.

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  18. es verdad me tiene super adicta :D y lo peor no kito la estupida sonrisa al leerlo jajajaja me encanta y espero super ansiosa por el siguiente cap. ke este fue maravilloso ,muchas gracias Memo !!!

    <3<3<3 alpha <3<3<3

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  19. Bueno... Primero gracias por los comentarios y por el aguante, la verdad es que la historia es larga y encima la escritora a veces demora mucho en subir la actualización...jajaja
    Segundo el agradecimiento a las personas de este blog que le dieron un espacio al relato y que también escriben otros relatos, los cuales yo leo...
    Por último decir que es un orgullo saber que agrada y que trae sonrisas a algunas de Uds... Cuando comencé a escribirlo pensé en muchas cosas, algunas buenas otras no tanto, pero jamás me imaginé que llegaría tan lejos ni que sería merecedor de todas las bellas palabras que le dedican...
    Gracias
    Saludos
    Memo

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    1. Yo igual soy toda una adicta y todos entro al blog solo para ver si ya esta el nuevo capitulo que me da alegria ..no tardes por fiss besos

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    2. Por favor, no dejes de escribir...me encantas y me enloqueces...

      MUCHAS GRACIAS!!!

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  20. es fascinante, enhorabuena continua!

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  21. sigo cada ves mas intrigada con esta lectura,,sigue asi pero porfa no tardes tanto me hacs sufrir..felicidades

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  22. hayyyy para cuando la siguiente parte, esta buenisimo!!!, ya me muero de ganas por leer que pasa.

    felicidades, de verdad tus palabras me hacer perder la nocion del tiempo :)

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  23. Memoooo, massss.... ya ya, soy una pesada jajaja.

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    1. Estoy en ello, intentando sacar algo bueno y digno de leer de la cabeza...
      Memo

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    2. No me hagas caso Memo, yo es que soy impaciente desde que naci:)))

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  24. YA ME LO LEI COMPLETO OTRA VEZ :D Y ME ENCANTA !!!! AMO ESTA HISTORIA Y ESPERO ANSIOSA EL PROXIMO CAPI... AWWW ME PREGUNTO KE HARIA EMMA CON EL PAÑUELO DE JENNY?? Y KE TENDRA EMMA EN LA UNICA HABITACION KE NO CONOCE JENNY?? UN PAR DE INCOGNITAS KE ME GUSTARIA SABER MEMO :) BUENO ME DESPIDO UN SALUDO DESDE MEXICO ;)

    <3<3<3 alpha <3<3<3

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    1. Me encantaría contarte pero creo que no tendría gracia, cuando lo leas en el relato no te sorprenderá... Hay muchas cosas que no se saben de Emma y que por supuesto se sabrán a medida que avancemos en la historia... No sé si lo has notado pero a Emma la definen siempre los pensamientos de otros personajes, poco ha dicho ella sobre su persona y sobre su vida. Seguramente Jenny planea algo para descubrir qué hay detrás de toda la perfección que muestra...
      Saludos
      Memo

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    2. gracias Memo !!! y wooow con el nuevo capitulo :o ke kasi me dio takikardia me a encantado .. en serio ke bien escribes y sabes no me importa esperar una semana por el siguiente capi. ke la espera vale mucho la pena :D ... muchas gracias !!!! ;)

      <3<3<3 alpha <3<3<3

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  25. Claro Memo, Jenny planea enamorarla para descubrirla jajajaj.... llevas el relato de una forma genial, que manera de ir acoplando esos extremos, si es que se han acoplado que lo dudo aún, les cuesta... Felicidades!

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  26. Genial Memo,¿lo bueno? lo que escribes y como lo escribes, ¿lo malo? lo que tardas en publicar, que nos llevas ventaja porque sabes como va, jajaja, de todas todas muchas gracias

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  27. Geneial Memo me ha gustado tanto este capitulo que me lo he leido tres veces ya, creo que lo volvere hacer de nuevo, no se porque pero es el mas bonito y especial, muchas gracias, porfi no te demores mucho que estoy ansiosa por ver como sigue estoy en un sin vivir, pienso que ya empieza aclararse la historia y ya Jenny esta enamorada ira a por todas con Emma, bieeeeeeen

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    1. Es verdad, Jenny está enamoraita, pero con su pasado, lo buena actriz que es y lo niñata...a Emma le va a costar confiar en ella; a ver a ver como se va resolviendo todo...:))))

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  28. BUENISIMO UNA VEZ MAS EL CAPITULO PERO POR FAVOR NO TARDES TANTO ME MUERO DE ANSIAS POR SABER QUE LE PASO A EMMA,,
    POR LO DEMAS GENIAL BESOS DESDE MEXICO..

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  29. BUENISIMO UNA VEZ MAS SOLO ENTRO A ESTA PAGINA PARA VER SI YA ESTA EL NUEVO CAPITULO ESCRIBES COMO LOS DIOSES, SOLO POR FAVOR NO PROLONGES MUCHO LA AGONIA DE LEERTE.. SALUDOS DESDE MEXICO. MUAK

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  30. jajajaja que bueno, menudo chasco los padres de Emma aparecen, menos mal porque en la serie ni los vimos; pena que nadie se atreva a hacer una serie con tu texto Memo, muchoooo mejor!!:)))

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  31. ajajjajaja falla forma de presentar a los futuros suegros.... estuvo genial el capitulo

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  32. jajajajaja muy bueno!!!!!!!!!!!

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  33. me dejaron en total suspenso .......

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  34. Díganme si no es para enamorarse de Emma… toda, ahí, dulce y dubitativa peor que un adolescente… Jajaja.
    Perdón por la demora tenía que estudiar…
    Saludos...
    Memo...

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  35. me encanta sigue!!!!!!!!!!

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  36. Simplemente decir que esta historia me la he leído por lo menos unas 100 veces y cada vez que la vuelvo a leer reacciono como la si fuese la primera vez que lo leo, me siento... no hay palabras para describirlo, me siento tan bien, no se...
    Decir que claramente tienes un DON, con todas sus letras!!
    Bueno espero ansiosa el siguiente capitulo
    Besos y sigue así, que lo petas!!

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    1. Muchísimas gracias por tus palabras... Pero, bueno quizás te rías, no tengo idea que es lo que significa: "que lo petas". Nunca en mi vida escuché la expresión y me ha entrado mucha curiosidad...
      Me ayudarías mucho si me lo explicas...
      Saludos...
      Memo...

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    2. Faltaría más!! La expresión "lo petas" es como decir que has estado genial, vamos, que nos has dejado sin habla!
      Espero haberte ayudado con la explicación!
      Besos!!!
      Tania :)

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  37. Que chasco se ha llevado Emma, no deja a Jenny ni explicarse y anda que la morena va a por todas jajajajja... Memo no se ya el tiempo que llevas con el fic y cada vez nos gusta mas y mas... cuando decidas terminarlo acabarás con todas nosotras jajajajaj

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    1. Pues estamos iguales… Yo tampoco recuerdo cuando comenzamos con esto… pero como siempre decir que es un placer para mí divertirles aunque sea unos minutitos…jajaja.

      Memo

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  38. POR FAVOR SIGUE ASI Y NO DEJES NUNCA DE ESCRIBIR ERES GENIAL MEMO TE AMO

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  39. Memo, tengo que decirte que este es uno de los mejores fics de jemma que he leído. Me encanta por la manera en la que escribes, por la historia y por muchas otras cosas. Sigue escribiendo así.
    Atte.
    Jezabel

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  40. UNA VEZ MAS GENIAL ESTUPENDO NUNCA ME CANSARE DE LEER ESTE FICS DE JEMMA CADA DIA ME ENCANTA MAS BESOS MEMO

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  41. MEMO NO ME ABANDONES ASI ME MUERO POR SABER QUE PASA CON LUCY Y EMMA POR FAVOR CORTA MI AGONIA,, BESOTES

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  42. Hola MEMO la verdad me encanto estoy anciosa por que subas un nuevo capitulo pero un consejo no te lo tomes amal pero deberias de separar un pocomas la historia en parrafo por que se hace muy tedioso a simple vista ver tanta palabra junta sin separacion te lo digo porque en un principio cuando la vi me heche a tras a la hora de leerla porque me cansaba tanta letra junta pero al leerlo me encanto la historia sigue asi.

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  43. que bueno!!!!! me encanta como haz escrito esta historia esta super buena me dejaste sin palabras. aunque lo he leido muy tarde y veo que aun no haz terminado de escribir el final.. deverdad que muy bueno muchas felicidades. y espero que muy pronto lo termines. gracias por hacernos volar con cada historia.

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  44. P q se dejo de publicar esta historia?? Pq mira q memo era puntual con ella y de golpe un dia ya no habia mas.. pq??? Feliz año a todos

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  45. Pooorrr faaavoooooorrr vuuueeeelvaaa a continuar esta INCREIBLE histoooriaaa!!
    POOOOR FAAAAVOOOOR!!

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  46. Saludos!!! Ya casi ocho años esperando la continuación de esta fantástica historia... Alguien sabe algo de la autora??

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