17.
Un
ligero tintineo metálico parecía despertar con el sol que avanzaba
perezoso hasta su posición natural de cada mañana. El ajetreo de
cubiertos que chocaban en lo que Kasia adivinó debía ser el
servicio de desayuno y el ronroneo que suponían voces a lo lejos que
charlaban animadamente, no eran suficiente para que recobrara del
todo la conciencia.
Su
primer pensamiento la llevó hasta Lucy. ¿Acaso lo que ella creía
un vívido sueño había sido la más hermosa de las realidades?.
Movió uno de sus brazos cambiando de posición y un murmullo tibio y
agradable le dio los buenos días agradeciendo el roce de la piel.
- Mmm, ¿ya estás
despierta? - preguntó la voz que la acompañaba.
- Sí - contestó
temiendo abrir los ojos y estar equivocada - nunca duermo demasiado -
se dio valor y la miró.
Era
ella, claro que era ella. Lo que había sentido y vivido la noche
anterior no podía ser fruto de un sueño por mucha imaginación que
tuviera. Se veía preciosa, con un gesto sereno y relajado y sus ojos
aún cerrados. Un rayo de sol había tropezado con su pelo y aclaraba
brillante los mechones que caían a un lado, casi sobre los ojos.