“El Amor es el significado ultimado de todo lo que nos rodea. No es un simple sentimiento, es la verdad, es la alegría que está en el origen de toda creación.”
Rabindranath Tagore
Rabindranath Tagore
El invierno de ese año ponía a prueba las defensas cada día, pero había decidido establecer una pequeña tregua de unas semanas justo antes de Navidad. Kasia había decidido pasear por el parque situado frente a su casa aprovechando que la nieve había desaparecido de las calles. Una piel increíblemente suave entrelazaba sus dedos con los de Kasia y la joven directora creía morir de felicidad. Miró un segundo a la dueña de aquella mano cálida aún en días de frío y se tropezó con unos preciosos ojos azules.
No eran los ojos de Lucy pero resultaban igual de hermosos. Su azul mar parecía desprender chispas de alegría en cada pestañeo y Kasia sabía sin ninguna duda, que la dueña de aquellos ojos podría conseguir cualquier cosa de ella. Era el mismo azul de la mujer de sus sueños, pero no eran sus ojos, Kasia habría asegurado que se parecían más a sus propios ojos a pesar de no tener su color. Su forma alargada, sus grandes pestañas y su color azul contrastaban con el tono moreno de su piel, otorgando una belleza casi divina.
Pensaba sobre todo ello cuando sintió un suave tirón de su mano reclamando que aumentara la velocidad de paso. Los patos del lago tenían la culpa de ese interés repentino en llegar antes al destino.
- Manu – dijo Kasia resignada – si corres puedes resbalar con alguna placa de hielo.
La niña soltó su mano y la miró divertida echándose a correr. “Le digo algo y hace justo lo contrario”, pensó Kasia cabeceando sin entender.
- Pero si no hay nieve – protestó la niña – ¡es que han vuelto mami, míralos! - corrió hasta la barandilla del lago.
Kasia se derretía cada vez que aquella pequeña preciosidad de cuatro años la llamaba mamá. Aún tenía la sensación de estar en medio de un sueño imposible, pero al verla intentando saltar la valla descubrió que era una realidad latente.
- ¡Baja de ahí! - Kasia corrió a sujetarla mientras agradecía una vez más que existiera esa valla de separación – toma, dales de comer... pero no tires a dar, que te conozco – terminó por advertir.
La pequeña la miró sin entender la advertencia de su madre y tiró feliz un puñado de una mezcla de semillas que habían comprado para ellos, mientras Kasia se sentaba en ese banco en el que tantas veces se había sentado con Lucy. Manu disparaba sin parar por sus labios posibles nombres para los cuatro patos sin terminar de convencerle ninguno de ellos. Kasia reía a carcajadas porque cada vez que bajaban al parque se repetía el ritual: la niña alimentaba a los bichos mientras buscaba los nombres perfectos para ellos y nunca conseguía decidirse.
- ¿Porqué serás tan parecida a tu padre? - se preguntó en voz alta aunque sabía que no recibiría una respuesta de su hija.
- ¿Vamos a ver a papá? - preguntó la niña al oír a su madre.
- No cariño, ya sabes que papá está en casa de los abuelos para navidad, vendrá en año nuevo, ¿vale? - explicó Kasia tranquilamente.
- Vale – fue todo lo que dijo y volvió a jugar.
Kasia la miraba sonriendo mientras una mano recién sacada de un abrigado guante acariciaba cálidamente su nuca. La joven directora se dejó acariciar sin perder de vista a su hija.
- ¿Te dejas acariciar por cualquiera? - preguntó Lucy fingiendo un enfado que no buscaba otra cosa que un beso.
Buscó los labios de su mujer y los besó con las ganas acumuladas de llevar toda la mañana fuera de casa. Kasia alargó el beso y la abrazó buscando que se sentara junto a ella. Sus labios jugaron coquetos con los de la mujer que amaba, provocando destellos de deseo en ella.
- Mmm, ¿te he dicho que me encanta cómo me recibes siempre? - preguntó Lucy besándola una vez más – ya no me hace falta entrar en calor, ¡qué barbaridad! - soltó un pequeño resoplido intentando calmar la reciente excitación provocada por aquellos labios.
- Es que adoro que siempre quieras volver con nosotras – respondió Kasia con voz mimosa.
- ¡Cómo no voy a volver, si sois mis chicas! - elevó la voz buscando que Manu la oyera.
La pequeña oyó la voz de Lucy y se giró automáticamente.
- ¡Mami Lu!, ¿has visto?, ¡han vuelto los patos! - corrió a abrazarla y Lucy agradeció el abrazo llenándola de besos.
- Veo que aún no has decidido sus nombres – le dijo mientras la abrazaba.
- ¡Jo, es que hay muchos nombres muy bonitos! - la niña se molestó con su propia indecisión.
- ¿Me has dicho hoy que me quieres? - le preguntó Lucy.
- No, porque cuando me desperté ya no estabas – recordó – te quiero mucho – volvió a abrazarla mientras su madre sonreía.
- No puedo tener una familia más empalagosa – dijo Kasia buscando las cosquillas de la pequeña Manuela haciéndola reír – vamos a casa, que está anocheciendo y el frío ya empieza a hacer de las suyas.
La niña se despidió de sus plumíferos amigos y volvieron andando a casa. Kasia se abrazó al brazo de Lucy buscando su calor mientras andaban.
- ¿Qué tal el encuentro con la prensa? - preguntó Kasia.
- Muy bien, salvo algún comentario raro, todo fue bien. Me preguntaron por Manu y por ti y creo que la sonrisa me delató.
- ¿Sonreíste?, ¿por qué?, si todo el mundo sabe que tu vida conmigo es un infierno – Kasia rió mientras se soltaba de su abrazo y buscaba las llaves.
- La verdad es que agradezco que todo lo malo haya quedado atrás y que mi vida personal no afecte a mi trabajo – dijo Lucy satisfecha.
- Bueno, parte de culpa la tendré yo, ¿no? - dijo Kasia fingiendo buscar reconocimiento.
- Es cierto, todo es gracias a ti, ¿mejor? - la besó mordiendo ligeramente su labio inferior a modo de castigo, consiguiendo con este gesto todo lo contrario.
Kasia no hablaba por hablar. Cuando siete años atrás comenzaron su relación a ojos del mundo, Lucy obtuvo el papel protagonista de la obra que había escrito con Vicky durante su estancia en Londres. El papel le dio la repercusión y el prestigio necesario para volver por la puerta grande al mundo del teatro y los premios que recibió por ese papel así lo demostraban. Las dos mujeres se convirtieron en un fenómeno social dentro y fuera del país para su sorpresa. La normalización de su relación había sido más positiva de lo esperado y las dos mujeres pudieron seguir adelante sin dejar apartada su pasión por su trabajo. Lucy encadenó éxito tras éxito como actriz de teatro y Kasia desarrolló su amor por la dirección con un par de obras nuevas. No habían vuelto a trabajar juntas, intentando diferenciar horarios para cuidar de Manu el mayor tiempo posible.
Al entrar en la casa, Kasia fue directa a encender la chimenea. La joven directora tenía la certeza de que Lucy fingía no terminar de entender la mecánica de encender el fuego para librarse de hacerlo y había decidido que sería más productivo enseñar a Manu cuando tuviera edad para hacerlo. Lucy disfrutaba viéndola manejando los troncos de leña y el fuego, era su placer callado, y sentía que todo iba bien cuando la veía a ella y sentía los pasitos de la niña por la casa.
- Vamos a llamar a papá, ¿te parece? - dijo Lucy a la niña mientras sujetaba el teléfono en la mano.
- ¡Sí! - exclamó la pequeña subiéndose al sofá junto al teléfono.
Lucy marcó y le pasó el teléfono a la pequeña.
- Dile “hola” a los abuelos, ¿vale? - le advirtió dejándole el aparato.
- ¡Hola! - exclamó feliz en español nada más escuchar una voz al otro lado. Lucy podía escuchar que era la madre de Manu la que había contestado – sí … hace mucho frío, mamá K está poniendo la chimenea …. síiii... he visto los patos del lago.... no abuela, no les he puesto nombre – ya empezaba a sentir que era el momento de hacerlo o no la dejarían en paz – te quiero mucho... sí – estiró el teléfono a Lucy – la abuela quiere hablar contigo.
- Vale cariño – Lucy cogió el teléfono y se sentó a su lado – María, felices fiestas – intentó decir en español mientras la niña se reía de su acento – ahh, ok... Después le mando a Manu las fotos que le hemos hecho hoy para que pueda verla – desistió y habló en inglés – saludos a la familia. Nos vemos pronto. Un abrazo – colgó.
- Manu, ¿qué tal lo ha hecho mamá Lu con el español? - preguntó Kasia bromeando mientras se acercaba a la cocina.
- Mmmm, creo que necesita estudiar un poquito más – la pequeña no sabía ser cruel.
- Te lo agradezco cariño, y tienes razón – Lucy la abrazó agradecida.
- Bueno, yo preparo la cena y vosotras vais a la ducha, ¿ok? - fue la propuesta de Kasia.
- Vale, pero el baño yo lo dejo para después – guiñó Lucy en un gesto sexy.
- Ehh... esto... claro, no hay problema – Kasia casi se cortó un dedo mientras recorría con la mirada el cuerpo de aquella mujer que la enloquecía como el primer día.
- Bien. Cariño, vamos a la ducha – le dijo a la niña, que rápida se levantó del sofá y subió corriendo delante de ella las escaleras.
Después de cenar un ritual se repetía como cada noche en casa de las dos mujeres desde que la pequeña Manuela había llegado a la familia. Lucy se acurrucaba en un rincón del sofá abrazada a la niña y con Kasia al otro lado tecleando y revisando el nuevo guion en el que estuviera trabajando en ese momento. Lucy improvisaba cuentos para su hija como había hecho su padre con ella algunos años atrás. A Lucy le fascinaba la imaginación sin límites de su padre para inventar historias de príncipes que acababan con dragones o de gnomos que viajaban a lomos de un unicornio por mundos fantásticos. Había heredado la capacidad de contar cuentos de su padre y Manu era su mejor oyente. Depende de lo cansado del día la pequeña aguantaba uno o dos cuentos hasta caer dormida en brazos de su madre.
Esa noche no aguantó más de un cuento hasta dormirse plácidamente envuelta en una manta azul sobre el pecho de su madre. Kasia se levantó y tomó la cámara de fotos que tenía en un armario del salón. Sin que lo notara sacó algunas fotos en blanco y negro de la escena: sus dos chicas abrazadas sobre el sofá blanco, Lucy mirando a su hija y la luz de la chimenea detrás. El sonido del obturador hizo reaccionar a la joven de ojos azules regalándole una sonrisa a su preciosa mujer.
- Es un pequeño milagro tenerla con nosotras, ¿verdad? - preguntó Lucy sonriendo.
- Bueno, creo que este amor se merecía la oportunidad de una “ampliación” como esta – le dio un beso en los labios acercándose a ella por detrás – voy a llevarla a su habitación y a preparar el baño.
Después de tres años de felicidad y de amor absolutos, decidieron que era el momento de intentar traer al mundo una pequeña muestra de ese amor inmenso que las unía. Manu, ese amigo fiel a toda su historia era el candidato perfecto y tras una larga charla, cuando Kasia le propuso ser el padre de su hijo el hombre lloró de felicidad abrazado a ella. Manu había encontrado al amor de su vida, un fotógrafo alemán que le había robado el corazón un año antes y que celebró la posibilidad de formar una gran familia. Tras pensar en las posibles combinaciones, Kasia decidió que ella se quedaría embarazada con un óvulo de Lucy fecundado por el esperma de Manu, así, de alguna manera, ese niño sería la mezcla perfecta de los tres. Así fue ideada Manuela, en medio de un gran amor y una gran generosidad. La niña podía ver a Manu y a Stefan prácticamente a diario, y había demostrado ser una niña increíble al tratar a su familia con total normalidad. Sabía quien era cada uno y qué papel ocupaba en su vida.
Kasia cogió a Manu en brazos y la niña apenas se movió. La llevó a su cama y le dio un beso de buenas noches. Encendió algunas velas mientras llenaba la bañera de agua caliente y aceites aromáticos y bajaba la intensidad de la luz. Colocó un par de toallas y sus albornoces en el perchero junto a la bañera y sintió cómo Lucy la abrazaba por detrás.
- Iba a buscarte cuando terminara de prepararlo todo – se dejó abrazar y se sintió amada.
- No aguantaba sin verte – metió sus manos bajo su camisa y acarició su espalda – te he echado mucho de menos hoy.
Lucy desnudó a Kasia lentamente sin dejar de acariciarla. La joven de ojos miel respondió a sus caricias buscando sus labios para perderse en ellos. Sus manos, expertas en ese cuerpo que abrazaba, eliminaron prendas buscando esa piel que quemaba en cada roce. Ese cuerpo que tantas veces había recorrido respondió al placer que provocaban el roce de sus dedos por los pezones bajando a la entrepierna. Lucy suspiró y ahogó un gemido en un beso mientras buscaba la lengua de su amante con la suya.
- Me haces increíblemente feliz – le susurró enterrando su nariz respirando su aroma – te amo.
Kasia pegó su cuerpo al de Lucy y la besó una vez más.
- Y yo a ti. Eres mi vida... desde el primer día que te vi.
Despacio entraron en la enorme bañera humeante y se acomodaron en el espacio. Kasia se colocó de espaldas entre las piernas de Lucy con su cabeza apoyada en su pecho y la joven de ojos azules a su vez, apoyada en el borde de la bañera. Se quedaron así, abrazadas y en silencio mientras sus respiraciones se acompasaban y sus cuerpos se relajaban al unísono.
- Cariño – Lucy besó su nuca desde esa posición.
- Mmmm – fue todo lo que dijo Kasia recreándose en las sensaciones que le provocaban cada beso.
- ¿Te casarías conmigo? - le preguntó sin más.
Kasia se separó un instante para girarse y mirarla a los ojos.
- ¿Estás hablando en serio? - preguntó.
- No era esa la respuesta que esperaba – le sonrió dulcemente – pero sí, hablo en serio, tanto que me gustaría que me dijeras que sí – la besó.
La joven directora volvió a colocarse apoyada en su pecho y sujetando los brazos de Lucy se abrazó más a ella.
- Bueno – dijo – en primavera sería perfecto.
- ¿Eso es que sí? - preguntó emocionada Lucy.
- ¡Claro que sí!, no hay nadie en el mundo que me haga sentir lo que me haces sentir tú. Te quiero, y te querré siempre – hizo la cabeza hacia atrás y la apoyó junto a la de Lucy.
Esa noche hicieron el amor despacio, recorriendo cada milímetro de piel y celebrando su amor. Esa noche se perdieron una en la otra y se regalaron la vida entera, sintiendo que nada podría cambiar ese sentimiento que las unía. Esa noche, como cada noche, durmieron abrazadas, con sus cuerpos desnudos, después de disfrutar de la mezcla perfecta de amor y placer. Esa noche... los sueños y la realidad se convirtieron en uno solo.
FIN
GRACIAS!!! POR ALEGRARME EL DÍA°°
ResponderEliminarDe nada!!!. Corremos el riesgo de sufrir un subidón de azúcar con tanto empalago, pero es que es Navidad!!! ;))).
ResponderEliminargenial!!!!!!!!!!!
ResponderEliminarMAS MASSSSSSSS ;)
ResponderEliminarQue sorpresa más grata. Muchas gracias!!
ResponderEliminarQue genial, Cada día me sorprenden más con cada capitulo o historia = )
ResponderEliminary me ha encantado mucho esta.
y Felices Fiestas!
Saludos
De esta historia no habrá más, sobre todo porque para alargarla debería ponerlas en problemas, y las pobres son demasiado felices como para hacerles esa put@#% ;-p.
ResponderEliminarDespués de vacaciones volveré seguro con alguna idea nueva ;)
Nos encanta que os guste, siempre lo digo, pero es verdad. Abrazos miles.
Año nuevo, historia nueva! ;))
ResponderEliminarwoooow ke me han dejado con una sonrisa en los labios :D gracias por esta maravillosa continuacion aunke haya sido la ultima me encanto gracias !!!!! un saludo desde Mexico y un besote ,ke se la pasen genial en las fiestas de fin de año
ResponderEliminar<3<3<3 alpha <3<3<3
me ha encantado la historia "familiar" muy chula!
ResponderEliminarDeseando poder leer lo nuevo a la vuelta de tus vacaciones
Es simplementeeeee geniaaaaaaaaaaaaaaaal.. me ha encantadooooooo... no me la esperaba.. jeje.. y espero ke se kumpla lo que dices de continuar kon mas historias.. porke eres increible escribiendo... mis respetos...
ResponderEliminar-- ZzAiRiSs-- Mexico
Eres genial, me encantó, la idea de nustras chicas formando familia me ha parecido super tierna
ResponderEliminarsi...me ha encantado la familia! Sigueeee escribiendo
ResponderEliminarQue bonitoooooooo!!!!! Me encantó!!!!!
ResponderEliminarFelicidades, eres una gran escritora, sigue así!!!
Besos!!
Tania, Barcelona.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarSimplemente perfecta
ResponderEliminarLa verdad es que me encantó tu forma de escribir,deberías pensar en dedicarte a esto . Felicitaciones
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