jueves, 18 de septiembre de 2014

Un breve instante - Capítulos 15 y 16

Recuerda cómo iba la historia aquí: Un breve instante

15.
La especie de locura transitoria que Kasia había sufrido antes de decidirse a besarla, aumentada quizás por la vista tan magnífica o por el aroma embriagador que Lucy se empeñaba en desprender, se había transformado en un deseo que ella no alcanzaba a recordar haber sentido antes. Sus besos, dulces y tímidos al principio, dibujaban un camino hacia ese deseo difícil de desandar y Kasia lo sabía.


Se detuvo un instante. No sabía el tiempo que llevaba entregada a la tarea de descubrir cada rincón de aquella boca impaciente que buscaba sus labios, no podía pensar. Cerró los ojos y trató de respirar porque estaba bastante segura de que llevaba mucho tiempo sin hacerlo y sin embargo no parecía importarle.



Una legua húmeda y juguetona acompañada de unos labios que reconocía volvieron a posarse sobre los suyos pidiendo una nueva oportunidad, mientras unas manos que ahora notaba firmes en su cintura la atraían pegando sus caderas a las de la mujer que besaba. Cedió el permiso y la voluntad a la vez que un casi inaudible gemido salía de su garganta.




"Oh, dios, de modo que así es como uno se siente cuando va a morir electrocutado" pensó con el poco raciocinio que le quedaba.



- ¡Oh, dios! - dijo esta vez en alto mientras intentaba separarse de Lucy - tenemos que parar o... - se sonrojó sólo de pensar en terminar la frase.
- ¿O...? - Lucy ronroneó y trazó una línea de nada castos besos desde la base del cuello hasta el lóbulo de la oreja para terminar apoyada ahí mismo, inspirando y tratando de rebajar un poco su nivel de excitación.



Kasia acarició su pelo con una mano y suspiró tratando de resultar convincente.



- Se ha hecho muy tarde - por la oscuridad que las acompañaba, debían llevar más tiempo del que pensaban en aquel lugar - no quiero que tu familia se preocupe - inspiró una vez más - deberíamos volver.
  - Humm... - odiaba darle la razón, cuando lo que más le apetecía era dibujar con su lengua líneas húmedas en el cuerpo de Kasia - muy húmedas - dijo en alto sin querer.
- ¿Cómo dices? - preguntó Kasia sorprendida.
- Que tienes razón, que la humedad de la noche hará que cojamos un fuerte constipado y te dejará afónica - dijo aún sabiendo que aquello no habían quien se lo creyera.



Se separó a duras penas de aquel cuerpo cálido y sensual y le dedicó la mejor de sus sonrisas. Kasia no pudo evitar sonrojarse a pesar de que aquella sonrisa maravillosa le decía que todo estaba bien. Muy bien.
- ¿Nos vamos entonces? - preguntó casi pidiendo permiso.
- Si no hay más remedio... - carraspeó mientras parecía rememorar alguno de los besos que acababa de recibir - esto... sígueme, y pisa con cuidado, no me gustaría que sufrieras un accidente y tuviéramos que quedarnos aquí hasta el amanecer... bueno... - se detuvo un instante que encendió las mejillas de Kasia hasta un rojo intenso - ...no, definitivamente el dolor no ayudaría - terminó por decir traviesa.



Kasia carraspeó y dio gracias a la noche cerrada que las acompañaba y que impedía que su cara se pudiera ver a millas de distancia. Lucy se echó a reír divertida y una piedra mal colocada casi la manda al suelo.



- ¿Estás bien? - preguntó Kasia sin saber si tirar de ella como lo hizo la había ayudado a mantenerse en pie o se había hecho daño.
- Buenos reflejos - contestó Lucy - no ha sido nada. Sigamos.



Sin ninguna otra sorpresa a modo de trampa llegaron al coche. Ambas mujeres se subieron en silencio, como si una extraña calma, o quizás decepción por tener que dejar de hacer lo que hacían, se apoderara de ellas.



- Kasia... - comenzó a decir Lucy mirando al frente mientras trazaban el camino de vuelta.
- No, no digas nada - se adelantó a decir - no hace falta que digas nada. Ha sido algo... maravilloso... no quiero ponerle explicación, ni quiero ponerle etiqueta.



Kasia permanecía concentrada en una carretera que no conocía y su voz no sonaba tensa ni contrariada, así que Lucy supo que todo estaba bien. No dijo nada más, se relajó en su asiento apoyando su mano derecha en la ventanilla y cerró los ojos. Quiso llevar a su mente los recuerdos y las sensaciones que acababa de vivir con aquella mujer y una mezcla de felicidad y excitación se apoderó de su cuerpo una vez más. Lo que aquella pequeña mujer la hacía sentir era algo nuevo, no era sólo curiosidad, no era sólo deseo, claro que había sentido todas esas cosas antes, pero esto era diferente, tenía un matiz que Lucy no podía distinguir pero que sin duda le gustaba.



- Lucy, ¿me escuchas? - oyó como a lo lejos.



Se recompuso en su asiento y miró a su conductora.



- Sí, sí, perdona - un pequeño lunar posado distraídamente en su oreja derecha fijó su atención.
- Te preguntaba si voy bien o me acabo de perder del todo - apenas podría concentrarse y maldecía su ataque de responsabilidad que las llevaba de vuelta al hotel.
- Va usted muy bien, Srta. Boreke - dijo amasando las palabras en su boca, como si las dijera perezosamente, rememorando besos y pidiendo más.



Su voz era tan sensual, tan sugerente, que Kasia se revolvió en el asiendo tratando de calmar el rayo que acababa de bajar por toda la espalda y amenazaba con provocarle un orgasmo allí mismo. Sin querer golpeó el volante haciendo sonar el claxon. Lucy sonrió divertida y se dijo a sí misma que no se iba a conformar sólo con los besos que había disfrutado esa noche.



- Vaya, ¡por fin llegan! - dijo su padre al verlas entrar al comedor - ya estaba pensando en coger a Fillipe y salir a buscarlas.
- ¡Papá! - rezongó Lucy indignada mientras tomaba asiento al lado de su madre - ¿tú sabes que Fillipe no podría seguir el rastro de una mofeta, verdad?.
- ¡No digas eso!, menos mal que el pobre Fillipe no está aquí para escuchar semejante disparate - dijo mientras servía una copa de vino a Kasia que los miraba fascinada.
- Da igual que estuviera papá, porque primero, es un PEEE RRO, y segundo, además de mal olfato, su oído tampoco es que esté para muchas fiestas - bebió de su copa y miró un instante a Kasia negando con la cabeza.
- Debería desheredarte - cogió su copa - pero primero brindemos y disfrutemos de la cena, ya firmaré luego - le guiñó un ojo a su hija y chocó su copa con la de su hija - nos encanta que estés aquí, ¡salud!.
- ¡Salud! - dijeron todos casi al unísono.



La cena resultó deliciosa y la compañía aún más. Kasia había disfrutado de cada bocado con un apetito que no era común en ella, pero al hecho de llevar prácticamente todo el día sin comer se le había unido el torbellino de sensaciones que había vivido y que la tenían en una especie de constante montaña rusa desde que se había encontrado con Lucy esa tarde. Durante la cena se habían dedicado alguna que otra mirada, alguna que otra sonrisa, pero Kasia intentaba por todos los medios que nadie de los que allí se encontraban se dieran cuenta de la fascinación que sentía por aquella mujer.



Lucy hablaba distraída con su madre y su cuñada, que le preguntaban por su experiencia en Los Ángeles y Kasia no pudo evitar mirarla desde una cómoda distancia. Era hermosa, aún más con ese aire despreocupado y natural que le daban su viejo suéter y sus gafas de pasta. Parpadeó un instante pensando que igual su cerebro funcionaba igual que una cámara y podría guardar exactamente esa imagen que tenía delante. Suspiró algo cansada, las horas de viaje le habían hecho un recordatorio a sus riñones y a su espalda.



- Bueno - dijo levantándose de su asiento - creo que es hora de que me retire y les deje en familia. Muchas gracias por la cena, ha sido deliciosa - miró sólo un instante hacia Lucy que parecía no estar de acuerdo - casi tanto como la compañía.
- No es necesario que se vaya ya - dijo la madre de Lucy amablemente - y gracias a usted por acompañarnos.
- Realmente siento que mi espalda me pide un descanso - se disculpó - hasta mañana a todos.
- Buenas noches... Srta. Boreke - dijo Lucy desde el fondo del comedor. Otra vez esa forma de llamarla, otra vez esa respuesta automática de su cuerpo.



Kasia la miró con cierto temor a que dijera algo inadecuado.



- Gracias... por... por el paseo, Lucy - se limitó a decir.
- Ha sido un placer... Kasia.



Kasia habría jurado que la manera en la que pronunció su nombre era lo más parecido a sentir las manos de Lucy sobre su cuerpo desnudándola. Se giró, invadida por esa idea en la cabeza, y salió del comedor en dirección a su habitación.



- Es mona la chica, ¿eh? - dijo Walter sin más.



Lucy se tapó la cara con las manos y apoyó su cabeza en el hombro de su madre.



- ¡Walter! - le reprendió su esposa.
- ¿Qué?, ¿es que sólo yo tengo ojos en la cara o qué? - le dio otro sorbo a su copa - venga, hora de recoger.




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16.
Kasia cerró tras de sí la puerta de su habitación con la sensación de haber dejado abandonado en el piso inferior de aquella gran vivienda todo lo que deseaba. Se apoyó agotada dejando caer el peso de su cuerpo sobre la puerta y cerró los ojos tomándose un segundo para respirar, simplemente respirar.
No se había detenido a pensar con serenidad todo lo que había pasado ese día. Desde la locura de coger su coche y hacer unas cuantas horas de viaje hacia un lugar desconocido - sólo por el simple hecho de haber leído en una biografía absurda que esa era su ciudad natal - sin la certeza de encontrar a una mujer que turbaba sus pensamientos y nublaba sus sentidos, hasta el hecho de haberse encontrado con ella y disfrutado de los primeros besos más increíbles que había vivido nunca, para después, eso sí, obligarse a detenerse y evitar así llegar tarde a una cena con toda la familia de ella.
"Todo muy normal Kasia, sí sí", se dijo tomando asiento al borde de su cama y dejándose caer hacia atrás para disfrutar del confort de un colchón más cómodo de lo que esperaba.
Se quitó los zapatos sin molestarse en cambiar de posición y trató de relajarse. Como un resorte saltaron a su mente los besos, el calor de sus caderas junto a las de aquella mujer... sus ojos azules chispeantes, su sonrisa que invitaba a más y el calor de su cuerpo abrazado a ella. Una extraña mezcla de deseo y calma se apoderó de ella. Más deseo que calma, habría deducido después intentando recuperar su nivel normal de raciocinio.
"¡Basta!", se obligó a parar, "mañana aclararás todo lo que tengas que aclarar con ella". Se puso en pie y fue hasta el baño. Se dio una ducha caliente intentando reanimar sus músculos cansados y salió dispuesta a dormir lo que quedaba de noche, cuando un ligero golpeteo en su puerta la hizo erguirse. "No puede ser ella, no puede haberse atrevido con toda su familia danzando por ahí" se dijo a sí misma sin demasiada fe.
Enrolló y ajustó una enorme toalla blanca alrededor de su cuerpo desnudo y se aseguró de que estuviera bien sujeta y no le jugara una mala pasada. Respiró hondo tratando de poner una lazada que contuviera a la manada de caballos que cabalgaban libres en su estómago y abrió la puerta.
- Vaya - dijo Lucy mirándola sin disimulo de arriba a abajo desde el otro lado de la puerta - venía a ver si necesitabas algo - mintió - no esperaba este recibimiento... - se mordió instintivamente su labio inferior en un gesto muy explícito que no pasó desapercibido.
- ¿Qué haces aquí? - Kasia respondió mientras intentaba medio taparse medio sujetarse bien la toalla a la altura de sus pechos - tus... tus padres... - la simple idea de que sus padres aparecieran por allí la hizo ponerse muy nerviosa.
Lucy parecía tener toda la intención de quedarse a vivir allí mismo, frente a la puerta abierta de su habitación con ella medio desnuda en frente. No se movió.
- ¡Lucy! - la llamó Kasia exasperada al ver que la miraba y que sólo hacía eso, mirarla.
No dijo nada, no se movió. Kasia la agarró del jersey y la empujó dentro de la habitación cerrando la puerta con menos sigilo del que ella habría querido.
- ¡Oh, venga, esto no me puede estar pasando! - dijo Kasia mientras decidía si no habría sido mejor idea empujarla hacia el pasillo y poner la puerta entre las dos.
- Esto... - Lucy parecía responder al fin a la comunicación con sus neuronas - tampoco hacía falta que me empujaras, si me hubieras invitado habría pasado igual... que no es que sea un vampiro y necesite invitación - la parte en la que la verborrea de Lucy se abría paso para ocultar los nervios Kasia la desconocía - vamos, que... que estoy encantada con que me hayas invitado... a tu manera - sonrió obligándose a callarse.
- No me tomes el pelo - la respuesta de Kasia sonaba casi a súplica.
- No, no, jamás - Lucy reaccionó y la miró a los ojos.
Dio un paso y se acercó a Kasia lentamente.
- No, ¿qué haces? - Kasia se planteó dar un paso atrás pero sus piernas no respondieron.
- Oh, espera... ya sé qué pasa... - dio un paso más hacia ella - es de justicia admitir que no estamos en igualdad de condiciones - se quitó lentamente el jersey y lo tiró a un lado.
Debajo, una camiseta obscenamente ajustada que acariciaba sus curvas y permitían a Kasia hacerse una idea bastante cercana de las formas sensualmente redondeadas de Lucy.
- Siento no haber reaccionado antes - susurró mientras se quitaba sus zapatos y los ponía cuidadosamente a un lado - pero es que estás tan... - desabrochó el botón de su pantalón mirándola fijamente a los ojos - ... estás tan preciosa... que no podía respirar.
Las palabras salían de los labios de Lucy y Kasia podía observar cómo se formaba cada letra en sus labios, cómo se convertían en sílabas y después en palabras. Estaba hipnotizada y no podía más que deleitarse con aquella mujer.
Dejó caer los pantalones al suelo y se detuvo para que Kasia la observara. El hecho de que sus ojos marrones se volvieran casi amarillos de deseo al mirarla, provocó una sacudida de placer en Lucy que apenas pudo disimular. Se moría de ganas por abrir su regalo envuelto en aquella toalla blanca y dio el pequeño paso que faltaba para colocarse a unos centímetros de su cuerpo.
- Lucy... yo... no... - acertó a decir Kasia mientras sentía cómo el calor se apoderaba de la habitación.
- No puedes decirme que no lo deseas - susurró a escasos milímetros de sus labios - puedo ver en tus ojos que me deseas... tanto como yo te deseo a ti... - amagó con darle un beso en ese instante, pero se contuvo a pesar de las ganas.
Kasia, desprovista de toda resistencia, se abalanzó sobre aquellos labios saciando el deseo que la ahogaba. Enredó sus dedos entre mechones de pelo oscuro una vez más y la atrajo hacia ella por más, porque quería más y no podía ni quería parar.
- ¡Oh!, desde que te vi esta tarde sentada en el porche, no he dejado de pensar en ti, en cómo sabrían tus labios - acertó a decir Lucy entregándose a un beso más profundo, buscando con su lengua la de ella, intentando saciar su sed.
Lucy se aferró al cuerpo de aquella mujer con la necesidad urgente de descubrir el sabor de su piel mientras la besaba. Kasia se detuvo y dio un paso atrás. Lucy la miró tan desconcertada como desamparada ante la súbita separación de sus cuerpos.
No dijo nada. Se puso a la distancia adecuada para que pudiera observarla una vez más y dibujó una sonrisa en sus labios que Lucy aún no había visto en aquella mujer. Soltó el cierre improvisado que había colocado sobre sus pechos para sujetar la toalla y ésta cayó sin más al suelo. Lucy maldijo a la toalla por caer con esa ligereza, como si no hubiera disfrutado del roce con la piel más deliciosa que ella hubiera visto en su vida.
La desnudez de Kasia hizo que una descarga incontrolable la recorriera de nuevo y sintió como se humedecía aún más.
- Eres preciosa - dijo mientras observaba a Kasia acercarse - dios, no puedo creer la suerte que tengo.
La calló un beso largo y profundo. El tacto de sus manos contra la piel desnuda de Kasia llevó la urgencia a sus deseos y la llevó entre besos húmedos hasta la cama. La tumbó entre besos por el cuello y caricias que erizaban igual que excitaban a la mujer desnuda.
- No puedes ni imaginar cuánto te deseo - dijo colocando sus rodillas a ambos lados de Kasia y sentándose sobre ella.
Se detuvo a observarla desde su nueva posición mientras podía sentir cómo el calor la abrasaba bajo sus caderas. Su piel blanca salpicada de preciosos lunares, envolvían unos pechos suaves y perfectos. Acarició los costados lentamente mientras la miraba y vio cómo los pezones rosados se erguían solícitos de atención. Lucy no pudo evitar agitar sus caderas sobre las de Kasia al ver esos pechos endurecidos, lo que provocó un gemido de placer en la rubia.
Antes de lanzarse a saborear cada rincón de aquella mujer que la enloquecía, decidió eliminar la poca ropa que le sobraba. Hizo un movimiento lento, como un baile imaginario e intencionado sobre el sexo desnudo de su amante, mientras se deshacía de su ajustada camiseta dejando sus pechos excitados a la vista de la mujer que tenía debajo de ella.
Kasia no pudo evitar los gemidos de placer que le provocaba el roce de su sexo contra la ropa interior caliente y húmeda de Lucy y sujetó sus caderas para evitar que dejara de hacerlo.
- Ohh, Lucy, creo que no podré aguantar mucho más... - dijo completamente excitada.
- Mi niña hermosa - dijo Lucy sin detener su movimiento y acercando sus labios a los sugerentes pechos - déjate llevar - pasó su lengua descarada por uno de sus pezones y Kasia arqueó su espalda y ahogó un largo gemido.
El sabor de su piel... la sensación de placer al chupar y jugar con sus pezones y el sonido de su gemidos enloqueció a Lucy que aumentó la intensidad de su movimiento al borde ella también de un intenso orgasmo. Kasia cerró los ojos y Lucy subió hambrienta de sus labios. Sujetó su cara con ambas manos y la besó.
- Mírame - suplicó Lucy entre besos profundos.
Volvió a besarla una y mil veces más sin detenerse y observó cómo Kasia tenía el orgasmo más increíble que había visto nunca. Sus pupilas amarillas se dilataron y contrajeron a la vez que pequeñas sacudidas recorrían su cuerpo y multiplicaban sus sentidos. No podía dejar de mirarla fascinada mientras la respiración de la joven locutora volvía lentamente a la normalidad.
  • Eso ha sido... simplemente increíble – dijo Lucy besando una vez más sus labios – eres increíble.
Kasia no podía hablar, bloqueada por un extraño placer culpable y avergonzado, por tener aquella mujer tan hermosa sobre ella besándola y ofreciéndole amor y pasión a partes iguales. Ella no era así, no se iba a la cama con la primera mujer que se pusiera en su camino y le dijera cosas bonitas. No buscaba relaciones de una noche para calmar sus ganas y ni siquiera era capaz de coquetear con desconocidas en la barra de un bar sin sentir que el ridículo habría una zanja bajo sus pies para luego enterrarla.
Sin saber muy bien qué hacer, optó por sujetar a aquella mujer increíble por la cintura y la hizo girar para cambiar la posición y tumbarla en la cama. Estiró todo su cuerpo, mitad sobre un costado de Lucy, mitad sobre el colchó y enterró su cara en el cuello de su amante, entre tímida y mimosa.
  • Lo... lo siento – se atrevió a decir sin mirarla – tenía tantas ganas de sentirte que no he podido controlarme.
No sabía porqué se estaba disculpando, eran dos mujeres adultas que deseaban estar juntas. Pero lo hizo.
Lucy sonrió mientras la tomaba entre sus brazos y la pegaba más a su cuerpo.
  • ¿Crees que yo no lo quería? - preguntó divertida sujetando con su mano libre su cara para que la mirase a los ojos.
Kasia la miró y se perdió un poco más en sus ojos. Lucy agarró con su mano la muñeca de la de su amante y la movió hasta su sexo, cubierto aún por sus pequeñas bragas.
  • ¿Crees que esta humedad no la has provocado tú? - hizo que notara al contacto con las yemas de sus dedos lo mojada que estaba – creo que me tienes así desde el preciso momento en que te vi por primera vez.
Kasia sintió una nueva descarga de placer al escuchar sus palabras y se colocó un poco más sobre ella, con sus piernas atrapó la pierna derecha de Lucy y colocó su sexo aún sensible tras el orgasmo sobre el muslo de su amante. Lucy pudo notar como mojaba su piel y pensó en lo mucho que le gustaba aquella mujer.
Una caricia hambrienta se metió bajo la ropa interior buscando su trofeo y Lucy no pudo evitar que su cuerpo reaccionara cuando sintió que unos dedos calientes entraban en contacto con su clítoris hinchado. Kasia se abandonó al goce cuando la notó tan excitada y mordió todo el trayecto desde su cuello hasta el pezón derecho, jugando con él mientras su mano no dejaba de recorrer con parsimonia intencionada su sexo ansioso.
  • Me vas a matar – dijo Lucy presa del deseo.
  • No puedes morir – contestó entre juegos con sus pechos – todavía me quedan muchos rincones de tu cuerpo por descubrir – dijo mientras lanzaba sus labios sobre el costado y aumentaba el ritmo de su mano para después casi detenerse.
  • ¡Ahh...! – evitar el grito de placer era inútil – sabes que me vengaré – dijo clavando una de sus manos en la espalda de Kasia.
  • No esperaba otra cosa de usted – dijo mientras atrapaba sus labios una vez más entre los suyos.
Aumentó el ritmo mientras la besaba con unas ganas endiabladas y Lucy se dejó ir hasta el clímax mientras intentaba sentir el contacto en cada milímetro de su piel. Se aferró a aquel cuerpo que ardía y se dejó quemar. Kasia permaneció un momento inmóvil y retiró con cuidado la mano de ese sexo que palpitaba y parecía pedir clemencia. Suspiró satisfecha y se dejó caer cobre el cuerpo inmóvil de aquella mujer perfecta prestándose a mantener el calor que las unía. Cerró los ojos y todo se volvió más lento según se iba pausando la respiración.
  • Creo que no podría moverme aunque quisiera – dijo Kasia muy lentamente.
  • Yo no dejaría que te fueras – respondió sin dejar de acariciar su espalda.
  • Qué bien que estemos de acuerdo – un pequeño beso sobre el pecho que sostenía su cabeza mientras sentía que el sueño vencía por K.O. técnico.
Lucy acertó a coger la esquina de la manta que había a un lado y en un movimiento suave acertó a taparlas a medias a ambas.
  • Sí que está bien, sí – acertó a decir antes de caer en un sueño donde la mujer que abrazaba era la protagonista.
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4 comentarios:

  1. Hola a todas!.

    Primero, pedir disculpas (muchas y variadas) a quien se haya sentido estafada porque la historia se quedaba a medias. No era mi intención y no pretendo soltar excusas acerca del porqué del abandono.

    Es cierto que sufrí un cierto desenamoramiento por la historia, pero releyéndola ayer, creo que es de justicia seguir con ella y terminar lo empezado.

    Si te apetece, vuelve a echarle un vistazo y retómala conmigo. Igual descubres que te gusta y hasta me perdonas ;) Y si eres nueva por aquí, bienvenida!

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  2. Hola! No puedo creer que por fin allá continuación... es increíble

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  3. Que genial que sigas con esta historia, por favor, no vuelvas a parar :)

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